LA AMBICIÓN NOS IMPIDE COMPARTIR Cierto día, hace de esto muchísimos años, un comerciante muy rico y avariento acudió a un sacerdote viejo y sabio en busca de consejo y enseñanza. Éste lo llevó ante una ventana: – Mira a través de este vidrio y dime qué ves – le dijo. – Gente – contestó el rico. Luego lo condujo ante un espejo, y le preguntó: ¿Qué ves ahora? Me veo a mí mismo – le contestó al instante el avaro. He ahí, hermano – le dijo entonces el santo varón , que en la ventana hay un vidrio y en el espejo también. Pero ocurre que el vidrio del espejo está cubierto con un poquito de plata, y en cuanto hay un poco de plata de por medio dejamos de ver a los demás y sólo nos vemos a nosotros mismos. “El tesoro de la juventud” Ed. Éxito, Barcelona, España