ESPECIAL
LA LARGA MARCHA DE LA IGLESIA LATINOAMERICANA HACIA LA OPCIÓN MISIONERA
ISSN 0122-2333
MiSIonera
Rasgos de la espiritualidad misionera
Nº 326 TPR148. Calle 24C No. 81-27.
Vence Diciembre 2014. Año Lv. Septiembre octubre, 2014
Padre Bruno Del Piero Un guía en mi camino
Apocalipsis 5, 9
¿Quieres ser sacerdote misionero?
“Heme aquí, señor. Envíame a mí.”
“Con tu sangre compraste para Dios a gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación” ¿Quieres la vida religiosa misionera?
El misionero sabe: • Que la libertad no es solo cuestión de igualdad y de derechos humanos naturales, sino también de la ilimitada ambición del espíritu universal. • Sabe que este no es el mejor de los mundos y que la misión es construir otro posible, donde quepamos todos sin atropellarnos y sin destruirlo. • Sabe que Él murió en la cruz para que reconozcamos a Dios como Padre y a las personas como hermanas. • Sabe que los pueblos y las culturas del mundo quieren conocer y compartir la gozosa noticia del Evangelio de Jesús.
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Comunícate con los misioneros y misioneras de la Consolata: Misioneros de la Consolata: 3105276123 - 3115917948 amvandina@gmail.com Hermanas misioneras de la Consolata: (051) 5659843 - 3102576839 misionerasconsolata@gmail.com
MiSIonera Director P. Alonso Álvarez Quintero, imc Consejo de Redacción P. Alonso Álvarez Q, imc; Luisa Fernanda Cortés Ruiz; Cindy Aguirre; Francisco Martinez; Cristian Alarcón. Colaboraron en este número Mons Luis Augusto Castro, imc; Mons Francisco Javier Múnera Correa, IMC; P. Antonio Bonanomi, imc; Fernando Flóres, imc; Ramón Lázaro Esnaola, imc; P. Simbwa Lawrence, imc; P. Luis Manco, imc; P. Oscar M. Ochoa; Silvio Testa Sr. Claudia Lancheros, MC; Alberto Cancian; Jonathan Acuña Paula; Diana Lucia Benitez Ávila Corrección de Estilo Luisa Fernanda Cortés Ruiz cortesruiz.lf@gmail.com Fotos P. Alonso Álvarez Q, imc; P. Jaime Carlos Patias, imc; Francisco Martínez; Anna María Gómez; Alberto Cancian; Archivo La Consolata. Diagramación y artes: diseño Edwin Francisco Martínez López edfranmarlop@gmail.com Imagen y fotomontajes Edwin Francisco Martínez López edfranmarlop@gmail.com Impresión Panamericana Formas e Impresos S.A. Revista Educativa Cultural de Los Misioneros de La Consolata Calle 24 C No. 81 – 27 Barrio Modelia Teléfonos: 295 62 51 - 295 63 73 PBX 429 65 11 – Fax 263 14 72 Bogotá- Colombia Año LV No. 326 Septiembre - Octubre 2014 ISSN 0122-2333 Reg. Propiedad Intelectual No. 002797 Tarifa Postal Reducida No. 148 Servicios Postales Nacionales S.A. Correos de Colombia Vence: diciembre de 2014 Colaboración anual Colombia $ 35.000 Exterior US$ 40
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EDITORIAL
La iglesia en misión
La Iglesia solamente se constituye en la medida en que comprende y acepta la misión en todos los lugares del mundo. Su práctica misionera define su naturaleza, la configura y la justifica. Por eso, para hoy, es urgente una teología de la misión que parta del Concilio Vaticano II y de las opciones misioneras que la Iglesia va haciendo en su caminar hacia las gentes, pueblos y culturas. En América Latina, la Iglesia ha hecho opciones pastorales fundamentales para ser más misionera. Para continuar el camino iniciado por la II Conferencia Episcopal Latinoamericana en Medellín, la III Conferencia General celebrada en Puebla, en 1979, manifestó: la opción por una evangelización inculturada, por una Iglesia de comunión y participación (ministerial) y por los jóvenes y su “misión ad gentes”. En esa conferencia la Iglesia de América Latina, inspirada por la “Evangelii Nuntiandi” de Pablo VI (1975), se reconoció como Iglesia misionera y se abrió a la misión ad gentes. En el contexto del V Centenario de la evangelización y a la luz de la “Redemptoris missio” (1990), la IV Conferencia General, celebrada en Santo Domingo en 1992, dio paso a un horizonte de nuevas opciones: la nueva evangelización, los pueblos indígenas y las comunidades afroamericanas. Finalmente, la V Conferencia General, celebrada en Aparecida en 2007, reconoce que el discipulado y la misión son la identidad y la vocación de la Iglesia y por eso están en el corazón de ella. Añade otras opciones: la pastoral misionera, la pastoral urbana, los nuevos areópagos, el diálogo interreligioso, el cuidado de la creación y la opción por la misión continental. En la presente edición, Dimensión Misionera ofrece una síntesis del Padre Antonio Bonanomi sobre la larga marcha de la Iglesia latinoamericana hacia la opción misionera en los documentos de las conferencias episcopales latinoamericanas, los congresos misioneros, la reflexión teológica hecha en el continente y la sangre de los mártires de nuestra Iglesia continental.
P. Alonso Álvarez Q., imc dimisionera@gmail.com Cel. 310 5276123
Sumario
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Dimensión Misionera del lector
“La Iglesia necesita medios de comunicación que muestren lo que sucede en la misión. Medios que nos comuniquen con los misioneros y que animen nuestras comunidades de base y nuestras parroquias para que aprendamos a ser más misioneros. Me alegra mucho recibir la revista Dimensión Misionera porque me informa y me hace reflexionar sobre mi vocación misionera. Me Llamo Himelda Meneses de Montoya y pertenezco a la pastoral familiar de la arquidiócesis de Ibagué. Soy madre de tres hijos y uno de ellos es laico misionero en Mozambique. Aprovecho para saludar a los misioneros y misioneras de la Consolata y agradecer al equipo que trabaja en esta revista. Himelda Meneses de Montoya
¡Escríbenos! dimisionera@gmail.com dimensión misionera | 4 | Septiembre - Octubre 2014
La regla de oro: “No hagas a los demás, lo que no quieres para ti” Sacerdotes misioneros de la consolación
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¡La invitación de Francisco para vos y yo!
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Rasgos de la espiritualidad misionera
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Vocación misionera: la alegría de la consolación, la cruz y la oración
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La vida donada en la misión de Tanzania, África
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Padre Bruno del Piero: un guía en mi camino
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Los intentos juveniles para realizar la misión intergentes de la Iglesia
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Misión intergentes, el concepto que redefine la práctica de la misión Ad gentes
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Búsquedas de animación misionera para la juventud y la misión intergentes
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Una iglesia inserta en el corazón de la selva
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El beato José Allamano, la misión y la consolación: ocho formas de consolación El papel de la mujer en Latinoamérica
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La larga marcha de la iglesia Latinoamericana hacia la opción misionera
Siete consignas del Papa Francisco para evangelizar con alegría
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El diálogo interreligioso para un mundo más humano en España Jóvenes discípulos misioneros de Jesucristo en el mundo presente
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Ocurrió una vez... Una aventura llamada misión
Altibajos
La regla de oro: “No hagas a los demás lo que no quieres para ti”
Por P. Alonso Alvarez Q, imc
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a misión de la iglesia es compartir con los pueblos del mundo su fe y sus convicciones. Los misioneros llevan en sus corazones lo que han aprendido del Evangelio y en sus comportamientos las actitudes del propio Jesús. Muchas veces nos quedamos con una idea muy reducida de lo que hacen los misioneros. Creemos que todo se queda en hacer hospitales, posos, abrir carreteras, hacer escuelas y otras obras de la promoción humana de las comunidades donde evangelizan, pero la verdad es que ellos van mucho más allá. Posibilitan diálogos interculturales, intereligiosos y suscitan reflexiones éticas que enriquecen a los pueblos donde llegan para vivir y compartir el mensaje de Jesús. Desde estas páginas, saludamos y animamos a los misioneros que han dedicado su vida a mostrar con actos las propuestas de Jesús a la gente, para que seamos una familia de Dios. Ellos son semillas del reino de Dios en medio de los pueblos, con sus formas de vivir van cultivando en quienes los conocen y con sus estilos de vida van explicando las reglas de oro para el buen vivir y para la buena convivencia. Algunas comunidades bantúes del norte del Congo guardan en su memoria el nombre Ariel Hoyos y con él la imagen de un misionero de la Consolata, que durante los años de la guerra y la masacre, predicó con su actuación tranquila y profunda la regla de oro para combatir la cultura de la muerte y el odio. El padre Ariel murió al final del año pasado y nos dejó un señalamiento misionero que muestra que la misión no es solo hacer obras materiales, sino también empeñarse en lo que mejora las relaciones humanas.
En su vida y en su predicación se vieron patentes los siguientes cuatro compromisos necesarios para construir la paz en nuestras comunidades y en nuestros pueblos. 1. Compromiso con una cultura de la no-violencia y de respeto a toda vida: la antigua regla: “¡No matarás!”. Dicho positivamente: “Respeta la vida”. 2. Compromiso con una cultura de la solidaridad y con un orden económico justo: el antiguo mandamiento: “¡No robarás!” Dicho positiva mente: “Obra con justicia y honradez”. 3. Compromiso con una cultura de la tolerancia y con una vida en ve racidad: la antigua exigencia: “¡No mentirás!”. En otras palabras: “Habla y actúa desde la verdad”. 4. Compromiso con una cultura de la igualdad de derechos y de amistad entre hombre y mujer: la antigua máxima: “¡No harás mal uso de la sexualidad!”. En forma positiva: “Respétense y ámense los unos a los otros”. DM Septiembre - Octubre 2014 | 5 | dimensión misionera
Dimensión Misionera Familia Consolata
Sacerdotes misioneros de la consolación
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ste año han recibido la ordenación sacerdotal dos Misioneros de la Consolata Colombianos (costeños) y un diácono (santandereano). Una bendición para la familia de la Consolata y para la misión ad gentes. El sacerdocio misionero es recurso y medio de la misión. Los sacerdotes son consagrados y dedicados, separados por Dios para servir a las comunidades y a los pueblos. Son hombres de Dios que lo escuchan, que disciernen sus propuestas para la humanidad, lo proclaman en la historia de los pueblos y favorecen el diálogo de las culturas con Él. Anuncian a Jesucristo, promocionan el bien común de la Tierra y de la humanidad, el buen vivir de las personas y de las comunidades, trabajan en la promoción humana de las gentes y fundan iglesias. La misión necesita misioneros y entre ellos son necesarios los sacerdotes que celebran los sacramentos, que proclaman el Evangelio con su consagración total a celebrar el misterio del pan partido y la animación de comunidades eclesiales. Ellos son buscadores de la verdad y de la libertad, son sembradores de virtudes en el corazón de las personas y constructores del Reino de Dios en la familia humana. El sacerdocio misionero es cada vez más importante en la iglesia y en el desarrollo de los pueblos, pues cultivan la espiritualidad que le permite a ese desarrollo ser integral. Ellos participan en la búsqueda de otras mundialidades, donde aprendamos a reconocer el planeta como casa común y ser vivo para que lo respetemos, lo cuidemos y le sirvamos. Los sacerdotes misioneros de la Consolata tienen el carisma de la Consolación. Por ser hijos de la Virgen de la Consolata y por haber sido fundados por el Beato José
El padre Yair Alberto Ligardo es natural del corregimiento de San Pablo, municipio de María la Baja, Bolívar. Hizo sus estudios teológicos en Bogotá y un bienio de pastoral en Canadá. Ha sido destinado a misionar en Corea del Sur. Allamano, cuyo santuario está en Turín (Italia), anuncian el Evangelio, vivenciando el misterio de la Consolación del Dios que vino del cielo a estar con los “solos del mundo”, los empobrecidos, los tristes, los injusticiados, los que no tienen sentido de vida, los que padecen rabia, odio y deshumanización. María de Nazaret es símbolo de la humanidad que recibe a Jesús en su seno, Él es el Emmanuel que viene a acompañarnos y a poner “sol”
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donde hay desolación, a poner compañía donde hay soledad, liberación donde hay opresión, solidaridad donde hay individualismo y salvación donde hay perdición. Ser sacerdote misionero de la Consolata es ponerse al servicio de la proclamación del Reino de Dios, que hace la iglesia entre los pueblos y culturas del mundo, fundamentalmente en los lugares y realidades donde todavía no conocen a Jesús de Nazaret, el hijo de Dios vivo. DM
Dimensión Misionera Familia Consolata
El padre Davinson Licona nació en Pasacaballos, Cartagena. Hizo sus estudios teológicos en Roma y ha sido destinado a misionar en Italia.
El diácono Juan Gabriel Acosta nació en Bucaramanga y estudió teología en Bogotá. Ha sido destinado a especializarse en biblia en la ciudad de Roma.
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Dimensión Misionera de los Cristianos
¡La invitación de Francisco para vos y yo! Estas palabras del Papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium (números uno y dos) merecen ser reportadas en todos los medios de comunicación que evangelizan. Dimensión Misionera cumple con tal deber, pues quien acepta su invitación seguramente se convertirá en un gran discípulo misionero de Jesús.
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El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente. Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida. Esa no es la opcion de una vida digna y plena, ese no es el deseo de Dios para nosotros, esa no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado.
Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque «nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor». Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que ya esperaba su llegada con los brazos abiertos. Este es el momento para decirle a Jesucristo: «Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor. Acéptame una vez más entre tus
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brazos redentores». ¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos perdido! Insisto una vez más: Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia. Aquel que nos invitó a perdonar «setenta veces siete» (Mt 18,22) nos da ejemplo: Él perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez. Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase ¡Que nada pueda más que su vida que nos lanza hacia adelante!”. (EG 2 y 3) DM
Especial
Dimensión Misionera de la Iglesia Latinoamiericana
Escuela de formación misionera
LA LARGA MARCHA DE LA IGLESIA LATINOAMERICANA HACIA LA OPCIÓN MISIONERA P. Antonio Bonanomi T. Imc
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no de los grandes cambios que se ha progresivamente realizado en la Iglesia Católica en los últimos cincuenta años, después del Concilio Vaticano II, especialmente en el continente suramericano, ha sido que la misión ha pasado de la periferia al corazón de la teología, de la pastoral y de la espiritualidad eclesial. Por casi 500 años, la Misión ha estado al margen, en la periferia de la reflexión teológica y de la praxis pastoral de la Iglesia de nuestro continente. Esto ha sido la consecuencia, por un lado, del proceso de evangelización inicial y, por otro lado, de la dependencia de la Iglesia de nuestro continente en su reflexión teológica y en su praxis pastoral de la Iglesia europea, falsamente identificada con la Iglesia universal: • Por el proceso de evangelización inicial del continente suramericano, que se realizó en el contexto de la conquista y la colonización, normalmente desde el poder y la superioridad, la Iglesia no conoció la niñez misionera: nació adulta, desde estructuras diocesanas y episcopales al servicio pastoral de los “pueblos de los blancos” que se fueron conformando como consecuencia de la conquista y de la colonización. Desde la estructura diocesana ubicada en los “pueblos de los blancos”, el obispo enviaba a los misioneros, pertenecientes a las órdenes religiosas, a evangelizar a los indígenas y a conformar “pueblos de los indios”. • Por la dependencia de la praxis pastoral que se había venido instaurando en la Iglesia europea, también en nuestra Iglesia se fue dando una separación entre “pastoral” y “misiones”. Por “pastoral” se entendía el conjunto de acciones orientadas al pastoreo de una comunidad cristiana (territorios o países cristianos), y por esos tenía la tarea de conservar, defender y fortalecer el rebaño ya reunido en la estructura eclesial, especialmente através de la administración de los sacramentos, de la implementación de las devociones y de la prestación de los servicios. Responsables de esta tarea eran los ministros de la Iglesia, los obispos y los sacerdotes diocesanos, con el apoyo de los religiosos en tareas específicas. La pastoral se ubicaba en el “corazón” de la Iglesia, al interior de sus fronteras. Por “misiones” se entendía el conjunto de acciones orientadas a la conversión de los que todavía no eran cristianos, los no-bautizados, los que estaban fuera de las fronteras de la Iglesia (territorios o países no cristianos o tierra de misión) y tenían la tarea de buscar a las otras ovejas que no estaban todavía en el redil, para que hubiera “un solo rebaño y un solo pastor”, ensanchar las fronteras de la Iglesia. Responsables de esta tarea eran los “misioneros”, normalmente religiosos pertenecientes a las ordenes y a los Institutos misioneros, masculinos y femeninos. La “misión” se ubicaba en la periferia de la Iglesia, más allá de sus fronteras. Hace cincuenta años la Iglesia de nuestro Continente: • Tenía todavía una mentalidad limosnera y ”colonial”: esperaba misioneros desde las otras Iglesias, especialmente europeas, para poder llenar los vacíos por la falta de sacerdotes locales e importaba reflexiones teológicas y opciones pastorales. • No hablaba de la misión y menos de la misión ad gentes, porque pensaba todavía que la actividad misionera en los territorios no evangelizados del continente, y a mayor razón de otros continentes, era tarea y responsabilidad de los institutos religiosos misioneros, mientras los sacerdotes diocesanos tenían la responsabilidad de la pastoral en las comunidades evangelizadas y organizadas. En estos cincuenta años, después del Concilio Vaticano II, la Iglesia del Continente ha hecho un cambio radical, que esencialmente se identifica con la conversión a la opción misionera. Este proceso se ha venido realizando en cuatro espacios: Septiembre - Octubre 2014 | 9 | dimensión misionera
Especial
Dimensión Misionera de la Iglesia Latinoamiericana
1. Las Conferencias generales del CELAM Ha sido un proceso de conversión progresivo, como se evidencia en los grandes documentos de las Conferencias del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) El documento de la primera Conferencia en Rio de Janeiro en 1955 refleja la mentalidad tradicional. La preocupación de los obispos es la búsqueda de una repuesta a la escasez de sacerdotes para la tarea de la pastoral, que es el corazón de la Iglesia. La misión se encuentra en la periferia, no solamente geográfica: la misión son las misiones en los territorios no evangelizados del continente, especialmente entre los pueblos indígenas, confiadas a los institutos religiosos misioneros.
Conferencia de Medellín (1968) Las primeras grandes novedades aparecen en las opciones del documento de la II
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“Esto ha sido la consecuencia, por un lado, del proceso de evangelización inicial y, por otro lado, de la dependencia de la Iglesia de nuestro continente en su reflexión teológica y en su praxis pastoral de la Iglesia europea, falsamente identificada con la Iglesia universal.”
Conferencia General celebrada en Medellín en 1968. Asumiendo y contextualizando el espíritu y las opciones del Concilio Vaticano II, los obispos en la Conferencia de Medellín hicieron unas opciones muy novedosas: • La opción por los “empobrecidos”, como sujeto histórico de un proceso de liberación integral (cambio revolucionario no-violento) en el contexto de una práctica y de una teología de la liberación. • La opción por el método propio de la teología de la liberación: ver – juzgar – actuar (praxis – teoría - praxis). • Como consecuencia de estas opciones fundamentales: • La opción por una Iglesia pobre,
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pascual y misionera, totalmente desligada de todo poder y comprometida con la liberación de todo el hombre y de todos los hombres. La opción por una evangelización liberadora, solidaria y “samaritana” La opción por la conformación de Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) La opción por la formación de los animadores laicos de las comunidades La Conferencia de Medellín no hizo explícitamente una opción por la misión, y menos por la misión ad gentes, pero puso las condiciones para que naciera una Iglesia misionera, comprometida con la evangelización de los pobres.
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Dimensión Misionera de la Iglesia Latinoamiericana
Conferencia de Puebla (1979) Continuando el camino iniciado en Medellín, la III Conferencia General, celebrada en Puebla, en 1979, añadió otras opciones: • La opción por una evangelización inculturada • La opción por una Iglesia de comunión y participación (ministerial) • La opción por los jóvenes • La opción por la “misión ad gentes”. Por primera vez la Iglesia del continente, movida también por la “Evangelii Nuntiandi” de Pablo VI (1975), se reconoció como Iglesia misionera y se abrió a la misión ad gentes.
Conferencia de Domingo (1992)
Santo
La IV Conferencia General, celebrada en Santo Domingo en 1992 en el contexto del V Centenario de la evangelización y a la luz de la “Redemptoris missio” (1990) abreió el horizonte a nuevas opciones: • La opción por la nueva evangelización • La opción por los Pueblos indígenas • La opción por las comunidades afroamericanas. • Fue en la Conferencia de Santo Domingo donde el “otro” (el “indio”, el “negro”) se convirtió en una opción eclesial: desde la invisibilidad de la frontera pasa al corazón de la Iglesia.
• La opción por el discipulado y la misión • La opción por la pastoral misionera: pasar de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera (Iglesia en estado de misión) • La opción por la pastoral urbana • La opción por los nuevos Areópagos • La opción por el diálogo interreligioso y el ecumenismo • La opción por el cuidado de la creación • La opción por la misión continental. Para que esta opción por el discipulado y la misión se convierta en realidad, el documento de Aparecida invita a una “conversión a la misión”, personal, pastoral y estructural. Progresivamente, la Iglesia de América Latina y del Caribe ha venido reconociendo su identidad misionera y definiendo un proyecto misionero.
2. Los CAM-COMLA El otro espacio que ha motivado la Iglesia del Continente hacia la “opción misionera” han sido los Congresos Americanos Misioneros (CAM-COMLA), promovidos por las Obras Misionales Pontificias. A partir del año l977, se han
celebrado, normalmente cada cuatro años, en diferentes Países del continente y con diversos temas ocho Congresos Misioneros y nos estamos preparando a la celebración del noveno: • desde 1977 hasta 1999 han sido congresos misioneros latinoamericanos (COMLA), • y a partir de 1999 se han convertido en Congresos Americanos Misioneros (CAM) con la apertura a las Iglesias de NorteAmérica. Desde el comienzo los Congresos Misioneros han enfatizado la misión ad gentes y han sido un instrumento precioso de animación y formación misionera. En el último, a la luz del documento de Aparecida, se ha dado también atención a la nueva evangelización y a la “misión inter gentes”.
3. La reflexión teológica Por quinientos años las iglesias del Continente han importado la reflexión teológica de los teólogos europeos. En los últimos cincuenta años las iglesias del Continente se han convertido en productoras y exportadoras de teologías: la teología de la liberación, la teología indígena, la teología afro, la teología del pluralismo religioso, la teología de la creación o eco-teología…
Conferencia de Aparecida (2007) Finalmente, la V Conferencia General, celebrada en Aparecida, en 2007, reconoció que el discipulado y la misión son la identidad y la vocación de la Iglesia y por eso están en el corazón de la Iglesia. A la luz de este reconocimiento, a las opciones de las demás Conferencias generales, añadió: Septiembre - Octubre 2014 | 11 | dimensión misionera
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Dimensión Misionera de la Iglesia Latinoamiericana
Todas estas teologías nacen de la “opción misionera” y la enriquecen. Vale la pena recordar que por iniciativa del Departamento de Misiones del CELAM se han celebrado unos encuentros de reflexión teológico-pastoral, a nivel continental o a nivel regional, que han marcado el camino de la misión ad intra y ad extra.
4. El testimonio de los mártires La “opción misionera” que progresivamente se ha evidenciado en los documentos de las Conferencia generales del CELAM, de los CAMCOMLA, y de los teólogos ha estorbado los intereses y los privilegios de los detentores del poder económico, político y religioso, que han reaccionado con la represión y la persecución. Como consecuencia de esto, muchos hombres y mujeres: obispos, sacerdotes, religiosos, laicos han sido perseguidos, torturados y asesinados por su fidelidad a las opciones misioneras de la Iglesia del continente latinoamericano. En este momento del camino de la Iglesia de nuestro continente hacia la opción misionera podemos ver luces y sombras.
A. Luces El rostro actual de la Iglesia del continente es bastante diverso del rostro que tenía antes del Concilio Vaticano II y de la Conferencia de Medellín: • Muchas iglesias locales tienen un número suficiente de sacerdotes y ministros, y tienen los seminarios llenos de vocaciones. • Progresivamente las iglesias locales del continente, por lo menos a nivel de documentos, han asumido la “misión-evangelización” como el eje unificador y dinamizador de su identidad y de su acción: de la periferia.
La misión ha pasado al corazón de la Iglesia. • Las iglesia locales han asumido como tarea propia la animación misionera, la formación de misioneros y el envío de misioneros “inter gentes” y “ad gentes”. • De importadoras las Iglesias locales del continente se han convertido en exportadoras de documentos pastorales, de reflexiones teológicas, de testimonios de mártires y de misioneros. • Han nacido varios Institutos misioneros, masculinos y femeninos, para la misión ad intra y ad extra etc.
B. Sombras La “opción misionera” es muy clara y rica en los documentos, al punto que se puede considerar como un modelo de la nueva evangelización, pero lastimosamente encuentra dificultades al momento de convertirse en práctica, por las muchas resistencias y contradicciones al interior de la Iglesia. De hecho en la práctica: • Se sigue privilegiando una pastoral conservadora de “servicios” y “devociones”, sobre una pastoral de compromiso misionero • Se sigue privilegiando una pastoral que tiene como objetivo el servicio a la Iglesia, la defensa de sus intereses y privilegios, más que la construcción del Reino de Dios • Se sigue delegando a los institutos religiosos misioneros la responsabilidad de la evangelización de los grupos étnicos y de las regiones de frontera. • Son todavía muy pocos los sacerdotes, religiosos/as, laicos/as que salen a la “misión inter gentes” y a la “misión ad gentes”, • El problema es que a las “opciones misioneras” de los documentos no ha correspondido una coherente “conversión a la misión”.
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Dimensión Misionera de la Iglesia Latinoamiericana
CONCLUSIONES 1. Es necesario un proceso de conversión, como nos repite el documento de la V Conferencia general del CELAM en Aparecida (2007). Se trata de cuestionar una larga tradición eclesial y de cambiarla, no solamente de corregirla. Se trata de “nacer de nuevo”, porque estamos al comienzo de un tiempo nuevo. Esto nos exige una disponibilidad nueva a la escucha de las llamadas del Espíritu, una atención nueva a los “signos de los tiempos”. La “conversión a la misión” debe llevar a la Iglesia a ser nueva en los objetivos, en los métodos, en las opciones, en la espiritualidad: una verdadera conversión pastoral y renovación misionera. Como nos dice el documento de Aparecida: “De allí nace la necesidad, en fidelidad al Espíritu Santo que la conduce, de una renovación eclesial, que implica reformas espirituales, pastorales y también institucionales” (DA 367) 2. Es necesario recordar el sueño que el Espíritu hizo nacer en el corazón de los obispos reunidos en la II Conferencia general del CELAM en Medellín (1968): “Que se presente cada vez más nítido en Latinoamérica el rostro de una Iglesia auténticamente pobre, pascual y misionera, desligada de todo poder temporal y audazmente comprometida en la liberación de todo el hombre y de todos los hombres” (DM 5, 15). Por su fidelidad a este sueño, muchos hombres y mujeres (obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, catequistas, animadores de las comunidades) se han convertido en verdaderos discípulos, misioneros y testigos del Señor Jesús, hasta derramar su sangre por la causa del Evangelio y de la justicia. Nuestros mártires nos indican el nuevo camino de la misión. Nos alegra que el Papa Francisco, expresión del camino de nuestra Iglesia, repita este mensaje con sus palabras y con su testimonio de vida. 3. Es necesario reconfirmar y fortalecer el otro sueño que el Espíritu hizo brotar en el corazón de los obispos reunidos en la III Conferencia General del CELAM en Puebla (1979): “Ha llegado para América Latina la hora de intensificar los servicios mutuos entre Iglesias particulares y de proyectarse más allá de sus propias fronteras, “ad gentes”. Es verdad que nosotros mismos necesitamos misioneros. Pero, debemos dar desde nuestra pobreza”. (DP 368), El camino de la misión, la “salida” de las fronteras geográficas, culturales y religiosas, hacia el encuentro-diálogo con otras culturas y otras religiones de otros continentes, y hacia el compromiso para la construcción de “otro mundo posible” que sea sacramento del Reino de Dios, es el futuro de la Iglesia y del mundo. DM
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Dimensión Misionera de los Pueblos
Rasgos de la espiritualidad misionera Por: Óscar M. Ochoa
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La escucha de la Palabra, la oración, la contemplación, el estudio, la inserción en la realidad y su lectura y comprensión en clave de fe iluminan la vida del misionero y le dan nuevas fuerzas, para avanzar en el servicio a la misión.
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l término “espiritualidad” indica el espíritu o estilo de vida. Se quiere vivir lo que uno es y hace. Para el cristiano, se trata de la vida espiritual, es decir, de la vida según el Espíritu (Rom. 8,9). Es una vida que se quiere vivir en toda su realidad humana, con autenticidad y profundidad. El verdadero estudio del misterio de Cristo se realiza con actitud vivencial. Hay que estudiar los datos de la revelación con una actitud científica de análisis y síntesis, en vistas a una clarificación y profesión (función científica); hay que profundizarlos también para el anuncio y la llamada a la fe (función kerigmática, evangelizadora, pastoral); hay que celebrarlos en los momentos litúrgicos (dimensión litúrgica). Pero si falta la función vivencial, esas otras funciones correrían el riesgo de quedarse en profesionalismo. La evangelización es la fuente principal de la espiritualidad misionera, porque a través de ella el mismo misionero es evangelizado, escuchando y acogiendo y no solo hablando y actuando. El misionero en contacto con la realidad, viendo el sufrimiento del pueblo, trata de dar respuestas evangélicas que iluminan esa realidad y ayudan a trascenderla. El sufrimiento del pueblo va configurando la espiritualidad del misionero y se convierte así en rasgo específico de su espiritualidad.
Dimensión Misionera de los Pueblos
La frontera y las consiguientes rupturas El amor de Dios manifestado en Cristo crucificado se contagia al misionero y se desborda a los que están lejos, hacia las otras fronteras, sean geográficas, religiosas o sociológicas. La salida hacia los lejanos supone rupturas importantes en la propia vida del misionero: ruptura con los seres queridos, con la patria, la lengua materna, la cultura. La dureza de muchos climas es un desafío para muchos misioneros que donan su vida contemplando constantemente al crucificado. Todo esto vale la pena y Dios da la gracia al que lo sigue.
Rasgos más clásicos de la espiritualidad misionera Otro de los rasgos e la espiritualidad misionera es el fuerte sentido de la vocación y la conciencia de sentirse llamado. Tener la convicción de haber sido llamado personalmente, de que la historia de cada misionero comienza en Dios. En toda vocación misionera está siempre la experiencia de fe y de encuentro con Cristo, la escucha de su llamada, de su envío a la misión, y la respuesta confiada de quien se ha sentido llamado y se pone en camino. Algunos textos bíblicos que nos orientan son: “ sal de tu tierra y de tu parentela (Gn 12,1); “Aquí estoy, envíame (Is 6,1-8); Mc 10,7; Lc 10,8-9; en Dios. Mt 10,7; Mt 28,19; Jn 4,38. Un 1,1-4; Lc 7,22; Lc 8,39. Quien ha sentido el llamado tiene conciencia de haber sido llamado con un objetivo muy concreto: la pasión por los demás. La misión es colaboración humilde y confiada con la obra de Dios, con la misión de Cristo, con la misión de la Iglesia. Septiembre - Octubre 2014 | 15 | dimensión misionera
Dimensión Misionera de los Pueblos
1. Nuevas coordenadas, ejes de la espiritualidad misionera Lo que la espiritualidad de hoy acentúa es la atención al otro pero no como el simple destinatario de una oferta, sino en lo que él es como persona. Es una espiritualidad centrada en los aspectos más humanos de la vida: la importancia de la acogida, de las relaciones humanas, la sensibilidad hacia lo débil. El encuentro con el otro en su realidad concreta, un mayor aprecio por los valores de su cultura, historia y religión.
Caminando con la humanidad
La opción por los pobres El misionero solidario con la vida y la causa del pobre se inserta en contextos de marginación y exclusión. Experimenta en su misma vida qué es el hambre, la disciplina del clima, el cilicio de una vivienda precaria, el silencio de la pobreza cultural, la penitencia y el dolor de ver cómo por las condiciones de vida, el tejido social y humano del pueblo se va deteriorando. La convivencia con el pobre despierta un nuevo tipo de experiencia de Dios, para experimentarlo en la dura cotidianidad de la vida.
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La espiritualidad del misionero debe alimentarse del caminar espiritual de los pueblos en donde se inserta, de la realidad histórica que le desafía y que le estimula, a la vez. El lugar de su vida y misión es el pueblo que Dios ha elegido como destinatario de su Reino. Ser misionero es dejarse evangelizar y participar de la experiencia que ese pueblo va teniendo con Dios. El misionero se hace compañero de camino de ese pueblo.
Ser misionero, es ante todo, dejarse evangelizar y participar de la experiencia que ese pueblo va teniendo con Dios. El misionero se hace compañero de camino de ese pueblo 2. Dificultades y tentaciones en la misión
La vida en el Espíritu de un misionero es la de todo ser humano con sus diferentes etapas, en cada una encuentra posibilidades y dificultades, tentaciones y obstáculos a su propio desarrollo y al desarrollo de su misión. A nivel personal podríamos hablar del individualismo, de la inmadurez personal y de la falta de fe. El individualismo, fenómeno en alza en estos tiempos, crece también en el ámbito de la misión. Generalmente suele ir acompañado de una falta de comunicación entre quienes participan de un proyecto común. En los pliegues ocultos de este individualismo se esconde la tentación de protagonizarlo todo, esto se pone de manifiesto en la tendencia a creerse insustituible, en la actitud del que no confía en nadie, del que no sabe escuchar, ni acoger ni trabajar en equipo. La espiritualidad tiene que ayudar al misionero a descubrir sus límites y su fragilidad, a sentir la necesidad y la compañía de los otros. El trabajo misionero implica una apertura al otro y a Dios. La misión es de Dios y no nuestra, y el protagonista es el Espíritu y no nosotros. Ser misionero es participar en la misión de Dios, de ahí la necesidad de superar el individualismo y de sentirse conectado con la historia de la salvación. DM
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Dimensión Misionera de la Evangelización
SIETE CONSIGNAS DEL PAPA FRANCISCO PARA EVANGELIZAR CON ALEGRÍA
Por: Mons Francisco Javier Múnera Correa, IMC.
1. ¡NO NOS DEJEMOS ROBAR EL ENTUSIASMO MISIONERO! El Papa Francisco invita a todos los agentes pastorales a afrontar tres males que se han venido incrustando en la vida de la Iglesia, los cuales se alimentan entre sí. Ellos son: a. La acentuación del individualismo que se expresa en una preocupación exacerbada por espacios personales de autonomía y distensión, en la que las tareas son vividas como apéndices de la vida y aparte de la propia identidad (E.G.78). b. La crisis de identidad marcada –dice el Papa- por desconfianza hacia el mensaje de la Iglesia y por un cierto desencanto que lleva a relativizar u ocultar en el servidor eclesial su identidad cristiana y sus convicciones (E.G.79). c. La caída de fervor como consecuencia del relativismo práctico que el Papa considera más peligroso que el doctrinal, porque toca las opciones más profundas y sinceras que determinan una forma de vida. Ello lleva a: • Actuar como si Dios no existiera • Decidir como si los pobres no existieran • Soñar como si los demás no existieran • Trabajar como si quienes no recibieran el anuncio no existieran (E.G. 80). Lo grave de estos tres males es que están presentes en muchos servidores eclesiales “aunque recen” (E.G.78). Por ello es urgente dar un SÍ al desafío de una espiritualidad misionera, precisamente, para que “¡No nos dejemos robar el entusiasmo misionero!”
2. ¡NO NOS DEJEMOS ROBAR LA ALEGRÍA EVANGELIZADORA! La segunda tentación que tienen los servidores eclesiales delante de sí, como un riesgo y un peligro, es la acedia pastoral que el Papa califica como egoísta y paralizante, porque lleva al “no compromiso” (E.G.81). Y ello no por exceso de actividades, sino por actividades mal vividas, sin motivaciones adecuadas y sin espiritualidad que impregne la acción (E.G.82). Varias son las causas: • Proyectos irrealizables • Negación de procesos • Pérdida de contacto con el pueblo • El inmediatismo ansioso que lleva a no saber esperar (E.G.82). Pero lo más grave es la amenaza que lleva implícita y que fue denunciada por el Papa Benedicto XVI en la Conferencia de Aparecida: “El gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad” (D.A. 12, citado en E.G.83). Como resultado -afirma el Papa Francisco- se desarrolla la psicología de la tumba y los servidores eclesiales se vuelven momias de museo. Por todo esto, me permito insistir: “¡No nos dejemos robar la alegría evangelizadora!” (E.G.83). Septiembre - Octubre 2014 | 17 | dimensión misionera
Dimensión Misionera de la Evangelización
3. ¡NO NOS DEJEMOS ROBAR LA ESPERANZA! El Papa Francisco advierte una tercera tentación que han de afrontar los servidores eclesiales: el pesimismo estéril. Este se contrarresta con una mirada distinta a los males del mundo y de la Iglesia: ellos son desafíos para crecer, tal como nos enseñó a mirarlos el Papa Juan XXIII en la apertura del Concilio Vaticano II fustigando a los profetas de calamidades, el 11 de octubre de 1962, (E.G.84). El Papa considera que el pesimismo estéril ahoga el fervor y la audacia, generando en los evangelizadores la conciencia de derrota que los convierte en pesimistas quejosos, desencantados y con cara de vinagre. Este “mal espíritu de la derrota” es hermano de la tentación de separar antes de tiempo el trigo de la cizaña y es producto de una desconfianza ansiosa y egocéntrica (E.G.85). Dos afirmaciones del Papa nos ayudan a entender el horizonte desde el cual se ubica la lucha y el triunfo en la vida del cristiano: el horizonte de la cruz victoriosa: Nadie puede emprender una lucha si de antemano no confía plenamente en el triunfo. El que comienza sin confiar perdió de antemano la mitad de la batalla y entierra sus talentos. El triunfo cristiano es siempre una cruz, pero una cruz que al mismo tiempo es bandera de victoria, que se lleva con una ternura combativa ante los embates del mal (E.G.85). Por último, el Papa habla de cómo afrontar “la desertificación espiritual” de muchos sectores de la humanidad. En el desierto se necesitan “personas – cántaros” para dar de beber a los demás: Y en el desierto se necesitan sobre todo personas de fe que, con su propia vida, indiquen el camino hacia la tierra prometida y mantengan viva la esperanza. Según el Papa, solo podrán afrontar el pesimismo estéril “personas cántaros” purificadas por la cruz, porque “fue precisamente en la cruz donde, traspasado, el Señor se nos entregó como fuente de agua viva. ¡No nos dejemos robar la esperanza! (E.G.86).
4.¡NO NOS DEJEMOS ROBAR LA COMUNIDAD! La cuarta tentación que los servidores eclesiales tienen como riesgo es el aislamiento como traducción de un inmanentismo que excluye a Dios o de un consumismo espiritual enfermizo (E.G.89). Para contrarrestar esta tentación, el Papa plantea un desafío y un anhelo: descubrir y transmitir la mística de vivir juntos y recuerda que “salir de sí mismo para unirse a otros hace bien”, en tanto que “encerrarse en sí mismo es probar el amargo veneno de la inmanencia y que la humanidad saldrá perdiendo con cada opción egoísta que hagamos” (E.G. 87). El Papa también recuerda que “el Evangelio nos invita a todos a correr el riesgo del encuentro con el rostro del otro, con su presencia física que interpela, con su dolor y sus reclamos, con su alegría que contagia en un constante cuerpo a cuerpo”. Luego, él proclama con toda la fuerza que “el Hijo de Dios en su encarnación nos invitó a la revolución de la ternura” (E.G.88). Esto solo es posible en la comunidad, lugar del encuentro y no de evasión. Como consecuencia, el Papa alerta un espiritualismo desencarnado y sin compromiso con Dios y con el prójimo. Por eso, el único camino es aprender a encontrarse con los demás con la actitud adecuada (E.G.91) y en comunidades que sean lugares de sanación donde se viva “una fraternidad que sabe mirar la grandeza sagrada del prójimo, descubrir a Dios en cada ser humano, tolerar las molestias de la convivencia aferrándose al amor de Dios, abrir el corazón al amor divino para buscar la felicidad de los demás como la busca su Padre bueno, una fraternidad mística y contemplativa” (E.G.92). Comunidades así son “sal de la tierra y luz del mundo” –dice el Papa. Por ello: “¡No nos dejemos robar la comunidad!” (E.G.92). dimensión misionera | 18 | Septiembre - Octubre 2014
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5. ¡NO NOS DEJEMOS ROBAR EL EVANGELIO! Con mucha propiedad y profundidad, el Papa Francisco aborda la quinta tentación a la que están expuestos los discípulos de Jesús. Se trata de la mundanidad espiritual que él mismo define como la peligrosa tendencia a “buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal”; aquello que según el Papa, Jesús le reprochaba a los fariseos, quienes buscaban gloria los unos de los otros (Cf. Jn 5,44). O dicho en términos de Pablo: “Es un modo sutil de buscar sus propios intereses y no los de Cristo Jesús” (Flp 2,21). Es tan grave, subraya el Papa, que si esa mundanidad espiritual invadiera la Iglesia, “sería infinitamente más desastrosa que cualquiera otra mundanidad simplemente moral.” (E.G.93). En otro aparte, él la cataloga como “corrupción con apariencia de bien” (E.G.97). Profundizando en ella, el Papa considera que la mundanidad espiritual, fruto de un inmanentismo antropocéntrico, se alimenta de dos maneras: primero, de la fascinación del gnosticismo, “una fe encerrada en el subjetivismo”. Y segundo, del neopelagianismo autorreferencial y prometeico que lleva a confiar solo en sus propias fuerzas, generando un elitismo narcisista y autoritario. En ambas formas, ni Jesucristo ni los demás interesan verdaderamente (E.G. 94). Según el Papa, las manifestaciones del gnosticismo en el ámbito eclesial se hacen evidentes por variadas formas de ostentación de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia sin la preocupación por la inserción del Evangelio en la vida del pueblo de Dios. También por la fascinación de mostrar conquistas sociales y políticas, por la vanagloria en los asuntos prácticos y por el embeleso en las autoayudas autorreferenciales. De igual manera, se despliega en el funcionalismo empresarial que lleva a considerar a la Iglesia más como organización que como Pueblo de Dios. Con contundencia, asegura el Papa que “en todos los casos no lleva el sello de Cristo encarnado, crucificado y resucitado; sino que se encierra en grupos elitistas, no sale realmente a buscar a los perdidos ni a las inmensas multitudes sedientas de Cristo. Ya no hay fervor evangélico, sino el disfrute espurio de una autocomplacencia egocéntrica.” (E.G.95) El Papa grafica el llamado y el desafío a todos los evangelizadores, invitándolos a ser “soldados de un escuadrón que sigue luchando” y no a ser “generales de ejércitos derrotados” que solo viven pensando en el “habriaqueísmo” (lo que habría que hacer) y no beben de las verdaderas páginas gloriosas de la historia de la Iglesia, que es «historia de sacrificios, de esperanza, de lucha cotidiana, de vida deshilachada en el servicio, de constancia en el trabajo que cansa, porque todo trabajo es ‘sudor de nuestra frente’» (E.G.96). Por eso, para evitar esta tentación de la mundanidad espiritual, el Papa quiere poner a la Iglesia “en movimiento de salida de sí, de misión centrada en Jesucristo, de entrega a los pobres”. El Papa concluye implorando: “¡Dios nos libre de una Iglesia mundana bajo ropajes espirituales o pastorales!” Por ello, afirma el Papa: “¡No nos dejemos robar el Evangelio!” (E.G.97)
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Dimensión Misionera de la Evangelización
6. ¡NO NOS DEJEMOS ROBAR EL IDEAL DEL AMOR FRATERNO! La sexta tentación es la consecuencia de la mundanidad espiritual. Se trata de la guerra entre nosotros los cristianos por envidias, celos y también por la búsqueda de poder, prestigio, placer o de seguridad económica (E.G.98). Para afrontar esta tentación, el Papa les pide a todos los cristianos “un testimonio de comunión fraterna, atractivo y resplandeciente” y añade diciendo: “Que todos puedan admirar cómo os cuidáis unos a otros, cómo os dais aliento mutuamente y cómo os acompañáis” y cita el texto precioso del mandamiento del amor fraterno: ‘En esto reconoceráis que sois mis discípulos, en el amor que os tengáis unos a otros’ (Jn 13,35).” (E.G. 99) El Papa insiste en el valor evangelizador de “comunidades auténticamente fraternas y reconciliadas, eso es siempre una luz que atrae”. En cambio, cuando al interior de nuestras comunidades “consentimos diversas formas de odio, divisiones, calumnias, difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, y hasta persecuciones que parecen una implacable caza de brujas ¿A quién vamos a evangelizar con esos comportamientos?” (E.G.100) Concluyendo, el Papa nos invita a pedir al Señor que “nos haga entender la ley del amor”. De igual manera, nos recomienda las exhortaciones paulinas: “No te dejes vencer por el mal, antes bien, vence al mal con el bien” (Rm 12,21) y “¡No nos cansemos de hacer el bien!”(Ga 6,9). Después de recordarnos el grande “acto evangelizador” de rezar por aquel con quien estamos enojados, nos reitera: “¡No nos dejemos robar el ideal del amor fraterno!” (E.G.101)
7. ¡NO NOS DEJEMOS ROBAR LA FUERZA MISIONERA! El Papa nos invita finalmente a disponernos, a enfrentar muchos otros desafíos eclesiales, algunos que él mismo señala y otros que hemos de afrontar en nuestras propias realidades eclesiales, descubriendo en ellos los signos de los tiempos, para lo cual el Papa recomienda siempre “escuchar a los jóvenes y a los ancianos.” El Papa añade: “Ambos son la esperanza de los pueblos. Los ancianos aportan la memoria y la sabiduría de la experiencia que invita a no repetir tontamente los errores del pasado. Los jóvenes nos llaman a despertar y acrecentar la esperanza, porque llevan en sí las nuevas tendencias de la humanidad y nos abren al futuro.”(E.G.108) Dentro de los desafíos que el Papa destaca están: • La formación de los laicos y la evangelización de los grupos profesionales e intelectuales (E.G.102). • Ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia, especialmente allí donde se toman decisiones importantes en los distintos ámbitos de la Iglesia (E.G.103 – 104). • Ahondar en la participación de los jóvenes en la pastoral de conjunto de la Iglesia (E.G.105). El Papa los lanza a evangelizar diciéndoles: “¡Qué bueno es que los jóvenes sean ‘callejeros de la fe’, felices de llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada plaza, a cada rincón de la tierra!” (E.G.106). • Trabajar por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Y recuerda con insistencia el Papa: “Donde hay vida, fervor, ganas de llevar a Cristo a los demás, surgen vocaciones genuinas.” (E.G.107). Como ya expresaba el Papa frente a la tentación del pesimismo estéril “los males de nuestro mundo y los de la Iglesia no deberían ser excusas para reducir nuestra entrega y nuestro fervor. Mirémoslos como desafíos para crecer.” (E.G.84). Por eso, frente a la tentación del desánimo, el Papa nos recuerda que “los desafíos están para superarlos”. Seamos realistas, pero sin perder la alegría, la audacia y la entrega esperanzada ¡No nos dejemos robar la fuerza misionera!”(E.G. 109) dimensión misionera | 20 | Septiembre - Octubre 2014
¡Ser sacerdote misionero, ser evangelizador de Jesucristo!
“Por consiguiente, un evangelizador no debería tener permanentemente cara de funeral. Recobremos y acrecentemos el fervor, «la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas […] Y ojalá el mundo actual –que busca a veces con angustia, a veces con esperanza– pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo”. (Papa Francisco)
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Dimensión Misionera de la Vocación
Vocación Misionera: la alegría de la consolación, la cruz y la oración según el Papa Francisco
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Ustedes son seminaristas, novicios y novicias, jóvenes en el camino vocacional, provenientes de todas las partes del mundo: ¡representan a la juventud de la Iglesia! Si la Iglesia es la Esposa de Cristo, en cierto sentido ustedes constituyen el momento del noviazgo, la primavera de la vocación, la estación del descubrimiento, de la prueba, de la formación. Y es una etapa muy bonita, en la que se ponen las bases para el futuro. ¡Gracias por haber venido! Hoy la palabra de Dios nos habla de la misión. ¿De dónde nace la misión? La respuesta es sencilla: nace de una llamada que nos hace el Señor, y quien es llamado por Él lo es para ser enviado. ¿Cuál debe ser el estilo del enviado? ¿Cuáles son los puntos de referencia de la misión cristiana? Las lecturas que
hemos escuchado nos sugieren tres: la alegría de la consolación, la cruz y la oración. 1. El primer elemento: la alegría de la consolación. El profeta Isaías se dirige a un pueblo que ha atravesado el periodo oscuro del exilio, ha sufrido una prueba muy dura; pero ahora, para Jerusalén, ha llegado el tiempo de la consolación; la tristeza y el miedo deben dejar paso a la alegría: “Festejad... gozad... alegraos”, dice el Profeta (66,10). Es una gran invitación a la alegría. ¿Por qué? ¿Cuál es el motivo de esta invitación a la alegría? Porque el Señor hará derivar hacia la santa Ciudad y sus habitantes un “torrente” de consolación, un “torrente” de consolación, tan lleno de consuelo, un torrente de ternura materna: “Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán”. Cuando la mamá pone al niño so-
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bre sus rodillas y lo acaricia, así hará el Señor con nosotros y hace con nosotros. Éste es el torrente de ternura que nos da tanto consuelo. “Como a un niño a quien su madre consuela, así los consolaré yo” (v. 12-13). Todo cristiano, sobre todo nosotros, está llamado a ser portador de este mensaje de esperanza que da serenidad y alegría: la consolación de Dios, su ternura para con todos. Pero solo podremos ser portadores si nosotros experimentamos antes la alegría de ser consolados por Él, de ser amados por Él. ¡Esto es importante para que nuestra misión sea fecunda: sentir la consolación de Dios y transmitirla! Yo he encontrado algunas veces a personas consagradas que tienen miedo de la consolación de Dios, y pobres, pobres, se atormentan, porque tienen miedo de esta ternura de Dios. Pero no tengan miedo.
Dimensión Misionera de la Vocación No tengan miedo, el Señor es el Señor de la consolación, el Señor de la ternura. El Señor es Padre y Él dice que hará con nosotros como una mamá con su niño, con su ternura. No tengan miedo de la consolación del Señor. La invitación de Isaías ha de resonar en nuestro corazón: “Consolad, consolad a mi pueblo” (40,1), y convertirse en misión. Encontrar al Señor que nos consuela e ir a consolar al pueblo de Dios. Ésta es la misión. La gente de hoy tiene necesidad ciertamente de palabras, pero sobre todo tiene necesidad de que demos testimonio de la misericordia, La ternura del Señor, que enardece el corazón, despierta la esperanza, atrae hacia el bien ¡La alegría de llevar la consolación de Dios! 2. El segundo punto de referencia de la misión es la cruz de Cristo. San Pablo, escribiendo a los Gálatas, dice: “Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo” (6,14). Y habla de las “marcas”, es decir, de las llagas de Cristo crucificado, como el cuño, la señal distintiva de su existencia de Apóstol del Evangelio. En su ministerio, Pablo ha experimentado el sufrimiento, la debilidad y la derrota, pero también la alegría y la consolación. He aquí el misterio pascual de Jesús: misterio de muerte y resurrección. Y precisamente haberse dejado conformar con la muerte de Jesús ha hecho a San Pablo participar en su resurrección, en su victoria. En la hora de la oscuridad y de la prueba está ya presente y activa el alba de la luz y de la salvación ¡El misterio pascual es el corazón palpitante de la misión de la Iglesia! Y si permanecemos dentro de este misterio, estamos a salvo tanto de una visión mundana y triunfalista de la misión, como del desánimo que puede nacer ante las pruebas y los fracasos. La fecundidad pastoral, la fecundidad del
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"Me he encontrado con personas consagradas que tienen miedo a la ternura y a la consolación de Dios. No tengáis miedo de la consolación del Señor" Papa Francisco
anuncio del Evangelio no procede ni del éxito ni del fracaso según los criterios de valoración humana, sino de conformarse con la lógica de la cruz de Jesús, que es la lógica del salir de sí mismos y darse, la lógica del amor. Es la Cruz - siempre la cruz con Cristo -, la que garantiza la fecundidad de nuestra misión. Y desde la cruz, acto supremo de misericordia y de amor, renacemos como “criaturas nuevas” (Ga 6,15). 3. Finalmente, el tercer elemento: la oración. En el Evangelio hemos escuchado: “Rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies” (Lc 10,2). Los obreros para la mies no son elegidos mediante campañas publicitarias o llamadas al servicio de la generosidad, sino que son “elegidos” y “mandados” por Dios. Es Él quien elige, es Él quien manda, es Él quien envía, es Él quien da la misión. Por eso es importante la oración. La Iglesia, nos ha repetido Benedicto XVI, no es nuestra, sino de Dios; y cuántas veces nosotros los consagrad pensamos que es nuestra ¿eh? Hacemos lo que se nos ocurre... Pero no es nuestra, es de Dios, el campo a cultivar es suyo. Así pues, la misión es sobre todo gracia. La misión es gracia. Y si el apóstol es fruto de la oración, encontrará en ella la luz y la fuerza para su acción. En efecto, nuestra misión pierde su fecundidad, e incluso se apaga, en el mismo momento en que se interrumpe la conexión con la fuente, con el Señor.
Queridos jóvenes en el camino vocacional: “La evangelización se hace de rodillas”, sean siempre hombres y mujeres de oración. ¡Sean siempre hombres y mujeres de oración! Sin la relación constante con Dios la misión se convierte en función. Pero que tú trabajes, como sastre, como cocinera, como sacerdote, ¿trabajas como sacerdote, trabajas como religiosa...? No. No es un oficio, es otra cosa. El riesgo del activismo, de confiar demasiado en las estructuras, está siempre al acecho. Si miramos a Jesús, vemos que la víspera de cada decisión y acontecimiento importante, se recogía en oración intensa y prolongada. Cultivemos la dimensión contemplativa, incluso en la vorágine de los compromisos más urgentes y acuciantes. Cuanto más les llame la misión a ir a las periferias existenciales, más unido ha de estar su corazón a Cristo, lleno de misericordia y de amor. ¡Aquí reside el secreto de la fecundidad pastoral, de la fecundidad de un discípulo del Señor! Jesús manda a los suyos sin “talega, ni alforja, ni sandalias” (Lc 10,4). La difusión del Evangelio no está asegurada ni por el número de personas, ni por el prestigio de la institución, ni por la cantidad de recursos disponibles. Lo que cuenta es estar imbuidos del amor de Cristo, dejarse conducir por el Espíritu Santo, e injertar la propia vida en el árbol de la vida, que es la Cruz del Señor”. DM
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Dimensión Misionera de los Pueblos
LA VIDA DONADA EN LA MISIÓN DE TANZANIA, ÁFRICA
Sor Claudia Lancheros, MC
¿QUIÉNES SOMOS?
Estamos presentes en:
Somos una congregación misionera fundada en 1910, en Turín Italia, por el Beato José Allamano. El nombre nos viene de la Virgen Consolata, patrona del Piemonte en Italia, desde cuyo Santuario nació nuestra comunidad internacional, integrada por sacerdotes, hermanas, hermanos y laicos. Nuestra tarea en la iglesia es el anuncio de la Buena Noticia de Jesús a los pueblos todavía no evangelizados, con preferencia por aquellas comunidades humanas más necesitadas y marginadas, las minorías étnicas, los que “no tienen voz”; con particular atención a la familia, la mujer, los jóvenes y la formación de líderes. Además, estamos empeñadas en animar misioneramente las comunidades cristianas y facilitar a los jóvenes el discernimiento de la opción vocacional al servicio de la misión. La vocación misionera, un don de Dios, Él da diferentes dones naturales y sobre naturales y el Espíritu Santo se adapta a las índoles, a las fuerzas, a las capacidades de cada persona, para hacernos santos a todos. San Pablo enseña que cada uno de nosotros ha recibido un don de Dios. ( Beato José Allamano)
África: Etiopía, Guinea Bissau, Liberia, Mozambique, Kenia, Djibout, Tanzania
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América: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Venezuela, Estados Unidos Europa: España, Inglaterra, Italia, Portugal Asia: Mongolia
Dimensión Misionera de los Pueblos
M
e llamo Claudia Lancheros, hermana Misionera de la Consolata, colombiana y quiero compartirles algunas realidades que he vivido en Tanzania, donde me encuentro desde 2010. En especial les hablaré desde la misión de Manda (en la región de Dodoma) donde estamos presentes desde 2011.
Manda es un pueblo de agricultores Manda es un pueblito con cerca de diez mil habitantes, situado a 120 km de la capital, Dodoma. Se llega a través de carreteras no asfaltadas. Las catorce veredas de Manda que pertenecen a la Parroquia Nuestra Señora la Consolata, se encuentran aisladas también de la comunicación: no hay acceso telefónico, internet ni correo. El pueblo vive de la agricultura, así que en la época de las lluvias (más o menos de diciembre a marzo), trabajan la tierra a fin de obtener el sustento para todo el año.
¿Y nosotras, quiénes somos? Cuando las Hermanas Misioneras de la Consolata llegamos a Manda, causamos inquietud. Las personas se preguntaban quiénes éramos. Para muchos de ellos, en verdad, era la primera vez que veían una religiosa. Con el tiempo, fueron asimilando quiénes éramos. Al compartir
con ellos la vida diaria, comprendieron que éramos mujeres de Dios que queríamos caminar junto con ellos para encontrar y donar a Jesús en la realidad cotidiana. Un día nos acercamos a un grupo de niños que pastoreaban un redil de vacas y cabras; ellos pasaban cerca de nuestra casa para recoger agua potable del pozo de la misión. Intercambiamos algunas sonrisas y miradas y comenzamos a conocernos recíprocamente, sus primeras preguntas eran sobre quiénes éramos y por qué estábamos ahí. Un día vino la mamá de uno los niños Mamá Kulwa ( allí las mujeres se hacen llamar por el nombre de los hijos, por ejemplo: Mamá Kulwa. Es señal de respeto y dignidad de la maternidad). Ella deseaba conocer quiénes eran esas mujeres de las que su hijo hablaba cuando regresaba a casa. La hicimos entrar en nuestra sala, donde había un cuadro con la imagen de la Sagrada familia que a ella le llamo la atención. Le causó inquietud el hombre, la mujer y el niño. Así, le presentamos a San José, la Virgen María y al Hijo de Dios. El hecho de que “Dios se hubiera hecho tan pequeño”, la dejó muy sorprendida: ¿Así de pequeño? -Dijo. Sí. Nuestro Dios que se hizo así de pequeño nos sorprende verdaderamente. Le respondimos. Mama Kulwa volvió otro día a visitarnos y esta vez traía otra preguntas: ¿Cómo se desenvuelve nuestra vida? ¿cómo es posible que tantas mujeres de diferentes culturas vivamos juntas? ¿por qué no tenemos hijos?
¿de dónde obtenemos la fuerza para estar en Manda, con la gente, y si era de alguna medicina tradicional? Le dijimos que nuestra fuerza nos viene de Dios, por medio de la oración. Esta respuesta nos llevó a confrontarnos, a ella y a nosotras, con el misterio de Dios que nos acompaña cada día y del cual recibimos todas las gracias para cultivar el don de la vida. ¡Cuántas veces estos encuentros se vuelven oportunidades para intercambiar sonrisas, conocer sus alegrías, dificultades y aprender a desacomodarnos para acoger a quien llega! Son encuentros, que nos catequizan y nos llevan a reflexionar sobre nuestras y sus vidas, ante Dios que es Padre de todos.
Un Dios que es providente En Manda, en general, las tribus viven las propias tradiciones y religiones ancestrales. Existe una pequeña comunidad cristiana. Un día, sabiendo que el agua era escasa y que para cultivar se depende de las lluvias, le pregunté a una señora sobre la tierra seca y su consecuencia en los cultivos. Las lluvias estaban tardando, pero se encesitaba cultivar. Ella me dijo: “Dios sabe de qué tenemos necesidad. A su tiempo el Señor enviará el agua necesaria para nuestra tierra”. Después de pocos días, vino una lluvia abundante y quedé impresionada del testimonio de esta mujer con una fe tan profunda en la providencia del Padre que nos invita a esperar su tiempo, tantas veces diferente del nuestro.
Agradezco La vida misionera consagrada es para mí un don grande, precioso, del cual soy inmensamente agradecida a Dios. La experiencia de vida junto a la gente de Manda me ha llevado a entender el don de la consolación como algo que se recibe y se dona. Es un intercambio mutuo. La riqueza del encuentro con las personas me lleva a descubrir a Dios presente en el pueblo, y percibo cómo en este intercambio de la vida, crecen en mí la fe, la esperanza y la alegría. DM
Septiembre - Octubre 2014 | 25 | dimensión misionera
Dimensión Misionera de una Vida
Padre Bruno Del Piero
Un guía en mi camino Por: Alberto Cancian
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omo habíamos escrito en la revista Missioni Consolata del mes de marzo de 2013, en Colombia, durante 2012 había habido un misionero por visitar, de quien había escuchado hablar desde pequeño. Conocía este misionero porque nací en su pueblo de origen, Roveredo in Piano, un pequeño pueblo en el campo del norte de Italia. En nuestro pueblito, el padre Bruno Del Piero parecía no haberse ido nunca para sus tierras de misión, despues de 52 años de Colombia, era como si estuviera todavía en su casa, todos lo amaban. Esos sentidos me hicieron partir la primera vez. Despues de aquel viaje ha nacido: “Colombia. Viaggio, di vita.”, un libro en el cual escribí mi experiencia de algunas semanas al lado de padre Bruno y que ha sido publicado para ayudar con las ofrendas de su vendida a las misiones de
la comunidad de los Misioneros de la Consolata en Colombia. Pero desde aquel viaje no ha nacido solo este libro, en efecto, en aquellos días en la Foresta Amazónica colombiana, el padre Bruno me confió que necesitaba alguien que escribiera la historia del los misioneros de la Consolata en Caquetá y Putumayo, departamentos del Sur de Colombia donde los misioneros trabajan desde 1951. “¿Podrías hacerlo?” –me dijo. No había respuesta más segura y llena de entusiasmo como mi sí. Un trabajo y una tarea complejos, pero un sueño hecho realidad. Así, después de haber organizado todo con
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el Superior General, padre Stefano Camerlengo, el referente para Italia, el padre Michelangelo Piovano y el Superior de la Región ColombiaEcuador, el padre Angelo Casadei, el 12 de noviembre de 2013 me fui otra vez para Colombia, y esta vez para seis meses. Pensaba ir a escribir este libro, pero al final, me di cuenta de que la tarea que se me había encomendado era mucho más grande. Igualmente, todo ha surgido para cumplir mi primera tarea. El libro sobre la historia de los discipulos de Giuseppe Allamano en Caquetà y Putumayo. Este quiere ser un instrumento divulgativo, con un estilo
¿Para mí, por qué? Tuve la posibilidad de aprender de un ejemplo inmaculado, de encontrar una guía que me mostró la vía justa en todos los pasos que daré en mi futuro.
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Dimensión Misionera de una Vida
sencillo y narrativo. Será publicado para que todos conozcan la obra en la misiones, para quien todavía no sabe que en este complicado rincón del mundo el compromiso de los misioneros y misioneras ha sido completo, total. Para obtener este resultado he empezado recogiendo el material, los libros, los documentos. He entrevistado a los misioneros que encontraba y a las personas que con ellos han vivido por más de sesenta años de compromiso para el “próximo”. Pero, para hacer todo esto he vivido con el padre Bruno. Vivíamos en la Parroquia del Torasso, en Florencia, la capital del Departamento del Caquetá, la ciudad que el 26 de abril de 1952 acogió al primer Obispo de la Consolata en Colombia, el inolvidable monseñor Antonio Maria Torasso. Una ciudad que todavía vive de la obra incansable de los misioneros de la Consolata, que han dado forma a estas regiones, las han traído al desarollo actual, trabajando en lo social, en la instrucción, en la sanidad, en el espíritu. Aquí, donde durante décadas “el bien necesitaba hacerlo bien”, como exigía el fundador del Instituto.
Les aseguro que aquí el bien ha sido hecho bien, y no lo digo yo, lo dice la gratitud de la gente, el cariño hacia los misionero; lo decía, no a través de palabras, la figura de el padre Bruno. Lo decía con los hechos, sus comportamientos, sus acciones, su espíritu, su compromiso, desde su venida hasta los últimos alientos. Sí, porque al final, yo he tenido la oportunidad de vivir con el padre Bruno Del Piero los últimos seis meses de su vida. El Padre Bruno dejó este mundo y su Caquetá el Miércoles Santo, el 16 de abril de 2014. En sus últimos meses y para sus últimas palabras, fue enviado un paisano para acompañarlo, como quizás él habría querido. Ahora escribo intentando contener la emoción, digo que también fue enviado para mí, para preparar un diseño más grande que para el que pensó haber venido al otro lado del mundo. En Colombia se dice: “Dios sabe cómo hace sus cosas” La muerte de padre Bruno fue repentina. Él tuvo una salud increíble. Fue un hombre muy fuerte, de los que no se ven mas: “Se ha acabado la fábrica”, decía cuando mi salud no era perfecta por adaptarse al mundo tropical,
tan diferente del clima italiano. Nos dejó por un choque cardiaco debido a la diabetes, pero hasta dos días antes no solo se sentía bien, seguía dándome el ejemplo de cómo necesitaba ser “antes santo y luego misionero”, siempre según las palabras dejadas por el Beato Josè Allamano. Para que este ejemplo sea claro y nos ilumine, escribo lo que me dijo la última noche, antes del rápido viaje al hospital: “Alberto, creo haberme cansado demasiado; a pesar de que no tenía fuerzas, celebré la Misa en latin, más de una hora en la capilla, luego recé todo el breviario y al final leí un largo artículo sobre la iglesia”. Este era el padre Bruno, como han dicho en sus exequias: “Un hombre de Dios, un hombre de la iglesia, un hombre de la gente”. Desde el día de su ordenación, el 18 de marzo de 1961, víspera del amado San José, ni un día había dejado de celebrar la misa y de rezar el breviario. Esa fue su fuerza. Allí entrenó su espíritu. Gracias a este apoyo diario, superó las dificultades de la misión, la falta de paz en sus regiones colombianas, los asesinatos y todos los problemas sociales. Construir la sociedad y sus valores; además de las escuelas
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Dimensión Misionera de una Vida y las capillas. Superó todo gracias a bases sólidas. Personas como yo, que tuvimos la suerte de vivir con él y de darnos cuenta del respeto hacia los otros, lo hicieron grande en su extrema humildad. Este amor para Dios y este amor para la Iglesia también fueron la base de su amor incondicionado y gratuito para la gente. Desde hace dos años me impresioné por el amor del padre Bruno, la gratitud infinita de generaciones lo paraban en cada callecita par darle gracias, para saludarlo, para pedirle una bendición. Con él entendí el porqué de este amor. El padre Bruno fue incansable, siempre disponible para todos, cualquiera que viniera a Torasso con qualquier súplica era acogido y ayudado. Era siempre de buen genio y lo transmití a a los otros, también eso hacía parte de su fuerza. A pesar de tener 82 años, se levantaba cada mañana a las cuatro y treinta después de una hora de oración. Iba a cumplir con su tarea. Visitaba todos los enfermos del hospital y daba la Misa en la capilla, ni un día en seis meses lo oí decir que estaba cansado. Así hizo durante casi 52 años, desde aquel 15 de noviembre de 1962 cuando llegó a Florencia. Como han dicho muchisimos, medio siglo de mision en el cual nunca se ahorró a sí mismo, en el cual recorrió la natura salvaje del sur de Colombia, de pie, a caballo o en canoa, para llegar hasta los más lejanos, los últimos. Párroco casi en todos los pueblos de Caquetá, fundador de ciudades, pueblos e innumerables iglesias y capillas. Un verdadero misionero, lo llevó en la sangre y desde aquella sangre fortaleció cada Eucaristía. Hizo muchísimo, probablemente, necesitaré otro libro para hablar de eso; por ahora, lo dice el amor de la gente. El amor que se manifestó deslumbrante durante los días en que el padre Bruno volvió al Padre. Días en los cuales el dolor para el luto y al amor para este hombre nos envolvieron. Días en los cuales las iglesias no pudieron contener todos los ojos brillantes, rellenos de estima y gratitud de la población que quiso acompañarlo. ¡De verdad! Ha sido emocio-
nante y edificante participar en esta recompensa al padre Bruno de los que andan todavía en este mundo, por haber sido guía guiado y por haber sostenido este andar durante más de cincuenta años, entregando todas sus fuerzas a disposición de los otros. ¡Qué bonito ver cómo esta huella y esta semilla se han multiplicado y han dado fruto en la gente de aquellos departamentos! ¡Qué bonito haber visto nacer fundaciones a nombre del padre Bruno! fundaciones para la ayuda de los pobres, de los enfermos, de los más necesitados, de todos los que durante años se apoyaron en el padre Bruno y que reciben ayudas gracias a los dones que florecerán en las personas que dejaron sembrar en sí la semilla de su ejemplo. Tuve la suerte de vivir esto en primera persona. Al final estuve allì para acompañarlo y para representar a su familia, a su pueblo natal, que por su inesperada muerte no pudieron estar presentes para acompañarlo en sus últimos momentos. Estuve allí porque todos los que perdieron al padre Bruno tuvieron un hombro en donde dejaron fluir las lágrimas por el dolor de la pérdida, pero también por la alegría y la gra-
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cia de haber podido conocerlo, de haber conocido, como todos decian: “a un Santo”. Seguramente todo fue muy fuerte. Emotivamente fue difícil de sostener si no hubiera tenido la suerte de abrir los ojos y de darme cuenta de que esta era mi tarea, que todo ya estaba escrito, que me tocaba a mí. Los dolores más grandes del hombre son aquellos relacionados con las respuestas que él no sabe darse a las preguntas que le pone la vida. Para mí, aquella respuesta fue inmediatamente clara, como clara era la pregunta: “¿Por qué yo?” para mí el padre Bruno, para su familia, para toda la gente que lo amó, para mi. El Padre Bruno no fue solamente un misionero ejemplar, fue un hombre ejemplar. Todos a quienes se donó dicen que fue un Santo. Entonces, tuve la oportunidad de ver, tocar con mano, acompañar, probar en mi piel esta tensión de la santidad. El padre Bruno fue un ejemplo, pero los valores que siguió con fuerza y que transmitió en el compromiso que puso en cada cosa, mostró la gratuidad que había en cada uno de sus gestos hecho para los otros, para la excelsitud de su espiritualidad, para su pureza, su rectitud, su fuerza.
Dimensión Misionera de una Vida Como dicho está, fuerza hubo en sus bases. Me lo demostró hasta el último día, cuando en el taxi Corsa que lo llevó al hospital después de le enfermedad, me susurró sus ultimas palabras: “estos son los últimos alientos antes de la muerte”. Estas palabras las dijo inspirándome conciencia, tranquilidad, serenidad, total ausencia de temor. Él estaba listo para pasar a la vida que, a través de toda su entrega, había buscado durante ochenta años. En aquel momento se me aclaró otro designio: En Navidad presencié la muerte de una hermana que estaba en la misa de la mañana para celebrar la Navidad. Yo salí de la casa del Torasso para ir a la iglesia, acababa de hablar con mi mejor amigo en Italia que, como regalo de Navidad, me había dicho que su esposa esperaba una niña. Saliendo, fui llamado por las hermanas y enseguida busqué al padre Bruno, quien llegó para impartirle los santos óleos. Yo estuve trastornado, porque en pocos segundos pasé da la noticia de un nacimiento a la de una muerte. Se lo confié al padre Bruno. Él me dijo: “Querido Alberto, no es como tú lo ves, hoy has visto dos nacimientos, uno en este mundo, uno para el otro”. Así, el padre Bruno vio la muerte y también la suya, por eso estaba sereno, listo, en paz. Él estuvo para nacer nuevamente entre los brazos del Dios que tanto amó, para reencotrar a la Consolata y a San José, que lo habían protegido en sus aventuras, como sus padres, que no por casualidad se llamaban Maria y José. En el periodo de Pascua descubrí que aquel “nacimiento” en Navidad fue para mí una prueba que me preparaba para lo que enfrenté durante la Semana Santa. La necesité para fortalecer mis hombros, para soportar aquel choque, ya estaba escrito. Necesité cumplir esta escritura después de haber tenido la gracia de comprenderla. Esta es la historia de los últimos meses, y es solo el empezar. En octubre volveré a Caquetá
para terminar el libro que me han comisionado y quién sabe si para escribir otro. Esta vez la bienvenida no estará en el abrazo inolvidable del padre Bruno. Físicamente sus brazos no me volverán a acoger en sus tierra de mision, en la tierra en la cual quiso ser enterrado. El Padre Bruno descansa en el cementerio de Cartagena del Chairá, pueblo en el que estuvo para su fundación. Precisamente quiso ser sepultado abajo del la cruz que construyó al lado de la capilla del cementerio. Como han dicho en los dias de su “nacimiento”, en Caquetá están seguros
de que desde la tumba del padre Bruno florecerán las vocaciones, que aquel sepulcro se convertirá en un lugar de peregrinaciones. Ya hoy es así. Desde cada rincón, miles de gentes siguen llegando para agradecer una y otra vez al padre Bruno, por todo lo que donó hasta lo último, hasta el gesto de querer permanecer allí donde hizo nacer y crecer iglesias, pueblos, personas. ¡Porque la vida, la verdadera vida, sigue! Yo no seré más envuelto en un abrazo, pero superaré la tristeza material, porque ahora: tengo una guía, en mi camino. DM
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Dimensión Misionera de la Juventud
Los intentos juveniles para realizar la misión intergentes de la Iglesia Por: Jonathan Acuña Paula
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l Papa Francisco escribió en junio del año pasado un tuit en su cuenta @pontifex de la red social Twitter, en el que afirmó que la comida que se tira a la basura es como “el alimento que se roba al pobre, al que pasa hambre”. Esa afirmación golpeó mi conciencia de discípulo misionero de Jesús. Desde hace unos años reflexiono sobre el misterio de “partir el pan” en
este mundo donde tantas guerras se han librado por cuenta de los que lo quieren acumular y de los que lo necesitan para alimentarse. En la propuesta total que nos hace Jesús para vivir bien en este planeta y para saber participar en la vida de la familia humana, el pan aparece no solo como el símbolo de la unidad, sino como la fuerza misma que conduce a ella. Desde esa lógica el pan para ser pan tiene que ser partido, re-partido para ser compartido. ¡un pan entero es pecado! El pan para ser pan tiene que ser partido. Por eso Jesús nos lo muestra y dice “hagan esto en conmemoración mía”. De aquí nace una gran misión, la misma que el Padre le encomendó a Jesús: partir el pan. Esa es la salvación del mundo y de la humanidad. Esta predicación tan simple y profunda ha tocado mi corazón y la de muchos estudiantes de la Universidad Cooperativa de Colombia sede Ibagué que pertenecen al equipo de Pastoral Universitaria de Bienestar. Con ellos nos hemos puesto a pensar de qué modo hacer viva la predicación de Jesús en una ciudad como la nuestra que necesita que la dinámica del Evangelio salga de los templos y recorra las calles, los centros estudiantiles y los sitios de trabajo. ¿Cómo hacer misión en lo cotidiano de lo urbano de nuestra ciudad? Eso que llaman misión intergentes, es decir la misión entre los no cristianos que viven en la ciudad de los cristianos, entre la gente que no participa en la vida de la Iglesia, entre los indiferentes y “alejados”. Me inquieta mucho ver cómo lo de Jesús no es suficientemente propuesto fuera de los templos. Por eso amo tanto el oratorio que tenemos en el barrio de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen de Ibagué. Allí, con otros jóvenes reunimos niños semanalmente y los animamos a conocer a Jesús, a amar a la comunidad sobre el individualismo y les mostramos la vida de la Iglesia. Con esa actividad hemos logrado llegar a muchos adultos y familias que admiran nuestra actividad. Evangelizar es muy lindo y la pastoral es verdaderamente el camino para conocer el Reino de Jesús.
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Dimensión Misionera de la Juventud
Un día, en una reunión, entre los universitarios surgió la propuesta de hacer un “aguapanelazo” para los habitantes de la calle de nuestra ciudad. Eso me gustó mucho, pues la iniciativa daba cuenta de la aceptación de la propuesta de Jesús de partir el pan. Se trataba de salir a caminar las calles del centro de Ibagué para encontrarse con las personas que viven en ella y compartir una aguapanela y un pan. Esta iniciativa era “hacer carne” la Iglesia en salida de la que habla el Papa Francisco. Todo esto me gusta porque muestra que lo de Jesús y la Iglesia si es posible. Y qué bonito ha sido ver a esos estudiantes pedir limosna para los pobres y para compartir con ellos en la calle. Ellos están visibilizando los hermanos de la calle, los que no tienen familia y son fastidio para los que lo tienen todo. La primera experiencia la realizamos el jueves diez de abril por algunas calles de nuestra ciudad y se compartió con doscientas personas entre niños, niñas, jóvenes, adultos y ancianos, incluso familias enteras que viven en la calle. Fue una experiencia significativa para nosotros los universitarios, quienes después de un día de estudio nos dimos a la tarea evangélica de salir de sí mismos para ir al encuentro de los que viven en la calle y no tienen nada por diferentes circunstancias y por el desequilibrio social pecaminoso de nuestra sociedad. Esa experiencia misionera, que se ha ido repitiendo cada semana, nos ha conmovido y edificado. El Papa Francisco tiene razón cuando habla de la alegría de evangelizar y en el puro principio de su exhortación apostólica Evangelii Gaudium se puede leer: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. Hay otra frase del Papa Francisco que resume muy bien el espíritu de los tiempos que parecen que vienen y que nos motiva para hacer misión inter gentes: “Prefiero una Iglesia herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos”. DM
Me llamo Jonathan Acuña Paula, tengo 23 años y estoy terminando mis estudios de psicología en la Universidad de Ibagué. Desde niño quise ser discípulo misionero de Jesús y en la medida en que he ido creciendo he ido apasionándome grandemente por la pastoral. Desde hace cinco años participo en la Escuela de Discipulado y Misión que animan los Misioneros de la Consolata en un movimiento pastoral que se llama “Universitarios en Misión”, en donde participan muchos jóvenes profesionales y estudiantes. La escuela es totalmente informal y uno puede participar desde su lugar de estudio y pastoral. En él hay jóvenes de diferentes grupos y movimientos juveniles parroquiales y diocesanos. Su objetivo es acompañar al joven a conocer la persona y las propuestas de Jesús para que “otro mundo sea posible”, es decir para establecer el Reino de Dios en medio de las culturas y pueblos de nuestro planeta. La escuela se hace mientras vas creciendo, estudiando y participando en las pastorales de tu comunidad parroquial. Es muy chévere porque te van acompañando en forma personalizada y en grupo, pues puedes participar en las misiones de navidad y Semana Santa en donde aparte de hacer pastoral con la gente, tienes la oportunidad de recibir el contenido formativo y espiritual de la escuela de discipulado y misión. Me he beneficiado grandemente de esta iniciativa de la animación misionera que hace la familia Consolata en Colombia.
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Dimensión Misionera de la Iglesia
Misión intergentes, el concepto que redefine la práctica de la misión Por: P. Simbwa Lawrence, imc ad gentes ¿Qué es eso de la misión ad gentes e inter gentes? Y sobre todo, ¿cómo se hace una pastoral misionera intergentes? La necesidad de ella es muy grande, son muchas las personas que no participan en la vida de la Iglesia aunque se denominen cristianos católicos y por lo demás son indiferentes a la practica religiosa y espiritual del Evangelio en la vida personal y mucho más en la vida comunitaria. Le urge y a la Iglesia salir al encuentro de esas personas que son muchas más que las que participan en su vida sacramental. Hace falta una pastoral de misión inter gentes para hacer en nuestros barrios, en nuestras calles y en nuestros lugares de trabajo. Esa pastoral tienen que hacerla los movimientos apostólicos, las parroquias y en definitiva los discípulos misioneros de Jesús.
E
n términos simples, la misión ad gentes no significa otra cosa que la misión para la humanidad, es decir, aquella misión que se realiza hacia la gente, de forma explícita, la que no ha conocido a Jesucristo el único Salvador del mundo. En este sentido, la evangelización está al servicio de anunciar a Jesucristo a quienes no lo conocen. Dicho de otra forma, en términos más misioneros es lo que se llama el Primer Anuncio o la primera evangelización. Básicamente, el Primer Anuncio es llevado a cabo en una misión ad extra, quiere decir, en virtud del mandato de Cristo de “vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos,” los evangelizadores y evangelizadoras desde las comunidades maduras en fe y desde las Iglesias locales que sientan la necesidad de compartir su fe en el resucitado, salen hacia otros pueblos (normalmente fuera de sus países de origen y de sus circunscripciones locales) a fin de proclamar esa Buena Nueva del nazareno. Eso da a entender que la misión ad gentes es tradicionalmente considerada como una misión ad extra y un cometido que implicaría ir hacia afuera al encuentro con otros y otras, principalmente a quienes no conocen el Evangelio de Cristo. En cambio, la Misión Inter Gentes, es fundamentalmente una misión entre la gente, ya sea entre la que profesa la fe cristiana como en-
tre la que todavía no ha sido cristianizada. En ambos casos, la misión inter gentes sirve de valor inestimable en la realización y redefinición de la actividad misionera. De esta forma, no cabría duda alguna que dicha misión enriqueciera sobremanera la ejecución de la misión ad gentes, especialmente en los nuevos contextos y desafíos que el mundo actual está lanzando. Ahora bien, ¿Qué implicaría decir que la misión inter gentes es un concepto enriquecedor para la misión ad gentes en el mundo presente? Pues, partiendo de las pinceladas dadas en los parágrafos anteriores, es bien necesario enfatizar que en la actualidad, al hablar de la misión ad gentes, no se puede considerar como únicamente aquella que se realiza de manera explícita ad extra, esto es, exclusivamente hacia afuera del mundo cristiano y de las comunidades ya maduras en la fe. De igual forma, no significaría solamente ir a otros continentes, naciones, y pueblos lejanos (aunque asimismo eso sea significativo e imprescindible) para proclamar el Evangelio. Hoy en día, las gentes sedientas del Evangelio de Cristo se hallan también en los lugares de cristiandad antigua ya hace tiempo. Basta que se descubra donde viven esas personas y una vez que se las han descubierto, ahí se empieza a proyectar la forma de realizar la misión entre ellas. Sin lugar a equivocación, esas gentes están entre
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nosotros y pueden ser: nuestros familiares, amigos, los refugiados y desplazados, los vecinos al despacho parroquial, los choferes de buses con los cuales viajamos, la mujer que nos vende las verduras, los indigentes, etc. Por consiguiente, todos aquellos en medio de nosotros lejos de la convicción del Evangelio, aunque profesen la fe cristiana, no son inmune de esta misión. En este sentido, son espacios propicios para la misión ad gentes. Para hacer frente a esos desafíos, el Magisterio eclesial y diversas Iglesias locales han marcado la pauta en la búsqueda de multiformes formas para acercarse pastoralmente a esa realidad, y responder a los interrogantes que hoy brotan de la inquietud del corazón humano y de sus necesidades tan urgentes. Por tal razón, hoy no paramos de hacer referencia a la misión continental y a la nueva evangelización como medios, entre muchos, que pretenden ayudar a que el cristiano católico del mundo presente cada vez más reavive su identidad con Jesucristo. Por lo tanto, de acuerdo con lo descrito anteriormente, la misión inter gentes implicaría: (A) construir y promover una Iglesia auténticamente multicultural, esto es, una Iglesia que sea hogar de gente de varios trasfondos culturales, y (B) ser un instrumento del diálogo intercultural a fin de manifestar la universalidad del Reino de Dios.DM
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Dimensión Misionera de la Educación
Búsquedas de animación misionera para la juventud y la misión intergentes: El intento del proyecto educativo “Otro Mundo Posible”
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l Papa dice que: La enfermedad típica de la Iglesia encerrada es la autorreferencial; mirarse a sí misma, estar encorvada sobres sí misma como aquella mujer del evangelio. Es una especie de narcisismo que nos conduce a la mundanidad espiritual y al clericalismo sofisticado, y luego nos impide experimentar la dulce y confortadora alegría de evangelizar. El papa Francisco señala que la misión ad gentes e intergentes es el remedio para la enfermedad. La Iglesia tiene que continuar con su misión en el mundo durante este nuevo milenio que acabamos de empezar. Tiene que salir de sus fronteras para anunciarles y participarles a los pueblos y culturas del mundo las propuestas de Jesús. Esa actividad es lo que llamamos misión ad gentes y debe estar dentro de la casa, de la comunidad, de los creyentes. A esa misión le llamamos misión intergentes y nos concierne mucho: anunciar a nuestras gentes de Jesús, entre los que viven cerca, a nuestros vecinos, parientes y amigos. La pregunta se hace cada vez más urgente: ¿Cómo compartir el evangelio a quienes viven cerca de nosotros y lo conocen muy poco o nada? Eso no es fácil. La prueba está en el mundo juvenil con quien vivimos. Los profesores de religión, los padres de familia y los pastoralistas dicen que es difícil hablar con los jóvenes de religión, espiritualidad y a veces de Jesús. Muchos párrocos se lamentan de la poca participación de ellos en la vida de la Iglesia
y de que muchas veces responden con agresividad a nuestras iniciativas religiosas. Por eso, se necesitan métodos nuevos para saber dialogar con ellos y saber de qué manera presentarles las propuestas de Jesús para vivir bien y para asumir actitudes evangélicas. El proyecto educativo y de animación misionera “Otro Mundo es Posible” nació intentando hablar con los jóvenes y llevándolos a reflexionar las propuestas que hace dos mil años nos empezó a presentar Jesús de Nazaret. El proyecto ofrece un portafolio de servicios a colegios, universidades, pastorales juveniles parroquiales y dioce-
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sanas. En el paquete de servicios se incluyen convivencias, retiros, talleres, campamentos, jornadas
pedagógicas para profesores, catequistas y agentes de pastoral. El
proyecto ha sido iluminado por la experiencia pastoral de algunos misioneros de la Consolata, la competencia sicoorientadora de algunos laicos profesionales y la creatividad de jóvenes profesionales y universitarios que lo realizan. En convivencias, retiros, campamentos juveniles y otros encuentros, el proyecto se propone conversar con los jóvenes del valor de la misión de Jesús y de la Iglesia en el mundo. DM
Dimensión Misionera de la Educación
El objetivo Dejar ánimo misionero en el corazón de los jóvenes. Mostrarles las urgencias de la misión en la realidad concreta de las gentes y mostrarles las posibilidades de ser misioneros en el diario vivir, en los lugares donde viven y más allá de sus fronteras. Todos pueden ser misioneros “aquí” y “allá”.
¿El equipo que realiza el proyecto? Chicos que han terminado su bachillerato o la universidad, durante un año o en algunos meses, participan en un equipo de vida, reflexión y trabajo. También lo hacen universitarios que quieran interrumpir sus estudios por un semestre o un año. Todos ellos viven juntos viajando por muchos lugares de Colombia, en donde se solicitan los servicios del proyecto.
El contenido altermundialista del proyecto Altermundialidad: otra forma de construir una mundialidad que le convenga a la humanidad. Mostrándole a los jóvenes que el que tenemos no es el mejor de los mundos y que hay otro posible, donde todos cabemos sin maltratarnos ni matarnos. Otro mundo donde sepamos respetar, cuidar y servirle a nuestro planeta, a nuestra familia humana y al plan de Dios para que tengamos buen vivir. Por eso, es fundamental conocer y asumir las potentes propuestas de Jesús para renovar este mundo que no es el mejor. En esto consiste justamente la misión de la Iglesia: en la salvación del mundo y de la humanidad. Septiembre - Octubre 2014 | 35 | dimensión misionera
Dimensión Misionera de la Educación
Nuestros conceptos La Altermundialidad
Muchas sociedades están viviendo un momento histórico de vacío de valores. Vivimos una verdadera “era del vacío” y del “desorden establecido a nivel planetario”. Las numerosas y profundas crisis que padece la humanidad se conjugan con los patentes problemas del planeta, para crear un estado de pobreza y depresión. La altermundialidad es una dinámica de valores que se pueden vivir personalmente y en comunidad, creando otro mundo y otra manera de ser humano posible. Donde resplandezcan, en las relaciones humanas y entre los pueblos, la libertad, la paz, la apertura al otro, la interculturalidad, el amor solidario y el respeto al Bien Común Tierra y a la humanidad.
de otro mundo posible impliE Laca laconstrucción interacción permanente de búsqueda de la esto resulta de la correcta relación consigo mismo, de todos con todos, con la naturaleza, l paz, con la vida, con la sociedad nacional e internaE cional y con el gran todo del cual somos parte. n c u e n t r o
El Cuidado
Otro mundo será posible para la humanidad cuando las personas aprendan a cuidarse y a cuidar la casa común que es la Tierra. Esa dinámica implica el explícito cuidado de sí, del otro y del planeta que nos alberga y nos permite la vida.
La Bondad:
Ello requiere una mirada introspectiva para analizar, cuestionar e indagar sobre nuestro actuar, nuestra opción-elección, nuestra proyección y nuestra mirada al otro (familia, vecino, compañero, comunidad, país, planeta), para descubrir su dignidad y aprender a cuidarlo. La Ética y la pedagogía del cuidado logran que los jóvenes adquieran destrezas y descubran recursos, para el establecimiento de relaciones humanas llenas de respeto, acompañamiento y servicio para la construcción de una cultura de paz, la regulación de los conflictos y la del entorno, posibilitando otro mundo mejor posible.
La bondad es la expresión del amor que poseen las personas, las culturas, los pueblos y la madre tierra. Este valor desarrolla en cada persona la disposición a hacer el bien y a recibirlo de Dios, de los demás y de la naturaleza, despertando en ella actitudes de respeto, cuidado y servicio.
“No puede existir bondad alguna donde no hay conocimiento de ella”. Juan Luis Vives
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Dimensión Misionera de la Educación
Nuestra pedagogía DIZAJE N E R P A L E D ÍA G O PEDAG A ALTERMUNDIALIST
arar ra t i s r a b a r t p escu par ber n o C D Sa para ealizar R
a otro posible par el n co al tu ac undo tros. Contrastar el m y realizar encuen ar id cu er b sa , dad descubrir la bon
Metodología de las tres P:
3P
Planteo mi situación, propongo alternativas de solución, personalizo valores para asumir actitudes:
METODOLOGÍA Plantear Definir Proponer Facilitar Personalizar Asumir
1P
Leer la realidad (este no es el mejor de los mundos, hay Otro Mundo Posible).
2P 3P
Generar alternativas de solución: Proyectos y procesos.
Desarrollar actitudes y asumir desafíos y compromisos.
Julieth Almeida de Bucaramanga La propuesta del proyecto educativo “Otro Mundo Posible” cambió mi vida desde hace tres años, cuando participé en una de sus convivencias en mi colegio. Me ayudó a clarificar comprensiones y a reformular mi forma de pensar con relación al planeta, a la humanidad y a Dios. Todo eso le ha dado un nuevo rumbo y sentido a mi vida. Ahora graduada del colegio, decidí participar de lleno en el proyecto durante este primer semestre de 2014, antes de entrar a la universidad. Trabajar con jóvenes es algo maravilloso, porque con ellos me siento identificada y veo que lo que compartimos sirve para sus vidas. Gracias a esta manera de hacer animación misionera de la juventud, he sentido gusto por la misión, por ello seguiré conociendo a Jesús en la escuela de Discipulado y Misión que dirigen los misioneros de la Consolata, mientras hago pastoral juvenil en mi parroquia. Todas estas actividades me han ayudado a descubrir mi vocación misionera y quiero estudiar sicología para hacer pastoral y ayudar a los jóvenes que participan en el proyecto “Otro Mundo es Posible”.
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Dimensión Misionera de los Pueblos
Una Iglesia inserta en el corazón de la selva
U
n apetitoso destino turístico a nivel mundial lo brinda la Amazonía: selva, grandes ríos, aves exóticas, delfines rosados, variedad de reptiles e insectos y el encuentro con diversas culturas nativas. Así: ir, estar, ver y regresar con algunas picaduras en la piel y con la memoria de la cámara fotográfica llena, es lo habitual; pero hoy les quiero escribir de lo no habitual “ya que de lo posible se sabe demasiado”. Les quiero escribir de un vicariato plantado en el corazón de la selva llamado: San José del Amazonas, donde hombres y mujeres tanto nativos como extranjeros, movidos por el Espíritu a sembrarse en Este bosque húmedo quisieron quedarse para vivir y compartir desde su sencillez la alegría del Evangelio, pese a la falta de energía eléctrica, agua potable, medios de comunicación de todo tipo y escases de recursos tanto humanos como económicos. Los Misioneros de la Consolata también tejemos nuestra historia dentro de este vicariato con su sede en Indiana, situada a 40 km de la ciudad de Iquitos, plantada al noreste del Perú, en el departamento de Loreto, en plena selva amazónica, animada por nuestro administrador apostólico monseñor Miguel Olaortua. Decir Amazonía equivale a decir armonía, diversidad, naturaleza, distancias; y en últimas, equivale a decir el gran pulmón de nuestra Pacha Mama. Pero este legado de riquezas a su vez se convierte en desafíos que día a día interpela nuestro corazón a pregun-
tarnos ¿hacia dónde nos impulsa el Espíritu en esta selva? De cara a la Amazonía armónica, vemos cómo a algunos se les va infiltrando el caos; y lo único que queda es el desafío de retornar al equilibrio. Frente a la diversidad en la selva, sigue latente la pregunta de cómo debemos encontrarnos con la otra cultura, con lo diferente. Nuestro vicariato es habitado por 180 mil personas que forman un arcoíris terrestre más diverso que
el arcoíris celeste; pues fuera de los que se auto reconocen rivereños y semiurbanos, tenemos indígenas Ticunas, Yaguas, Huitotos, Mayurunas, Quichuas, Secoyas, Boras, Shipibos, Cocamas entre otros. En cuanto a la imponente naturaleza amazónica, hay que decir que nuestro vicariato está bañado por cuatro gigantescos ríos: Amazonas, Napo, Putumayo y Yavarí; y
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Por: P. Fernando Flóres,IMC a lo largo de sus cuencas hay asentamientos de caseríos, comunidades y pueblos, lo cual lleva a un gran desafío: nuestra movilidad por las aguas, que implica gran cantidad de tiempo y gran cantidad de dinero para combustible. Basta decir que San José del Amazonas tiene una extensión de 155 mil kilómetros; extensión que nos permite encontrarnos con tres países, pues hacemos frontera con Ecuador, Colombia y Brasil. Dicha extensión nos desafía a ser una Iglesia viva, en constante itinerantica; y sobre todo una Iglesia profética movida por el Espíritu de laicos y laicas que se convierten en la principal fuerza del vicariato y nos llevan a cuestionar a nivel mundial el papel del laicado dentro de la Iglesia Católica: ¿un pie de página, un paréntesis, un pegote, un añadido? Nuestro vicariato está conformado por quince puestos de misión, atendido por doce sacerdotes (uno para quince mil personas) y 35 religiosos. Allí los laicos y laicas son el alfabeto que construye la palabra Iglesia; son doce personas que llegaron de diversas partes del mundo sin tiquete de vuelta, son ochocientos agentes pastorales nativos que tomaron conciencia de su bautismo y llevan delante la obra evangelizadora. Esta era la novedad que deseaba compartirles: que en pleno corazón de la Amazonía, se continúa construyendo el proyecto de Dios gracias a hombres y mujeres que vieron más allá de lo exótico de la selva: la tierra sagrada en donde plantarse a fin de que la vida sea vida plena, buen vivir, Sumak Kawsay. DM
Dimensión Misionera de la Espiritualidad
EL BEATO JOSÉ ALLAMANO, LA MISIÓN Y LA CONSOLACIÓN OCHO FORMAS DE CONSOLACIÓN Por: Mons. Luis Augusto Castro Q.
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PRIMERA FORMA DE CONSOLACIÓN: LA ALEGRÍA En noviembre de 1903, José Allamano escribió a los misioneros en Kenia: “Ustedes partieron fiados únicamente en el Señor que en toda época envía a sus apóstoles. Tuvieron la gran consolación de ver abierto el camino frente a ustedes y de encontrarse con un campo nunca imaginado, que la Virgen Consolata tenía reservado para sus hijos.”
Qué alegría manifestó José Allamano, porque los sagrarios eucarísticos se iban difundiendo por todo ese campo. Era esa la alegría evangélica, la alegría que viene de arriba y penetra en el corazón. Bien lo expresaba San Pablo cuando decía: “Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, pues él es el Padre que nos tiene compasión y el Dios que siempre nos consuela. Él nos consuela en todos nuestros sufrimientos, para que nosotros podamos consolar también a los que sufren, dándoles el mismo consue-
lo que él nos ha dado a nosotros”. (2 Cor 1,3-4) Se trata de una alegría que para nosotros es doble: por una parte, es receptiva; se experimenta al recibir la gracia de la Palabra. Y por otra parte, es la consolación que viene del Padre por el Hijo en el Espíritu. Es la consolación de todos aquellos que esperaron la venida del consolador, su encuentro con él en forma personal los llenó de plena alegría como le aconteció a Simeón, a Ana, a Isabel, a Juan Bautista y sobre todo a María, inundada por la fuerza del Espíritu, constituida madre del Salvador, y por tanto plenamente consolada. Es la misma alegría que Jeremías vivió con intensidad y que expresó diciendo: “Cuando me hablabas, yo devoraba tus palabras, ellas eran la dicha y la alegría de mi corazón” (Jer 15,16) SVC Esta alegría también la experimentó el etíope que recibió la Palabra por medio de Felipe y, como dice la Biblia, siguió su camino lleno de alegría. (Hechos 8,39). Por otra parte, fuera de ser una alegría recibida, es otorgada y se vive en el acto de ofrecer la Palabra de Dios, buena noticia para quienes aún no conocen a Jesucristo Dios y Señor. Es la alegría que sintió Pablo cuando anunció a Jesucristo, o cuando otros, a su manera, también lo anunciaron: “De cualquier forma, con sinceridad o sin ella, anuncian a Cristo y eso me causa alegría” (Fil 1,18). En su encíclica misionera, Juan Pablo II anotó que “la característica de toda vida misionera auténtica es la alegría que viene de la fe” (RM 90). Es la alegría que atraviesa en su totalidad el magníficat, el canto de María: “Mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador” (Le 1,47).
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Dimensión Misionera de la Espiritualidad tasar, aunándolo a otro principio igualmente indispensable llamado el principio petrino. El principio mariano es muy femenino y aparece en expresiones de muchas de nuestras misioneras. Teresa de Calcuta exclamó: ¿Conocemos realmente a nuestros pobres?
TERCERA FORMA DE CONSOLACIÓN: EL ESCUCHAR ATENTO
SEGUNDA FORMA DE CONSOLACIÓN: LA VISIÓN GLOBAL Para entender por qué la visión global es una forma muy especial de consolación, es necesario escuchar a José Allamano quien en 1907, dio estas disposiciones a los misioneros: “Cada noche, todos los miembros de una casa misionera, hermanas y catequistas, den relación al superior de cuanto hicieron durante el día. Con él y bajo sus órdenes, programen lo que tendrán que realizar al día siguiente. De esta manera, las visitas a las aldeas no serán un simple paseo y no se olvidarán los enfermos y las aldeas más necesitadas. Visión global significa la mirada de conjunto que percibe las necesidades personales, comunitarias y estructurales. La aprendimos de María, quien nos enseñó a mirar lo que otros no miran, a captar el sufrimiento ajeno y escondido donde los demás ven todo normal, a saber penetrar con la mirada intuitivamente y a ver las necesidades apremiantes; la visión global las pone de ma-
nifiesto y las denuncia. Diríamos hoy: ¡No tienen vino! Este es un elemento de consolación formidable y necesario. Debemos aprenderlo, porque con frecuencia nuestra percepción de la realidad es estrecha y solamente vemos aquello que más nos resulta útil o nos parece interesante. En cambio, debe quedar en la oscuridad lo que no nos brinda utilidad personal. Con razón, el primero de los mandamientos pide que estemos por encima de las ideas estrechas que hay en el ambiente. Pero lo grave es que se nos escapa el gran desafío de tomar en cuenta seriamente el sufrimiento, los anhelos aparentemente imposibles de realizar, los deseos insatisfechos, de quienes nos han sido encomendados en el campo de la misión. Entonces, vamos a ser parte de aquellos pastores descuidados a los que se refiere el Evangelio: “Al ver a la gente, Jesús sintió compasión de ellos porque estaban cansados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor” (Mt 9,36). Este rasgo tan bello de María en Caná hace parte del principio mariano al cual se refirió Von Bal-
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El Padre Bruno Del Piero, misionero de La Consolata, me comentó sobre su experiencia misionera en Solano, Caquetá: “Durante la guerra, mi tarea primordial era escuchar a la gente. Venía una persona y narraba toda la angustia que sentía en esos momentos de guerra. Terminaba de narrar y volvía a empezar narrando lo mismo. Llegaba otra persona y tenía el mismo deseo de narrar cuanto le pasó y lo narraba varias veces. Y así muchos otros”. Escuchar no siempre genera consolación. Hay un escuchar pasivo, es cuando escasamente se pone cuidado para dar una respuesta rápida que genera en quien habla el sentimiento de no haber sido comprendido. Hay un escuchar activo, es cuando la persona que escucha capta muy bien todo lo que manifiesta quien habla y lo repite con sus propias palabras, generando en el otro la seguridad de haber sido comprendido. Pero hay también un escuchar atento, relacionado con la historia de sufrimiento de quien habla; narrarlo libera cuando hay alguien que sabe escuchar. Cuando la identidad ha sido pisoteada y este hecho se cuenta, es fácil reconstruir la identidad. Compartir las historias de mentira y de violencia en donde alguien ha sido atrapado también permite liberarse del dolor, perdonar al agresor, dar un paso hacia la reconciliación, reconstruir la memoria. Todo esto es consolación que proviene de saber escuchar. Bien pedía Salomón a Dios: “Dame un corazón que sepa escuchar” (1 Re 3,9). María sí que escuchaba y guardaba todo ello en su corazón. (Le 2,51)
Dimensión Misionera de la Espiritualidad
CUARTA FORMA DE CONSOLACIÓN: LA ESPERANZA En 1997, la Dirección general en su comunicación titulada “Consagrados para la misión ad gentes”, escribió al Instituto: “A las puertas del tercer milenio y al abrirse el segundo centenario de nuestro Instituto se nos da la tarea de transmitir esperanza”. Quiero volver sobre el escuchar atento. Este escuchar no es solo comprender lo que nos dijeron, aunque esto sea en sí un acto de consolación. Quien escucha apostólicamente no solo comprende lo que le manifiestan, además trata de poner en evidencia potencialidades, fortalezas, rasgos escuchados y que van a ayudar al que sufre para que pueda construir un futuro diverso. Si es a un misionero a quien se confía el propio sufrimiento, este puede y debe encuadrar esa historia de sufrimiento en el marco más amplio e iluminador de la historia de sufrimiento de Cristo, de su paso de la muerte a la vida o de la desesperación a la esperanza.
Muchas veces, los pobres y quienes más sufren pueden perder la esperanza y con ella la dimensión que se orienta el futuro. Ayudar a las personas que se sienten sin esperanza significa darles una mano para imaginar ese futuro. Quienes carecen de la facultad de imaginar, de fantasear y de pintar en sus mentes eventos que aún no han ocurrido, difícilmente alimentan su esperanza y por lo general ven el futuro con un resultado negativo. Frases como: “Eso es imposible”, “jamás lo lograré”, “no hay nada que hacer”, “estoy en la olla”, “estoy entre la espada y la pared” significan una ceguera momentánea frente a las posibilidades futuras. En ciertos momentos, tanto las personas como los pueblos dejan que el pasado limite y domine las posibilidades futuras. Así, no solo quedan atrapados por ese pasado, sino que pierden la capacidad de soñar un futuro positivo. En estas circunstancias tenemos que recordar esa consigna inicial: “Se nos ha dado la tarea de transmitir esperanza”. La esperanza es una mirada hacia el futuro, es la seguridad de salir del actual túnel de violencia, de pobre-
za, de ilegalidad. Es proclamar en la noche que nunca es más oscuro que cuando va a amanecer. Es certeza de que hay una corriente en el fondo que nos lleva siempre hacia delante, aunque al navegar por los ríos pareciera que muchas curvas nos hacen regresar. La consolación y la esperanza van juntas. Es así que cuando se pierde la esperanza y luego recuperarla, se vive una gran consolación. Como dice el Eclesiástico: “El Señor consuela a los que han perdido la esperanza” (Sir 27,24). Lucas afirmó que Simeón era una persona justa y piadosa, que esperaba que Dios consolase a Israel. Hay que decirlo, en forma aún más intensa de María. Su esperanza en Dios era total: “Hágase en mí según tu palabra”.
QUINTA FORMA DE ESPERANZA: LA PRESENCIA En abril de 1905, José Allamano le explicó a la Congregación de Propaganda Fide, cómo actuaban los misioneros: “Una vez por semana, la visita a las aldeas debe durar todo el día pudiendo así llegar hasta las aldeas más lejanas, esas que requieren tres horas y más. La norma directiva para estas visitas es ganarse la confianza y el afecto de los indígenas, interesándose de sus cosas, curando a los enfermos, etc.”. Estas indicaciones del Fundador pretendían reforzar lo positivo de la presencia de los misioneros: de cercanía, de beneficio, de interés real por la vida ajena. Consolación es precisamente una palabra compuesta por el prefijo “con” que significa compañía y el adjetivo “solo” de soledad. La expresión tan habitual entre los misioneros: “ir allí a donde nadie quiere ir”, indica esta forma de consolación como presencia donde la ausencia es significativa. Consolación es no dejar solos a quienes debemos acompañar, no tener la opción de irnos cuando hay graves dificultades, sino mantener la presencia. Siempre me decían en un pueblito del Putumayo amenazado por la violencia: “Pasamos una noche tranquila porque sabíamos
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Dimensión Misionera de la Espiritualidad que usted estaba aquí”. Entonces, puede decirse que la presencia es lo que Jesús aseguró a sus profetas y a sus apóstoles cuando les dijo tres palabras: “¡Yo estaré contigo!”. Presencia fue el rasgo grande de María en el calvario. Cuando todos huyeron, se escondieron o se apartaron del trágico y sangriento lugar, ahí estuvo María, de pie junto a la víctima, no cual mujer desmayada, desgreñada, desmadejada y desesperada, sino con la fortaleza de una madre cuya presencia es la más grande consolación para su hijo sacrificado.
SEXTA FORMA DE CONSOLACIÓN: EL AMOR A LA VERDAD El 13 de junio de 1914, José Allamano escribió a Sor Margherita Demaría: “He recibido tu carta y te agradezco porque escribiste con abundancia de detalles. Créeme, es falsa compasión esa de no decirme todo para no entristecerme. La verdad completa es siempre la mejor consolación para quien desea el bien y puede conocer las cosas como en realidad están.” Se dice que la eucaristía es el principio y la culminación de toda evangelización. Hay que decir que el amor es el principio y la culminación de toda consolación; pero no cualquier amor, el amor de un corazón transformado por el Espíritu. El amor es principio, porque impulsa a consolar a otros, como anota Pablo (Fil 2,1). Y es culminación, porque toda experiencia de haber sido consolada termina en un acto de amor. El máximo consuelo es el amor; por eso, el salmista exclama: “Que tu amor me sirva de consuelo” (Sal 119,76). Además, Pablo pone de manifiesto en el corazón de Cristo esa unidad de amor, consolación y esperanza (2 Tes 2,16). Además, nos que debemos crecer hacia Cristo profesando la verdad en el amor, porque el verdadero amor está impregnado de verdad, de lo contrario más que amor es simple sentimentalismo. Pero hay que decir que en esta
época tan dramática y subjetivista, la consolación que brota del amor también tiene que brotar de la verdad; de lo contrario es una falsa y peligrosa consolación. Para más de uno, la guerra es un acto valiente de amor, pero es un acto fundamentado en la mentira sobre la vida. La eutanasia es para muchos un acto profundo de amor, pero también un acto carente de verdad sobre la vida. La consolación, la verdad y el amor deben ir juntos, son inseparables. La consolación es conversión del llanto en alegría, pero en una alegría basada en la verdad; de lo contrario, es engaño, palabras vacías, como anota el profeta Zacarías (Zac 10,2). Quienes las profieren son tristes consoladores como los que acompañaron a Job basados en una simple doctrina que él consideró incorrecta y falsa; por eso, bien merecido tuvieron el regaño: “Ustedes, en cambio de consolarme, me atormentan” (Job 16,2). Si la consolación libera la tristeza, la opresión y muchos males, es auténtica porque se ciñe a las palabras de Jesús: “La verdad les hará, libres” (Jn 8,31). Entonces, la expresión más alta de la búsqueda de la verdad es la búsqueda de la voluntad de Dios. María preguntó: “¿Cómo será eso?”.
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SÉPTIMA FORMA DE CONSOLACIÓN: LA PROMOCIÓN HUMANA Si comparamos la misión ad gentes con un tren, sus rieles inseparables serían la evangelización y la promoción humana. Aquellos diez mandamientos de José Allamano incluyen uno que ha sido recordado: “Amen una religión que junto con ofrecer la promesa de la otra vida, los hace más felices en esta tierra”. Basta que miremos a María para avivar este mandamiento. Cuando supo que su prima necesitaba ayuda, no dudó de partir partir presurosa para darle una mano humanitaria. Deseó ser un factor de consolación humana para su prima; pero no fue sola, llevó consigo a Jesús. Isabel se llenó de alegría consoladora por la presencia de María, y Juan dio un salto en el vientre, porque Jesús estaba ahí. Esta escena tan conocida y sencilla pone de relieve el mensaje de José Allamano: la plena consolación se lleva cuando se ofrece más alegría en esta vida con la promoción humana unida a la evangelización y a la presencia de Cristo que hace saltar de gozo los corazones.
Dimensión Misionera de la Espiritualidad
OCTAVA FORMA DE CONSOLACIÓN: LA VIDA DE LOS DOS INSTITUTOS La vida misma de nuestros dos Institutos guiados por María, la fundadora. En esta fiesta de la Virgen Consolata, que quiere decir la Virgen que ha recibido la consolación de Dios, déjenme concluir destacando una serie de acontecimientos que han marcado la vida de nuestros dos institutos misioneros y que, hacia adentro, nos llenan también a nosotros de consolación. PRIMERO. La fidelidad es fuente de consolación a nuestro carisma. En la misión ad gentes, este se reafirma en el último capítulo general de los misioneros. SEGUNDO. Experimentamos la gracia de la consolación en la entrega viva y total de nuestros misioneros a la misión. Muchos de ellos partieron y murieron allí mismo a donde fueron enviados. La misión que nos caracteriza nada tiene que ver con las gestas maravillosas que jóvenes entusiastas realizan en unas vacaciones o en un verano, sino con la perseverancia durante toda la vida en el servicio misionero ad gentes, ad vitam, ad extra. TERCERO: ¡Cuánto nos llena de consolación la creatividad de nuestros dos institutos de la Consolata para dar respuestas a los desafíos que cada día nos lanza la misión! En estupenda sinergia con el Espíritu evangelizador, se podrían escribir numerosos volúmenes con los hechos que la imaginación, la pasión y la practicidad misionera han generado para ser fieles a la historia de cada día y a los desafíos del primer anuncio de Jesús. CUARTO: El espíritu es fuente preciosa de consolación, así como lo es la organización que al interior de nuestros institutos se ha desplegado, para ayudar a cada misionero a crecer en la santidad y en la fidelidad per-
sonal a su vocación religiosa y misionera. QUINTO: Consolación también es apreciar el trabajo duro, intenso y constante de cada misionero, para servir a las comunidades donde es enviado. SEXTO: La valentía es el manantial del que fluye abundante consolación. Es ese don del Espíritu para la evangelización cuando hay oposición y que en griego se llama “parresia”, que ha caracterizado a tantos misioneros y misioneras dispuestos a todo sacrificio para que la acción evangelizadora no fuese detenida o destruida. Tenemos en nuestra centenaria historia, una pléyade de mártires misioneros y misioneras de los cuales nos enorgullecemos. Algunos son mártires de la fe, pero también otros lo son de la justicia y la defensa de la dignidad humana, especialmente de los más humildes e indefensos. SÉPTIMO: El último factor de consolación, pero no el menor, es el cuidado, la pasión y el cariño con el que se mantiene viva la espiritualidad de nuestro fundador, el beato José Allamano, en la cual la Virgen Consolata ocupa un puesto decisivo como madre, maestra, modelo y misionera. Perdónenme lo largo de esta
homilía, pero no se tiene la oportunidad de reflexionar sobre esta vertiente del Instituto que es la consolación todos los días. Me he limitado a ocho formas de consolación. Podrían haber sido diez ¡Pero, qué bonito dejarles a ustedes la tarea de completar las diez, desentrañando otras formas de consolación misionera propias de nuestros dos Institutos! ¡Qué bueno conocerlas! Que estas pinceladas sobre algunas de las formas de consolación misionera nos sirvan para afianzar nuestra devoción y cariño a la Virgen de la Consolata, la gran receptora de la consolación de Dios. Los invito a orar hoy por nuestros institutos, como exactamente hace 110 años lo pidió el cardenal Richelmi a sus feligreses cuando les solicitó “oraciones por el reciente Instituto que ha brotado como una novedosa flor a los pies de la Consolata”. Por todo esto, agradecemos a Dios quien en Jesucristo nos ha llamado y enviado a la misión. Y a la Virgen Consolata, madre de misioneros y de misioneras llenos de fervor, de pasión y de entrega total al servicio de la maravillosa aventura del primer anuncio de Jesús a todos los pueblos. A él, misionero del Padre e hijo de María, la gloria y la alabanza por los siglos de los siglos, Amén. DM
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Dimensión Misionera de los Laicos
El papel de la mujer en Latinoamérica
Por: Diana Lucia Benitez Ávila
Las voces que claman al mundo por ser escuchadas tienen un objetivo: construir un modelo de desarrollo que esté basado en la igualdad entre hombres y mujeres, en la erradicación de toda forma de discriminación; sin embargo, ¿cómo promover la participación paritaria de las mujeres, especialmente en un continente como el latinoamericano?
A
lcanzar la igualdad para mujeres no solo es una cuestión de justicia y de respeto de los derechos humanos fundamentales, sino que la experiencia demuestra que aquellos ámbitos en los que se avanza hacia una paridad real, tienden a presentar mejores resultados. En las últimas décadas en el continente, persisten las brechas de género y el trabajo precario sigue siendo principalmente el femenino a pesar de la masiva incorporación femenina a la fuerza de trabajo. Lo crucial de la situación es que no puede limitarse a la reducción de la pobreza, sino que debe verse como
un proceso integral que abarque tanto el ámbito productivo como el reproductivo. Esto implica cambiar los actuales patrones de producción y consumo insostenibles ambientalmente y asumir de forma colectiva factores como el trabajo no remunerado y la economía del cuidado que hoy recaen mayoritaria mente sobre las mujeres, lo que afecta su desarrollo. De acuerdo con datos del Observatorio de Igualdad de Genero de America Latina y el Caribe (OIG) de la Cepal, ningún país de América Latina las mujeres están en situación de igualdad con los hombres en cuanto a participación económica.
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Todavía cinco de cada diez mujeres están fuera del mercado laboral y el desempleo femenino es dos puntos porcentuales más alto que el masculino. Según datos del OIG, seis países latinoamericanos y caribeños estarían gobernados por mujeres en 2014: Argentina (Cristina Fernández), Brasil (Dilma Flousselt), Chile (Mlichelle Bachelet), Costa Rica (Laura Chinchilla), Jamaica (Portia Simpson) y Trinidad y Tobago (Kamla Persad- Bissessar); sin embargo, las parlamentarias, las ministras del Máximo Tribunal de Justicia y las ministras de los gabinetes presidenciales, no superan el 26 por ciento
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Dimensión Misionera de los Laicos
"el país ha experimentado un incremento de las tasas de violencia intrafamiliar contra las mujeres especialmente en los últimos años "
en toda la región. En las concejalías municipales alcanzan el 25,6 por ciento y en las alcaldías apenas el 11,7 por ciento. Por otra parte, trece países de América Latina y el Caribe tenían leyes de cuotas implementadas hasta 2012. En 2013, El Salvador se sumó a este grupo, lo que muestra que aún hay un número importante de países que no han adoptado medidas para mejorar la participación de las mujeres en los cargos de elección popular. Un proceso en desarrollo se sigue trabajando en la promoción y la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer, según la Directora Ejecutiva de la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres), Phumzile Mlambo-Ngucka: “Es hora de trabajar más intensamente por la igualdad de género, junto con mujeres, hombres, jóvenes y líderes de naciones, comunidades, religiones y empresas; pues el empoderamiento de las mujeres y las niñas, y el apoyo a su plena participación pueden resolver los retos más importantes del siglo XXI. Encontraremos soluciones duraderas a muchos de los problemas que tiene el mundo actualmente” (…) “es mayor el número de niñas que hoy día tienen acceso a una educación primaria básica; en comparación con años atrás, más mujeres pueden formar parte de los sistemas de representación política de sus países. Más
mujeres gozan de una mejor atención sanitaria, entre otras conquistas alcanzadas. En Colombia, el compromiso es seguir trabajando por la igualdad, transformando las herramientas del Estado, la sociedad civil, la academia y el sector privado con otros actores de la cooperación internacional para Conseguir un siglo XXI más próspero para las mujeres y las niñas de este país. Por otra parte, se tiene el firme propósito de enfrentar los diferentes desafíos por ejemplo, se ha producido un incremento de mujeres elegidas para el Congreso, aunque la participación de mujeres sigue siendo muy baja. El porcentaje de candidatas a elección de gobernaciones ha aumentado del 6% al 11%, y del 7% al 16% en elecciones para el Congreso en los Últimos veinte años. En Colombia, las mujeres representan el 51% de la población total del país, pero en promedio solo ocupan un 12% de los cargos de elección popular. Con diez años de escolarización, frente a 9,2 en los hombres, cada vez, las mujeres tienen más años de promedio de escolaridad, pero luego tienen dificultades para vincularse al mercado laboral. La brecha en la tasa de participación femenina en el mercado laboral es del 20,1%, 54,2% para mujeres frente al 74,3% para hombres. Actualmente existe una brecha del 6% en la tasa de desempleo, 13% de desempleo en las mujeres frente a un 7% de desempleo en los hombres. La brecha en los ingresos laborales mensuales promedio es del 20%. En promedio, las colombianas trabajan 10,8 horas más que los hombres, incluyendo el trabajo remunerado y no remunerado; sin embargo, las mujeres ganan también porcentualmente un 20% menos que los hombres cuando desempeñan la misma actividad. Además, la pro-
porción de mujeres trabajadoras en el sector laboral informal es mayor que en el mercado regulado. A pesar del silencio frente a los hechos violentos, el país registra altas tasas de violencia contra las mujeres. Ha habido incremento de las tasas de violencia intrafamiliar contra las mujeres especialmente en los últimos años; esto puede obedecer a que no han aumentado las campañas y tampoco han mejorado los mecanismos de denuncia de violencia de género. Si bien existe un importante subregistro de los casos reportados de violencia sexual asociada al conflicto armado que vive el país, el Estado colombiano ha reconocido que la violencia sexual contra la mujer es una practica habitual, extendida, sistemática e invisible en el contexto del conflicto de guerra colombiano, así como lo son la explotación y el abuso sexual por parte de todos los grupos armados ilegales enfrentados, en algunos casos, por parte de agentes individuales de la Fuerza Pública. Dentro del contexto colombiano, es muy importante resaltar el efecto que los más de 50 años de conflicto armado han tenido sobre la sociedad y sobre las mujeres. Éstas han representado el grupo más victimizado por el conflicto, siendo un 46,8% de los casos de desaparición forzada, el 47% de los casos de homicidios contra persona protegida, el 51% de las personas reconocidas como desplazadas internas y un 85% de las víctimas de crímenes contra la libertad e integridad sexual. Del mismo modo, un alto porcentaje de niñas han sido reclutadas de manera forzada por parte de distintos grupos armados ilegales en el conflicto. No obstante, las mujeres se han perfilado como importantes actoras de paz, y cuya activa participación será indispensable en la construcción de una paz estable y duradera en el país. DM
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Dimensión Misionera de las Religiones
El diálogo interreligioso para un mundo más humano en España
Por: Silvio Testa
Hace años que los Laicos Misioneros de la Consolata, especialmente en Málaga, estamos intentando trabajar en el ámbito del diálogo interreligioso. No siempre los resultados han sido los que esperamos. Pero seguimos en el intento. En un mundo en el que es frecuente convivir con personas de otros países, culturas y religiones, se hace necesario conocer la fe que cada uno profesa, y saber dar razón de las propias creencias. El diálogo entre las religiones pasa por el mutuo conocimiento y por la puesta en común del conjunto de creencias, ritos y tradiciones para encontrar las afinidades y puntos comunes, dar la medida justa a las diferencias y buscar una convivencia pacífica, tan necesaria como posible. Todos los miembros de las distintas religiones estamos llamados a convivir en un determinado lugar creando lazos de amistad y solidaridad, ayudando a todos los miembros de la sociedad a superar los prejuicios y a respetar los Derechos Humanos de todos sus miembros. dimensión misionera | 46 | Septiembre - Octubre 2014
Dimensión Misionera de las Religiones
P
or eso, se entiende el diálogo interreligioso como el establecimiento de una comunicación entre miembros de tradiciones religiosas diferentes en una actitud de mutuo respeto e igualdad. Una comunicación que se puede realizar a distintos niveles: vital, verbal, espiritual, de acción, etc. Los principales niveles para el diálogo interreligioso son:
EI diálogo de Ia vida: Es el interés por el otro en las relaciones diarias. La actitud de acogida, es ser buenos vecinos. Estar dispuestos a encontrarnos con el otro, aceptar invitaciones, ayudar, mantener una relación fraternal en la cotidianidad, el barrio, el trabajo, el colegio. Estar dispuesto a dar y a recibir. Se necesita espontaneidad y al mismo tiempo esfuerzo, interés en crear relaciones armónicas entre miembros de diferentes religiones.
EI diálogo de las obras: Un diálogo que promueve Ia paz y Ia justicia. Las religiones están llamadas a promover conjuntamente Ia paz y la justicia en el mundo. Realizar proyectos conjuntamente a nivel del barrio, ciudad, etc. Este diálogo promueve que los miembros de diferentes religiones trabajen juntos en un espíritu de respeto y aceptación, cada uno encontrando sus motivaciones en su propia tradición religiosa. Trabajar conjuntamente compartiendo valores comunes.
EI diálogo intelectual o teológico: Diálogo a nivel de reflexión y estudio sobre diferentes temas, tanto doctrinales como sociales, morales, etc. Analizados desde distintas perspectivas religiosas.
EI diálogo de experiencias espirituales y religiosas: Entablar una relación a nivel de oración y reflexión sobre vida
espiritual y la mística. Mantener un gran respeto y humildad de frente a las formas de expresión del otro, evitando el sincretismo.
El diálogo de participación: Recordar las fiestas importantes de las otras religiones, iglesias. Visitar los templos y asistir a las celebraciones de otras religiones, invitar a miembros de otras religiones a participar en las celebraciones propias. Todos estos niveles a los que se puede realizar el diálogo interreligioso no se excluyen entre si, sino que pueden ser practicados conjuntamente. Aunque cada persona deberá intentar practicar el diálogo que se ajuste más a su situación o circunstancias.
Diálogo para crear un mundo mas humano: Creemos que es importante que el diálogo interreligioso se promueva desde donde está cada uno de nosotros. Para las personas inmigrantes, es el “lugar” desde donde hay que ir realizando este diálogo. Las religiones tienen un importante papel en Ia sociedad. Tienen el deber de ser instrumentos de paz,
justicia y armonía entre todos los miembros de la sociedad. Esto solo es posible por medio del diálogo y la colaboración. Si la religión se convierte en motivo de división, entonces se con vierte en parte del problema y en factores determinantes de injusticias, opresión y de guerras. Por ello, es importante que las personas de diferentes religiones que viven en nuestra sociedad sean conscientes de ello. Todos los miembros de las distintas religiones estamos llamados a convivir en un determinado lugar, creando lazos de amistad y solidaridad. Ayudando a todos los miembros de la sociedad a superar los prejuicios y respetar los derechos humanos de todos sus miembros. EI reconocer y respetar al otro son expresiones esenciales de la convivencia humana. Esto también es esencial entre religiones. Pero a menudo no es fácil cuando un grupo es el dominante frente a otras minorías. Se producen intentos de asimilación y de etnocentrismo. La colaboración entre los movimientos religiosos es uno de los principales caminos para promover la paz y Ia solidaridad. EI voluntariado interreligioso es una de las vías más importantes para crear relaciones entre los miembros de las distintas religiones. La libertad religiosa es un derecho fundamental del ser humano sobre el cual no se puede transigir. Todas las tradiciones deben luchar y promover esta libertad. Para conseguir la armonía interna en una nación y entre las naciones, es imprescindible crear una reciprocidad de respeto por las otras tradiciones religiosas en aquellas naciones que se consideran cristianas, budistas, judías, musulmanas, etc. Todas ellas tienen que permitir a los individuos y grupos la libertad de culto, educación y de elección. El respeto, la colaboración, la libertad, la reciprocidad y el diálogo son esenciales para una convivencia pacifica, tanto a nivel local como mundial. Pero todos estos valores no se conquistan sin esfuerzo y repentinamente. Son un camino que tiene que ser recorrido y promovido. Todas las religiones tienen el deber de colaborar en su construcción. DM
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Dimensión Misionera del Discipulado
Jóvenes discípulos misioneros de Jesucristo en el mundo presente
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l discipulado es tan antiguo como el Evangelio de Jesucristo; sin embargo, en el recorrido de nuestras comunidades parroquiales se perdieron sus huellas, su identidad y su urgencia. Por eso la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe nos anima a reavivarlo y a instaurarlo en nuestras comunidades de fe. En el discurso inaugural de Aparecida, el Papa Benedicto XVI dijo: “Que la Iglesia tiene la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del pueblo de Dios y de recordar también a los fieles de este continente que, en virtud de su bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo. Esto implica seguirlo, vivir en intimidad con Él, imitar su ejemplo y dar testimonio. Todo bautizado recibe de Cristo, como los Apóstoles, el mandato de la misión: Id por todo el mundo y proclamad la buena nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará” (Mc 16, 15). Pues ser discípulos misioneros de Jesucristo y buscar la vida ‘en Él’ supone estar profundamente enraizados en Él”. En el número 131 del Documento de Aparecida podemos leer: “El llamamiento que hace Jesús, el Maestro, conlleva una gran novedad. En la antigüedad, los maestros invitaban a sus discípulos a vincularse con algo trascendente, y los maestros de la Ley les proponían la adhesión a la Ley de Moisés. Jesús invita a encontrarnos con Él y a que nos vinculemos estrechamente a Él, porque es la fuente de la vida (cf. Jn 15, 5-15) y sólo Él tiene palabras de vida eterna (cf. Jn 6, 68). En la convivencia cotidiana con Jesús y en la confrontación con los seguidores de otros maestros, los discípulos descubren pronto dos cosas del todo originales en la relación con Jesús. Por una parte, no fueron ellos los que escogieron a su maestro fue Cristo quien los eligió. De otra parte, ellos no fueron convocados
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No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva(DA, 243).
para algo (purificarse, aprender la Ley...), sino para Alguien, elegidos para vincularse íntimamente a su Persona (cf. Mc 1, 17; 2, 14). Jesús los eligió para ‘que estuvieran con Él y enviarlos a predicar’ (Mc 3, 14), para que lo siguieran con la finalidad de ‘ser de Él’, formar parte ‘de los suyos’ y participar de su misión. El discípulo experimenta la vin-
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culación íntima con Jesús en el grupo de los suyos esta es participación de la Vida que viene de las entrañas del Padre. Es formarse para asumir su mismo estilo de vida y sus mismas motivaciones (cf. Lc 6, 40b), correr su misma suerte y hacerse cargo de su misión de hacer nuevas todas las cosas”. En una tarde de diciembre, hace al-
Dimensión Misionera del Discipulado
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Mi nombre es Eduardo Castellanos, me gradué de abogado y tengo la misión en mi corazón
gunos años, estaba a orillas del Rio Atrato. Era mi primera experiencia misionera. Era estudiante de derecho en la universidad Santo Tomás de Bucaramanga. También era la primera vez que estaba en Chocó y entre afrocolombianos. Una cultura diferente para mí. Allí surgió la gran pregunta: ¿Un abogado puede ser misionero? Esa pregunta comenzó a rondar mi corazón, ya que el derecho y la misión me apasionaban y en ese momento no sabía cómo darles espacio al mismo tiempo en mi vida profesional. Pregunté al padre Alonso, mi maestro y amigo. Él estaba acompañando el grupo de jóvenes universitarios que hacía misión conmigo en Yuto. La respuesta fue clara y sorprendente para mi: “Buscando la justicia con los pueblos del mundo, mi amigo”. Hoy, recién graduado de abogado y con tan solo 22 años de edad, me doy cuenta que todo lo vivido después de aquella respuesta se ha ido
convirtiendo en una realidad misionera para mí. He ido descubriendo que todos podemos participar en la misión y que la búsqueda de otro mundo posible no se puede hacer sin la lucha por la justicia. Desde Atrato a mi graduación he descubierto el valor de la misión de Jesús, la salvación que ofrece su Evangelio y el sentido de participar en ello, pues he descubierto con grande alegría que la misión es también llenar el mundo de justicia. Así es como he venido construyendo mi vida misionera y formándome en la escuela de discipulado y misión que animan los misioneros de la Consolata, participando en la misión que para mí es la búsqueda de otro mundo posible, un mundo donde todos quepamos sin atropellarnos ni matarnos; otro mundo, donde nuestras relaciones humanas estén llenas de justicia. Y entonces, ¿Qué respondería al que me pregunte qué busco con
todo esto? Pues lo mismo que Don Quijote a su fiel escudero Sancho: “Cambiar el mundo, amigo Sancho, que no es locura ni utopía, sino ¡Justicia!”.
¿Quieres participar en la escuela juvenil de discipulado y misión? La escuela es totalmente informal y uno puede participar desde su lugar de estudio y pastoral. En él hay jóvenes de diferentes grupos y movimientos juveniles parroquiales y diocesanos. Su objetivo es acompañar al joven a conocer la persona y las propuestas de Jesús para que “otro mundo sea posible”; es decir, para establecer el Reino de Dios en medio de las culturas y pueblos de nuestro planeta. La escuela se hace mientras vas creciendo, estudiando y participando en las pastorales de tu comunidad parroquial. Es muy chévere porque te van acompañando de forma personalizada y en grupo. Y también puedes participar en las misiones de Navidad y Semana Santa en donde aparte de hacer pastoral con la gente, tienes la oportunidad de recibir el contenido formativo y espiritual de la Escuela de Discipulado y Misión. DM Contáctanos: Cel. 3105276123, 3204218869 Universitariosenmisionimc@ gmail.com
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Ocurrió una vez... Una aventura llamada misión
Por: P. Luis Manco, IMC
La alegría del Evangelio reina en el corazón de los que se encuentran can Jesús y te lleva a compartirlo can un ímpetu misionero que nadie ni nada será capaz de extinguirlo.
U
stedes tienen que amarse tanto los unos a los otros hasta ser capaces de entregar la vida los unos por los otros. Ustedes tienen que amar tanto a las gentes a la cual son enviados hasta ser dispuestos de amarlos más que su vida. Estas eran las consignas del fundaros de los Misioneros de la Consolata, el beato José Allamano, cuando envió a las misiones, a lugares lejanos, más allá de las fronteras de su propia patria. Se trataba de ir al encuentro de poblaciones desconocidas en cuanto a lengua, cultura y creencias. Solo Dios habrá contado las lágrimas de tantas mamás, hermanos, hermanas, en la despedida de sus seres queridos. El corazón del padre Allamano sufría como el de una madre que da a luz. Una misión deshumana, habrán comentado muchos, escandalizados; ¡no, no era asi ! José Allamano, el Fundador, tenia los pies sobre la tierra, nada dejaba a la improvisación ni al riesgo insensato. Los misioneros habían sido formados con sumo esmero y con riqueza de detalles. Hasta con entrenamiento físico: cursos de equitación, clases de primeros auxilios y, en algunos casos, de medicina teórico-práctica de nivel universitario. Pero, la diferencia era la misma que existe entre bites y mega-bites.
¿Qué quieres que te diga? La misión uno la siente dentro, con la fuerza de un tornado. Te cava, te encanta, te seduce, te arrebata fuera de ti mismo. ¡Te pone las alas a los pies! En el espesor de la misión, en el día a día, experimentas la dificultad, la soledad, la fragilidad y tocas con la mano toda tu preparación, en muchas circunstancias, se deshace como un imprevisible rompecabezas ¿Nostalgias? ¡Si! ¿Lágrimas? ¡Somos misioneros, no héroes! Pero, está la compañía del hermano misionero, el encanto de la gente que sientes como tu gente. Una cartita de aliento del Padre Allamano que luego de travesar las olas del océano, te llega fresca como la briza del atardecer te devuelve el entusiasmo del primer amor que todo lo movió un día. Aquel día en que dijiste Sí. Y aquel sí te hace retornar las ganas de remar mar adentro, en las hebras mas hondas de tu existencia. Experimentas, que él nunca te dejó solo. Aquel Dios que dijo a Abraham: “Ve, a donde yo te indicaré” te precedió en tu caminar. Mas aun: está marcando huellas delante de ti. El amor de la entrega te canta adentro. El amor fraterno de amarse hasta dar la vida los unos por los otros y el amor para la gente: ámenlos hasta expropiarse de su vida para ellos. Pero no es todo. Tenemos que hablar de la higiene del alma misionera a la que el beato Allamano se refería cuando educaba a las primeras generaciones. El Fundador se dejaba guiar por un principio solar que
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instalaba hondamente en el sustrato existencial de los suyos: solo Dios. Para él, la misión no es cuestión de empresas y empresarios que entrañan comportamientos y actitudes que imponen o de bienhechores que humillan. Solo la gloria de Dios debe mover y conmover a sus misioneros a partir, a ir a la otra orilla. Solo la fe pura, cristalina debe sustentar la misión, porque solo la fe pura se revela inatacable por los apegos que alagan: el egocentrismo y la búsqueda de autocomplacencias. Los misioneros y las misioneras de la Consolata tienen esculpido dentro del alma que la misión es misión de Dios. “De Dios Trinidad que va en misi6n” (AG,1). De Jesús, el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas (GV, 10), el incansable misionero del Padre que se abre caminos en el corazón del hombre: de este hombre, de este clan, de esta cultura (R1-1, 13-14). Y antes de que llegue el misionero, su Espiritu —el Espiritu del Resucitado— ya está de casa en el corazón del hombre para que las semillas del verbo encarnado se abran a vida plena (Hon 10, 47). Muchacho, muchacha, lo que has leído es para ti. Estoy seguro de que todo esto te está cuestionando ¿Yo misionero? ¿Yo misionera? ¡No lo pienses demasiado! los desafíos se derrumbran penosamente si la estrella que te está palpitando dentro se disipara en un letargo entristecedor. Te deseo que ames la vida hasta donarla en plenitud. DM
UNIVERSITARIOS
EN
UNIVERSITARIOS NAVIDAD en
2014
EN
el CHOCO
Los Misioneros de la Consolata te invitan a ti, joven universitari@ a participar en la misión “Discípulos Misioneros”, que se realiza entre grupos afroamericanos e indígenas.
Comunícate con: P. Alonso Álvarez: 3105276123 Francisco Martinez: 3204218869 Cindy Aguirre: 3114836149
2014
Jóvenes de las Parroquias de la Consolata Universitarios en misión Estudiantes de 8-9-10 y 11 de bachillerato Grupo Vocacional misioneros de la Consolata Jóvenes de las pastorales juveniles Aliados e Interlocutores de nuestras pastoral juvenil Agentes de la pastoral Juvenil Misionera Docentes de los colegios IMC y MC Jóvenes discípulos misioneros Jóvenes vocacionados Colaboradores
La animación misionera y vocacional de la Familia Consolata