Acto de investidura en el grado Doctor Honoris Causa Miguel Eyquem A.

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Dirección de Comunicaciones Relaciones Públicas y Protocolo Ediciones e[ad] .:Tig:. Taller de Investigaciones Gráficas Escuela de Arquitectura y Diseño

Mayo 2009.

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Dr. H.C. Miguel Eyquem Astorga ›3


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Texto de Laudatio Palabras del Sr. Juan Baixas.

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oy nos reúne el otorgamiento del grado «Doctor Honoris Causa» que la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso entrega al destacado arquitecto y profesor Miguel Eyquem Astorga. Además por extensión constituye un honor para todos los arquitectos el hecho, por lo demás poco frecuente, que una institución del prestigio de esta universidad, entregue esta distinción a uno de nosotros. ›5


He sido encargado de presentar a Miguel Eyquem y lo hago con gusto pero también con cierto temor de una labor imposible: Vale decir que la tarea de dar cuenta en pocas palabras del valor de una persona que ha dedicado la vida al arte de la arquitectura arriesga no solo caer en omisiones injustas sino que también corre el riesgo de teñir con puntos de vista personales aquello que debería ser perfectamente objetivo. Partiré cometiendo probablemente un primer error al comenzar una presentación rigurosamente académica como la que hoy me toca hacer, hablando precisamente de una experiencia personal, por lo cual les ruego desde ya que me disculpen pero en esta ocasión no encontré mejor manera de hacerlo. Creo que ustedes comprenderán mas adelante porqué. Tal experiencia personal está relacionada al constructorarquitecto y diseñador francés Jean Prouvé quien es sin duda uno de los nombres más importantes relacionados a la Arquitectura y al Diseño del siglo xx. Prouvé fue absolutamente pionero en abrir la potencia de la técnica industrial de posguerra al mundo de la arquitectura. Ya en los años 60 Prouvé tenía un importante peso internacional. En esa época yo estudiaba arquitectura en la uc de Santiago y admiraba su obra que aparecía en algunas buenas revistas de arquitectura. Con el optimismo de un joven estudiante conseguí su dirección y le envié, junto

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con un compañero de curso, una carta señalando nuestro interés en la producción industrial de edificios habitables, incluyendo un índice y un escrito sobre nuestra tesis de titulación. Para nuestra sorpresa, al poco tiempo recibimos su respuesta, una carta manuscrita en la cual apoyaba en forma entusiasta los términos de dicha tesis. Pero lo más llamativo de dicha carta, y la razón por la cual la cito, es que en ella Prouvé terminaba diciendo textualmente “Si vous connaissez eyquem interrogez-le” = si conocen a eyquem interróguelo. (Eyquem con mayúsculas y subrayado). ¿Quién sería este Eyquem del cual nunca había oído hablar?, ¿Sobre qué había que interrogarlo? Desde luego en ese momento pasaba a formar parte de un mito = Jean Prouvé, el más formidable constructor del siglo xx nos aconsejaba hablar con eyquem (escrito con mayúsculas y sin nombre de pila como si hubiera sido obvio que le conoceríamos). Gracias a Dios el enigma no fue tan difícil de resolver como imaginaba ya que en esa época yo trabajaba con Cristián Valdés, ex-alumno de la ucv y actual Premio Nacional de Arquitectura y Cristián sabía bien quién era Eyquem. Había sido su alumno. A partir de eso no fue difícil establecer una relación de amistad apoyado al principio por una afición a las grandes motos que también compartían Miguel y Cristián. ›7


¿Y quién era Eyquem para merecer tal aprecio del gran Prouvé? Era, y es, (y en eso concuerdo con la mayoría de los que lo conocen), un verdadero Maestro de la Arquitectura. Una de esas pocas personas que reúnen las condiciones de un creador con un dominio del espacio arquitectónico por una parte y de la ciencia de los materiales por otra. Ciencia que fue probablemente una de las cosas que lo acercó a Prouvé y que le permitió trabajar cerca de 4 años con él. Es también un arquitecto con una clara filosofía cristiana, aunque parte de su manera de ser sea no declararlo. Una filosofía en la que el creador, en la absoluta modestia, desaparece tras su creación, que es lo que al final se hace presente. Podemos decir en esta ocasión con propiedad: presente o regalo. Una filosofía en que la creación es también una manifestación de la virtud cristiana de la caridad que para los arquitectos cobra la forma de hospitalidad, como lo diría el poeta Ignacio Balcells. Hospitalidad que por lo demás tiene un claro fundamento poético. Hospitalidad que se manifiesta en sus obras, como por ejemplo en la casa Peña, que acoge al entomólogo con su oficio a cuestas de modo que éste tenga lugar en plenitud. O en el proyecto que desarrolló mientras trabajaba en la cormu para el Parque San Luis que acoge a

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los habitantes modestos de Santiago con sus cultivos y ampliaciones, y sin embargo entregándoles una digna espacialidad urbana, en una visión premonitoria de lo que hoy llamaríamos una ciudad sustentable. Una modo de ser y de hacer que tiende a alejarlo de cualquier peligro de ostentación o alarde en su obra, la cual es siempre próxima a lo leve, lo económico, lo justo. Con un predominio del acto y del vacío que lo acoge, por sobre las referencias comunes a valores simbólicos que invariablemente terminan en clichés. Miguel Eyquem siempre ha reunido una capacidad de investigación teórica propia del mundo académico moderno, con una continua búsqueda de campos de aplicación de tales investigaciones propia de los grandes arquitectos. Y este interés de búsqueda ha sido en campos tan diversos como el los proyectos urbanos, la ciencia de la construcción, el diseño de objetos, la aeronáutica y naturalmente la arquitectura llevada a categoría de arte. Podemos afirmar que en todos los campos mencionados ha obtenido logros importantes:

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En temas de urbanismo, destaca su proyecto ya mencionado del Parque San Luis, para un Centro Urbano en la zona Oriente de Santiago que, por su calidad, le mereció el Premio Nacional de Urbanismo 1971.

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En la ciencia de la construcción, en sus trabajos con Jean Prouvé entre los años 1958 y 1961 y en sus numerosas investigaciones en la Ciudad Abierta, concentradas en el último tiempo en el campo de los hormigones y en especial en los moldajes flexibles.

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En el diseño de objetos, en su participación en la Escuela de Diseño de la ucv y en la elaboración de múltiples diseños de muebles e investigación en el diseño aeronáutico.

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En la aeronáutica por una parte como instructor de pilotos y piloto de élite, y por otra como diseñador de campos aéreos e investigador , diseñador y constructor de aeronaves experimentales (entre los cuales destaca por ejemplo la construcción de aviones de última generación como por ejemplo el “American Eaglet” y el “Longeeze”). Experiencias estas últimas que le permitieron incursionar en las fronteras de la ciencia de los materiales, incluyendo los materiales compuestos de alta resistencia, las estructuras laminares y alveolares etc. Y también en la mecánica de los fluidos.

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Este punto probablemente no tendría lugar en esta presentación si no fuera porque este interés y habilidad de Miguel Eyquem por el dominio del aire y de la levedad, asuntos que requieren gran fineza y poder predictivo, ha impregnado y enriquecido todas sus demás reflexiones y obras.

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Y por último en el campo de la arquitectura, el oficio en que ha centrado su vida, su trabajo y sus estu-

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dios. En éste, su acción ha sido probablemente enriquecida por todas las actividades antes mencionadas y así, a pesar de que él se declara a sí mismo un modesto constructor, ha llevado el oficio a la categoría de arte, con obras importantísimas, reconocidas nacional e internacionalmente. Como entre otras su participación junto a Jorge Elton en el Hotel Antumalal de 1950, una de las obras más importantes del movimiento moderno en Chile, que por su vigencia aún sorprende a los estudiosos del patrimonio arquitectónico. Y la casa Peña de 1980, premiada en una Bienal y ampliamente difundida en Chile y el mundo. Obra esta última que junto con lograr una espacialidad y luz que acogen en plenitud el acto de habitar de un científico, explora en una construcción completamente inédita de hormigones laminares de una esbeltez inusitada cambiando así la relación convencional entre materia y vacío de modo que este último predomina como manifestación casi pura de la luz y del movimiento del aire. Esta larga lista de merecimientos que han conducido al nombramiento que hoy se le otorga quedaría sin duda incompleta al no mencionar su relación con la Universidad Católica de Valparaíso. Vale decir su participación como co-fundador del Instituto de Arquitectura ucv, en 1952, junto a Alberto Cruz, Godofredo Iommi y un grupo de, en ese entonces jóvenes, arquitectos y profesores entre los cuales debemos

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nombrar a José Vial, Arturo Baeza, Fabio Cruz, Jaime Bellalta, Francisco Méndez y el escultor Claudio Girola. Instituto cuyos planteamientos generaron una verdadera revolución en el modo de pensar el oficio de la arquitectura y la poesía en Chile y probablemente en el mundo. Revolución que introdujo oxígeno en un ámbito cultural acostumbrado a seguir tendencias externas, respondiendo con una propuesta propia a un mundo que se representa siempre con el Norte sobre el Sur. Propuesta que invierte esta relación de dependencia y que ha sido reconocida y valorada en todo el mundo. En esta misma relación con la ucv Miguel Eyquem fue también co-fundador de la Ciudad Abierta en 1969, la cual, puesta en el lenguaje académico es el más grande laboratorio de experiencias arquitectónicas y poéticas que ha existido en el mundo. Digo en lenguaje académico porque la Ciudad Abierta es mucho más que eso, es la creación de un lugar en que vida trabajo y estudio se dan a la luz de la poesía, y en que por lo tanto la arquitectura y los demás oficios aparecen en su verdadera dimensión. Desde la fundación de la Ciudad Abierta, la participación de Miguel Eyquem en ella ha sido sin duda crucial, colaborando en obras, en investigaciones, en actos y también trayendo a ella su particular visión del mundo, rica en valiosas experiencias.

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Para terminar es preciso mencionar su importante trabajo como profesor, aunque la palabra más precisa es la de Maestro, de Arquitectura y Diseño para miles de jóvenes que se han formado en la Escuela de Arquitectura de la ucv. Trabajo que se ha visto enormemente enriquecido por sus propias investigaciones ya mencionadas en los campos de la arquitectura, de la aeronáutica, de la ciencia de los materiales y del diseño. Trabajo además iluminado por una profunda filosofía cristiana. Trabajo que probablemente haya dejado huellas tanto o más permanentes que sus valiosas obras de arquitectura. Espero por fin, que este texto, aparte de dar cuenta, sin duda de modo imperfecto, del merecimiento de Miguel Eyquem a la distinción que hoy se le concede, también nos permita reflexionar sobre las causas de esa indicación que nos hiciera Jean Prouvé el año 1966: “si conocen a eyquem, interróguenlo”.

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Facsimil Carta del 27 de Diciembre de 1966. Jean Prouvé a Juan Baixas.

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Discurso de Agradecimiento Sr. Miguel Eyquem A.

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onseñor Gran Canciller, Señor Vice Canciller, Señor Rector, Vice-rectores, Decanos, Directores de Escuelas, Profesores, amigos, en este solemne acto de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, debo agradecer el alto honor que me confiere, doblemente pues a mi entender, cuando hace ya algunos años le fue conferido a Alberto Cruz, fue claro para nosotros, el pequeño grupo que formaba el Instituto de Arquitectura, era éste quien recibía el alto honor en la persona de Alberto, su Director, y así lo hice notar para nosotros. Hoy día podría decir que a través mio también la Escuela lo recibe, en la cual, a sus personas les debo el seguir trabajando en el oficio.

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Me es muy difícil dirigirme a Uds. en este acto con las más altas autoridades, cuando en nuestra pequeña Escuela seguimos la forma tradicional de estudios; la forma de taller, que va al detalle de lo que realiza cada uno, un diálogo directo con el estudiante, hay que oír sus descubrimientos, lo que ha observado. Los talleres trabajan en una cierta intimidad. No tenemos práctica de la estructura de una clase lectiva, donde un profesor en la cátedra frente a un grupo a veces importante de personas debe tener una actuación elocuente. En esta Escuela no tenemos esta educación y por eso quizás somos malos actores... Perdónenme. Por esto mismo, pienso que este momento tan importante debiera ser ocasión, para que conocieran ciertos puntos singulares, algunos faros y cabos de nuestro derrotero , el que nos ha hecho llegar hasta aquí, hoy día. Una Escuela poco conocida en su forma de trabajar, en su artesanía, que no por eso, se aleja de la modernidad más abstracta. No olvidar aquellas palabras de Martin Heidegger: “el pensar es un oficio de manos” * La mayoría de las Escuelas de arquitectura del mundo, en general, se fundan hoy día en tecnologías. Insisten,

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en medir sus estudios por sus dimensiones prácticas. Seguramente porque ven que necesitan recuperar aquello que perdieron en el siglo xix: La Ingeniería. El “Beaux Arts” de París se transformó en el paradigma para todas las Escuelas de Arquitectura. Esta Escuela de Arquitectura y Diseño, en el presente, nace desde otro ángulo, impensable desde ahí. Mirando su devenir, diría que este camino que ya lleva 57 años aquí, se ha generado a partir de sucesivos encuentros de personas, no previstos. Como diría el poeta: encuentros fortuitos, sorpresivos, que no obedecen a ningún cálculo, sino a la gratuidad; son frutos del azar. El primero fue el encuentro con Alberto Cruz en la Escuela de Arquitectura de la Católica de Santiago. Precisamente conmigo, el más antiguo después de Alberto, en 1946. Fue un cruce de caminos, pues yo venía de los Padres Franceses a Ingeniería de la Universidad de Chile, y de ahí a Arquitectura de la Católica. Comenzamos a trabajar desde un punto de partida completamente original, de Alberto, junto con Jaime Bellalta y Pedro Burchard. En ese tiempo, los años 40, Chile estaba culturalmente muy aislado. No teníamos la información que requeríamos.

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El segundo encuentro sorprendente fue con Godofredo Iommi. Completamente accidental, consecuencia de la muerte de otro poeta, que lo hizo venir a Chile desde Buenos Aires en 1948. Godo, como le decíamos, nos desvió del camino inicialmente propuesto, nos cambió de escala, nos elevó el horizonte que nos asignábamos. Debíamos conformar un grupo mayor, con más variables. Godo fue el comienzo de acontecimientos impensables hasta entonces para nosotros. En seguida, a poco andar en un curso que hacíamos en Arquitectura de la Católica en Santiago, apareció el padre Jorge González Förster, jesuita, Rector de la Universidad Católica de Valparaíso. El padre González nos trajo a esta Universidad. Era un hombre muy preparado; venia llegando de ser rector del Seminario Jesuita de San Miguel, en Buenos Aires. Bastaba ver el edificio de su sede, para darse cuenta de su importancia: una cuadra de largo de 6 pisos. En la terraza, un observatorio astronómico conocido. La enorme libertad y visión de este rector, para dirigir esta Universidad permitió que nos aceptara como un grupo, cosa inusitada en este país. Su saber y su bondad nos ayudaron en nuestro desarrollo en los primeros años en esta Escuela. Permitió fundar el Instituto de Arquitectura, para el estudio y la investigación. Alberto Cruz, Godofredo Iommi, Francisco Méndez, Miguel Eyquem, Jaime Bellalta, Claudio Girola, José Vial, Fabio Cruz, Arturo Baeza –en orden de edad de mayor a menor. 20 ‹


Otro encuentro fortuito, sorpresivo en nuestro primer año en Valparaíso (el 52), fue con el filósofo Ernesto Grassi. Profesor en Munich. Este hombre había sido contratado por el gran rector de la Universidad de Chile Juan Gómez-Millas. Especial circunstancia: en 1952 se conmemoraba el quinto centenario de Leonardo da Vinci. Grassi es invitado por el Instituto de Filosofía para dar una conferencia aquí. Vinimos con Godo a oírlo. Tanto nos gustó el retrato que hizo de Leonardo, un descubridor, un gran observador profundo del mundo que nos rodea, Ingeniero y artista, un maestro para nosotros. Fuimos a saludarlo; Godo lo invita para que al día siguiente viniera a nuestra casa. Yo muerto de susto. Le mostramos una exposición de las láminas realizadas por alumnos de primer año. Todavía no sabían dibujar, eran malísimas. Alberto con su magia, le mostró los descubrimientos que hacían estos muchachos sin saberlo. Grassi escucha con atención. Entonces dijo: lo que Uds. están haciendo aquí es desarrollar el método socrático, exactamente. Nos hicimos amigos y durante 5 años seguimos los seminarios sobre los diálogos de Platón, que venía a dictar cada semana. Estos seminarios fueron muy importantes para esta Universidad y para la Escuela de Filosofía. Este encuentro nos deja marcados. Hemos seguido leyendo Platón y su proyección metafísica sobre el mundo.

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Y, a través de amigos filósofos como François Fédier, discípulo de Beaufret y de Heidegger, llevamos una relación permanente; Fédier ha venido regularmente y nos ha hecho seminarios especialmente escogidos, sobre el Arte. Continuamente nos envía sus trabajos y conferencias, siempre relacionados con la poesía y la obra de arte, como lo fue también para Heidegger en sus últimos tiempos. Fédier es co-fundador de la Ciudad Abierta y participó en la primera travesía de Amereida por América. Personalmente realicé una travesía a Grecia para rendir un homenaje a Godo en el Santuario de Delfos, con Fédier y el lingüista griego Christos Clairis fundador del Instituto de Lingüística en la Universidad de Valparaíso, quien es otro humanista que participó en esta Universidad, permanece muy próximo. Recientemente, Christos nos ha hecho participar de un seminario que ha realizado con Fédier a un curso de Lingüística de la Sorbonne, sobre el Sofista de Platón enviándonos los protocolos a medida que los redactaban. De tal modo seguíamos el seminario simultáneamente desde aquí. Estos hechos muestran el corazón de esta Escuela quien le proporciona un fundamento humanístico profundo, desde el origen mismo de nuestra civilización de occidente en Grecia. Y esto sin hablar aún de la poesía y los muchos poetas de aquí, de Chile, de América y Europa con los cuales nos relacionó Godo. Algunos vivie-

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ron con nosotros durante varios años, Edison Simons, y también el gran poeta brasileño Gerardo Mello Mourão, quien nos dedicó libros. Y aquí en la Universidad hemos tenido estrecha relación con Jorge Eduardo Rivera en asuntos filosóficos. * Otros encuentros que han conformado esta Escuela de Arquitectura: Tal como los griegos, requeríamos las matemáticas y la Cultura del Cuerpo. Nos iniciamos en la lógica simbólica con Alberto Vial, un hombre que fue muy importante para nosotros. Siempre fue consejero matemático, un iluminador universitario. Junto con él, en los años 56-57 tuvimos un nuevo encuentro fortuito, relevante: otro jesuita, el matemático Elemer Nemeseghi, quien era discípulo de un gran matemático húngaro relacionado con la Escuela de Viena. Con él tuvimos un curso sobre el álgebra de Boole, hoy día, la base de la computación. En este punto hay que recordar a Luis López profesor de lógica simbólica de esta Universidad, siendo él, arquitecto de origen. Más adelante, con Nemeseghi, Alberto Vial y Hernández, se fundó el Instituto de Matemática de esta Universidad, en nuestra pequeña Escuela en Recreo. Su primera sede: una casita de madera.

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* Siempre en los años 50, en mi propia experiencia, trabajando en el proyecto del convento de los Benedictinos de Santiago, necesitaba consultar un ingeniero luminotécnico para medir una captación de luz natural indirecta, estudios que más tarde desarrollamos en la parroquia de Santa Clara en Santiago. Y en la parroquia de Santa Teresa en Quillota. Aquí eran ensayos para hacer aparecer la luz a través de muros opacos. Que el ojo percibiera una pared iluminada sin ninguna abertura aparente, provocando la impresión de una materia iluminada por dentro: como calentar un fierro al rojo blanco. Una desmaterialización de la materia. El ingeniero indicado fue José Pablo Domínguez. Con él vimos la importancia que tenía hoy día esta dimensión en los espacios arquitectónicos. Fue así que nació la idea de fundar con él, el Instituto de Luminotecnia de esta Universidad. Todo esto sucedió antes de 1958. Fueron años muy fecundos que nos inducían un espíritu de gran abertura para conformar una Escuela generada desde un fundamento humanístico, luminoso y matemático. Hoy día continúan perfeccionando el Instituto de Matemática e iluminando nuestra Escuela, nuevas generaciones de matemáticos como Arturo Mena el decano, Roberto Johnson, María Luisa Aburto y Elisabette Montoya, todos con pos-títulos en el extranjero. Son nuestros grandes colaboradores.

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También estamos alargando las antenas hacia varios sectores de nuestra Universidad: Ingeniería Civil, Ingeniería en Construcción, Instituto de Historia. * La vida de esta Escuela –su vitalidad– se debe no solamente a estos distinguidos docentes. Es necesario nombrar al menos algunos de nuestros destacados exalumnos entre los muchos que han seguido siendo colaboradores activos de la Escuela y de la Ciudad Abierta. Están los que llamamos los antiguos: Jaime Márquez, Germán Bannen, en la Municipalidad de Providencia; Justo Uribe, Alfonso Rosende, Hernán Tredinik, Eugenio Ringeling, Ricardo Dorado, Juan Pablo Langlois, Cristián Valdés, premio Nacional de Arquitectura de este año, con quien he trabajado muchos proyectos; Víctor Gubins premio Nacional de Arquitectura y Presidente del Colegio de Arquitecto, hace algunos años; Juan Ignacio Baixas a quien han oído recién, el cual no siendo exalumno de esta Escuela ha desarrollado diversos cursos que se tradujeron en un libro que sirve de texto de estudio en varias Escuelas, Director de Arquitectura de la uc. y Director de la última Bienal de Arquitectura. Pablo Ortúzar, llegando de estar 30 años en Europa, un gran colaborador. Pablo Edwards, siempre presente, y Francisco Corral, diseñador, gran aviador que ha montado una empresa de propaganda aérea y turismo aventura en globos tripulados, con él estamos desarrollando

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un proyecto de construcción de un avión biplaza de alto rendimiento, que sostiene varios records reconocidos. Con ellos, con su colaboración ha sido posible llevar adelante estas complejas empresas. También están nuestros amigos de la uc de Santiago: Fernando Pérez y Rodrigo Pérez de Arce quienes hicieron editar un libro en Europa donde muestran nuestro itinerario en Valparaíso. Alex Moreno cercano colaborador. Monserrat Palmer directora de las ediciones arq, muchas publicaciones de alta calidad le debemos a ella. * Después de lo expuesto sobre la generación de esta Escuela, se podría decir entonces con toda autoridad, a partir de ella misma, que el oficio del arquitecto, del diseñador, se encuentra centrado en el ser humano, en su actividad en el mundo, en sus proyectos de aglomeraciones vitales que se organizarán como ciudades siendo éstas los centros del mundo creado por el hombre: la “ciudad hecha por todos”, como proponía Lautréamont a la poesía (la phaléne de Godo, lo realizó). El arquitecto, siendo el artífice que da morada al hombre. Quiere decir: le proporciona habitación a todos los oficios. Cada oficio requiere sus propias condiciones de trabajo, sus propios espacios condicionados para su la-

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bor, para su concepción del mundo, por tanto debe conocer los oficios del hombre. Dicho en otras palabras, se trata de edificar y ordenar los espacios que la humanidad requiere. Por consiguiente debe necesariamente conocerla de cerca. Por eso comenzamos observando aquello que ningún libro nos va a enseñar, ni una biblioteca universal. Mucho se podría hablar de la observación, es muy largo. Sólo diré que es muy semejante a la observación que realizan los científicos, es decir, un acto esencialmente creativo; una actividad de meditación, de abertura, de contemplación, en ella está naciendo un nuevo mundo, uno desconocido, donde aventurarse. Para ilustrar esto, voy a recurrir a Richard Feynman uno de los físicos importantes de nuestra época, (las líneas de Feynman), quien dice: “Al principio de la historia de las observaciones experimentales o de cualquier otra observación científica, es la intuición, basada en el fondo, sobre la práctica ordinaria de los objetos cotidianos, que sugiere las explicaciones razonables de los hechos. Pero a medida que intentamos ensanchar la descripción de nuestras observaciones, y de reforzar su coherencia, a medida que consideramos un dominio cada vez más vasto de fenómenos, estas explicaciones dejan de ser simples explica-

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ciones, para convertirse en lo que llamamos leyes. Estas leyes tienen una característica extraña: a menudo parecen transformarse cada vez más en no razonables, cada vez menos intuitivamente evidentes. Tomen como ejemplo, en la teoría de la relatividad, esta proposición: si Ud. observa dos eventos simultáneos, esta no es sino su opinión, otra persona podría observar estos eventos uno delante del otro; la simultaneidad no es por consecuencia sino una impresión «subjetiva»”. Hasta aquí Feynman. Esta situación es muy cercana a la observación a ojo desnudo. Más aún, podemos observar ciertas experiencias realizadas con nuestros ojos, donde descubrimos fenómenos de la luz que habitualmente se realizan en un laboratorio: Desenfocando los ojos sobre la lectura, las letras pueden aparecer en relieve y flotar mientras la hoja de papel adquiere extrañas profundidades. O bien acercando una tarjeta con un canto vertical delante de la pupila, hace el efecto de lente de aumento sobre las letras, si se quiere. Qué ha sucedido: se ha producido una difracción de la luz, se ha quebrado el curso rectilíneo en las ondas tangentes al canto de la tarjeta, las ondas divergen, las letras se agrandan (como las olas del mar al girar una puntilla). Curioso, no? Observaciones parecidas hacía Alberto con las gotas de agua.

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Veamos otra aproximación con la observación científica... Feynman: “Se podría creer al menos que se habla de la naturaleza cuando se habla del carácter de las leyes físicas; y sin embargo no quiero hablar de la naturaleza, sino más bien de la posición que ocupamos actualmente en relación a la naturaleza: lo que creemos saber, lo que queda por adivinar, y cómo nos aprestamos para adivinar. De hecho comenzamos por adivinar. Luego se calcula las consecuencias de nuestra conjetura, para ver lo que se modificaría si hubiéramos adivinado justo. Se compara la experiencia directamente con la observación. Si no está de acuerdo con la experimentación, es falso. En este simple enunciado reposa la clave de la ciencia. La belleza de la conjetura no cambia nada si no está de acuerdo con la experimentación”. * Volviendo a nuestro origen, el poeta como el “voyant” de Rimbaud. Godo –Godofredo Iommi– adivinó muy bien al iniciar una relación temprana con filósofos en un momento en el cual no sabíamos que Heidegger iba a terminar convergiendo hacia la poesía hasta finalmente relacionarse en su tiempo con Rilke, Trakl, Paul Celan... y los franceses que también abren un horizonte en su pensar, con Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé, Gérard de Nerval, (los poetas preferidos de Godo) y últimamente René Char –para Heidegger. › 29


Partir desde la palabra de Hölderlin, como la palabra inicial, aquella que abre mundos, hace avanzar, aparecer lo que estaba oculto, la aletheia de los griegos. Heidegger dice: “Hölderlin es para mí el poeta que hace señas hacia la dirección de lo que adviene: el poeta que hace señas hacia Dios”. Más adelante dirá que el asunto que concierne a la filosofía es el de: “preservar el poder de las palabras más elementales”. De aquí se parte: de los grandes poetas griegos: Homero, Safo, Píndaro, Esquilo, Eurípides, a la luz de quienes buscará iluminar su diálogo con los pensadores que interrogará. Pero lo más sorprendente para nosotros es el encaminamiento no sólo hacia la poesía –comprensible por la palabra–, sino también hacia el arte, como su conocido acercamiento a Paul Cézanne. El 20 de marzo de 1958 en la universidad de Aix-enProvence, las primeras palabras que pronunció fueron las siguientes: “¿Porqué hablo aquí, en Aix-en-Provence? Amo la dulzura de esta comarca y de sus pueblos. Amo el rigor de sus montes. Amo la armonía de los dos.

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Amo Aix, Bibemus, la montaña Sainte Victoire. Encontré el camino de Paul Cézanne, el cual, desde el comienzo hasta su final, mi propio camino de pensamiento, en una cierta medida corresponde. Amo esta comarca con su costa marina: ahí se anuncia en efecto la proximidad del país griego. Amo todo esto porque estoy convencido que no hay una sola obra esencial del espíritu, cuyas raíces no se sumerjan en un suelo original sobre el cual se trata de tenerse de pie.” Estos últimos párrafos los indicaría Godo para explicar la épica de Amereida. * Lo que América requiere... Fundar un territorio donde tenerse de pie. El primer enclave sería La Ciudad Abierta, en Ritoque. Si hubiera un cartel para señalar la entrada, diría: hospitalidad Qué significa: Abrir las puertas a la amistad, a una relación de amor, de oír la voz del amigo.

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Por último, aconsejo, oyendo la voz de mi amigo, François Fédier, quien decía: para conocer la profundidad que puede alcanzar la verdadera amistad, hay que leer a Michel de Montaigne, quien también se llamaba Michel Eyquem.

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Nota: En este breve itinerario sobre los sucesivos pasos que ha desarrollado esta Escuela, se ha expuesto una construcción: aquella de la edificación de su oficio. El habitar de Ella, ya es una construcción: los sucesivos pasos con sentido, que conducen al cuidado del cielo y la tierra, lo humano y lo divino, como diría Heidegger.

Miguel Eyquem, arquitecto.

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