Un inspector de policía muestra su decepción ante la actuación del exfiscal Horrach

Page 1

QUERIDO AMIGO: Vaya por delante que comienzo y me arranco a redactar la presente con gran dolor y pesar ante lo que considero no una simple falta de respeto o acto impresentable como tú calificas al Juez Penalva (con quien no me une ni la décima parte de amistad, aprecio y admiración que me unía a tí), sino el mayor acto de deshonor, inmoralidad y traición hacia los principios que guiaron nuestro proceder durante los maravillosos años que tuve el honor de compartir junto a tí y otra serie de personas excepcionales esa lucha que protagonizamos contra la gran lacra social que es la corrupción. De ahí, el dolor, la tremenda decepción al observar como el gran impulsor, el adalid de aquella lucha se coloca ahora frente a los que fueron sus subordinados, sus compañeros, en definitiva, contra todos aquellos con los que en decenas de veces, cerca de la centana, compartió emociones, hallazgos importantes, interrogatorios, etc, etc. Aquellos que lo veían como un hombre intachable, un verdadero faro, un pilar inamovible que sostenía y sostendría en tiempos futuros la lucha contra la corrupción. Si bien esta carta es personal, el sentir de la misma me lo han hecho llegar y es compartido por todos aquellos que formamos ese maravillo equipo, Jueces, Fiscales, Policías, Agencia Tributaria, e incluso ciudadanos de a pie, funcionarios y miembros de diferentes Instituciones y Organismos que en su día admiraron nuestro trabajo.


Es obvio que no le corresponde a este humilde servidor público hacer valoraciones sobre las decisiones adoptadas por cualquier persona respecto a su vida privada pero como seguro recuerdas, el día que tuve noticia de que dejabas la Fiscalía, con el estómago aún encogido y el desayuno mal indigesto, acudí a tu despacho, en primer lugar, con la intención de que al frotarme los ojos, despertara del mal sueño y me dijeras que la noticia no era cierta, y en segundo (al constatar que no había sueño alguno), para rogarte, casi suplicarte, que dieras marcha atrás, ofreciéndome a tí por si había algo que hacer desde mi humildad para que pudieras cambiar de opinión. Me diste tus argumentos, que no entendí, pero sí respete y te creí, una vez más, a ciegas te creí, te creí cuando me dijiste mirándome a la cara como se miran los hombres de honor que nunca te vería defendiendo un asunto de corrupción, que te dedicarías a “otros temas”. No se si por efecto de las Moiras, caprichosas Diosas del Destino o por simple casualidad, el destino hizo que vulnerando tu palabra, tu primera intervención como Letrado en un asunto de corrupción, fuera precisamente frente a mí. Por respeto a tí, no la describo y guardo para mí la situación vivida, de la que fueron testigos incrédulos todos los presentes, incluyendo otro Ilustre Letrado presente, a quien en alta estima tengo. Aún a pesar de ese episodio, que hizo saltar mis lágrimas en sede judicial, donde recordarás te hice saber el mal trago pasado por ambos, continué confiando en tí...hasta el día de hoy, el día en el que nuevamente una estocada da la razón a aquellos a quien tan bien


conoces (especialmente a uno, amigo de ambos, la persona con más honor que conozco, Riojano como el vino), que en no pocas ocasiones ante mi incredulidad intentaban hacerme ver la realidad, llamándome con tremendo cariño aquello de “bobo, tonto e ignorante”, por vivir en un mundo de fantasía y creer que te dedicarías a temas que nada tendrían que ver con aquello que te hizo verdaderamente grande. De ningún modo considero ni indigno ni de menos categoría tu actual ocupación, ni constituye la presente menosprecio alguno hacia la dignísima, necesaria e Ilustre profesión de Letrado, que con enorme dignidad y profesionalidad desarrollan los Letrados de estas Islas, con muchos de los que comparto espacio profesional y respeto, con otros cordialidad y con algún otro amistad. Y finalizo diciéndote que como hombre de honor que soy, mi palabra nunca se quiebra, pues un hombre de verdad vale tanto como eso, como su palabra dada, y mantengo lo dicho en otra carta que te dirijí de modo privado hace ya algunos años, en el sentido metafórico de que “siempre podrías contar con mi espada”, eso sí, siempre y cuando juguemos en el mismo equipo. No tengo más objetivo con la presente que el desahogo y la ilusión de que por algún breve instante de su lectura te hayas retrotraído a tiempos pasados y hayas recordado con alegría momentos en los que fuiste realmente grande. Fdo. Jordan, semper fidelis. Pobre en dinero, pero rico en honor.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.