De preferencias y una sociedad retrograda. Hoy en el día mundial contra la homofobia me pregunto ¿Cuánto más tiene que madurar la sociedad para ver como humanos a cualquier persona sin importar su preferencia sexual? Por qué no podemos aceptar que la sexualidad humana es diversa y que cada individuo es libre de decidir según sus gustos. Ya no estamos en una época donde había ignorancia sobre un gran tabú que es la sexualidad, vivimos en una nueva era donde los conceptos que conocíamos están obsoletos; una familia ya no es papá, mamá e hijos, una familia puede ser hoy, cualquier relación entre individuos donde exista un lazo de afecto y respeto. Es triste que hoy en día sigan existiendo personas que atentan física y psicológicamente en contra de personas, que su único error, en esta sociedad retrograda, fue exteriorizar su preferencia sexual. La homofobia no es un miedo, es ser un idiota, es no respetar los derechos de los demás; una gran mujer dijo una vez “En sí, la homosexualidad está tan limitada como la heterosexualidad. Lo ideal sería ser capaz de amar a una mujer o a un hombre, a cualquier ser humano, sin sentir miedo, inhibición u obligación”Simone de Beauvior; un ser humano vale por el hecho de serlo, no por la preferencia sexual que tenga. Las preferencias sexuales no son enfermedades, uno no decide a quien amar; como seres racionales debemos saber que el amor no está en los confines de la cognición. Lo único que me reconforta es que las nuevas generaciones han salido de la ignorancia, poco a poco la obscuridad en la que vivimos sea ilumina con la linterna del respeto y la empatía; aun hace falta mucho por hacer en materia de derechos humanos, debemos aprender a respetar a los demás, la libertad termina en donde empieza la del otro. Por Edgar Ordoñez Guerra.