PROLOGO Fui torturada, físicamente, mentalmente y espiritualmente, me he sentido desolada, pero también con rabia por la impotencia de no poder cambiar la historia de mi vida. Al principio quedé sin fuerzas para enfrentar los problemas morales, sociales y físicos. No tuve una persona que me apoyaría en el tiempo que yo más necesité, he derramado lágrimas y he llorado hasta cansarme. Llegué a ser una mendiga cenicienta. Pero doy gracias a mi Señor Jesús que me redimió. Ahora soy una mujer madura en Cristo, gracias por su amor infinito, he sanado las heridas que fueron abiertas por muchos años, he perdonado y Jesús me ha limpiado con su sangre lo más íntimo de mi corazón, puedo decir que soy sana emocionalmente, espiritualmente y psicológicamente, y disfruto de ese gozo sobrenatural de Cristo que puso en mi corazón. Doy gracias a Dios por casarme con un maravilloso hombre, fiel compañero, me comprende y me ayuda cada día a pesar de mis dificultades por los problemas que tengo con mi salud; es un gran siervo de Dios. El Señor nos dio dos hijos, que Él los escogió y los llamó para su ministerio. Gerson y Eliezer son siervos de Dios, predicadores del evangelio y los cuatro hijos que tengo sirven al Señor; eso es más que suficiente para sentirme realizada y poder decir, “Heme aquí Señor”. A través de este testimonio quiero ayudar a muchas mujeres que han tenido problemas como los míos. No pueden vivir en el pasado. Hay que mirar el futuro; con Cristo somos vencedoras. Dios tenía una razón para mi sufrimiento y haber llegado a conocer algo de eso, ha hecho toda la diferencia del mundo”. Oraciones por las mujeres cristianas, especialmente por las que están pasando diferentes problemas en su vida. Lea este libro le recomiendo, le ayudará.
INTRODUCCIÓN DE PARTE DEL ESCRITOR Este es un testimonio verídico, contado directamente de su protagonista, y autora de los actos realizados a través de todo este libro. He tomado la gran decisión de escribir este libro con notas muy escalofriantes, pero con una lección muy positiva de parte de la autora de este testimonio, soy el esposo de Udelia, Pastor Narciso Zamora F. y por espacio de dos décadas casados y dedicados al ministerio, pero nunca conocí su vida intima pasada hasta que enfermó gravemente con insuficiencia renal crónica terminal, y cuando ella se sintió que le quedaba pocos días de vida, una madrugada a las 5.30 de la mañana, se sentó sobre la cama y dijo: “Narciso, estoy para partir con el Señor, los calambres en el diálisis me hacen mucho daño y me causan mucho dolor, quiero declararte algo que nunca te he contado y he tenido miedo decirte y quiero que conozcas lo que me sucedió en mi vida de joven. “Fui una mujer desdichada, infeliz, y pasé una vida miserable. No tenía la menor idea de cómo podrías reaccionar al saber toda mi historia”. Quedé escuchando por unos minutos y luego Udelia empezó a llorar, mientras relataba partes de lo sucedido, dejamos el testimonio para otro día y empezamos a orar. Me interesó y pensé que podemos ayudar a muchas otras mujeres que tiene problemas similares y que pueden sobresalir, platiqué con Udelia para escribir y que ella me relataría toda su historia desde cuando ella recuerda, por dos años terminamos de escribir este libro y durante ese tiempo Udelia derramó lágrimas como río cada vez que ella recordaba su pasado. Gracias a Dios que ahora podemos dejar en las manos de muchos lectores que puede ser de bendición, oramos que el Señor use este libro para sanar vidas para la gloria de Dios. Pastor Narciso Zamora
LA VIDA SORPRENDENTE DE CENICIENTA A SIERVA DE DIOS, DE LA MUERTE A LA VIDA Udelia Santiago de Zamora Nací alrededor del Océano Pacifico en Pativilca – provincia de Barranca a 300 kilómetros al norte de Lima. La casa era de caña estucada con barro. Teníamos gallinas, patos y pavos, el piso de la casa era de tierra y la cubierta de hojas de metal “zinc”. No conocí a mi padre, porque un mes antes que yo naciera él falleció, quedando cuatro hermanas todas menores de edad, la hermana mayor tenía ocho años, todas mujeres. Según el registro civil mi padre se llamó Gregorio Santiago, de los Andes del Perú de Caraz departamento de Ancash. Mi madre fue hija de inmigrantes españoles, ellos se ubicaron en una pequeña y pre- histórica ciudad, Chavin de Huantar, una cultura preincaica, esta pequeña ciudad tenía sus calles empedradas, y los muros con artesanías de los Chavin. Fue un lugar muy turístico y de mucho valor y muy importante. Todas las casas de tierra y piedra construidas en la época de la colonia española. Tenía su canal de agua que corría por el centro de la ciudad. Las mujeres usaban blusas y faldas largas con muchas blondas alrededor del puño, en el pecho y cuello, así mismo los hombres usaban las camisas tipo españoles. Toda la gente idolatra no permitía que entrara una iglesia evangélica, las autoridades fueron enemigos completamente de los cristianos, los profesores en el colegio maltrataron mucho a los evangélicos en las escuelas, los obligaban adorar sus cruces y los golpearon. Todo lo que pude ver durante mi niñez, a un hombre en casa flaco y demacrado y con mucha amargura en su corazón y además analfabeto no sabía leer ni escribir. Mientras yo crecía pude ver y sentir a este hombre en casa que ordenaba y castigaba a mis hermanas y a mí. Mi madre nos obligaba a decirle papá, cuando yo tenía seis años, descubrí que este hombre no era mi padre. Fruto de la relación de este hombre con mi madre tuvo una hija que se llama Lidia y la misma que los llevó a contraer matrimonio mi madre con este hombre. Su hija nos regañaba para no decirle papá a nuestro padrastro y cuando supe que no era mi padre tuve mucho miedo y no podíamos acercarnos a él. Mi padre dejó una finca con mucha verdura de la cual él trabajaba y vendía en el mercado en Barranca y además teníamos vacas lecheras y cada mañana se sacaba la leche de la vaca y se vendía. Mi madre trabajaba desde la mañana hasta la noche vendiendo leche y verduras lo que producía el campo que mi padre dejó. Este hombre que se llamaba Felipe fue un obrero de mi padre y cuando él murió, este obrero se juntó con mi madre.
Cuando yo tenía siete años entré a trabajar en la hacienda echando salitre en las cañas solamente para recibir ración de la hacienda, fréjoles, arroz, manteca y panes. Este era mi jornal y llevaba una tarjeta para recoger cada fin de semana. A los ocho años entré a la escuela. Tenía que ir caminando dos horas hasta la ciudad de Barranca. Mi mamá nos confeccionaba la ropa – un solo vestido para todo el año. Era un vestido largo y teníamos que usarlo todos los días. Era mi vida – la escuela y la hacienda – hasta que tenía 10 años de edad. Mi madre le gustaba hospedar a la gente en la casa, llegaron dos hombres preguntando si se pueden dar hospedaje para trabajar con cañas haciendo esteras, o sea un tejido de cañas, y mi madre le dijo, ¿“No murmurarán como yo vivo”?, ellos insistieron que les de hospedaje por varios días, y les dio un lugar en la casa y cada día los varones cantaban y silbaban canciones cristianas, un día ella se acercó a los visitantes y trabajadores de las esteras a preguntar de que se trata la canción que cantan. Los varones le testificaron de Jesús y mi madre fue tocada su corazón y dejó sus fiestas, bailes, y toda farándula. Cuando ella decidió aceptar a Jesús estos dos varones viajaron a la ciudad para traer a su pastor para que mi mamá se convirtiera a Jesús, mi madre hizo una fiesta el día que aceptó a Jesús. Mató cabritos, patos y gallinas, el día de su nuevo nacimiento fue una fiesta. Mi niñez fue una maravilla yo salía a pescar camarones y peces en el río, pero tuvimos a un hombre que nos torturaba cada día fue mi padrastro Felipe, nos castigaba por cualquier cosa, nos tenía odio y rabia y nosotros no supimos por qué. Mi hermana mayor a la hora del almuerzo le daba su carne de su plato para hacerse querer de este hombre sanguinario lo comía pero seguía igual. Una vaca murió cerca de la casa y este hombre dijo, “Ustedes son culpables de la muerte de la vaca por lo tanto la carne vamos a vender y no les damos para que ustedes coman”, mi madre cocinaba la carne de la vaca pero mi padrastro no lo dejaba que nos diera de comer. Yo tenía que mirar lo que comieron la carne todos los días y no me dio de comer nada de la carne de esa vaca, tenía que salir a vender la carne pero no podía comer. Una tarde mi padrastro lo tomó del brazo a mi hermana mayor, quien tenía 14 años, y lo golpeó y lo pateó hasta herirlo sus pulmones y lo mató a patadas. Mi hermana arrojaba sangre por su boca yo podía ver lo que maltrataba ese hombre a mi hermana, lo llevaron al hospital y ellos mintieron diciendo que una mula lo había pateado, pero fue mi padrastro que la mató a mi hermana, ya señorita. Antes de morir nos hizo pasar una por una y nos recomendó a las menores diciendo, “No respondas a Mamá”, y después de hablar esas palabras dejó de existir, se colocó su cabeza a un costado sentada; murió arrojando sangre con los pulmones reventados. Para ese día mi padrastro no estaba en casa. Mi madre, ya cristiana, no teníamos donde sepultar a mi hermana porque las autoridades eran todos
católicos romanos y no dejaron que sepultemos a nuestra muerta y nos dijeron que lo sepultemos en nuestra chacra. Después de cuatro días de tenerla muerta tuvo que ir mi madre a hablar con el alcalde porque ya tenía malos olores ese cuerpo y al ver lo descompuesto de ese cuerpo el alcalde aceptó para sepultar a mi hermana. Yo seguía estudiando en la escuela, sin zapatos, y mi nombre era hereje, así me llamaban en la escuela los niños y los profesores y profesoras. Antes de iniciar la clase me llamaban y me hacían pasar delante de todos los alumnos y profesores y me hacía cantar una canción, la profesora decía, “A ver la hereje que salga al frente para cantar”. Yo tenía una canción en mis labios que todos los días la cantaba: ///Un palacio tengo allá más lindo que el sol./// Con mi buen Jesús. ///Bendito Cristo contigo estaré/// En el más allá. ///Si tu quieres ir al cielo ven al Señor/// Ven sin demorar./// Cuando llegó el día para examen final del año la profesora decía, “Mañana es examen. El que no sabe el catecismo católico, no pasa de año aunque sepa toda la materia”. “Yo pedía a una chica compañera que me prestaría su catecismo para estudiar” y ella me lo prestaba esa noche. No dormía estudiando todo el catecismo (libro). Oraba a mi Dios que me ayudara. Al ingresar a la clase el día siguiente me llamó la profesora, “¡Hoy, hereje, ven acá si tu sabes el catecismo ya no te tomo la materia!”. Yo no podía hablar nada y acepté todo. Y Dios me ayudó, yo relaté todo el catecismo de memoria y la directora quedó asustada por lo que había relatado y dijo: “¿Cómo dicen que estos protestantes no saben nada de Dios?”. Yo decía en mi corazón, “La que no sabe de Dios eres tú. Yo conozco a Dios y sé a quién sirvo.” Mi madre aceptó a Jesús pero su vida no cambiaba; seguía buscando a los brujos, hechiceros, para ver su suerte y además nos castigaba mucho. Yo no comprendía lo que hacía. Era muy niña en ese momento. Después de unos años. Mi madre se movió a la ciudad de Chavin de Huantar a la sierra de los andes del Perú. Allí mi abuela tenia terreno que había dejado para mi madre y tenía que sembrar el trigo. Mi padrastro no viajaba a las montañas, siempre se quedó en la costa, mi madre y yo estuvimos las dos trabajando en la agricultura, mi hermana mayor se salió de casa para vivir en la ciudad. Un día al regresar del colegio por la tarde, yo escondí una taza al entrar a la cocina para usarlo el día siguiente, y cuando mi madre llegó por la noche no estaba la taza. Ella buscaba la taza y yo lo busqué donde lo había escondido y
me di con la sorpresa que no había, se perdió la taza. Mi madre esa noche al no encontrar la taza me castigó y golpeó y luego colgó una soga en una madera alta de la casa y después de golpearme me llevó y me amarró del cuello y me estaba ahorcando. Yo gritaba y derramaba sangre por la boca, luego no recuerdo más; me desmayé. Mi hermana menor corrió a los vecinos gritando para que me auxilien. Estos, al oír a la niña gritar, corrieron y entraron a la casa y me encontraron colgada, arrojando sangre y desmayada. Ellos gritaron a mi mamá y cortaron la soga y yo caí en el piso, mi madre con mucha ira me arrastró y me llevó hasta donde estaba la fuente de agua y cuando desperté me gritó, “¡Lávate la boca!”. Había botado bastante sangre y me quedé sin fuerzas por pocos segundos más. Yo hubiera muerto. Gracias a mi hermana menor Lidia que gritó a los vecinos para salvarme la vida. De lo contrario no estaría viva para escribir esta novela. Después de dos días, apareció la taza por la cual mi madre casi me mata en la ahorca. Después que pasó la rabia a mi madre en horas más tarde pude ver a ella tan tranquila haciendo sus cosas como que no había pasado nada. Mi trabajo, además de la agricultura, ahora tenía que cuidar de las vacas, luego ayudar en la cosecha del trigo y de las arvejas. Crecí humillada y maltratada, a pesar de lo que me golpearon, yo la amaba a mi madre y me daba pena verla como sufría, cocinando con leña. Una mañana salí yo a buscar leña seca para que mi madre no sufriera mucho en hacer la comida. Salí a buscar por los cercos de los terrenos. Las murallas en Chavín de Huantar son de piedra y yo comencé a caminar sobre estos muros de piedra y pisé una piedra grande para subir y ésta estaba suelta y cayó sobre mí, todo el cerco de rocas fueron sobre mi cuerpo. Recuerdo que grité y fue como un sueño. Me había desmayado por varios minutos y cuando desperté, tenía mi pie roto y mi pierna luxada. Mi madre contrató a una señora que entendía sobre las roturas de huesos; ella me tomó la pierna y pie y colocó en su lugar todos los huesos y luego colocó unas tablillas alrededor de la pierna y pie, ese año no pude caminar y perdí mis estudios en la escuela, por un año no podía caminar. Mi madre no tenía dinero para comprarme las muletas para poder pararme. Mi tío, hermano de mi mamá, me hizo unas muletas de madera. Por todo ese año yo me arrastraba sentada por todo el piso, mis manos hacían de pies ya que con ellas tenía que empujar mi cuerpo para arrastrar las piernas por el piso. Muchos me decían que nunca más caminaría y que viviría arrastrándome sentada en el piso, yo lloraba todos los días. Pedía a Dios que se acuerde de mí para pararme y dejar de arrastrar mi cuerpo por ese piso sucio y de tierra y piedras. Dios hizo un milagro que empecé a pararme. Con el dolor gritaba y poco a poco empecé a dar pasos hasta que llegué a caminar paso a paso muy lento con mis muletas de madera. Gracias a Dios, soy una mujer muy agradecida a mi Señor Jesús que siempre estaba conmigo.
Me gustaba estudiar, solo que mi madre no me dejaba tiempo para mis estudios. Siempre me tenía ocupada en otras actividades de la casa y en la chacra.Siempre me sacó de la escuela para trabajar en el campo, pero a pesar de todo eso, yo no repetía de curso, siempre sacaba buenas calificaciones en la escuela. Durante todos los años que estudie, mi nombre fue hereje, los alumnos y profesores me conocían con el nombre de hereje; no me llamaban por mi nombre propio. Y esto era por ser evangélica. Un día se perdió un lápiz en la escuela. Una de las niñas se descuidó y después de regresar del recreo ella dijo, “Profesora, mi lápiz lo han robado”. La profesora sacó un crucifijo muy grande y dijo, “La que no besa este crucifijo ese lo ha robado el lápiz y a esa niña; lo castigaremos”. La profesora pensaba que fuera yo, la hereje. Y todas las niñas pasaron una por una para besar el crucifijo ya estaba cerca de mí, yo oraba al Señor Jesús que aparezca para no besar a ese crucifijo sucio. Faltando una niña para que llegara a mí, esta niña alzó la mano y dijo, “Yo lo llevé, señorita profesora”. Dios tocó el corazón a la niña que lo llevó y declaró. Yo no pasé a besar su crucifijo. Siempre he vivido de milagros del Señor, por eso doy gracias a mi Dios hasta hoy día. Terminé mis estudios básicos a los 15 años y pude salir de las montañas de los andes a la ciudad de Lima, capital del Perú, para seguir mis estudios secundarios. En Lima ya estaba viviendo mi hermana mayor, Nira, mi madre me exhortó y dijo, “Si vas hoy a vivir en Lima, debes obedecer en todo a tu hermana”. Yo llegué a casa de mi hermana toda sumisa y callada, humillada, una señorita maltratada. Aquí se inicia la cruz de mi vida, había llegado al terror. Mi cuñado era un hombre degenerado, pedófilo y malvado. Este hombre salió del ejercito y con una pistola en la mano me tomó del cuello una madruga en mi habitación y me golpeó y me tiró al piso y me violó. Levantando su pistola me dijo, “Si tú hablas te mato”. Me quedé gritando y llorando despavoridamente, asustada y enferma. Después de abusar salió y caminó por su sala de su casa como que no hubiera pasado nada. Yo quedé traumada y en momentos que este malvado hombre salió a su trabajo yo hablé a mi hermana lo que su marido había hecho conmigo. En lugar de ayudarme ella me dijo, “No hables nada porque este hombre nos puede hacer mucho más daño”. Mi hermana le tenía miedo, pero yo le conté pensando que ella me iba a ayudar y no hizo nada por mí. Mi hermana le avisó a mi madre que este hombre me violó. Mi madre lo enjuició al hombre; lo llevaron preso a la cárcel y yo estaba estudiando en el colegio me llevaron al juez de menores. De la escuela salía al juzgado con el uniforme de estudiante. Mi mamá cada día que salía del juzgado me golpeó vez tras vez por haber sido violada y me dijo: “Desde ahora tú no tienes herencia no eres mi hija por ser violada te desheredo, porque te dejaste violar”.
Si hubiera tenido fuerzas no me habría dejado violentar, no fue por asunto mío sino que una fiera me atacó y no pude defenderme. Fruto de esa violación: quedé embarazada. Tenía odio a ese hombre y tenía odio a ese bebe que tenía en mi vientre. Y yo golpeaba mi vientre cada día con todas mis fuerzas de rabia que ese bebe era fruto de la violación. Yo solo lloraba cada día y salí a buscar trabajo y una señora de la esquina de la calle vendía hot dog y anticuchos, y ella me notó que estaba embarazada y me preguntó: “¿Dónde vas a dar a luz a tu hijo? Yo le pedí que me rentara una habitación para llevar allí al bebe cuando naciera. Cuando me llegaron los dolores del parto la señora me llevó al hospital, y después de salir ella del hospital los empleados me botaron de la sala y me enviaron a casa y llegué a la casa de la señora con dolores y llorando. Al mirarme llegar allí ella dijo: “Vamos conmigo al hospital”, y ella gritó allí a los médicos y los empleados para que me atendieran y me dejaron quedarme. Esa noche fue cuando nació mi bebe, Dios colocó a gente extraña para ayudarme. Cumplí 15 días y luego regresé con mi hijo a la casa donde había estado trabajando anteriormente, la señora no me dio trabajo pero me llevó a su cuñada para darme trabajo en casa. Yo no tenía fuerzas todavía y cuando empecé a trabajar me caí desde el segundo piso. Fue terrible y así tenía que trabajar haciendo trabajos de todo la casa. Trabajé seis meses en esa casa. Compré un periódico y leí que Chavín de Huantar se había caído todo el pueblo donde vivía mi mamá por un terremoto. Y la señora me dijo, “Si deseas, vaya a ver a su madre lo que ha pasado”. Viajé a ver a mi madre; todo estaba bien. Regresé a Lima y me quedé sin trabajo. Yo visité a la primera señora para pedir que me recomiende para un trabajo y por medio de un aviso en el periódico solicitaban a una trabajadora en la calle Azangaro en el centro de Lima y le dije que tenía un bebe pero la señora Gallo me recibió para trabajar con mi hijo. Allí en esa casa había dos abogados. Después de un año que estaba trabajando, salí de casa y me encontré en la calle con el delincuente que me había hecho daño y tuve terror y lo platiqué a los señores de la casa y ellos dijeron que me defenderían en cualquier caso. Y siempre me seguía en la esquina de la calle me encontraba las mañanas cuando salía para hacer compras, los abogados lo hicieron llamar y le amedrentaron que se alejara de ese lugar. Un día un desconocido tocó el timbre y preguntó por la señora Udelia y yo respondí y me dijo que yo vaya por la tarde a ver a mi hermano mayor que era solo de padre y me dio la dirección para ir a verlo. Pedí a la señora que se quedara con mi bebe y salí a verlo a mi hermano Liborio. Salí a buscar la dirección y mientras toqué la puerta del hombre que me había visitado me abrió la puerta y salió y apareció el delincuente otra vez, el que me había violado antes. Y ahora me golpeó y me violó otra vez, de los golpes todo mi cuerpo estaba sangrando, roto todo mi vestido y blusa, sangre por todas partes. Rompí las ventanas de la casa gritando pidiendo auxilio a la policía y a la gente, ese día
salí herida, con pedazos de ropa, maltratada, sucia salí como una moribunda. Llegó el hombre que me había pasado la dirección y quedó asustado de lo que había hecho este delincuente. Yo luchaba como salir de esa casa y me abrieron la puerta y corría a buscar un policía y en la avenida Abancay encontré uno y le platiqué lo que me había sucedido; yo estaba sangrando y golpeada. Los abogados asustados dijeron: ¡Qué pasó! Allí asentaron la denuncia. Fruto de esta violación nuevamente resulté encienta – otro hijo más. Fue terrible para mi tener hijos no deseados; es lo peor que puede suceder a una mujer y sin poder cambiar o revertir la situación pensar que así será el resto de mi historia: mujer violada con hijos que adquirí sin amor y que debo tenerlos y criarlos. Es el peor drama que tiene que enfrentar una mujer violentada, nunca será sanado el maltrato pero si Jesús puede cambiar la historia con su sangre poderosa y vivir una vida en paz con Dios y con una misma. Este violador me perseguía en la esquina donde compraba panes, y me desafiaba, quería maltratarme nuevamente. Los abogados donde trabajaba lo hicieron llamar al juzgado y firmó un papel no llegar más hasta el lugar para molestarme. Solo podía orar a Dios y decirle que me ayude y me cuide porque no tenía a quien acudir en mi lecho y en altas horas de la noche clamaba a Dios por auxilio, yo pedía a Jesús que me ayude para trabajar. Empecé asistir a la iglesia Bíblica Bautista; tenía que buscar refugio y sanidad en Jesús y tenía que ser por medio de una iglesia. Dios me dio fuerzas para buscar una iglesia me ayudaba en mi vida espiritual, emocional y moral. Ingresé a un instituto de corte y confección; estudie dos años y aprendí a confeccionar ropa de varón y dama. Este fue mi oficio por el resto de mi vida. Con la maquina y la tela podía alimentar a mis niños y para comprar lo que yo necesitaba. Ahora me doy cuenta que importante es no dejar de congregarnos a la iglesia, eso me ayudó mucho para crecer como mujer y salir de todas mis traumas, el pastor me colocó en el ministerio de la alabanza, yo integraba el coro en la Iglesia Bautista en el Rimac. Eso me tenía ocupada en el servicio al Señor. Cuando yo tenía que dar a luz al segundo bebe, lo dejé a mi mamá que lo llevara a mi hijo a su casa a Barranca y después de unos meses viajé a buscarlo. Llegué a casa de Mamá y miré a un bebito muy chiquito, sucio y comiendo tierra, desnutrido. Yo no lo pude conocer al niño y además tenía anemia; yo le di dinero a mi mamá para darle leche al niño todos los días y dejaron de darle sus alimentos y casi estaba para morir. Luego tomé al niño y lo llevé a Lima sin decirle a mi mamá que lo llevaría prácticamente tuve que raptarlo sin el permiso de mi madre. Luego lo llevé al pediatra. Con sus vitaminas y medicina, empezó a caminar después de mucho tiempo.
Yo trataba de evitar todo juicio y pleitos, los abogados querían denunciar para sacar dinero a ese monstruo padre de los niños. Mi madre quería después de un tiempo quitarme a mi niño y trajo un patrullero y los abogados donde yo trabajaba me defendieron y lo avergonzaron a esta mujer. Y se fue mi madre sin decir ninguna palabra. Ella me puso contra de mí, yo no sé si sería mi madre o quien sería. He pensado muchas veces me hizo tanto daño y una madre no puede hacer eso con sus hijos. Dios me ayudó, luego yo compré una casa en los alrededores de Lima y esa casa más tarde sirvió para tener a mi madre en sus días finales antes de morir. Ella llegó a casa y allí terminó su vida hasta que ella murió en junio de 1977. Para esa fecha yo era una mujer madura en Jesús, ayudaba en la iglesia con la predicación, en el ministerio de alabanzas, el hombre con quien se casó mi madre no había hecho nada por su esposa, ella tuvo asma en el último grado cuando ella murió en el hospital Dos de Mayo en Lima. Yo tuve que correr y hacer todos los trámites para sacar de la morgue y llevarla para velarla. La iglesia Bautista me ayudó con alimentos y con un bus para llevar a los hermanos hasta el cementerio y me ayudaron para pagar el funeral y así despedimos a mi madre en el cementerio de Comas, desde esa fecha nunca más he regresado a ver donde fue sepultada mi madre. He escuchado que su marido fue muchas veces llevando flores a su tumba por su remordimiento de conciencia, pero mi madre ya no está allí en ese cementerio, esta donde Dios lo colocó. Después de la muerte de mi madre el marido, o sea mi padrastro, vendió todas las propiedades y nos dejó verdaderamente sin herencia, propiedades que fueron de mi padre vendió ese mal hombre. No quisiera nunca más recordar ni el nombre de ese hombre mi padrastro que ya murió. Hacen más de 35 años que no lo he visto más. La mejor herencia es la que Jesús nos da. Él dice, “Voy a preparar lugar para vosotros y vendré y os llevare”. Ese es mi lugar, mi casa; yo estoy feliz saber que una herencia tengo en el cielo y allá voy para adquirirla. Es la mejor herencia es la que Dios nos da y esa es nuestra. He derramado mis lagrimas cientos de veces y he preguntado a Dios porque me ha sucedido a mí. Solo he pasado sufrimientos, y más sufrimientos y sufrimientos. He llorado tal vez más que cualquier otra mujer en este mundo, pero a la vez me siento feliz de haber aceptado a Jesús y que solo Él me ayudó y me ayuda a seguir adelante enfrentando como búfalo los problemas.
CON JESÚS TODO SE VENCE El que quisiera hacer un cálculo aproximado de sus propias fuerzas y aptitudes para los sufrimientos, llega con seguridad a este resultado: Yo soy incapaz de aguantar semejante sufrimiento. Pero existe la posibilidad de que triunfe nuestro corazón al pensar en este difícil porvenir: podemos meter otro factor en nuestros cálculos y así nuestra cuenta será correcta. Este factor es la omnipotencia de Dios que es mi Padre. Al hacer los cálculos de nuestras fuerzas que a mí me faltan, y Jesús las pondrá en juego cuando yo sufra. Hablando en general no se debe contar sin más con la propia facultad de sufrir, porque por experiencia consta, que no es suficiente. Se debe contar con Aquel que luego está presente y manifestará su fuerza y su ayuda, Jesús mi Dios y Padre. Su poder es tan grande y formidable que nada importa, que yo sea capaz de sufrir más o menos o no tenga esta capacidad. Pues para Nuestro Señor Jesús es lo mismo el darme poco o mucho de su fuerza. El Señor ha prometido especialmente a los débiles: “Mi poder se perfecciona en los débiles” 2 Corintios 12:9. Es preciso ejercitarlo hoy mismo: Cuando en necesidades no vemos ninguna salida, contar sólo con Dios y su ayuda. Pues nos ha sido dada la firme promesa de la ayuda de Dios. Y porque Él se llama el Yo Soy, el Alfa y la Omega, el Principio y el fin, el Sí y Amén, cumple con su promesa. Entre sufrimientos y dolores experimentamos esto: “No te dejaré, ni te desampararé” Hebreos 13:5; “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” Isaías 41:10. Nosotros solo debemos hacer lo nuestro, traducir la promesa ratificando nuestra fe, ir a Dios y decirle en cada padecimiento. “El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” Hebreos 13:5. Unida a Jesús tú puedes echar fuera el temor porque ya hemos recibido el espíritu de adopción por la cual podemos clamar ¡Abba, Padre! Tú eres mi escudo y tú me proteges. Quien con tal confianza se acerca a Dios, experimentará la ayuda. Sin embargo hay que cumplir una exigencia: Que nos acerquemos a Él con un corazón humillado y contrito, como verdaderas hijas del Padre. Entonces viviremos y experimentaremos la ayuda del Señor. El mismo hace todo en época de sufrimientos, nosotras no necesitamos hacer nada. El garantiza ponerse a nuestro lado, hace milagros. El ayer de la Biblia llega a ser el hoy, acontece en la actualidad entre nosotras. Torturas, dolores y sufrimientos por la intervención de Dios pierden su efecto. Cuando los escribas llevaron a Jesús, les dijo: “Yo Soy” Estaba dispuesto a entregarse a las penas y la flagelación, cuando estamos unidas al Señor Jesús nos hace fuertes en la hora del mayor dolor.
Estar unidas con Dios es estar en un pacto con aquel que es el Dios todo poderoso e inmortal y que lucha por nosotras. Estar unidas con Cristo, quiere decir, estar unidas con el Señor victorioso que resucitó, a quien obedecen todas las potestades y fuerzas, que es el Señor sobre todo y en todo. La malicia de los hombres no nos podrá dañar, ni las torturas, sufrimientos y dolores que planean contra nosotras. Quién es fuerte porque está unida a Cristo Jesús será victoriosa. Dice San Juan 15:4, “Permaneced en mí, y yo en vosotros”. “Por lo cual estoy segura de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada podrá atemorizarnos o sacarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús nuestro Señor” Romanos 8:38, 39.
UN GRAN GIRO DE MI VIDA HACIA LA FELICIDAD Para una mujer que fue violada hasta para contraer matrimonio es un conflicto porque ella piensa que si el hombre que se ha enamorado será honesto o seguiría teniendo problemas sexuales. En mi caso otros hombres se enamoraron de mi y deseaban casarse y la familia con las cuales vivía me aconsejaba que me casara y me presentaba amigos de ellos, siempre tenía desconfianza de los hombres y miedo a la vez. Yo asistía a la iglesia en Carabaillo, un distrito en el cercado de Lima. Los días que podía ir a ver mi casa me quedaba asistir en la iglesia de las Asambleas de Dios, yo no era miembro de esa iglesia porque era bautista, pero los domingos en especial visitaba la casa y me quedaba en la iglesia. Los hermanos me invitaban para predicar algún domingo o cantar algunas canciones. Llevaba a mis dos niños José y Zara para la escuela dominical y les enseñaba a orar y cantarle al Señor. Ayudaba con ropa a los niños de la iglesia y de la comunidad, además llevaba comida para algunos niños pobres. Allí fue cuando un día conocí a un pastor muy joven Narciso Zamora Fernández que viajaba desde el Callao donde estudiaba Teología en el seminario, llegó para ayudar a la iglesia durante los cultos en especial yo podía verlo los días domingos ya que él predicaba dentro de semana también en la iglesia, nos hicimos amigos los domingos. Viajamos juntos desde la iglesia hasta la plaza Castilla y de allí Narciso viajaba al Callao y yo al centro de Lima. Después de unos meses ya teníamos más confianza, le invitaba a casa para darle el almuerzo y platicamos bastante sobre la iglesia, sus estudios y perspectivas para el futuro en la obra de Dios. Narciso me preguntó, “¿Qué pasó con tu esposo?” Yo contesté a él “No tengo esposo y mis hijos no tienen papá”. José Y Sara eran niños muy chicos todavía, no le platicaba que estos niños eran fruto de una violación, porque el tema para mí era frustrante y amargo, prefería evadir el tema de los niños, siempre decía que su padre era muerto. Después de un tiempo salimos con Narciso a caminar juntos, a las campañas evangelísticas los dos hasta que pronto un día al salir de una campaña evangelísticas del distrito de la Victoria caminamos hasta el centro por la noche y no había mucha movilidad y con temor los dos nos cogimos de la mano y fue allí cuando platicamos de ser enamorados y que nos casaríamos en el futuro. Salimos los fines de semana para caminar por el centro de Lima y así conocernos un poco y Narciso no tuvo problemas de aceptarme así como me conoció con mis dos niños. Luego planeamos casarnos y salir a la obra de Dios, ese día del matrimonio llegó, el 23 de marzo de 1979. Dios bendijo mi vida al contraer matrimonio con Narciso. Todavía le quedaba un año para terminar sus estudios teológicos y a la vez pastoreaba la iglesia en Carabaillo. La familia Gallo me dio una habitación
para vivir en el Jirón Azangaro, en el centro de Lima, vivimos como en familia, juntos con la familia Gallo. Yo me sentí una mujer muy feliz. Después de tantos tormentos Dios me dio un buen esposo y predicador. Al inicio de la vida con Narciso no le decía lo que me había sucedido, en realidad él no sabía nada de mi pasado y siempre estuvo todo entre paréntesis y nunca supo lo que yo había sufrido toda mi niñez y juventud, tenía mucho miedo y temor contarle mi pasado, solamente me dediqué a trabajar día y noche y creo que eso fue parte de mi trauma de ser una mujer violada, podría decir que los traumas de una mujer que fue violentada son: 1.- Desconfianza, todo lo que piensa que le van a engañar o hacerle daño. 2.- Miedo, a veces llega el miedo hasta ser fobia y eso puede causar mucho daño en la persona, puede hasta llevarlo al hospital por esa razón mujeres que no tiene a Jesús en su corazón tiene que buscar un psicólogo o psiquiatra. 3.- Odio, odio a la persona que le hizo daño y a todos los que están a su alrededor, y este odio puede hacerle reaccionar negativamente en su trabajo o vida cotidiana. 4.-Para olvidar el problema se dedica a trabajar día y noche, siempre busca algún oficio que hacer para olvidar y no recordar, a veces lo lleva a cometer desordenes porque ve a otros que no hacen como lo hace ella y puede gritar despavorida. 5.- Este problema afecta hasta en la prendas de vestir en el color de la ropa, siempre escoge colores oscuros. Puede ser extremista en su vestido, muy flojo largo o muy ajustado. 6.- Psicológicamente tiene problemas hasta con las fotografías, 7.- Puede llegar a ser violenta con otras personas, o con facilidad puede llorar. 8.- Puede ser una mujer muy callada que nunca habla, y solo acepta, pero es peligroso porque puede reaccionar hasta agredir. 9.- De vez en cuando se detiene y mira a su hijo y directamente ve al hombre que lo violentó y puede tratar mal al hijo en caso que vivan juntos. 10.-Si es cristiana y no ha superado sus traumas, siempre estará contando su problema a cada pastor que lo encuentra y pide oración, puede que éste caso sucedió hace 20 o 30 años atrás pero si ella no se ha superado y no ha sido sanada emocionalmente y psicológicamente entonces siempre hará lo mismo, se sienta y platica de su problema y pide oración. Pero son 30 años que sucedió y no debe retroceder al pasado, debe superarlo con la sangre de Jesús tiene que mirar adelante al futuro. La clave para superar el pasado es perdonando y Jesús viene y nos deja limpias internamente y exteriormente. Si no perdona, su herida estará abierta todos los años que vida la mujer sobre la tierra, estará vieja y sigue sufriendo y viviendo el pasado, tiene que dejar en la Cruz de Jesús todo su pasado y
perdonar al malvado hombre y Jesús nos restablece. Eclesiastés 3:15 dice: “Dios restaura lo que pasó”. Narciso estudiaba y predicaba por un año más y yo me dediqué a trabajar en confecciones para nuestro sostén. A mis niños le ayudaron los dueños de la casa, los niños le dijeron papá al Señor Enrique Gallo. Luego por unos meses rentamos una casa para salir de allí de Azangaro y los niños ya adolescentes decidieron quedarse con Enrique y Pedro Gallo para continuar sus estudios en su colegio. Narciso se graduó del seminario Bíblico y decidimos salir a trabajar en la obra de Dios en la selva peruana, lo primero que hicimos vender la casa para salir al trabajo misionero. Estuve gestando de mi primer bebe fruto de mi matrimonio que alegría esperar este bebe, me sentí una mujer bendecida de Dios y feliz de tener a un bebe fruto de mi amor. En el mes de marzo de 1980 salimos de viaje con mi esposo. En mi vientre llevaba a Gerson no sabía que estuve llevando a un predicar dentro de mí. En un camión que llevaba verduras para Rioja fue el vehículo que deberíamos viajar, llevamos un colchón para descansar en el camión. Teníamos que turnarnos medio día junto al chofer sentado uno y otro arriba sobre el colchón acostado, por cinco días y cinco noches viajamos sobre ese camión. El médico me dijo que no viajara en carro porque podría perder el bebé, pero nosotros oramos y el Señor cuidó de Gerson en mi vientre. Salimos de Lima hasta Chiclayo una noche de viaje, allí descansó medio día y seguimos el viaje pasando toda la costa de Lambayeque hasta el desierto de Olmos, dejando la Panamericana salimos hacia el oriente del Perú. Salimos por una montaña el camión demoró subiendo la montaña cinco horas y bajando cuatro total nueve horas solamente pasamos en esa montaña que se llamaba el cuello. De allí viajamos alrededor de un río hasta llegar a Corral Quemado un puente colgante del Río Marañón, todos estos lugares nuevos para mí algunos que me causaron susto otros eran entretenidos. Llegamos hasta un pequeño pueblo de Bagua Grande allí el calor 40 grados de temperatura, seguimos viajando y empezamos la subida nuevamente por Pedro Ruiz Gallo hasta Pomacochas una ciudad chica, sus casas de paja con gente muy pobre, alrededor de esta ciudad hay un lago muy grande la Laguna de Pomacochas. Hay embarcaciones y pescadores también. Luego pasamos Venceremos una montaña que separa la sierra de los Andes con la selva baja del Perú, cruzamos el río Cerranoyaco llegando hasta Rioja. Cansados llegamos a Rioja a las 7:00 de la tarde. Ya estaba oscuro; el chofer nos llevó hasta la casa del Teniente de la Policía Nacional, Percy Quiroz. María, su esposa, nos recibió en su casa y platicamos con el teniente y participamos esa noche en un culto que realizaba con una familia. Al día siguiente continuamos el viaje para Tarapoto en una camioneta pequeña. Llegamos a las tres de la tarde, yo me quedé en el Mercado Mayorista cuidando
los paquetes y Narciso salió para ver al hermano José Martínez Encinas, llegamos a su casa y fue una sorpresa para ellos. Y también para mí, yo nunca había comido plátanos verdes cocidos y cuando llegamos nos sirvieron fréjoles con arroz y plátanos verdes, cuando metí a mi boca el primer bocado fue como estar comiendo corcho (una madera). En este lugar se iniciaba mi vía crucis, yo lloraba todos los días por la picadura de los zancudos que me picaron todas las piernas y brazos, por las noches teníamos que colocar un mosquetero una tela delgada arriba de la cama para que no entraran los zancudos y mosquitos y así poder dormir fue todo nuevo para mí, además las arañas y lagartijas que caminaban por toda la casa. Yo gritaba de miedo, además el calor de 38° grados de temperatura día y noche. La iglesia era muy chica y la ofrenda que nos dieron solo alcanzaba para comprar fréjoles y arroz. Nosotros oramos para que Dios nos sustente, empezamos a trabajar con ayuno y oración. El 3 de septiembre de 1980 me cogió dolores muy fuertes. Mi esposo salió a pedir a un hermano de la iglesia que me llevaría en su moto al hospital, cerca de llegar la moto no salió del barro y tuve que bajar y caminar un poco y cuando llegué al hospital después de tres horas nació mi hijo Gerson, pesaba solamente 1kilo y 900 gramos era demasiado flaco, bastante largo. Muy felices de tener a nuestro bebe, a los ocho días una de las hermanas de la iglesia se lo llevó para dedicarlo al Señor, El presbítero de las Asambleas de Dios, Santiago Chávez lo sacó de la iglesia a mi esposo porque él bautizó a 17 hermanos de la iglesia, este pastor Chávez dijo que mi esposo había violado el reglamento interno de su institución, nosotros estuvimos con ellos solamente ocho meses. Los hermanos no querían dejarnos pero el veredicto fue dictado y tenía que cumplirse. Fue allí cuando nos sacaron de la iglesia y nos dedicamos a confeccionar ropa y Narciso salía a vender a las comunidades en avioneta y yo me quedaba a luchar con las lagartijas y las arañas que me daban terror, desde allí nos dedicamos a la obra misionera. Narciso llegaba con gallinas que lo cambiaba la ropa yo los vendía en el mercado a las 4:00 de la mañana vendiendo las gallinas. Al no tener trabajo y sin tener una iglesia que nos apoyara entonces yo decidí trabajar enseñando confecciones y coloqué un letrero “se enseña corte y confección” fuera de la casa donde vivimos. Dos señoritas fueron mis alumnas y les enseñé a cortar y confeccionar y ese dinero nos ayudaba para la alimentación y la leche para mi bebe. Nuestro Dios nos bendijo, nuestra situación era muy difícil.
EMPRENDIENDO UN NUEVO RETO Mi esposo platicó que debemos salir de Tarapoto de la selva a las montañas cerca del Ecuador. Empezamos orando decidimos salir de Tarapoto- San Martín y viajar a Chachapoyas al departamento del Amazonas. Chachapoyas, una ciudad pintoresca arriba de una montaña a 2.800 metros sobre el nivel del mar, su geografía es muy quebrada. Una ciudad con 200 mil habitantes y mucha pobreza. Mi esposo contrató una camioneta y me llevó a Chachapoyas con un amigo, ya había una casa rentada, yo llegué una madrugada para habitar en una casa muy grande y mucho frío. Estuve por cinco días sola y ya se terminaba el dinero para la leche de mi bebe, yo coloqué un letrero “se confecciona pantalones, camisas y faldas” jóvenes llegaron para hacerles arreglos de pantalones y eso me ayudaba para la leche para mi hijo que era bebe. No llegaba Narciso; yo salía todas las tardes a la plaza para ver si había llegado; me cansaba mirando los carros que llegaban y nunca llegaba, yo lloraba cada día sola. El problema fue que Narciso estaba paralizado en la mitad de la carretera Tarapoto a Chachapoyas por un derrumbe de un cerro a causa de las lluvias. Felizmente él llegó una madrigada también yo estaba tan feliz de verlo a él en casa y empezando una nueva misión los dos. Aquí en esta ciudad fue cuando nos faltaron los alimentos; por tres días no teníamos que comer, solamente orando y mi esposo salió al campo a conseguir alimentos cambiando con las tazas que usamos para tomar café. Al no tener trabajo y no tuvimos gente que se convirtiera a Jesús decidimos salir para otro lugar: a Balsas, junto al Río Marañón. Arreglamos nuestros equipajes, mi esposo consiguió una camioneta pequeña junto con otros pasajeros, colocamos las maletas y cajas luego subimos arriba de esa pequeña camioneta yo llevaba a mi bebe en brazos y Narciso las cosas. Fue las 4:00 de la mañana cuando el chofer salió de Chachapoyas, una carretera que solamente podía pasar un vehículo pequeño. Yo tenía mucho miedo al mirar esa carretera que por un lado un abismo. El problema de la camioneta era cuando se encontraba con otro carro tenía que retroceder muchas cuadras con el peligro de que si el chofer hiciera una mala maniobra, nosotros los pasajeros caíamos a 800 metros abajo al río. Cuando amaneció podíamos ver arriba rocas y abajo una profundidad de un río. Llegamos al pueblecito de Yerba Buena, un valle muy pintoresco dentro de las montañas. Luego la camioneta empezó a subir cruzando ríos, montañas y valles. Llegamos a las 9:00 de la mañana a Leymebamba, bajamos todos para tomar desayuno. Luego proseguir el viaje, la camioneta daba curvas y mas curvas, terminamos de ver árboles, rocas y montañas llegamos a una altura de más de 3.500 metros sobre el nivel del mar es un desierto lleno de paja, sin árboles.
A las 5:00 de la tarde llegamos al puerto, a Balsas. Un pequeño grupo de hermanos nos estaban esperando, ellos conocían al joven chofer y era la única camioneta que pasaba a Celendín ese día, bajamos de la camioneta estaba la hermana Otilia nos dio su casa para dormir esa noche. Mi bebe del calor fuerte quería estar desnudo. MI ESPOSO Y YO INICIAMOS LA IGLESIA Teníamos reuniones en diferentes lugares a la orilla del Río Marañón yo acompañaba a mi esposo por las noches llegando a casa a la una de la mañana con nuestra lámpara a kerosene, yo ya estaba esperándoos otro bebe, tenía mi vientre muy grande, no teníamos comida solamente plátanos y a veces algunos fréjoles, nuestro desayuno era chocolate con plátanos verdes, entonces me dio la anemia de tercer grado, al estar muy mal de salud mi esposo decidió que yo viajaría a Lima para tener consultas medicas y poder allí tener a mi hijo. Platicamos con el grupo de hermanos el día antes de salir el hermano Javier y María mataron un cabrito para hacer una comida y despedirme, llegó la hora de salir subí al camión que me llevó hasta Celendín, yo lloré con mi hijito en mis brazos. Ha sido el lugar donde más he llorado al despedirme de los hermanos y saber que nunca más los veré hasta encontrarnos en el cielo. Balsas una comunidad muy pobre, solamente había árboles de mango, limón, naranjas, plátanos, maní y tamarindos eso es todo lo que producía el campo, toda la gente flacos y niños desnutridos. Yo llegué a Celendín por la tarde y me hospedé en un hotel y al día siguiente, salí en un bus con nombre Atahualpa hasta Cajamarca y de allí a Lima. Al llegar a la capital inmediatamente tuve un control médico y me encontraron con anemia de tercer grado y estaba cerca para dar a luz a mi segundo bebe, no podía sobre alimentarme porque me faltaba un mes para tener a mi hijo. Llegó el día del parto; me llevaron al hospital el 29 de noviembre de 1981 no pude tener a mi hijo y me desmayé en el parto. Los médicos me han llevado a la sala de operaciones no podían hacerme una cirugía por qué con la anestesia podía quedarme en el parto muerta entonces trataron de sacarlo con un fórceps. Sacaron a mi hijo que lo dejaron morado los ojos, al día siguiente solo recuerdo que me tenían en una cama amarrada un brazo con suero y otro con sangre me estaban haciendo transfusión muy lentamente pude darme cuenta donde estuve y lo que había sucedido. Una enfermera me llamaba, “Udelia, Udelia, acá tenemos a tu bebe todo está bien”. Después reaccioné y pude ver a mi hijo, pero estaba sin fuerzas completamente no podía pararme. Después de cuatro días, salí de alta débil que no podía pararme, no había quien hablara por mí, no tenía familia ya que mi esposo estaba en Balsas a mas de 24 horas de viaje y sin dinero ni para salir a
verme. Tomé a mi bebe en brazos y empecé a buscar al director del hospital para saber del costo de la sangre y que podría pagarlo; no ese momento en realidad no tenía nada de dinero. Una enfermera dijo, “Señora, usted tiene que ir al final del pabellón; allí está el director”. Me senté en mi cama y oré al Señor que me guiara a donde debía llegar y que hiciera una obra especial ese día. Salí caminando con mi bebe en brazos, casi cayendo como una borracho, llegué hasta el director, y yo le rogaba al director que me ayudara para yo pagar en dinero la sangre que me habían colocado. “La sangre se paga con sangre”, me decía el director y yo no tenía donantes. Llegó su secretaria del director en ese momento que yo platicaba con él, esta señorita le dice: “¡Doctor, no lo ve que ya se cae esta mujer y lo tiene parada!”, sacó una silla y me hizo sentar yo seguía platicando por el asunto de la sangre y la señorita dice: “Doctor, ¿si usted da sangre a otras personas que tiene dinero y pueden pagar como no puede hacerlo con esta mujer?”. El director salió de allí y dijo, “Señora, la señorita le va a arreglar todos los papeles para que vaya de alta”. No me cobraron nada y me regalaron pañales para mi bebe. Fue una maravillosa obra de Dios. Yo oraba a Dios para no regresar nuevamente a Balsas porque era un lugar difícil para vivir porque no había alimentos y Dios llevó a mi esposo hasta una nueva ciudad llamada Chota y desde allí me escribía para viajar directo desde Lima. Era difícil viajar con dos bebes, pero decidí salir de Lima en febrero de 1982. Continuamos con nuestro taller de confecciones; mi esposo salía a predicar por los campos y pequeños pueblos; yo me quedaba en casa trabajando en confecciones, hasta que se inició la iglesia en Lajas. Entonces nos turnábamos mi esposo viajaba a las comunidades y yo viajaba con mis dos niños para predicar en Lajas muchas veces los hermanos tenían problemas con sectas que llegaban a visitarlos, unos hermanos de la iglesia pentecostal, entonces me llamaban y yo viajaba para enfrentar los obstáculos. En Chota me dediqué a preparar panes, galletas y pasteles para vender con mis dos niños. Salimos a vender en las puertas del colegio y en pocos minutos se terminaba los pasteles, y si me descuidaba mis niños lo comían parte de todos los pasteles y galletas de la canasta, ellos me acompañaban para vender. El médico en Lima me dijo que no debo tener más hijos pero no podíamos cuidarnos con mi esposo y de repente ya estaba nuevamente encinta y durante tres meses sufrí sin comer y con vómitos hasta que el feto había muerto en mi útero y estaba malogrando a mi también, entonces vendimos el caballo que Narciso usaba para sus viajes misioneros para pagar al hospital y medicina, esa vez me sacaron el feto muerto, malogrado, y también lograron hacerme un ligado de las trompas y no tuve más niños.
Mi esposo organizaba campañas y seminarios yo estaba feliz para atender a los hermanos, cocinaba para todos los alumnos y profesores que él invitaba para ayudarlos. Además Narciso confeccionó un mimeógrafo de madera y él colocaba la tinta y yo colocaba el papel, él colocaba el rodillo y yo sacaba las hojas ya membretadas, los dos trabajamos en la obra del Señor, siempre esperando que las almas se conviertan a Jesús. Narciso salía a la obra misionera para evangelizar y empezar nuevas obras yo me quedaba para predicar en la iglesia en Chota y Lajas.
ORANDO POR UN NUEVO LUGAR Decidimos en nuestro corazón mi esposo y yo iniciar la iglesia de Dios en el Ecuador, mi esposo viajó en abril de 1996 solo a Ecuador y yo me quedé con mis dos niños colocamos una librería y de eso vivíamos nosotros y ayudamos a Narciso para iniciar la iglesia de Dios en Ecuador. Mi esposo demoró un mes en ese viaje para hacer los contactos y regresó a casa, mis hijos y yo estuvimos felices a tenerlo nuevamente con nosotros. En agosto de 1986 se llevó a cabo la convención en las Juntas un lugar dentro de las montañas seis horas en camioneta y cinco horas a pie, llevamos a mis niños en caballo y durante esta fiesta espiritual que duró tres días. Los niños jugaban en el río Chotano, sacando algunos peces con la mano que estaban atrapados dentro de las piedras, Gerson y Eliezer muy pequeñitos, estaban fascinados dentro del agua; el lugar era muy cálido. Mis niños fueron picados por los zancudos y estos tenían la malaria (paludismo), después de un mes Gerson cayó enfermo y fue llevado al hospital, se le detectó que tenía paludismo, este niño muy chiquito sufrió terriblemente con esta enfermedad. Yo lo llevé al hospital Gerson con solo tres años y tenía mucha fiebre y temblaba, yo tenía que quedarme en el hospital con él y a mi Eliezer muy pequeño de dos años lo dejé con una amiga Clarisa Gamonal, mi hijito lloraba todos los días por vernos, un día él salió de la casa de Clarisa escapando y llegó hasta la puerta del hospital y se sentó cerca de la puerta hasta que se descuidó el portero y Eliezer entro corriendo al hospital y buscando dentro me encontró yo lo coloqué debajo de la cama para que no lo vieran los médicos y enfermeras y sacarían a mi hijito, cuando venían los médicos yo lo escondía debajo de la cama y luego estaba conmigo y con su hermanito que le colocaban suero y medicina. Gerson no comía la comida del hospital; él decía: “Esta comida amarga y huele feo”, Clarisa me traía comida desde su casa para Gerson y Eliezer también, mientras yo permanecía en el hospital. Narciso viajó en septiembre nuevamente al Ecuador para iniciar la iglesia definitivamente, yo no le escribía a Narciso que Gerson estaba grave de salud porque él podría preocuparse y dejar la nueva obra que estaba iniciando en Quito, Ecuador. Fue una sorpresa para mí cuando llegó mi esposo en diciembre del mismo año para viajar. Tuvimos que preparar maletas, vender algunas cosas y viajar a Ecuador toda la familia. Primeramente a Lima para sacar los pasaportes de Gerson, de Eliézer y de mí, no teníamos quien nos ayudara para darnos su personería jurídica para sacar los pasaportes. Acudimos a la Iglesia de Cristo, por intermedio del hermano Julio Valverde, ellos nos ayudaron y además con ellos llenamos la solicitud para el Ministerio de Economía y sacamos los pasaportes. Nos costó $100 dólares cada uno; con todo lo que había trabajado y las cosas que vendimos tuvimos para los pasaportes. Luego con los papeles que la iglesia “Cristianos en Acción” de Quito, Ecuador, que nos redactó el hermano Dale Simpson y el hermano Manuel Rea,
nos presentamos al consulado del Ecuador en Lima para sacar la visa. Faltaba un certificado, entonces platicando con Narciso yo viaje hasta Quito para pedir a los hermanos el certificado y regresar a Lima nuevamente para presentarlo. Una experiencia nunca olvidada, salí de Lima a Tumbes, ciudad fronteriza con Ecuador. El bus se malogró en el camino pasando Piura yo viajaba con mi niño Eliezer de tres años en mis brazos. Llegamos a Tumbes a las 7 de la noche; la frontera para pasar estaba cerrada y migraciones no atendía. Fue un día sábado y los domingos no hay bancos abiertos para comprar la estampilla de salida del país, entonces tuve que buscar un hotel para quedarme esa noche y el domingo. Yo llevaba dinero solamente para mi viaje no para pasar en hoteles durante un día y dos noches. Empecé a orar para que Dios me ayudara y cuidara. La ciudad de Tumbes estaba celebrando sus fiestas patronales, no había ningún espacio en los hoteles, todos estaban llenos de visitantes y turistas. Caminé por toda la ciudad buscando un hotel y muchas personas me decían: “Señora, tenga cuidado, hay muchos ladrones en estas fechas”. Yo tenía a Eliezer en mis brazos con solo tres años de edad, pedí a un taxista que me llevara a la comisaría o a una estación de policía más cercana, yo pensé: “No hay donde dormir; la policía tiene que darme un lugar donde pasar la noche”. Al llegar a la comisaría y explicarles mi situación a la policía, y le dije que no tengo donde dormir con mi bebe y necesito que ellos me den un lugar para pasar la noche, ellos no quisieron que me quedara allí y dijeron: “Nosotros somos hombres y mujeres no pueden quedarse aquí”. Pero me dieron una opción que si puedo quedarme en el calabozo (cárcel) junto con una señora que estaba presa, yo acepté porque era peor quedarme en la calle y ser estropeada por los ladrones. Yo sabía que estoy segura en la prisión con una mujer solamente y junto a los policías y tuve que estar en la cárcel voluntariamente por esa noche, yo no dormí esa noche absolutamente nada porque miraba si llegaron policías y que hicieron allí, solamente traté de cuidar a mi niño para que durmiera y así pude hablar de Jesús a la mujer que estaba presa esa noche, Dios me cuidó y protegió con mi niño. El día domingo viajé hasta Zarumilla y allí en esta pequeña ciudad conseguí un lugar donde pasar el día y viajar el lunes para Quito, Ecuador. Cuando yo regresé de Ecuador a Lima, con Gerson y Narciso llegamos al consulado de Ecuador para presentar los papeles para que nos concedan nuestra visa y después de dos días que nos entregaron los pasaportes con la visa viajamos a Quito para continuar con el trabajo de la iglesia. Después de llegar a Ecuador presentamos nuestros pasaportes a extranjería para adquirir nuestros carnets de residentes en Ecuador, el servicio de inteligencia del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas nos llevó a sus oficinas para hacernos un examen psicológico y un interrogatorio por ser peruanos, frente a nosotros estaban psicólogos uniformados y médicos haciéndonos preguntas. Luego de allí nos visitaron por varias oportunidades la policía. Era un teniente de la policía de investigaciones, para investigar que
teníamos adentro de la casa y la última vez recuerdo que lo invitamos a la mesa para la comida y unas bebidas gaseosas, eran dos los detectives después de comer sentados. Empezamos a evangelizarlos a estos dos hombres, luego nos dimos con la sorpresa que uno de ellos asistía a los testigos de Jehová, ese día fue muy importante porque leíamos la Biblia y oramos, desde ese día no nos molestó más la policía ecuatoriana. Mis niños en el Ecuador sufrieron mucho porque no teníamos dinero y ellos desean tener un juguete y no teníamos dinero para comprarlos, yo sentía el corazón roto al ver a los niños ecuatorianos en navidad con sus juguetes y mis niños no tenían nada, he llorado varias veces pidiendo al Señor que nos bendiga para dar cada día amor a mis hijos ya que no podía darles juguetes porque no teníamos dinero, aun para la comida era muy escaso. En realidad tuvimos que vivir la Palabra cuando dice: “el justo por la fe vivirá”, teníamos que poner en práctica, llegaban hermanos y nos dejaban en el bolsillo ofrendas, Se dio inicio a la Escuela Dominical con los niños, yo llevaba un balde con agua y mis niños Gerson y Eliezer llevaban una escoba para hacer la limpieza del salón para realizar los cultos. Muy temprano me preparaba con las clases para los niños. Y muchos niños asistían a la Escuela Dominical, por un año me dediqué sólo a trabajar en la Escuela Dominical. El local estaba ubicado en el centro de la avenida principal, luego empezamos a orar para adquirir un terreno para la iglesia, realizamos muchas vigilias con el propósito de orar al Señor por un terreno, además se empezó a recolectar dinero con esta meta. Una noche después de pasar orando en la casa del hermano Agustín Ordoñez a las 5:00 de la mañana salimos a casa y al caminar por las calles se me torció el cuello. Al llegar a casa estaba con la cabeza a un lado, mi esposo corrió a ver a los hermanos para saber qué hacer. Le dijeron que buscara ortiga y lo calentara en un tiesto para sobar el cuello fuerte media hora por la mañana y media hora por la tarde. Así lo hizo y en cuatro días ya estaba mi cuello bien; me sentí muy bien gracias a Dios quedé como si no hubiera pasado nada. Se presentó la oportunidad de comprar el terreno en una de las ciudadelas de Quito en el norte en el “Comité del Pueblo”. LA PROVIDENCIA DE DIOS NOS GUARDA Mientras trabajamos iniciando la Iglesia en Quito, Ecuador, los recursos económicos se terminaron. Una tarde viajamos con mi esposo y mis niños a proyectar una película en Pomasqui, una ciudadela a pocos kilómetros de Quito. El hermano Pedro Acosta fue la persona indicada de la radio Hoy Cristo Jesús Bendice (HCJB) para proyectar y usar sus equipos, después del servicio
que tuvimos al aire libre conversamos unos minutos y él nos preguntó ¿Tienen ustedes sostenimiento económico desde Perú? ¿Les ayudan de otros lugares?, o ¿tienen algún trabajo aquí en Quito? Mi esposo respondió que: “Vivimos por fe; el Señor nos ayuda para continuar en el trabajo del inicio de la Iglesia de Dios en Ecuador. No tenemos ningún sostén. No podemos trabajar en Ecuador, tenemos una visa de misioneros y el gobierno ecuatoriano nos prohíbe trabajar”. El hermano Pedro Acosta tomó la dirección de la casa donde vivíamos y al día siguiente a las tres de la tarde llegó con su esposa de repente tocó el portón y preguntó “¿Vive acá Narciso Zamora?” Yo salí a recibirlos, para mi eran desconocidos los hermanos. En su camioneta traían 50 Kg. de arroz, azúcar, harina, fideos, leche y avena, yo me quedé sorprendida y asustada y después que salieron yo pregunté a mi esposo: “No sabrá que somos peruanos el hermano Pedro”, yo lloraba de alegría por esta bendición de Dios, agradecimos al Señor por los alimentos. Una semana después nos visitó nuevamente el hermano Pedro y dijo: “Hermano Narciso y hermana Udelia, queremos regalarle una refrigeradora; es usada, si desean vamos ahora a traerlo”. Nosotros muy alegres y agradecidos a Dios, salimos junto con los hermanos hasta el norte de la capital, a una hora de distancia. Llegamos hasta su finca y cargamos la refrigeradora y de regreso a casa yo y mis niños estuvimos muy felices por este gran regalo. Esto fue de Dios, era difícil para nosotros comprar una, pero el Señor conoce nuestro corazón y Él suple las necesidades. Los hermanos Acosta fueron usados por el Señor para ayudarnos con los alimentos y la refrigeradora, Dios hace cosas grandes que nosotros no nos imaginamos. TEMOR Y PÁNICO Mi esposo viajó para la provincia de Zamora Chinchipe para tomar exámenes de los alumnos del seminario bíblico. Después de colocar la loza de la iglesia quedó un tablero de madera colocado desde la calle hasta el techo de la iglesia, una de esas noches escuchamos que hacían bulla por debajo de las maderas. Ya era las 12 de la noche nosotros hemos asegurado con unos hierros y maderas las dos puertas delante y detrás de la casa y los tres ladrones se daban vuelta por alrededor de toda la casa. Me levanté con bastante miedo y mi niño Gerson dijo, “Mami, ¿qué pasa si los ladrones están alrededor de la casa y nos quieren asaltar?”. Uno de ellos era negro y estaba para abrir la ventana y yo estuve justo con una linterna cuando él quiso abrir la ventana. Yo le coloqué la luz en sus ojos y le grité y cayó desde el alto abajo, luego cuando seguían dando vuelta mis niños los dos de pie junto a mí, entonces yo grité: “¡Auxilio ladrones, auxilio ladrones!”. Los vecinos del frente de la iglesia dos jóvenes y unas
señoras corrieron hacia nosotros y luego los ladrones salieron corriendo hacia abajo. Entonces yo llamé a una hermana que vivía a una cuadra de la casa para que viniera a acompañarme esa noche, estuvimos temblando de miedo, pero gracias al Señor que Él nos cuidó; solamente nos habían robado las bicicletas de los niños y una gallina que tuvimos criando muy gorda y grande. Desde esa noche yo pedí a la hermana Aída que enviaría a su hijo para que me acompañara. Tuve mucho miedo a los delincuentes que nos hicieran daño junto con mis niños. Para construir el templo estaban con nosotros trabajando en esta obra los hermanos John y Rita Stein y sus niños, el pastor Taylor Mendoza desde Bogotá, Colombia, nos apoyó para que llegara un grupo desde Ohio, USA, para edificar la iglesia. La hermana Rita fue mi maestra para tratar con cuidado a los visitantes y a manipular los alimentos y cocinar diferentes comidas para los visitantes, gracias a mi hermana Rita aprendí a trabajar maravillosamente con los hermanos de Estados Unidos y por varios años después he trabajado preparando los alimentos a los grupos de trabajo. He trabajado en Ecuador igual que los varones, llevando cemento en mis brazos y arrastrando hierro por las calles hasta la iglesia, fue en Ecuador que me sentí muy mal de salud. Varias veces fui llevada de emergencia a las clínicas cercanas de la iglesia e internada, luego un medico que sacó su doctorado en España me estaba tratando y me diagnosticó que tenía la presión alta y colesterol y que debo hacerme tratar muy seguido porque esa presión alta terminaría con los riñones. Nunca pensé que era verdad, veíamos por la televisión casos renales terminales pero era solo para personas ajenas a nosotros, nunca pasó por mi cabeza y por la de mi familia que algún día llegaría el problema renal terminal a mí, quizás hubiéramos tenido más cuidado y estaría más cerca de los médicos y no estaría así como estoy ahora. Yo acudía al médico solamente cuando tenía dolores fuertes pero nunca llevaba un control riguroso. Yo era feliz mientras mis hijos Gerson y Eliézer estudiaban en su escuela, yo era la apoderada de los niños, siempre estaba con ellos ayudando en sus trabajos escolares, mirando a mis hijos crecer y pasar con ellos era una felicidad. Siempre me he sentido una mujer tan feliz con mis hijos a lado y protegiendo en todo. A un viajaba a visitar el Perú con mis hijos, mientras mi esposo viajaba solo yo siempre deseaba estar con mis niños y estaba feliz. Terminamos de edificar el templo y el edificio para el seminario. Mi esposo me dijo una noche, “Udelia, podemos orar por un nuevo proyecto; es por Chile, dejamos Ecuador y salimos para empezar la iglesia de Dios en Chile”. Yo nunca dije no; siempre estaba dispuesta para ir a cualquier lugar donde Dios nos llamaría. Empezamos orando por un año. Yo era amiga de muchas vecinas ecuatorianas y no sabían que soy peruana, la municipalidad nos traía agua hasta la iglesia y dejaba en camiones aljibes y la gente gritaba por agua y no les dejaban. Unos vecinos que eran delincuentes y salían solo por las noches
en el día estaba dentro de sus casa, al ver que no había agua una tarde se acercaron y me dijeron, “Señora, ¿véndame un balde de agua? Yo les regalé un tanque de 200 litros de agua y ellos desde ese día llegaron a ser nuestros amigos y nos cuidaba la casa cuando salimos de visita a los hermanos. Mi esposo salió a ver las iglesias al centro del país y una mañana llegó una patrulla con policías a buscar en la casa. Era el pedido de una vecina que se le extravió uno de sus hijos jóvenes y me dijo que yo tenía escondido a su hijo que lo he secuestrado, los policías entraron a casa y buscaron todos los rincones, y al no encontrar, salieron y después de una semana llegó el hijo que se había escapado a sus tíos, después de allí la vecina de vergüenza se escapó del lugar y nunca más llegó. El último año cuando estuvimos terminando la construcción de la casa pastoral, se cayeron ladrillos sobre la casa del vecino y por la noche llegó el marido de la señora con una pistola en la mano; me desafiaba que saliera para matarme, golpeó la puerta, gritó, nos maldijo ese día, mis niños y yo solamente oramos de rodillas y no sucedió nada, siempre pasaba estas cosas cuando mi esposa salía. Tuvimos lindos hermanos y hermanas en el Ecuador, cuando nosotros salimos los hermanos corrieron para despedirse llorando y nosotros rumbo al sur del continente para empezar la iglesia de Dios en Chile. En 1992 en diciembre salimos de Ecuador y llegamos a Chile para la navidad, un calor fuerte y maravilloso, en 1993 yo empecé mi trabajo con los niños en la Florida en Santiago de Chile. Yo tuve un grupito de niños durante la semana, luego matriculamos a mis hijos en el Colegio San Pablo, y cuando llovía yo los llevaba para pasarlo en mis hombros o espaldas a mis hijos de la calle Vicuña Makena que corría el agua como un río. Después de tres meses no tuvimos donde vivir porque nos solicitaron el apartamento en que vivíamos y dejamos el lugar moviéndonos a la Isla de Maipo a 60 kilómetros fuera de la ciudad capital, Llegamos en mayo un día lluvioso, los colchones y toda la cama se mojaron. Esa noche nos prestaron frazadas y cama para dormir los dueños de la casa que rentamos. En junio llegó el invierno. Durante tres meses fue terrible el frió; nunca habíamos pasado un frió tan crudo como este, yo lloraba con mis hijos de frío sin saber qué hacer para calentarse. Una vecina me regalaba sarmientos de uva para quemar y calentarme por la noche. En julio y agosto la temperatura era de cinco grados bajo cero y 90 por ciento de humedad, caía heladas que quedaba blanco el piso y además sonaba cuando caminamos por encima, no había agua porque todo estaba congelado hasta casi el medio día. Los chilenos estaban acostumbrados y tenían estufas de kerosene o eléctricas o a gas, otros usaban con leña, pero nosotros no teníamos nada. Eso fue terrible, hasta la ropa era delgada la que teníamos, tuvimos que ir a la feria en Santiago donde venden ropa gruesa usada y allí compramos abrigos y casacas para usar durante el invierno, compramos ollas usadas, cama usada y ropa usada porque no
teníamos dinero para comprar las cosas solamente para la comida y pagar la casa. Mis hijos fueron acostumbrándose y a tener amigos en su escuela y allí en la zona donde vivimos y eso fue muy bueno, porque ellos sufrieron al inicio en Chile, una cultura diferente, los colegios diferentes, costumbres diferentes, etc. En 1994 yo me sentía muy mal de salud y acudí al hospital para una consulta y en Chile solamente pueden ser atendidos los que tienen seguro, nosotros no teníamos, tenía que visitar a la asistenta social y luego de allí a la notaría para hacer una declaración jurada que soy pobre indigente y me dieron un carné para que me atendiera una vez solamente y después de esa nuevamente hacer el mismo trámite con la asistenta social en la municipalidad de la isla de Maipo. Luego yo dije a mi esposo, “Nosotros no somos indigentes, somos hijos de un Rey, por lo tanto no debemos estar atrás de la asistenta”. Un hermano nos indicó que podemos pagar nuestro seguro facultativo o independiente, solamente teníamos que presentarnos a Próvida y llenar unos formularios y empezar a pagar, así fue. Mi esposo pagaba su seguro, yo y mis hijos éramos carga familiar, podíamos atendernos todos con el seguro de Narciso, empezamos pagando 30 dólares y seguía subiendo cada año. Pero teníamos para la atención de la salud, gracias a Dios con ese seguro yo empecé a tener mi control en el departamento de nefrología en el hospital San Juan de Dios en Santiago, al inicio nunca tuvimos discriminación, fuimos bien tratados por los médicos Chilenos. Cada año los médicos solamente me decían, “Señora, sus riñones no están trabajando bien es posible que debe hacerse la fístula”. Yo no sabía qué era eso y no me dieron medicina para nada; eso me llamó la atención porque no hacían algo para salvar mis riñones. Siempre estuve mal de salud, solo quería pasar en cama durmiendo no podía hacer casi nada en la casa con fuerzas, era contra la voluntad del cuerpo lo hacía trabajar, cocinaba para mis hijos, lavaba y planchaba la ropa y además trabajaba en la iglesia con los niños. El Pastor Sam Harrington llevó un grupo de trabajo para edificar la iglesia y junto a él viajó el Pastor Sam Wollum, fueron los hermanos que nos ayudaron mucho y nos apoyaron económicamente en la obra misionera en Chile. Más tarde llegó con un grupo de trabajo el Pastor Larry Lautaret que nos han apoyado para continuar en la obra misionera en Chile y Perú. A fines del año 1997 los médicos me dijeron, “Udelia, usted tiene una enfermedad renal crónica terminal”. Cuando yo escuché esto fue terrible, casi me desmayo y no sabía qué hacer; recién pensaba que lo que pude ver en la televisión las noticias de los enfermos del riñón ahora me tocaba a mi pero todavía no sabía que sucederá conmigo, como será el resto de mi vía cruces. Los médicos me dijeron que los riñones estaban trabajando solamente el 40 por ciento, y cuando los riñones están trabajando el 20 por ciento me dijeron, “Udelia, tienes que hacerte la cirugía de la fístula para dializarte”. Todavía no
entendía y en 1998 una mañana me levanté de la cama y mi esposo me miró a la cara y me vio hinchada todo el cuerpo se asustó. Me llevó de emergencia a un medico cerca de la casa. Este me dijo que era un problema de los bronquios; me dio medicina y el otro día siguiente fue peor, mas hinchada y con problemas para hablar. Me llevó al hospital cercano a Talagante de emergencia el doctor dijo que era las amigadlas inflamadas nos dieron medicina, pero al tercer día después de levantarme de la cama ya no podía respirar entonces salimos al hospital San Juan donde me trataban los nefrólogos, inmediatamente me buscaron una cama y ese día lo pasamos juntos con Narciso todo el día, yo en una silla de ruedas y Narciso haciendo los trámites para hospitalizarme. En realidad el agua se había quedado en el cuerpo porque los riñones murieron; terminó todo. Entonces los médicos colocaron muchas medicina por la vena para sacar el agua y lo único que me hacía era un ardor por todo el cuerpo y me desmayaba y caía de la cama sin saber lo que sucedía y no podía botar el agua acumulada en el cuerpo, los doctores se preocupaban que no entrara al pulmón. Durante una semana me tuvieron colocando medicina por las venas para ver si botó el agua y no lograron hacerlo, entonces ellos pidieron a Narciso que aceptara para colocarme un catete para dializarme por allí. Narciso dijo que no, que ella sanará sin colocar nada. Después de tres días yo no pude más y me desmayé varias veces. Las compañeras de habitación dijeron a Narciso, “Caballero, su esposa se ha desmayado varias veces; se va a morir, tiene que aceptar para que le coloquen el catete para dializarlo”, y cuando llegó Narciso tres medios lo llamaron para hacer ver su gravedad y al verme completamente más Narciso dijo, “Por favor, háganlo pronto”. Me llevaron a la sala de operaciones y me colocaron desde el costado del vientre un catete hasta el cuello para poder sacar el agua acumulada, estuve así por seis meses; no podía ducharme, no podía lavarme, Narciso me bañaba con mucho cuidado para que no se infectara el catete. No podía hacer más nada en la casa, solo ocupar un sillón grande y dormir todo el día, porque la ambulancia de la clínica llegaba a casa los lunes, miércoles y viernes a las 6 de la mañana y me llevaba para colocarme en la maquina y sacarme la sangre y limpiarme y sacarme los líquidos. Un día salía regular otro día la clínica me llevaba directo al hospital, mi esposo me llevaba en el auto a casa por la noche y mi comida era un vaso de zopa todos los días y por la noche una taza de té con un pan, pesaba hasta 65 kilos antes de caer enferma, llegue a pesar 40 kilos cuando estaba en diálisis. No podía comer nada solo podía comer un helado después de salir de la maquina; mi lengua se secaba y quería tomar agua y las enfermeras solo me daban un sorbo de agua para mojar la lengua porque no debemos tomar agua cuando estamos en diálisis. Con la hemodiálisis, principalmente, se persigue retirar del cuerpo el agua y los desechos que se acumulan debido a la enfermedad renal. Con este tratamiento se pretende aumentar las expectativas de vida de la persona.
Mientras más toxinas acumulan un paciente, más diálisis necesita. Deben comer bien los pacientes para que vivan más tiempo. Los alimentos dañinos para la salud de uno que se dializa son los que contienen potasio y fósforo. El nivel de urea con que el paciente llega a la hemodiálisis, el peso y el estado nutritivo del paciente será la fórmula para el cálculo de la cantidad de horas que necesita para dializarse. Una vez al mes me hacían un examen en el laboratorio de acuerdo a esos exámenes me mantenían o aumentaban la dosis de diálisis. Cuando se toma bastante agua las personas lo eliminan por la orina, en caso de los pacientes con hemodiálisis crónica, se elimina por el riñón artificial durante el tiempo que la persona permanece conectada al monitor del hemodiálisis. Cada vez que termina una sesión de la hemodiálisis al final nos pesan las enfermeras y luego para ingresar a la maquina nuevamente nos pesan para saber cuánto liquido tiene que sacarnos. La extracción del líquido debe realizarse en forma paulatina durante las horas que requiere el paciente, hay peligro muchas veces con los calambres que le dan al paciente o la hipotensión. Es recomendable llevar poco líquido hasta tres libras solamente porque es peligroso con el corazón porque tiene que trabajar mucho más para movilizar toda esta cantidad de líquidos. Si esta situación se mantiene con muchos líquidos el corazón aumenta de tamaño para compensar el mayor trabajo que debe realizar y puede llegar a dañarse gravemente. La diálisis es un mundo completamente distinto y diferente. Poco a poco me fui dando cuenta que es en la sala de diálisis donde se aprende todos los trucos o magias de la enfermedad. El ambiente es bastante familiar, en los turnos de diálisis se cultiva grandes amistades, se sufre con los problemas de los demás y se apena cuando alguno ya no volverá. Doy gracias a Dios, a las enfermeras y las auxiliares quienes son un gran consuelo y un bálsamo que llevan alegría a personas que mucho lo necesitan. Todas las personas tenemos y tiene derecho a la vida, como así mismo a vivir en forma adecuada y digna. Tal vez es difícil de entender, pero la intimidad de la sala de diálisis es algo único, los pacientes compartimos hasta los más profundos y privados sentimientos y tratamos de apoyarnos en todo lo que podemos. Son los otros enfermos los que te enseñan cómo actuar una baja de presión, la proximidad de un calambre o los dolorosos hematomas, porque difícilmente, alguien llega preparado a esos casos. Hay enfermos que saben muy claramente que ya no se pueden trasplantar y que su enfermedad se extenderá hasta el fin de sus días (que en realidad son pocos los días). En muchos de estos casos van sufriendo un deterioro progresivo, porque están sufriendo una profunda depresión, para ellos solamente quieren terminar con su vida.
Por otro lado algo parecido sucede con los pacientes con posibilidad de trasplante, están sumidos en un profundo dolor, mas su gran temor no les permite iniciar los exámenes para el trasplante. Sucedió conmigo, algunos pacientes inscritos en el instituto nacional de salud para ser trasplantados y tenían varios años esperando y no les llegaba, eso me detenía a mí y tenía miedo. Aún estos pacientes estaban sumidos en una depresión grande por no tener un riñón de algún donante para ser trasplantados. En estricto rigor el tratamiento no está completo sin la ayuda en este caso los que no tiene a Dios en sus corazones necesitan ayuda de un psicólogo o psiquiatra o algún terapista, pero yo solamente necesitaba la ayuda de Jesús que cada mañana se acercaría a mí para ayudarme, darme la mano y darme las fuerzas con mis dolores y para continuar con la vida dependiendo de una maquina, pero el día de Dios llega a su debido tiempo. Recuerdo cuando en una oportunidad tuve una cita con un doctor psicólogo después de terminar la hemodiálisis; me llamaron a su consultorio y me preguntó, “¿Tiene usted miedo a la muerte?”. Yo contesté muy firme, “Doctor, yo estoy preparada para ese día; no tengo miedo a la muerte, Jesús me salvó y por lo tanto si voy con Él será mejor y estaré feliz cuando me llegue la hora de la muerte, porque el Señor me espera.” Yo vi al doctor con un cigarrillo en su boca y dije: “Doctor, usted va a morir mucho antes que yo con ese cigarrillo, tiene que dejarlo y tendrá buena salud”. Eso fue todo; me sacó de su consultorio y nunca más me llamó. Hacía terapia con todos los pacientes menos conmigo. Al inicio de la hemodiálisis me orientaron sobre la forma de alimentación por un nutricionista en el hospital. Me asusté porque casi no tenía comida para mi, frutas solamente podía usar manzanas, pepinillos, peras y duraznos. Cuando podía comer uvas solamente una cada día. La hemodiálisis se realiza por medio del brazo o por catetes por el cuello, nos hacen una cirugía de unir la vena con la arteria en el brazo que se llama fístula, y por allí se realizaría la diálisis. A esta se conoce como la hemodiálisis, pero hay otra clase de dializarse y esta es la diálisis peritoneal. Utiliza una membrana peritoneal que se encuentra ubicada en el abdomen. Al mismo tiempo que se retiran los desechos, se coloca calcio y sodio son los elementos para mantener al organismo. Este proceso es por medio de un catete que se instala en el ombligo quirúrgicamente y puede durar muchos años y puede cambiarse cuando sea necesario. Los usan los que tiene problemas con el corazón o quieren trabajar o cuando la fístula no les sirve. Además para hacer el intercambio de líquidos se requiere de un lugar muy limpio y personas que conozcan el manipuleo. Y puede dializarse toda la noche mientras descansa. Y lo más importante es encontrar la máquina para esta diálisis peritoneal. Muchas veces tuve calambres en la maquina, solo gritaba y me desmayaba porque me bajaba la presión. Las enfermeras corrían y me colocaban con los
pies en alto y si se requería me desconectaban de la maquina y me colocaban un poco de suero y nuevamente a la maquina a seguir sentada en el grande sillón con mi brazo hacia fuera para que la mangueras puedan ser usadas y colocadas hacia el monitor. La diálisis es una tortura y muerte lenta, mayormente los pacientes mueren de un paro al corazón. Cada vez que colocaban las agujas se parecían unos palillos de los que tejen las mujeres sus chompas y a través de estos sacan la sangre durante 4 o 5 horas en esa máquina, muchos solo esperan la muerte y piden a Dios que llegue pronto. Hay niños, jóvenes, adultos y ancianos en las maquinas, la vida vital de una persona que se dializa es de poco tiempo, solo Jesús puede dar vida como me está dando a mí. El doctor que atendía en el centro de la diálisis el Horizonte me decía, “Udelia, trata de hacerte los exámenes para tu trasplante”. Después de cada sesión el doctor me llamaba y me indicaba que debo aceptar para darme las órdenes para hacerme los exámenes, yo tenía miedo, pensaba que sucederá como a otros compañeros de tribulación que tenían varios años y no lograron ser trasplantados. Pero un día por la madrugada soñé que dos varones con vestiduras blancas me llevaron en una camilla y me dijeron, “Udelia, hay un riñón para ti”. Me desperté y platiqué con mi esposo y él me dijo, “Acepta al doctor la propuesta y viajaremos hasta Santiago para los exámenes”. Ese día llegó la ambulancia que me llevaba a la diálisis a las 6:00 de la mañana. Yo lloraba cada día que salía de la casa porque tenía que sufrir el frió mas las agujas y los calambres. A la una de la tarde mi esposo salió desde la casa para esperarme en el consultorio del centro de la diálisis. Después que salí de la maquina entonces yo dije, “Doctor, por favor, me da las órdenes para hacerme los exámenes para el trasplante”. El doctor se sentó frente a su escritorio y empezó a escribir un paquete de papeles que luego me las dio para los exámenes. Un día en la diálisis y otro día en los exámenes en el hospital San Juan de Dios en Santiago, Chile. Fueron largos seis meses de exámenes, cada vez los exámenes salieron buenos y eso me ayudaba para ser una candidata para un trasplante. EL TRABAJO CON DROGADITAS Mi esposo y los hermanos de la iglesia deciden trabajar con un centro de rehabilitación para mujeres que consumían droga y tomaban alcohol. Se trabajó edificando una parte detrás de la iglesia para un comedor y usar el edificio que teníamos para recibir a mujeres con problemas con las drogas. Sin pensar yo me vi involucrada con el trabajo del centro, llegaban mujeres con hematomas, fruto del alcohol y drogas, y mi esposo tomaba el carro y lo llevaba al hospital y allí lo tenían hasta una semana y luego recogerlos y llevarlos al centro, llegamos a tener hasta 12 mujeres en una oportunidad.
Una chica llegó desmayada y sin poder pararse; mi esposo y yo tuvimos que levantarlo en nuestros brazos y llevar al hospital y me olvidaba que estaba en diálisis, solo cuando llegaba la noche o el día de salir al centro de la diálisis me di cuenta que estoy enferma. Mientras estaba activa me olvidaba de la enfermedad, pero otras veces lo pasaba en el hospital también. Fruto de este grupo de mujeres tenemos una hermana con sus dos hijas y marido que superaron y se rehabilitaron y ahora sirven al señor, mi hermana Patricia Herrera. Al centro llegaron mujeres lesbianas, con sida y a cada una de ellas teníamos que tratar personalmente, muchas de estas mujeres piensan que el centro es un asunto de magia que al llegar inmediatamente serán cambiadas y dejarían el vicio pero no es así. Estas mujeres tenían ataques nerviosos, problemas con el corazón por el consumo de la droga, siempre tuvimos mucho desacuerdo con los médicos psiquiatras del hospital porque ellos pensaban que para rehabilitarse deben consumir un poco de droga o fumar cigarrillos, pero nosotros cortamos todo desde que entraban al centro, no importa que griten y tengan convulsiones pero después de una semana se les quietaba y empezaban a trabajar, hacer muchas cosas artesanales, a cocinar, etc. Y además teníamos nuestros estudios bíblicos todos los días con ellas y enseñamos a orar y asistir a los cultos en la iglesia. Los costos son muy elevados para sostener un centro de rehabilitación y tratamos de cambiar de mujeres a varones, nos dimos cuenta que era más fácil trabajar con varones y había mucho más apoyo para los varones de parte de sus familiares lo que no sucedía con las mujeres. Las mujeres entraban solas pero en unos meses más llegaban sus niños o bebe y eso era un gasto extra para el centro y además la mujer usa muchas mañas para tratar de huir, no sucede así con los hombres. Muchas de las mujeres que se drogan también se prostituyen; así mismo muchos de los hombres todos los que se drogan son ladrones de alguna manera roban para comprar la droga, a veces de la misma familia otros roban fuera de casa porque ellos tiene que tener la droga. De todas las mujeres que tuvimos en el centro solamente una se rehabilitó con su hija y la mayoría han muerto con enfermedades venéreas otras con sida y algunas siguen en la draga. El porcentaje de mujeres y hombres que se rehabilitan es minúsculo; por lo tanto nosotros cerramos el centro porque el porcentaje es muy bajo y los gastos son muy altos. Jesús puede hacer milagros cambiando vidas de estos hombres y mujeres que no valen nada en la sociedad, debemos seguir hablando de Jesús a estas personas. Jesús puede.
TRANSPLANTADA DEL RIÑON Fue un 12 de febrero del año 2000 cuando Dios hizo un cambio en mi vida. Hermanos de Estados Unidos y América del Sur oraban por mí, una pareja de hermanos me dijeron, “Hermana Udelia, si usted desea tener un riñón, yo le dono”. Pero mi conciencia me acusaba y no acepté porque pensé que si ellos no podían trabajar más tenían que decir por causa de Udelia que di mi riñón. Yo esperaba en el Señor. Otro hermano dijo, Hermana Udelia, Dios le tiene un riñón para usted, solo hay que confiar en Él”. Yo dije “¡Seguro que sí!” Mi hijo mayor Gerson ya estaba estudiando teología en Lima, Perú, en una facultad y mi segundo hijo Eliézer estaba terminando sus estudios secundarios. Mis dos hijos estaban con un grupo de jóvenes en un campamento juvenil en la iglesia. Por la mañana del 12 de febrero, yo dije a hermana Patricia, “Por favor, me conserva un plato de espagueti para que cuando yo llegue del diálisis pueda comer”. Salí ese día como todos los días por la mañana a la diálisis junto con todos los demás pacientes, llegué y me colocaron a la pesa y luego me saqué mi chaqueta y coloqué mi brazo sobre el sillón para colocar esos benditos tubos para sacar la sangre. Me dieron una frazada y mientras la maquina trabaja yo me había quedado dormida. Después de dos horas de diálisis se acerca el doctor y me dice, “Udelia, no se asuste, tranquila, le vamos a desconectar porque hay riñón para usted, tiene que salir inmediato al centro de trasplantes; nos acaban de llamar que un riñón está esperando a usted en el hospital San Juan. Vamos a llamar a su esposo e indicarle lo que debe llevar al hospital porque le van a trasplantar”. Me quedé muda; no pude hablar por la sorpresa que me dieron y todos los compañeros en la diálisis se quedaron perplejos y decían, “Tan rápido le salió riñón a usted”. Solamente estuve un mes inscrita en el instituto nacional de salud, y después del mes llegó el riñón de un hombre que fue accidentado en el sur de Chile y me donaron para poder tener vida. Llamaron a la casa y mi esposo estaba en la iglesia con los jóvenes también, ese día estaba lloviendo, me preguntaron algún teléfono para ubicar a mi esposo, de repente pude recordar el teléfono de un hermano Gregorio que estaba junto en la iglesia, y lo llamaron a él y el hermano le pasó el teléfono a mi esposo y le comunicaron que viajara urgente con el auto para llevarme al hospital para el trasplante. Narciso se quedó un poco asustado de la noticia pero reaccionó y dijo a mi hijo menor Eliézer, “Me voy a ver a tu mami porque hay un riñón para que ella sea trasplantada; me acaban de llamar”. Eliézer se sacó la camisa y se desnudó; salió corriendo por alrededor de la iglesia en la lluvia y gritaba, ¡Hay riñón para mi mamí, hay riñón para mi mami! Y todos los jóvenes salieron a mirar a Eliézer que corría gritando y todos se dieron con la sorpresa que Dios me dio un riñón y que ese día debía ser trasplantada, la
policía estaba atrás de mi esposo para darle la noticia. En el camino lo encontraron dos policías los carabineros de Chile y le dijeron, “Caballero, viaje urgente para el centro de diálisis porque hay un riñón para su esposa para ser trasplantada”. Narciso llegó al centro de diálisis, el doctor nos dio un papel y salimos en el auto. Ese día llovía y corrimos a 120 kilómetros por hora. Cuando llegamos al hospital una enfermera estaba esperando afuera de la puerta y dijo: “¿Es usted Udelia? Le están esperando en la sala de operaciones en el cuarto piso”. Me colocaron en una silla de ruedas y me subieron por el ascensor hasta la sala de operaciones, me colocaron en una camilla y colocaron una inyección y una máscara con anestesia pronto estaba dormida. La operación duró cinco horas; el riñón tenía 20 horas de haber sido sacado del cuerpo y tenía pocas horas para ser trasplantado. Luego me llevaron a la sala de recuperación y después de dos días nuevamente estuve en diálisis. Yo lloré porque pensé que después del trasplante no más entraba la diálisis, me deprimí, pero los médicos seguían con gran esperanza que el riñón tiene que trabajar, ellos decían que no trabajaba porque estuvo muchas horas fuera del cuerpo. Narciso viajaba desde la casa una hora y media cada día para visitarme y platicar conmigo. Yo dije, “Nuevamente estoy en diálisis”. No pensé, pero Dios tenía su hora de hacer trabajar al riñón a los nueve días después a la medianoche empezó el riñón a trabajar, esto fue una bendición una alegría para mí y también para los médicos. ¿QUÉ SIGNIFICA EL TRANSPLANTE PARA UN PACIENTE RENAL? Cuando el paciente retorna a su trabajo y a su vida cotidiana, la actitud mental y la autoestima cumplen un importante papel, ya que el paciente recientemente trasplantado, que tiene una actitud positiva y de gratitud, acepta los futuros días de su vida como una bendición y esperanza en Cristo Jesús. Los riesgos se parecen ser demasiado grandes para hacerse un trasplante de riñón, por eso muchos no quieren aceptar la idea del trasplante. Sin embargo después de un trasplante satisfactorio se puede llevar una vida normal, la dieta en la mayoría de los casos, no es tan restringida como en diálisis, se recupera la capacidad de orinar y la salud general del paciente mejora. El trasplante significa la liberación de la maquina y de la dependencia de otros. Aunque las drogas inmunosupresoras que evitan que el organismo rechace el riñón y que deben ser tomadas diariamente aparecen la aparición de cambios, los que influirán en la autoestima, estos efectos desaparecen después del trasplante.
Para un paciente trasplantado a pesar que lleva una vida normal siempre existen las posibilidades de complicaciones y debe ser fiel tomando los medicamentos de por vida y sus controles deben ser permanentes. El éxito del trasplante depende en gran parte de los cuidados del paciente, por lo tanto salir del hospital, debe mantener un estricto control médico y de exámenes de laboratorio, con el fin de evaluar el bienestar del trasplante y detectar complicaciones tan pronto como sea posible. Hay que llevar una forma de vida sana, con hábitos diarios saludables como dietas y actividad física apropiada, periódicamente debe verificar su peso, temperatura, presión arterial y pulso para informar al médico cada vez que nos controla. La medicina que se toma debe conocer además de la familia los médicos a donde uno sea atendió por un resfrió, no puede tomar ningún medicamento que no sea dado por su médico, no auto medicarse no se puede tomar ni vitaminas si no está recetado por el médico nefrólogo. Una dieta apropiada es importante para su cuidado, el número de calorías que necesita se basará en el peso real y su peso ideal. Durante el primer mes se indica una dieta principalmente líquida, el paso a una sólida comida depende de la tolerancia del paciente y la indicación médica. Tiene que usar bastantes proteínas, cuando el paciente llega al trasplante con un mal estado nutricional. Hay restricción del consumo de sal, azúcar y grasas, para ayudar a controlar la acumulación de líquidos en el cuerpo, lo que sirve para controlar la presión arterial. Para cuidar que no se rompan o fracturen los huesos hay que dejar de consumir vitamina D y calcio. La Prednisona puede ocasionar acné en la piel y la ciclosporina lo hace grasos a la piel y además por todas estas drogas nos crece mucho vello en el cuerpo, brazos, piernas, cara, etc. Y además nos trae debilidad muscular. Por experiencia puedo decir que todos los pacientes con problemas renales y en diálisis la mejor opción es inscribirse para el trasplante, merece el riesgo para logar llevar una vida normal. Para un paciente trasplantado lo más importante para que no tenga muchas infecciones es alejar todos los animales de la casa: gatos, perros, cuyes, conejos, etc. Estos animales pueden traerles infecciones y tendrán muchos problemas. Todos los trasplantados estamos con una infección permanente por cuanto debe siempre acudir al médico, porque a veces nos lleva de emergencia y no debemos esperar que una fiebre alta pueda consumir el riñón trasplantado; es muy peligrosos. Todos los medicamentos se lo da el hospital donde fue trasplantado y para esto el paciente tiene que tener un seguro de salud, de lo contrario es imposible.
Al inicio cuando los médicos descubrieron que ya mis riñones tenían poca vida me sugirieron que debo sacar mi seguro, y así lo hice, empecé a pagar mi seguro y cuando entré a la diálisis el seguro pagaba la mitad del costo y la otra mitad el fondo nacional de salud me daba un préstamo, acumule 11 mil dólares en préstamo del fondo de salud. Cuando me trasplantaron quedé con esa cuenta muy grande. La doctora Soledad Rodríguez me atendió por ocho años consecutivos desde que me hizo el trasplante hasta que salí desde Chile a trabajar en la obra misionera a Perú. Doy gracias a la doctora Rodríguez, que Dios lo bendiga. Mis hijos me visitaban mientras estaba en el hospital y ellos ponían sus manos sobre mi y oraban, Gerson ya estaba estudiando teología; llego al hospital oró por mi y luego viajó para seguir sus estudios en la universidad Bíblica latinoamericana en Costa Rica. Juntos con mis hijos y mi esposo hemos llorado y nos hemos tomado de las manos de Dios cada día porque no había solución solo en Cristo Jesús. Mi Señor siempre me escuchó mis oraciones. Cuando tuvimos grupos de trabajo con el pastor Sam Wollum y el pastor Larry Lautaret construyendo los edificio de la iglesia en Chile, podía atender en la cocina para 20 personas sin problemas y me sentía feliz atender a mis hermanos, pero después con la enfermedad no podía atenderme yo misma, siempre esperaba que mi esposo y mis hijos me ayudaban. Dios me ha dado muchas fuerzas, siempre he sobresalido victoriosa. Me he desmayado muchas veces, he visitado a los medios cientos de veces, he sido hospitalizada muchas veces, he sido operado varias veces, y siempre ha salido adelante con Jesús. PROBLEMAS POR FALTA DE DEFENSA En el año 2004 sentí dolores muy agudos en mi cara, después parte de mi cabeza fue el dolor muy fuerte. La doctora Soledad Rodríguez que me trasplantó me dio una orden para ir al hospital neurológico en Santiago, y empecé con mis ínter consultas y el doctor me dio una receta para comprar carbamacepina, una droga que amortigua el dolor, pero no lo quitaba. El doctor en Talagante me dio la receta que debía tomar tres pastillas en la mañana y tres en la tarde. Yo pensé si los tomo, me voy a drogar y voy a permanecer solo dormida día y noche. Tomaba una carbamacepina por la mañana y una por la tarde y me mantenía muy bien por un año, después se reanudó el dolor, el médico neurólogo en el hospital decidió operarme y cortarme un nervio en la cara para
quitar el dolor. Fui hospitalizada y me operaron; estuve tres días hospitalizada y después mi esposo me llevó a casa y me sorprendió porque pensé que al salir de la operación no tendría dolor más, pero yo seguía igual con los mismos dolores y cada día fue más intenso de tal manera que yo no podía soportar que me desmayaba en la calle con el dolor. La policía, carabineros de Chile, me levantaban y lo llamaron a mi esposo para que fuera a recogerme con el auto. Otras veces me levantaban trabajadores de los almacenes y de allí llamaban a la casa u oficina y mi esposo dejaba su trabajo y salía a recogerme, luego los médicos dijeron que no debo salir sola. A raíz del fuerte dolor entonces mi esposo me llevó a la clínica de la universidad católica; era caro pero la primera consulta que tuve con el medio dijo que no debería haber sido operada sino debía haber sido tratado primero el caso, y me hizo algunos exámenes y me dio una medicina. Era muy caro y un hermano de España, Piñeiro, me enviaba toda la medicina que necesitaba y eso nos ayudaba mucho. Esa droga me ayudó como dos años más y luego se cansó y el dolor fue mucho más fuerte y tenía que tomar estas drogas cada seis horas. Cada vez que tomaba, me caía en cualquier lugar y dormía por una hora después de eso podía levantarme, cuando tomaba la medicina apagaba la cocina y me sentaba en un mueble y me despertaba después de una hora. UN GRAN ACCIDENTE En el año 2004 en mayo mi hijo menor Eliezer llegó de Brasil para ayudarnos en el trabajo misionero para iniciar la iglesia en Valparaíso Chile. Mi esposo había viajado, así que mi hijo me llevó para el hospital a Santiago en el carro y en la autopista El Sol; viajaba a 120 kilómetros por hora. Un hombre malvado se detuvo en la autopista delante de Eliezer y mi hijo bajó la velocidad y vino otro arrebatado conductor con una camioneta detrás nuestro y nos chocó, dejando al furgón arrollado; parecía un acordeón. Lo abrieron completamente y mi hijo quedó con dos roturas, la cabeza y la frente, y yo quedé malograda de la cintura para abajo. Se hinchó parte de mi cuerpo y piernas y se hizo negro y nos llevaron al hospital a los dos una ambulancia y el carro lo llevó una grúa a la policía, por tres meses no pude moverme fruto de ese accidente y los causantes del accidente no pagaron ningún dinero para arreglar el carro, el juez pidió que lleváramos abogado, fotos del vehículo malogrado, papeles, etc. Mi esposo llegó y consultó con hermanos que habían tenido esos mismos problemas y dijeron que en Chile es difícil conseguir justicia con respecto a vehículos accidentados. Nosotros pagamos seguro del carro todos los años obligatoriamente por ley del gobierno chileno para que cubra con la medicina en estos casos pero a nosotros nos llevaron al policlínico y nos dijeron que el seguro no cubre porque es menos grave, ese seguro solamente cubre cuando una persona está casi para morirse, eso es terrible con la justicia terrenal, solo Dios es el verdadero juez justo.
Mi hijo dejaba caer sus lágrimas con los problemas que tenemos que enfrentar pero nuestro Dios es maravilloso que no nos dejó y nos ha ayudado cada día y el Señor está en cada problema para seguir adelante. En el año de 2002 en junio llegó mi primer hijo Gerson desde la Universidad Bíblica de Centro América ya terminando su licenciatura y dijo: “Papá, yo deseo ayudarte por este año en el trabajo de la iglesia en Padre Hurtado”; circunvalación de la ciudad de Santiago. Un domingo Gerson me invitó para yo enseñar la escuela dominical a los niños a las 3 de la tarde, salimos después del almuerzo en su auto y llegamos a la iglesia tuvimos 15 niños en la escuela dominical, luego nos sentamos a comer un sándwich de jamón con queso y esperamos para tener el culto a las 6 de la tarde; se realizó el servicio y terminamos a las 7:30 de la noche y salimos para llegar a la otra congregación donde predicaba esa noche mi esposo. Oramos cerramos las puertas de la iglesia y salimos, la carretera sin muchos vehículos, platicando y felices por tener el culto, faltando unos cinco kilómetros para llegar a la casa, un borracho abogado Rojas se aparece frente a nosotros en una curva y se va contra el auto de mi hijo y nos chocó, quedando los fierros torcidos. Yo quedé malograda todo el brazo, medio cuerpo arriba fruto del golpe y de la correa que me ajustó el pecho, no podían sacarme los bomberos, la ambulancia y la policía llegaron para sacarnos y llevarnos al hospital, el carro lo llevó la policía y al abogado detenidos; a mí y mi hijo al hospital, yo no podía hablar, me colocaron almohadillas en el pecho y cuellera debajo de mi mandíbula, estando en el hospital mi hijo se sintió mejor porque él se había cogido del volante y pudo soportar el golpe más no a mí. Gerson fue luego para la policía para colocar la denuncia contra este perverso y malvado abogado, yo me quedé hasta que me dieron medicina y me sacaron algunas placas de la espalda y del pecho para ver lo que estaba afectado. Luego a las 3 de la mañana me llevaron a casa la ambulancia y mi esposo nos buscó por todas las esquinas que él creía que nosotros podríamos haber estado y me encontró en el hospital. Desde el día siguiente no podía dormir, no podía sentarme, ni pararme, ni acostarme, solo era gritos día y noche del dolor, era la casa y el hospital durante ese mes, el hospital en Talagante no logró quitarme el dolor; mi esposo me llevó a un médico particular cubano y allí en esa clínica lograron darme la tranquilidad y quitarme el dolor, además tuve con acupuntura por un mes. Mi hijo perdió su carro; nuevamente pasamos al juez y nunca pudieron sacar ninguna moneda al hombre que causó el accidente, entonces nosotros terminamos todo el caso y estamos orando al señor que él haga la verdadera justicia, yo creo que los hombres y mujeres que hacen daño a los hijos de Dios pagan durante todo el resto de su vida, porque nuestro Dios es justo. Pasaban los días; el dolor era tan fuerte que me hacia gritar y me desmayaba en casa y era muy seguido, me cogía de la mesa, sillas o la puerta para hacer
fuerza y gritar con el dolor y así me caía desmayada. Cuando lo acompañaba a mi esposo a la iglesia y durante el culto tenía el dolor me tomaba de la banca para soportar el dolor y me desmayaba muchas veces y me dejaba sin fuerzas, solo pedía a mi Dios que no me dejara sufrir que me llevara ya. Gritaba a mi Dios, “Por favor, Señor, ayúdame a soportar el dolor”. UNA CIRUGIA MÁS Decidimos viajar a Lima, Perú, para hacerme una consulta con un doctor peruano para ver qué sucede con mi cabeza, el Doctor Víctor fui recomendada por el Doctor Milton un medico cristiano me recibió un día miércoles de febrero de 2007, y me ordenó para hacerme una resonancia magnética nuclear, este examen me costó 260 dólares en la Avenida Dos de Mayo- Jesús María en Lima. Este examen indicaba que tenía un tumor en mi cabeza el lado derecho, afectaba el nervio trigémino, me operaron con el doctor Gálvez en el hospital Dos de Mayo. El hermano Tapia donó sangre para ser operado; doy gracias al Señor que muchos hermanos me han ayudado para yo vivir y seguir sirviendo al señor. Cuando fui hospitalizada e inmediatamente los hermanos de la iglesia en la Victoria y de Zarate me visitaron y me ayudaron, fue muy rápido la operación y sacaron un tumor de dos centímetros y cortaron ocho pequeños quistes de mi cabeza, esta operación fue de bendición porque desde ese día no sentí más dolor. Se acabaron los dolores y desmayos. Pero surgió otro problema: que cortaron el nervio trigémino y dejó de funcionar el ojo derecho, oído ya muerto y los labios de la parte de la derecha se cayó desfigurándome esa parte. No tuve problema en aceptar mi situación y quedarme mutilada; lo importante que ya no sentí más dolor, gracias a Dios, yo podía comer y hablar sin problemas. Mi esposo estaba esperando saber cuánto es el costo general de toda la operación y estaba orando junto con los pastores José Flores y Ermitaño Gonzáles. Llegó el día para salir de alta; solamente tuvo que hacer sellar un papel y pagar en la farmacia 70 dólares y le dieron un papel de salida. Cuando Narciso preguntó que más tenía que hacer para sacarme, el doctor dijo, “Ya le dieron de alta; no paga nada. Vaya a su casa”. Fue una sorpresa que no nos cobraron nada por la operación, gracias a Dios. Fue el día 19 de febrero que salí y tuvimos que viajar a Chile y yo tenía solamente 15 días de haber sido operada. Me amarré la cabeza con un paño pero me notaban muy rápido que estoy enferma porque mi ojo estaba malogrado y mi boca también, no tenía estabilidad para pararme, no podía caminar sola. Viajamos en avión desde Lima a Tacna una ciudad fronteriza con Chile, nos quedamos a dormir en un hotel y al día siguiente salimos a las 6 de la mañana para pasar pronto migraciones y de allí salimos en un auto hasta el aeropuerto
de Arica, territorio de Chile, para viajar hasta Santiago. Mi hijo Gerson nos compró dos boletos para viajar directo Arica- Santiago. Llegamos al aeropuerto y estando en el mesón arreglando los tickets, la empleada me vio y me preguntó que me había sucedido y yo platiqué que me había operado. Entonces ella me exigió un certificado de un medico de Arica para viajar y nosotros no teníamos ningún certificado de médico chileno porque mi operación fue en Perú. No nos dejaron ingresar al avión y nos regresamos a la ciudad de Arica para platicar con la empresa y ellos no devolvieron el dinero de los pasajes. Nosotros no habíamos tomado desayuno y mi esposo corría para las oficinas de las empresas aéreas para ver si nos llevarían. Al no poder viajar en avión, decidimos viajar en bus. Yo estuve sentada sin poder moverme y sin poder hacer nada y Narciso corría para muchos lugares para ver cómo llegaríamos a Santiago, el problema era que no podía viajar en bus porque podría tener una hemorragia, estando la herida fresca; tenía solo 15 días y con 20 puntos en la cabeza, yo solo sentía mi cabeza pesada como anestesiada y nada más. Santiago a 30 horas en bus, Narciso me pidió que soportara hasta Iquique y de allí tomar el avión. Viajamos en bus, yo solamente aceptaba lo que él me decía, cogió las maletas en sus brazos y yo me cogí de su otro brazo y salimos por un pasillo de un terminal terrestre para tomar el bus; ya estaba saliendo y subimos al bus. Ya era las 12 del día y sin desayuno. Narciso estaba agotado y traspirando de llevar maletas cargando y correr por las calles para ver una solución. Subí al bus y me quedé dormida. Llegamos a Iquique a las 4 de la tarde; Narciso muy preocupado por mi porque no había comida nada y tenía que tomar mucha medicina del trasplante del riñón. Al llegar a lo primero que entramos a comer en un restaurante, preguntamos qué comida había solamente sándwiches, y comida marina. Decidimos comer una paila marina, yo comí y gracias a Dios no tuve ningún problema con esos alimentos; no tenían ningún sabor eran insípido. Después de almorzar a las 4 de la tarde yo me quedé sentada en el terminal terrestre, Narciso colocó las maletas en custodia hasta la hora de viajar. Mi esposo salió a buscar boleto para viajar a Santiago, Chile, encontró en Lan por el doble de precio lo que costaba, pero tuvimos que pagarlo para viajar. Tomamos un taxi y salimos al aeropuerto; llegamos a las 5 de la tarde al terminal aéreo y Narciso salió a chequear los boletos y yo me quedé lejos donde no me vieran los empleados y así poder entrar al avión, ya que el viaje era a las 7 de la noche era más fácil entrar disfrazada mi cara para que no se dieran cuenta. Después que dejamos las maletas y estando listos para salir, nos llamó uno de los empleados y dijo, “No hay lugar para ustedes; por favor les vamos a llevar al hotel y les damos la cena y mañana a las 5 de la mañana les llevamos al aeropuerto; el avión sale a las 6 a.m., ya ustedes están chequeados”.
Tuvimos que aceptar; y nos llevó un auto de la empresa al hotel y nos dieron la comida, pero al llegar al hotel Narciso corrió al baño y empezó arrojar (vomitar) desde las 8 hasta las 12 de la noche, me asusté y lloré yo porque dije, “Si algo le sucede a Narciso, ¿qué me puedo hacer yo que estoy completamente mal de salud y no puedo moverme sola?”. Solo oraba a mi Dios y lloraba mientras él permanecía en el baño. Después de la una de la mañana salió al restaurante y tomó un té de hiervas y se cortó el vomito. Y yo pude comer una papa y un pedazo de carne de pollo un pan y un té, mi esposo solo tomó té. A las 5 de la mañana llegó el auto nos llevó al aeropuerto y a las 6 a.m. Salimos a Santiago, llegamos a las 10 de la mañana al terminal aéreo en Santiago, mi hijo Gerson estaba esperando en el terminal. ¡Qué alegría al ver a mi hijo! Gerson estaba feliz al pasar con nosotros unos días y luego viajó a Lima para seguir sus estudios en la universidad. Llegamos a la casa muy felices; yo podía descansar. El 23 de febrero llegaron los hermanos Norberto Oberman de Brasil, David Miller de USA, y Víctor Quispe de Bolivia para una sesión de la conferencia Interamericana. Yo no pude atender a los hermanos; tuvo que hacerlo Narciso. A raíz de tantas enfermedades, operaciones, obstáculos y problemas que he enfrentado junto con mi esposo y mis hijos, a veces me he hecho preguntas y sin respuesta, pero mientras pasan los días llegan las respuestas a su debido tiempo. En esta vida y en este tiempo todo queremos rápido de inmediato, con la globalización todo se hace rápido, cuando he visto a mi esposo que se comunica por Internet demasiado rápido, pero a veces Jesús nos dice espera y debemos caminar al ritmo de Dios y eso no es tan rápido. Podemos reflexionar: En lugar de buscar errores por arreglar debemos reflexionar sobre los aciertos por repetir. Cuando una persona está enferma muy rápidamente relaciona su enfermedad con la muerte. Yo podría decir, “Toma tu cruz y sigue adelante con la vida en Cristo Jesús”. La alegría de vivir me permite sonreír a veces con mayor frecuencia e intensidad de lo esperado o aprobado por los otros, sin embargo estas sonrisas salen de lo más profundo de mi alma de la tranquilidad que me da Jesús para gozar de una vida plena cada día. Hay momentos que pensamos que nuestra vida se está aniquilando o nos están aniquilando, que la vida nos hizo una mala jugada pero clamamos al Señor Jesús y Él nos da la vida y ganas de vivir la vida. Estuve cientos de veces en un consultorio o en el hospital y muchas veces decía que ya se terminó la vida para mí, pero el Señor sigue dándome la vida para disfrutarlo a la medida de mi fe. El propósito que me he hecho no planificar tanto el futuro, buscar el equilibrio entre familia, persona y escuchar la voz de Dios que me dice cual es la razón de mi existencia.
Mi vida, hoy sola con mi esposo, escuchando las noticias de mis hijos los éxitos en el servicio al Señor Jesús como buenos pastores o predicadores aprendo y enseño lo que puedo. El Señor me ha hecho valer como persona, como mujer, como madre y como cristiana y eso me hace sentir un ser humano completo, con destellos de felicidad a cada minuto, los que le dan calor, alegría y ganas de seguir viviendo. No es tan importante lo que decimos, es lo que hacemos lo que realmente cuenta, hagamos lo que decimos y digamos lo que hacemos. Vivamos sobre la base, la roca que es Cristo Jesús solo así tendremos el poder de llegar a ser mejores cristianos.
MISIÓN CUMPLIDA Mi esposo y yo empezamos a orar para salir de Chile para empezar nuevas iglesias en otros países y miramos de retorno a Perú ya que la iglesia de Dios está sin crecimiento, con muchas de las iglesias cerradas, y el Perú necesita de Jesús y abre su corazón a Jesús ahora. Los problemas sociales son muy altos, como delincuencia y crímenes, tráfico de drogas y promiscuidad sexual, etc. Lo que no habíamos visto en Chile u otros países se ve en Perú; la delincuencia es muy elevado y es terrorífico a veces, pero hay una gran cantidad de gente que necesita a Jesús y con facilidad se puede empezar una iglesia y la gente están felices con Cristo Jesús. El obstáculo para salir era conseguir un seguro para que yo pueda conseguir la medicina y médico para el trasplante del riñón; oramos y oramos hasta alcanzar la victoria. Mi esposo salió desde Chile para hacer contactos con el pastor Flores ya que tenía su personería jurídica y por medio de ella tramitar el seguro. El pastor platicó con su congregación y fue imposible. Luego viajó a Chepen y platicó allí con el Pastor Pérez, ya que tenía un colegio pequeño; y no fue posible. Después de tocar puertas de amigos y hermanos por el seguro y no habiendo alcanzado ninguna respuesta, Narciso regresó a Chile y dijo, “Es imposible por ahora, pero ya llegará la hora de Dios”, y fue así. La hora, el día y el tiempo de Dios llegaron. Pasó por Chile la Hermana Dora Pozo para Argentina; se quedó con nosotros en casa una noche de ida y de regreso dos noches y platicamos lo que deseamos hacer pero no podíamos por el seguro. La hermana Dora después de seis meses trató el caso con su hermano Juan y ellos decidieron ayudarme con el trámite del seguro para yo poder salir a Perú y allí conseguir la medicina y el tratamiento médico. Al tener esta noticia nosotros pensamos que esa era la voluntad de Dios y que la hora ya había llegado de dejar a los líderes chilenos con la iglesia y nosotros empezar nuevas iglesias en los andes de Perú. Viajamos varias veces para ver donde trabajar en la obra misionera, y después de varias visitas a Perú, decidimos ubicarnos en el norte en las montañas sobre los andes peruanos. Mi hijo el mayor decidió pasar un año en Chile para darles apoyo a los pastores y así tratar de que la iglesia en Chile ya no dependiera más de los misioneros, sino que ellos pudieran caminar solos. LA ESTRATEGIA DE SATANÁS En noviembre de 2007 llegamos a Lima para tener una campaña en las montañas en el norte y a la llegada de Lima nos asaltaron los delincuentes y nos
llevaron dos de nuestras maletas $5.600 dólares, nuestros documentos pasaportes, carnets y licencias, además filmadora, cámara fotográfica, celular y materiales bíblicos. Nos dejaron sin ropa y sin dinero. La iglesia en Zarate, Lima, el pastor José Flores y hermana Rosita nos ayudaron con 500 soles (180 dólares), inmediatamente salimos a comparar un pantalón con mi esposo y regresé a Chile. Tuve mucho miedo y pensaba que debemos trabajar en este país, pero orando pensamos que todo era una estrategia de Satanás que trataba de obscurecer el plan para no dejarnos mover y desanimarnos para no empezar nuevas iglesias. Lo sentimos mucho, hasta lloré, pero orando, Dios nos da la victoria y el éxito. Job dijo: “Desanudo salí del vientre de mi madre, desnudo volverá a la tierra”. Jehová da y Satanás quita, pero una cosa no podrá quitarnos: la salvación en Cristo Jesús, las cosas materiales se acaban pero la salvación no termina, iremos a vivir eternamente con Jesús, la vida con Cristo vale mucho más que todas las maletas, gloria al Señor. LA FIMRE DESICIÓN Así decidimos empacar nuestra ropa y llevar su biblioteca de Narciso por barco desde Santiago de Chile hasta Lima, Perú, y llegamos a Chota, Cajamarca, en enero de 2008 para iniciar nuevas iglesias, apoyar a siete pequeñas congregaciones y a los pastores que todos son laicos. Mi esposo inició con un seminario para entrenar profesores para trabajar con niños y adolescentes, luego ha iniciado el seminario bíblico que hay ahora 12 estudiantes, la mayoría son los pastores y otros nuevos que ya están trabajando dentro de las iglesias, desde enero hasta noviembre 2008 se ha iniciado dos congregaciones nuevas y el seminario bíblico y estamos tratando de iniciar dos nuevas iglesias más. Mi esposo está pagando el seguro social cada mes; son $75 dólares y Dios nos ha bendecido que ahora ya estoy sacando la medicina del seguro en Lima, Perú, y un médico nefrólogo me atiende cada mes. Tuve una trombosis en el mes de noviembre 2008 y estuve tres días en coma y luego fui trasladada del hospital de Chota a Lima la capital del Perú al hospital Mogrobejo y allí me han levantado nuevamente con medicina y terapia física, estoy ahora caminando nuevamente muy lento, pero puedo hacerlo, gracias a Dios. UNA BENDICIÓN MÁS PARA MÍ Yo no pensaba ver a mis hijos casados. Siempre oraba, “Señor, antes de morir, permíteme ver a mis hijos casarse y dales una esposa cristiana y
dedicada en la obra de Dios”. Yo sufrí mucho y me he desmayado muchas veces y estuve muy junto a la muerte. En junio de 2007 pude llevar a mi hijo Gerson al altar en su matrimonio ya que por motivo de mi salud no pude hacerlo con mi otro hijo Eliezer. Mis dos hijos son pastores y sus esposas son mujeres que sirven al Señor Jesús junto con sus esposos, ayudando y trabajando en todas las actividades de la obra de Dios. Gerson estudió en la universidad Bíblica Latinoamericana es Licenciado en ciencias Bíblicas. Terminó su maestría en Teología, y tiene un diplomado en ciencias y la religión de la Universidad Jesuita en Lima Perú. Se casó con Diana Baraybar, Bachiller en Idiomas y los dos están iniciando una nueva iglesia en Lima. Mi hijo Eliezer estudió Teología ministerial y diplomado en música sacra en el seminario la Boa Terra en Curitiba, Brasil. Se casó con Cristiane Streit, diplomada en pedagogía y música sacra, los dos son pastores en el sur de Brasil. De mis hijos mayores, José Luís es pastor también en la iglesia Metodista en Buenos Aires, Argentina. Dios lo llamó al ministerio y continúa predicando. Tengo poco contacto con él; mi enfermedad no me permite movilizarme. Sara, mi hija, continúa sirviendo al señor junto con sus hijos también en Lima. COMO CRIAR HIJOS PARA EL FUTURO En todas las iglesias que hemos visitado y conocemos, los hijos de los cristianos y de los pastores no asisten a la iglesia, son borrachos, delincuentes, criminales, drogados o burladores de la Palabra de Dios, la pregunta es ¿por qué? Me he dado cuenta que los cristianos en la iglesia nunca se preocupan por sus hijos, los esposos van a la iglesia y a los chicos adolescentes dejan en la casa, y de esa manera están criando inconversos y pecadores en casa. Nunca dejé a mis hijos en la casa los días de culto a pesar de que la iglesia estaba a siete kilómetros de distancia. Si había bus salimos con ellos en bus o de lo contrario a pie o en bicicleta, pero no podían mis hijos decir, “No voy al culto”. Tenían que estar en la iglesia y nunca lo dijeron, yo traté de ser amiga de ellos, oraba con cada uno al despertarse antes del desayuno, Gerson leía su Biblia al levantarse, y Eliezer no quería hacerlo. Su papá le compró una Biblia con figuras y así pudo leer la Biblia cada día por la mañana, luego oraba con cada uno de ellos y les daba el desayuno y salían a su colegio. Eso lo hice desde niños hasta que eran casi jóvenes hasta que yo ingresé al hospital con insuficiencia renal crónica terminal. A los niños hay que formarlos desde el primer día hasta los siete años, este es el tiempo de su formación del niños, hay que educarlos dándoles el mejor ejemplo de buenos hábitos y virtudes, aquí se forma el carácter del niño, lo que hacen los padres por ellos en esta etapa de su vida será de vital importancia
para el futuro de los hijos. De siete años a 12, se reconfirma su formación. Durante estas etapas de su vida hay que trabajar la madre y padre con mucho cuidado y con esfuerzo, tiene que aprender la madre a ser madre no solamente porque lo parió, sino para tener un gran hijo para el futuro. Timoteo dice, “Se salvará teniendo hijos… en fe”. Madre no es aquella que solo le da alimentos y se preocupa por enviar al colegio. Eso no es todo, su tarea como madre cristiana, su gran preocupación será si los ha criado, educado y enseñado y preparado para la vida eterna. Escuché en una reunión a un pastor decir: “¿Por qué mis hijos no sirven a Jesús, ya que yo no les exijo para ir a los cultos, no les he dado mal testimonio, oro en casa y hablo de Jesús? Yo no les castigo ni los obligo”. Lastimosamente que este pastor se ha dado cuenta tarde cuando sus hijos todos son adolescentes, él ora pero no lo hizo con sus bebes, con los niños y ahora no se reúnen para orar porque ya son adolescentes. En segundo lugar nunca realizó un altar familiar en su casa con sus hijos y esposa, para los chicos el servir a Dios era solo la iglesia; en casa es solo trabajo todos los días y la escuela. El altar familiar prepara a los hijos para su futuro, cuando mi esposo y yo teníamos nuestro altar familiar dos veces en la semana o más a mis niños se les daba responsabilidades uno para que nos dirija las alabanzas al otro para darnos una lectura bíblica y que los dos niños nos platiquen lo que ellos entienden de la Biblia, siempre estaban preocupados en hacer algo nuevo cada día. El amor de Dios estaba en su corazón permanentemente porque mientras ellos sirven ellos se gozan. El niño que solo mira, pronto se cansa; tiene que trabajar. Cuando mis hijos llegaban de su colegio yo les esperaba en la puerta de la casa para saludarlos y miraba su rostro a cada uno, yo podía saber su estado anímico al mirar su cara y de acuerdo a eso me sentaba inmediatamente con el que llegaba primero para platicar. No siempre me decían lo que sucedía pero al pasar los minutos se relajaban y me contaban y les aconsejaba y oraba con ellos y luego mis hijos dejaban sus cargas que traían al orar y se sentían bien, muchas veces lloramos juntos en oración siendo niños y adolescentes esa era la confianza que ellos tenían conmigo, mas no así con su papá porque él era más rígido. A pesar de todos los obstáculos que mis hijos enfrentaron en sus colegios, ya que estudiaron en diferentes países y diferentes centros educativos (en el último mucha liberalidad, drogas, alcohol, cigarrillos y las fiestas), Dios me ayudó para ayudar a estos chicos confiar en el Señor Jesús y en nosotros para tener un futuro maravilloso. Aprendieron a orar por cada necesidad, cuando faltaba algo que ellos necesitaban, oraban a Dios. Yo como madre les compraba sus juegos electrónicos y otros pasatiempos para jugar los dos. Les controlaba con el reloj colocándoles al frente de ellos, les decía: “Gerson y Eliezer, van a jugar solamente una hora de 7 a 8 de la noche”. Miraban la hora y si ellos no cumplían con el horario yo les quitaba y no les
daba otra vez, fueron muy fieles al horario porque luego tenían que hacer sus trabajos y descansar, me gustaba salir con ellos a la ciudad a caminar juntos porque hacían bastantes bromas el uno diferente al otro, siempre traté de llevarlos a conocer lugares nuevos y mostrarles que todo era lo que Dios nos dio para disfrutar. En una oportunidad mi hijo mayor estaba terminando su secundaria o la media y se juntó con un grupo de jóvenes que les gustaba hacer bromas y hacer daño a otros también, un día salieron del colegio por sobre la barda y escaparon. La directora nos llamó a todos los padres de familia para expulsar a estos ocho jóvenes, uno de ellos era mi hijo. Su padre lo conocía que era un joven tranquilo y un buen estudiante y fue él para platicar sobre el asunto. Narciso dijo a la directora nunca harán una cosa así, dele una oportunidad más a estos jóvenes; Narciso dijo, “Yo me responsabilizo”. Narciso por la noche platicó con mi hijo sin molestarse solamente platicando que somos hijos de Dios y somos diferentes, si desea salir que hable con la directora y no escapen como la habían hecho. Mi hijo aceptó y después de un tiempo lo condecoraron en su colegio como uno de los mejores alumnos, fue condecorado por ser el mejor compañero, fue el mejor jugador en pin pon. Su padre cuando llegaba a las reuniones de la junta de padres de familia se sentía orgulloso porque siempre lo elogiaba, la profesora porque tenía un buen hijo cristiano en ese colegio. Ahora puedo decir he acabado la carrera por lo tanto estoy lista para ir con mi señor, lo más importante fue tener hijos cristianos y Dios me dio doble bendición hijos cristianos y pastores siervos de Dios, ahora solo oro para que ellos tengan sus hijos cristianos también. No es tarea fácil tener hijos y darles la mejor herencia el camino de Cristo, me preocupa por muchos padres que sus hijos no son cristianos y peor de pastores y la mayor parte es culpa de los mismo padres cristianos que se preocuparon por darles comida, vestido, estudios y no se preocuparon por lo más importante, la salvación de sus almas. A veces dudo de muchos padres si ellos serían salvos si sus hijos son inconversos mundanos pecadores, que el Señor tenga misericordia. ¿COMO REACCIONAN SUS HIJOS? Cuando un pastor corrigió a su hijo, el niño preguntó, “Papá, ¿estás predicando o de veras me estás corrigiendo?” ¿Cómo reaccionan sus hijos a su corrección o consejo? La respuesta puede revelar la opinión de sus hijos concerniente la manera en que usted sigue a Dios. Dios pidió a Abraham que ofreciese a Isaac, su hijo de promesa, en sacrificio. Nos relata que la fe de Abraham pasó la prueba. El pensaba, “Que Dios es
poderoso para levantar aún de entre los muertos de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir” Hebreos 11:19. Es importante comprender que Isaac tenía al menos 13 años mientras su padre le pasaba en años por un siglo. Sin embargo no había esa “distancia de las generaciones”, ni rebelión de la juventud; porque ciertamente este joven podría haber escapado de su padre si hubiera deseado hacerlo. Pero el cuadro aquí presentado es de un joven que respetaba a su padre, porque el padre había podido comunicar al hijo su fe en Dios y en la palabra de Dios. Isaac estaba tan bien convencido de que su padre había recibido esta orden de Dios, de que él estaba dispuesto a arriesgar su vida por esta creencia. Así que enfrentándose a la muerte, se puso en el altar de sacrificio. En contraste lea la historia de Lot y su esposa, sus dos hijas y sus dos yernos. Como Abraham, Lot era un hombre justo, 2 Pedro 2:7. Como Abraham, él había recibido una orden de Dios. Dos ángeles le habían revelado la destrucción inminente de la ciudad en la cual vivía y la urgente necesidad de huir. Pero cuando Lot dijo a sus yernos que había recibido un mensaje de Dios, ellos solamente se burlaron. Los yernos de Lot perecieron. El hijo de Abraham vivió. ¿Por qué la diferencia? Hubo una diferencia en los dos padres. Uno había vivido delante de su hijo de tal modo que el hijo sabía que el padre estaba en comunicación directa con Dios y que Dios “tenía poder aún para resucitar de los muertos”. El otro padre había vivido de la manera delante de sus yernos que cuando sí recibió un mensaje de Dios ellos solamente se mofaban. Si nosotros podemos enseñar a nuestros hijos a tener fe en el poder omnipotente de Dios y si podemos vivir de tal manera que ellos sepan que tenemos comunión con Dios, nuestros hijos aceptarán nuestra corrección, consejo y recomendación y no perecerán, sino tendrán la vida eterna creyendo en Jesús. Agradezco a mi Señor Jesús que Él llamó a mis hijos a trabajar en su obra; soy la mujer más feliz tener hijos que se dedican a la salvación de las almas y a la preparación de ministros para la gloria de Dios. “Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; más volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas”. Salmos 126:5,6. Quisiera detenerme para hablar sobre el hogar.
UN HOGAR FELIZ Dios ha establecido el hogar, y ha puesto su aprobación en el matrimonio. Ha bendecido la unión con hijos. Él quiere que el hogar sea un santuario de protección contra el sistema hostil de este mundo. También ha ordenado que su paz y gozo lo llenen todos los días. Mucho antes de haber hermosos edificios para nuestras iglesias y antes de tener enormes rascacielos en las ciudades, existía el hogar. El hogar es el eje y el mismo centro de la humanidad. Los actores a veces pueden burlarse del matrimonio, pero muchos de ellos dejan a su paso hogares quebrantados. El cine construye un paraíso en la pantalla, pero aquel paraíso está lleno de inmoralidad. Ellos no cambian el hecho de que Dios ha ordenado el hogar. El ha prometido verdadera felicidad a cada hombre y a cada mujer que permanezca fiel el uno al otro y a su Creador. Si su marido o esposa está muy de amores con usted y si usted puede depositar en él toda su confianza y tiene gozo en agradarle en su vida cotidiana, entonces usted es de veras incalculablemente rico. El Señor Jesús siempre puso importancia en el hogar. El amaba el hogar de María, Marta y su hermano Lázaro en Betanía. El llegaba allá con frecuencia. También llegaba a la casa de Simeón Pedro en Capernaúm. El puso su aprobación en la vida familiar, donde hizo su primer milagro, cuando convirtió el agua en vino en las bodas de Caná de Galilea. Tal vez uno de los peligros más grandes en el mundo de hoy, no es una ideología de algún gobierno extranjero, sino el fracaso del hogar. Una de las aspiraciones principales del diablo es la destrucción de la familia. Él usa muchas herramientas para destruir, el egoísmo, luchas entre la familia, el orgullo, la superioridad, el licor, y la lucha para adquirir bienes materiales que excluyen los valores espirituales. Dios puede hacer de su hogar la isla de tranquilidad que usted siempre ha deseado. La Biblia da las respuestas básicas para toda la familia. “Casadas, estad sujetas a vuestros maridos como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo. Porque esto agrada al Señor” Colosenses 3:18-20. Maridos, la Biblia les da una tarea bastante grande: “Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” Efesios 5:25. No es difícil que un cristiano ame al Señor Jesús. Sabemos cuánto nos ama a nosotros, tanto que dio si misma vida por nosotros en el Calvario. Ahora, pues la Palabra demanda que los maridos amen a sus mujeres como Cristo ama a la iglesia. En primera a los Corintios 13, nos da las características de aquel amor. El amor no tiene envidia, desea lo mejor para la otra persona. Produce gracia y buen comportamiento en el matrimonio.
¿Puede usted recordar cuando estaba de novio con aquella linda muchacha que es ahora su esposa? ¿Cuándo estaba apurado aún para abrirle la puerta? Usted tiene el derecho y aún el deber de portarse con ella en la misma forma hasta ahora. “El amor no es jactancioso”. Cristo se dio así mismo por la iglesia. El siempre tenía interés en la otra persona. ¿Tiene usted interés en su esposa? ¿Los deseos de ella siempre reciben su atención? O, tal vez usted tiene más interés en su trabajo u otras cosas. “El amor todo lo sufre”. Malicia, mal humor o mal genio, envidias, todas estas cosas “pequeñas” tienen la tendencia de echar a perder al hogar. Pero el verdadero amor piensa lo mejor para el otro, y no deja lugar para aún pensar en semejantes cosas. Cuando los maridos aman a sus mujeres en un nivel tan elevado, no es difícil para que ellas retornen este amor verdadero. Dios no creó a Eva de un hueso del pié de Adán, como para poder ser pisoteada por él. Más bien escogió tomar una de sus costillas de un lugar cerca de su corazón, para que el hombre y su esposa puedan pasar por toda la vida, caminando uno al lado del otro. El liderazgo espiritual en el hogar es la responsabilidad de usted, varón. Una mujer se encanta cuando oye que su esposo está en oración delante de Dios. No debe usted privar a su familia de esa tremenda ayuda espiritual cada día. El matrimonio es una calle con tráfico en ambos sentidos. Y, vosotras esposas tienen también sus obligaciones. Cuando usted se casa, deja a su madre y padre para gozar la vida provista por su esposo. Es como cuando uno cruza un puente y después lo quema. Una de las bendiciones más grandes que puede usted dar a su esposo es de animarle. Preocuparse con todos los detalles de su vida, su negocio, sus actividades, sus horas de descanso, y los pensamientos más íntimos de su vida. Pueden venir tiempos difíciles de enfermedad o escasez de cosas materiales. Pero el hombre puede vencer estas cosas cuando su esposa está a su lado para darle confianza. Tal vez usted alguna vez ha sido tentado o tentada a abandonar la lucha. Tal vez ha leído todos los libros en la biblioteca acerca del matrimonio, ¿pero acaso ha hablado con el Señor Jesús? Tal vez usted mismo o misma ha sido víctima de un hogar quebrantado por el divorcio, lo cual le ha dejado muy amargado o amargada. Pero hay que luchar por la felicidad de su propio hogar. Tal vez el Señor le mostrará áreas en su propia vida que pueden mejorarse. Y puede quitar los dolores de mala comprensión de su matrimonio. Por mucho tiempo yo he pensado que si el cristianismo no puede funcionar bien en el hogar, no puede resultar bien en ninguna parte tampoco. Cuando el Señor Jesucristo es la Cabeza del hogar, no hay necesidad para las cortes del divorcio.
He visto como el amor del Señor Jesucristo ha fluido del padre y la madre para los hijos, forjando una pared que el mismo Satanás no puede penetrar. EL ADULTERIO La Biblia declara el juicio sobre los adúlteros en toda la Biblia desde Éxodo 20, donde dice “no adulterarás”, hasta Apocalipsis 22 donde los adúlteros están en la misma lista con los mentirosos y asesinos, y excluidos de la santa ciudad de Dios. La ira de Dios se revela del cielo contra este pecado. Además, trae mucha tristeza. Quiero mencionar siete: 1.- Es una gran tristeza a Dios. Leemos en 1 Corintios 6:20 que somos comprados con precio; ¡y qué precio! Dios el Padre nos eligió antes del fundamento del mundo Efesios 1:4. Conociendo nuestro estado caído y pecaminoso, Él proveyó para nuestro perdón y redención al dar lo mejor que tenía, su Hijo Unigénito. Jesús, el Hijo, se entregó voluntariamente para pagar la pena de nuestro pecado, con el fin de que estuviéramos libres de las pasiones que conducen a la destrucción. Y el Espíritu Santo ha venido para sacarnos de la oscuridad de pecado y llevarnos a la eterna luz de Dios. Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo, tienen grandes propósitos para nosotros. Ha de darles mucha tristeza cuando los que aman tanto voluntariamente se contaminan y destruyen su relación con la Trinidad al cometer el adulterio. 2.- Es una gran tristeza a su conyugue. Su esposa o marido confiaba en el voto hecho delante de Dios y los testigos que dejando todos los demás, usted sería fiel en su matrimonio hasta la muerte. Su conyugue no lo creía necesario emplear un detective para vigilarle todos los días. El dolor del rechazamiento puede destruir el tejido del alma, y dejar cicatrices emocionales hasta el fin de la vida. ¿Quién volverá a confiar en usted? 3.- Es una gran tristeza a la persona con quien usted comete adulterio. La pasión quita el valor a todo que toca. Aún cuando su compañero en el pecado se somete voluntariamente a su pasión, usted pone poco valor en su compañero. Usted le sujeta a nada más que prostituta o adultero. El amor verdadero produce el respeto propio, confianza, honor, hermosura, admiración. El adulterio destruye todo. ¡Qué desilusión! 4.-Es una gran tristeza al conyugue de su compañero.
Muchas veces este pecado vulgar se comete entre amigos. Son los que tenían más confianza en usted. Ellos pensaban que sus posesiones materiales, sus hijos, su conyugue, estaban seguros en su presencia, pero usted traicionó su confianza. En Romanos 13:8-14 el apóstol Pablo dio algunas instrucciones muy claras en cuanto amar al prójimo (verso 8) y no hacerle ningún mal (verso10). En la lista de las cosas que se nos prohíbe, el primero es el adulterio (verso 9). Luego en el verso 14 él dio un consejo de gran valor: “No proveáis para los deseos de la carne”. Este mismo apóstol aconsejó al joven Timoteo “huye también de los deseos juveniles”, 2 Timoteo 2:22. No solamente los jóvenes necesitan aprender a controlar la pasión de los deseos carnales y mantener la pureza. Tanto los ancianos como jóvenes necesitan prestar atención a las leyes de Dios. El adulterio no es una casualidad. Más bien es buscada cuando uno se da cuenta de que una amistad esté tomando una dirección incorrecta, tiene la responsabilidad de huir. Y si no escapa ¡cuánta amargura, desilusión y odio tendrá su amigo porque usted ha jugado con su conyugue! 5.- Es una gran tristeza a su iglesia. La Biblia dice: “¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo” 1 Corintios 6:15. En otro lugar el apóstol compara la iglesia al cuerpo humano, puesto que tienen muchos miembros, y lo que afecta un miembro, declara o afecta a todo el cuerpo. Hubo millones de israelitas envueltos en la conquista de la tierra prometida. Pero todo el ejército sufrió la derrota en Haí por culpa de un solo hombre. Acán, quien desobedeció el mandamiento explicito de Dios. De igual manera toda la iglesia sufre cuando un miembro comete el adulterio. ¡Qué pena que este pecado pudiera invadir la casa de Dios! Si falta la bendición de Dios en la iglesia, necesitamos examinar nuestros corazones. Que desengaño es descubrir que uno de nuestros miembros es culpable del adulterio. 6.- Es una gran tristeza a la comunidad en la cual usted vive. Pablo escribió a una iglesia y dijo, “Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras?... el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros” Romanos 2:22, 24. El nombre de Dios se deshonra entre los incrédulos cuando los creyentes caen en el pecado. Hay mucha gente que, aunque no convertida siempre admira las normas cristianas de uno que es consagrado a Dios. Al mirarle dirán, “Si yo me convierto a Cristo, yo quiero ser como esa persona”, pero que tristeza y desilusión sufren cuando saben que usted ha caído en el adulterio. 7.- Es una gran tristeza a usted mismo.
Cada uno de nosotros quiere sentirse bien. Quiere respetarse. El respeto propio es importante. Puesto que Dios nos da mucho valor, debemos también comprender el gran valor que tenemos. Mientras Dios nos va enseñando nuestras faltas por la ayuda del Espíritu Santo quien nos puede cambiar a la imagen de Cristo. La formación del carácter cristiano es muy importante. Pero, qué desilusión es cuando se interrumpe el trabajo y todo es destruido porque el creyente se somete a su naturaleza carnal y comete el adulterio. La advertencia es, “más el que comete adulterio es falto de entendimiento” Proverbios 6:32. En un solo momento usted destruye el edificio que Dios estaba construyendo en su vida. Es difícil perdonarse a si mismo por su acción carnal. El adulterio no es el pecado imperdonable. Jesús probó esto por la manera en que trató con la mujer que había encontrado en el adulterio Juan 8:4. Pero a la vez nos hace ver lo serio que es cuando declaró que aún el deseo en el corazón le hace culpable, Mateo 5:28. Si comprendemos lo pecaminoso que es el adulterio, y si nos arrepentimos de todo corazón y despedimos aún los pensamientos adúlteros, podemos gozar de perdón y limpieza; pues está escrito: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” 1 Juan 1:9. Quiero hablar de algunos testimonios que me han impresionado y estos son: JACOBED Era una joven judía temerosa de Dios, desde niña había escuchado las historias de su pueblo y de Jehová su Dios: como el gran patriarca Abraham dejó sus parientes en la lejana Mesopotamia para ir con Jehová a la tierra prometida; y como esclavo por sus celosos hermanos y ascendido por Jehová y el faraón a primer ministro de Egipto, salvó a la nación. Triste que Jacobed no vivía en aquellos días gloriosos, sino siglos después bajo otro faraón que no respetaba ni a José ni a Jehová y esclavizaba a los hebreos. Joven aún, Jacobed se casó con Amram, su sobrino y tuvo tres hijos. Primero nació María, niña buena que ayudaba mucho a su mamá. Después de unos años nació Aarón, y tres años más tarde, Moisés. Aunque Amram y Jocabed amaban a todos sus hijos, desde el principio vieron que este tercer era especial. En aquellos días el faraón temiendo que los hebreos, al seguir multiplicándose, se levantaran contra los egipcios, hizo un edicto que todo niño varón hebreo al nacer, fuese echado en el río Nilo. Así Moisés nació sentenciado a muerte. Pero Jocabed confiaba en su soberano Dios, y se dispuso a criarlo aunque en secreto.
Pero a los tres meses ya era imposible esconderlo. Noticias no debían llegar a la casa real, Jacobed creía de corazón que Dios le había dado ese hijo con un propósito especial y confiaba en su protección decidió, pues, cumplir el edicto real, pero, a su manera. Tejió una pequeña canasta de juncos, embarró el exterior con brea, puso en ella a su precioso hijito y lo colocó entre los juncos al río. María, ya grandecita lo vigilaba a poca distancia. No lejos estaba el palacio del poderoso faraón. De momento María vio un desfile de señoritas que bajaban del palacio al río, entre ellas una con vestido elegante y adornos de lujo. La hija del rey venía a bañarse, juntamente en el lugar donde flotaba la canastita de su hermanito ¡ay! ¡Ay la viera…! No más lo pensó, escuchó un quejido desde la canasta, la princesa lo oyó también…y mirando entre juncos, la vio. Horrorizada, María vio cuando las sirvientas la trajeron a la princesa y la abrieron. Se atrevió a acercarse, no sabía que el Dios que había dado el niño ya obraba en el corazón de la princesa: Viendo que el bebé lloraba, su corazón materno lo amaba y quiso adaptarlo como hijo propio. A María se le ocurrió algo. Se acercó con reverencia y se ofreció para buscar una niñera hebrea para criar al niño. A la princesa le pareció que era bueno que una hebrea pudiera criarlo y claro que María llamó a su propia madre la del niño. Así fue que Jocabed que entregó su amado bebé en manos de Jehová y cumplió el edicto, volvió a recibirlo para criarlo para Dios, con sueldo de la hija del rey que había decretado la muerte del niño. Jocabed sabía que pronto tendría que entregar a Moisés a su “madre” legítima aunque adoptiva para seguir educándose en hogar pagano. Se dedicó, pues en sus poquitos años a impartirle su propia firme fe en el Dios único, enseñándole a servir y reverenciarle a Él supremamente y a amar a su pueblo Israel. No sabemos si Jocabed vio la última fama de su hijo, pero sabemos que a los 40 años Moisés renunció su lugar en la casa real. Pronto hubiera sido rey de Egipto, pero, a raíz de la enseñanza de su madre, eligió identificarse con los esclavos hebreos. Después, pasó otros 40 años en el desierto de Sinaí, pero listo al fin, Moisés llegó a ser más ilustre que su antepasado José, quien trajo a los hijos y nietos de Jacob a Egipto y les salvó. Moisés volvió a sacarlos cuando ya eran millones y esclavos, contra la ira del faraón y el ejército egipcio. Que importante el papel de Jocabed, fiel y humilde madre que crió a su amado hijo para Dios sabiendo que legalmente, ya no era suyo y que no lo vería crecer en su casa ni tenía derecho alguno sobre él. Pero le instruyó con tanto amor que aún con 40 años como miembro de la familia real, él prefirió ser maltratado junto con el pueblo de Dios, a gozar por un tiempo los placeres del
pecado. Él tenía la vista puesta en la recompensa de Dios que le daría, Hebreos 11:25-26. Dios no olvidaría a Jocabed y recompensará a toda madre que cría a sus hijos en el Espíritu de Jocabed, sin egoísmo ni interés personal, solo para Él. RUT LA MOABITA El pequeño libro de Rut, hermoso por su contenido y estilo, además de registrar el linaje del Señor Jesucristo por Rut la Moabita, este libro contiene muchas verdades espirituales. En el Antiguo Testamento el espigador andaba tras los cosechadores para recocer el grano que quedaba. La ley mosaica especificaba que los cosechadores dejaran a propósito algo del grano para los pobres y los extranjeros, Levíticos 19:10. Rut, siendo extranjera en Israel, tenía el derecho de espigar. “Fue pues… espigo en el campo en pos de los segadores” Rut 2:3. Su vista aguda no quería dejar ni una mazorca de grano. Rut está dispuesta a servir donde se le necesite. Rut estaba dispuesta a servir dondequiera que encontrara lugar. “Ruego que me dejes ir al campo, y recogeré espigas en pos de aquel a cuyos ojos hallare gracia” Rut 2:2. Después de expresar su deseo de servir en cualquier lugar, por “suerte” entró en el campo de Booz, Rut 2:3. Esta fue una de las circunstancias arregladas por la mano de Dios. Pues Booz notando la obrera diligente, le dijo, “No vayas a espigar a otro campo, ni pases de aquí, y aquí estarás junto a mis criadas” Rut 2:8. Rut había encontrado su lugar de servicio según la voluntad del Señor de la mies. De igual cuando nosotros buscamos la dirección del Señor, Él nos guiará por su plan perfecto. Rut trabaja con diligencia y fidelidad. Se decía de Rut que, “Entró, pues, y está desde por la mañana hasta ahora, sin descansar ni aún por un momento” Rut 2:7. Era una obrera diligente que no desperdiciaba el tiempo. La cosecha iba pasando y ella tenía que aprovechar las horas preciosas. Jeremías Taylor una vez dijo: “Aprovecha el tiempo, si pones valor en la eternidad es imposible hacer volver el día de ayer. No hay seguridad del mañana. Solamente el día de hoy es tuyo, el cual, si demoras, lo perderás; y tal pérdida es para siempre”. También Rut era fiel. “Estuvo, pues, junto con las criadas de Booz, espigando hasta que se acabó la siega de la cebada” Rut 2:23. La prueba de cualquier proyecto es la perseverancia. Después que se acabe el brillo de una tarea nueva, se necesita perseverancia y fuerza para terminarla.
El éxito está en la perseverancia a pesar de los obstáculos, solo así podemos tener victoria en cualquier proyecto o trabajo. Rut cobra fuerzas para la tarea a la mesa del Maestro. Booz invitó a Rut, “Ven aquí, y come del pan, y moja tu bocado en el vinagre” Rut 2:14. La libertad de comer y gozar de la comunión a la mesa del maestro era el privilegio de Rut. También es el privilegio de todo obrero del Señor Jesús invita a los suyos, “a la hora de comer: venid,…comed”. Rut dejó la mesa de Booz satisfecha, renovada para volver a su tarea. La fuerza renovada será nuestra si nos alimentamos de la Palabra de Dios. Rut apagó su sed. “Cuando tenga sed, ve a las vasijas, y bebe del agua que sacan los criados” Rut 2:9. Rut recibe amplia recompensa. Rut fue recompensada por su labor. “Desgranó lo que había recogido, y fue como un efa de cebada” Rut 2:17. Y recibió más al continuar trabajando. “Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel”, le había dicho Booz cuando comenzó su trabajo. Y Dios si bendijo su trabajo abundantemente. Hay recompensa para todo hijo fiel que espiga en la mies de Dios, recompensa en esta vida y la venidera. Una de las recompensas es el gozo de servir a otros. “El alma generosa será prosperada; y el que saciare el también será saciado”, Proverbios 11:25. Rut de cenicienta llegó a ser reina al casarse con Booz; Dios hace lo mismo con nosotros nos saca del pozo ciénegozo a la vida y al gozo de nuestro Señor a ser reinas con Cristo Jesús. Para ser mujeres exitosas como Rut tenemos que ser: diligente, decidida, fiel, amorosa, trabajadora, talentosa, sabia, misericordiosa, y aprovechativa de las oportunidades. ELCANA, EL ESPOSO MODELO Tanto se habla de Ana, la madre del profeta Samuel, y con mucha razón, pero muchas personas pasan por alto su muy notable esposo. ¿Cuándo hemos escuchado un sermón acerca de aquel hombre notable? Y ¿cuándo ha leído un artículo llamando la atención a sus virtudes? Elcana era un esposo que media muy bien al modelo puesto por San Pablo en Efesios 5:28 “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a si mismo por ella. Así también los maridos deben amar a su mujer, a sí mismo se ama”. Alguien lo ha expresado bien cuando dijo: “Coherederos de la vida”. Coheredero es exactamente lo que significan las palabras “ayuda idónea”.
En el huerto del Edén, cuando Dios formó al hombre, y de su costilla formó la mujer, el Señor puso su suprema aprobación en lo que había hecho. “Y he aquí que era bueno en gran manera” Génesis 1:31 Dios nunca ha retractado de aquella relación. Sus bendiciones y favor descansan hasta el día de hoy sobre el matrimonio. Cuando los individuos caminan en la luz de su palabra, Dios en la misma manera ve que es bueno, Génesis 1:25. Pero había también otra esposa en la casa de Elcana. Era una costumbre demasiado común en aquellos días. La otra mujer se llamaba Penina. Ella tenía hijos, pero Ana no los tenía, 1Sam 1:2, por eso, Penina se burlaba de Ana, pero ella buscaba refugio en Dios y lloró y oró delante del Señor, porque era estéril. De una cosa ella estaba segura: Elcana la amaba y la favorecía como la esposa de su corazón. Su relación era una prueba muy elocuente de esto y era un bálsamo para ella. Cuando Elcana la vio ayunando y llorando, se dio cuenta de su amargura y dijo: “Ana ¿Por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy mejor que diez hijos?” un marido que comprendía. Él estaba en verdad compartiendo el dolor y la amargura de su corazón. ¡Qué contraste más grande a la respuesta de Jacob, cuando Raquel con envidia dijo, “Dame hijos, o si no, me muero”! Y con enojo Jacob la contestó diciendo, “¿Soy yo acaso Dios que te impidió el fruto de tu vientre?”. Génesis 30:1, 2. Es notable que Elcana se identificara con el dolor del corazón de su esposa. El hubiera deseado tener un hijo de la mujer a quien amaba pero había solamente compasión para aquella pobre esposa estéril. A veces el silencio de un esposo, aunque tenga simpatía en el corazón, sirve para irritar y desalentar a la esposa atribulada. La falta de comunicación a veces produce mala comprensión y ella podría decir, “No le importa” o “Es indiferente a mis problemas”. A veces el esposo callado quiere hablar pero no sabe qué sosa debe decir. Pero Elcana no se quedó callado y expresó su preocupación morosa por Ana. También había relación espiritual entre los dos. Lo vemos cuando la familia se dirigía a Silo a la casa de Dios, donde ella derramaba su alma delante del Señor pidiendo la intervención de lo alto. Elí, el sacerdote de Jehová la vio en oración agitada y vio que sus labios se movían pero ella oraba a Dios en su corazón y su voz no se oía. Por tanto, él pensaba que la mujer estaba borracha, 1 Samuel 1:13. Pero ella dijo: “No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová” 1 Samuel 1:15. Elí le creyó y le habló palabras de consolación y dijo: “El Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho” 1 Samuel 1:17. Ella aceptó las palabras del sacerdote de Dios y después de adorar al Señor con su marido, regresó a su casa.
Probablemente Elcana oyó el votó de Ana cuando dijo: “Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida” 1 Samuel 1:11. El silencio de parte de él, quería decir que él estaba de acuerdo y puso su aprobación en la promesa de Ana, según las leyes de Moisés en Números 30:6,7. No mucho tiempo después vino la respuesta y Dios le dio un hijo varón y le pusieron por nombre Samuel, que quiere decir “pedido de Dios”. Cuando el niño fue destetado lo llevaron a la casa del Señor en Silo. Esto demandaba una completa dedicación. El niño era muy pequeño y el voto demandaba una completa separación de su hogar, pero Elcana y Ana estaban completamente de acuerdo. Estaban unidos en la consagración y en el cumplimiento de la promesa hecha al Señor. Cuando Ana se presentó otra vez delante del sacerdote Elí, ella dijo: “Yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti orando a Jehová. Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. Yo pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová” 1 Samuel 1:26-28. La Biblia no lo dice, pero yo estoy segura que Elcana estaba a su lado y confirmaba las palabras de aquella mujer tan digna. Esto nos hace recordar una pareja en el Nuevo Testamento, Aquila y Priscila porque los nombres de los dos siempre aparecen juntos. Por profesión hacían tiendas o carpas, compartían su trabajo con Pablo y también su hospitalidad y eran una enorme. Ayudaron a Apolos cuando recién principió su ministerio, Hechos 18:24-28. Hemos de considerar a estos dos, como Elcana y Ana por ser participes de la gracia. Si yo fuera una pintor, trataría de dibujar la escena en Silo. El muchacho está parado en la puerta de la casa de Dios entretanto que sus padres regresan por el camino que conduce a su casa en Rama. Demandaba sacrificio de parte de todos, pero la voluntad de Dios se cumplía en la vida de cada uno de ellos. Los padres iban a regresar juntos año tras año. Su madre le hacía una pequeña túnica cada vez que iba a la casa de Dios ¡tan alegres eran aquellas visitas! Leemos en la historia de ellos que el sacerdote Elí bendijo a Elcana y Ana con estas palabras: “Jehová te dé hijos de esta mujer en lugar del que pidió a Jehová”. Esto es exactamente lo que Dios hizo, por que a esta pareja consagrada, Dios dio tres hijos, y dos hijas mujeres. Ellos se habían quedado unidos en la hora de sacrificio y ahora tienen el gozo de una familia, que era indudablemente una recompensa por su dedicación. Pero esto no fue todo. Desde un extremo de la nación hasta el otro, Samuel su hijo primogénito, fue proclamado un siervo escogido de Dios y juez de Israel. Su fama y vida piadosa fueron divulgadas por todas partes. En toda la Biblia, no hay ni una sombra para manchar la vida de este hombre que fue dado
por Dios y que sus padres le devolvieron al Señor por toda su vida, 1Samuel 12:3-5. ¡Cuántas veces está dedicada pareja habrá dado gracias a Dios el uno por el otro! Durante toda su vida pudieron compartir del gozo de ser coherederos de la vida. LA MUJER EN EL EVANGELISMO DE HOY EN DÍA En la actualidad, a pesar del programa acelerado de misiones por parte de los evangélicos, el cristianismo enfrenta una crisis muy grande. Estadísticas alcanzas a solo el 11 por ciento de la población mundial. El obstáculo universal al progreso del cristianismo es el estado de complacencia y despreocupación en que viven los que asisten a la iglesia. La salvación de las almas perdidas es una tarea que se deja al púlpito solamente, por lo cual los resultados son descorazonadores. Es importante para el pastor y los otros obreros de la iglesia alcanzar en la colectividad a todas las personas que necesitan a Dios. Si cada generación tiene la tarea de alcanzar a los perdidos de su era, los cristianos del siglo XXI tienen ante sí una tarea gigantesca. La libertad de hoy en día, el aumento de los conocimientos, las exploraciones espaciales y los desarrollos en las comunicaciones no han dejado de lado el mandato bíblico de “id” solamente han intensificado la urgencia de que sea esparcido este mensaje. La idea de una experiencia personal de salvación para todos los hombres del mundo ha sido puesta en tela de juicio por algunos dirigentes cristianos, pero el mandato de Cristo de ir a buscar a los perdidos no ha sido abolido. Dado que es evidente que el evangelio es “poder de Dios para salvación”, y mandato de “la gran comisión” continúa en vigencia, se debe dar al evangelismo un lugar preeminente de la iglesia. El deseo ardiente de cada cristiano debe ser el dar testimonio por medio de una vida llena del Espíritu Santo. Al igual que al principio de la era cristiana, el evangelismo debe ser una operación de “persona a persona” y “casa por casa” Hechos 2:42-47. EN EL HOGAR La mujer cristiana es evangelista en su propio hogar. Ralph W. Emerson dijo: “Los hombres son lo que sus madres hacen de ellos”. Un testimonio elocuente de este hecho lo da Pablo cuando le recuerda a Timoteo la influencia que su madre y su abuela ejercieron en él. Aunque el padre es en realidad el jefe de la familia, en la mayoría de los casos la madre es la que está más cerca de las necesidades momentánea de los niños. Ella es quien deja como nueva a la muñequita que se había roto, y por lo tanto consuela también un corazoncito afligido. Ella cultiva un precioso
compañerismo cuando aprende a valorar el contenido de los bolsillos del pantalón de un varoncito. Susana Wesley tuvo diez hijos (además de nueve infantes que se murieron), y les enseñó a cada uno de ellos a orar tan pronto como aprendiendo a hablar. En su hogar, lo que tenía más importante para ella eran las necesidades espirituales de su familia y pasaba treinta minutos por semana con cada hijo hablando en privado de la relación de este para con Dios y de sus responsabilidades especificas para consigo mismo y los demás. La lealtad hacia la iglesia se ve en el hogar en que la familia unida participa con gozo en el ministerio de alcanzar a otros. El darle el lugar que le corresponde a la iglesia, a la escuela y a las actividades de la comunidad, desarrolla rasgos de carácter sólido e indeleble. La madre cristiana no permite que las tareas de la casa le impidan asistir a los servicios, tiene interés que toda su familia este en pleno asistiendo a los cultos y participando en las diferentes actividades de la iglesia. En los lugares donde se trabaja la mujer de hoy en día tiene un ejemplo bíblico muy bueno en Lidia de Tiatira, prominente mujer de negocios de su tiempo. Cuando la exiliaron, ella se mudó a Filipo y como se sentía sola buscó la compañía de los que oraban a la orilla del río. Allí ella encontró al Señor Jesús como su Salvador personal y fue bautizada. De inmediato abrió las puertas de su casa para que los cristianos se reunieran allí. No temía que por el hecho de ser cristiana su negocio fuera perjudicado, sino que ella usó su negocio como un medio para hablar de Dios a la gente con la que tenía contacto. Las maestras, enfermeras, secretarias, vendedoras, modistas, etc., todas las mujeres que trabajan fuera de su hogar tienen infinidad de oportunidades en el mundo para evangelismo personal. LA EVANGELIZACIÓN A TRAVÉZ DE LA SOCIEDAD DE DAMAS La sociedad de damas puede enrolar a todas las mujeres en la tarea de la evangelización y la conquista de las almas perdidas. En cada reunión las damas deben planear como ganar almas para Jesús. Muchas mujeres han tenido un encuentro personal con Jesucristo, porque fueron invitadas para asistir a una reunión de la sociedad de damas. Las mujeres ayudan a promover campañas evangelísticas, campañas de oración y campañas con literatura. La lectura de la Biblia hecha en forma regular cultiva una familiaridad muy provechosa con las promesas de Dios. El estudio en forma personal de libros sobre evangelismo personal recomendados por el pastor trae nuevas ideas sobre el tema que son de un valor incalculable. La oración diaria y una sensación constante de tener la plenitud del Espíritu Santo son dos cosas indispensables en la tarea de ganar almas. El acercamiento a los necesitados mantiene el deseo de ayudar a que los perdidos se salven.