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La necesidad de una sociedad civil, soberana y constitucionalizada
Mónica Roldán Reyes;
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LA NECESIDAD DE UNA SOCIEDAD CIVIL SOBERANA Y CONSTITUCIONALIZADA
Abogada litigante y activista.
Licenciada en Derecho y Maestra en Derecho Político Electoral. Presidenta de la Organización Civil: Comisión Ciudadana por la Democracia y los Derechos Humanos, A.C. Asesora jurídica de municipios, en talleres, asesorías en mediación familiar, mediación de conflictos y negociación, juicios orales en el sistema penal acusatorio, primer respondiente, derechos humanos, etc.
Autora del libro ¿Cómo construir la paz en México?, en coordinación con el Dr. Erick Gómez Tagle López. Aspirante a ocupar el cargo de presidenta de la Comisión de los Derechos Humanos de Puebla, propuesta por 50 Organizaciones de la Sociedad Civil y candidata a Diputada federal 2021 por el distrito 04 de Ajalpan Puebla.
La sociedad civil es un término usado desde hace poco más de ciento cincuenta años, para determinar al conjunto de ciudadanos que, organizados de manera libre y ajena a la influencia del Estado, toman decisiones sobre asuntos de la esfera pública. Dicha agrupación de la sociedad es muy diferente a la manera en la que tradicionalmente se aglutina la sociedad en la democracia, en la cual los ciudadanos se unen solamente para votar, con el fin de elegir a un gobernante, esperando que éste resuelva lo que toda la sociedad en su conjunto no ha sido capaz de resolver por años, décadas o siglos. Sin embargo, lo más trascendente es que la organización y pleno funcionamiento de la sociedad civil son imprescindibles para el establecimiento de la democracia y para que exista un Estado legítimo de derecho, como lo entendemos actualmente. Y por si fuera poco, la tensión en la precaria situación de nuestra democracia mexicana, parece llegar al límite cuando diversos actores del Estado en la actualidad se han expresado negativamente contra la sociedad civil, de manera reiterada , prefiriendo estar rodeados de fans que aplaudan cualquier acción del gobierno, por ocurrente que esta pareciese, antes que trabajar en conjunto con una ciudadanía, que aunque cuestione, es madura, responsable y está encaminada desde una convicción personal, hacia el bien y la verdad. La fragilidad que experimenta la sociedad civil en ese intento de democracia que es México, corre un peligro enorme actualmente, donde pareciese que con la bandera de la izquierda, se busca regresar a un presidencialismo semejante al de los peores tiempos del priísmo, modelo de gobierno muy distante a lo que aspiraron por décadas tantos mexicanos de izquierda que derramaron su sangre en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco o durante aquel fatídico Jueves de Corpus de 1971. No obstante, en estos momentos en que estamos, también es necesario movilizar a la sociedad para lograr que los gobernantes establezcan con carácter constitucional la soberanía que reside en la sociedad civil, como legítimos representantes de los intereses anhelos, necesidades, temores, ilusiones y metas del pueblo.
Es necesario proteger a la sociedad civil como un bien para el conjunto de las personas, porque ella está formada por infinidad de verdaderas escuelas de la democracia, donde los ciudadanos involucrados van creciendo en la construcción del bien común y en su desarrollo hacia una plena identidad democrática. Es necesario aclarar que aunque la soberanía no reside exclusivamente en la sociedad civil, sino en todo el pueblo, en ella se experimenta esta realidad de una manera más plena, a diferencia de conjunto de ciudadanos sin voluntad, dirigidos autoritariamente por un ungido político o un caudillo infalible. Entonces, un gobernante demócrata es aquel que recibe el poder de mando de los ciudadanos comprometidos, junto con la sociedad civil y no aquel que, por medio de engaños, le quita el poder a un sinnúmero de personas seducidas o coaccionadas por la propaganda o la necesidad.
Sin embargo, aunque la sociedad civil es un elemento fundamental en toda democracia consolidada, los grupos que la componen son susceptibles a ser influenciados por los mismos cacócratas del pasado, que antes no hicieron todo el bien posible a la sociedad y hoy quieren perpetuarse para seguir parasitando de la población.
Es imperioso que exista una muy clara y delimitada barrera que separe a las organizaciones de la sociedad civil de los partidos políticos. Las legislaciones son muy claras con respecto a que las organizaciones de la sociedad civil deben estar separadas del Estado y, como es obvio aclarar, los partidos políticos buscan llegar al poder. Resulta indignante el constatar cómo en diversos casos, como sucedió en Puebla en 2019 (cuando se buscó elegir a la persona que ocuparía la Presidencia de la Comisión de Derechos Humanos del Estado), candidatos con amplias trayectorias en la defensa de las personas fueron rechazados, para elegir en su lugar, a un candidato coincidentemente cercano a personajes del Gobierno de Puebla. Dado que en el pasado se ha seguido dicho modelo y que los resultados de dicha organización han sido paupérrimos, es lógico desconfiar sobre
María Elena Morera y Sonia Quintana, “AMLO y la sociedad civil: una relación compleja”, Animal Político, https://www.animalpolitico.com/el-blog-de-causa-en-comun/ amlo-y-la-sociedad-civil-una-relacion-compleja/ (consultada el 22 de enero de 2020).
el hecho de que una persona aliada al Estado defienda imparcial y decididamente a las personas que sean víctimas por parte de los servidores públicos. Este sólo ejemplo ilustra la manera en la cual, la complicidad entre los partidos políticos, el Estado y las organizaciones de la sociedad civil es nociva. Lo único que puede unir a estos elementos es el trabajo colaborativo en pro del bien de las personas, pero jamás la complicidad en el favorecimiento deshonesto de funcionarios e intereses particulares de los cacócratas.
Los ataques a la sociedad civil pueden venir por muchos frentes y de diversas formas, pero otra es, en definitiva, por medio de la manipulación mediática, ya sea para favorecer intereses políticos, como de otros grupos de poder. Continuamente somos bombardeados por medio de los diversos medios de comunicación con diversos mensajes que, de manera continua, terminan llevando a la sociedad a una espiral del silencio, como describiría Elisabeth Noell-Neuman en su libro La espiral del silencio: Opinión pública, nuestra piel social, mismo en el que advierte sobre la tendencia que existe en las personas de ajustar su opinión y posiciones existenciales a lo que la mayoría (generalmente manipulada por fuertes intereses socioeconómicos) considera que es correcto o no.
Por lo tanto, al ser parte de la humanidad, la cual puede ser manipulada, es preciso que en estas organizaciones se cuente con una especial atención a la detección del pensamiento irracional y la manipulación ideológica, para contribuir a la construcción de una sociedad en la que impere el pensamiento crítico y la lógica. En las organizaciones de la sociedad civil no pude haber espacio para el pensamiento único, aunque existan afiliaciones ideológicas que contribuyan a que todos los miembros caminen a paso firme. El debate respetuoso y el cuestionamiento de paradigmas desde la razón siempre fortalecerán este tipo de organizaciones.
Teniendo presente lo anteriormente expuesto, es necesario que las organizaciones de la sociedad civil tomen con seriedad su papel de luchar contra la desinformación y las infames fake news, que son un nuevo nombre que se da a lo que antes se llamaba vulgaridad, bajeza, falta de profesionalismo, manipulación, crimen, en fin, todo lo despreciable que puede significar el hecho de alejar de la verdad a la población y en especial, a los más vulnerables. Que estas organizaciones se conviertan en verdaderos fact checkers es una necesidad real en una sociedad que, en medio de la rapidez de las tecnologías de la comunicación, prefiere lo inmediato que lo verdadero. Incluso, aún más cuando una población adoctrinada por una ideología irracional, intenta amordazar a la prensa para que esta sólo transmita lo que permite el grupo de poder gobernante.
Otro problema ante el cual se enfrentan las organizaciones de la sociedad civil es el de actos de corrupción. Durante décadas han saltado a la luz pública muchos casos en los cuales, miembros de organizaciones de la sociedad civil han caído en conductas inaceptables, o la opacidad se ha movido de manera escandalosa, encubriendo malos manejos de donaciones, conflictos de interés, mal uso de recursos destinados al bien común, entre otros. Esta situación requiere que las organizaciones de la sociedad civil se concentren en una entidad que vele por la transparencia de todos expedientes sobre situaciones financieras y sobre su personal. Que así como el Estado tiene un ente que revisa su actuar, buscando la transparencia, que exista una entidad separada del Estado, mantenga a la ciudadanía al tanto de lo que ocurre y que pueda ser sancionada si no cumple con las declaraciones y reportes necesarios para que no se caiga en la opacidad que se critica del Gobierno.
Otro elemento que se debe tener en cuenta es que si se detectan situaciones inaceptables, tanto en instituciones del Estado, como en organizaciones de la sociedad civil, se realicen sin tardanza las reformas necesarias, pero que no se tire la casa vieja, hasta que esté funcionando adecuadamente la nueva.
Hemos contemplado cómo diversos cambios realizados de manera abrupta, han traído aún más problemas a la ciudadanía. Si bien, el costo político de dichos actos ha sido beneficioso en términos exclusivamente de imagen pública de lucha contra la corrupción (lo que no se busca poner en duda de manera general), en la práctica tenemos a un sinfín de personas recibiendo dádivas estatales, con pocas regulaciones, muchos abusos, o pacientes sufriendo entre el desabasto de medicamentos y la falta de empleo, o la carencia de lugares (no se diga adecuados, porque casos como los de la Guardería ABC nos muestran que nunca los ha habido) para el cuidado de los niños de padres trabajadores, lo que marca un horizonte muy poco claro para el futuro de una población. Por esto, se debe legislar para establecer tiempos más eficientes de transición, que consideren todos los elementos que se requieren para hacer un cambio racional en aquellas situaciones que no pongan directamente en riesgo la vida de las personas. Por ejemplo, si se sabe que una entidad de salud de la sociedad civil proporciona a la población medicamentos en mal estado, sin registro sanitario u otras irregularidades porque así se acordó con proveedores para obtener dinero deshonesto, eso debe de ser cortado de tajo de manera inmediata. Pero si un proveedor vende un buen medicamento a un precio elevado y fue elegido por compadrazgos, aunque es algo inaceptable, debe hacerse el cambio de tal manera que se acabe con esa mala relación comercial hasta que se cuente con todos los elementos controlados para que no haya un desabasto.
Finalmente, teniendo presente este panorama, es evidente la fragilidad que en la actual democracia tienen las organizaciones de la sociedad civil, pero a la vez, es innegable su importancia para la existencia de un Estado de derecho. Por ello, el reconocimiento constitucional de participación en la soberanía del pueblo, que tiene la sociedad civil, es imprescindible para establecer las políticas públicas en temas de democracia, educación y medio ambiente, además de aspectos de seguridad pública, interior y exterior. Además, se requiere que sean revisadas las leyes y aplicadas las reformas pertinentes que garanticen la total independencia de estos conglomerados y su actuar por el bien común.
° El término “cacocracia” se refiere al gobierno llevado adelante por las peores personas de la sociedad (cacócratas), aquello a lo que el nuevo gobierno de México ha descrito como “la mafia del poder”. Dicho término, aunque debatible en cuanto a quiénes son los miembros de dicha infame organización, ilustra muy bien a ese conjunto de personas que, cegadas por la ambición desmedida y favorecidos por años de impunidad institucionalizada, han construido verdaderos imperios de privilegios y riquezas inexplicadas. Para algunos, viene de la expresión “caco”, que se refiere a los ladrones, por su presumible maldad. °Elisabeth Noelle-Neuman, La espiral del silencio: opinión pública, nuestra piel social (Barcelona: Paidós, 1995).