El Nuevo liderazgo político

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Tema I Curso: “El Nuevo Liderazgo Político en el gobierno local” Domingo Leiva Nicolas

[EN LA BUSQUEDA DE UN LIDERAZGO POLÍTICO RESPONSABLE PARA EL SIGLO

XXI]

“Quien desee liderar, influye en los pensamientos y los sentimientos de grandes grupos. La clave para ello es contar una historia convincente.” Howard Gardner


En la búsqueda de un liderazgo político responsable para el Siglo XXI

CONTENIDOS CAPÍTULO I Introducción

3

¿El líder nace o se hace?

4

El liderazgo carismático autoritario

5

La crisis del liderazgo tradicional

7

Los peligros del “Líder-producto”

8

Liderazgo 2.0

12

Hacia un Liderazgo Responsable

15

Dimensión ÉTICA

16

Dimensión ESTRATÉTICA

17

Dimensión EMOCIONAL

17

Perspectivas del Nuevo Liderazgo

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INTRODUCCIÓN Los libros de historia están salpicados de nombres propios. Cada uno de ellos parece haber sido determinante para que los acontecimientos se precipitasen de una determinada manera, y el mundo ya no fuese nunca más lo que había sido. Cesar, Atila, Napoleón, Gengis Kan, Hitler, Lenin, Mao,… son miles los conductores de masas, creadores de adhesiones inquebrantables, que fueron capaces de convertirse en el epicentro de las transformaciones o las hecatombes sociales de la época que les tocó vivir. Los líderes nos aparecen a primera vista como los actores principales de la trama humana. Pero no son pocos los que dudan que hayan sido ellos los que han escrito realmente la historia. Los deterministas afirman que son solo el producto de su época, que si no hubiesen nacido o estado allí ellos para encabezar los acontecimientos en aquel momento, todo hubiese ocurrido de igual manera. Para el Materialismo Histórico, por ejemplo, la historia de la humanidad es la historia de la Lucha de Clases. En la teoría desarrollada por Marx no hay cabida para los determinismos personalistas. La dinámica de la sociedad y de los procesos sociales se explica, en última instancia, analizando los factores económicos subyacentes. La liberación de la clase obrera será obra de la rebelión de los trabajadores contra el sistema de explotación del hombre por el hombre. Ni en los tres tomos de El Capital, ni en ninguna de las miles de obra desarrolladas por escritores marxistas durante el siglo XX se dio la menor importancia al papel del líder. Y sin embargo, el “culto a la personalidad” alcanzó su máxima expresión en el seno del primer régimen autodenominado marxista de la historia. Y Stalin no fue un caso aislado. Mao, Castro, Tito, Hoxha, Ho chi min,… se puede decir que casi no hubo un movimiento revolucionario en el siglo XX que no estuviese condicionado de forma determinante por la personalidad y el carácter de su líder. Y lo más llamativo: casi ninguno

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de sus regímenes, tal como ellos los concibieron, subsistieron mucho tiempo a la desaparición del líder. ¿Debemos sacar la conclusión de que los líderes son realmente los que determinan el devenir de los acontecimientos que transforman la sociedad? Si hablamos en sentido absoluto, podemos afirmar que NO. Si Julio Cesar no hubiese nacido en Roma, sino en una alejada aldea de África, difícilmente hubiese podido hacer otra cosa que pastorear ganado, o liderar de manera intrascendente a un pequeño grupo de su etnia local. Sin la brillantez militar de Julio Cesar, su sentido estratégico y su visión política, ¿se hubiese convertido Roma en el Imperio que trazó durante siglos el destino de Europa?. Sin lugar a duda, muchas cosas no hubiesen sido igual. Pero Roma hubiese acabado encontrando al líder que dirigiese sus legiones en la conquista de nuevos territorios y preparase las bases para la proclamación del imperio. El liderazgo parece ser necesario en los procesos sociales humanos. Pero los líderes no son los protagonistas, sino los que ponen nombre y apellidos a esos procesos. Se convierten en dirigentes emblemáticos por que tienen unas cualidades individuales capaces de brillar con éxito en las condiciones sociales que les tocó vivir. Pero muy especialmente, porque estuvieron “en el lugar adecuado, en el momento preciso”.

¿E L L ÍDER NACE O SE HACE ? Es una pregunta clásica cuando hablamos del ser humano en casi todos sus roles sociales. El músico, el artista, el escritor,…el líder, ¿nace o se hace?. En todos los casos nos vamos a encontrar con una respuesta similar: los hay que nacen con una predisposición innata, y los hay que se van formando en un proceso de aprendizaje e interacción social. Si hablamos de los líderes carismáticos, el asunto es bien distinto. El carisma no se aprende. Se tiene o no se tiene. El nuevo liderazgo político en el gobierno local


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Pero el liderazgo carismático no es, ni mucho menos, el único posible. Y probablemente es el menos conveniente para encabezar organizaciones y procesos sociales que buscan su continuidad y trascendencia, más allá del empuje y personalidad de quien los dirige en un momento determinado. Las habilidades con las que una persona nace pueden favorecer la facilidad con la que se puede convertir en líder de una organización o grupo social, pero en la mayoría de las ocasiones resulta determinante la formación y experiencia que va adquiriendo a lo largo de su vida. El aprendizaje es clave en el desarrollo de las aptitudes de liderazgo. De ahí que el tema se haya convertido en una de las disciplinas más tratadas en los seminarios y cursos para empresarios, políticos o dirigentes religiosos. Las técnicas de liderazgo normalmente impartidas abarcan áreas como la toma de decisiones, la conducción de equipos, la motivación, la comunicación,… todo lo que un dirigente debe de dominar para liderar con éxito una organización. Pero el aprendizaje decisivo se produce en el feedback de su propia actividad. Solo asumiendo responsabilidades, tomando decisiones, solucionando problemas y haciendo frente a situaciones difíciles se forja realmente la “madera de líder”. El paternalismo y la superprotección son los caminos antagónicos a la educación que debe de recibir una persona para convertirse en líder. La educación basada en el valor del esfuerzo y la superación de dificultades, es definitiva para desarrollar el carácter de un dirigente. Solo las organizaciones que promocionan que sus miembros asuman competencias y se acostumbren a enfrentarse a problemas tendrán una fructífera cantera de liderazgo. Que se equivoquen y aprendan de sus errores es un fértil camino para preparar a dirigentes que en el futuro asuman con éxito la dirección de la organización. Pero la formación del liderazgo, además de desarrollar habilidades técnicas en la dirección y motivación de grupos, ha de cultivar un pensamiento estratégico indispensable para conocer en profundidad el terreno en el que se mueve. No tiene porque ser un especialista en todas las materias que trata su actividad, pero un dirigente El nuevo liderazgo político en el gobierno local


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ha de tener una formación sólida e integral, que le permita tener ideas claras y un conocimiento global de la actividad que desarrolla. El liderazgo se basa en un reconocimiento espontáneo por parte del resto del equipo, lo que exigirá estar a la altura de las circunstancias. Si el resto del grupo detecta en él carencias significativas terminará por perder la confianza y rechazarlo. No esperan que tenga que conocer hasta el último detalle de los asuntos, pero sí que tenga un conocimiento suficientemente sólido.

E L LIDERAZGO CARISMÁTICO - AUTORITARIO , UNA TRADICIÓN CON MUCHO PASADO Y POCO FUTURO En el ámbito político más que en ningún otro, el carisma se ha considerado tradicionalmente una cualidad esencial del liderazgo. En muchos países de América Latina los partidos nacen y mueren de la mano de un nombre propio. Personalidades muy fuertes construyen organizaciones que llevan su impronta, tanto en la cultura organizacional como en su posicionamiento público. Algunos sobreviven al eclipse del líder. La mayoría desaparecen con él. Los países donde dominan los regímenes presidencialistas cultivan este tipo de liderazgo. En Francia, EEUU, México o Colombia, por poner un ejemplo, una figura presidenciable difícilmente se concibe sin una buena dosis carisma. Algo parecido ocurre con muchas figuras políticas en el ámbito local. La importancia de la personalidad del “alcaldable” trasciende en muchas ocasiones a la influencia que tenga la organización a la que representa. No es extraño encontrar municipios que cambian mayoritariamente el signo político de su voto en las elecciones locales, debido a la personalidad de un determinado candidato. El valor diferencial de este tipo de liderazgo no puede ser objeto de aprendizaje, no es posible desarrollarlo en una organización por otra vía que no sea “seguir el ejemplo”. El nuevo liderazgo político en el gobierno local


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Esa circunstancia ha determinado que los movimientos de transformación social que nacieron bajo el modelo de liderazgo carismático tuvieran una difícil continuidad, y si lo hicieron su éxito quedó mermado por la desaparición del líder y vivieron un largo periodo de decadencia y desintegración. Los continuadores a menudo se enfrentan entre ellos reivindicando la “pureza” en la defensa de los principios establecidos por el líder, que son el casi exclusivo referente de su actuar político. Pero desaparecido el elemento de cohesión, las interpretaciones del dogma se multiplican, sustituyendo en gran medida al análisis de la realidad y a la adecuación de su actuación política al cambio de la circunstancias sociales. El liderazgo carismático tradicional tiende a afianzarse de fuera hacia adentro basado en la relevancia comunicacional y la empatía de la persona que se convierte en punto de referencia. No facilita su reproducción dentro de la organización, sino que la dificulta y obstaculiza. La fidelidad inquebrantable al líder produce una “tutela” de todas las decisiones, que lastra el desarrollo de la capacidad de liderazgo de los demás miembros del grupo. Aunque el liderazgo carismático no tiene forzosamente que ser autoritario, esta modalidad es la que tradicionalmente se ha impuesto en la vida política en el pasado, y es la que vamos a tratar de analizar. En el modelo tradicional, el líder ejerce una autoridad incontestable: es seguro, no duda, es rápido en tomar decisiones. Su imagen es la de una persona omnipotente. Convence a unos y vence a otros. Consensuar decisiones no es su fuerte. Solo hace equipo con las personas capaces de poner en marcha las decisiones tomadas por él. Su fuerte son las reuniones ejecutivas, la planificación operativa, la gestión de instrucciones. Evaluar con otros los cómo y por qué, y los pros y los contras de las decisiones le parece una pérdida de tiempo. El sabe. Piensa. Los demás deben hacer. La visión que importa es la que él tiene, no la que pueda desarrollarse compartidamente en la organización. La visión y propósito estratégicos son responsabilidad suya. Su tarea es convencer a los demás.

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LA

CRI SI S DEL LIDER AZGO TR ADICIONAL

Durante casi todo el siglo XX, era imaginable conocer el futuro. Lo que “iba a ocurrir” era predecible. El objetivo era claro para todos. El liderazgo consistía en definir los caminos mediante los cuales llegar más pronto. El final del Siglo XX define un escenario político caracterizado por la incertidumbre. Se derrumban la mayor parte de las certezas que se habían forjado en los dos siglos anteriores. El horizonte de la “revolución socialista inevitable” se desmorona con la desaparición de la mayor parte de los regímenes burocráticos que se reclamaban de inspiración marxista. El estado-nación se diluye en un proceso de globalización que merma la capacidad de maniobra de los gobiernos estatales, desdibuja cada vez más las fronteras y deja ver los perfiles de un gobierno supranacional de facto, tan invisible como real , y cuyos hilos son movidos por fuerzas cuyo rostro cuesta trabajo definir con nitidez. Al mismo tiempo se produce una descentralización administrativa que, en aras de una mayor eficacia, incrementa las competencias de los gobiernos regionales y locales, cuyo poder de gestión y margen de maniobra crece casi a la misma velocidad que disminuye el poder y la relevancia de los gobiernos nacionales. En estas circunstancias comienza a desarrollarse un modelo de liderazgo político basado ya no en la certidumbre sino en el aprendizaje organizacional. En una situación de vertiginosos y constantes cambios, la ventaja competitiva más sostenible de las organizaciones políticas es su capacidad de aprender más deprisa que las demás y adaptar su acción más rápidamente a las nuevas circunstancias. Pero los cambios de las organizaciones políticas van muy por detrás de la realidad social donde estas llevan a cabo su actividad. Donde persiste el liderazgo tradicional, impera el miedo a la incertidumbre, y la aversión al riesgo que supone la adecuación a las nuevas circunstancias. La respuesta es el voluntarismo y la repetición de las recetas

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del pasado que les hacen entrar en un estado de creciente descomposición. O peor todavía, la relativización de los principios y las certezas, da lugar al auge del marketing político, y la creación del “líder-producto”. Un fenómeno que se ha generalizado, y que merece un apartado especial.

E L “L ÍDER - PRODUCTO ”, LOS PELIGROS DEL MARKETING EN EL NUEVO LIDERAZGO La implosión política, social y cultural de las grandes utopías, de los “grandes relatos” ideológicos que dominaron la vida política en los siglos XIX y XX, ha llevado consigo la disolución de la mayor parte de los liderazgos basados en las metas que ellos describían. Lo políticoideológico que era el criterio fundamental que definía el sentido del voto de la inmensa mayoría de los ciudadanos en el pasado, ha dado paso a un relativismo que permite una mayor traslación de los sufragios en razón de intereses más personales y criterios menos totalizantes. La disolución del estado-nación como referente identitario, presionado desde arriba por el proceso globalizador y desde abajo por los nuevos actores regionales y locales, debilita el concepto de ciudadanía tal como lo dio a luz la revolución francesa y se ha mantenido durante dos siglos. La ciudadanía parece estar dejando de ser la forma principal como se expresa e institucionaliza la relación entre el individuo-ciudadano y el estado, para dar paso a un retorno a ciertas identidades básicas. El individuo se vuelca en sentimientos de pertenencia a comunidades concretas, a las que da su adhesión, lealtad y legitimidad. El ciudadana deja de ser considerado por “el nuevo liderazgo político” un sujeto dotado de un estatuto jurídico determinado, para ser sobre todo “un consumidor”, un “público objetivo” de estrategias de comunicación y de marketing, que buscan su adhesión condicional y efímera en base a mensajes basados en contenidos referidos a El nuevo liderazgo político en el gobierno local


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esas nuevas pertenencias. De paso, la conflictividad social y socio-política resulta conflictiva en sí misma dentro de esta nueva lógica, por cuanto el ciudadano se conformaría con reclamar su propia satisfacción, sus propios intereses y aspiraciones, postergando la dimensión social. A los nuevos ciudadanos les agrada que les hablen de sus derechos y libertades, pero no desean oír sobre sus deberes y obligaciones sociales y políticas. Como consecuencia de este escenario se está produciendo una mercantilización de la escena y la práctica política. El espacio público pasa a convertirse en un mercado donde se lleva a cabo una permanente compraventa de productos comunicacionales. Los mensajes ideologizados de transformación social que caracterizaron el debate político pretérito desaparecen. Ahora se definen estrategias de mercadeo que buscan satisfacer las motivaciones del nuevo ciudadanoconsumidor, que ha decidido elegir aquel liderazgo que mejor intérprete sus sentimientos, sus emociones, sus anhelos, sus aspiraciones y expectativas. El Marketing se erige en el nuevo Maquiavelo que define los contenidos y las formas de la actividad política. La oferta de “productos” políticos se va pareciendo cada vez más a la de los productos industriales. La similitud entre ellos es tal que la argumentación racional ha sido sustituida por un componente emocional y subjetivo. El liderazgo político parece dirigirse a un status “situacional”, de manera que una habilidad clave para el líder debiera consistir en saber reconocer el estilo y contenidos a utilizar según las diferentes circunstancias, situaciones y audiencias. Cada acontecimiento político se convierte en un evento mediático, un espectáculo organizado y planificado en función del impacto que se quiere que produzca en sus públicos objetivos. La mayoría de las escuelas de pensamiento moderno en ciencias sociales hablaban desde hace años del “efecto regresivo para la democracia que suponía la televisión”, por su empobrecimiento del debate y los contenidos políticos. Los discursos y los grandes debates parlamentarios se preparaban pensando en el minuto que iba a ser expuesto en el noticiario de máxima audiencia. El nuevo liderazgo político en el gobierno local


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En los últimos año la situación parece abocarse a un nuevo escenario. Las redes sociales, que fueron una de las palancas que llevaron a Obama a la presidencia de EEUU, se perciben ahora como un condicionante de su estrategia política. Tanta inmediatez parece limitar las posibilidades de desarrollar estrategias a largo plazo, y dispersan aún más el contenido del discurso y la acción política, que acaba dando más importancia a la táctica a corto plazo que a la estrategia a largo. Ante la ausencia de los “grandes relatos” y las diferencias radicales en el proyecto político que caracterizo la historia reciente, el discurso del nuevo liderazgo se hace más superficial. Lo que importa es la relación mediática entre el discurso del líder y los públicos objetivos. Las formas, la dimensión lúdica, el aspecto exterior, la apariencia escénica, la fuerza persuasiva de los recursos retóricos, adquieren mayor importancia que la solidez y profundidad argumental de los contenidos. La lógica marketiniana invita a pensar que mientras más hábil, espontanea y persuasiva sea la apariencia y la habilidad mediática del líder, más fácilmente se darán las condiciones para que produzca el efecto emocional deseado en el ciudadano-consumidor. La “políticaespectáculo” concibe al ciudadano como un “cliente” al que hay que venderle una “mercancía política” mediante un “producto-candidato” bien preparado y adornado. Como en el mundo de las marcas, todo es una creación subjetiva que se desarrolla mediante estrategias publicitarias que pretenden crear un posicionamiento basado en ideas simples en la mente del consumidorelector. Los contenidos adquieren forma de slogan, que hace referencia a rasgos personales del líder-candidato, y se desdeña la vieja retorica construida con largos discursos, prolongados argumentos y programas políticos y de gobierno. Se trata de capturar la imaginación y la subjetividad sensible de los votantes, intentando realzar las dimensiones emotivas del discurso y de las prácticas. Se diluyen las fronteras entre lo público y lo privado, entre lo elitista y lo popular. El ciudadano se auto percibe como un consumidor, que se siente con derecho a exigir que la El nuevo liderazgo político en el gobierno local


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imagen del político se corresponda con la realidad del “producto-líder” que se le ofrece en el mercado de la política. A las nuevas audiencias les interesa menos el contenido de los programas, y se preocupan más de la integridad moral del candidato-líder, de su coherencia, de su estilo de vida familiar y de su cercanía con la cultura de los “electores-consumidores”. Lo importante del nuevo “líder-producto” no es que sea inteligente y racionalmente eficaz; lo realmente relevante es que sea atractivo, empático, afectuoso y afectivo, llano, cercano y alcanzable. Esta tendencia se produce esencialmente en las campañas electorales, pero no solamente en ellas. La mercadotecnia política va impregnando de manera creciente la vida de las grandes organizaciones políticas. Los consultores de Marketing se convierten en piezas claves del equipo asesor en la toma de decisiones a todos los niveles.

E L L IDERAZGO 2.0 Internet ha cambiado el paradigma de la comunicación entre las personas. Los viejos medios de comunicación tienen los días contados. La información en una sola dirección ya no es bién recibida por los ciudadanos. Lo que se conoce como WEB2.0 ha generado una nueva cultura relacional. Las grandes plataformas que triunfan ya no son las que ofrecen contenidos, sino las que ponen a disposición de la gente herramientas para que compartan sus creaciones, ideas y opiniones. Los blogs, las redes sociales, las wikis, los canales de video, imágenes o sonido (youtube, flickr, ),… son espacios colaborativos donde todos hablan y todos escuchan, donde todos aprenden y todos enseñan. Apoyandose en este tipo de herramientas, Barack Obama alcanzó la presidencia del país más poderoso del planeta. Desde entonces, no hay líder que no piense en la WEB2.0 como una herramienta imprescindible para la comunicación con los ciudadanos. El nuevo liderazgo político en el gobierno local


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El problema es que la mayoría de los líderes políticos, especialmente en Latinoamerica y España, siguen actuando bajo las viejas pautas de relación. Eso les lleva a no encontrarse agusto en este nuevo entorno de comunicación, y sobre todo a que su actividad política en estos espacios sea poco eficaz. La WEB2.0 exige también un LIDERAZGO 2.0, que es significativamente diferente al liderazgo político tradicional. Veamos cuales son esas diferencias: El liderazgo 2.0 se apoya en el cambio. Como la Web 1.0, el viejo estilo de liderazgo buscaba ser estable. Los líderes se resistían a los cambios y se centraban en la preservación del status quo. Por lo contrario, los nuevos líderes buscan estar a la vanguardia de la experimentación. Si algo no funciona, cambian de rumbo rápidamente. Ellos están más preocupados por conseguir los resultados correctos que por mantener las cosas como de costumbre. El liderazgo 2.0 demuestra transparencia. Los líderes tradicionales eran opacos. Ellos no decían nada que no fuera necesario decir. Ellos se mantenían a sí mismos envueltos en misterio. Los nuevos líderes son abiertos y transparentes. Ellos permiten que se los vea por lo que son, incluidos los errores. Prefieren mostrar lo que son de verdad en lugar de pretender ser algo que no son. El liderazgo 2.0 celebra el diálogo. Los líderes tradicionales pronunciaban monólogos. Eran los únicos oradores. El hecho de que eran los jefes era una prueba suficiente de que eran más listos que todos los demás en la sala. Los nuevos líderes escuchan más de lo que hablan. Se hacen preguntas. Conducen conversaciones fuertes. ¿Por qué? Porque saben que "todos somos más inteligentes que algunos de nosotros" para citar a James Surowiecki en la sabiduría de multitudes. El liderazgo 2.0 utiliza la colaboración. Los líderes tradicionales eran competitivos. Se guardaban todas las cartas. Ellos no "jugaban bien con otros.". Se negaban a ayudar a alguien que percibían como la competencia, aun cuando teóricamente eran del mismo equipo. Los nuevos líderes se desarrollan a partir del trabajo en equipo. El nuevo liderazgo político en el gobierno local


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Son inclusivos en la forma en que lideran, atrayendo y haciendo sentir que todos están haciendo algo grande, juntos. Reclutan a los demás como "colegas" y "socios".

El liderazgo 2.0 practica el liderazgo compartido. Los dirigentes tradicionales atesoraban sus recursos, sus contactos, sus conocimientos, su tiempo, energía y dinero. Jugaban un juego de suma cero. No creían que podían ser generosos sin agotar su propio capital. Los nuevos líderes son todo lo contrario, tienen una mentalidad de abundancia. Comparten libremente sus recursos, en la creencia de que "hay todavía mucho más". Ellos saben que "es más bienaventurado dar que recibir". El liderazgo 2.0 acoge con satisfacción el compromiso de ser líder. Los dirigentes tradicionales eran distantes. No esperaban ensuciarse las manos teniendo que hablar con los ciudadanos de manera directa y constante. Se ubicaban por encima de la refriega cotidiana, observando desapasionadamente a las masas. Los nuevos líderes no piensan en términos de jerarquía, como si algo está "por debajo" de ellos. Se involucran, felices y apasionados comprometiéndose con todo y con todos. El liderazgo 2.0 construye comunidad. Los dirigentes tradicionales eran individualistas en esencia y en acción. Se impulsaban por sus propias producciones. No necesitaban a nadie más. Podían hacerlo todo ellos mismos. Los nuevos líderes, por otro lado, sienten el placer de trabajar con otros y de construir de una comunidad sostenible que subsistirá mucho después de que se hayan ido. Obtienen gran satisfacción de trabajar juntos en lugar de trabajar solo. El Liderazgo 2.0 representa un salto cuántico adelante en la eficacia. Permite a los líderes conectarse con sus seguidores en formas que nunca podrían hacer los viejos dirigentes.

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H ACIA UN LIDERAZGO RESPONSABLE PARA EL S IGLO XXI Sin olvidar que un político solo puede jugar un papel relevante en función de sus resultados electorales, y que consecuentemente alcanzar el poder ha de ser uno de sus grandes objetivos, los resultados de una acción política basada esencialmente en ese objetivo puede tener consecuencias sociales desastrosas a largo plazo. En una sociedad en proceso de transformación permanente se hace imprescindible un liderazgo a todos los niveles, capaz de poner en práctica reformas sociales y estructurales que la adecuen a las condiciones creadas por el nuevo contexto local, nacional e internacional. Esas reformas no siempre conllevarán contenidos que gusten de manera inmediata a los ciudadanos. Pero el camino no puede ser aparcarlas o aplazarlas para dar al “elector-consumidor” lo que está demandando. Un liderazgo responsable ha de pensar en las consecuencias a largo plazo de su acción política para la ciudad, la región o el país. Debido a la necesidad de conservar el poder, el nuevo liderazgo ha de intentar popularizar las reformas. Ganarse la confianza de los ciudadanos es imprescindible para tener éxito en su implementación, además de ser una condición central del funcionamiento democrático y de la conservación del capital político de quienes la ponen en marcha o la apoyan. El liderazgo político responsable no se limita a una gestión política exitosa. Conlleva una función de orientación social instaurando una agenda de reformas sociales y obteniendo la aceptación necesaria del cambio. Esto cobra especial importancia cuando se trata de reformas que conllevan intromisiones dolorosas en el derecho adquirido de grupos de votantes relevantes. Por poner un ejemplo, las subidas de impuestos son siempre impopulares, pero sin ellas no se pueden llevar a cabo un proceso de desarrollo de las infraestructuras o un incremento de las políticas sociales que impulse la El nuevo liderazgo político en el gobierno local


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cohesión social. Se pueden desarrollar estrategias de comunicación para explicar su sentido y necesidad, para que la mayoría de los ciudadanos las acepten y las apoyen, a pesar de que afecten de manera inmediata a su bolsillo individual. Veamos las tres dimensiones imprescindibles para el éxito de un liderazgo responsable.

D IME NSIÓN

ÉTI CA

El liderazgo político responsable no solo ha de cumplir las expectativas de sus seguidores, sino que ha de iniciar los procesos de transformación social necesarios. No se trata simplemente de convencer a las personas de seguir una determinada visión. Liderazgo político significa conseguir que una sociedad se dé cuenta de sus problemas y se enfrente a ellos. Un líder político debería de ofrecerles puntos de referencia claros para poder reflexionar sobre las causas de los problemas, y no solo sobre sus síntomas.

D IME NSIÓN

E STRATÉGI CA

Todo proceso transformador necesita estar guiado por una visión clara. El liderazgo político responsable ha de estar profundamente familiarizado con la gestión de métodos que posibilitan la puesta en marcha de su visión. Se debe de tener claro en todo momento que los procesos de adaptación pueden resultar incómodos para muchos ciudadanos. Una adecuada metodología de implementación los encauzará a un ritmo que no resulte perturbador, desarrollando visiones de futuro realistas, diseñando los pasos a seguir para alcanzar los objetivos. Se ha de mostrar una fina sensibilidad respecto a los intereses y sentimientos de todos aquellos que van a sufrir en el proceso reformador, buscando caminos y medidas que los integren en la dinámica transformadora. Se necesita una estrategia activa encauzada a sumar adeptos y desactivar el enfrentamiento frontal con los opositores, convirtiéndolos en “socios del proceso”. El nuevo liderazgo político en el gobierno local


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D IME NSIÓN

EMOCIONAL

Un gran número de ciudadanos basan su decisión de voto en las personas que representan a una opción política. Por eso los políticos han de ser reconocibles como personas. Cada uno de sus pasos ha de formar parte de una gran historia, que da coherencia a todo su periodo de mandato. Howard Gardner lo expone con esta frase “Quien desee liderar, influye en los pensamientos y los sentimientos de grandes grupos. La clave para ello es contar una historia convincente.” En la labor de comunicación, se debe de ser capaz de mostrar comprensión para las inquietudes, necesidades y miedos de la población, colocándose a la altura de los ciudadanos con ejemplos comprensibles, emanando optimismo y proyectando la imagen de un futuro mejor.

PERSPECTIVAS DEL NUEVO LIDERAZGO En ningún momento de la historia pasada ni reciente se han vivido transformaciones económicas y sociales de manera tan rápida como en las últimas décadas. Los parámetros relativamente estables que utilizábamos en el pasado para prever el futuro ya no son válidos. El proceso de globalización y descentralización está desdibujando rápidamente el marco político que se mantuvo estable desde la revolución francesa, el Estado-Nación. No sabemos cuáles van a ser los escenarios futuros donde se desarrolle la acción política, lo que si podemos estar seguros es que la “ciudad” será uno de ellos. Los gobiernos locales tienen y van a tener cada vez más relevancia. La cercanía al ciudadanos y la posibilidad de dar respuestas rápidas a sus problemas dan una ventaja cada vez más apreciada a las administraciones municipales. Una ventaja que cobra aún más importancia a causa de la existencia de centros decisorios y políticos globales que hacen que los estados estén perdido su autonomía. El nuevo liderazgo político en el gobierno local


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El liderazgo y la planificación estratégica se vuelven cada vez más importantes para conservar la capacidad de acción política en un entorno en constante modificación. El intercambio de experiencias se puede producir ahora con mayor eficacia y rapidez que nunca. Foros, seminarios y espacios para el debate dentro de la Internet abren caminos para compartir vivencias y aprendizajes, acompañando el proceso de creación de nuevas formas de liderazgo político con un constante análisis y asesoramiento.

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