Depresión, genética y ambiente una tríada compleja

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n la base de los síntomas de la depresión subyacen factores genéticos y epigenéticos que condicionan alteraciones en los neurotransmisores y mecanismos neurohumorales de la conectividad y funciones neuronales que al final se traducen en alteraciones del adecuado funcionamiento cerebral, más aun en adultos mayores donde el propio envejecimiento fisiológico crea condiciones propicias por lo que es el tema seleccionado para el artículo de hoy. El trastorno depresivo mayor es una de las más frecuentes de «las depresiones», es una patología compleja con disregulación del afecto, estado de ánimo que con frecuencia esta asociado a una disfunción cognitiva, alteraciones del sueño, del apetito, fatiga, anergia y anhedonia a las que pueden acompañar alteraciones metabólicas endocrinas o inflamatorias. La complejidad de las principales funciones que se alteran en la depresión entre las que se encuentran las emociones y las funciones ejecutivas presentan una neurobiología difícil de delimitar en el paciente mayor. La introducción de los antidepresivos a partir de la década de los años 50 del siglo pasado ha puesto de manifiesto la importancia de los sistemas de neurotransmisión en los pacientes con depresión. El conocimiento actual sobre la depresión se puede comparar con la confección de un puzzle o rompecabezas aun no resuelto en su totalidad, cada nuevo aporte de una investigación supone una pieza más que nos permite completarlo y acercarnos a un dominio más profundo de la base de la sintomatología, del tratamiento y de futuras dianas terapéuticas cada vez más eficaces. Existen diferencias entre la depresión de inicio temprano frente a las de inicio tardío, una frecuente asociación de patologías mentales, neurológicas y somáticas relacionadas con la edad como el alzhéimer, párkinson o la diabetes que complican el cuadro fisiopatológico de la depresiones. En las de inicio tardío hay una menor frecuencia de antecedentes familiares, el cuadro suele ser más grave, con más hipocondrías, delirios de tipo somático con predominio de sintomatología gastrointestinal que con frecuencia enmascara el cuadro. Por el contrario en la depresión mayor de inicio precoz el pesimismo y las ideas suicidas son más frecuentes. Todos los seres humanos poseemos una carga genética que nos hace más o menos vulnerables a diferentes factores del entorno y acontecimientos vitales lo que se denomina interacción genoma-ambiente.

DOMINGO 28 MAYO 2017

La opinión del experto. «En las personas mayores los trastornos depresivos son frecuentes y sumamente complejos por su heterogeneidad, están asociados a otras enfermedades e influenciados por el ambiente y la genética». ✒ René de Lamar

Depresión, genética y ambiente. Una tríada compleja

DATOS PRÁCTICOS ■ Los mecanismos fisiopatológicos de la depresión tienen todavía mucho camino por recorrer y las nuevas tecnologías aplicadas a la medicina como la neuroimagen funcional y la genética juegan un papel relevante en su avance. ■ Hallazgos sobre anoma-

lías estructurales y funcionales cerebrales en pacientes deprimidos van generando bases cada día más sólidas sobre el conocimiento de la depresión. ■ En los mayores deprimidos pueden influir mecanismos vasculares e inflamatorios, así como la posibilidad

En estos casos los factores del ambiente, epigenética entre los que ocupa un destacado papel el estrés pueden cambiar la expresión genética en personas vulnerables, modificando su fenotipo y llevando al individuo de la salud a la enfermedad, ejemplos que vemos día a día con mucha frecuencia. Ante esta interacción, algunas personas no vulnerables se adaptan y permanecen sanos mientras que otros responden con patologías somáticas como hipertensión arterial o trastornos mentales. El entorno ambiental, la epigenética hace que en los sujetos vulnerables se expresen diversos genes, que hasta el momento se encontraban silentes, que ponen en mar-

de que la demencia sea precursora de depresión y viceversa. ■ La fisiopatología de las depresiones es un campo complejo pero en los mayores se complica aun más por la comorbilidad y polimedicación. ■ Algunos antidepresivos

cha la síntesis de nuevas proteínas (hormonas y factores neurotróficos ) que actuando sobre sistemas celulares van a provocar respuestas diferentes. Afortunadamente existe la «epigenética positiva» representada por la farmacoterapia, la psicoterapia o terapéuticas físicas lo que nos permite en cierta medida modificar la expresión genética para minimizar la sintomatología depresiva aproximando al paciente a la normalidad. La epigenética terapéutica facilita la expresión de genes silentes protectores o enmudecería los genes despertados por el entorno ambiental patológico como el estrés o el consumo de tóxicos como alcohol o drogas.

pueden estar dotados de propiedades ansiolíticas y algunos antipsicóticos de propiedades antidepresivas. ■ La genética no se puede modificar pero nuestros hábitos de vida y el ambiente si lo que puede influir positivamente en envejecer de forma saludable y exitosa.

«En la base de los síntomas de la depresión subyacen factores genéticos y epigenéticos» «La introducción de los antidepresivos puso de manifiesto la importancia de los sistemas de neurotransmisión en los pacientes con depresión»

La genética de cada persona condiciona la vulnerabilidad, mientras la epigenética ambiental la despierta y la epigenética terapéutica la mitiga, silencia o abole. La carga genética de la depresión no se manifiesta con la contundencia con que lo hace en otras enfermedades mentales como en la esquizofrenia o el trastorno bipolar. La depresión parece estar asociada con alteraciones de múltiples genes de efecto pequeño, por lo que aunque la heredabilidad de la depresión no se cuestiona, los estudios sugieren que la depresión mayor tiene una genética compleja que es poligénica, implicándose genes que codifican factores relacionados con el estrés, las monoamínas, neurotrofinas y con la señalización y función neural del GABA entre otros. Estos genes modifican su expresión por la interacción genoma-ambiente motivadas por diferentes eventos vitales como por ejemplo los abusos en la infancia. La depresión que cursa con estrés se asocia con una disminución del volumen de regiones corticales y límbicas del cerebro, atrofia de neuronas y reducción del número de conexiones sinápticas por lo que puede considerarse un trastorno neurodegenerativo. Esto explica que personas deprimidas comiencen con olvidos y alteraciones cognitivas diversas secundaria a la depresión, que pueden mejorar con el tratamiento antidepresivo. En condiciones normales el organismo responde con la neuroplasticidad, que permite la adaptación ante las alteraciones internas y externas inducidas por el entorno. La neuroplasticidad implica, desde la regulación genética a los cambios que se producen en la transducción de señales intraneurales, modificación del número de sinapsis, variaciones de la liberación de neurotransmisores, generación remodelado y arquitectura de neuronas y dendritas. La neuroplasticidad es necesaria para el aprendizaje y la memoria además de estar relacionada con el humor, la afectividad y las emociones. El medio ambiente en que vivimos tiene un impacto extraordinario sobre la salud de los seres humanos, por lo que en la medida que sea posible debemos tratar de modificar lo negativo, cuanto antes se detecte, mejor y tratar que sea lo más agradable y “benigno” posible mediante las actuaciones que sean necesarias y que están a nuestro alcance. René de Lamar del Risco es doctor especialista en Geriatría y Gerontología, asesor médico de CANARIAS7. Diagnóstico Médico Integral, c/ Diderot , 19 bajo. Tfno. 928 220 474


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