MARGARET, PAPEL y TOMATES

MARGARET,

PAPEL Y T 0MAT ES Feliza Marro

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Ilustraciones de Fabián Rivas

CURI

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Ilustraciones de Fabiรกn Rivas

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ace tiempo atrás, cuando todavía no existía el plástico y muchos niños trabajaban en industrias, había una pequeña niña muy creativa llamada Margaret que trabajaba en una gran fábrica de papeles. Se las ingeniaba para alegrar a los demás niños, cambiando el color plomo del taller por las más curiosas historias sobre prensas de metal, tornillos y clavos.

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Cada día cuando llegaba a casa sacaba de su bolso marrón su objeto más atesorado: una libreta de notas donde dibujaba y escribía acerca de todos los nuevos inventos que quería realizar. A veces, simplemente arrancaba las hojas de su libreta y se ponía a hacer figuritas sobre el mesón de la cocina para mirar cómo se verían en realidad. Su madre la observaba atentamente, y notaba que tenía habilidades con las manos, así que la animaba cantándole de vez en cuando para avivar su imaginación.

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En sus ratos libres le gustaba jugar, crear cosas e ir al mercado a comprar frutas, verduras, pan y carne. Margaret veĂ­a cĂłmo caĂ­an y rodaban las manzanas, betarragas y cebollas por las calles, muchos usaban cajas de madera, pero eran pesadas 6

y difĂ­ciles de cargar cuando contenĂ­an desde pollos hasta frutillas. Sin embargo, lo peor eran los tomates que aparecĂ­an reventados por montones en el pasillo principal de la feria.

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Un día, Margaret tropezó con uno de ellos y arruinó uno de sus vestidos favoritos, se puso muy triste y enseguida revisó su bolso para ver si la libreta de anotaciones estaba sana y salva y al darse cuenta de que cada página estaba bien se le ocurrió una gran idea.

Pasó a escondidas por la fábrica de papeles para buscar algunas de sus herramientas y se apresuró para llegar rápido a casa.

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Puso manos a la obra y extendió sobre el mesón de la cocina un papel que cubría todos los bordes, se ubicó debajo y empezó a cortar y pegar sin parar.

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Al llegar del trabajo, su madre notó que su hija no estaba, comenzó a buscarla por toda la casa, hasta que notó un montón de pedacitos de papel en medio de la cocina, y se echó a reír.

Margaret, avergonzada por el desorden le pidió que la disculpara y

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esperara un poco. Al salir de abajo de la mesa, Margaret le dijo que cerrara los ojos porque le tenĂ­a una sorpresa especial.

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CURI

sta es la historia de un invento que

realizó una niña pequeña que asombró y

revolucionó el mundo de los envoltorios.