Corre, Conejo

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corre,conejo

treinta y quince y diario de reflexión, zacatecas, zacatecas, méxico, julio–agosto de 2017

número 109

ejemplar gratuito prohibida su venta

Especial

y a c i n c o b r u t a l e s t o r v a s d é c a d a s y a d e l a b r u t a l o c u p a c i ó n j u d í a d e p a l e s t i n a...

(De la poesía y) De la música del Verano del Amor (1967) «There’s music on Clinton Street all through the evening» (Leonard Cohen)... ( sigue en las páginas 3 y 4


notas de–notas Identifican a una serpiente alada Dentro de un enorme sumidero (cuya compleja génesis se remonta a un promedio de alrededor de

s u a v e s

* incunable: bebé rebelde * la micro y la mediana historia * el peso mexicano es peso mosca * es un comprador de biblias de puerta en puerta * margarita, rosa y dalia ganaron los juegos florales * impronta: trabajo rápido * se solapa la crítica de solapa * la jerga es el trapeador del idioma * me debes una letra, pero tú tienes la palabra * que theodor adorno tenía una biblioteca de adorno

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periquetes

corre, canijo

cinco millones de años), localizado en el famoso yacimiento de residuos fósiles Grey, en el estado de Tennessee, un grupo de científicos estadounidenses acaba de descubrir los restos de una asombrosa «serpiente alada». En efecto: se trata de una especie de serpiente desconocida en los registros respectivos disponibles hasta ahora que cuenta con protuberancias diversas en forma de alas en sus vértebras, de allí que se le clasificara como una «serpiente alada», aunque probablemente no estuviera en aptitud de volar, de acuerdo con el dictamen de un adicional grupo de científicos de las universidades de Pennsylvania y de Tennessee. Los restos de la aludida serpiente se encontraban entre cientos de heterogéneos fósiles de serpiente congregados en el mismo yacimiento y, luego de un exhaustivo estudio (apenas y hace falta decirlo: de ineludible carácter interdisciplinario), los científicos de ambas universidades concluyeron en que las protuberancias de sus vértebras no coinciden con respecto de ninguna otra especie de serpiente conocida, contemporánea o extinta. En un extenso artículo aparecido en la prestigiada revista Journal Of Herpetology, suscrito por el conjunto de estos científicos, coordinados por el paleontólogo Steven Jasinski (también experto biólogo y zoólogo), del Departamento de Tierra y Ciencias Ambientales de la Universidad de Pennsylvania, se postuló entonces que esta asombrosa serpiente constituía un nuevo género y una nueva especie, en razón de lo cual se le denominó Zilantophis schuberti. Zilantophis (nombre de una serpiente alada propia de la mitología tártara) medía entre treinta y cuarenta centímetros de largo y llevaba únicamente amplias protuberancias a manera de alas sobre cada uno de los extremos de sus vértebras, donde se cree que pudieron haberse unido los músculos de la poderosa espalda. (NotiSamex).

libros & discos arte & videos & café Callejón del Santero 113 Teléfono: ( 01 492 ) 92 422 92 Zacatecas, Zacatecas

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El denominado Verano del Amor (1967) cumple ahora mismo cincuenta breves largas décadas

de estar alrededor de nuestra contemporánea historia, cultura, entre nosotros. Para celebrarlo Corre, Conejo le ofrece aquí a sus lectores un muy sucinto recuento de la buena música que sonaba y que resonaba de abajo arriba y/o de arriba abajo hacia aquel entonces: imprescindibles singles y/o albums afortunadamente todavía cautivos, próximos, familiares. Que los recuerden. Que los disfruten.

Los singles:

«98.6», Keith «White Rabbit», Jefferson Airplane «The Beat Goes On», Sonny & Cher «Girl, You’ll Be A Woman Soon», Neil Diamond «I Dig Rock And Roll Music», Peter, Paul And Mary «Little Ole Man (Uptight, Everything’s Alright)», Bill Cosby «Daydream Believer», The Monkees «I Can See For Miles», The Who

«To Sir With Love», Lulu «The Letter», The Box Tops «Ode To Billie Joe», Bobbie Gentry «Windy», The Association «I’m A Believer», The Monkees «Light My Fire», The Doors «Somethin’ Stupid», Frank & Nancy Sinatra «Happy Together», The Turtles «Groovin’», The Rascals «Can’t Take My Eyes Off You», Frankie Valli «Little Bit O’ Soul», The Music Explosion «I Think We’re Alone Now», Tommy James And The Shondells «Respect», Aretha Franklin «Kind Of A Drag», The Buckinghams «Never My Love», The Association «Incense And Peppermints», Strawberry Alarm Clock «Ruby Tuesday», The Rolling Stones «For What It’s Worth», Buffalo Springfield «Gimme Little Sign», Brenton Wood «The Happening», The Supremes «All You Need Is Love», The Beatles «Release Me», Engelbert Humperdinck «Somebody To Love», Jefferson Airplane «Brown Eyed Girl», Van Morrison «A Whiter Shade Of Pale», Procol Harum «Silence Is Golden», The Tremeloes «Up, Up and Away», The 5th Dimension «San Francisco (Be Sure To Wear Flowers In Your Hair)», Scott McKenzie «The Rain, The Park & Other Things», The Cowsills «There’s A Kind Of Hush», Herman’s Hermits «Mercy, Mercy, Mercy», The Buckinghams «(Your Love Keeps Lifting Me) Higher and Higher», Jackie Wilson «Penny Lane», The Beatles «Georgy Girl», The Seekers «A Little Bit Me, A Little Bit You», The Monkees «Dedicated To The One I Love», The Mamas & The Papas «Carrie Anne», The Hollies «Friday On My Mind», The Easybeats «Soul Finger», The Bar–Kays «Gimme Some Lovin’», The Spencer Davis Group

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Los albums:

A Gift From A Flower To A Garden, Donovan Absolutely Free, The Mothers Of Invention After Bathing At Baxter’s, Jefferson Airplane Aretha Arrives, Aretha Franklin Are You Experienced, The Jimi Hendrix Experience Axis: Bold As Love, The Jimi Hendrix Experience Bee Gees’ 1s, Bee Gees Best Of The Beach Boys Vol. 2, The Beach Boys Between The Buttons, The Rolling Stones Big Brother And The Holding Company, Big Brother And The Holding Company Blowin’ Your Mind!, Van Morrison Bob Dylan’s Greatest Hits, Bob Dylan Born Under A Bad Sign, Albert King Buffalo Springfield Again, Buffalo Springfield Cry Softly Lonely One, Roy Orbison David Bowie, David Bowie Days Of Future Passed, The Moody Blues Disraeli Gears, Cream Double Trouble, Elvis Presley Flowers, The Rolling Stones Forever Changes, Love Happy Together, The Turtles Headquarters, The Monkees Hello, I’m Dolly, Dolly Parton Joan, Joan Baez John Wesley Harding, Bob Dylan Johnny Cash’s Greatest Hits, Vol.1, Johnny Cash Little Games, The Yardbirds Love Of The Common People , Waylon Jennings Magical Mystery Tour, The Beatles Matthew And Son, Cat Stevens

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Mellow Yellow, Donovan Pisces, Aquarius, Capricorn & Jones Ltd., The Monkees Procol Harum, Procol Harum Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, The Beatles Small Faces, Small Faces Smiley Smile, The Beach Boys Something Else By The Kinks, The Kinks Songs Of Leonard Cohen, Leonard Cohen Strange Days, The Doors Surrealistic Pillow, Jefferson Airplane

Ten Years After, Ten Years After The Doors, The Doors The Grateful Dead, Grateful Dead The Party’s Over And Other Great Willie Nelson Songs, Willie Nelson The Piper At The Gates Of Dawn , Pink Floyd The Velvet Underground And Nico , Velvet Underground The Who Sell Out, The Who Their Satanic Majesties Request, The Rolling Stones

De Billboard Year–End Hot 100 Singles Of 1967; y de Albums Of 1967; de la nota y de la selección: José de Jesús Sampedro

Una gragea [Henry David Thoreau: medio aforismos, V/XV] m) «El objetivo de un obrero no debería de fundamentarse sólo en ganarse la vida (...), sino en llevar a cabo bien determinado trabajo»; n) «No contrates nunca a un hombre que lleva a cabo su trabajo fundamentándolo sólo en el amor al dinero: contrata a un hombre que lo fundamente sólo en el amor al trabajo»; ñ) «[Pero] qué notable resulta aquí constatar que casi no hay nada escrito acerca del tema de cómo ganarse la vida, o de cómo hacer del hecho de ganarse la vida algo honesto, honorable, algo agradable, glorioso»... (De «Life Without Principle»; versiones: José de Jesús Sampedro)

Una gragea [Top Tren, 1] —No importa cuál tren de vida abordes, todos te llevarán a la estación de la muerte —De la infancia: la vuelta al mundo en ochenta vías (del tren a control remoto) —A bordo del tren todos somos muy vagones Gabriela Ortiz Quintero

Noticia La Gualdra, suplemento cultural de La Jornada Zacatecas, recientemente alcanzó sus primeros trescientos números; pluralidad, calidad, constancia. Corre, Conejo se aúna y de inmediato al festejo... (sj)

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Sin aliento ¿Un algoritmo surrealista?

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Google ha creado un sorprendente algoritmo para procesar imágenes. Lo presenta como un generador de imágenes

oníricas —¿análogas a las generadas durante el sueño profundo? Deep Dream es un software para transformar iconografías ordinarias en visiones que incorporan figuras y formas orgánicas. El proceso puede ser iterativo. Aquí va el enlace: https://deepdreamgenerator.com/generator. Precaución, también podría ser adictivo. Este algoritmo constituye una red neuronal artificial previamente entrenada —modelando la evolutiva experiencia visual del cerebro humano— en la identificación de imágenes y en la creación de patrones de transformación. El procedimiento simula el funcionamiento del sistema nervioso y es capaz de auto mejorarse. En este caso, la red neuronal toma decisiones y analiza por sí misma una imagen, involucrando sus capas por nivel de complejidad. Lo que hace cada capa, y el por qué de un modo o de otro de organizar la información, no parece estar lo suficientemente claro. Es demasiado pronto como para afirmar que el resultado es el sueño de una inteligencia artificial, pues no hay espontaneidad y no basta que las escenas sean similares a las fantasías o a las alucinaciones de los seres humanos. Hoy, cuando Sigmund Freud ha sido radicalmente superado por las ciencias neuronales y cognitivas, se ha confirmado el conocido aforismo: «Los ojos ven lo que el cerebro quiere». Cuando se sueña, ciertas células nerviosas comienzan la generación de imágenes al activar los centros visuales del cerebro. Las evidencias fisiológicas advierten que el cerebro humano es un generador de estados oníricos. Según alcanzo a traducir del blog de investigación de Google —Incepcionismo: profundizando en redes neuronales—, la expectativa ingenieril es bastante sobria, pero no menos interesante: «Las técnicas aquí presentadas (...) nos hacen preguntarnos si las redes neuronales podrían convertirse en una herramienta para los artistas —una nueva manera de mezclar conceptos visuales— o quizá incluso arrojar un poco de luz sobre las raíces del proceso creativo en general». Al decir de algunos opinantes en Internet, la estética visual de Deep Dream lo emparenta con el impresionismo y con el surrealismo, entre otras expresiones pictóricas. Es inmediata la pregunta: ¿qué tan profundas son las afinidades aparentes? Veamos: «Lo que cualifica, ante todo, la obra surrealista, es el espíritu en el que ha sido concebida. Si se trata de una obra plástica, el valor que le prestamos puede estar en función bien del poder visionario de que da prueba, bien del sentimiento de vida orgánica que de ella se desprende (sin que, de modo sensorial o conceptual, tal vida pueda reducirse al aspecto de tales o de cuales elementos que la componen), bien del secreto de una simbólica nueva que lleve en sí, etcétera» (André Breton, La llave de los campos). Es decir: «(...) no se trata fundamentalmente de crear obras de arte, sino de esclarecer la parte no revelada y, sin embargo, revelable, de nuestro ser —en la que toda la belleza, todo el amor, todo el poder que están en nosotros y que apenas y conocemos, resplandecen intensamente—...» (André Breton, Segundo manifiesto del surrealismo). Si bien la plasticidad de aquello entregado por Deep Dream podría generar cierto encanto, parece faltar el poder perturbador que subvierte el espacio mental del espectador y que lo desorienta para hacerlo partícipe de la intención de la obra. ¿Esto excluye la posibilidad de que alguien, utilizando este recurso, pudiera crear una obra con genuino carácter surrealista? Por supuesto que no. Siempre es posible la transfiguración de la realidad sensible por medio de la visión interior del usuario. Las posibilidades de experimentación son infinitas e inconcebibles: quién sabe, podría surgir «la bola de agua centelleante que flota (...) por encima del reino de los pájaros» ( Jean Ferry). Coda. Desde otro punto de vista, pareciera que Deep Dream es un indicio de que vamos en la ruta pronosticada por Raymond Kurzweil en su libro La era de las máquinas espirituales o, más recientemente, en su trascendental La singularidad está cerca. Es pertinente preguntarse si la aproximación de las trayectorias de las capacidades humanas y de las simuladas por una máquina será asintótica o si —como lo pronostica Kurzweil— ambos itinerarios, en algún momento, llegarán a cruzarse.

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Mi Sherlock Holmes, la tía Consuelo ¿Cuántas hojas de mis libretas podría yo llenar narrando en ellas anécdotas de mi tía Consuelo, hermana de mi

madre, madre de mi hermano Gerardo Alberto y madre también de todos nosotros, es decir, de mis hermanas, de mis hermanos? No serían suficientes las hojas de las múltiples libretas que guardo en mi escritorio. Mi Sherlock Holmes, la tía Consuelo. Chelo, como se les llama afectuosamente a quienes se llaman como ella. Desde mi adolescencia entonces me recuerdo diciéndole Chelo y agregándole al Chelo el Holmes, en referencia al nombre del detective de Arthur Conan Doyle, el célebre Sherlock Holmes: Chelo Holmes, todo esto a causa de su empleo de joven abogada como agente del Ministerio Público. Recuerdo aquí una anécdota que le divertía aún cuando se la recordaba: durante la época en que los hippies estaban de moda, también yo me dejé crecer el cabello hasta más allá de los hombros. Era entonces todo un hippie de pachuli y de camisas coloridas. En cierta ocasión, Chelo me pidió que le ayudara a rescatar una moneda que, supuestamente, se encontraba debajo de un ropero. Le ayudé, tirándome de panza en el suelo a buscarla. Antes de levantarme y de decirle que allí no había ninguna moneda, unas sorpresivas tijeras, más que diestras en sus manos, cortaron un nutrido mechón de mi cabello. Por cierto: cuando fue agente del Ministerio Público, Chelo me llevaba a algunas de las diligencias que ella debía atender, incluso de madrugada. Creo que así fue como aprendí a familiarizarme con el dolor y a comprender a las personas en lo más humano posible. Y recuerdo aquí también esta imagen: yo encima de un autobús y Chelo entregándome un paquete con diez cajetillas de Raleigh, pidiéndome que me cuidara y que no dejara de ponerles un telegrama en cuanto llegara a Puebla. Mi Sherlock Holmes, la tía Consuelo. Anoche entré a verla a la sala del hospital donde permanecía en cuidados intensivos. Apenas me dijo: «Juan». La besé en la mejilla, acaricié su nuca. Le dije que afuera estábamos todos. ¿Cómo, al verla, no regresar a ese tiempo en el que escuchaba a Doris Day, a Dean Martin? ¿Cómo no regresar a aquella taza de Nescafé, a sus traviesas bromas, a la dureza alterna a sus lecciones? ¿Cómo no regresar a su continuo esfuerzo por educarnos íntegramente? Hoy murió mi Sherlock Holmes, la tía Consuelo. Chelo Holmes. Chelo: de seguro te veremos pronto de nuevo...

Zacatecas, Zacatecas, domingo 30 de abril de 2017

Recibimos:

Juan Gerardo Sampedro, Cuaderno Alzhéimer, Ediciones B, México, 2017, 198 pp.

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PLATA excelencia en radio

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UN ENSAYO QUE ALUDE A MICHEL FOUCAULT; Y UN POEMA (3) DE OTTO RENÉ CASTILLO...

Enfermedad: ¿dónde o qué? Arnoldo Kraus

La irrupción de la tecnología médica, la falta de tiempo para atender a los enfermos, sobre

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todo en las instituciones públicas, las modificaciones en la forma de conversar, así como las injerencias de factores externos como industria farmacéutica, abogados y seguros médicos, han generado cambios negativos en la relación entre médicos y pacientes. Ese nuevo tejido, que perjudica a enfermos y a médicos, no es del todo nuevo. El filósofo francés Michel Foucault mostró, hace casi cinco décadas, su preocupación con respecto de los nuevos derroteros de la clínica. En El nacimiento de la clínica. Una arqueología de la mirada médica (Siglo XXI editores, 1966; publicado originalmente en 1963), Foucault afirma que la medicina moderna inicia cuando los doctores cambiaron la pregunta «¿qué le sucede?» por la pregunta «¿dónde le duele?» Siguiendo al malogrado pensador —murió a los cincuenta y siete años de edad—, las cuestiones previas cambiaron conforme los médicos fueron alejándose de los enfermos: la primera pregunta se presta a demasiadas e intricadas explicaciones mientras que la segunda hurga directamente en las causas biológicas. «¿Qué le sucede?» indaga sobre la vida del enfermo; es una cuestión profunda: interesarse requiere tiempo e interés. «¿Dónde le duele?» es una cuestión práctica: atenderla requiere poco tiempo. Cuando se atiende a enfermos, víctimas de cualquier patología, ambas preguntas son igualmente válidas: el dolor, motivo de la consulta, depende no sólo de la afectación orgánica o celular, sino del daño en el entorno propio, en lo que dice el cuerpo y siente el alma, y en los sucesos de la vida del enfermo, con su pareja y con su familia, y con su trabajo, sin obviar los acontecimientos mundiales. La máxima, tan alabada por los viejos clínicos, «no hay enfermedades, hay enfermos», resume, con otras palabras, la idea de Foucault. Separar la enfermedad del enfermo, de las enfermedades del entorno, es erróneo. Frente a quien sufre no es prudente sumar y concluir sin detenerse en otros menesteres. Sumar o restar adecuadamente requiere adentrarse en la vida y en la historia del enfermo —«¿qué le sucede?»—, así como en el presente corto —«¿qué le duele?» Salvo cuando la enfermedad irrumpe con violencia, como lo son los casos de infarto agudo del corazón en jóvenes, tumores diseminados que corroen todo con celeridad o accidentes, la historia personal es crucial para explicar el «pequeño presente», sea dolor, miedo u otros avatares. La visión filosófica de José Ortega y Gasset se aplica adecuadamente a la enfermedad: «El hombre es él y sus circunstancias». Han pasado cincuenta años a partir de la invitación de Foucault. El tiempo le ha dado la razón. La medicina moderna cambió cuando la mirada médica fue presa de otros derroteros. De ahí el subtítulo del libro, Una arqueología de la mirada médica. La mirada y la escucha se han transformado debido al auge de la tecnología y de otros menesteres cuya presencia ha interferido y trastocado tanto el lugar desde donde el médico observa como las maniobras requeridas para diagnosticar. En la actualidad se diagnostica cada vez con mayor frecuencia a partir de la tecnología. Si hoy viviera Foucault, seguramente añadiría a las preguntas previas otras cuestiones «más modernas». La primera es: «¿Qué estudios se ha hecho?» En algunos consultorios se indaga primero en esa área antes de abordar al enfermo. En otros, peor aún, se le solicita al paciente realizar determinados exámenes antes de acudir a la primera cita, situación equivocada: primero debe conocerse a la persona y después diseñar estudios ad hoc. La segunda cuestión: «¿Con cuánto

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dinero se cuenta?», cuando se trata de medicina institucional, proviene de la capacidad del hospital para afrontar los gastos y realizar determinado número de exámenes; cuando se trata de medicina privada, el número y el tipo de pruebas dependerá de las cláusulas del seguro médico y de la capacidad económica del enfermo. Las inquietudes de Foucault, aunadas a la nueva realidad de la medicina moderna, sobre todo de la que se practica en países ricos, auguran, si no el fin de la clínica, sí el ejercicio de una nueva medicina donde la queja del enfermo —diarrea, verrugas, dolor— se erige como un todo mientras que el ser íntimo de la persona desaparece o pasa a un segundo plano. Foucault escribe desde su vida: fue hijo, nieto y bisnieto de médicos. En El nacimiento de la clínica afirma: «La mirada médica es la que abre el secreto de los enfermos». Esa afirmación, cuando se busca comprender lo que ve el médico y lo que observa la tecnología, es vital. La mirada se complementa con el lenguaje. Los clínicos experimentados suman mirada y palabras y después diagnostican. La tecnología, aunque penetra más profundo y percibe lo que el ojo no mira, no tiene la capacidad de significar el valor de las palabras. El médico que trabaja sólo a partir del poder de la tecnología solicita exámenes innecesarios, los cuales, amén de ser costosos y de incrementar la contaminación, pueden dañar. La mirada clínica ha envejecido; ese envejecimiento coloca a los enfermos en otra deriva. Biopoder es un término acuñado por Foucault. Debido al biopoder, la medicina se ejerce desde el poder del médico, a su vez alimentado por un autoritarismo ciego que tiende a despreciar la voluntad del enfermo. El auge del biopoder, tras sepultar la pregunta inicial de los viejos clínicos, «¿qué le sucede»?, augura, sobre todo en los países ricos, el fin de la clínica.

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©Seminario, Revista del Seminario de Cultura Mexicana

[obituario] Chuck Berry (1926–2017); Raymond Kopa (1931–2017); Al Jarreau (1940–2017); Jonathan Demme (1944 –2017); Gregg Allman (1947–2017)...

Días de radio

Trece típicos hits de (snifffffff) 2009

«Gives You Hell»: The All–American Rejects; «You Belong With Me»: Taylor Swift; «Use Somebody»: Kings Of Leon; «Sober»: P!nk; «I Hate This Part»: The Pussycat Dolls; «Gotta Be Somebody»: Nickelback; «Fireflies»: Owl City; «Fallin’ For You»: Colbie Caillat; «Big Green Tractor»: Jason Aldean; «Chicken Fried»: Zac Brown Band; «I Run To You»: Lady Antebellum; «People Are Crazy»: Billy Currington; «Never Say Never »: The Fray...

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Poemas, 3 Otto René Castillo

1. En invierno, una mañana

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Juntos hemos despertado esta mañana de febrero, y nos ha sorprendido tanto el nupcial andar de las horas, que ambos exclamamos, ¡está nevando recio! Y luego sonreímos un beso. Ha nevado toda la noche, dices, y seguirá nevando en mí toda la vida. El invierno comienza a envejecer y suavemente bella es su blancura, pero ya nunca será bella para mí la nieve, si con ella se acerca un solo segundo tu partida. Tu rostro es entonces más hermoso que nunca, y a él cae hondamente mi ternura, esta mañana de febrero, en la ciudad nevada de Berlín. 2. Intención apagada

Llego y toco una mano y la mano que toco tiene dudas. Vengo y veo unos ojos y los ojos que veo tienen llanto. Pregunto por nadie y me responde la ceniza con su enlutado lenguaje.

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Y cuando quiero volver corriendo locamente hacia los ojos azules que me llaman, el alma se me enreda en las torres de la muerte, donde sombras amigas abren sus manos hacia el tiempo. Digo luego una palabra amable y nadie escucha mi voz, acostumbrada al tulipán y acostumbrada al viento. Debo gritar, no hay duda. Seguir gritando, reciamente, hasta que vengan a buscarme para negarme la cascada luminosa de la vida.

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3. Viudo de mundo

Compañeros míos, yo cumplo mi papel luchando con lo mejor que tengo. Qué lástima que tuviera vida tan pequeña, para tragedia tan grande, y para tanto trabajo. No me apena dejaros. Con vosotros queda mi esperanza. Sabéis, me hubiera gustado llegar hasta el final de todos estos ajetreos con vosotros, en medio de júbilo tan alto. Lo imagino y no quisiera marcharme. Pero lo sé, oscuramente me lo dice la sangre con su tímida voz, que muy pronto quedaré viudo de mundo.

De Poesía, Casa de las Américas, La Habana, Cuba, 1989

Nota: Otto René Castillo, poeta, activista y guerrillero, nació en Quetzaltenango, Guatemala, el 25 de abril

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de 1936, y murió el 23 de marzo de 1967 en Zacapa, Guatemala, torturado durante cinco continuos días y luego quemado vivo. Corre, Conejo le rinde aquí un muy modesto tributo. (sj)

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DE CARRERA LARGA Jesús de León

El día en que Fidel Castro bajó a los infiernos

Acabo de despertar de una pesadilla totalmente atípica.

Me quedé dormido viendo el noticiero, aunque antes alcancé a escuchar que Fidel Castro había muerto. Estaba leyendo con la televisión encendida algunos pasajes del Infierno de Dante, y me quedé pensando: «Si Fidel baja a los Infiernos, ¿cuál será el suplicio que el Diablo le tiene reservado? ¿Cuál será el suplicio que sufra un político condenado al Infierno? Mi subconsciente comenzó a trabajar. Soñé que entraba a un elevador en un centro nocturno. Busqué la puerta del baño de hombres y, creyendo que me encontraba varios pisos más abajo (he visitado antros muy raros), acabé saliendo al Infierno para Políticos. En cuanto vi al primer diablo, exclamé: —Si usted trabaja aquí, por favor dígame dónde está el baño. Tenga piedad, aún no estoy muerto. El repentino diablo sonrió y dijo: —Descuide, ya lo sabemos. En ocasiones dejamos que los escritores visiten en sueños el Infierno. El último que estuvo por aquí fue Francisco de Quevedo. Quería quedarse como voluntario, pero no lo dejamos. Ya verá. Sígame. Entramos al Infierno para Políticos. Como los diablos no saben de política ni les importa, los pusieron a todos juntos, valiéndoles un cacahuate si eran de Derecha, de Izquierda, liberales, conservadores, o qué... Para ellos un político, por el mero hecho de serlo, merece el Infierno. Los políticos no van al Cielo. —¿Y qué clase de suplicios le aplican a los políticos? —le pregunté a mi guía. El diablo aquel soltó un resoplido de burla y dijo: —Sólo uno, pero muy efectivo. Vi entonces a Margaret Thatcher amarrada a un diván de psicoanalista. A su lado, sentada en un mullido sofá, Virginia Woolf leía con lenta y doliente voz su novela Las olas. Francisco Franco estaba enterrado hasta los hombros, con la cabeza de fuera, mientras que Marcelino Menéndez Pelayo daba vueltas a su alrededor,

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disertando acerca de los heterodoxos españoles. Luis Echeverría Álvarez, encadenado a un pupitre, escuchaba una interminable cátedra que Daniel Cosío Villegas le dictaba, basada en los gruesos volúmenes de su Historia moderna de México . Vladímir Ilich Uliánov, alias Lenin, recorría a pie la interminable estepa siberiana llevando a su lado derecho a León Tolstói leyéndole en voz alta Guerra y paz y, al lado izquierdo, a la esposa del novelista leyéndole la versión corregida del mismo tabique interminable. Iósif Stalin era obligado a copiar a mano las obras completas de los formalistas rusos mientras tenía que soplarse al mismo tiempo una y otra vez la película Doctor Zhivago. Mao Zedong debía utilizar suéteres con cuello de su mismo nombre y reescribía sus cinco tesis filosóficas en forma de haikús, vigilado por el poeta Matsuo Basho, quien cada que leía un haikú de Mao, lo rompía y le decía: «Está mal hecho, vuélvelo a escribir». El líder comunista hacía pucheros: «Como se nota que usted no ama a Mao», respondía. Los gemidos de dolor y los aullidos de desesperación de los políticos eran desgarradores. Me moría de curiosidad por preguntar: «¿Y cuál será el suplicio de Fidel Castro?» Mi guía esbozó una sonrisa de barracuda. —¿Se acuerda usted de José Lezama Lima, aquel poeta cubano que al morir pesaba como doscientos kilos? Aquí lo hicimos engordar hasta que pesara mil y Fidel va a tener que cargarlo durante todo el tiempo que se tarde en leer la primera edición de la novela Paradiso, que está tan llena de erratas y que es tan larga que nadie puede terminar de leerla sin que le sobrevenga una embolia. Ante semejante suplicio me dieron ganas de salir del Infierno para Políticos, así que le pregunté al icónico diablo dónde estaba la salida y él, que se esmeraba en asustarme, me dijo:

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—Usted llegó hasta aquí en elevador, de manera que lo regresaremos en catapulta. Pero no se vaya muy lejos: vamos a necesitarlo como suplicio para dos hermanitos ex gobernadores coahuilenses que andan por allí. Le pedimos el favor a Julio Torri, pero él dijo que estaba muy entretenido con un cierto Óscar, que nos cayó ya hace tiempo. Usted es de Saltillo. ¿Qué sabe exactamente de eso? —Yo no me meto en política. Sólo me dedico a lo mío. —Eso dicen todos. Ándele, trépese, trépese. Voy a lanzarlo. Cuando desperté, lo primero que hice fue saltar de la cama y correr al baño. Traía ganas de orinar. Mi pareja estaba viendo la TV en el momento en que empezaban a transmitir los funerales de Fidel. —¿Sabías que convertirán en cenizas el cadáver de Castro? —me comentó—. No le quieren mostrar el cuerpo a nadie. —No me extraña —le dije, mientras me terminaba de acomodar el asunto dentro de la bragueta—. Con

toda seguridad quedó tan remolido por las mastodónticas nalgas de Lezama Lima que habrán tenido que recogerlo con espátula. ¡Cosa más grande, caballero! —rematé, pensando siempre en el poeta más grande —y más pesado— de Cuba. Y, hablando de estos temas ultra terrenos, ahora que Castro comenzó ya su camino al olvido, valdría la pena actualizar el tópico y preguntarse qué suplicio infernal le corresponderá a Donald Trump. ¿Lo obligarán a vivir con un beatnik? ¿Tendrá que recortar las interminables barbas de Walt Whitman mientras éste declama sus Hojas de hierba, en edición completa y crítica, anotada por eruditos de Harvard? ¿Quedará condenado a vestir permanentemente de china poblana y a trabajar en un restaurante de tacos y de sopes en Tijuana? Es difícil imaginar un suplicio más cruel que el de nuestros paisanos, padeciendo por su culpa. Pero ya que Trump está tan obsesionado en mandar a todo el mundo de este lado de la frontera, me permito una sugerencia: ¿por qué no nos envía mejor a Ivanka antes de que el canadiense Justin Trudeau se la lleve?

Una gragea [Medio aforismos que recopiló encontró Adolfo Bioy Casares, V/X] La vida consiste en salir de las cosas (Benjamin Constant, en una carta dirigida a Madame de Nassau, circa 1808). Rara vez hago promesas, pero cuando las hago no las cumplo (Jules Renard, Journal, 24 de enero de 1893).

En cuanto a la manera de aburrir, todo hombre es original, fácilmente (Thomas de Quincey, Writings, XIII, 32). (Citado por Luis Miguel Aguilar en «Bioyismos de otros», Milenio, miércoles 3 de septiembre de 2014)

Una gragea [De Dedicado al rey Wen por razones relativamente obvias, V /X] La navaja de luz que corta el vaso. La madera. La imagen de un zapato a la mitad del lago./ ¿Algo qué decir?/ Un discurso de libélulas amargas./ La ciudad como lluvia de cristal en un cilindro./ Las palabras arrojadas al tapete del amor como si fueran dados./ Entre burlas y veras./ El camino es complicado como un laberinto en el muro más antiguo o en la tersa superficie de la sopa./ La marea de polvo azota la escollera de esta ciudad en el desierto. ¿Algo qué decir? —Nada.

Norberto de la Torre

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Seguridad social, «lo más inseguro que existe»

La seguridad social solidaria se encuentra ahora en la

picota. Las reformas ocurridas en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS; 1997 y 2002), y la reforma ocurrida en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado ( ISSSTE; 2007), han desfavorecido al derechohabiente, lo que demuestra que la seguridad social también refleja las circunstancias cívicas del momento: ante el reflujo de la movilización popular y los desesperanzadores efectos propios de la crisis, congruente con la propuesta del capital, el Estado despoja a la seguridad social de sus contenidos más solidarios. Ahora bien: la seguridad social constituye un derecho humano irrenunciable e inalienable. Fue catalogada así según un resolutivo de la Organización de las Naciones Unidas de 1948 (Declaración Universal de los Derechos Humanos, un documento plagado sólo de buenos deseos y de ilusorios propósitos bajo la realidad capitalista). Constituye un servicio invaluable que no se puede medir en relación con su precio, por más alto que éste sea (y, en efecto, la seguridad social no sólo vale, sino que cuesta, y cuesta caro porque no se trata de una dádiva concedida graciosamente al derechohabiente). El servicio de la seguridad social no es ni nunca ha sido gratuito: por lo común, su sostenimiento es de índole tripartita, ello a través de aportaciones específicas. (Hay una excepción histórica, y se refiere a la extinta Unión Soviética, donde la seguridad social era verdaderamente gratuita, a excepción del seguro en contra del desempleo, considerando que la última bolsa de trabajo fue cerrada en 1930: es decir, que el desempleo no existía.) En términos coloquiales, la seguridad social constituye asimismo una especie de club al que sólo acceden los sujetos y los grupos que la legislación determina, según la forma y el fondo que la ley–marco que la rige contempla por medio de prestaciones en especie y en dinero, obviamente a condición de cumplir con todos los requisitos preestablecidos.

Ello significa que la mayoría de la población trabajadora en México (alrededor del 65% de la población económicamente activa, de acuerdo con el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México) no tiene todavía acceso al servicio de la seguridad social. Para expresarlo en otras palabras: todavía no es posible materializar el principio de la universalización del servicio, lo que confirma que el denominado Estado del Bienestar nunca existió realmente en México. Ambas, la vieja y la nueva Ley resultan inconstitucionales en este sentido. Se confirma así también que los derechos laborales son letra muerta ante una realidad que le ha dado la puntilla a los esquemas solidarios del Régimen de Jubilaciones y Pensiones (R JP), que no volverán, por lo menos de la manera como los conocíamos. Surgida de nuestra experiencia revolucionaria de 1910, la seguridad social cristalizaría posteriormente como algo imprescindible en México, y cuyo sustento, fundamento y guía se encuentran en el artículo 123 de la Constitución, apartado A, fracción XXIX, de donde se desprenden las leyes reglamentarias de los cuatro seguros sociales federales que hoy día se brindan: el IMSS (1943) y el ISSSTE (1959), el Instituto de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas (ISSFAM; 1991; el único que se financia enteramente con cargo al erario) y el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (INFONAVIT; 1972). Junto con la Ley Federal del Trabajo de 1970, todo ello conformó un verdadero modelo a seguir para la expedición de leyes obreras y de seguridad social en el contexto latinoamericano. Hoy, a contracorriente de sus impresionantes logros, tanto el R JP como la seguridad social (aunque no sólo en México) están colapsados por distintos factores que han incidido en su desarrollo, generando así también su inestabilidad financiera. En síntesis, todos los esquemas de la seguridad social están en un momento coyuntural

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crítico, decisivo («hoy en día», afirma Ángel Guillermo Ruiz Moreno, «en pleno siglo XXI, la seguridad social en el mundo entero es algo de lo más inseguro que existe») y, de no corregirse sus problemas estructurales, corren el riesgo de su quiebra definitiva. Hago hincapié aquí en las múltiples aristas del espinoso tema de la seguridad social, lo que en su conjunto explican (no justifican) que se encuentre ahora en la picota: a) Desde los diversos logros científicos que influyeron en los avances de la medicina y que prolongaron la esperanza de vida de las personas hasta la disminución drástica de las fuentes de empleo formal, lo que afecta el ingreso de los aportes para el normal funcionamiento de los esquemas de la propia seguridad social. b) Desde la falta de previsión de lo que la Ley denomina dependencias, entre ellas las universitarias, para conformar los fondos de reserva financieros respectivos, hasta el incumplimiento en el pago de cuotas. (En este sentido, los principales deudores lo son el Gobierno de la Ciudad de México y el gobierno de Baja California Sur.) c) Desde la política de topes salariales, cuya aplicación ha reducido las cuotas obreras (la gran masa de afiliados al régimen del Sistema de Ahorro para el Retiro, SAR, se ubica en el rango de entre uno a tres salarios mínimos) hasta el aumento de beneficiarios con derecho a pensión completa y dinámica sin el soporte financiero que debería contemplar el subsidio público a las instituciones. (Los contratos colectivos de trabajo se firman entre las partes patronal y sindical, pero sin el aval del gobierno federal, que es su fundamental garante en el rubro de la propia seguridad social.) d) Lo básico: la realidad erosionó al modelo. La realidad es más sabia que el derecho. Los juristas dicen: «El hecho precede al derecho», y lo mismo el ciclo económico que la modalidad de reproducción del capital y sus políticas económicas consiguientes, son cambiantes, distintas de aquellos que sustentaron el modelo de una seguridad social solidaria, colectiva y de beneficio definido, vigente durante más de medio siglo y sustituido en 1997 en el IMSS y en 2007 en el ISSSTE. Esto se expresa en un sensible cambio en lo que se refiere a la correlación de fuerzas favorable al poder, en la dispersión de la izquierda, en una relativa desmovilización popular y, en fin, en las específicas políticas públicas que secuestran el ámbito social. Querámoslo o no, vivimos en un México casi opuesto al México del que surgió el IMSS en 1943 y el ISSSTE en 1959. Aceptemos cuando menos entonces que el sistema de la seguridad social experimenta ahora dificultades para afrontar su primordial reto: atender al creciente número de pensionados en relación con el trabajador en activo, para lo cual requiere de un mecanismo financiero viable, factible y empíricamente probado, que parta de la premisa de la Organización Internacional del Trabajo: «Ni necesidad sin pensión ni pensión sin necesidad». Cumplir con esta consigna implica universalizar el derecho a la seguridad social.

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La privatización del R JP (ello a través de la legitimidad del SAR) avanza incontenible, pero es ilegítima y moralmente inaceptable por las siguientes razones: a) porque se pierde la esencia solidaria de la seguridad social; b) porque sin la injerencia, el control y el compromiso del Estado no es factible darle viabilidad a ningún esquema pensionario (afirma Fernando Suárez: «En materia de pensiones, si el Estado no puede, entonces nadie puede»); y, c) porque asimismo tampoco es factible, con arreglo a derecho (artículo 33 de la Ley Federal del Trabajo), renunciar a percibir una jubilación o una pensión por retiro de la vida activa, ya sea por edad, por años de servicio o por alguna otra causa que le impida a una persona continuar trabajando, y que ninguna institución privada tiene la capacidad de satisfacer. Ante los problemas financieros (al parecer ahora irresolubles) que padece la seguridad social, el Estado simplemente decidió rehuir a su responsabilidad: desechó el régimen solidario en que se fundamentaba su gestión y se adhirió al planteamiento de las Cuentas Individuales de Capitalización, lo que en los hechos equivale a delegar asuntos públicos a una esfera privada, ésta con un afán de lucro que la vuelve un atractivo negocio desde la perspectiva de los interesados en invertir en ella, puesto que el flujo de los recursos contemporáneamente se concentran en las Administradoras de Fondos para el Retiro, aunque ostenten el carácter de públicas, como por ejemplo el Fondo Nacional de Pensiones de los Trabajadores al Servicio del Estado. Ya se encuentra en el Congreso federal incluso una iniciativa (inspirada en una propuesta de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) orientada a cambiar nuevamente la legislación con el solo propósito de homologar a los trabajadores adscritos al régimen previo a la reforma de 1997 (Ley de 1973) con los adscritos a partir de las modificaciones impulsadas durante la presidencia de Ernesto Zedillo. Hago hincapié también en que la seguridad social (como la seguridad nacional y como la salud pública) es un asunto que le compete sólo al Estado y en que es responsabilidad inexorable sólo de éste. Consecuentemente, ninguna institución debiera hoy asumirla puesto que presupone un enorme riesgo y un enorme sacrificio presupuestal, ni tiene porqué hacerlo, puesto que para ello es necesario que existan esquemas nacionales de seguridad social y entidades públicas que la brinden mediante el soporte del Estado. Menos aún debieran hacerlo hoy las universidades públicas, ya que sin la injerencia directa del Estado no hay garantía de nada. He aquí el marco de bronce entonces que circunscribe ahora a este problema. En efecto: dentro de los diversos modelos de seguridad social solidarios es el Estado quien juega una legitimación social básica, de suerte que sin él cualquier otro modelo en la materia está condenado a fracasar tarde o temprano.

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La rotativa «Cantemos otra canción, muchachos: ésta se ha tornado vieja y agria»...

Alain Derbez

«There’s music on Clinton Street all through the evening» (Leonard Cohen, «Famous Blue Raincoat»)

Un día después de que la música en la calle Clinton fue interrumpida de manera abrupta con

flores para Hitler, una noticia más segó ciegas esperanzas: murió Leonard Cohen. Tenía ochenta y dos. No hubo fiesta ni motivo en el lado de acá y, sin embargo, en el mundo que apela aún por sentimiento y por cordura, impera vestida de orfandad, cruda, desnuda, cacofónica, la peor de las resacas. Vendrán, por supuesto, los homenajes de los homenajeadores oficiales, algunas frases huecas de los dueños del vacío, la paja para cumplimentar el aparato y formar laberintos de feria en la encrucijada de no tener muy claro en qué sección del diario insertar la necrológica que hable del novelista, del poeta, del cantor, del traductor, del monje zen, del montrealense, del canadiense, del lorquiano padre de Lorca, irónico como serio, crítico como sensato, ácido y bueno (¿espectáculos, cultura, internacionales, avisos personales o cartas del lector?) Pero esta sensación de soledad difícil, pegajosa, sólo tal vez el tiempo pueda, si no aliviarla, sí disimular esa cicatriz que dejan las batallas perdidas otra vez en contra de la muerte. Y uno se vuelve a preguntar: «¿Por qué? ¿Por qué alguien como él? ¿Por qué él y por qué no aquellos?» Y uno insulta. Y uno pierde la calma mirando a los sobrevivientes del lado de allá festinar en su juego favorito, su habitual clisé, las miserias brincoteando en el roof garden del poder... Allá ellos, allá. Y uno aquí recupera una brizna de sosiego sin recomponerse del todo, pero con la impresión de que las heridas se restañan lenta, muy lentamente, gracias a esa voz grave y más grave cada vez, gracias a esa lectura y a esa biografía que forma parte de la nuestra, los hermosos vencidos. Ha muerto Leonard Cohen. Y no: no muere Leonard Cohen. Lo sabemos. Lo sentimos. Cantamos, traducimos. «Te necesito. No te necesito. Y toda esa verborragia»... Escuchemos, escuchamos lo que tuvo que decir y dice «con el don de esa áurea voz pagando el alquiler día tras día en la torre de la canción». Sigamos escuchando, leyendo, cantando acompañados: «Dónde están los poemas que me alejaron de todo lo que amaba para llegar a donde estoy desnudo con la idea de encontrarte» (Leonard Cohen, The Energy Of Slaves). «Let’s sing another song, boys: this one has grown old and bitter»...

2016

Recibimos: Blanco Móvil

#136–137, México, invierno–primavera 2017, 88 pp.

SINDICATO DEL PERSONAL ACADÉMICO UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE ZACATECAS j

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Los anos maravillosos 1975 De izquierda a derecha: Juan Alcalá Frías, Cenobio García Reyes, Arturo Burnes Ortiz, Salvador González Leaños; evaluando, reflexionando...

memorabilia: metáforas

Mascotas Corre, Conejo: Luis Fernando

Jerry Garcia y Carolyn Mountain Girl 1967; fotografía: Jim Marshall

corre, conejo Coordinador

José de Jesús Sampedro Consejo Benjamín Arellano Valdés, José Alberto Barrón Hernández, Arturo Burnes Ortiz, Rogelio Cárdenas Hernández, Ramiro Castañeda García, José Enciso Contreras, Javier Enríquez Félix, Juan Enríquez Félix, Miguel Esparza Flores, Sergio Espinosa Proa, Francisco Flores Sandoval, Heliodoro Flores Zúñiga, Cenobio García Reyes, Carlos Ulises Girón Sifuentes, René Lara Ramos, Luis Medina Lizalde, Gema Alejandrina Mercado Sánchez, Eligio Meza Padilla, Carlos Montes de Oca Hernández, Óscar Pérez Veyna, Antonio Ramírez Ramos, Gilberto del Real Ruedas, Juan Manuel Rodríguez Valadez, Víctor Hugo Rodríguez Bécquer, Benjamín Romo Moreno, Gustavo de la Rosa Muruato, José Crescenciano Sánchez Pérez, Sóstenes Salvador Segura Dorantes, Juan Francisco Valerio Quintero, Jesús Zúñiga Teniente

Edición Héctor Ávila Ovalle Redacción Georgia Aralú González Pérez Corrección Laura Elena de Jesús Ramírez Ramírez Administración Hermenegildo Pérez Ortiz Distribución Guadalupe Agripina Guerrero Medrano Captura Juan Antonio Rojas García Corre, Conejo es una publicación mensual editada por Dosfilos editores, S.A. de C.V., Callejón del Capulín

202, Colonia Centro, Zacatecas, Zacatecas, 98000 Teléfono (y fax) (01 492) 92 282 88 dosfilos@prodigy.net.mx dosfilos2@yahoo.com.mx Editor responsable José de Jesús Sampedro Martínez Reserva de derechos al uso exclusivo número 04 –2015– 092512522100 –102 ISSN en trámite, otorgados ambos por el Instituto Nacional del Derecho de Autor Licitud de título y de contenido en trámite, otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación Impresión Gráfica Premier, S.A. de C.V., 5 de Febrero 2309, Colonia San Jerónimo Chicahualco, Metepec, Estado de México, 52170 Tiraje 1,000 ejemplares Todos los textos aquí incluidos © y ® por Corre, Conejo

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