CERRUTI. H. El derecho a nuestra utopía

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EL DERECHO A “NUESTRA” UTOPÍA1

Por: Horacio Cerutti

En: Cerutti, Horacio. (1981). El derecho a “nuestra” Utopía. Revista de Historia de las Ideas, N° 3, pp. 31-52. 1

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EL DERECHO A “NUESTRA” UTOPÍA 2

Por: Horacio Cerutti

Como nunca nos urge plantear hoy el problema de la cultura latinoamericana. Cuando la amenaza apocalíptica mundial es enarbolada por unos pocos poderosos como medio de coacción, las mayorías “débiles” tienen todavía la posibilidad de empuñar múltiples alternativas, las cuales pasan, todas ellas, por la afirmación de su identidad, de su derecho a la vida y a la afirmación de su cultura; cultura que, por rudimentaria que sea, pugna por manifestarse y surgir junto con el hombre que la porta y la vive; un hombre oprimido y marginado (de los beneficios pero no de los sacrificios), llevado al límite de su resistencia de siglos. No se trata, por supuesto, de afirmar la existencia per se de una cultura hipostasiada, que estaría “ahí” y a la cual habría que adorar a la distancia, sino de considerar lo dado (¿quizás restos de una cultura?) como elementos e ingredientes que podrían y deberían estar a la base de una síntesis futura que vamos construyendo. En las sociedades “hiperdesarrolladas”, aquellas en las que Marcuse vivenciaba esa “ausencia de libertad cómoda, suave, razonable y democrática”3, todo parece desenvolverse como si la historia no existiera, como si todo hubiera comenzado hoy o, mejor, no comenzara. El “pasado” es un elemento museal, congelado y desprendido del presente permanente. ¿No supondrá esta actitud un “lavarse las manos” del modo y camino por el cual estas sociedades han llegado a su situación de esplendor de utilería (esplendor: eufemismo para el derroche y el despilfarro masivo más insultante a la condición humana que imaginarse pueda, mientras dieciocho millones de niños morían de hambre en el mundo sólo en 1979), una afirmación de “lo pasado, pisado” y bien pisado porque está construido sobre el pisoteo de la sangre de los pueblos y clases oprimidos y sojuzgados, traídos y llevados, divididos y adaptados4?. Frente a toda esta situación, artificialmente creada, no cabe más que recurrir a la sabiduría del peón de campo, para reclamarle al cantor y poeta popular: “diga el mensaje elocuente para el que lo haya olvidao

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En: Cerutti, Horacio. (1981). El derecho a “nuestra” Utopía. Revista de Historia de las Ideas, N° 3, pp. 31-52. Cit. por ROGER BARTRA: El poder despótico burgués; Las raíces campesinas de las estructuras políticas de mediación. Barcelona, Península, 1977, pág. 7. 4 Ya es una anécdota frecuente en Alemania Occidental el referir que hace algunos años se quiso importar sólo fuerza de trabajo en su lugar llegaron seres humanos… (a los que se llama, no sin un dejo de ironía lingüística: trabajadores huéspedes o invitados -Gastarbeiter-). Respecto de EE. UU. a fines del siglo pasado señala Harry Magdoff: “en cuanto se producía una relativa estabilidad, la clase dominante tomaba las medidas oportunas. Si, por ejemplo, en una fábrica aparecían líderes que cohesionaban a los obreros, en seguida se contrataba mano de obra de otras nacionalidades para conseguir que la gente que trabajaba junta no pudiera entenderse. Un caso revelador es el de unas minas de Filadelfia en las que llegaron a trabajar gentes de hasta veintiséis grupos étnicos diferentes” (Entrevista realizada a Magdoff y Paul Sweezy por Josep Sarret en: El Viejo Topo. Barcelona, Nro. 10, Julio 1977, p. 16). 3

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que si se borra el pasao también se borra el presente”. Vale decir, no se trata de ser sujetos pasivos, aplastados por un pasado creado a la medida de los intereses de los sectores dominantes y que pesa con todo el peso museal de las galerías de héroes acartonados, sino de sujetos en un proceso activo de recepción y reelaboración del sentido de ese pasado (hermenéutica, si se quiere), de una presentificación e historización de ese pasado, para ponernos frente a la llaga viva de lo acontecido; frente a sus líneas tendenciales y a sus tortuosos pasos para poder comprender mejor nuestra situación presente y potenciar fuerzas en la lucha por la construcción de un futuro que ya está siendo, que ya hace rato debe ir siendo. Conviene apurar aquí algunas advertencias acerca del modo cómo ha sido pensada esta comunicación y del aparato bibliográficos que supone. En cuanto a lo primero, se ha planteado la diferencia entre un modo de pensar alemán extremadamente abstracto y un modo de pensar latinoamericano más orientado hacia la praxis 5. Esta diferencia podría aceptarse y habría que asumir un pensar latinoamericano, si por abstracto se entiende un separarse de la realidad para vivir un mundo de presuntas teorías dividiendo y subdividiendo al infinito los problemas para no llegar nunca a rehacer el conjunto, perdiéndose en una fragmentación muy prolija en su s detalles sin volver a aterrizar. Nada más alejado de la teoría que esto y nada más propio del trabajo de los designados peyorativamente “filósofos” 6. El segundo requisito para asumir este pensar latinoamericano así propuesto, es entender por “praxis” una transformación de la naturaleza por medio del trabajo, al modo de los clásicos. En este caso, por extensión, una transformación por medio del trabajo político en histórica, de una situación artificialmente naturalizada. Una historización de la situación, para romper en ella sus trabas ideológicas y desbloquear la recepción pasiva del pasado, para ahondar la liberación. En este sentido se trata de elaborar un discurso “latinoamericano” con la convicción de que el que no quiera entender no entenderá, por más preciso y detallado, elaborado y meticuloso que sea el desarrollo del mismo y sin que esto implique concesiones al rigor que le es intrínseco. En este preciso sentido podrían ser recuperadas, y todavía con precauciones como se verá, las palabras que expresara Alves como producto de su experiencia de los límites de la comunicación en EE.UU.: “Pertenezco a una generación frustrada, y pienso y hablo como consecuencia y resultado de esta experiencia. 5

De Boni hatte in seiner Dissertation den Mut, auf den enormen Unterschied zwischen der “äusserst abstrakten deutschen Denkweise” und der “mehr an der Praxis orientierten lateinamerikanischen Denkform hinzuweisen” (HEINZ DRESSEL: Verfolgt um der Gerechtigkeit willen; Der Konflikt zwischen Staat und Kirche in Lateinamerika. Neundettelsau, Freimund Verlag, 1979, p. 9). 6 Siguiendo la crítica de Marx al idealismo alemán ha señalado Bolívar Echeverría que estos “filósofos”: “ratifican con su actividad una problemática que invierte este orden real de determinación, y parten por tanto de la presuposición de que la configuración histórica del sistema semiótico en la que teorizan o bien es inmutable o bien se transforma en virtud de una dinámica autosuficiente del propio sistema. Sería, en consecuencia, operar repetitivamente pero bajo la ilusión de una creatividad teórica independiente: pretender que se es el origen de un nuevo saber al tiempo que lo único que se hace en realidad es componer mensajes redundantes dentro de un campo discursivo solidificado y pasivamente enigmático, superado ya por el proceso histórico práctico. Sería, en fin, enfrentarse al mundo ofreciéndole productos teóricos pretendidamente nuevos, que deberían iluminarlo y guiarlo, y no entregarle más que imágenes remozadas de lo que él fue en el pasado: hermenéuticas, „interpretaciones‟ de lo que él ya no es” (“La revolución teórica comunista en las Tesis sobre Feuerbach”, en: Historia y Sociedad. México, Segunda época, Nro. 6, 1975, p. 63).

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He aprendido que es inútil hablarle a la gente en general. Nuestra capacidad de entender no va más allá de los límites de nuestra experiencia. Muy pocas palabras son necesarias cuando hemos comido del mismo pan, y una gran cantidad de palabras no solucionan nada ni sirven de nada cuando no hemos experimentado sufrimientos y esperanzas comunes. Aún las palabras extrañas nos unen cuando preceden de una experiencia común, mientras que otras palabras comunes nos dividen cuando expresan experiencias opuestas de vida. La capacidad de entender es un milagro que surge de un secreto no dicho: los senderos comunes caminados por individuos que, a pesar de todo, nunca se han encontrado ni se encontrarán jamás. El poeta brasileño Vinicius de Moraes dice que “ninguem pode ser universal fora do seu quintal” -nadie puede ser universal lejos de su propio pedazo de tierra. Y este es el pan que yo comparto con todos aquellos que han caminado por un sendero similar”7. Habría que acotarle al texto de Alves que la comunicación no es tal misterio cuando se atiende a algo más que las palabras: a la determinada estructura de dominación, opresión y explotación que es lo que divide y que se expresa también a nivel discursivo. A su vez, la fórmula: “mi historia es mi pedazo de tierra” debe ser utilizada con cuidado, porque no se trata de geografizar la historia, sino de histozar la geografía 8. Pero, con todo, cabe recuperar del texto citado, la afirmación de Alves de que hablamos desde una parcialidad, para una parcialidad, sin renunciar a una pretensión de universalidad en nuestro discurso, pero de una “universalidad” que es siempre necesariamente parcializada (si se me permite la aparente paradoja). Eso nos obliga a tomar en cuenta el tipo de rigor necesario para nuestro discurso y nos exime de demorarnos extensamente en intentar exponer las cosas para convencer a un lector supuestamente universal (generalmente nuestra imagen y mito de lo que es el europeo; mito que nos vende y consume el europeo mismo), el cual, en lo que tiene de real, está ya perfectamente convencido de cuáles son sus intereses y los defiende y defenderá aún a costa del sufrimiento de sus propios conciudadanos. En cuanto a la bibliografía no debe extrañar que se utilicen aquí las fuentes más dispares. El “otro” discurso del discurso de los sectores de clase dominantes, ahora, burgueses y antes preburgueses, no siempre se ha manifestado “académicamente”. Generalmente, ha estado fuera de las élites académicas o se ha mostrado fuera de ellas, aún cuando en el discurso dominante apareciera retornado expresamente como el anti-discurso que debe ser combatido y contra el cual se constituye el discurso dominador 9. El título de nuestro tema reclama el ejercicio de un derecho y, por tanto, presupone que el mismo no se ha ejercido todavía o que su ejercicio ha sido deficiente o parcializado. En efecto, América ha sido vista en casi todo tiempo como el topos de la utopía europea. Con toda claridad se

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RUBEM A. ALVES: Hijos del mañana. Trad. de la ed. en inglés de 1972 por Juan José Coy. Salamanca, Sígueme, 1976, p. 207. 8 Piénsese en algunos desarrollos febriles de la geopolítica, por ejemplo. 9 Cf. ARTURO ROIG: Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano. México, Fondo de Cultura Económica, 1981 (Colección: Tierra Firme).

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revela esto en el análisis del género utópico del renacimiento 10. No se ha expresado el futuro utópico propio de América porque, simplemente, América no tiene futuro o, lo que es lo mismo, es puro futuro sin ningún presente. Es el caso de haber pensado América en los términos de aquel cartelito que suele leerse en los abarrotes: “Hoy no se fía, mañana sí”. Un mañana que no llega nunca… 11. No se trata de proponer aquí ingenuidades. Las utopías no cumplen más que un papel incitador de una realidad más plena. Por muy detalladamente que hayan sido pensadas, cuando comienza el proceso de su realización, la plenitud del mismo rebasa con creces el proyecto utópico. La utopía se queda corta y es superada por la reflexión sobre una realidad que desde sí misma lleva a rectificar el proyecto inicial, tantas veces como sea requerido por una realidad arisca y reacia frente a modelos producidos por caldos de cabeza. Vale decir, en la realización se pasa de un saber “profético” a un saber “científico”. Aún cuando, bien vale subrayarlo, ambos saberes están íntimamente ligados, a punto tal que cabría hablar de matices o acentos. En un caso se acentúa más lo conjetural aunque puede racionalizarse, en otro se acentúa más la verificación aunque se está movido por la fe en la superación de la situación actual 12. De lo que se trata, entonces, es de ir practicando mientras tanto nuestro negado derecho a soñar nuestro futuro; mientras esperamos el momento de pasar a su construcción práctica. Mejor, se trata de ir construyendo ya parte de nuestros sueños para ir tentando los límites y las deficiencias de los mismos e irles dando una posibilidad. Esto no es nuevo entre nosotros. Ya muchos lo han ido avanzando y tenemos una cierta tradición al respecto 13. Ahora bien, generalmente la postulación de la utopía no es más que reforma. Pero hay que evaluar hasta qué punto y en qué sentido estas reformas son un paso más en todo el proceso complejo y lleno de avatares que va constituyendo la construcción de nuestro sueño 14. En contra de un cierto sociologismo, empobrecedor de la reflexión latinoamericana, Leopoldo Zea ha reivindicado el derecho a realizar “viajes filosóficos”, entendiendo por tales la consideración del hombre y su historia sin temor a la “mestización” de la filosofía con otras disciplinas que le serían supuestamente “ajenas” desde una clasificación aparentemente fundada en consideraciones epistemológicas. La filosofía debe ser algo más que reflexiones metodológicas para rigorizar lo ya sabido; debe ser, también, un esfuerzo crítico y autocrítico para dar coherencia a la toma de 10

Cf. mi trabajo: “Para una filosofía política indo-íbero americana; América en las utopías del renacimiento” en: VARIOS: Hacia una filosofía de la liberación latinoamericana. Bs. As., Bonum, 1974, p. 53-91. 11 Sobre Hegel y el problema del “futuro sido” cf. ARTURO ROIG: Op. cit., Cap. VII. 12 En cierto modo pueden considerarse complementarios algunos aportes de Paulo Freire (su dialéctica de denuncia/anuncio como momentos estructurales inherentes a la práctica utópica) y de Francisco Miró Quesada (con su radical afirmación de la necesidad racional de la revolución y el “poder suasorio” que esta argumentación tiene). Cf. PAULO FREIRE: “Desmitificación de la concientización” en: La praxis educativa de P.F. Selección antológica de Carlos A. Torres, México, Gernika, 1977, p. 136, y FRANCISCO MIRO QUESADA: “Función actual de la filosofía en América Latina”, p. 85 ss. 13 Cf. ROBERTO FERNANDEZ RETAMAR: “Algunos usos de civilización y barbarie” en: Revista Casa de las Américas. La Habana. LEOPOLDO ZEA en: “La filosofía actual en América Latina”, p. 211: “La liberación, como respuesta a la dependencia en que han vivido nuestros hombres y pueblos, es un viejo sueño latinoamericano del que se ha ido tomando conciencia para poder transformarlo en realidad”. 14 “Y con relación a reformas, yo diría lo siguiente: que la crítica a priori de la reforma es ahistórica y, por lo tanto, antidialéctica, metafísica. Entonces, yo no puedo tocar el concepto de reforma en el aire y hacer un análisis de su ausencia y decir que no sirve, porque yo sólo comprendo reforma dentro de la historia. Y hay ciertos momentos en que una reforma es hecha y sale incluso de las manos de quienes la hicieran, asumiendo una posición de hecho que empuja el propio proceso más allá”. (PAULO FREIRE: “Entrevista con P.F., Chile, 1972” en: Entrevistas con P.F. Compiladas por Carlos A. Torres. México, Gernika, 1977, p. 67).

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conciencia de múltiples verdades complementarias sobre el hombre y su historia, las cuales son aportadas por distintas disciplinas pero, sobre todo la filosofía debe hacerse eco de las demandas efectuadas por la experiencia vital y cotidiana de los varones, mujeres y niños de nuestra América 15. Creo que entre estos viajes filosóficos, las utopías desempeñan una función muy especial que conviene a veces estimular. La función de relanzar la reflexión por senderos no trillados todavía. Mi viaje se limitará esta vez a sugerir algunos trazos de la utopía a que creo tenemos derecho. No será la descripción de la utopía completa sino sólo algunas referencias a una institución que puede servir y que pareciera haber servido durante mucho tiempo a alentar los más descabellados y sugestivos esfuerzos de nuestro subcontinente: la universidad. No se espere entonces de las líneas que siguen la explicitación completa de la utopía, mucho menos el término del “viaje”. Sólo el esbozo de un sector de la utopía que es parte inherente y, quizá, esencial al viaje. No habría que descuidar tampoco el hecho de que escribo sobre nuestra universidad desde Alemania, uno de los focos más fuertes de referencia e irradiación del mito filosófico en Latinoamérica durante esta centuria. Lo paradojal es que mitos tan potentes y dominantes durante muchos años se disuelven como la nieve ante unos rayos de sol, cuando se los mira a la cara y se sondean sus entrañas. No por nada hablaba Martí desde la experiencia que le había supuesto vivir, o mejor cabría decir sobrevivir, en las entrañas del monstruo… Necesito retomar, antes de seguir adelante, algunos conceptos vertidos en el Editorial del segundo número de Pucará en 1977. Desde Cuenca señalaba, entre otros aspectos, que nuestra universidad debía acentuar las relaciones entre docencia e investigación, privilegiando la investigación e incorporando la docencia como una parte del mismo proceso investigativo de nuestra propia realidad en su inserción mundial. Aseguraba también que no podíamos descuidar la investigación en las llamadas ciencias sociales so pena de que otros las realizara n por nosotros, con las consecuencias de manipulaciones temibles que son ya muy denunciadas aunque poco tomadas en consideración dentro de nuestros ámbitos académicos 16. Cada vez somos más estudiados de acuerdo a pautas que no responden a nuestras necesidades e intereses, a nuestras experiencias y expectativas. Cada vez es más perentoria la necesidad de conocernos a nosotros mismos tal y como y con nuestras virtualidades. Todo lo cual supone una explicitación de las pautas desde las cuales se juzga qué es mérito, demérito o virtualidad. Es en este sentido que seguimos reclamando un saber que no sea de lo meramente sido, de aquello que rechazamos sin asumir recayendo siempre en su mala repetición, como tantas veces ha señalado Leopoldo Zea, sino de un saber conjetural que nos ayude a realizar lo que queremos ser. En el mencionado editorial escribí lo siguiente: “En la presentación del primer número de esta revista se intentaba un primer abordaje crítico al tema de la universidad, un „echar el guante‟ para promover el necesario debate. Se desechaban allí dos tipos de mixtificaciones simétricamente enfrentadas. La universidad no es lugar de cese de las contradicciones en virtud de una unidad o síntesis Racional que refleje límpidamente lo real como pretende la mixtificación liberal, ni es, tampoco, lugar de preparación y adiestramiento de revolucionarios profesionales como lo suele suponer una 15 16

Cf. LEOPOLDO ZEA: Op. Cit. Cf. ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR, Op. Cit., p. 47, nota 62.

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pretendida interpretación “izquierdista”. No lo es, ni aquí, ni en parte alguna de América Latina. Ni lo es, ni lo ha sido. La universidad ha vivido (y para fundamentar debidamente esta afirmación habría que realizar un extenso excurso histórico imposible de presentar aquí) y vive en medio de las contradicciones y los conflictos en que se debaten nuestras sociedades. Ni está, ni puede estar fuera de ellos. En este contexto creemos que debe ubicarse el tema de la investigación. También sobre él se ha mixtificado bastante. Entre otras versiones de la ilusión mencionemos las siguientes: -

La investigación supone una adscripción pura y simple a las pautas de los grandes centros internacionales, sus metodologías y prioridades (cientificismo).

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La investigación aséptica (no política) es barata pero conflictiva, mientras que en ciencias naturales, puras, exactas y en tecnología es cara pero eficaz a la larga.

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La investigación en ciencias sociales es barata pero conflictiva, mientras que en ciencias naturales, puras, exactas y en tecnología es cara pero eficaz a la larga.

La lista podría ser más extensa, pero estos aspectos son más que suficientes para ilustrar la mixtificación. Las dos primeras opiniones responden simétricamente a las mixtificaciones antes mencionadas y en boga sobre la universidad. La tercera, responde a una ilusión que aparece como efecto del deslumbramiento que la tecnología de los países hiperdesarrollados produce como refracción en situaciones de dependencia”17. ¿Qué podemos hacer con nuestra universidad, tomando en cuenta los fracasos que hasta ahora han venido sucediendo en los sucesivos esfuerzos que se han realizado tentando su reforma?18 Ante todo habría que explicitar claramente cuáles son las tareas fundamentales a que debe abocarse la universidad. Es lo que intento esbozar a continuación con la única intención de colaborar al debate. 1. Luchar contra la muerte. Esta es la primordial e ineludible tarea de una universidad partícipe de un subcontinente donde cada tres minutos nos están asesinando a un niño. Esta tarea supone, por de pronto, el estudio de la ideología que alienta la muerte, la adora, la cultiva (si se permite este juego de palabras, porque no se puede cultivar lo que no crece desde sí mismo y se desarrolla; aunque la muerte crece en cantidad y se desarrolla en extensión en el globo…). Ya se han dado pasos importantes en ese análisis 19. Además exige estudiar nuestras propias simbologías con mayor rigor e intensidad, partiendo de estudios ya clásicos al respecto20, con el fin de evitar que la muerte artificialmente provocada sea vista, mediante una transmutación de valores, como algo “natural” entre nosotros. Esta lucha a todo nivel contra la muerte implica una inmensa tarea para nuestra universidad, especialmente en medicina. ¿Qué valor puede tener entre nosotros una medicina que se tecnologiza cada vez más en función de enfermedades que no constituyen nuestras 17

“Universidad e investigación” en: Pucará, Cuenca, Nro. 2, Junio 1977, pp. 6-7. Por mencionar sólo una referencia a Ecuador cr. MANUEL AGUSTIN AGUIRRE: “La filosofía de la segunda reforma universitaria” en: Problemas actuales de la filosofía en el ámbito latinoamericano. Quito, PUCE, 1979, pp. 305 y ss. 19 Cf. FRANZ HINKELAMMERT: Las armas ideológicas de la muerte. Salamanca, Sígueme, 1978, 344 págs. 20 OCTAVIO PAZ: El laberinto de la soledad. México, FCE, 1ra. ed. 1950, 1976, esp. cap. “Todos Santos, día de muertos”, pp. 42 y ss. 18

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prioridades? La historia de la medicina aportaría a este respecto ejemplos pasmantes. El colonialismo, el neocolonialismo, la manipulación ideológica, el negocio con la vida humana adquieren entre nosotros dimensiones pavorosas y cuando queremos librarnos del yugo enviamos a nuestros médicos a perfeccionarse en el exterior, en los centros mundiales de donde regresan con certificados bajo el brazo que luego colgarán en sus consultorios privados para justificar la incorporación de tecnologías a veces muy sofisticadas pero que no sirven para nuestras enfermedades o, sobre todo, para la extensión que ciertas enfermedades toman entre nosotros. Porque, todo hay que señalarlo, en los países hiperdesarrollados los enfermos y sus enfermedades deben adaptarse al desarrollo existente de las tecnologías; lo que no cae dentro de sus marcos o bien no existe o bien hay que aguantarlo… Un médico que considere en globalidad el fenómeno humano del paciente, que mantenga con él una relación humana, ya no existe. Hay, por un lado, médico todopoderoso armado con sus instrumentos y hay, por otro, paciente (pasiva cosa) que se somete (o se debe someter sin otras alternativas) a todo tipo de manipulaciones. Mucho se ha desarrollado la bibliografía sobre este tema y especialmente sobre una medicina que hasta hace unos años, por los años 30, curaba más que ahora 21. Nosotros no podemos seguir produciendo médicos que salen a engrosar los equipos especializados de los países centrales (sólo EE.UU. se ha ahorrado en los últimos 20 años dos Facultades de medicina con los médicos latinoamericanos radicados allá). No estoy pretendiendo absurdos. No se trata de cerrarse, ni de desconocer avances científicos, ni de fundar una medicina “propia”. Estoy hablando de que la universidad se debe plantear el problema a cabalidad, con todas sus implicancias y derivaciones, para luchar en contra del que continúa imperturbable desde la llegada de los españoles hace cuatro siglos 22. No se trata de que nuestros egresados no viajen a Europa o a EE.UU. a perfeccionarse. Se trata de que sepan qué deben aprender allí y que estén comprometidos formalmente a volver para devolver al país mínimamente lo que se ha invertido en ellos. Para eso la universidad debe arbitrar medidas eficaces para alcanzar los objetivos propuestos y no meras trabas burocráticas. En fin, sería el caso de replantearse totalmente la entidad misma de la medicina (para continuar con este ejemplo que he tomado). O bien la consideramos una mera técnica, tal como está en boga en los países centrales, o bien nos reformulamos radicalmente el interrogante acerca de lo que es la medicina, de su estatu epistemológico y de sus responsabilidades humanas (lo cual quiere decir: políticas, ideológicas, sociales, históricas). La universidad debe asumir su responsabilidad ante la sociedad y la historia latinoamericana. No puede silenciar un debate que adquiere proporciones decisivas. Quizá todavía quede algo de sensibilidad entre nosotros como para aceptar lo que a veces los más “simples” ven con una claridad envidiable. Como muestra el siguiente fragmento de un mapuche chileno, pero que podría ser perfectamente la voz de cualquier cañari u otavalo: “Nosotros, artísticamente

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Cf., por ejemplo, las obras de Canguilhelm, Foucault e Illich. Cf., por ejemplo, sobre los Otavalos: ANTONIO BENENATI: “Algunas características del desarrollo del capitalismo nacional en América Latina” en: Centre de Recherches Latino-Américaines. Nanterre, Fascicule XIII, octubre 1976, pp. 22 y ss.; sobre la nueva “Sudáfrica” boliviana cf. VICENTE ROMERO: “Genocidio y explotación” en: La Calle. Madrid, Nro. 7, 9-15 de mayo de 1978, p. 26. 22

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Nosotros tenemos que curarlos las enfermedades Así con remeditos de hierbas Por mis manos mías propias Yo he curado muchos niños Gravemente enfermos Pero grave grave Que yo los he hecho volver ellos Huesitos como me los han traído Ya eso se puede decir un cadáver Todos se estaban paralizando de la sangre todo Las manitas todo eso Y además la lengüita pa dentro Yo he tenido que tirarles con las manos pa fuera Y darles un refresquito así remedito Muchas veces una lavadita así Una y otra forma Pa bajarles la fiebre Porque de una fiebre nosotros morimos aquí en el campo Si nosotros no estamos alertos de eso 9


Morimos no más Tenimos que estar como artísticos Si la compañera es tan ignorante se le muere su niño Se le han muerto a unas cuantas no sólo a una Van al Seguro Van al médico Allá vuelven con los niños más graves todavía Se le mueren por el camino Es una cosa muy triste el campesino compañera”23. 2. Regenerar la política. Es la tarea también importante de nuestra universidad. Es aquella tarea de “regeneración política” de la que ya hablaba Francisco Bilbao, aquel “José Peralta” chilenoamericano24. La pretendida despolitización de la sociedad latinoamericana no ha sido más que un modo de politizarla en un sentido muy peligroso 25, estimulando un ansia irracional de seguridad que

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ANA PIZARRO: “Conditions sociales et origines de la poesi epique: le cas du Peuple „Mapuche‟ au Chili” en: Idéologies, littérature et société en Amérique Latine. Bruxelles, Editions de l'Université, 1975, pp. 104-105. 24 GUILLERMO FELIU CRUZ (?): “La casa de la sociedad de la Igualdad” en: La Nación. Santiago de Chile, julio de 1940; cito de la referencia brindada por LUIS ALBERTO SANCHEZ en “Prólogo” a FRANCISCO BILBAO: La América en Peligro. Santiago de Chile, Ercilla, 1941, p. 15, en nota. Ha sido señalada la importancia de esta edición prologada por Sánchez para renovar la discusión sobre la figura de Bilbao: “Bilbao ist wieder in die aktuelle lateinamerikanische Diskussion eingeführt worden seit der durch Luis Alberto Sánchez besorgten Herausgabe seines Essays “La América en peligro”, Santiago de Chile, 1941” (HANNS-ALBERT STEGER: Die Universitäten in der gesellschaftlichen Entwicklung Lateinamerikas. Bielefeld, Bertelsmann Verlag, 1968, Tomo I, p. 262, nota 55 al cap. 9). Actualmente, la discusión sobre Francisco Bilbao adquiere una impostación totalmente nueva a través del análisis que realiza ARTURO ROIG en: Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano, ya citado en nota 7. El pensamiento de Bilbao puede ser recuperado por el discurso liberador latinoamericano. 25 Cf. ROGER BARTRA: Op. Cit., p. 150.

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conduce sólo a un estado de inseguridad patológico 26. Por supuesto la alternativa no es en un sentido impracticable, que supere las contradicciones sociales o que se mantenga al amparo de las mismas27. La universidad no supera en su seno las contradicciones en virtud de una unidad o síntesis racional, pero puede y debe pensarlas sistemáticamente. Una universidad que no piense las contradicciones de la sociedad en que está inmersa y que se pase el día mirando al ombligo de sus propias luchas intestinas, es una universidad que traiciona (¿?) su misión. Necesitamos una universidad que piense y debata públicamente las contradicciones y necesidades de nuestros países, sin dogmatismos, eslóganes o rótulos esterilizantes, atendiendo especialmente a aquellos mecanismos que afectan a los más pobres de nuestro pueblo 28. No una universidad narcisista que se mira en sus propias élites, sino una universidad que confronta a las élites (que las hay, las hay…) con las realidades y las demandas de los empleados de siempre. Es necesario e imprescindible trabajar aquí los mecanismos del poder 29. Aquí hay tarea para todos, incluidos los militares. En este sentido habría que retomar, con las precisiones ya anotadas (cf. nota 24) las palabras de Comblin: “Para las fuerzas armadas el desafío consiste en recobrar la línea de los „libertadores‟, de Bolívar, San Martín, Artigas, Sucre, O‟Higgins: reconciliarse así con las verdaderas tradiciones nacionales, con el pueblo que todavía queda por „liberar‟” 30. Pero sin que nadie, ningún sector social se arrogue paternalismos indebidos. En ese sentido debe ser retornado el proyecto de los “libertadores” hacia una auténtica liberación 31. Ante nosotros 26

Cf. JOSEPH COMBLIN: El poder militar en América Latina. Salamanca, Sígueme, 1978, 286 págs. Habría que anotar, por de pronto, dos precisiones a esta interesante obra de Comblin. Por una parte, en todo el trabajo alienta una cierta nostalgia por una supuesta “democracia” anterior a los regímenes de la “Seguridad Nacional”; democracia que habría campeado por Latinoamérica y que habría que recuperar. Por la otra, pareciera deducirse de su argumentación que la “culpa” de la militarización actual de muchos regímenes latinoamericanos recae sobre aquellos movimientos que intentaron modificar la situación de injusticia estructural que padece nuestro subcontinente. Mucho cabría discutir sobre ambos problemas, indudablemente correlacionados. Lo que importa señalar aquí es que tal como aparecen aludidos en la obra de Comblin no pasan de ser una concesión a la retórica que campea en los textos golpistas que han proliferado tanto y durante décadas entre nosotros. Toda la obra de Comblin es un esfuerzo crítico contra las ilusiones de la doctrina de la “Seguridad Nacional”. Si bien las ilusiones se pueden combatir con nuevas ilusiones, el análisis crítico reclama también una autocrítica. 27 Ver una interesante crítica a las ingenuidades del “Mayo del 68” en: LOUIS MARIN: Utópicas: juegos de espacios. Madrid, Siglo XXI, 1975, 313 págs. Cf. mi reseña en prensa (Cuenca, Pucara, Nro. 4). 28 Cf. VARIOS: Los pobres. Bs. As., La Aurora, 1978, 254 págs.; ver mi reseña en prensa (Darmstadt, Kritikon). Vale la pena considerar este texto: “El obrero de la República Federal Alemana vive explotado pero no hasta la miseria ni hasta el dantesco infernal „sin esperanza‟. El minero en los EE.UU. muere prematuramente, pero así y todo, vive el doble que el hombre del mundo subdesarrollado, y no vive miserablemente. Los obreros del mundo desarrollado duermen sobre colchón de muelles, mueren entre batas blancas, viven en cuartos de calefacción, se retiran con un cheque entre las manos. El hombre del mundo desarrollado no conoce todo el significado humano de la Revolución; el teólogo europeo y norteamericano no sabe lo que significa la teología de la liberación. Esto no significa que dejen de haber grupos numerosos (más del 20% de la población estadounidense) explotados, vilipendiados, minorías subdesarrolladas en el mismo corazón de los centros imperialistas contemporáneos. Son grupos marginados de la sociedad opulenta, jóvenes, niños, mujeres, hombres, africanos, puertorriqueños, mexicanos, españoles, portugueses, italianos, turcos, HC., etc… que viven dentro de los emporios de riquezas como miserables plebes de los suburbios del Imperio” (SERGIO ARCE MARTINEZ: “Hacia una teología de la liberación: un enfoque contemporáneo del quehacer y la responsabilidad teológica” en: Cristo vivo en Cuba: Reflexiones teológicas cubanas. San José, Costa Rica, Departamento Ecuménico de Investigaciones, 1978, p. 21). 29 Las investigaciones recientes de Michel Foucault han abierto un ámbito muy importante en ese sentido. 30 JOSEPH COMBLIN, Op. Cit., p. 280. 31 Cf. ARTURO ROIG, Op. Cit., cap. XII “Desde el Padre Las Casas hasta la Guerra del Paraguay”.

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está todavía abierta la tarea de la emancipación política inconclusa, de la emancipación mental insuficiente, de la emancipación económica impostergable. Sólo los oprimidos se liberan a sí mismos. Sin embargo, la universidad -instrumento ambiguo de opresión- puede al menos no ser un obstáculo y, en el mejor de los casos, un centro de promoción de una cultura pisoteada e ignorada durante siglos y que conserva, a pesar de todo, virtualidades y potencialidades que permiten todavía recrearla. La ausencia de herramientas eficaces de análisis político y de propuestas políticas adecuadas ha hecho que la lógica del poder se imponga a la lógica societal en una gran parte de nuestros países, especialmente en el llamado Cono Sur. Sin embargo, esta situación no aniquila definitivamente la posibilidad de construir una hegemonía donde desempeñen un papel decisivo las clases subalternas. Esta construcción pasa por de pronto por la crítica de la historia reciente. Pensando en el caso argentino, pero en el contexto de la situación latinoamericana y mundial se ha sintetizado en los siguientes términos la tarea por realizar: “Participación, cambio social; democracia y socialismo; crecimiento y estilo de desarrollo. La combinación de estos temas como un proceso de construcción de hegemonía, de intervención histórica de las clases subalternas, aparece hoy como el gran desafío para quienes deseen participar de alguna manera en la transformación de estructuras de desigualdad que, como la argentina, no se derrotan convocando a la nostalgia”32. 3. Construir la información: Que la información es un poder, ya nadie lo duda. De ese poder dependen campañas de información y de desinformación perfectamente planificadas. Lo importante es destacar, dentro de este contexto, que un trabajo científico auténtico, como el que está llamada a realizar la universidad latinoamericana, sólo puede cumplirse si se dispone de datos e informaciones confiables y nosotros nos manejamos frecuentemente con puros fantoches. La universidad latinoamericana debería centrar su esfuerzo en construir la información que necesita para elaborar su análisis de las realidades concretas, nacionales, latinoamericana y mundial y poder proponer vías de acción en consecuencia. No digo receptar la información, porque la información que se recepta ya viene construida 33. ¿Qué sabemos nosotros acerca de nosotros mismos, de nuestra historia, de nuestros pobres, de nuestros vecinos del llamado Tercer Mundo? 34. No podemos seguir enfrentándonos estérilmente en disputas de café cargadas de estereotipos y de prejuicios 35. Resolver el problema de la información no es sólo una tarea individual. Por más que el individuo lea noche y día sin descanso no puede llegar a in-formar su mundo, no logra superar el nivel de los meros prejuicios difundidos agresivamente por los medios de difusión (aquellos que difunden lo previamente in-formado…). Es una tarea social e institucional en la cual puede colaborar la 32

JUAN CARLOS PORTANTIERO: “De la crisis del país popular a la reorganización del país burgués” en: Zona Abierta. Madrid, enero-febrero 1980, Nr. 23, p. 68. 33 Cf. “Un solo mundo; Suplemento mundial para un nuevo orden económico internacional” en: El País. Madrid, viernes 4 de abril 1980. La iglesia católica iberoamericana, muy sensible a esta problemática, fundará una agencia de noticias, con sede en Bogotá (La Opinión. Bs. As., 15 de enero 1980, referencia en: Servicio de Informaciones Religiosas. Bs. As., AIDET, Año 2, nro. 24, marzo 1980, p. 9). 34 Sobre la noción de “Tercer Mundo” cf. LEOPOLDO ZEA: “Latinoamérica Tercer Mundo” en: Centre de Recherches Latino-Américaines. Nanterre, Fascicule XIII, octubre 1976, pp. 1-21. 35 La crítica a estas actitudes están magníficamente desarrollada en JORGE E. ADOUM: Entre Marx y una mujer desnuda. México, Siglo XXI, 1976, 311 págs.

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universidad y puede exigir del Estado los medios irrenunciables para cumplir su labor so pena de esterilizar la función misma de la universidad como comunidad que busca promover el saber. La universidad debe estimular sus posibilidades editoriales, bibliotecológicas, radiales y televisivas. El problema de la comunicación y de los lenguajes es esencial a la universidad, pero se trata de una comunicación que tienda a comunicar, a participar, el dominio y manejo del proceso mismo de in-formación (la acción de dotar de forma a una materia) a aquellos que viven despojados de ese ejercicio y son sólo consumidores pasivos de productos terminados. Las cifras orientan bastante al respecto 36. A veces uno tiende a invertir la ironía de Les Luthiers cuando designaban en su “noticiero” como Ministro de Educación al Cabo Anastasio López junto a generales, almirantes y brigadieres que ocupaban ministerios “más importantes”. Uno tiende a pensar que si efectivamente fuera un cabo ministro de educación y se animara a hacer, podría pasarle como a Pantaleón Pantoja que organizó con tanta eficacia, responsabilidad y calor humano el Cuerpo de Visitadoras y… así le fue37. En fin, la universidad es más importante que los edificios, las planificaciones burocráticas, los horarios, los reglamentos y las paredes pintaditas. Pero, para que estos medios indudablemente necesarios no terminen por devorarla reduciéndola a la esterilidad de la repetición afónica, deben explicitarse y esclarecerse sus tareas ineludibles en la hora presente. 4. El dominio de la tecnología. Decía Bacon que para dominar a la naturaleza era necesario adaptarse a sus leyes. En la caso de la tecnología nos encontramos frente a una segunda naturaleza, artificialmente producida y que amenaza con destruir a sus propios agentes. La máquina acecha amenazadora… Es como si luego de haber establecido las reglas del juego que rigen a la tecnología hubiera que adaptarse a ellas para poder dominarla mínimamente. A punto tal que se han llegado a invertir los términos y se ha afirmado la primacía de la tecnología respecto de la ciencia, cuando fue la ciencia quien históricamente la originó (recuérdese la conocida tesis de Heidegger al respecto) 38. Para nosotros, los integrantes de los llamados pueblos pobres, el problema parece presentarse en términos similares al del dominio de las matemáticas o de la lógica: “Del mismo modo que todo el mundo ha de aprender el lenguaje y la escritura antes de poder servirse libremente de ellos para la expresión de sus sentimientos, aquí sólo hay una manera de eludir el peso de las fórmulas. Y ésta consiste en adquirir tal dominio del instrumento… que, sin traba alguna de la técnica formal, podamos encararnos a los verdaderos problemas…”39. 36

“Sirvan de ejemplo algunas cifras: cuarenta países en vías de desarrollo carecen de agencia informativa; veinte países africanos (casi la mitad de los que constituyen el continente) no tienen televisión; los países desarrollados, que representan alrededor de un tercio de la población mundial, poseen el 83% de los aparatos de radio y el 90% de los televisores; los periódicos de los países en vías de desarrollo -dos tercios de la población mundial del planeta- suman una tirada que no llega al 15% del total mundial” (EL MUDJAHID/Argel: “Una primordial y dificilísima tarea” en: “Un solo mundo…” ya citado en nota 31, p. II). 37 Cf. MARIO VARGAS LLOSA: Pantaleón y las visitadoras, Barcelona, Seix Barral, 1971. 38 Un estudio desde la perspectiva clásica en JEAN LADRIERE: El reto de la racionalidad; La ciencia y la tecnología frente a las culturas. Salamanca, Sígueme-UNESCO, 1978, 196 págs. 39 HERMANN WEYL: Raum, Zeit, Materie cit. por STEPHAN KORNER: Introducción a la filosofía de la matemática. Trad. de Carlos Gerhard, México, Siglo XXI, 3 ed., 1974, p. 1.

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Algunos han planteado que debemos negarnos a la técnica y al desarrollo técnico porque conlleva en sí la destrucción de formas humanas de vida y convivencia. Y se ha defendido el uso de tecnologías “primitivas” idealizadas y mistificadas (idealizaciones no ajenas al mito del buen salvaje…). Por otra parte, al ver la destrucción del medio ambiente, la destrucción ecológica que provoca el uso indiscriminado de ciertas tecnologías, se ha propuesto, en los países centrales, el desarrollo de tecnologías alternativas. Estas búsquedas alternativas no tienen por qué ser ignoradas o desaprovechadas por nuestros países, pero deben ser readecuadas a nuestras verdaderas necesidades. A la vez, es interesante anotar como aspecto destacable para la discusión, que pueblos aparentemente detenidos y efectivamente bloqueados en su desarrollo pueden incorporar tecnologías a veces sofisticadas con una rapidez sorprendente y en beneficio de la propia vida y el propio desarrollo de la comunidad, en la medida en que se incorporan a un proceso de reconstrucción de su identidad y de liberación de sus ataduras. Me agrada citar los pensamientos de Franz Fanon al respecto: “Los especialistas en educación sanitaria de base deben reflexionar atentamente sobre las nuevas situaciones que surgen a lo largo de la lucha de Liberación Nacional de un pueblo subdesarrollado. Desde el momento en que el cuerpo de la Nación inicia su vida de manera coherente y dinámica, todo es posible. El conocimiento de la „fisiología del indígena‟ o de la “personalidad de base” son inútiles. Un pueblo que toma su destino en sus manos asimila a una velocidad casi increíble las formas más modernas de la técnica” 40. También en este sentido y desde la teología de la liberación ha señalado Severino Croatto la necesidad de incorporación en un proyecto histórico de liberación como medio de ruptura de la cuasi pasividad a que el pueblo ha sido sometido durante siglos de dominación. Este no es un problema nuevo, ni se formula desde la pretensión de que la técnica sea un patrimonio exclusivo de la modernidad o de la ciencia con soporte cosmovisional mítico (mayas, egipcios, mesopotamios, chinos, etc.) pero “la „fuga‟ de los dioses -y la „donación‟ concomitante del mundo al hombre- se dio por vez primera, y en la única forma realmente válida, allí donde un pueblo se autorreconoció en una praxis histórica como hecho fundante de un „proyecto‟ vocacional” 41. Ahora bien, este problema de la técnica debe ser estudiado y evaluado también por aquellos que siguen una formación técnica en nuestras universidades. No es posible que nuestros egresados queden reducidos a una mera capacidad de manipulación de fórmulas o instrumentos, sin atinar a reflexionar sobre lo que hacen o para qué lo hacen. Ya denunciaba Sábato después de Hiroshima la “cretinización” de los científicos y el llamado “caso Oppenheimer” ofrece desde hace muchos años material para reflexionar. Para qué mencionar los experimentos con tóxicos en Vietnam, la suspensión de las investigaciones biológicas por el peligro de una mutación incontrolable o los desperfectos en las centrales nucleares a lo Harrisburg. Sobre todo esto no es posible seguir hablando de oídas en nuestros países.

40

FRANTZ FANON: Sociología de una revolución (1950). México, Era, 1968, p. 119. JOSE SEVERINO CROATTO: “Cultura popular y proyecto histórico” en: Cuadernos Salmantinos de Filosofía. Salamanca, T. III, 1976, p. 375. 41

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Necesitamos una información y una formación adecuadas no para la “adaptación” e incorporación de tecnologías sino para responder a los desafíos tecnológicos que nuestra realidad efectivamente nos plantea y para dominar o al menos calcular aproximativamente los peligros y riesgos que las presuntas soluciones conllevan. Con suma perspicacia ha planteado Hanns-Albert Steger un “auto-control” como único medio de impedir la destrucción de nuestros ecosistemas mediante la incorporación de tecnología de automación (“Selbstregelung”) que ya se encuentra en estado de putrefacción en las sociedades de origen 42. En todo esto juega también un rol que debe ser controlado el mercado de armamentos 43. La universidad no puede seguir ignorando estas y otras problemáticas decisivas. ¿Es necesario acumular más palabras? Sólo las necesarias para decir que no hay recetas ni soluciones preconcebidas que debamos imitar o adaptar. Hay que hacer, respondiendo a los requerimientos de una realidad arisca que se venga de aquellos que la quieren reconocer, asu miendo con toda responsabilidad el derecho a cometer nuestros propios errores. Valdría la pena detenerse a meditar viejas palabras, quizá todavía no gastadas: “Dizia o Padre Vieira no Sermão da Terceira Dominga do Advento cujo tema é a profecia: „Os discursos de quem não viu, são discursos; os discursos de quem viu, são profecias. Os Antigos, quando queriam prognosticar o futuro, sacrificavam os animais, consultavam-lhes as entranhas, e conforme o que viam nelas, assím prognosticavam. Não consultavam a cabeça, que é o assento do entendimento, se não as entranhas, que é o lugar do amor; porque não prognostica melhor quem melhor entende, senão quem mais ama. E este costume era geral em toda a Europa antes da vinda de Cristo, e os Portugueses tinham uma grande singularidade nele entre os outros gentios. Os outros consultavam as entranhas dos homens. A superstição era falsa, mas a alegoria era muito verdadera. Não há lume de profecia mais certo no mundo que consultar as entranhas dos homens. E de que homens? De todos? Não. Dos sacrificados (…) Se quereis profetizar os futuros, consultai as entranhas dos homens sacrificados: consultem-se as entranhas dos que se sacrificaram e dos que se sacrificam; e o que elas disserem, isso se tenha por profecia. Porèm consultar de quem não se sacrificou, nem se sacrifica, nem se hã-de sacrificar, è não querer profecías verdadeiras; è querer cegar o presente, e nao acertar o futuro” 44.

42

HANNS-ALBERT STEGER: “Humanismo -tecnología- comunicación”, Nürenberg, marzo; México, abril 1980, fotocopiado; también “Deutschland und die neuen Industrieländer” Nürenberg, marzo 1980, fotocopiado. 43 Sólo en 1980 la República Federal Alemana ha vendido armas por valor de 2,15 miles de millones de marcos, (Cf. OSVALDO BAYER: “Dieses geschlagene Volk war unsere ganze Hoffnung” en: Frankfurter Rundschau, 13 noviembre 1979). 44 Cit. por ALFREDO BOSI: “Um testemunho do presente”, prólogo a CARLOS GUILLHERME MOTA: Ideologia da cultura brasileira. São Paulo, Atica, 1977, pág. XVII; cf. mi reseña en prensa (Darmstadt, Kritikon).

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