DIXI (He dicho) XXX

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Revista DIXI (He dicho) Número XXX / Año IX / Octubre de 2010



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sumario ¡Muestra digital! www.flickr.com/photos/dixihedicho

• latinajo triple X/página 4 ANA VS. SUSHI

• esta edición sigue en la web/página 42 COORDINACIÓN: Irene Bews PRODUCCIÓN: María Laura Rosales GRÁFICA: Bruno Juliano COLABORADORES: Adrián Fernández, Agustín González Goytía, Alan Smithee, Alba Barbeito, Ale-

jandro Nicolau, Alfredo Carpio, Amalia Pantano, Ana Nores, Ana Vazquez, Andrea Fernández, Aveju, Bruno Balverdi, Bruno Ternavasio, Camilo Ginot, Carolina Álvarez, Carolina Pereyra, Carolina Zarzoso Paoloni, Charly Corrado, Claudia Bordallo, Emilse De Piero, Epifanía, Erlich, Eulogia Tapia, Gabriel Varsanyi, Gabriela Baigorrí, Gabriela Lemma, Giselle Courtade, Giselle De Piero, Gonzalo Villa, Graciela Colombres Garmendia, Guido Mossé, Gustavo Lezcano, Gustavo Nieto, Holden Caulfield, Hugo Bellagamba, Irina Svoboda, Javier Soria Vázquez, Juan Manuel Ipiña, Juanjo Domínguez, Julio Gutiérrez, Karina Azaretzky, Lalo Ruiz Pesce, Laura Rossi, Lucía Palenzuela, Lulú Lobo, María Belén Aguirre, Mariano García, Mario Bravo, Mercedes Colombres, Motoneta, Nicolás Barengo, Ondina, Pablo Donzelli, Pablo Masino, Paula Scarso, Prometeo Murillo, Rubén Kotler, Sebastián Rosso, Sejo, Solana Colombres, Tito Zaefferer, Tuni Juárez, Valentina Díaz, Valeria Maggi, Vero Juliano y Verónica Meloni. DIXI es una publicación cultural de distribución gratuita. Año IX, número XXX. Octubre de 2010. Registro de la propiedad intelectual número 243.824. Hecho el depósito que marca la ley 11.723. DIXI es propiedad de Léxico (contenido creativo). Impresión Printer. Nuestro e mail es revistadixi@gmail.com / contenidocreativo@gmail.com Nuestro web site es: www.dixihedicho.com.ar Nuestro teléfono: 54(9) 0381 155 776057. Tucumán-Argentina. Las opiniones son nuestras -o sea, de los colaboradores- y pueden ser reproducidas libremente citando la fuente.


L AT I N A J O

TRIPLE X 60 obras para celebrar DIXI (He dicho) #30 Cervantes se queja en el prólogo de su nunca suficientemente alabado “Quijote” de que aquel texto carece de las citas en latín con las que los autores de entonces acostumbraban jerarquizar sus creaciones literarias. El amigo imaginario que escucha el desvelo del Manco de Lepanto le aconseja que se haga de un puñado de aquellas citas y las coloque allí donde le parezca más oportuno, que las hay para hablar de la guerra, de la paz, del amor, la amistad, la pereza, la dicha, el silencio, la caridad y todo asunto humano que haya merecido la atención aguda de un amante del latín. Las máximas del idioma de Ovidio, intrínsecamente sabias y tributarias del respeto popular, no llegaron a DIXI (He dicho) para impresionar a los lectores, sino por azar, juego, y tácito y explícito reconocimiento a la lengua “mater” del castellano. Para explicarlo hay que remontarse al origen de este proyecto -la exposición será breve y poco dolorosa, os lo prometemos-: dos jóvenes estudiantes de Derecho deciden que ya está bien de criticar “la realidad” y rumiar el descontento, y fundan (sin pensarlo dos veces) una revista que será de distribución gratuita para promover la lectura y el debate pluralista de la cultura. Estas graves y pertinaces determinaciones derivaron en un primer número publicado en marzo de 2002, irrupción surrealista que pasó inadvertida en el contexto de aquella espantosa -¿última?- crisis de la historia nacional. La digresión no es ociosa porque las citas en latín son a la literatura jurídica lo que las parábolas a la Biblia. Y las que estudiaban los hipotéticos entreveros de derechos y obligaciones entre Brutus, Primus, Secundus yTertius, y comprendían que desde tiempos inmemoriales lo accesorio sigue la suerte de lo principal (“accesorium non ducit, sed sequitur suum principale”), encontraron de lo más natural bautizar su publicación con la simpática traducción de “He dicho” e incluir una máxima latina en cada número. Y así ha sido desde el I hasta este sexy XXX, que se abre a 30 autores de texto y 30 ilustradores escogidos por su sensibilidad, talento y vínculo con la publicación. Todas las citas de la historia de DIXI (He dicho) celebran esta edición especial como viejas compañeras de una seductora aventura que prosigue. Sus significados inagotables siempre serán disparadores atractivos para escribir y crear, para, a partir de lo dicho, enunciar un decir nuevo tal y como viene haciendo la humanidad desde que aprendió a hablar. ¡PLUS ARTÍSTICO! DIXI (He dicho) exhibe los trabajos de “Latinajo triple X” en Rusia (13/10 al 17/10, calle Rondeau 297), Playa Girón (20/10 al 25/10, calle Mendoza 1084), El Árbol de Galeano (27/10 al 3/11, calle Rivadavia 435) y Costumbres Argentinas (6/11 al 21/11, calle San Juan 666).


ilustración: paula scarso / texto: motoneta

VI. Gutta cavat lapidem, non vi sed saepe cadendo La gota excava la roca no con fuerza sino con persistencia Lombriz murió en su ley. Atropellado por un camión, en la ruta, mientras hacía dedo para llegar a Mar del Plata, donde pasaba el verano María Pía, la más linda del curso. Lombriz era muy feo. Y flaco. Pero soñaba en grande. Y tenía una bondad rayana en la estupidez, como algún personaje de Dostoievski. Lombriz fue siempre así. De otro mundo, demasiado incomprensible para nosotros, tan terráqueos y pedestres, que ansiábamos ganar la simpatía de las chicas del colegio inventando peleas, pateando pelotas, haciendo interminables “willies”. Lombriz se quedaba tardes y noches enteras oxidándole la verja a María Pía con sus lágrimas y su espera esperanzada. María Pía nunca salió. Y nos hicimos grandes, y la vida se encargó de apalearnos un poco. Lombriz era un hombre en serio. Luchó y luchó quizás por nada, por ningún resultado. María Pia jamás reparó en él, sino hasta después de su muerte, cuando no pudo parar de pensarlo. En el colegio nos encargamos de crucificarlo. Qué brutos fuimos. Y hoy, más tarde que nunca, entendimos todo. Entendió María Pia, entendimos nosotros. Lombriz, el gran ganador, el hombre de fe. Cada vez que paso por Corrientes primera cuadra (la puerta de lo de María Pia), veo el óxido en la verja y me río. Qué imbécil que fui.


I. Omnia ventus videbis fervere Verás que el viento lo pone todo en conmoción

La idea logró su objetivo y hoy nosotros -las personas- podemos disfrutar de ella –la idea– y creer que seguirá viajando como lo hizo desde su primer vuelo y colorín colorado, este cuento sólo ha comenzado...

ilustración: Agustín González Goytía / texto: Amalia Pantano

Había una vez una idea, una idea que tenía muchas ganas de viajar en el país de la realidad, allá donde viven las personas; ella -la idea- quería condimentar la vida de esas personas habituadas a la monotonía y sumergidas en la rutina cotidiana; ella –la idea– tenía la intención de infiltrarse en el discurrir de un día cualquiera en la vida de una persona, y, después, de varias personas y continuar hasta alcanzar el mayor número de personas posibles. Pero la idea tenía un problema: no disponía de los medios para realizar el viaje y casi nadie la conocía para poder darle una mano, y es muy difícil que ellas –las personas– crean en alguien que no conocen y que nunca vieron. Pero la idea tenía una solución: hacer que ellas –las personas– crean en ella -la idea- a pesar de todo. Y se transformó en un papel blanco, doblado por la mitad, y cada vez que encontraba a quien pudiese ayudarla le explicaba que ese papel se transformaría en muchos otros papeles que se unirían y que, juntos, se llenarían de palabras, de palabras necesarias para iluminar una tarde o una mañana o una madrugada de ustedes -las personas- y que las palabras formarían poemas y cuentos, o recordarían hechos pasados o presentarían proyectos nuevos, o expresarían simplemente el estado de un espíritu solitario.


ilustración: verónica meloni / texto: Carolina Álvarez

XXVI. Huye

Fugit el

irreparabile tempus tiempo irrecuperable

Bajé la mirada un momento y allí estaba el pedazo de papel, con tu letra escrita y una promesa. “Siempre”, dijiste. Veo a las personas llorar sin vergüenza por los recuerdos e intentar recuperar en noches fugaces los abrazos maternales de las noches de tormenta. El futuro se presenta como la condena de lo inescrutable, sin importancia, hacia dónde vamos es improbable sin la certeza de haber tenido tu perfume en mi almohada esta mañana. Fuimos semillas y luego tallo. Buscamos el sol desperezando nuestros brazos -hojas adorando al astro rey-. Rezamos cada día por las primaveras que pasaron, que se repitan y explotamos en un brote de color, perfectos, ebrios de vida, un domingo en la plaza, una carrera de bicicletas. He visto tu letra escrita y una promesa que no es cierta, el papel es ahora amarillo, tu letra se desdibuja; el tiempo es un fugitivo desesperado que no encontrará su libertad. Tus palabras, tus promesas, ya no están. Y yo me marchito.


II. Una

Aliud cosa

est es

gaudere, aliud non dolere gozar, otra es no sufrir Fanky, Charly García

Yo gozo, vos gozás, él goza; nosotros gozamos, ustedes gozan, ellos gozan. Yo no sufro, vos no sufrís, él no sufre; nosotros no sufrimos, ustedes no sufren, ellos no sufren. Diferencia sustancial. Pensamiento y lenguaje configuran realidades. Holográficamente. Entonces, pese a que la acción de afirmar presupone de algún modo la de negar, esto es, su condición de (im)posibilidad, y aún cuando en el “sí” radique el propio germen del “no”, la ausencia de uno no conlleva necesariamente la presencia y la materialización del otro. Abracémonos a la abolición de los falsos binarismos. Diluyamos las estrictas lógicas que definen las cosas sólo por su oposición. Permitámonos matizar, ¡qué vasto es el espectro! La inefable pluma de Julio lo insinuó en cierta ocasión: “entre el ying y el yang, ¿cuántos eones? Del sí al no ¿cuántos quizá?” Me pregunto: entre gozar y no-sufrir, ¿cuántos intentos?

ilustración: gustavo nieto / texto: Aveju

“Gozar es tan necesario, mi amor”


ilustración: hugo bellagamba / texto: emilse De Piero

VII. Aut viam inveniam Voy a encontrar un camino

aut o a

faciam crearlo

Pondremos como ley “hay que hacer camino al andar”, formatear los deseos, que haya tiempo para recorrerlos, sentirlos propios y quizás perderlos. Y al transitar los senderos concupiscibles donde uno a veces no ve nada, mucha niebla, noches blancas, se aprende en un golpe lo educativo que es el dolor. A caminar largos tramos y en ellos recibir patadas, dejar pasos compañeros o rasguñarse en un atajo hasta que vislumbremos un páramo, descanso; a proveerse y seguir movilizados por el sueño de llegar a un sitio reinventable. Para todo ello resulta imprescindible buscar en el camino un farol que lo ilumine, cuya columna apuntale en noches beodas, y contenga la espada y el ósculo. Que sea esa luz, la fe, eso que enseñe aunque el viajero no desee ver lo que ha quedado perdido, y lo que sus ojos, en el futuro, podrán identificar. Hacia allí iremos a reconstruirnos y generar un credo. Viaje en el que, si puedo, los llevo.


III. ¡Qué

Quae

verba palabras

contorquet! lanza! ilustración: camilo guinot / texto: Mercedes Colombres

Decía Francisco Quevedo que las palabras son como monedas, que una vale por muchas como muchas no valen por una. Y como la monumental DIXI se construyó sobre palabras, vale reflexionar sobre el valor de la palabra, un tesoro cuando es usada con propiedad, pero también el mejor vehículo para el contagio de la estupidez. Hay grandes “bastardeadores” de este bien que, “enjoyándola” de lindas expresiones contribuyen a su prostitución. Como cierta señora que lanza acusaciones de autoritarismo y angurria por doquier para cubrir de letras sus propios pecados. O los señores que la detestan, que también supieron bastardear las palabras, arrastrando al país varios escalones abajo en la pobreza para defender sus doblones, mientras desde tribunas del lujo, cual falsos San Francisco de Asís de Loden y “tweed”, hablan de los horrores de la miseria que no entienden. Y pienso que ojalá que la Argentina se siga poblando de infinitas DIXI, que a fuerza de oraciones sabias logren aplastar la influencia de quienes han profanado el sagrado valor de la palabra.


ilustración: Bruno Ternavasio / texto: María Belén Aguirre

XI. La

Natura naturaleza

abhorret aborrece el

Y que nadie sospeche ni siquiera un instante que puertas adentro me he quedado sola. Que nadie imagine, pergeñe, elucubre el silencio de mis tardes y diga “Está sola”. Que no sepan, barajen, estimen posibles hipótesis para esta agonía. Toda soledad es un infierno en el que se cuecen las habas de un pasado añorado. Ahora mi hijo tira de la falda arrugada reclamándome. Ahora preparo cena para tres, pongo la mesa, aso los panes que quedaron de ayer y aguardo. Nada hay aquí, que en la hondura de este abismo insondable no haya imaginado ya. Mitomanía del sobrevivir. Voy.

vacuum vacío


XV. No cosas

Non nuevas,

nova sino de

sed una manera

move nueva

Supongo que, al menos de algún modo, esta frase se trata justamente sobre eso: la indignación adolescente, la infatuación, el desconsuelo o las grandes preguntas probablemente son las mismas hoy que hace 2.000 años, pero hay nuevas formas de expresarlas. No quiero decir que lo contemporáneo sea necesariamente mejor o más valioso, en el fondo es una cuestión de preferencias personales, pero sí pondría en duda el hecho de que no hay cosas nuevas para decir y llamaría la atención sobre la forma en que la enunciación es parte del contenido: McLuhan era todavía más extremo cuando decía que el medio “es” el mensaje.

ilustración: valentina díaz / texto: Mariano García

La verdad es que nunca me gustaron mucho las frases en latín, ni me cae muy bien la gente que las usa (no recuerdo que alguien haya dicho una en mi presencia, pero creo que me pondría bastante nervioso). Prefiero ver una banda de quinceañeros con granos y cortes mohicanos tocando mal una canción horrible en la que mandan todo a la puta madre, que pasar el mismo tiempo leyendo “La Divina Comedia”. Por muchos motivos me parece más real, cercano y honesto lo primero.


ilustración: javier soria vázquez / texto: Alan smithee

V. Creo

Credo porque

quiam es

absurdum absurdo

Sé que voy a morir. Mañana, o en cincuenta años, saldrá el sol, el mundo se despertará, irá a trabajar, se encontrará con un afecto y se acostará a dormir, pero yo ya no seré de la partida. Pero creo que ese no será mi destino. Creo en la vida después de la muerte; creo en el amor a primera vista; creo que, en el fondo, todas las personas son buenas; creo que todo tiempo pasado fue mejor; creo que mañana será el mejor día de mi vida; creo que soy feliz y creo que algún día finalmente lo seré. Sé lo que sé pero creo en lo creo... y lo creo porque es absurdo.


IX. Todo

Omnia mea, mecunt lo mío conmigo lo

porto llevo ilustración: Gabriel Varsanyi / texto: Tito Zaefferer

Un libro, su autor, cuaderno de notas, lápiz 4b, nada de anteojos, zapatillas, antes medias, pantalón y camisa, el morral, hojas con tablas de Excel, algún sueño para completar, las llaves de la casa y del trabajo, monedas, cámara de fotos, pilas de repuesto, memoria por la dudas, ¿cuál? Baldosas, acera, pavimento en avenidas, asfalto en calles, cortado, galletita, perros, ciclistas, “motoqueros”, taxistas y ómnibus. Caras desconocidas, “hola”, “hasta luego”, “¿cómo estas?” “Todo bien”. Gomilla, billetes sueltos, “¿sirven los de 2 pesos?” Cordones desatados, cantero, buzón, ninguna carta, iPod, casilla de mail, pagos, cadenas, agrande su pedido, chatarra, plaza, sol de invierno, empanadas, palomas, bobo, la Casa de Gobierno, protestas, la libertad, Lola Mora, “la casita de Tucumán”, “son todas”, les digo, porteños, la escuela, escarapela, el himno, con gloria, con la bomba, minifalda, colores, mas lápices, la tarde, medialunas, el mate, portarretrato, inodoro, papel higiénico, río Salí, la casa, celular vibrando, “hola”, texto, revista, DIXI, hasta 170 palabras, todo lo mío conmigo lo llevo, es esto, cosas, me estaba olvidando… Yo.


ilustración: mario bravo / texto: Guido Mossé

XIII. Felix qui potuit rerum cognoscere causas Feliz quien pudo conocer las causas de las cosas en el Cementerio del Norte, una flor, un papel y una piedra. “ojalá usted no sepa nunca por qué sigo escribiéndole después de tanto tiempo. ojalá usted, desde su más absoluta ignorancia, siga leyendo con deleite y algo de vanidad esas líneas que llegan año tras año. ojalá no se entere jamás quién es el autor de esas palabras escritas desde el anonimato más guardado. ojalá usted no sepa nunca. yo la amo porque después de 67 años de decírselo he logrado entender por qué. disculpe mi atrevimiento, no me he anunciado previamente. lamento si la he importunado, conozco las causas de mi amor por usted. ¡lamento haberme demorado tanto! estuve pensando… y mire usted, acá estoy. con una última carta y yo. pero no, no; no se aflija, no ha sido en vano. créame. míreme la sonrisa en la cara, ¿no ve? soy feliz. bueno, están por cerrar mi querida María Laura… se nos ha hecho tarde a los dos y no hay tiempo ya para decirle por qué la quiero tanto”.


IV. ¿Para

Quo qué

tantan tanto

pecuniam dinero?

En realidad, la pregunta que nos alivia es la que empieza con un “¿para qué?”. “¿Para qué tanto dinero?”. El “¿para qué?” le da sentido o se lo quita a eso que queremos. Y cuando descubrimos que algo no tiene sentido, lo dejamos ir. Pero también descubrir el sentido de lo que deseamos hace que perdamos el interés. Así fue quizás como Cortázar descubrió que él, ni siquiera de regalo, aceptaría un reloj. Al preguntarse “para qué un reloj”, se respondió: para darle cuerda, para vivir esclavo del tiempo, para evitar que me lo roben.

ilustración: Lucía Palenzuela / texto: Giselle De Piero

Cuando no conseguimos algo que queremos, lo usual es preguntarnos “¿por qué?”. Este interrogante nos enreda en un sinfín de respuestas que no nos llevan a ningún lugar y mucho menos al bienestar, que bien pudiera ser un lugar en el que se elige estar.


X. Aequam memento rebus in arduis servae mentem

ilustración: julio gutiérrez / texto: laly rosales

Acuérdate de conservar en los acontecimientos graves la mente serena Abrir el juego, comer la manzana, salir del nido, tener un hijo. Comenzar la terapia. Dar vuelta la página. Un nuevo trabajo. Mandar el mensaje, responder la llamada. Cara o seca. Casarse, volver, partir, pecar. El vaso aquel, la ruleta rusa. Los recuerdos al cajón. Saltar, decir, callar. Fumar, viajar, comprar. Besar, mentir y ocultar. Indiferencia o complicidad. Ella o él. Blanco o negro. Confiar. Contar hasta diez, hasta cien. Parar de contar. Cumplir 30, cambiar de religión. Un nuevo amor. Frenar, acelerar, hacer marcha atrás. La misma piedra, ¿chocar? Del campo a la ciudad. Instinto. El caos, el mar. El “panic attack”, el duelo, soltar. Aceptar. El sí, el no. Tres puntos son muchos. Punto final.


XVI. La

Alea suerte

acta está

est echada

Asumir los riesgos, hacerse cargo de las decisiones, de eso hablaba Julio César. Frases hechas pero difíciles de practicar. Como el bendito trabajo en equipo. Una actitud muy común es adjudicarle a la suerte más de lo que le corresponde. Cuántas veces dijimos “qué suerte tiene fulano por haber conseguido tal cosa”, sin saber -o sin reconocer- lo que hizo fulano para obtener lo que ansiaba. La suerte está echada, es perezosa, necesita un empujoncito, una mano para levantarse y comenzar a producir buenos frutos.

ilustración: tuni juárez / texto: Alba Barbeito

Cuenta la historia que fue el emperador romano Julio César quien utilizó esta frase por primera vez al encontrarse ante el dilema de cruzar el Rubicón, río que marcaba el límite de poder entre Italia y la Galia Cisalpina y que convertía en enemigo de la República a quien lo cruzara en armas. El emperador decidió atravesarlo y, una vez que se encontró en la ribera opuesta, gritó “alea acta est” a sus tropas para animarlas a cruzar: si algo malo habría de ocurrir, pasaría indefectiblemente como consecuencia de que él había violado las normas del Senado.


ilustración: Pablo Masino / texto: ondina

XXIII. Beatius est magis dare quam accipere Hay más dicha en dar que en recibir El que da no siempre entrega. Se pueden dar mil cosas sin valor, o con valor sólo para el que las recibe. Pero la auténtica generosidad necesita un grado de implicación en cierta medida incompatible con estos tiempos narcisistas. El dar a menudo es confundido con la dádiva (una limosna que no compromete al limosnero). La dádiva tiene relaciones con la caridad y su fruto es la transferencia de algo que sobra, que ya no es querido o que ha dejado de tener un interés. La dádiva entraña un dar aquello que no cuesta dar. La entrega está incluso más allá de una retribución especulativa. Quizá sea inevitable esperar una recompensa cuando la entrega es honesta, absoluta e incondicional. Pero el que se entrega con todo y contra todo bien sabe que la vida no es una matemática exacta, que las recompensas llegan con atraso o no llegan nunca y que la única espera razonable, la única expectativa que vale alimentar en este terreno es que la entrega se satisfaga a sí misma.


XXI. Ignorante quem portum petat nullus suus ventus est

Ningún viento es favorable para el que no sabe a qué puerto va ilustración: Irina Svoboda / texto: epifanía

¡Ignorante! ¿¿¿Qué??? Mmm... “bon apetit” madona. Por tus pétalos. No, por mi lluvia, que no es viento tampoco puerto. sustento sueños mientras suspendo truenos pierde el día por esperar la noche y la noche por esperar el amanecer ¿Harta de mí? Mañana será peor... No sabe no contesta. ¿Acaso te molesta violento interrogatorio? Colonia barata la suya fragancia de viejos puertos no conquistados no soñados ni visualizados. Tenía todas las respuestas pero me cambiaron las preguntas. Quién sabe en verdad hasta dónde llega esta agua. Sin saber por qué flotar aún chapoteo en un mar de mediocridad. Incluso vivir es un acto de coraje. Habló el muerto.


ilustración: sejo / texto: Carolina Zarzoso Paoloni

VIII. Non solo No sólo hechos,

res sino

sedetiam verba también palabras

¿Qué sería de los hechos sin las palabras? ¿Qué de la historia? ¿Qué de las conquistas, de las declaraciones y de la memoria? ¿Qué de Romeo, La Maga y El Eternauta? ¿Qué de la vida y de los sueños dentro de sueños? Cada palabra enjaula múltiples sentidos, millones de hechos vividos, y todos -siempre- verídicos. “(…) La única irreal es la reja”, decía Paco Urondo. Palabras que suenan: “lacónico”, “susurro”, “escalofríos”, “crisantemos”, “patapila”, “vergüenza”, “vendrá”, “azul marino”, oh, oh, oh, ah… Tengo ganas de matar a mi novio. Pero así, sólo en palabras. Para que llegue el silencio, para que reine la calma… pero no, sólo es un juego que juego que juego. ¡Y qué novedad! “Música”, “canelón”, “luz”, “mate”, “paraíso”, “protocolar”, “dulzura”, “sosegado”, “terrenal”, “bruma”, “asfixia”, “telequinesia”, “mar”, “cadáver”, “inquietud”, “quietud”, “ambiguo”, “seductor”, “provocador”, “pasional”… pa labras, pala bras, pa la bra s.


XVII. El que

Qui scribit, escribe lee

bis dos

legit veces

Relato esto porque hace más de un mes dejé de fumar. Entre tantos beneficios y pesares, rescato la posibilidad de detenerme. En ese momento, DIXI me pidió que participe en este número especial. Tuve tres o cuatro ideas, pero me detuve. Leí de nuevo la frase, y la volví a leer no dos, sino cinco veces. Descubrí que no me dice absolutamente nada. Me detuve para quitarme el respeto al latín y a Dante, me detuve para no tener miedo a mi ignorancia. Entonces, sin más, lanzo este “categórico” de nuevo en carrera: la frase no me dice nada. No me habla de que leer dos, cinco, cien veces algo es como detenerse. No me dice nada de eso, sólo que dos páginas leídas por mengano valen lo mismo que una escrita por zutano.

ilustración: andrea fernández / texto: Pablo Donzelli

Tuve muy pocos encuentros con el teatro, pero hay uno que me va a acompañar toda la vida. En esa clase, el profesor Oscar Nemeth me mostró, me hizo ver la inercia. El ejercicio consistía en correr, subirse a un cubo y detenerse naturalmente para seguir corriendo. Tuve que repetirlo cien veces hasta comprender que detenerse lleva más tiempo y esfuerzo de lo que parece.


ilustración: lulú lobo / texto: Rubén Kotler

XIX. Ya

Hora est iam nos de somno surger es hora de despertar

12 de enero de 2010. Una emisora local anuncia un pavoroso terremoto en Haití. Su capital, Puerto Príncipe, ha sido devorada por las fauces hambrientas de la “madre tierra”. 27 de febrero de 2010. La televisión enseña las imágenes del devastador seísmo que conmocionó los “cimientos” de Chile. La economía “más próspera” del Cono Sur, entendió que el progreso tiene sus límites terrenales. Sufrieron sus consecuencias los de siempre. Los nadie. 9 de agosto de 2010. Una ola de calor azota Rusia. En la red de redes, distintos medios gráficos, recogen el infierno del horno ruso en bonitas galerías de imágenes que derriten. Las frías estadísticas nos dirán en redondeados números cuántos indigentes murieron derretidos al calor de la indiferencia. La naturaleza llama. Reclama. Golpea. La humanidad sigue dormida en aletargado sueño de un progreso indefinido. Mientras leo el periódico mediado por mi taza de café matinal, me entero que a la vuelta de casa asesinaron de 20 puñaladas a doña Esperanza. Ya es hora de despertar.


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XXX. Pueden

Possunt quia posse videntur los que creen que pueden

ilustraciones: bruno juliano / texto: irene bews

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Las olas cantábricas rompen contra las rocas. El bramido espumante informa al viento de los Azores que el príncipe romano gana la batalla en Hispania. Él oye la oda con indiferencia y hasta extrañamiento: el único alejandrino que le interesa es el que está escribiendo su poeta en la más gloriosa de las penínsulas del mundo de aquel momento. “Envíame un fragmento”, le pide desesperado. El mensajero vuelve con una nota escueta: “mi obra necesita tiempo’”. Todo lo que le queda de vida dedica el Divino Mantuano a su relato épico. Siete años antes de su publicación, Propercio sentencia: “está gestando algo mayor que ‘La Ilíada’”. La cabeza y el corazón del latino viajan con su pluma puntillosa; de la memoria extrae la conciencia del mito que ha aprendido de los helenos, mientras que Homero inspira las osadas aventuras de su protagonista ora desolado, ora inflamado por la corona de laurel que le espera a la orilla del Tíber. Jamás terminará el viaje real. Ni irá a la hoguera el manuscrito, última voluntad que contraría los deseos del príncipe. Pero sus versos universales atravesarán siglos e imperios, y en su eco la historia más remota será siempre de la más estricta actualidad.


Virgilio (70-19 a.C) escribe “pueden los que creen que pueden” (una traducción alternativa es “pueden porque creen que pueden”) en el versículo 231 del libro V de la “Eneida”. “Unos temen perder una gloria ya propia y un premio ya ganado (...) / a otros el éxito les alienta”, razona el poeta que tanto amó Dante Alighieri. Su frase inspira este número XXX y el siguiente debate sobre el significado del poder en el año 2010. La fe que mueve montañas, que crea fieles creyentes, que beatifica y santifica, que inspira guerras religiosas, inmolaciones y atentados masivos, esa fe -que a los que la poseen ayuda a vivir y, en el último segundo, también ayuda a morir- determina el ecosistema del poder, según el poeta Virgilio. Su Eneas derrotado en Troya, moralmente zaherido y exiliado por obligación, cree, sin embargo, en su gran destino final: la conquista épica de Italia y la esplendorosa fundación de Roma, eje del mundo occidental. Como el hijo del hombre nacido en un pesebre que tiene por cierto lo que su entendimiento no alcanza (el papel de salvador universal de las almas) y opera en consecuencia hasta consentir la propia crucifixión. O el letrado indio –natural de la India-, que mientras crece en fe respecto de su propia capacidad para reparar las injusticias por la vía pacífica menos ropa y bienes necesita para estar en el mundo y más se consolida como Gandhi, abogado de las causas sociales: cada cuenta del collar eterno de la historia representa un episodio de poder ejercido con fundamentos espirituales, y con efectos directos sobre el bienestar y el malestar de la humanidad. En el corto plazo y en el llano, otra es la vivencia del poder. “Lo entiendo como la posibilidad de ganar la atención del montón”, postula Fernanda Alzogaray (fonoaudióloga); “la aptitud para mover a las masas”, agrega Carolina Varona (diseñadora) y “los medios de comunicación”, define Natalia Palermo (arquitecta) –el intercambio surgió en una fiesta de cumpleaños, el 24 de agosto de 2010-. Coerción, coerción, coerción. Daniela Trajtengartz (no intenten pronunciar el apellido de la licenciada en Trabajo Social porteña) descarta que el poder sea directamente proporcional al querer, ni nada que se le parezca. “Lejos de la autoayuda, tiene que ver con la fuerza y la fuerza se tiene sobre otro. He dicho”, opina en un foro en Facebook creado el 20 de septiembre para discutir el tópico con los lectores. También en esa instancia, Pablo Pero define al poder como la capacidad de hacer lo que a uno le dé en gana; y Gonzalo Carabajal escribe: “He-Man, Flash Gordon, Hulk. El poder es creador de realidad, de utilidad y de saber, y tiene la ambigüedad que caracteriza al hombre: es sutil lo que lo separa del bien y del mal. Una sociedad humana sin poder resulta impensable y una sociedad sin un mínimo de pudor, filtro o como fuere, peligrosa”. El bien y el mal, el yin y yang de la cuestión, es el aspecto que más preocupa a la lectora Virgina Cheli, que envió su reflexión en un correo electrónico del 23 de septiembre (estaba en Londres, según consigna): “el mismo cuchillo que ‘puedo’ utilizar para compartir fraternalmente el pan también sirve para matar y despanzurrar al prójimo” –las comillas simples son de la autora-. Al final de la nota, Cheli cita al educador Enrique Cheli Pedraza (seguro son parientes, pero ella no especifica y no viene al caso preguntar), que en una concepción mística del poder propone emplearlo para evangelizar la cultura, “culturizar” la democracia y “pascualizar” la historia: “seamos alfareros de conciencias, impulsores de esperanza y sembradores de eternidad”.


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ANA VS. SUSHI


En busca del experto Entre el poder creyente de Virgilio y la fuerza fáctica de Trajteng(...) hay un océano de preguntas y, a continuación, otro océano de respuestas –abiertas-. La gente común tiene al poder como un fenómeno marciano; habla de él con miedo y extrañamiento, como si el poderoso (o la poderosa) de marras hubiese perdido la condición humana –¡qué planteo para André Malraux!- y ejerciese sus facultades omnímodas desde un pedestal inalcanzable (y a veces es sólo la TV). Las micro instancias de poder ni cortan ni pinchan en la consideración del poder a secas o, mejor dicha, en la consideración seca del poder. A la potencia que todo hombre lleva adentro y ejerce mediante el pensamiento, el espíritu crítico y la inventiva, le corresponde un estatus marginal. ¿Por qué? “El concepto de poder que más entendemos tiene una connotación bastante negativa. La sociedad asocia esa situación de preeminencia con prácticas autoritarias, dictatoriales y corruptas”, opina la politóloga y docente universitaria porteña Paula Clerici vía Skype. El poder como instancia propulsora del bien existe, aunque no en la política, según su opinión. “La consigna se ajusta mejor al tercer sector”, postula Clerici, que en ese ámbito rescata la capacidad de influir positivamente para articular redes sociales unidas por fines nobles. Un estilo de poder que la experta encuentra acabadamente representado en figuras (y ejemplos) como el del activista Juan Carr (Red Solidaria, 16.580 seguidores en Twitter). Si el tercer sector se hace fuerte con verbos expansivos como “empoderar”, el poder ese que inmediatamente remite a la pareja de la Casa Rosada o a la pareja de la Casa de Gobierno –en el caso tucumano- se caracteriza por su tendencia a crecer desapoderando al prójimo. Paradójicamente, Clerici explica que esas potestades todopoderosas se construyen a partir del discurso del “vos podés”: “una cosa es la acción y otra es la palabra. El poder con pretensiones absolutas no se acumula con sinceridad; nadie dice abiertamente ‘te voy a dominar’. Recordemos que la mentira sobre las armas de destrucción masiva permitió a Bush (hijo) invadir Irak”. El poder a gran escala tiene escasa relación con ese conocimiento reflexivo de las cosas conocido como conciencia. El poderoso parece siempre a un paso del hospital psiquiátrico y, sin embargo, todos los días toma decisiones de alto impacto convencido de su sensatez, de su idoneidad, de su integridad para discernir lo bueno de lo malo, lo verdadero de lo falso y lo bello de lo espantoso. Y de tanto creer en sí mismo, termina perdido en la fuerza que retiene y dice ejercer. La experiencia pequeña de poder también abreva en la inconsciencia, en el sentido del que se lanza a navegar con toda la metereología en contra. El atolladero espanta al que no quiere correr riesgos, al que le aterra la idea del peligro de zozobrar que supone toda conquista incierta. Lo sabe bien el bloguero bonaerense Hernán Casciari, que este 30 de septiembre oficializó su renuncia a las columnas semanales que tenía en dos grandes diarios de España y Argentina, y a los pactos con algunas casas editoriales de supuesto prestigio. Como contrapartida, anunció la fundación de una revista propia en la que escribirá a sus anchas y largas, y se cansará de leer. “‘Orsai’, dice Casciari, llegará a La Habana con un precio de tapa de 4 pesos cubanos, gastos de envío incluidos”. Tiene poder el que puede conseguir lo que se propone pese a la soledad, el miedo y la inseguridad, pero, sobre todo, pese a la indiferencia soberana del gran poder ocupado en proveerse a sí mismo. La fe que trastoca el orden de fuerzas establecido en la sociedad queda atesorada en la obra que la ha movilizado, y permanece allí más allá de la contingencia de sus autores. El emperador Augusto no pudo evitar su extinción ni la de Virgilio, pero salvó la “Eneida” y con ella, el recuerdo de su histórico gobierno y la genialidad homérica del poeta que planteó al poder como una comunión perfecta entre el hombre y su designio existencial. (dx)


XIV. Tempora mutantur, nos et mutatur in illis Los tiempos cambian, nosotros cambiamos con ellos ilustración: bruno balverdi / texto: Gabriela Baigorrí

Se ató los cordones y se relamió. Miró el enorme edificio descascarado en el que habían transcurrido una década de su vida y se decidió a entrar. De pronto, volvió a tener 10 años: el guardapolvo inmaculado, la media cola tirante y ese enorme cuello de camisa sobresaliendo. ¡El timbre de entrada! El miedo y la inseguridad regresaron de súbito. ¿Y la mano de su mamá? Esta vez no estaba. ¿Y la señorita Raquel extendiendo sus brazos para recibirla? Tampoco. ¿Y el quiosquero que la llama por su nombre? Menos. Instintivamente, corrió hacia su aula: el 6º A, pasillo al fondo. Bah… no es tan grande, no es imponente, ni está su banco. Tampoco sus compañeros. Es sólo un aula…sólo un aula. El timbre del recreo le devolvió la noción del tiempo. ¿Ya pasó una hora y media? Pensó que era mejor irse y dejar la melancolía atrás. Puso un pie en el pasillo y una horda de guardapolvos la aplastó. “¡Corrasé, señora!”, le gritaron mientras caía y pensaba…el tiempo, el tiempo: cómo pasa y cómo transforma.


ilustración: Juan Manuel Ipiña / texto: Alfredo Carpio

XVIII. Al buen

Intelligenti entendedor, pocas

pauca palabras

Hace algunos años leí la novela de Julia Álvarez, “En el tiempo de la mariposas”, que recomiendo a viva voz. Fundada en hechos reales, relata la historia de tres mujeres que lucharon contra el régimen del tirano Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana. De aquellas cuatro hermanas, Minerva Mirabal, se atrevió a desafiarlo en una apuesta terrible: si él ganaba, podría poseerla y saciar allí su perversión; si ella lo conseguía, él debía liberar a su padre de una absurda prisión y tortura. El azar la benefició en esa ocasión y el tirano perdió. Mujer absoluta, mística y revolución, teoría y praxis, pocas palabras. Los buenos entendedores saben bien que las historias se escriben con vida, que el instante del mundo en el que estamos es el instante que nos define. Si usted es un buen entendedor, sabrá oír lo necesario y valorar lo que importa de verdad.


XXII.

Animun

debes

mutare

nom

coelum

Pues nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar,y no de vida

De nuevo se levanta el hombre o la mariposa, de nuevo el día de ayer y la repetición austera que algunos llaman rutina. Por suerte hay un milagro que salva y alguien se levanta a ver la nube sin pensar en tener esta cama, esta casa, estos amigos, esta creencia de dios y del mundo; se levanta a ver qué tan bien hace y esa acción lo cambia profundamente, porque esa acción chiquitita ha cambiado todo el paisaje.

ilustración: Gonzalo Villa / texto: Alejandro Nicolau

Levantarse en la mañana. Subir al molde de sardina que significa un colectivo, llegar al trabajo, reír y llorar. La comida amontonada, el regreso al hogar que a veces teje fastidios, reír y llorar. Ya por suerte llega el sueño, y la vivencia del día se ha escurrido en la enredadera mental y se ha ido como el agua de las manos. La noche da paz y Morfeo abre el telón porque se cierran los ojos.


ilustración: valeria maggi / texto: Prometeo Murillo

XXV. Dura No nos dan

a nobis non timentur miedo las cosas difíciles

Miro por la ventanilla del avión la impresionante Cordillera de los Andes. Las ampollas y la hinchazón de mis pies cesan con la helada caricia salada del Mediterráneo. Pierdo la vista en el horizonte, tratando de ver dónde comenzó el tráfico en un “freeway” de Los Ángeles. Respiro el gélido y revitalizante aire en la cima de Mont Royal, en el mirador de Montreal. Me arrodillo como ateo suplicante ante la fachada de El Nacimiento, en La Sagrada Familia de Barcelona. Salpican sobre mi cara gotas de Mar del Plata. Un poderoso viento arranca de mis manos el paraguas y lo pierdo de vista entre la niebla londinense. Ensordezco con el chillido de los frenos del tren subterráneo de Nueva York. Y me pierdo, indetectable, en la multitud que puebla el Zócalo de la Ciudad de México. Camino por las calles de Torreón, mi ciudad natal, bajo un sol quemante de 45 grados, buscando los filos de la sombra. Ya no me dan miedo las cosas difíciles de este mundo.


XII. Que

el

Appetitus rationi apetito obedezca a

pareat la razón

Desde Aristóteles se arrastra la confusión de que “apetito” designa “deseo, pasión y voluntad”, y que éstos –así considerados- son impulsos ciegos y enceguecedores. El error aquí es pensar al apetito de un modo egoísta: son mis deseos y mis pasiones. El filósofo griego intenta corregir esa ética y política del Yo por medio de la luz de la razón para vivir bien, ordenando y sujetando racionalmente el apetito. Pero, recordemos, esto es una confusión filosófica; el deseo metafísico será un buen deseo si no es un deseo egoísta, sino un deseo del otro, enseña Emmanuel Lévinas. Y con esto cambia todo, el apetito se orienta a convertirme en el “guardián de mi hermano”; hacerme responsable infinitamente por el otro; eso es “amar al prójimo”, o sea, que el apetito obedezca al corazón, no a la razón.

ilustración: Gustavo lezcano / texto: Lalo Ruiz Pesce

¿Es verdad que el apetito debe obedecer a la razón? Todo será según se mire qué sea el apetito y qué sea la razón, y, partiendo de allí, intentar comprender a quién debe obedecer el apetito.


ilustración: Charly Corrado / texto: Claudia Bordallo

XXIV. Nescit vox La palabra pronunciada

missa no sabe

reverti regresar

Hable ahora o calle para siempre. El pez por la boca muere (boca de verdades, cien enemistades). A buen sueño no hay mala cama. A buenos ocios, malos negocios. A caballo regalado no se le miran los dientes. A cada capillita le llega su fiestecita. A la casa de tu hermano no vayas de ordinario, menos si es casado. Bastante colabora quien no entorpece. A grandes penas, pañuelos gigantes. Bien sabe el diablo a quien se le aparece. A jugar y perder, pagar y callar. A la cena y a la cama sólo una vez se llama. A la larga, todo se sabe (al mentiroso le conviene ser memorioso). Al que madruga Dios lo ayuda (pero no por mucho madrugar amanece más temprano). A la luz de la vela no hay mujer fea (a la mujer en casa nada le pasa). Amores nuevos olvidan los viejos -amor con casada, sólo de pasada-. A palabras necias, oídos sordos; agarra al toro por los cuernos, al hombre, por la palabra. A las palabras se las lleva el viento.


XX. Arte

sólo

Ars por

gratia amor

al

artis arte

Con ese concepto fijo en mi cabeza me llegó la frase “arte por amor al arte”. Inmediatamente pensé “no, nada se hace porque sí” y me entusiasmé con la idea de explicarlo. Aquí estoy, varios días después con un “sí” escrito en mi cuaderno. Me explico: el arte es una expresión, un trabajo, un hobby, lo que sea pero, sobre todo, es una necesidad. ¿De qué? “Andá vó” a saber. El arte es tan ambiguo como el artista, este como el género humano y este como sus necesidades. Lo sé y, aún así, me gusta analizar las creaciones de ella e intentar entenderlas, recibir respuestas imprecisas a preguntas imposibles. No se puede explicar; lo sé, pero me gusta “discutirte” por amor al arte… o mejor dicho, a la artista. Y ese amor es una necesidad.

ilustración: Sebastián Rosso / texto: Graciela Colombres Garmendia

Las acciones de las personas se explican por medio de sus necesidades. Es decir, uno vive para saciar sus insuficiencias. Yo creo que es cierto. Ya sea triunfar o rascarse el pupo, todas son necesidades.


ilustración: carolina pereYra / texto: Holden Caulfield

XXIX. Facta potentiorasunt Los hechos son más fuertes que las

verbis palabras

-¡Anaxímenes! Ven aquí astuto esclavo mío. Mañana hablo en el Senado y necesito un buen remate para el discurso, así que ponete las pilas. -¿Algo como qué? -Y qué se yo... Algo para la posteridad, tipo “alea acta est”. -César la tenía clara... -Puro verso. Cuando cruzaron el Rubicón, César venía enredado en la litera con un esclavo nubio. Después se popularizó lo de la frase y listo. Ya sabés, “vox populi”... Esta es mejor: extiendo el brazo, señalo el horizonte y exclamo: ¡Romanos, “pedes in terra ad sidera visus”! -Senador, usted es un ladri. Eso está esculpido en el frontispicio de la academia. -Ya me parecía haberlo visto... -Ahí están levantando denarios con pala, ¿eh? -Y, mientras sigan cobrando las regalías de las minas de Dalmacia... Cerisolum es un genio. -Es que ya está todo inventado, Anaxímenes. -¡No! ¿Qué le parece esta? Extiende el brazo, señala el horizonte y exclama: ¡Romanos, “facta potentiora sunt verbis”! -Faaaaaa... ¿Y es verdad eso? -¿Y a quién le importa? Suena lindo. -Sos un genio Anaxímenes.


XXVII. Breve et irreparabile tempus omnibus est vitae Breve e irreparable es el tiempo de la vida

Dialéctica: semilla, brote, tiempo, arena entre los dedos, polvo al tiempo y tiempo al tiempo. Creo, con temor a acertar y matar el pájaro de dos tiros, que hay una serie de memorias ya irreparables, ya perimidas, ya sangradas, ya wiederizadas, ya pangeadas, ya fugadas, ya desesperanzadas. Pienso: ¿cuántas Babilonias más habrá que esperar? Uff... Sostengo: qué putada es la vida si todo paso que doy es tiempo, si duermo o respiro, aletargado o en vigilia. Lo mismo da, vida que se pierde, tiempo que se fue.

ilustración: Karina Azaretzky / texto: Adrián Fernández

“Esto es efímero, ahora efímero, cómo corre el tiempo”... de la vida, por las calles, en cualquier basural o en el jardín más primitivo, luminoso, de hierbas maduras, perfumadas. Luego, de estos polvos futuros lodos ¿o lobos? y así hasta perder el último resplandor.


ilustración: erlich / texto: Juanjo Domínguez

XXVIII. Todo

lo

Sic grande

parvis empieza

magna pequeño

Un bebé empieza pequeño y termina grande, a menos que se trate del increíble caso de Benjamin Button. También una planta empieza pequeña y termina grande, excepto el bonsái o que uno no se encargue de regarla piadosamente y acabe marchitada; como los viejos, que, como todo el mundo, nacen pequeños, se hacen grandes y después -y esto está comprobado científicamente- se contraen, su estatura disminuye unos milímetros. Un edificio se construye sobre la base de cimientos y crece, sí; pero un terremoto puede transformarlo en añicos en segundos. La carrera profesional suele iniciarse, como se dice, desde abajo -salvo que se tenga el pasto hachado- y resultar ser exitosa, aunque de la cima se puede caer de un plumazo al llano o simplemente sostenerse en la planicie toda una vida, en la más chata mediocridad. Sic parvis magna, lo grande empieza pequeño. ¿Lo grande empieza pequeño? No, mi querido Francis Drake. Yo diría que es más bien al revés. Como el cigarrillo que estoy fumando ahora y del que en unos segundos sólo quedará el filtro.




• esta edición sigue en la web/ DIXI (42) DIXI (He dicho) #30 se expande en su blog oficial. El siguiente apéndice incluye un resumen del contenido -con sus res-

pectivos autores- que no hemos podido incluir en esta edición impresa. El papel es cruel, caro y mezquino, pero cada vez importa menos. ¡Nos vemos en www.dixihedicho.com.ar!

Sobre los perros. Los perros roncan mansamente en el horario de la

siesta, salvo algunos elegidos por votación de la manada para cuidar el sueño de los durmientes. Los guardianes se distinguen por la frenética persecución de ciclistas de lento pedal y mirada rigurosa. (Ensayo, Alejandro Nicolau)

Infiltrada en los aposentos del rey.

“¡Viva la Pepa!” era el grito con que los liberales españoles expresaban, en clave, su adhesión a la Constitución y su ánimo de derrocar el régimen monárquico. También es el nombre del restaurante “estilo casero” del Hotel Missia Pepa, un lugar en el que abundan los detalles perfectos: ideal para un rey de los años 60. De algún modo, España estuvo presente en este banquete de diseño. Las historias y las recetas iban llegando junto a los platos, las miradas y el vino. El punto justo de la carne, la sazón impecable de las verduras y los postres bufones deleitaron cada uno de mis sentidos. Creo que se necesitaba un alma plebeya para apreciar este despliegue de realeza. (Crítica gastronómica, Ana Vazquez)

Las raíces del prócer.

“Mi espíritu ha conservado el sello y carácter que recibió de la sociedad de Tucumán en la aurora de nuestra revolución de la independencia en que yo vine al mundo”, expresa Juan Bautista Alberdi en su autobiografía. Doscientos años después, cobra interés el contexto en que se forjó esta relevante figura de la historia argentina. (Ensayo, Ana Nores)

La isla sensorial.

Enseguida una voz fina me interpela por mi nombre tomándome de las manos y llevándome al medio de la nada me dice: “esta es tu silla, sentate”. No queda más que confiar, e inclinarme. Confiar y abandonarme a la certeza de lo incierto. Me inclino como quien pisa sin saber si hay un piso que me sostenga o si sólo viene un precipicio. (Reseña de la obra de teatro “La isla desierta”, Solana Colombres)



• esta edición sigue en la web/ DIXI (44) El brownie ideal. En esta materia culinaria hay dos escuelas de adeptos:

la que propugna una consistencia parecida a la de un bizcochuelo de chocolate y la que los prefiere más densos, húmedos y bajitos. Estos son mis favoritos. De un tiempo a esta parte estuve buscando las instrucciones para elaborar el brownie ideal: por suerte la encontré y ahora la comparto con los lectores de DIXI (He dicho). (Receta, Nicolás Barengo)

La genética de Georgie.

Imaginemos un aula de alumnos en la década de 1960, peinados batidos, ideas de izquierda, quizá la música de los Beatles en el aire. Llega el profesor a dar la clase, un hombre ya grande, nacido con el siglo, casi ciego, con bastón, tartamudo... (Reseña de “Borges profesor”, Gabriela Lemma)

Utópico DNI celeste y blanco. Todas las naciones se pre-

guntan alguna vez -o constantemente- cuáles son los componentes de su identidad. El interrogante carece de respuesta absoluta. Y lo que no se puede definir, al menos debe ser descrito. (Comentario de “Argentina: identidad y utopía”, Giselle Courtade)

La mirada que cambia el mundo.

Pocos personajes han atravesado las fronteras de la ficción con la contundencia de Don Quijote. No hubo barreras lingüísticas, ni límites culturales ni temporales que pudieran mantenerlo quieto dentro del libro. A fuerza, quizás, de su propia convicción, el ingenioso hidalgo de La Mancha es uno de los pocos personajes que tiene una clara consciencia de su condición: él mismo opera su metamorfosis (de hacendado a caballero andante) y sale a buscar aventuras dignas de ser contadas. (Ensayo, Laura Rossi)

Escúchelo con cariño. Puede estar tanto en una roca como en el

rock propiamente dicho, o simplemente huir de ambos sitios y pararse en un ángulo equidistante de todos los espacios musicales posibles para intentar ser él o ser otro (mejor). Así de escurridizamente posmoderno es Andrés Calamaro. (Reseña del disco “On the rock”, Eulogia Tapia)





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