El vampiro debilucho

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Narrador/a: Pepa Fecha: 4 de noviembre de 2005


El vampiro debilucho

Autoras: Rocío Antón y Lola Núñez

Editorial: Edelvives


Cuando la luna asomaba sobre la torre del castillo, los vampiros abrían sus ataúdes. Después se lavaban, se peinaban y se ponían sus capas. Más tarde salían por la ventana para volar sobre el tranquilo pueblo en forma de murciélagos.


De noche, cuando los vampiros estaban en la ventana, preparados para volar, surgĂ­a una voz de un ataĂşd: - Yo no quiero salir esta noche. Prefiero quedarme en el castillo leyendo mis libros


El que hablaba era FermĂ­n, un vampiro que tenĂ­a unos gustos diferentes a los de otros vampiros.


A Fermín no le gustaban los ataúdes, ni volar sin ton ni son cada noche, y le parecía de mala educación entrar en las casas a morder a las personas. Por eso, todos los vampiros que vivían en el castillo pensaban que Fermín era un debilucho y que leer libros no era cosa de vampiros.


Un día, el cartero dejo una extraña carta por debajo de la puerta del castillo. Los vampiros abrieron enseguida la carta, pero no entendieron nada, porque no sabían leer. Entonces, uno de ellos preguntó: -¿Dónde está Fermín? Entre todos los vampiros sacaron a Fermín de su ataúd y le dieron la carta para que la leyera.


Estimados vampiros: El dĂ­a trece de este mes, deberĂĄn abandonar el castillo. Si se niegan a marcharse, las personas del pueblo les echarĂĄn a patadas. Un saludo, El alcalde


Los vampiros se pusieron a lloriquear. -¿Qué haremos si nos echan de nuestro castillo? Entonces, Fermín les dijo: -¿Quiénes son ahora los vampiros debiluchos?, ¿eh? No podemos perder el tiempo. Hay que organizarse para que no nos echen del castillo. Y todos los vampiros se pusieron manos a la obra.


Primero, Fermín escribió unos carteles con letras bonitas que decían: LOS VAMPIROS LES INVITAN AL CONCURSO “EL CASTILLO PARA EL MÁS LISTILLO”. LAS PERSONAS QUE SEAN MUY LISTAS Y QUIERAN VIVIR PARA SIEMPRE EN EL CASTILLO, PODRÁN LOGRARLO EL DÍA 13. AL FINAL DE LA NOCHE, SE ENTREGARÁN LAS LLAVES AL GANADOR. Luego, Fermín pegó los carteles por todo el pueblo y esperó a que llegara el día señalado.


La noche del dĂ­a trece, el castillo estaba lleno de personas dispuestas a ganar el concurso. A las doce, FermĂ­n dijo por el micrĂłfono:


- Los concursantes propondrĂĄn una adivinanza y yo propondrĂŠ otra a cada uno de ellos. Quien acierte todas ganarĂĄ las llaves.


A las personas del pueblo les pareci贸 f谩cil ganar. Una se帽ora con gafas propuso la primera adivinanza: BLANCA POR DENTRO, VERDE POR FUERA. SI QUIERES QUE TE LO DIGA, ESPERA. - Una pera -grit贸 el vampiro.


Luego, un señor con sombrero propuso: ALTO, ALTO COMO UN PINO, Y PESA MENOS QUE UN COMINO. -El humo -respondió Fermín.


Aquella noche, Fermín resolvió mil adivinanzas ante el asombro de los otros vampiros. Cuando llegó su turno, dijo: UN PLATO DE AVELLANAS, QUE DE DÍA SE RECOGE Y DE NOCHE SE DERRAMA. Nadie sabía la respuesta, así que se dieron por vencidos.


Fermín dio la respuesta: -¡Son las estrellas! Y el vampiro debilucho y todos los demás vampiros se quedaron con las llaves del castillo y nadie del pueblo volvió a molestarles. Los vampiros aprendieron a leer. Y les gustó tanto que leyeron todos los libros de la biblioteca del castillo.


EL CONSEJO DE FERMร N Debes entender que, Aunque grites mucho, No eres mรกs valiente Y que leer libros No hace debiluchos Sino inteligentes.


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