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Editorial Damos la bienvenida a todos nuestros lectores en este primer número de +QULINE. Incluimos una variedad de artículos que es, o deberían ser de interés de nuestros lectores. Los hombres han cambiado en los últimos años; en ámbitos como cuidado personal, moda, entre otros. Dedicada a esos hombres se crea esta revista, con el propósito de darle un espacio a la población masculina que se ha inclinado por la nueva masculinidad. Esperamos que los conocimientos vertidos en todos los artículos aquí mostrados los integren a y les permitan innovar en su vida diaria. Revista +QULINE


Daniel Mayorga Cifuentes CEO + Director Editorial Daniel Mayorga Cifuentes Director Creativo Daniel Mayorga Cifuentes Editor multimedia


SUMARIO Azul para niños, rosa para niñas. No más estereotipos de color en la ropa

El fracaso de la masculinidad hegemónica. Un reportaje de las nuevas masculinidades Pag. 6

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Los hombres no lloran. Los moldes de género impuestos en la infancia Pag. 8



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El fracaso de la masculinidad HEGEMÓNICA: Reportaje de las nuevas masculinidades.

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a moda, dentro de sus muchas funciones, funge como un reflejo de la ética a través de la estética, sin ser conceptos excluyentes uno del otro, pero sí como una expresividad del “yo”, del sentir, del estar, de la cultura y la comunicación. Si se parte de esta premisa, se pueden medir sociológicamente cuatro factores: la utilidad, modestia, atracción sexual y el adorno. A nivel histórico la indumentaria masculina se ha enfocado en el primero, dejándole los otros tres a la femenina. A partir de la liberación de las mujeres en los años 60 y el entendimiento del género como constructo social, la masculinidad

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comienza a ser cuestionada a la par de la feminidad, alimentada también por la liberación gay, intereses económicos, y la incursión de las mujeres en trabajos asociados hasta entonces a los hombres. El género, por tanto, se comienza a develar, como “una práctica social que constantemente se refiere a los cuerpos y a lo que los cuerpos hacen, pero no es una práctica social reducida al cuerpo”. Esto dejó las puertas abiertas a nuevas identidades, a nuevas masculinidades. Cuando hablamos de “nuevas masculinidades” es difícil saber a qué nos referimos, si a aquellas identidades que han nacido buscando una segregación


total de la masculinidad hegemónica, o todos los tipos de masculinidades o identidades que nacieron o fueron identificadas después de la concepción del término por la sociología australiana, R. W. Connell. Las múltiples definiciones de diferentes analistas no simplifican el proceso para entender a que nos referimos, por lo que me gustaría proponer una definición, (específicamente para efectos de este fotoreportaje) simplificada para dar un mejor entendimiento a los propósitos de este trabajo.

lejanas a la masculinidad hegemónica. Comúnmente descritas como: tiernas, disidentes, pacíficas, libres. Pero todo cambia cuando nos centramos en Guatemala (y quizá toda Latinoamérica), país culturalmente construido sobre cimientos machistas, en el que los movimientos se han impregnado en los mismos foros antes mencionados, para volverse íconos de la misma masculinidad hegemónica; es decir, los movimientos se limitan estrictamente a lo estético, ya que son aplastados por un discurso machista.

“Nuevas masculinidades” igualitarias: Modelos alternativos de prácticas,

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AZUL PARA NIÑOS,

No más estereotipo

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o podemos negar el hecho de que en la actualidad el rosa se ha vuelto popular entre los hombres, pero ¿es normal que haya tardado casi un siglo? ¿desde cuándo el color rosa empezó a estereotiparse como un color femenino? Hoy en día ser hombre y usar rosa aún sigue siendo un acto de “declaración” aunque la historia nos demuestre lo contrario. Antes del siglo XIX, el color rosa no representaba

lo femenino. En el siglo XVIII, de hecho, no existían tales acepciones, María Antonieta marcó tendencia en su época, una de esas tendencia fue el uso de los colores pasteles. En ese siglo María Antonieta y Luis XVI vestían a sus hijos con lo más novedoso en cuanto a textiles y hay diferentes pinturas en donde podemos apreciar al infante Luis Carlos vestido de rosa y a su hija María Teresa vestida de azul. Fue en 1918 gracias

Puede que llevemos un avance considerable en nuestra sociedad al permitir que cada vez menos personas sean juzgadas simplemente por su apariencia, pero es nuestra responsabilidad continuar cuestionando todas nuestras actitudes y el entorno que nos rodea en pro del avance social equitativo.

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ROSA PARA NIÑAS

os de color en la ropa al Earnshaw’s Infants Department que encontramos las primeras relaciones entre género y color, en él se plasma que “La regla aceptada generalmente es: rosa para niños y azul para niñas” ya que el rosa es más acertado para ellos por ser un color decidido y fuerte, mientras que el azul es delicado, fino y es más bello para una niña. A pesar de ser solo una recomendación de moda, no era una regla universal que los niños usaran el color rosa y las niñas azul, pues con anterioridad lo normal era usar el color blanco (recordemos que pintar un textil era mucho más costoso de lo que es ahora). Hasta 1927, en Estados

Unidos, tanto niños como niñas usaban azul y rosa sin prejuicios. Esto cambió después de la Segunda Guerra Mundial en la década de los 40, los babyboomers fueron los primeros en asociar el género con los colores; sus madres se cansaron de usar blanco y buscaban una nueva “moda infantil”, el azul para los varones y el rosa para las niñas fue algo innovador en esos años. Poco tiempo después podemos encontrar productos diseñados “para la mujer” en donde el estereotipo ya se hace fuertemente presente, por ejemplo, Dodge lanzó su modelo La Femme, primer auto diseñado específicamente para la mujer, en color rosa y blanco.

Tres décadas después ya es muy notorio cómo las empresas hacían una diferenciación en los productos que vendían, muñecos vestidos de azul y con un balón de futbol, las muñecas vestidas de color rosa que incitaban la maternidad; cuanto más se individualizan los productos más pueden venderse. Ya basta de hacer prejuicios a partir de los colores.

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Los moldes de género impuestos en la infancia

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LOS HOMBRES NO LLORAN

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e gustaría poder decir que el ejemplo de hombre de hoy que todo niño conoce, es uno muy conectado con su humanidad: seguro de sí mismo, claro en su identidad y su propósito, lleno de empatía y dispuesto a servir a otros. Pero no es así. Aún vivimos en una cultura donde se educa a niños y niñas con limitaciones que dependen de su género. Se les dan juguetes específicos a cada uno, se les permite o no entrar a determinadas clases de arte o deporte. ¿Qué pasa cuando un niño se acerca a sus padres y les dice que quiere entrar a clases de baile? Comúnmente se le convencería de que esa es una actividad para niñas, y que mejor entre a algún deporte como fútbol o cualquier cosa más “de hombres”. Y también para las niñas sé de algunos casos en que, aún cuando amaban jugar fútbol, sus padres las cambiaron a algo diferente

porque ese era un deporte para niños. ¿Por qué limitamos la libertad de elección de nuestros niños y niñas? Lejos de lo que se creía, esto no hace más que un daño. Empezamos a formar un molde alrededor de la identidad de cada uno, y toda su vida van luchando por ajustarse a ese molde, sin poder ser nunca ellos mismos. Infinidad de hombres y mujeres pasan la vida entera siendo alguien que no son, usando máscaras y encajando en moldes que alguien más les impuso. Es por esto mismo que tenemos a tantas personas que no saben hacia dónde van, sin la capacidad de pensar en el otro, porque se han acostumbrado a estar todo el tiempo pensando en cómo encajar. Y sobre todo, tantos hombres que no tienen siquiera idea de cómo expresarse, porque el molde que se le impone al varón desde corta edad, es uno que no tiene espacio para sentir.


Todos hemos escuchado de este molde. El que tiene inscrito en letras grandes “Los hombres no lloran”. Un molde diminuto, a comparación del potencial con el que cada uno de nosotros nace. Este molde nos limita emocionalmente, haciéndonos creer que expresar tristeza o alegría es de débiles, o peor aún, de niñas (como si ser mujer fuera malo, o significara ser débil). Con un molde así, es totalmente lógico que tengamos a tantos hombres tan emocionalmente inmaduros, sin saber siquiera poner en palabras lo que sienten. Abrirse emocionalmente y ser vulnerables es la muestra de valentía más clara que un hombre puede dar. Tener la guardia arriba todo el tiempo, una máscara en el rostro, una identidad falsa, no requiere nada de valor. Arriesgarse bajando la guardia es un acto que solo los valientes se atreven a hacer, y nos hace mucha

falta transmitir esto a nuestros niños. Que sepan que un hombre llorando no es un hombre débil, sino uno valiente y libre. Que un hombre amando con todo el corazón no es menos hombre, sino todo lo contrario: un hombre de verdad sabe decir “te amo”. Y para empezar a cambiar la idea errónea del macho sin sentimientos, tenemos que dar el ejemplo. Todos aprendimos observando a quienes nos rodeaban de pequeños: nuestros padres principalmente (más acerca de la influencia de los padres sobre los niños aquí), familiares y amigos. Así que esto es tan sencillo como comenzar aplicándolo en nuestras vidas, en nuestras familias, y en toda relación humana que tengamos. Ser ejemplo puede mucho más que todos los posts de Facebook del mundo, y todas las pláticas TED que puedas ver. Saber que alguien vive de una manera distinta a como la cultura nos ha dicho

que debe ser, nos impacta muchísimo más. Así que seamos ejemplo de libertad y de amor. Permitamos a nuestros niños elegir por sí mismos lo que más desean, lo que mueve su corazón. Expresarse pateando un balón, o bailando el cascanueces. Pero expresándose, sintiendo y creciendo a través de ello. Sólo así comenzaremos a formar a los hombres que necesitamos desde hace tanto tiempo. Sólo así veremos cambiar el estándar de nuestro “hombre promedio”, y podremos ver la verdadera grandeza que llevamos dentro.

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