JUANA Y SUS AMIGOS

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colecciĂłn tricahue rojo

serie juana

Juana y m i a g os s u s Bernardita MuĂąoz Chereau

Ilustraciones de Soyalegato


Juana y sus amigos

Con amor a mis hermanos María Pía, Sofía y Álvaro.


Juana y sus amigos

Bernardita Muñoz Chereau

Edición y diseño: equipo Edebé Chile Ilustraciones: Soyalegato © Bernardita Muñoz Chereau © 2015 by Editorial Don Bosco S.A. Registro de Propiedad Intelectual Nº 259.902 I.S.B.N.: 978-956-18-0969-7

Editorial Don Bosco S.A. General Bulnes 35, Santiago de Chile www.edebe.cl docentes@edebe.cl Primera edición, febrero de 2016

Impreso en Chile Salesianos Impresores S.A. General Gana 1486, Santiago de Chile

Ninguna parte de este libro, incluido el diseño de la portada, puede ser reproducida, transmitida o almacenada, sea por procedimientos químicos, electrónicos o mecánicos, incluida la fotocopia, sin permiso previo y por escrito del editor.


colecciĂłn tricahue rojo

serie juana

Juana y sus amigos Bernardita MuĂąoz Chereau

Ilustraciones de Soyalegato


Ă?ndice

1 Juana y las manos largas 2 Cuando Juana se fue a dormir a la casa de Adela

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3 Juana y su rana

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4 Juana y los damascos

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5 Juana y la costurera

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6 Juana y su canario

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7 Juana y la fiesta de disfraces

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Juana y las manos largas 7


J

uana tenía una vecina llamada Pola que vivía en el primer piso de un edificio de ladrillos rojos. A veces jugaban juntas en la plaza, otras en su casa. Pola era alta, gorda y todo lo que le sobraba en juguetes, le faltaba en imaginación. Vivía con su papá, que también trabajaba mucho, y con su abuela. Jamás hablaba de su mamá. Pero de lo que sí hablaba Pola, era de todos los juguetes y cosas que deseaba. Por ejemplo, si tenía un caballito rosado, en vez de jugar con él, se lamentaba por los otros 35 colores que no poseía. Juana a veces se cansaba y dejaba de escucharla, pero la mayoría de las veces lograba que Pola hiciera una pausa en sus deseos y jugara con ella. Una tarde Pola vino a jugar a la casa de Juana. Estuvieron horas armando una casa de Lego con 8


dormitorios, cocina, baño y patio. Cuando llegó el papá a buscarla, Pola se apegó a la muralla y quiso partir sin despedirse de Juana. “Qué raro”–pensó Juana– “lo habíamos pasado tan bien”, pero como conocía a su amiga, sabía que a veces se comportaba de manera extraña. Cuando Pola estaba saliendo de su casa, Juana notó que llevaba un bulto en la espalda y al subirse al auto de su papá, se le resbaló y dejó caer parte de la casa que habían construido juntas, desarmándose en cientos de piezas que se desparramaron por la vereda. ¿Pero qué es esto de llevarse juguetes escondidos? ¿Acaso no te basta con los que tienes, ladrona? –la retó duramente su papá. Juana miró a Pola y vio cómo su cara se pintaba roja, igualita a una frutilla pensó Juana, mientras era incapaz de levantar sus ojos de las decenas de piececitas esparcidas por el cemento. Juana reconoció los signos de la vergüenza y sintió que debía hacer algo. No estaba robando –dijo rápidamente Juana. Estábamos jugando a esconder cosas y ahora era tu turno, ¿cierto? Pola levantó los ojos del suelo y miró a Juana con una mezcla de asombro y agradecimiento, mientras asentía varias veces con su cabeza. 9


—¡Ah!, lo siento. Es que últimamente Pola ha tenido las manos largas, –agregó jocosamente el papá. Luego se despidieron y desaparecieron por la esquina. Juana se arrodilló y recogió una por una las piezas. Sintió que algo se había roto, algo mucho más profundo que la casa de Lego. Luego entró corriendo a su pieza y mientras ordenaba el resto de los juguetes, se sintió confundida. ¿Por qué si Pola tenía tantos juguetes se quiso robar la casa de Lego? ¿Y por qué ella había mentido para salvarla? ¿No habría sido mejor que su papá la retara para que no lo volviera a hacer? ¿Qué era eso de manos largas que dijo su papá? ¿Será que Pola es efectivamente una ladrona? ¿Y se habrá llevado algo más? Con esta última pregunta, Juana se acordó de una cadenita que le había regalado su abuela y que Juana guardaba junto a otros tesoros en un joyero… ¡que le había mostrado a su amiga! Juana se apuró en abrir el joyero… pero la cadenita no estaba. Aunque buscó por todos lados, no hubo caso. Alguien la había sacado y a Juana se le apretó todavía más el corazón al pensar en su amiga. ¿Qué hacer? Si le contaba a su mamá para que ella llamara a su papá, él retaría a Pola hasta que ella confesara y devolviera la cadenita… pero 10


cuando los grandes se meten en cosas de chicos agravan todo… ¿y si ella iba a la casa de Pola y buscaba la cadenita y la recuperaba sin que Pola se diera cuenta? Eso también sería robar… ¿Y si se hacía la lesa y no hacía nada? No, porque cuando tuvieran una fiesta su mamá le diría que se pusiera la cadenita y si no la encontraba, se enojaría y hasta podría terminar culpando a otra persona… ¿Y si se culpaba ella misma diciendo que la había perdido? Ya había hecho suficiente al mentir por su amiga… Así estuvo Juana el resto de la tarde, sin dar con una solución. Cuando se hizo de noche, Juana se acostó antes de que sus papás se lo pidieran y al poco rato de cerrar los ojos, soñó que un hada le traía tesoros y piedras preciosas que dejaba debajo de su cama. A la mañana siguiente, Juana ya tenía un plan. Era una idea original, simple, intrépida y muy novedosa, así que pasó harto rato puliendo los detalles. Por la tarde salió a la plaza y se encontró con Pola, quien estaba saltando a la cuerda, acompañada de su abuela. —¡Hola Pola! ¡No sabes lo que me pasó! —¿Qué te pasó? –preguntó Pola un poco retraída, como si ahora le diese vergüenza jugar con Juana. 11


—Resulta que perdí mi cadenita, esa que me regaló mi abuela. —Lo siento –dijo un poco nerviosa Pola, otra vez clavando los ojos en el suelo. —¡Pero eso no es todo! –agregó emocionada Juana. Cuando le conté a mi mamá, me dijo que fuéramos donde una adivina para que me ayudara a encontrarla ¡y fuimos! ¿Y sabes qué me dijo la adivina? —¿Qué te dijo? –preguntó Pola, comenzando a ponerse como una frutilla. —Me dijo que tú… ¡que tú me ibas a ayudar a encontrarla! Pola se quedó en silencio y volvió a mirar a Juana como diciendo gracias y lo siento, todo junto condensado en una mirada que iluminó su rostro como una estrella fugaz. Al otro día Pola tocó el timbre de la casa de Juana. Dijo que venía a ayudarle a buscar la cadenita. Y así lo hicieron. Juana hacía como que buscaba dentro del armario, mientras Pola registraba debajo de la cama. De repente Pola gritó “¡acá está!”, pasándole el joyero con la cadenita al centro.

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tricahue rojo

serie juana

Entre 8 y 10 años

SERIE JUANA Esta serie, protagonizada por una nueva heroína de la literatura infantil chilena, se compone de relatos en que Juana resolverá, a su modo, los conflictos propios de la niñez –desde lo cotidiano hasta lo inexplicable–, con astucia e imaginación. Juana le encontrará el lado positivo a la adversidad y, de paso, nos entretendrá con sus travesuras y ocurrencias.

JUANA Y SUS AMIGOS. En estos relatos protagonizados por Juana, la acompañaremos en sus aventuras junto a sus amigos Adela, don Miguel, Pola y mucho más… BERNARDITA MUÑOZ CHEREAU (Santiago de Chile, 1975) es Psicóloga Educacional (PUC), Magíster (IoE, U. de Londres), Doctora en Educación (U. de Bristol) y escritora de literatura infantil. Sus obras de ficción muestran cómo sus protagonistas resuelven misterios y conflictos acudiendo a sus propios recursos, sin necesidad de la magia ni la ayuda de seres de otros planetas. En la última década ha publicado con Edebé El pequeño universo, La señora Clo, La desaparición de León y El pulpo. SOYALEGATO (ALEJANDRA BASAURE) complementa las historias protagonizadas por Juana con ilustraciones expresivas, vibrantes y originales. También son de su autoría las imágenes de Los bigotes de la gatita Miauci (Edebé), de Katherine Urrutia.


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