saludable
2 a esperanza de vida se incrementa con un crecimiento continuado e ininterrumpido desde el siglo pasado para ambos sexos. Con un claro predominio femenino en cualquier punto de edad en el que situemos el corte, incluyendo octogenarios, nonagenarios y centenarios, el grupo de los muy mayores es el que más crece. Diferenciar en la práctica clínica lo que es susceptible de mejorar de lo que no, en base a las características y situación objetiva de cada paciente mayor, explicarlo claramente a pacientes y familiares, juega un papel primordial desde diversos puntos de vista, por lo que en base a tan interesante tema estructuramos el artículo de hoy. El mayor es sin lugar a dudas un paciente con problemas paramédicos asociados, generalmente de índole social o económica con repercusión sobre su estado de salud, por lo que su atención y manejo demanda un cuidadoso análisis y tiempo. La pluripatología y la polimedicación es la norma en la población mayor: padecen un elevado número de procesos crónicos que periódicamente pueden presentar agudizaciones e ingieren múltiples fármacos, lo que puede condicionar numerosas consultas e ingresos hospitalarios. Esta situación lógicamente genera preocupación a pacientes y familiares, por lo que aplicar en el análisis la fórmula de la balanza, poniendo a un lado los aspectos cónicos y del otro aquellos agudos o susceptibles de interactuar mejorar y solucionarse, es primordial. Obtener una visión real y objetiva del la situación global y de lo que genera sufrimiento y discapacidad es importante. Son frecuentes en este grupo poblacional los problemas cardiovasculares, incluida la hipertensión arterial, tres de cada cuatro mayores de 65 años; artrosis y osteoporosis, más de la mitad. Un cuarto padece diabetes mellitus tipo II y otro tanto padece enfermedad pulmonar obstructiva crónica. El deterioro cognitivo aumenta exponencialmente con la edad. Por ejemplo, ante la frecuente relación que existe entre cuadros depresivos, deterioro cognitivo y enfermedad de Alzheimer, esclarecer la causa de los síntomas como la frecuente alteración de la memoria diferenciando una entidad de otra puede resultar de gran alivio para el paciente y familiares cuando se trata de procesos susceptibles de mejorar con cambio en los hábitos de vida o tratamiento farmacológico. Las frecuentes alteraciones sensoriales, tanto visuales como auditivas, pueden hacer
La opinión del experto. «Es necesaria y útil la reflexión con efecto balanza ante un paciente mayor con múltiples enfermedades diferenciando lo que se puede curar o mejorar de lo que no por las características de cada proceso».✒ René de Lamar
La importante balanza ante la enfermedad en el mayor
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DOMINGO 8 OCTUBRE 2017
Personas mayores. La acumulación de patologías es muy frecuente y complica el tratamiento.
DATOS PRÁCTICOS ■ La salud es a juicio de los mayores su principal problema y preocupación según todas las encuestas y estudios epidemiológicos. ■ El adulto mayor es el que acude con más frecuencia al médico y el mayor consu-
midor de fármacos. ■ La enfermedad en el mayor se manifiesta de manera diferente al adulto joven con síntomas y signos atípicos. ■ A día de hoy prácticamente un tercio de la vida
pensar en problemas más serios cuando se pueden solucionar con la adecuada intervención para mejorar la visión y la audición, evitando caídas y accidentes. La limitación funcional para poder llevar a cabo sin ayuda las actividades de la vida diaria y la presencia de fragilidad son situaciones que se van produciendo de forma progresiva en la población mayor. El paciente mayor padece más enfermedades, es más vulnerable ante cualquier tipo de agresión, sus mecanismos de defensa son más limitados y su reserva fisiológica
de cualquier adulto mayor la va a pasar en situación de jubilado por lo que cuidar la salud y prevenir la discapacidad es esencial. ■ La edad por si sola no es la clave, lo importante es poder diferenciar la enfer-
es menor. Las enfermedades se implican unas sobre otras en mayor medida que en otras edades, por lo que es fundamental su análisis pormenorizado, lo que permitirá optimizar la terapéutica y evaluar los resultados en el tiempo. En el mayor las enfermedades asientan sobre un organismo envejecido, que ha sufrido cambios inevitables ligados al envejecimiento y los debidos a las distintas enfermedades y agresiones sufridas a lo largo de muchos años de vida. El propio envejecimiento fisiológico hace que la persona sufra una pérdida de la reser-
medad del envejecimiento normal. ■ Es importante ofrecer respuestas especificas a aquellos problemas de salud nuevos, con frecuencia atípicos, complejos, que coexisten con enfermedades crónicas.
«La actitud de una persona mayor ante una enfermedad determinada se ve influida por aspectos de consideración social» «Las expectativas de salud del mayor y sus cuidadores disminuyen a medida que se cumplen años»
va funcional, que es la que permite enfrentarse exitosamente a situaciones de estrés, lo que explica que estímulos de baja intensidad que en otras personas no producirían enfermedad pueden causarla en los mayores. Con frecuencia, los signos y síntomas de una determinada enfermedad varían en los mayores, los instrumentos diagnósticos y los medios terapéuticos se utilizan de forma distinta. Los mayores son el grupo más heterogéneos de la población, por lo que se deben evitar las generalizaciones. En las enfermedades de los mayores también sucede un hecho diferencial, puede fracasar en primer lugar lo más vulnerable, aquel órgano o sistema con menos reserva funcional para responder a un estímulo nocivo, por lo que la enfermedad puede manifestarse en un órgano lejano del que sufre el proceso patológico. Por ejemplo, una infección respiratoria o urinaria puede tardar más en producir síntomas específicos o locales de infección que en deteriorar la situación mental, la marcha y producir caídas. No solo el hecho de enfermar tiene características diferentes en las personas mayores, también varía significativamente la actitud del propio paciente mayor al afrontar la enfermedad, la sociedad en general, la actitud de la familia y de los cuidadores informales. La actitud de una persona mayor ante una enfermedad determinada se ve influida por aspectos de consideración social. El momento elegido para solicitar ayuda depende de la gravedad percibida de cada enfermedad por parte del paciente, del grado de disfunción que le produce, de la existencia de causas alternativas como las enfermedades ya existentes para explicar los síntomas nuevos y la propia idea de la persona sobre el envejecimiento normal y patológico. Las expectativas de salud del mayor y sus cuidadores disminuyen a medida que se cumplen años, la enfermedad se subestima y se subtrata, y procesos que pueden ser reversibles generan sufrimiento innecesario. Siempre que se evalúan pacientes mayores de forma exhaustiva y rigurosa se pueden detectar enfermedades previamente no conocidas y muchas veces tratables, no relacionadas con padecimientos conocidos con los que se pueden relacionar erróneamente esos síntomas. René de Lamar del Risco es doctor especialista en Geriatría y Gerontología, asesor médico de CANARIAS7. Diagnóstico Médico Integral, c/ Diderot , 19 bajo. Tfno. 928 220 474