Documentos CAIP
Matías Bascuñán C. Director / Editor
Julio de 2010
CENTRO DE ANÁLISIS E INVESTIGACIÓN POLÍTICA / WWW.CAIP.CL / DOCUMENTO Nº 2/ Julio 2010
DOCUMENTOS CAIP AÑO I / NÚMERO 1
Presentación CAIP
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Nota Editorial
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SUMARIO NICOLÁS DEL VALLE O. La experiencia de la alteridad: Alteridad y Política en Jean-Luc Nancy. HENRY RENNA G. Una Politología para la Resistencia.
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ELISA ARAYA SANTA MARÍA. Influencias Cruzadas: Chile y España Durante la Guerra Civil (1936-1939).
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En enero del 2007 se funda el Centro de Análisis e Investigación Política (CAIP) como un espacio para el desarrollo de actividades académicas y de extensión enfocadas a la investigación, análisis y reflexión de los fenómenos políticos. La labor de dichas actividades es ejecutada por una base de nuevos investigadores mediante una estructura de trabajo rigurosa y sistemática, que cuenta con la asesoría y respaldo de destacados académicos y expertos en la disciplina. Las plataformas de exposición de CAIP son principalmente dos: el sitio web www.caip.cl, la revista impresa Pléyade y Documentos CAIP. Como prolegómeno, el Centro de Análisis e Investigación Política no representa intereses partidistas de ningún sector político. A nuestro parecer, esta peculiar característica nos proporciona una flexibilidad que beneficia el mantenimiento de un espacio agonal en donde se da lugar a un debate en torno a las ideas. Sin embargo, esto no significa que las perspectivas y formas de pensar de los investigadores CAIP tenga una esencia uniforme. Por el contrario, esta diversidad de visiones permite que se cultive el pensamiento crítico necesario para el cuestionamiento y discusión de lo político. En suma, en CAIP se busca hacer una contribución relevante al debate público, desde una óptica aguda y multidisciplinaria. Todo ello con la finalidad de crear una plataforma que reúna tanto reflexiones de experimentados académicos como de nuevos investigadores. A su vez, intenta transformarse en una vitrina para novedosas interpretaciones y conjeturas sobre lo político.
Á R E A S DE T R A B A J O EN C AI P
Publicaciones Dentro de esta área se presentan documentos con estándares académicos que intentan explicitar investigaciones, análisis y/o reflexiones en torno a distintos temas de interés político. Así, la sección de Publicaciones se subdivide en cuatro áreas de estudio, cada una con un especial enfoque: iii
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El Área de Pensamiento Político se encarga de difundir investigaciones que tratan sobre Filosofía Política, Historia de las ideas políticas y teoría política. Dentro de las modalidades de difusión se encuentra la organización de coloquios, conferencias o seminarios que tengan como objeto la discusión con otros investigadores, estudiantes y académicos; y, además, la publicación en formato digital o impreso, ya sea en nuestro sitio Web o en Revista Pléyade respectivamente. Actualmente, si bien existe una gran variedad de líneas de investigación, esta área se ha centrado en la filosofía y el pensamiento político contemporáneos con el objeto de dar cuenta de la importancia de éstos para analizar el presente. El área Política, Estado, Sociedad se define como un espacio de exposición de indagaciones sobre relaciones sociales, relaciones de poder y lógicas estatales, de manera de permitir una discusión crítica acerca de estructuras, mecanismos y sentidos de estas tres esferas. La intención principal del área es establecer un diálogo interdisciplinario que posibilite acercar la descripción empírica y la reflexión teórica a propósito del Estado, la Política y la Sociedad. Algunas de las líneas de investigación que nos interesan son: discusiones acerca de temáticas referidas a comunidad e identidad, prácticas de resistencia y su relación con la subjetividad social, Historia política, Teorías de la Ciudadanía, Teorías del Reconocimiento, Migraciones, y Democracia. Esto, por supuesto, no cierra las posibilidades de nuevas líneas de investigación. Área Política Mundial. Las relaciones internacionales son un campo de estudio que se caracteriza por ser interdisciplinaria puesto que se vale de los conocimientos de otras áreas como la ciencia política, la historia, la economía y los estudios en defensa, entre otras. En CAIP se intenta dar cuenta de esta variedad de estudios que giran en torno a un gran tema: las relaciones entre estados y otros actores, que interactúan en el sistema internacional. Específicamente, son varios los temas abordados: la historia política de las relaciones internacionales, la política exterior de Chile, los procesos de integración en Europa, la política del humanitarismo y hacia los
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refugiados, y discusiones teóricas sobre el significado de algunos conceptos claves para el entendimiento de la política mundial como la seguridad, el terrorismo y otros. Área Economía Política. El propósito principal de esta área es analizar la economía desde una perspectiva politológica. Para esto se busca hacer énfasis en las relaciones
que
mantienen
los
diversos
actores
económicos
(trabajadores,
empresarios, Estado, actores transnacionales, etcétera), inmersos en esferas de carácter micro y/o macroeconómicas. Centrando el análisis en América Latina y desde una perspectiva estructural, se busca analizar los contextos económicos, identificando variables como: estrategia de desarrollo, consensos básicos que la sustentan y la conflictividad que esta genera al momento de aspirar o consolidar el desarrollo social. El área de Economía Política del Centro de Análisis e Investigación Política (CAIP) busca ser un aporte tanto para la investigación como para el debate. Para esto se encuentra realizando investigación, desde hace dos años, a través de la publicación de Informes de Riesgo Político de Inversión para América del Sur.
DOCUMENTOS CAIP
Documentos CAIP se define como un espacio de publicación que tiene por finalidad ofrecer una plataforma de exposición y debate en torno al estudio de la política desde la perspectiva de las cuatro aéreas de investigación comprendidas en CAIP. Documentos CAIP es una publicación mensual en formato digital que reúne, en cada número, un artículo relativo a cada área.
¿ Q UI É NE S I NT E GR AN C AI P? v
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L Felipe Alarcón Es Licenciado en Ciencias Políticas y Gubernamentales por la Universidad de Chile. Actualmente estudia Administración Pública en la misma casa de estudios. Es Director del Área Política, Estado y Sociedad de CAIP y también integra el Comité Editorial Interno de la Revista Pléyade. Sus principales áreas de interés son la teoría política y el debate en torno a la problemática Ciudadanía-Inmigración. E-mail: falarcon@caip.cl
Matías Bascuñán C. Estudia Ciencia Política en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Es director de Documentos CAIP, publicación mensual del Centro de Análisis e Investigación Política. Su principal tema de interés es la teoría política, dando especial énfasis a la Teoría Crítica. E-mail: mbascunan@caip.cl
Nicolás Del Valle Orellana Cientista Político, con estudios de posgrado en filosofía y pensamiento político contemporáneo, es Director del Área de Pensamiento Político. Trabaja como investigador y coordinador en la red investigación mundial biopolitica.cl. Sus áreas de interés son la epistemología en ciencias sociales, estudios político-culturales y pensamiento político. E-mail: ndelvalle@caip.cl
Patricio Imbert Puelma Licenciado en Ciencia Política de la Pontifica Universidad Católica de Chile. Director del Área de Política Mundial de CAIP y forma parte del Comité Editorial Interno de la Revista Pléyade. Sus áreas de interés son las relaciones internacionales, la teoría política contemporánea y el estudio de las relaciones público -privadas. E-mail: pimbert@caip.cl
Patricio Morales Fernández Cientista Político. Director del Área de Economía Política y Editor del Informe de Riesgo Político de Inversión para América del Sur de CAIP. Actualmente estudia un Magister en Políticas Públicas en la Facultad de Economía y Negocios de la vi
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Universidad de Chile. Sus áreas de interés son el Pensamiento Económico (relación política y economía) y la Política Latinoamericana. E-mail: pmorales@caip.cl
Ely Orrego Torres Estudia Ciencia Política en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Trabaja como investigadora y coordinadora en la red de investigación mundial biopolitica.cl. Sus temas de interés e investigación son la filosofía política (en especial, la teoría política contemporánea, la biopolítica y teología política) y el estudio de la violencia a través de la historia política y social. E-mail: eorrego@caip.cl
José Parada Flores Cientista Político. Director Responsable de la Revista Pléyade. Actualmente es estudiante del Magíster en Pensamiento Contemporáneo de la Universidad Diego Portales. Su tema de interés es la filosofía política. E-mail: jparada@caip.cl
Diego Sazo Muñoz Licenciado en Ciencia Política por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Miembro fundador CAIP y Editor de la Revista Pléyade. Sus temas de interés son el estudio del conflicto, la política exterior y la historia política de Chile, las relaciones internacionales y la filosofía política. E-mail: dsazo@caip.cl
CONSEJO ASESOR Nicolás Arratia Valdebenito Es abogado, con estudios de post-grado en Derecho Judicial y Público en las Universidades de Chile y Católica y de Diplomado y post Diplomado en el Instituto Matriztico del Dr. Humberto Maturana. E-mail: narratia@tilden.cl
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Joaquín Fermandois H. Es licenciado en historia con estudios de posgrado en Alemania. Doctor en historia por la Universidad de Sevilla. Fue director subrogante del Instituto de Estudios Internacionales entre los años 1996-1998. Es Miembro de Número de la Academia Chilena de la Historia y actualmente es profesor titular de historia contemporánea en la Pontificia Universidad Católica de Chile. E-mail: jfermand@uc.cl
Vanessa Lemm Doctor en Filosofía de la New School for Social Research de New York. Actualmente es Directora del Instituto de Humanidades de la Universidad Diego Portales. E-mail: vanessa.lemm@udp.cl
Luís R. Oro Tapia. Es licenciado en historia, magíster en ciencia política y doctor en filosofía de la Universidad de Chile. E-mail: luis_oro29@hotmail.com
Alexandre Ratner Rochman (Brasil) Es profesor de Relaciones Internacionales y de Derecho Internacional (incluso de post-grado) en la Universidade Estadual Paulista “Júlio de Mesquita Filho” - UNESP. Post-Doutor en la Universidad de Atenas, Grecia. E-mail: profratner@yahoo.com.br
Miguel Vatter Doctor en Filosofía de la New School for Social Research de New York. Actualmente, se desempeña como profesor de ciencia política de la Universidad Diego Portales. E-mail: miguel.vatter@udp.cl INVESTIGADORES ASOCIADOS EXTRANJEROS
Facundo Norberto Bey (Argentina) Investigador Asociado CAIP en Argentina. Es estudiante de la Licenciatura en Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires. Miembro de Ciudadanía y Democracia,
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además es editor de "El Iniciador", revista de política y autor del blog de Filosofía Política: Espacio Agón. Su área de interés académico es el pensamiento político. E-mail: facundo.bey@gmail.com Fabrício Chagas Vastos (Brasil) Es estudiante de relaciones internacionales en la Universidade Estadual Paulista (UNESP), Brasil. E-mail: fabriciohbastos@gmail.com. Su área de investigación es el riesgo político. Juan Guillermo López (Colombia) Es estudiante de ciencia política en la Universidad del Rosario, Colombia. Actualmente se encuentra haciendo una pasantía en la Embajada de Colombia en Berlín. Alemania. E-mail: juan_lopezve@urosario.edu.co Amir Shehadeh (Alemania) Es estudiante de ciencia política y economía en la Technische Universität Darmstandt, Alemania. Sus áreas de interés son las relaciones internacionales, los conflictos armados y la economía política. E-mail: amir_shehadeh@web.de
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NOTA EDITORIAL
El presente numero constituye la segunda publicación de Documentos CAIP. En este se incluyen tres artículos de las áreas de Pensamiento Político; Política, Estado y Sociedad; y Política Mundial respectivamente. El abanico temático logra dar cuenta de la tendencia de las publicaciones de CAIP. Del mismo modo que Pléyade, esta plataforma de publicación se interesa, principalmente, por ofrecer un espacio en el cual puedan confluir distintas miradas sobre el estudio de lo político. Nicolás del Valle, con su texto La experiencia de la alteridad, intenta discutir la noción de existencia en Heidegger como clave de lectura para la relación que existiría entre las categorías de existencia y alteridad. En su texto, Del Valle llega a la conclusión de que la comunidad sería la forma de vida del hombre. Del mismo modo, se anuncia el lugar de lo político: donde se abre la posibilidad de la experiencia de la alteridad. Henry Renna G. ensaya un comentario desde la perspectiva de los estudios coloniales. En este texto, Renna ensaya la posibilidad de una epistemología política. Su interés es mostrar como la politología actual continúa reproduciendo lógicas de poder colonial y como es que, al mismo tiempo, es en el espacio que la politología colonial nubla donde hay que encontrar la posibilidad de su emancipación. Elisa Araya se interesa por mostrarnos que influencia y papel jugó Chile durante la guerra civil en España durante los años treinta. Araya llega a encontrar tres notas importantes, a saber: 1. Cómo es que Chile influyó en la guer ra civil; 2. Como es que esta influyó, a su vez, en la política, y 3. Su efecto en la sociedad local.
Matías Bascuñán C. Director / Editor Documentos CAIP.
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LA EXPERIENCIA DE LA ALTERIDAD APOSTILLAS SOBRE ALTERIDAD Y POLÍTICA EN JEAN-LUC NANCY NICOLÁS DEL VALLE O**. ABSTRACT En las presentes apostillas se aborda, a partir de un breve pasaje de la Genealogía de la Moral de Friedrich Nietzsche, la relación entre alteridad y existencia en el pensamiento de Jean-Luc Nancy. Para ello el argumento se dirige a la noción heideggeriana de la existencia como una de las fuentes del filósofo francés. La comunidad vendría a ser, entonces, el modo de ser de los animales humanos. La experiencia de la alteridad, aquella apertura al otro que constituye la existencia humana sería, anuncia provocativamente el autor, el lugar de la política. PALABRAS CLAVES: alteridad, existencia, comunidad, Jean-Luc Nancy
Nosotros los que conocemos somos desconocidos para nosotros, nosotros mismos somos desconocidos para nosotros mismos: esto tiene un buen fundamento. […] Necesariamente permanecemos extraños a nosotros mismos, no nos entendemos, tenemos que confundirnos con otros, en nosotros se cumple por siempre la frase que dice “cada uno es para sí mismo el más lejano” Friedrich Nietzsche, Genealogía de la Moral.
1. El pasaje del prólogo de la Genealogía de la Moral con el cual comenzamos, cruzará las notas que aquí se ensayan, pues es la experiencia de la alteridad –como se titulan estas reflexiones lo que Nietzsche trata de dar cuenta con aquella lejanía y extrañeza que nos constituye. Hay “algo” con nosotros que no podemos
Este texto corresponde a unas breves consideraciones sobre la relación entre alteridad y política en JeanLuc Nancy, por lo que no tienen como tarea desarrollar limpiamente esta relación en la filosofía del francés, sino por el contrario, solo intentan ser algunos puntos para trazar una línea de entrada a dicho problema. Agradezco infinitamente a Aïcha Messina por su lectura y apreciaciones a una versión preliminar de estas apostillas. ** Cientista Político. Es Director del Área de Pensamiento Político del Centro de Análisis e Investigación Política e investigador y coordinador de la red mundial sobre biopolítica Biopolítica.cl. ndelvalle@caip.cl
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LA EXPERIENCIA DE LA ALTERIDAD: APOSTILLAS SOBRE ALTERIDAD Y POLÍTICA EN JEAN-LUC NANCY
conocer, que impide un conocimiento total de nuestro ser. Un otro que nos precede, incluso antes de nuestras pretensiones de conocimiento de nosotros mismos. ¿Porqué nosotros, animales dotados con la facultad de conocer, somos desconocidos para nosotros mismos? ¿Qué hay en el devenir humano que hace que no logremos aprehender aquello que somos? ¿Y cuál es la relación entre este pasaje de la Genealogía y la política? Tal como lo afirma Nietzsche en el epígrafe citado, la clave para las respuestas planteadas anteriormente está en cómo somos, en el modo de ser del animal humano. A lo largo de gran parte del saber occidental, el ser humano ha sido definido como un animal dotado de lenguaje. Aceptar que ser y lenguaje se encuentran indisolublemente ligados lleva consigo el aceptar una existencia bañada de extrañeza, es decir, puesta en relación con otros, en exposición. Así, ya desde Nietzsche, pero remarcado por Martín Heidegger, el ser humano y el lenguaje se unen al nivel de la existencia humana. «El habla es la morada del ser», decía Heidegger en su texto sobre el humanismo1, es la condición de posibilidad de que «el hombre sea»2, dejando claro que el lenguaje no cumple un rol secundario en la constitución de la existencia. El lenguaje, figura como la piedra maestra en la constitución del modo primario de la existencia humana, lo que Heidegger ha llamado el “Dasein”. Como lo señala la traducción española del “ser-ahí”, y a diferencia de la tradición cartesiana, el alemán propone una analítica que no concibe al ser separado del mundo, sino, por el contrario, que ambos se constituyen en simultaneidad; el hombre se da en el mundo de los sentidos, en una suerte de dimensión semántica configurada por el sentido3. Por lo tanto, una concepción del ser como un sujeto que se auto-constituye independientemente del mundo objetivo (aquella dualidad sujeto-pensante/mundo-objetivo), sería negada por la analítica heideggeriana lo que traerá consecuencias centrales para el pensamiento político contemporáneo al negar una ontología social atomista4. En
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Cf. Heidegger, Martín. Carta sobre el humanismo, ED Huascar, Argentina, 1972, p. 65. Cf. Heidegger, Martín. Hölderlin y la esencia de la poesía, ED Anthropos, Barcelona, 1989, p. 25. Las cursivas es nuestra. 3 Para la noción de dimensión semántica a partir de la noción heideggeriana del lenguaje: Taylor, Charles. Argumentos Filosóficos. Ensayos sobre conocimiento, lenguaje y la modernidad, Ed. Paidós, España, 1997. 4 Sobre la relación entre esta concepción del lenguaje y ontología social y la política, véase el debate anglosajón: Sandel, Michael. El liberalismo y los límites de la justicia, Ed. Gedisa, Barcelona, 2000, pp. 62-63; Taylor, Charles. Atomism, en: Philosophy and the Human Sciences, Cambridge University Press, 2
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cierta medida, y esta es una herencia nietzscheana, la existencia se da en ese “confundirse con los otros” del citado pasaje de la Genealogía.
2. Es cierto que para Heidegger el modo de estar en el mundo de los seres humanos es acompañado de un estar “con” el otro, lo que él mismo llamaba “Mitsein” (coestar) o “Mitdasein” (coexistencia)5. Pero existen varias objeciones a la ontología heideggeriana sobre su visión del ser y la relación con la alteridad de parte de Nancy. Por un lado, el “con” acompaña al “estar”, el “mit” acompaña al “dasein”, haciendo que la relación con el otro no sea originaria respecto de la existencia humana sino complementaria6; y, por el otro, la ontología incurriría en subsumir a la alteridad, aceptándola como interna, inmanente, al ser. Ambas objeciones plantean cuestiones de relevancia: el Dasein heideggeriano «no está pensado en él con la radicalidad y con la determinación que serían apropiadas»7. Si acaso, como dice Nietzsche, aquella extrañeza y lejanía es con nosotros mismos, ¿es inmanente a la existencia humana? La alteridad se ha calificado de lejana, algo así como un exilio, hacia fuera del ser. Entonces, ¿una alteridad al interior del ser, subsumida por éste, o fuera del modo de ser de los animales humanos? Para Jean-Luc Nancy este es uno de los puntos centrales, ya que es el epicentro de, podríamos decir, las grandes problemáticas de la tradición filosófica moderna. Nancy no desecha la noción de ser y ontología para referirse a la experiencia de la alteridad (pues le parece imprescindible establecer un corte con la significación metafísica que se le podría dar a lo otro). No hay que olvidar lo que Nietzsche afirma en aquel pasaje de la Genealogía: no es posible pensar nuestra 1985, pp 187-210; Taylor, Charles. Las Fuentes Del Yo, Paidós, Buenos Aires, 2006; Kymlicka, W. Contemporary Political Philosophy: An Introduction, Oxford University Press, Oxford, 2002; Pettit, Philip. The Common Mind: An Essay on Psychology, Society and Politics, Oxford University Press, New York, 1993. 5 El “estar-con” es una estructura del Dasein. En palabras de Heidegger: «(…) estructuras del Dasein que son co-originarias con el estar-en-el-mundo: el coestar [Mitsein] y la coexistencia [Mitdasein]» (p. 119), «el Dasein es en sí mismo esencialmente coestar [Mitsein]» (p. 125), «También el estar solo del Dasein es un coestar en el mundo» (Ibídem). Cf. Heidegger, Martin. Ser y Tiempo (1927), traducción Jorge Eduardo Rivera, Edición electrónica Escuela de Filosofía Universidad ARCIS. Disponible en (http://www.philosophia.cl/) 6 «Habría que comprender, en efecto, que el “mit” no califica el “sein” (…), y que el “mit” ni siquiera califica al “dasein”, sino que lo constituye esencialmente. En un Alemán Barroco matiza Nancy, diría que se trata de un “siendamit”, o el “con” como modalidad propia, exclusiva y originaria del estar-ahí o del ser-ahí». Nancy, Jean-Luc. Del estar-en-común, en: La comunidad inoperante, Ed. Lom, Santiago de Chile, 2000, p. 140. El francés enfatiza el “con” en vez del “estar”, el límite del ser. 7 Cf. Nancy, Jean-Luc. Del estar-en-común, en: La comunidad inoperante, Ed. Lom, Santiago de Chile, 2000, p. 140.
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LA EXPERIENCIA DE LA ALTERIDAD: APOSTILLAS SOBRE ALTERIDAD Y POLÍTICA EN JEAN-LUC NANCY
manera de ser, pues hay una extrañeza y lejanía que nos hace ser desconocidos a nosotros mismos. Aquí, tal vez, está la clave en la que Nancy quiere poner el acento. Sin duda hay una extrañeza junto a la manera de ser de los animales humanos; sin embargo, es también lejana, es decir, no es una extrañeza fuera de toda referencia mundana, como una potencia trascendente fuera del mundo, sino, por el contrario, se le puede saludar8. La alteridad de la que habla Nancy no es el Dios radicalmente otro que se ubica fuera del mundo, pues la pregunta por el ser, aunque varias de sus respuestas hayan sido metafísicas y apelen a una trascendencia, es siempre desde el mundo; incluso las que postulan algo así como un “afuera del mundo”9. En consecuencia, ciertamente la alteridad no puede ser reducida al ser, pero tampoco puede ser separada de éste. El fenómeno primario de la existencia humana es siempre una ex-posición, empujado hacia el límite, hacia fuera. Esto ya estaba en la ontología heideggeriana con el estar “arrojado”. En palabras de Nancy: El momento de la salida y del fuera, ese momento que Heidegger subraya escribiendo «ek–sistence» y que, para acabar, ya no es un momento, sino la cosa entera. La existencia ya sólo es ese ex10.
La fórmula del francés sería algo así como un “ser-vuelto-hacia-fuera”. En esta dirección, el otro no acompaña al “dasein” sino que lo constituye, lo hace posible. Eh aquí la radicalidad. Precisamente lo que hace humana a la existencia humana es estar con los otros, vivir en el lenguaje. La analítica del estar que propone J.-L. Nancy, ubica a la comunidad en un estatus ontológico y precisamente esto es lo que nos hace imposible conocernos, totalizarnos con el pensamiento. El sujeto no llega a constituirse en plenitud, debido a esa lejanía y extrañeza en nosotros mismos, debido a que la existencia misma excede al sujeto. El animal humano se da en el lenguaje, en comunidad, y es desde ahí donde experiencia su animalidad, la aquella alteridad más radical.
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Cf. Nietzsche, Friedrich. El Saludo, en: Así habló Zaratustra, Ed. Alianza, Madrid, 1984, pp. 372-378. A diferencia de la teología negativa que apelan a una alteridad radical fuera del mundo, Nancy apela a un ser en relación con el “cuerpo” para diferenciarse de tal postura. “(…) no tenemos un cuerpo, sino que somos un cuerpo”, en: Nancy, Jean-Luc. Corpus, Ed. Arena, Madrid, 2007. Para seguir la noción de cuerpo en su obra: Nancy, Jean-Luc El Intruso, Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 2006. Además para su noción de excritura, cuerpo y finitud, Cf. Nancy, Jean-Luc. Un pensamiento finito, Ed. Anthropos, Barcelona, 2002. 10 Cf. Nancy, Jean-Luc. La existencia exiliada, en: Archipiélago. Revista de crítica de la cultura, Nº 2627, Barcelona, 1996, p. 35 9
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3. Para el francés, la comunidad no es esa figura mítica que desapareció con la llegada de la sociedad moderna, pues no responde a los llamamientos del “origen”, “fundamento” o “finalidad”, «lejos de ser lo que la sociedad había roto o perdido, es lo que nos ocurre (…) a partir de la sociedad»11. Es “algo que nos ocurre”, contingente e impredeciblemente; es el evento de relacionarse con el otro. La experiencia de la comunidad sería una exposición de unos frente a otros, un “cara a cara” en lo común, que hace que nos constituyamos a partir de la diferencia. Identidad y diferencia, por consiguiente, permanecen entrelazadas y en tensión; «estar» es siempre estar con otros, en comunidad. (Co)estar es, digamos, la disposición del ser. Esta nueva “analítica” que propone Nancy ubicará a la comunidad en esta tensión, entre la presencia y la ausencia, entre el interior y el afuera del ser, como si se transitase por un umbral12. Una existencia en transito, de llegada y en retirada13. En efecto, esta filosofía de la comunidad propone una ontología que excede al ser, desbordándolo, exponiéndolo al límite, a su exterioridad. Lo común, ya lo decía Arendt, es lo que se da precisamente en el “entre”, en ese espacio liminal, que Nancy identifica con el “reparto” o “separación”14, el encuentro contingente con la diferencia que se niega a ser mediatizada dialécticamente o reducida al ser. Siguiendo a Nietzsche, la ontología ofrecida por Nancy es la de un “mundo bien perdido”, de una existencia exiliada, de una falta de ser. De ahí que en la exposición de unos frente a otros nos deje perplejos por la “falta de identidad” que genera la experiencia de la comunidad. Ésta no tiene tanto que ver con la identificación de los sujetos consigo mismos que con la pérdida de esa identidad Cf. Nancy, Jean-Luc. La comunidad in…op. cit., p. 33. La cursiva es mía. Sobre esta noción de umbral y la comunidad en consonancia con la discusión que se está evocando véase especialmente: Agamben, Giorgio. La comunidad que viene, Valencia, Ed. Pre-Textos, 1996. 13 Véase la similitud entre esta noción del ser y la metáfora en, por ejemplo: Derrida, Jacques. La retirada de la metáfora, en: La deconstrucción en las fronteras de la filosofía, Barcelona, Ed. Paidós, 1989. 14 La relación entre lo común, la pluralidad y la liminalidad en Nancy y el pensamiento político de Hannah Arendt son notables. Véase entre muchos otros pasajes: «el término “público” significa el propio mundo, en cuanto es común a todos nosotros y diferenciado de de nuestro lugar poseído privadamente en él (…) Vivir juntos en el mundo significa en esencia que un mundo de cosas está entre quienes lo tienen en común; el mundo, como todo lo que está en el medio, une y separa a los hombres al mismo tiempo» (Las cursivas son nuestras). Arendt, Hannah. La Condición humana, Ed. Paidós, Barcelona, 1993, p 6061. También: «la política nace en el Entre-los-hombres, por lo tanto completamente fuera del hombre (…) La política nace en el entre y se establece como relación». Arendt, Hannah. ¿Qué es la política? Fragmento 1, en: ¿Qué es la política?, Ed. Paidós, Barcelona, 1997, p 45. 11 12
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LA EXPERIENCIA DE LA ALTERIDAD: APOSTILLAS SOBRE ALTERIDAD Y POLÍTICA EN JEAN-LUC NANCY
debido a la apertura hacia la diferencia. La exposición hacia lo otro, el modo primario de la existencia humana, no es la constitución de un “yo” frente a “otro”, sino una descentración del yo; es decir, su «ocaso»15.
4. Me parece que la línea de fuerza que sigue Nancy en el discurso filosófico es una que se imbrica necesariamente con la metafísica occidental. Esto último no porque sigan la misma línea de argumentación, sino porque comparten problemáticas, porque en ciertos puntos se tocan y, si lo hacen, es precisamente porque son discursos diferentes. Seguir la filosofía de Nietzsche y Heidegger evidentemente no es algo casual, ambos tenían en común la crítica a ese relato que en la modernidad se entrona con poderío y sirve de alma madre a los utopismos, absolutismos, humanismos, comunismos e individualismos, que Nancy identifica con la metafísica del sujeto16. Como veremos «la cuestión de la comunidad es la gran ausente»17 y «excede a su vez los recursos de la metafísica del sujeto»18. Una de las razones, es precisamente esta negación a la alteridad, a lo extraño, tan característica de la modernidad. La metafísica occidental, que ha marcado gran parte respuestas a la pregunta por el ser, y figurando como discurso hegemónico en el campo de la episteme, es lo que se presenta a ser deconstruido. No solo la metafísica clásica de la sustancia sino también la moderna metafísica del sujeto; ambas cruzadas por la traza de lo absoluto. El humanismo sería una de las extensiones de este discurso que ve su nacimiento en la modernidad marcado de un contenido metafísico. JeanLuc Nancy hablará de “inmanentismo” para referirse a este “humanismo” tan característico del pensamiento moderno19. De ahí que las categorías propias del discurso filosófico de la modernidad descansen en la idea del Hombre con mayúscula. El humanismo, que figuraría como uno de los ejes centrales del pensamiento de la modernidad, se encuentra bañado por una inmanencia absoluta que serviría de tinte para colorear palabras que componen el léxico viejo
Cf. Nietzsche, Friedrich. Así habló…op cit., p. 36. Para esta noción en Nancy, véase: Nancy, Jean-Luc. Ego Sum, Ed. Anthropos, Barcelona, 2007. 17 Cf. Nancy, Jean-Luc. La comunidad in…op. cit., p. 23. 18 Ibíd., p. 37 19 Cf. Nancy, Jean-Luc. La comunidad in…op. cit., p. 21 15 16
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europeo20. Así, el sujeto, individuo, la comunidad y la seguidilla de conceptos impresos en la discursividad moderna, tendrá de fondo esta «inmanencia absoluta del hombre por el hombre»21. Destacar la cuestión del humanismo es de radical importancia, pues toda filosofía o política moderna de la comunidad se ha fundado dentro de los límites de la idea metafísica del Hombre. Si, por ejemplo, el individualismo ve al hombre como una monada, un ser constituido independientemente de los demás, en el caso del comunismo los hombres realizan absolutamente su esencia por medio del obrar en la comunidad. En definitiva, se presenta un Sujeto, como completa presencia ante sí mismo y, de este modo, como posesión plena de su propia sustancia, constituyéndose, únicamente, de su obra e identidad. Detrás de cada uno de las grandes categorías modernas descansa espectralmente esta “tendencia metafísica” propia de la civilización occidental, pero que esta vez estrena al sujeto como condimento novedoso. Esta así llamada metafísica del sujeto «también significa la metafísica del absoluto en general, del ser como absoluto, perfectamente desprendido, distinto y clausurado, sin relación»22.
5. Jean-Luc Nancy, junto a Heidegger y Nietzsche, intenta dar cuenta, al analizar la noción de existencia, que esta clausura originaria sostenida por la metafísica no es tal. Anterior a todo cierre se encuentra la apertura23, esa extrañeza y lejanía constitutiva que caracteriza al devenir humano. Así se enfrentan el “mito” de la comunidad contra la “noción existencial” del ser-en-común presentada aquí. De ahí la inoperancia de la comunidad declarada en el titulo de su obra. La relación con el otro es la interrupción de la comunidad del mito, la puesta en entredicho de la identidad; es decir, inoperancia de la comunidad mítica. La comunidad sería la interrupción misma de aquella idea del mito fundante de la comunidad humana. 20
Esta cuestión ya lo vislumbra Esposito en la introducción de un texto de Nancy y más tarde lo desarrollará en otro de sus textos. Cf. Esposito, Roberto. La libertad en común, en: Nancy, Jean-Luc. La experiencia de la libertad, Ed. Paidós, Barcelona, 1996 y Esposito, Roberto. Prólogo: de lo impolítico a la biopolítica, en: Comunidad, inmunidad y biopolítica, Ed. Herder, Barcelona, 2009 21 Ibídem. 22 Ibíd., p.23. 23 «Desde el momento que me abro al, doy “acogida” (…) a la alteridad del otro, ya estoy en una disposición hospitalaria. Incluso la guerra, el rechazo, la xenofobia implican que tengo que ver con el otro y que, por consiguiente estoy abierto frente al otro». Cf. Derrida, Jacques. Sobre la hospitalidad, en: ¡La palabra! Instantáneas y filosóficas, Ed. Trotta, Madrid, 2007, p 51. Véase además: Derrida, Jacques. La Hospitalidad, Ed. La Flor, Buenos Aires, 2006.
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Pero, lo común no sólo es lo que vuelve inoperante el mito de la comunidad, sino que consiste en la inoperancia misma; lo común de una comunidad des-obrada. La misma existencia humana interrumpe el manto metafísico que se extiende sobre las sociedades occidentales y modernas. Este gesto deconstructivo de la comunidad, es ya un gesto político por hacerse cargo de aquel carácter interruptivo y común de la ocurrencia en la que consiste el “ser-en-común”. La cuestión de la política está presente en el momento en que Nancy anuncia a la comunidad. El prólogo de la edición en español escrita por Nancy, además del texto publicado en conjunto con Lacoue-Labarthe24, parece ser medular en este punto, pues el «exterminio acometido por los nazis», una cuestión política, es lo que mueve al argumento del libro y haría posible discurrir sobre un pensamiento político de Jean-Luc Nancy. No sólo Hannah Arendt, sino también la reciente propuesta de Roberto Esposito25 establecen una relación constitutiva entre lo común y la política en estos términos. Habría, entonces, que preguntarse lo mismo con Nancy. Tal vez, y esto figura como una provocación para otra ocasión, además de lo visto por Arendt y Esposito, el gesto deconstructivo es político en tanto que se propone, él mismo, interrumpir el surgimiento de un mito de la comunidad como el nazi.
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Cf. Lacoue-Labarthe, Ph. & Nancy, J.-L. El Mito Nazi, ed. Anthropos, Barcelona, 2002. Cf. Esposito, Roberto. Communitas, origen y destino de la comunidad, Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 2003. Sobre su noción de lo común y la comunidad en relación a la Biopolítica, véase: Esposito, Roberto. Immunitas, protección y negación de la vida, Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 2005 y Esposito, Roberto. Bíos, Biopolítica y filosofía, Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 2006. 25
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NICOLÁS DEL VALLE O.
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LA EXPERIENCIA DE LA ALTERIDAD: APOSTILLAS SOBRE ALTERIDAD Y POLÍTICA EN JEAN-LUC NANCY
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CENTRO DE ANÁLISIS E INVESTIGACIÓN POLÍTICA / WWW.CAIP.CL / DOCUMENTO Nº 2/ Julio 2010
UNA POLITOLOGÍA PARA LA RESISTENCIA HENRY RENNA G. A B STR AC T Estas notas proponen que la politología tradicional hace de nodo en la reproducción del poder colonial condicionando el espacio de lo posible de la política en América mediante la subalternización de saberes y formas otras de organización política. Asimismo sugiere que es en ese espacio fronterizo invisibilizado por el saber politológico tradicional donde está la fuente de su giro necesario, donde es posible pensar una politología para l a resistencia.
INTRODUCCIÓN La politología o ciencia política nace a mediados del siglo XX como extensión necesaria de la insuficiencia de los análisis sociológicos sobre la realidad de l Estado y de los “grupos de poder”. Si bien su autonomía disciplinaria hasta hoy se pone en duda, sus aportes han ampliado las lecturas sobre las conformaciones burocráticoadministrativas de las naciones latinoamericanas, y hoy de forma predilecta, acerca de los procesos de formación de políticas públicas. En su operatividad política, así como la sociología fue de utilidad para el control del movimiento obrero en Europa, la etnografía y la antropología para hacer lo suyo con el mundo indígena y afrodescendiente en América, la politología tiene alcance planetario como disciplina que estudia las formas multiescalares de dominio sobre las gentes. Sea cual sea la escala (internacional, macro, meso o micro) la politología ha tenido un común denominador: rara vez ha aportado con un pensamiento de y para la resistencia, y más se ha limitado a ser una ciencia de y para la dominación de las gentes. En este sentido parece importante interrogarse sobre ¿desde dónde y para quién se hace politología?
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El objetivo de estas notas es problematizar sobre el saber politológico a partir de las lecturas del grupo de investigación modernidad/colonialidad 1, que permite comprender la politología tradicional como un nodo en la reproducción del patrón de poder colonial que condiciona el espacio de lo posible de la política en América, subalternizando saberes y formas otras de organización política. La apuesta que se deja sobre la mesa es pensar desde ese espacio fronterizo la posibilidad de una politología para la resistencia
¿DESDE DÓNDE SE HACE POLITOLOGÍA? La politología “tradicional”2 se plantea como estudio sobre las formas de organización política, sobre la manera en que se articula el poder en una sociedad. El permanente riesgo de esta labor está en que los resultados y la replica en el tiempo de ellos van definiendo los límites para pensar en el cambio del orden producido. El saber politológico encuadra la producción de conocimiento definiendo el espacio de lo posible de la política, condicionando y limitando las proyecciones sociales de transformación de la realidad política en América. Esta marca disciplinaria obedece a una matriz de pensamiento desplegada por la modernidad, que en palabras de Sergio Castro-Gómez “pretende ubicarse en el punto cero de observación para ser como Dios (…) hacerse un punto de vista por sobre todos los demás puntos de vista, pero sin que de ese punto de vista pueda tenerse un punto de vista”3 Esta mirada “desde arriba”4 de un ente abstraído del lugar, se justifica en una supuesta neutralidad axiológica que pretende mostrar la realidad política co1 Sobre el desarrollo de es e grupo de investigació n, ver: Escobar, Arturo. 2003.“Mundos y conocimientos de otro modo”: el programa de investigación de modernidad/colonialidad Latino americano. T abula R asa. (1): 51-86 2 Por politología tradicional ent endemos específic amente el des arrollo disciplinario impulsado en especial por c orrientes institucionalistas y neoinstitucio nalist as ligadas de for ma predo minant e al conductismo norteamericano, y de forma menos prec isa al impulso italiano que ha introducido análisis constructivistas acercándose a los estudios culturales ingles es o al postestructuralismo franc és. 3 Castro-Gómez, Santiago. 2007. “Decolo nizar la univ ersidad. La hybris del punto c ero y el diálo go de saberes”. En: Santiago Castro-Gómez y Ramón Grosfo guel (eds .), “El giro decolonial. R eflexio nes para una diversidad epistémica más allá del c apit alismo global.” pp. 79- 91. Bogot á: Iesco-Pens ar-Siglo del Ho mbre Editores, p.83. 4 Mas no es solo una mir ada des de afuera como ente neutral sino des de arriba co mo ente que posee una s uperioridad sobre el objeto de estudio.
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mo si fuese una construcción racionalizada. Un objeto cuyas relaciones son mecánicas, tal cual el funcionamiento interno de una pieza de relojería. Por ello los dif erentes objetos de estudio de la realidad política son desvinculados de su realidad contextual y desituados de su posición en las estructuras de poder. Opera, en palabras de Ramón Grosfoguel (2004), dentro de la “ego-política del conocimiento”, una matriz de las ciencias positivistas y la filosofía occidental que siempre han pr ivilegiado el mito del “ego” no situado, que a través de un proyecto universal desvincula la ubicación epistémica del sujeto hablante, disfrazando a quien habla y su ubicación en las estructuras de poder. La politología en este sentido hace universal e incuestionable ciertos principios sobre el espacio de lo posible de la política estableciendo una frontera con otros principios y experiencias de vida. No hay política mas allá de las fronteras de la modernidad, no hay acción política más allá de la ciudadanía, no hay organización política más allá del sistema representativo occidental, ni saberes políticos mas allá de la producción erudita de conocimiento desarrollada en las escuelas, institutos y centros de estudios5. En efecto desde su fundación, la politología ha limitado el espacio de lo posible para romper la “colonialidad del poder”6, para suvertir el patrón global de poder de la modernidad7.
5 No queremos dec ir con esto que no se hayan desarrollado estudios politológicos sobre otros ámbitos mas allá de la ciudadanía o del sistema repr esent ativo liberal, sino que nos referimos a la perspectiv a que se asume para abordar la producción de conocimiento que se realiza desde el eurocentrismo y el discursos experto. Precis amente los trabajos que mayor aporte realizan a la r eproducció n del poder han sido aquellos que estudian quienes que est án fuera de lo “normal”. Por tal, incluirlos como objeto de estudio no asegura un repens ar sobre la forma en que co mprendemos el poder, sino solo una inclusió n funcional a la reproducción del s aber. 6 Quijano , Aníbal (2000b) “Colo nialidad del poder, euroc entrismo y América Latina”, en Edgardo Lander (ed.), “La Colonialidad del saber: Eurocentrismo y Ciencias Sociales. Perspectivas Latinoamericanas”. pp. 201-245. Caracas: CLACSO. 7 La modernidad la entendemos co mo el proyecto civilizatorio qu e inicia con la conquista y se reproduc e hasta nuestros días por el patrón de poder del sistema-mundo moderno /colonial. Si bien algunos la piensan históric amente desde la Ilustración ésta inicia co n la configuración mundial de un nosotros (modernos) que t raza los bordes con otros considerados co mo bárbaros o no mo dernos. Por ende la modernidad nac e con la colo nialidad, no nace en Europa y de ahí s e expande a niv el mu ndial, sino ésta se forja en la geo-política del sistema-mundo, nac en juntos como un solo proceso que inicia en 1492 con el inicio de la expansió n global del c apitalismo, la ciencia, el sistema interestat al y el sistema mundo mo derno /colonial que supone un patrón de poder global, una colonialidad del po der. En este s entido autores como Enrique Dussel han hecho difer encia entre la primer modernidad como momento de la
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Esta matriz epistémica creada por el saber colonial politológico ha cumplido cabalmente su rol propuesto: “hacer que los sujetos socialmente ub icados en el lado del oprimido de la diferencia colonial, piensen sistemáticamente como los que se encuentran en las posiciones dominantes” 8. Esto tiene su expresión práctica en la adaptación de modelos institucionales descontextualizados de la realidad latinoamericana, en la implementación de políticas públicas exportadas del “centro”9 que cada vez demuestran su inoperatividad, la importación de teorías que raramente son capaces de explicar la complejidad y dinamismo de nuestras sociedades, y en la negación de toda alternativa política fuera de esta “metanarrativa universal”10. Es así como en el último tiempo se escuchan voces disidentes, no muchas, respecto a esta forma de hacer politología. La mayoría de ellas expresan la necesidad de ampliar el campo de acción de la politología, caminando hacia formas más integrales de compresión de las relaciones de poder y las formas de dominio y co ntrol sobre las gentes. La crítica principal es que esta se limitó al estudio de lo político-institucional desconociendo muchos otros espacios de antagonismo, negando así una multiplicidad de conflictos en las sociedades. No obstante, esta crítica es necesaria pero ciertamente insuficiente, “ampliamos el contenido pero no los términos y las condiciones de la conversación”11, expandimos la noción del poder incluyendo nuevas formas de dominio pero no somos capaces de des-cubrir a la politología como un mismo nodo de la colonialidad del saber . Como proyecto asoconquista y la segunda mo dernidad para lo que comúnmente se entiende por modernidad desde la Ilustració n. La segunda no reemplaza a la primer a sino se superpone en el pres ente. 8 Grosfguel, R amó n (2006) “La descolonización de la econo mía polític a y los estudios poscoloniales. Transmodern idad, pens amiento fronterizo y coloni lidad glo bal, Tabula R asa”, Nº4, p.22 9 La idea de un centro no es solo en eufemismo sino una realidad. Si bien muchos autores arguyen acertadamente una dispersión del poder en el sistema mundo capitalist a, pierden de vista que siempr e existe un eje articulador del conjunto hegemó nico que urde la tot alidad en su conjunto. Si bien debemos comprender el poder, co mo “u na malla de relaciones de relaciones de explot ación / do minación / co nflicto que s e configuran entre las gentes en la dis puta por el control del trabajo , de la “naturaleza”, del s exo, de la subjetividad y de la autoridad”(Quijano (2000) debemos ser capaces de develar el o los ejes que tienen la primacía en la trayectoria del patrón de po der global. 10 Lander, Edgardo (ed.) (2000). “La colonialidad del saber: euroc entrismo y ciencias sociales. Perspectivas latino americanas”. Buenos Aires: Clacso . 11 Mignolo, Walt er (2003) “Historias locales/dis eños glo bales. Colonialidad, conociientos subalt ernos y pensamiento fronterizo”, Madrid: AKAl
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ciado a la ciencia convencional y al discurso experto que “suple la localidad histórica por una formulación teórica monolítica, monocultural y universal, que invisibiliza las historias, subjetividades y conocimientos que desafían esta hegemonía y r elegan al estatus de no conocimiento, a los saberes derivados de lugar y producidos a partir de racionalidades sociales y culturales distintas”12. Es por esta razón, que no basta con una apertura funcional hacia nuevos autores u otras disciplinas, sino se requiere de una deconstrucción interna de la propia politología. Como señalaría Catherine Walsh, “el problema no descansa simplemente en abrir, impensar o reestructurar las ciencias sociales como algunos estudios sugieren, sino mas bien en poner en cuestión sus propias bases”13 que en este caso, condicionan la discusión desde el NORTE Imperial sobre el espacio de lo posible de la política en el SUR Colonial.
¿PARA QUIÉN SE HACE POLITOLOGÍA? Esta disciplina ha sido mayoritariamente pensada como un oficio para el Estado y la gestión gubernamental, una profesión para los partidos políticos y su clase dirigente, una disciplina para el estudio de la dominación y de su perfectibilidad; en definitiva, y sin deambular, se hace politología para la reproducción del “poder saber-ser colonial”14. El politólogo y la politóloga vienen a legimitar científicamente la reproducción de la colonialidad del poder y las formas de explotación/dominación sobre las gentes; la reproducción de la colonialidad del saber con su rol inferiorizador de otras formas de conocimiento; y la reproducción de la co-
12 Ver el desarrollo de esta idea en: Walsh, Catherine (2007) “¿Son posibles unas ciencias sociales /culturales otras? Reflexio nes en torno a las epistemologías decolo niales”. Nomadas . (26): 102-113 y Walsh, Catherine (2005) “Introducción: (re)pensamiento crítico y (de)colonialidad”. En: Catherine Walsh (ed.), “Pens amiento crítico y matriz (de)co lonial. Reflexiones latinoameric anas”. Quito: Abya- Yala-Univ ersidad Andina Simó n Bolív ar. 13 Op. Cit, Walsh, 2005, p. 104 14 Par a profundizar sobr e est a tríada del pensamiento decolonial v er: Ibíd, pp.104-105 y Op. Cit. Castro-Goméz, pp.79- 80
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lonialidad del ser y los efectos de la colonialidad en la experiencia vivida de los sujetos subalternos15. Es la operación cientificista que legitima racionalmente las formas de org anización política de la colonialidad, es aquello que justifica hoy, sistemas electorales excluyentes, regímenes democráticos imperfectos, la cohabitación de derechos civiles y políticos con absurdas desigualdades sociales, patrones androcéntricos, adultocéntricos, eurocéntricos, racistas, clasistas, etcétera. En efecto la politología como instrumento de la modernidad ha sostenido la colonialidad del poder limitando el campo de lo posible de la política: condicionando las posibilidades sociales de transformar la realidad política colonial. Este saber no solo reafirma ciertos principios definidos funcionalmente para la reproducción del poder colonial (ciudadanía, empoderamiento, capital social, sociedad civil, etcétera) sino también reproduce una “subalternización de subjetividades y de saberes, invisibilizando la diferencia colonial, las historias, subjetividades, conocimiento y lógicas de pensamiento y vida que desafían esta hegemonía”16. Esta doble salida del saber politológico ha desplegado una red de relaciones cuyo fin es ajustar en el tiempo un cierto campo de acción que sea internalizado por sus actores, un campo de acción que determina la interioridad y la frontera de lo posible de la política en América.
UNA POLITOLOGÍA PARA LA RESISTENCIA La breve descripción del saber politológico en clave decolonial no es un relato de desesperanza frente a nuestra formación profesional, sino por el contrario, es el piso desde el cual repensar y levantar una “politología otra”. Así como se ha desplegado un saber universalista que fragmenta la realidad y reproduce el patrón de poder colonial, existen saberes invisibilizados en la cosmogonía indígena, en la experiencias de los afrodescendientes, en la vida de las mujeres, en las estrategias 15 Cfr. Maldonado-Torres, Nelson. 2007. “Sobr e la colonialidad del ser: contribucio nes al des arrollo de un conc epto”. en: Santiago Castro-Gómez y Ramó n Grosfoguel (eds.), “El giro decolo nial. Reflexiones par a una diversidad epist émica más allá del c apitalismo global”. pp. 127-167. Bogot á: Iesco- Pens ar-Siglo del Hombre Editores. 16 Op. Cit. Walsh, 2007, pp.104-105
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de los movimientos populares, que permiten un repensamiento crítico del rol y labor de la politología. El giro necesario es empezar a observar estas experiencias fronterizas, experiencias donde se encuentra aquel espacio potencial de emancipación que ha sido creado por los sujetos dominados por la colonialidad del poder, aquel espacio construido por las gentes desde su pro pio dolor que incorpora creativamente en sus luchas la esperanza por un “buen vivir”. Estos espacios de potencialidad que se gestan desde el dolor y esperanza del oprimido, solo es posible de comprenderlos si, como señalaría Raúl Zibechi, invertimos la mirada, dejamos de lado un enfoque negativo y estadocéntrico (propio de la politología tradicional) definiendo a estos actores por lo que no tienen, para adoptar otra que tenga como punto de partida la valoración de las diferencias que ellos han creado para, desde allí, visualizar otros caminos posibles 17. En efecto, este camino otro para la politología “no busca fijar, definir, clasificar, ni quiere estipular principios generales, mas bien pregunta y duda mirando hacia lo nuevo, hacia la creatividad humana que desborda los conceptos previos exhibiéndolos como límites de pensamiento”18. La proyección política de este repensar politológico está en tener claridad que en ningún contexto histórico existen estados completos de sujeción, el poder no es unidireccional, mas precisamente se articula en un ir y venir, de dominación/resistencia, y debe pensarse desde esa relacionalidad constitutiva. La apuesta está en visibilizar estos saberes de resistencia; en “tomar los relámpagos insurreccionales como momentos epistemológicos”19. Estas consideraciones enmarcan la necesidad global de crear: (…) una epistemología del sur que de credibilidad a las nuevas experiencias sociales contrahegemónicas y a los supuestos epistemológicos alternativos que estas experiencias construyen y marcan (….) donde la creencia y el
17 Zibechi, R aúl, “Ecos del subsuelo: R esistenc ia y política desde el sótano ”, en Cec eña, Ana Esther (2008) “De los saberes de la emancipación y de la dominac ión”, Argentina: Clacso, p.76 18 Gutierréz, R aquel y Gó mez, Luis, “Los múltiples signific ados del libro de Zibechi”, en: Zibechi, Raúl, “Des persar el Poder” (2007). “Los movimientos como po deres antiestat ales”, Chile: Quimantú. 19 Zibec hi, Raúl, (2007). “Dispersar el Poder” “Los movimientos c omo poder es antiestatales”, Chile: Quimantú.
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precepto epistémico-vivencial central es que se llega al conocimiento desde el mundo -desde la experiencia, pero también desde la cosmología ancestral y la filosofía de existencia que da comprensión a esta experiencia y a la vida20.
En resumidas cuentas, una politología para la resistencia debiese ser atravesada por a lo menos dos componentes: dar cuenta de la otra cara del poder, de las resistencias, y politizar la tarea de producción de saber. Debemos dar cuenta de la otra cara de la dominación, de las múltiples, diversas y heterogéneas formas de resistencia que van alimentando y dando forma a alternativas otra s de organización política, no solo ampliando el espacio de lo posible de la po lítica sino superando el marco colonial de la política. Buscando este sendero, la politología debe asumir la perspectiva del oprimido, de aquel sujeto que, con sabiduría y creatividad ha llevado una vida de luchas y de resistencias, de conquistas y derrotas, frente a las formas hegemónicas de dominio político colonial. Asimismo debemos asignar a la politología y la producción de saber en general una proyección política. La labor politológica debe tener proyecciones transformadoras del patrón de poder colonial, perfilándose a “poner fin a la imitación, a menudo ciega, de modelos y temas incongruentes concebidos en otras partes y para situaciones diferentes” 21. Estamos hablando directamente, como diría Fals Borda, de “hacer ciencia guerrillera”, una ciencia: “donde el científico rebelde estudia con toda seriedad y usando todas las armas de la ciencia los problemas del cambio de sistema social, es hacer ciencia politizada, ciencia cuya misión en la sociedad es participar directamente en el proceso de reemplazarla por otra mejor, y en la definición, y en la implementación de ésta”22. Una politología para la resistencia entonces, se ubica en el lugar de las históricas luchas por la subversión del patrón de poder colonial y asume la per spectiva del oprimido, de aquellas fuerzas contrahegemónicos que van desde abajo deconstruyendo el saber colonial sobre las formas de organización política. 20 Op. Cit. Walsh, 2007, p.107 21 Fals-Borda, Orlando (1987) “¿Es posible una sociolo gía de la liber ación?”, extraído de: http://www.ramwan.net/restrepo/decolo nial/6-fals%20borda colonialismo% 20int elect ual.pdf.p.20. 22 Ibíd. P.20
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Como se desprende, las respuestas a los giros necesarios que debe hacer la politología más que estar lejanas de nuestra realidad, en Europa o EEUU, están en el seno de nuestra experiencia colonial, donde respiramos cotidianamente la mode rnidad. Esto nos dice que la búsqueda por formas otras de acción y de organización política están acá, en el “subsuelo” diría el subcomandante Marcos, en nuestra tierra y en nuestra gente, en las históricas luchas y estrategias de resistencia de los movimientos indígenas, sexuales, obreros, populares y étnicos que sientan las b ases para el tránsito de la cotidianidad a la mundialidad de la resistencia decolonial.
Santiago, 28 de Julio 2009
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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INFLUENCIAS CRUZADAS: CHILE Y ESPAÑA DURANTE LA GUERRA CIVIL (1936-1939)*
ELISA ARAYA SANTA MARÍA
A B STR AC T La siguiente investigación indaga el papel que tuvo Chile durante la Guerra Civil Española (1936 – 1939) y también como influyó este conflicto en la dinámica interna de la política e incluso la sociedad local. En cuanto al primer punto, este se materializa a través de la ayuda a través del otorgamiento de asilo, tanto a Nacionalistas como a Republicanos en distintos momentos del evento. Con respecto a la influencia del conflicto en Chile, esta tiene dos canales. Por un lado la toma de posiciones de los distintos sectores políticos locales, que en un caso particular desembocó en un quiebre interno, y por otro el rol que juega la colonia española en difundir sus posiciones a través de distintos medios de propaganda. Cada país influye de forma diferente pero esencial en el desarrollo interno del otro durante este período.
I. INTRODUCCIÓN La Guerra Civil Española, llevada a cabo entre julio de 1936 y abril de 1939, es sin duda uno de los conflictos más importantes y renombrados del siglo XX, tanto por su crudeza y la importante cantidad de bajas (alrededor de 500.000), como por las consecuencias políticas de ésta, que marcarían además el rol que pasaría a tener España a nivel internacional, en momentos de la historia tan importantes como la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. Pero las consecuencias internacionales de esta guerra civil no conciernen solamente el rol que pasaría a jugar España, sino también reacciones desde otros Estados, tanto a nivel político como de colonias españolas. Si bien no son muchos los países que tuvieron un rol activo en el desarrollo del conflicto, éste si generó divisiones y toma de posiciones en países que parecieran tan lejanos como Chile.
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Hay que tener en cuenta que para los países latinoamericanos, que habían sido colonias españolas hasta fines del siglo XIX, un remezón de tal magnitud en España no podía serles indiferente, ya que era el país del que habían dependido política y económicamente durante muchísimos años, y que por lo mismo había sido un importante influencia en estos ámbitos, además del cultural. De hecho los sectores más conservadores y/o tradicionalistas de la sociedad seguían sintiendo afinidad hacia España, y de hecho tomarían partido por el bando nacional, que se había alzado en contra del republicano, representado políticamente por el Frente Popular. Chile de hecho, además de ver influida su política interna y sociedad civil, jugaría un rol “in situ”, ya que a su misión en España le tocaría hacerse cargo de proteger y dar refugio a personas que se sentían amenazadas por uno u otro de los bandos en conflicto. En este trabajo se analizará, en primer lugar, el rol que jugó Chile en la Guerra Civil Española y, a partir de esto, se estudiará también el problema de los asilados. Además se evaluará la influencia del conflicto en Chile, cómo se dividieron las opiniones y cómo ambos bandos buscaron promover sus causas e ideales a través de distintas instituciones. Pero antes de entrar en el análisis, se hará una breve descripción del conflicto que vería enfrentados a nacionalistas y republicanos españoles. El espacio temporal de esta investigación se restringe al período que dura el conflicto, es decir entre 1936 y 1939, y no se analizará en profundidad lo sucedido durante el gobierno de Franco, ya que esto sería propósito de otro estudio.
II. BREVE DESCRIPCIÓN DEL CONFLICTO La Guerra Civil Española estalla en el marco político de la Segunda República Española, que va desde 1931 hasta 1939, año en el que el conflicto llega a su fin, y el poder queda en manos del bando nacionalista representado por el general Francisco Franco. Precedida por la dictadura de Miguel Primo de Rivera, que había sido apoyada por la monarquía, la República se instauraría como consecuencia del debilitamiento de esta última. El descontento popular y antimonárquico se haría patente en las elecciones municipales de 1931. Si bien los “monarquistas” obtuvieron la mayoría, perdieron importantes capitales provinciales como Madrid y Barcelona. Dado que los votos de las grandes ciudades eran decisorios, y en éstas los republicanos habían 23
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triunfado, ese mismo año se proclamaría el establecimiento de la República. Mientras el pueblo celebraba, el rey Alfonso XIII dejaba el país en un exilio voluntario. Los primeros años de la Segunda República traería consigo una nueva constitución, proclamada a finales del mismo año, y que traería consigo una serie de cambios que a su vez provocarían tensiones y enfrentamientos que ayudan explicar la Guerra Civil. Estos cambios, que fueron vistos como demasiado radicales, involucraban principalmente la separación entre el Estado y la Iglesia, y el intento de quitarle a esta última las grandes cuotas de poder con las que contaba. La mayoría republicana y socialista del concierto permitió que todas aquellas reformas que tenían este fin se vieran aprobadas. El contexto económico tampoco acompañaba a la República, ya que las consecuencias de la crisis de 1929 se comenzaban a sentir en toda Europa. Esto produjo desilusión por parte de los grupos de trabajadores, lo que sumado al crecimiento del movimiento anarquista, férreos oponentes de la república y captadores de las causas de los trabajadores, causaba un problema en el ámbito social. Por último, las autonomías regionales y las reacciones y desconfianzas de los militares ante éstas, y los campesinos que exigían mayor agilidad en la reforma agraria, generaban nuevos problemas para el nuevo gobierno. El primer “bienio” de la República, denominado el bienio reformista o progresista, estaría a cargo de Manuel Azaña, y lo seguiría un segundo bienio de centro-derecha (bienio conservador), electo en 1933, a cargo de Alejandro Le rroux. Este gobierno dio pie atrás a muchas de las reformas instauradas por el gobierno anterior, como la sustitución de escuelas religiosas por laicas, y la reforma agraria. Lerroux sería sustituido por Ricardo Samper, de la misma tendencia política, en 1 934, lo que sería solo el primero de una serie de cambios, los que tenían como paralelo levantamientos a lo largo del país. Si bien el movimiento revolucionario sería aplastado en todo el país, el de Asturias fue capaz de mantenerse en pie lo que daría pie a enfrentamientos. Si bien la rebelión no tuvo grandes consecuencias, demostraba la debilidad del gobierno, que optó por encarcelar, e incluso ejecutar, a miles de socialistas y republicanos. Esta decisión comienza a dividir a la derecha española, que terminaría por perder el poder ante el Frente Popular en 1936. 24
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En sí, el Frente Popular era un pacto entre los partidos de izquierda, que tras una victoria ajustada, asumiría el poder en un difícil contexto. La sociedad civil estaba muy politizada y sobretodo polarizada. Partidos de ideologías radicales como el Comunista había crecido de forma significativa, y por otro lado las juventudes de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) se unen a un grupo más combativo, la Falange, que a su vez se fusionaría con las JONS (Juntas Ofensivas Nacional Sindicalistas). Si bien este último no fue un partido importante, fueron grupos protagonistas de la violencia de la época. En un contexto de violencia generalizada, Azaña vuelva a asumir como presidente, pero como se dijo antes, la polarización y la tensión que ésta conlleva ya estaba instalada en la sociedad española. Grupos de oposición comienzaron a considerar un golpe de Estado como la única forma de devolverle estabilidad al país, a lo que el gobierno responde enviando a los generales de derecha lejos de la península misma. Franco sería enviado a las Islas Canarias. Pero las medidas del gobierno no fueron suficientes como para evitar un alzamiento. Durante julio de 1936, tras los asesinatos de líderes de ambas partes (José Casillo, republicano, y José Calvo Sotelo, conservador), una serie de acusaciones comenzarían a evidenciar lo que para muchos se veía venir, un golpe de Estado de acercaba, para lo que grupos socialistas ya se preparaban. El gobierno por su parte no tomó cartas en el asunto, por miedo a causar mayor inestabilidad. Para el 17 de julio ya era demasiado tarde, ya que el ejército ya había levantado, dando inicio a la Guerra Civil. Con respecto al conflicto en si mismo, no es interés de este estudio profundizar sobre el detalle de las distintas batallas, revoluciones, contrarrevoluciones y alzamientos que se dieron. Sí cabe decir que el conflicto se extendió por todo el territorio español, incluyendo aquellos que aún seguían bajo su dominio en África. Los alzamientos nacionalistas terminarían por dar fin a este breve período democrático, y la guerra pondría a quienes buscaban cambios políticos, económicos y sociales a luchar en contra aquellos que buscaban mantener la posición de privileg io que históricamente habían ostentado, apoyados por la Iglesia y el Ejército, que también veían amenazados sus intereses. Era el enfrentamiento entre la izquierda y la derecha política, entre el anticlericalismo y la Iglesia Católica, entre la oligarquía, las 25
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clases altas y los movimientos obreros y clases trabajadoras. Haciendo un paralelo con las grandes ideologías que iban sumando adherentes a nivel internacional, se puede decir que era un preludio en el enfrentamiento entre el comunismo y el fascismo. De hecho cada uno de los bandos fue apoyado por la URSS de Stalin, y la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini respectivamente. El territorio español se vio dividido en lo podríamos denominar “zonas de influencia”, u orbitas de los distintos bandos. El gobierno republicano se trasladaría desde Madrid hacia Valencia, pero esta no sería su última sede. Los nacionales por su parte se establecerían en la Ciudad de Burgos. El resultado de la guerra es conocido por todos, y en 1939 se instauraría la dictadura del general Franco, que perduraría hasta 1975. Este triunfo era sentido a nivel internacional como un triunfo del fascismo, lo que para la época y por el contexto político europeo no era algo menor. Se entendía incluso como una nueva amenaza a la estabilidad internacional.
III. PAPEL DE LA MISIÓN CHILENA EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. El significativo rol que jugó la representación chilena durante la Guerra Civil Española, especialmente en los inicios de ésta, se podría considerar de alguna forma casual, ya que de haberse dado los alzamientos en otro mes, probablemente la historia sería diferente. El alzamiento de Melilla, que daría inicio a la guerra civil, se produjo en el mes de julio, es decir, durante el verano del hemisferio norte. Por esta razón, una gran parte de los diplomáticos se encontraban de vacaciones, y por lo mismo Núñez Morgado ejercía el rol de Decano ad interinum del Cuerpo Diplomático (título que se le otorga al jefe de misión de mayor antigüedad y mayor precedencia), rol que le llevó a organizar la iniciativa de recibir a aquellos que se sentían amenazada su seguridad. Así, según el propio Núñez Morgado, “al día siguiente del Alzamiento militar de África, recibí ya a algunas personas que se sentían amenazadas de muerte por los e lementos
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marxistas. A los pocos días ya eran decenas los que venían en busca de protección y la Embajada iba llenándose como sube el mar en equinoccio”.1 Si bien al hablar de los refugiados españoles en Chile se suele pensar en aquellos que viajarían en el Winnipeg en 1939, en una primera instancia, cuando la República logró mantener Madrid bajo su poder, quienes buscaban refugio eran personas opositoras al Frente Popular, situación que se vería revertida una vez instaurado el régimen de Franco. La condición de Decano del Cuerpo Diplomático que al momento ostentaba el embajador chileno, produjo que embajadores de otros países, que optaron por no volver a España, dejaran las embajadas a su disposición. Estos espacios se aprovecharon para recibir refugiados, de la misma forma que lo hicieron el consulado chileno, algunas casas vecinas a la embajada, casas de funcionarios y algunos palacios que habían sido puestas a cargo de la embajada chilena con anterioridad. La importante ayuda que recibieron los detractores de la República se suele adjudicar a un supuesto sesgo por parte del embajador chileno, lo cual generó un deterioro de la imagen de Chile y su embajada por parte del gobierno español. Julio Álvarez del Vayo, Ministro de Estado español de la época, “fue extremadamente duro con la representación chilena: consideró que sus actos estaban inspirados en la connivencia con los alzados y que eran actos que carecían de legitimidad. Por lo demás, a ojos de numerosos funcionarios, la acción de Núñez Morgado estaba originada en la animadversión política de Santiago, lo que no era cierto, pues Núñez Morgado procedió por iniciativa propia… Lógicamente fue respaldado”2. Cabe aclarar que el gobierno de Chile, hasta 1938, es decir durante los primeros años de la guerra cuando se generó la primera crisis de refugiados, estuvo a cargo de Arturo Alessandri, quien en este, su segundo período, estableció una alianza con los sectores de derecha en conjunto con el partido radical. De hecho la izquierda, que en un principio le había dado su apoyo, se lo quitaría una vez establecida esta
Sapag, Pablo; Chile, Frente de Combate de la Guerra Civil Española ; Centro Francisco Tomás y Valiente, UNED Alzira-Valenci a, Valencia, España 2003. Pg. 28. 2 Garay Vera, Cristián y Medina Valverde; Chile y la Guerra Civil Españo la, 1936-1939 :Relaciones diplomáticas y paradigmas políticos, Fundación Mario Góngora, Serie Avances N° 2, Santiago, Chile, 1994, pg 25 1
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nueva alianza. De esta forma se entiende que se asociara a Alessandri, si bien no al fascismo en si mismo, a grupos contrarios al Frente Popular y aquello que éste proponía. La tensa relación que se fue desarrollando entre Núñez Morgado y los republicanos, sumada a incidentes que pusieron en duda la seguridad con la que contaban los refugiados en las embajadas (asalto a la embajada de Perú y Finlandia), llevó a la salida del embajador, que sería suplido por el encargado de negocios, Carlos Morla Lynch. Los republicanos se habían preocupado tanto de desacreditar la imagen del gobierno de Chile y de su representación, como de generar una “campaña a través de los medios de comunicación que en contra de la extensión masiva del derecho de asilo por entender que desde los locales diplomáticos los refugiados realizaban acciones de espionaje a favor de los franquistas y atacaban a los milicianos republicanos, lo que en más de una ocasión ocurrió”3 Para Chile, la situación de los refugiados, además de un gran gasto, significaba un problema político. Además de verse identificado con la causa nacionalista y recibir las críticas del que seguía siendo el gobierno español, el tener refugiados “a su cargo” le impedía de alguna forma reconocer al gobierno de Franco, ya que hacerlo habría implicado dejar a estas personas “abandonadas a su propia suerte” en un con texto que seguía amenazado su seguridad e integridad. Dadas todas estas situaciones, lo que se buscó fue una salida diplomática y negociada al asunto. Esta estuvo a cargo de Agustín Edwards Eastman, quien ejercía como embajador de Chile en Londres. Además se envió a otro funcionario de carrera a establecer conversaciones con los republicanos, que para el momento (1937) ya se encontraban establecidos en Valencia. Los refugiados fueron saliendo de a poco, y con varios obstáculos en el camino. Una vez terminada la guerra, y asumiendo Franco el control, se creyó que el problema de los refugiados se había solucionado, lo que no fue así. Era el turno de los republicanos para buscar asilo, ya que ahora eran ellos los que veían amenazada
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Sapag, Pablo. Op.cit. Pg. 31
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seguridad. Nuevamente, el hecho de recibir refugiados contrarios al gobierno de turno, le traería a Chile problemas con éste. “El nuevo gobierno consideraba la concesión de asilo a “los rojos” como un acto provocativo y exigía su entrega. Se sospechaba de Morla Lynch como contra e llos durante la guerra”4 Una nueva fuente de tensión la provocaron los cambios políticos en Chile, país cuyo propio Frente Popular había ganado las elecciones a fines de 1938, siendo así sustituido Alessandri por un radical que había ejercido como ministro del interior en su primer mandato, Pedro Aguirre Cerda. “… Es que en 1938 había triunfado en las elecciones el Frente Popular chileno que representaba, en apariencia, el régimen que acababa de colapsado en la Península”5 A pesar de las diferencias ideológicas, y de incidentes como el de la expulsión de tres ciudadanos españoles por motivos de activismo político pro franquista y la gestión del Winnipeg, ninguno de los gobiernos recién instaurados tuvo actitudes que incitaran confrontación. A ambos les interesaba mantener buenas relaciones con el otro, de modo que la época de mayor tensión quedaba atrás.
IV. REFUGIADOS REPUBLICANOS Y EL WINNIPEG Al acabar la guerra, en abril de 1939, se instaura una dictadura que duraría hasta 1975, año en el que su principal líder, Francisco Franco, muere. Como ya se mencionó antes, una vez instaurado el nuevo gobierno, pasan a ser los republicanos los perseguidos, y por ende quienes acudían a la embajada chilena, entre otras, en busca de asilo. Algunos lo lograron, pero otros tantos, dado el carácter represivo del nuevo régimen, terminaron en campos de concentración, tanto en España como en Francia. Pablo Neruda, poeta chileno que había vivido en España desempeñándose como cónsul, era un entusiasta simpatizante de la izquierda política, y así mismo del Garay Vera, Cristián y Medina Valverde; Chile y la Guerra Civil Españo la, 1936-1939 :Relaciones diplomáticas y paradigmas políticos, Fundación Mario Góngora, Serie Avances N° 2, Santiago, Chile, 1994, Pg 33 5 Ibíd., Pg 34 4
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Frente Popular español. Ante el comportamiento del régimen hacia sus opositores, el poeta se sensibiliza, lo que sumado a la muerte su amigo y también poeta español Federico García Lorca, lo lleva a tomar “cartas en el asunto”. Las acciones que se llevarían a cabo contarían con el apoyo del presidente chileno Pedro Aguirre Cerda, cuya solidaridad también se encontraba con el bando republicano. El poeta sería designado “cónsul delegado para la inmigración española” en París, para así hacerse cargo del traslado de los que serían 2.000 españoles que se encontraban en los campos de concentración ubicados en Francia. En Agosto de 1939 zarparía desde el puerto francés de Trompeloup, (en Pauillac, Francia), el Winnipeg. Antes de embarcar, a los refugiados se les realizaron exámenes médicos y se les entregaron los documentos necesarios. En Chile en tanto, se creó el “Comité Chileno de Ayuda a los Refugiados Españoles”, para apoyar a quienes en septiembre del mismo año llegaron a instalarse a Chile. Entre ellos se cuentan reconocidos artistas como José Balmes y Roser Bru, el historiador Leopoldo Castedo, el escritor José Ricardo Morales y el caricaturista Antonio Romera, entre muchos otros.
V. LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA EN LA POLÍTICA CHILENA Así como la representación chilena jugó un rol significativo en el desarrollo del conflicto en España, en Chile el conflicto también genero divisiones y las partes del conflicto instauraron una serie de organizaciones preocupadas de generar apoyo a nivel internacional. En la introducción ya se mencionaba cómo el conflicto que se llevaba a cabo en la península ibérica generó opiniones a nivel internacional, al ver enfrentados a dos bandos que se podían asimilar a los que oponía la Guerra Fría y los que poco tiempo después lo harían en la Segunda Guerra Mundial. Una vez más las grades ideologías que polarizaban la política mundial generaban opiniones y apoyos en los distintos sectores de la política local. Los republicanos, tal como en muchas ocasiones lo hizo (y hace) la izquierda, se apropiaron de “la causa popular” en su discurso. De esta forma las izquierdas del mundo simpatizaron con este gobierno, que además tenía a su favor el haber sido 30
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instaurado de forma legítima. Era un enfrentamiento entre fascismo y democracia, y ante esto no había espacio para dudas en cuanto a quien apoyar. Los nacionales por su lado tenían de su lado a la Iglesia Católica, y por consiguiente a los sectores más conservadores y a los partidos que a estos representaban. Era una lucha en contra de cambios radicales propios de ideologías comunistas, las que a muchos producían rechazo. Esta polarización se dejó caer también en la sociedad y política chilena. Nacionalistas y republicanos habrían tenido motivos especiales para hacer propaganda en Chile. Por una parte, las relaciones entre ambos países se habrían visto fortalecidas ya que durante el auge del salitre, España fue un importante cliente para Chile, donde además existía una importante colonia española. Esta era producto de un fenómeno que había afectado a casi toda Latinoamérica a mediados del siglo XIX, cuando se produce un masivo éxodo desde Europa. En la región hubo buena disposición para recibirlos dada la necesidad de colonizar algunos territorios, que debían ser trabajados y así ser un aporte para lograr mayor desarrollo y progreso de los nuevos estados. A Chile llegaron menos españoles que a otros países de la región, y lo hicieron en varias etapas, pero fueron suficientes para conformar una colonia a la que a los políticos españoles es parecía importante llegar. Un tercer motivo por el cual se hizo propaganda en Chile fue la ya explicada crisis de los refugiados, que no solo trajo consigo un número importante de españoles al país, sino a grupos fuertemente ideologizados, que podían difundir las ideas. La izquierda chilena apeló en su discurso constantemente a la causa republicana. El discurso era similar, el de una clase alta privilegiada a costa de una masa obrera oprimida que se debía rebelar. Las sociedades eran similares, por lo que se podía apelar a las mismas problemáticas. De esta forma se explica la solidaridad expresada en el discurso de los militantes chilenos, y expresada también en acciones como lo fue el envío del Winnipeg. La Derecha en cambio veía como un peligro el avance de fuerzas como lo era el Frente Popular español, al que se veía como parte de la “amenaza comunista” que ya tomaba fuerza en una parte importante del mundo, conformando un bloque por si 31
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solo. Pero a diferencia de la izquierda chilena, la derecha no pudo apelar a los mismos discursos que los nacionalistas españoles, dado que su oposición era más moderada (y menos anticlerical) que los republicanos, y por los la poca cabida que tenía en los sectores conservadores chilenos el fascismo. La moderación de Frente Popular chileno se puede ver también como una consecuencia de la Guerra Civil Española, dado que el radicalismo de sus pares españoles había llevado a un levantamiento y posterior conflicto a rmado. Las elecciones se dieron en pleno desarrollo de la guerra, por lo que era un tema latente. Aguirre Cerda se mostró como un político más moderado, para que no sucediera en Chile lo que en España, y probablemente para captar votos más de centro tambié n. Estas posturas habrían incluso causado desilusión entre la izquierda chilena, cuyas esperanzas estaban puestas en cambios más revolucionarios. “El rasgo dominante de la gestión del Partido Radical fue una consciente identificación con las “clases medias ”, lo que era incompatible con la tesis de una revolución”. 6 La derecha vería un quiebre en su interior, que tendría como resultado la creación de la Falange Nacional. Los roces internos serían producto de las distintas posiciones frente al catolicismo en su forma más tradicional, que se pondría en duda al verse como una de las causas del conflicto español. La Falange chilena tendría una visión más afín a la doctrina social de la iglesia y la encíclica Rerum Novarum, es decir de una Iglesia de y para todos. Aquella Iglesia más tradicional y elitista se asociaba a aquella que se oponía a la república española y daba su apoyo a Franco en España.
VI. PROPAGANDA EN CHILE Durante la Guerra Civil Española se dio una situación particular, ya que la embajada estaba en manos de funcionarios nombrados por la república y por lo tanto leales a ella, pero paralelamente nace la “Representación del Gobierno Nacional” en 1936. Esta última no contaba con la infraestructura ni el reconocimiento de la embajada, pero si con una serie de donaciones que le permitían generar su propia maquinaria de propaganda. Además se organizaron platos únicos como forma de
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Ibíd., Pg 57.
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generar ingresos y de difundir ideas entre los asistentes. Hacia fines de la guerra, la representación contaría también con el Boletín de Información Española como medio de difusión que se publicaba de forma semanal para informar sobre la situación en España. Los republicanos contaban con la ventaja de ser la representación legítima, lo que utilizaron para reforzar su posición internacional y así debilitar la imagen de Franco. Esto a través de una fuerte estrategia de propaganda. Esta ventaja no duraría mucho tiempo, ya que se comenzarían a dividir las opiniones políticas al interior de la misión, dificultando el envío de un mensaje claro y bajo una sola línea. Además, el cada vez más restringido presupuesto, dificultaba la tarea propagandística de la embajada. Muchas veces ésta tuvo que generar su propio material, siempre con un discurso que apelaba a las similitudes entre Chile y España, y a las masas siendo oprimidas en ambos países. Para lograr este objetivo, se hizo el intento de ocultar puntos conflictivos como las persecuciones religiosas, o el vínculo con la URSS. Otra dificultad se presentó cuando empezó a escasear el material, por la lejanía y los difíciles momentos que se vivían en España. Los nacionalistas por su parte, se preocuparon de apelar a sus triunfos bélicos, y de acentuar aquellos aspectos del republicanismo que causaban más aversión, que era justamente lo que la embajada buscaba ocultar, el anticlericalismo y asociación al comunismo. Así como la izquierda se había apropiado de la causa popular, el nacionalismo español reforzó en su discurso y propaganda su cercanía a la Iglesia, de cierta forma apropiándose también de ella. La FET (Falange Española Tradicionalista) y las JONS habían pasado a ser en España los grandes apoyos partidarios de Franco, que contaban con su propio organismo para internacionalizar su causa por medio de la propaganda, la Delegación Nacional del Servicio Exterior (DNSEF). Este organismo contaba a su vez con un Departamento de Intercambio y Propaganda Exterior, el que contaría con una importante presencia en Chile. Pero la República también contaría con organizaciones paralelas a la embajada que se preocuparon de dar su apoyo y difundir la causa, algunas que existían desde antes, y otras que se crearían con este fin. Entre ellas se cuentan el Directorio General 33
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de Instituciones Republicanas Españolas, “cuyo fin era coordinar la actividad política y propagandística de todos ellos para evitar una duplicidad de funciones aprovechando mejor los escasos recursos individuales” 7 Este organizaba los actos públicos y además contaba con su propio medio de difusión, el periódico España Nueva. A nivel regional, existía la Unión Republicana Española de Valparaíso y de Magallanes. Cuando termina la guerra y tiempo después Chile reconoce al gobierno de Franco, a situación cambia radicalmente para ambas partes. Nacionalistas cuentan con la legitimidad que antes añoraban, y además con recursos provenientes desde la península. Republicanos en cambio tienen que buscar formas de financiar tanto la propaganda como las organizaciones que de esto se encargaban. Pero si tenían a su favor al gobierno de turno y a una parte de la sociedad que se manifestaba en contra del nuevo régimen español, lo que opacó las acciones de la nueva embajada, que a su vez vio restringidos sus espacios de difusión a espacios cerrados.
VII. CONCLUSIÓN Como se puede apreciar en el presente trabajo, Chile jugó un papel a lo largo del que sería uno de los más cruentos y remecedores conflictos que viviría España en su historia reciente, que si bien no fue protagónico, influyó de manera decisiva en la vida de muchos. Las divisiones en Chile en torno al conflicto son similares a las que se dieron a nivel mundial, pero en nuestro país llevarían incluso a un quiebre en el ala derecha del espectro político, con el nacimiento posterior de la Falange Nacional. Quienes en Chile se identificaron con cada uno de los polos que este conflicto generó, apoyaron fuertemente los ideales de cada uno desde aquí, pero además terminaron por tomar acciones para salvar a las víctimas que de la guerra con las que simpatizaban, como es el caso del Winnipeg, que salvó a miles de Repúblicanos de los campos de concentración. Con respecto a los nacionalistas refugiados, se puede pensar que también fueron resultado de acciones sesgadas por ideales políticos de quienes las
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Sapag, Pablo. Op.cit. Pg. 64
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gestionaron, pero esto no es más que una especulación discutible. Para estos refugiados se puede hablar ciertamente de un trabajo de ayuda humanitaria, ya que las circunstancias del conflicto fueron las que llevaron a que fueran los nacionalistas los que se verían beneficiados (porque Madrid seguía bajo el control republicano). Una vez que Madrid cambia de mano, la ayuda se extendería también a los leales al Frente Popular, solo que de forma menos masiva de lo que fue el barco gestionado por Neruda. Por lo tanto, es la labor humanitaria de rescate y refugio de víctimas la que le da protagonismo a Chile en la Guerra Civil Española. Este tipo de acciones fueron comunes a los dos gobiernos que tuvo Chile durante el período, que a pesar de oponerse políticamente, entendieron como necesario extender su ayuda a los españoles en peligro. De alguna forma, lo que Chile hace por los españoles es una labor más destacable de lo que hace España y su representación, es decir difundir ideas que solo generaban división, en un mundo ya ideológicamente dividido.
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