Vía Crucis 2022

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¿Cómo rezar el Via Crucis?

1 Hacer la señal de la Cruz: Por la señal de la santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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2 Acto de Contrición: Dios mío, me arrepiento de todo corazón de todos mis pecados y los aborrezco, porque al pecar, no sólo merezco las penas establecidas por ti justamente, sino principalmente porque te ofendí, a ti sumo Bien y digno de amor por encima de todas las cosas. Por eso propongo firmemente, con ayuda de tu gracia, confesarme, no pecar más en adelante y huir de toda ocasión de pecado. Amén.

3 Rezo de las estaciones: a. Decir el nombre de la estación. b. Rezar el versículo de introducción. c. Leer el texto de la Sagrada Escritura. d. Leer la meditación. e. Guardar unos momentos de silencio.

4 Respuestas a las estaciones: a. Oraciones tradicionales. b. Cantos. c. Silencio.

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1ª estación

Jesús es condenado a muerte V./: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R./: Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo. Del Evangelio según san Juan (Jn 19,14b-16) Dijo Pilato a los judíos: «Aquí tienen a su rey». Ellos gritaron: «¡Fuera, fuera! ¡Crucifícalo!» Respondió Pilato: «¿A su rey voy a crucificar?» Contestaron los sumos sacerdotes: «No tenemos más rey que el César». Entonces entregó a Jesús para que fuera crucificado. Meditación: Nos encontramos ante la hora decisiva de la vida de Jesús, podemos aceptar su reinado, como Dios Salvador, o rechazarlo, como nos lo cuenta el Evangelio. Aceptar su reinado implica buscar que toda nuestra vida se conforme con su Evangelio, asumir que su persona, su vida y misión, son el centro de nuestra propia existencia. Asumir que Jesús es nuestro rey, el centro de nuestra vida, implica estar con él en la oración y servirlo en los demás.

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2ª estación

Jesús carga con la cruz V./: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R./: Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo. Del Evangelio según san Juan (Jn 19, 16b-17) Tomaron, pues, a Jesús, que cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario, que en hebreo se dice Gólgota. Meditación: Jesús carga libremente con la cruz. Sabemos que le habían condenado a muerte, pero el Señor comprende a fondo el valor de su sacrificio, por eso se entrega libremente; no asume la condena como una carga externa, sino que, por amor a nosotros abraza la cruz, como un acto libre de amor por ti y por mí.

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3ª estación

Jesús cae por primera vez bajo el peso de la cruz V./: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R./: Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo. Del profeta Isaías (Is 54, 4-6) ¡Eran nuestras dolencias las que él llevaba, y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros lo tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado. Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. Él soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus llagas hemos sido curados. Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno marchó por su camino, y el Señor descargó sobre él la culpa de todos nosotros. Meditación: Jesús cae al suelo bajo el peso de la cruz. En esa caída se une a nosotros cuando vemos que el peso de la vida, de los problemas, del trabajo, y muchas veces de los pecados que cometemos, nos impulsan a la tristeza. Jesús, al compartir nuestra caída, es capaz de levantarnos, incluso en aquellos momentos de nuestra vida donde nos parece que nadie nos puede ayudar. Jesús siendo inocente, asume las causas y las consecuencias de nuestro mal. Jesús al caer, está sosteniendo el peso de tu cruz.

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4ª estación

Encuentro con la Virgen V./: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R./: Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo. Del Evangelio según san Lucas (Lc 2,33-35) Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: «Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos». Meditación: Conocemos por experiencia que nadie nos comprende mejor que la persona que nos cuidó desde niños. Saben, con solo mirarnos, cuando estamos alegres o tristes, contentos o enojados, nos conocen en profundidad. De ese modo conoce la Virgen María a Jesús. Sabemos que cuando se lo encontró en el camino al calvario vio en el rostro de su Hijo el rostro de cada uno de nosotros. Ella como nuestra madre sabe cuánto la necesitamos, por eso, ponemos en su corazón aquella preocupación que hoy experimentamos con mayor fuerza en nuestra vida.

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5ª estación

Simón de Cirene ayuda al Señor a llevar la cruz V./: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R./: Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo. Del Evangelio según san Mateo (Mt 27, 32) Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y le obligaron a llevar su cruz. Meditación: Muchas veces en nuestra vida el dolor o la soledad nos desconciertan, no vemos con claridad la causa de tal o cual sufrimiento, simplemente sabemos que forma parte de nuestra vida. Eso le ocurrió a Simón de Cirene. Podemos invertir la lectura de este pasaje, no es Simón quien ayuda a llevar la cruz, sino Jesús quien en ese momento cambió la vida de ese hombre. De este modo, al lado de Jesús bajo la sombra de su cruz, como Simón, todo dolor se vuelve dulce, el temor se disipa, porque experimentamos la dulce mirada de Jesús, que nos sostiene en nuestro camino. Así, el dolor adquiere sentido y comprendemos que ha sido un espacio para conocer a Jesús y dejarnos sostener por Él.

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6ª estación

La Verónica enjuga el rostro de Jesús V./: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R./: Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo. De la segunda carta de san Pablo a los Corintios (II Cor 4,6) Porque el mismo Dios que dijo: «Brille la luz en medio de las tinieblas», es el que hizo brillar su luz en nuestros corazones para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios, reflejada en el rostro de Cristo. Meditación: Cuando vemos el rostro de otra persona somos capaces de intuir lo que puede estar sintiendo. Cuando la mujer limpió el rostro de Jesús pudo comprender que más allá del dolor que el Señor experimentaba, se transmitía un amor y misericordia sin fin. La mujer comprendió que las heridas y la sangre eran capaz de reflejar la hermosura infinita y divina de Jesús, belleza por medio de la cual todas nuestras heridas, el mal que causamos y que nos ocasionan, obtienen su cura. Así, por medio de la belleza paradojal del rostro herido de Jesús, son nuestras propias vidas, heridas por el pecado, que son recreadas por la hermosura de Dios.

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7ª estación

Jesús cae por segunda vez bajo el peso de la cruz V./: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R./: Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo. De la primera carta del apóstol san Pedro (Pe 2, 24) Él llevó nuestros pecados en su cuerpo hasta el leño, para que, muertos a los pecados, vivamos para la justicia. Con sus heridas ustedes fueron curados. Meditación: Jesús al caer por segunda vez al suelo, recibe todo el peso de la cruz, sobre sí. Para quienes se encuentran al lado del camino, es evidente que no podrá levantarse, que ya no puede seguir, que es imposible que logre llegar al monte en las afueras de Jerusalén. No obstante, el Señor se pone de pie. Esta imagen nos revela lo que Jesús hace con nuestro corazón cada vez que le pedimos perdón en la Confesión: Él nos vuelve a levantar y carga sobre sí nuestras culpas. El Señor no nos deja solos, aplastados contra el suelo bajo el peso de nuestro mal, sino que perdonándonos, nos pone de nuevo en camino. Confiados en Jesús, acerquémonos al sacramento que nos otorga el perdón de nuestros pecados.

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8ª estación

Jesús consuela a las mújeres de Jerusalén V./: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R./: Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo. Del Evangelio según san Lucas (Lc 23, 27-28) Lo seguían muchos del pueblo y un buen número de mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él. Pero Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: «¡Hijas de Jerusalén!, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos. Meditación: Jesús, en medio de su Pasión, no se detiene en su propio dolor, sino que se preocupa de quienes encuentra a su alrededor. Comprende que su misión es sostenernos y consolarnos, no podemos reemplazarlo en ese servicio. Solo de Jesús podemos recibir el consuelo del alma, así recibiendo el don de su paz podemos consolar a los demás.

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9ª estación

Jesús cae por tercera vez V./: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R./: Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo. Del Profeta Isaías (Is 53,7) Se entregó porque quiso; maltratado, no abrió boca, como cordero llevado al matadero, como oveja muda ante los trasquiladores. Meditación: Jesús en su pasión, ante los ruidos del mundo, guarda silencio, así nos enseña el don y la virtud del silencio. Camino hacia el Calvario, escuchó los insultos, los comentarios, incluso las voces que lamentaban su castigo. Jesús calla, y en su tercera caída logra atraer y centrar la atención de quienes le rodean, con su mirada les dice, nos dice, que para comprender la alegría y el dolor, para escuchar a Dios, a los demás y a nosotros mismos, debemos callar, buscar y desear el silencio. Solo en el silencio, contemplando el silencio de Jesús, logramos escuchar la voz que sostiene toda nuestra vida, esta es la voz del amor de Dios.

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10ª estación

Jesús despojado de sus vestiduras V./: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R./: Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo. Del Evangelio según san Mateo (Mt 27, 33-34) Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota, que significa «lugar de la Calavera» le dieron de beber vino con hiel. Él lo probó, pero no quiso tomarlo. Después de crucificarlo, los soldados sortearon sus vestiduras y se las repartieron; y sentándose allí, se quedaron para custodiarlo. Meditación: Jesús, antes de ser crucificado, es desnudado. Así, a diferencia de Adán, que por el pecado sintió vergüenza y decidió cubrirse, Jesús que es inocente, se presenta ante Dios sin nada que lo pueda apartar de la vista del Padre. En este momento reflexionemos en aquellas ocupaciones, cosas o incluso relaciones con otros, que utilizamos para apartarnos de Jesús. Pidámosle la gracia de presentarnos ante Dios, no con vergüenza (como Adán) sino al modo de Cristo, que se sabe siempre amado por el Padre.

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11ª estación

Jesús clavado en la cruz V./: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R./: Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo. Del Evangelio según san Lucas (Lc 23, 33-34) Llegados al lugar llamado Calvario, lo crucificaron allí, junto con los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Meditación: La oración de Jesús, al ser clavado en la cruz, nos revela el deseo de su corazón, la razón que explica la entrega de su vida: en la Cruz nos alcanza el perdón. Muchas veces hemos realizado actos que nos dañan a nosotros mismos y a los demás, parece que “no sabemos lo que hacemos”. Jesús, consiente de nuestra fragilidad y de nuestra necesidad de perdón, abraza la cruz para dar muerte en ella al pecado que nos aparta de Él y de los demás.

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12ª estación

Jesús muere en la cruz V./: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R./: Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo. Del Evangelio según san Mateo (Mt 27, 45-50) Desde la hora sexta (las doce del día) hasta la hora nona (las tres de la tarde), cubrió la oscuridad toda la tierra. Alrededor de la hora nona clamó Jesús con fuerte voz: « ¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?». Esto es: « ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?» Al oírlo, algunos de los que estaban allí decían: «Este llama a Elías». Y en seguida, uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja y la empapó en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofreció de beber. Pero los otros dijeron: «Deja, vamos a ver si viene Elías a salvarle». Pero Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, exhaló el espíritu. Meditación: La escena del Evangelio es clara, “Jesús, exhaló el espíritu”, es decir, entrega libremente su vida. Esta es la “hora de Jesús”, quién es y lo que ha venido a hacer al mundo se manifiesta ante toda la humanidad: Jesús, como Dios y Hombre verdadero, al compartir la muerte con nosotros, viene a acompañarnos y sostenernos, en todas aquellas dimensiones de nuestra vida que están marcadas por la finitud, la precariedad; primero la muerte, nuestra propia muerte y la de quienes queremos, pero también, con la entrega de su vida acompaña nuestro dolor, los momentos de soledad, de enfermedad o de incomprensión. De este modo en el misterio de la muerte de Jesús, las dimensiones más oscuras de nuestra vida, encuentran sentido. Jesús en su muerte se une a nosotros, precisamente, en nuestras experiencias de mayor dolor. La fe graba en nuestros corazones que Jesús nunca nos deja solos.

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13ª estación

Jesús en brazos de su madre V./: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R./: Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo. Del Evangelio según san Mateo 27, 54-55 El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba dijeron aterrorizados: «Realmente éste era Hijo de Dios». Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderle. Meditación: Jesús es acompañado en su pasión por su madre, Ella permanece junto a la cruz incluso después de la muerte de Jesús. Al recibir el cuerpo de su hijo, también nos abraza a nosotros. Podemos estar confiados en que María, está siempre junto a nosotros y cuida de nuestras heridas, del mismo modo en que cuidó las heridas del cuerpo lastimado de Jesús por su pasión.

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14ª estación

El cadáver de Jesús puesto en el sepulcro V./: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R./: Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo. Del Evangelio según san Juan (Jn 19, 38. 40-42) José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por temor a los judíos, pidió a Pilato autorización para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió. Fueron pues, y retiraron su cuerpo… Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con los aromas, según la costumbre judía de sepultar. En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie todavía había sido depositado. Allí pues pusieron a Jesús. Meditación: José de Arimatea era discípulo de Jesús. El Evangelio menciona que seguía al Señor en secreto, por temor a los judíos. También nos puede pasar que nos dé temor o vergüenza vivir con coherencia el Evangelio. Como José de Arimatea podemos temer al qué dirán, y a las consecuencias de vivir de acuerdo a lo que Jesús nos propone. La actitud de José de Arimatea cambia después de ver de cerca la pasión y la muerte de Jesús. Es ante la luz que arroja la cruz de Jesús, que la vida cristiana adquiere su rostro más claro. Jesús muere por amor confiando plenamente en su Padre. En esas actitudes de Jesús, José de Arimatea descubre que el mensaje de Jesús es verdad, y como es verdad, ya no teme reconocer públicamente su cercanía a Jesús. Ante la tumba del Señor, pidámosle la gracia de la coherencia de vida, de la integridad y que nos conceda ser ante quienes nos rodean una presencia de su amor.

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Ilustraciones hechas por Mirian Valencia


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