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ilustrado por el artista Arthur Rackham, quizá el dibujante de libros infantiles más aclamado de su época, recordado principalmente hoy en día por las imágenes que creó para cuentos de hadas de los hermanos Grimm y Hans Christian Andersen y para obras que van de las Fábulas de Esopo a El viento en los sauces de Kenneth Grahame. En la actualidad, conocemos a Peter Pan sobre todo por su papel protagonista en la obra teatral de 1904 Peter Pan: el niño que no quería crecer. La obra no apareció en forma escrita hasta 1928, pero en 1911 Barrie publicó la novela Peter y Wendy, que acabó por ser conocida como Peter Pan. Para recapitular, tenemos: El pajarito blanco, 1902. Peter Pan: el niño que no quería crecer (estreno teatral), 1904. Peter Pan en los Jardines de Kensington, ilustrado por Arthur Rackham, 1906.
Programa para el montaje londinense de Peter Pan. (Beinecke Rare Book and Manuscript Library, Universidad de Yale.)
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Ilustraciones de Frank Gillett para el montaje de 1905-1906 de Peter Pan. (Beinecke Rare Book and Manuscript Library, Universidad de Yale.)
consecutiva, un episodio tras otro de estas obras proporciona repetidamente los placeres del peligro, el conflicto y la vuelta a la seguridad. En el País de Nunca Jamás tenemos el mismo ciclo interminable, con enfrentamientos constantes entre pieles rojas, piratas, animales salvajes y niños perdidos. El País de Nunca Jamás, al igual que el País de las Maravillas, es un espacio tanto físico como so-
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13 «niños revoltosos.» Nada más asumir Wendy su papel de madre, pasa a ser regañadora y cuentacuentos, riñendo a los niños para que entren en la casa y prometiéndoles un cuento de hadas. Pasa a ocupar sin esfuerzo el papel maternal que desempeñaba la Sra. Darling, y al llegar al final del capítulo, el orden doméstico ha quedado ya instaurado. 14 habría sido blanco de un ataque. En la versión teatral de la obra, después de que las hadas le pellizquen la nariz a Peter, descubrimos: «Las hadas, como veis, pueden tocarle».
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—Muy bien –accedió ella–. Lo haré lo mejor posible. Para dentro ahora mismo, niños revoltosos13; estoy segura de que tenéis los pies mojados. Y antes de acostaros tengo el tiempo justo para terminar la historia de Cenicienta. Y adentro que fueron; no sé cómo es posible que hubiese espacio para todos, si bien uno puede apretarse dentro de sitios muy estrechos en el País de Nunca Jamás. Y aquella fue la primera de muchas noches felices que pasaron con Wendy. En los días que estaban por venir los arroparía en la gran cama de la casa bajo los árboles, pero Wendy pasó aquella noche en la casita, y Peter se quedó de guardia en el exterior con la espada desenvainada, pues podía oírse a los piratas armando jarana a lo lejos y los lobos se encontraban al acecho. La casita ofrecía un aspecto de lo más seguro y acogedor en la oscuridad, con una bri llante luz filtrándose a través de sus persianas, la chimenea humeando hermosamente y Peter montando guardia. Al cabo de un rato se quedó dormido, y algunas hadas tambaleantes tuvieron que pasar por encima de él de camino a su hogar desde una bacanal. Cualquier otro de los niños que hubiese estado obstruyendo el paso de las hadas por la noche habría sido blanco de un ataque14, pero estas se limitaron a pellizcarle la nariz a Peter y siguieron adelante.
Mabel Lucie Attwell, Peter Pan y Wendy, 1921. (Lucie Attwell Ltd. Cortesía de Vicki Thomas Associates.)
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CAPÍTULO 7
La casa bajo tierra
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na de las primeras cosas que hizo Peter al día siguiente fue tomarle las medidas a Wendy, John y Michael para los árboles huecos. Garfio, si recordáis, se había burlado de los niños por pensar que necesitaban un árbol por cabeza, pero esto era una muestra de ignorancia por su parte, ya que a menos que tu árbol se ajustara a ti, resultaba difícil subir y bajar, y no había dos niños perdidos que tuvieran exactamente el mismo tamaño. Una vez encajabas en uno, cogías aire arriba del todo y bajabas a la velocidad justa, mientras que para ascender cogías y soltabas aire sucesivamente, y así subías como una lombriz. Naturalmente, una vez que dominabas la técnica eras capaz de hacer estas cosas sin pensar en ellas, y no hay nada más elegante que eso. Pero simplemente debes encajar1, y Peter te toma las medidas para tu árbol con tanto cuidado como si fuese para un traje; la única diferencia es que la ropa se hace a tu medida, mientras que a uno lo han de hacer a la medida del árbol. Por lo general se consigue de manera sencillísima, haciéndote llevar, por ejemplo, un exceso de prendas o menos de las normales; pero si tienes redondeces en sitios poco prácticos o el único árbol disponible posee una forma extraña, Peter te hace algunas cosas, y después ya encajas. Lle-
1 Pero simplemente debes encajar. El narrador se dirige al lector de un modo que parece situar el origen de la novela en una narración oral. La segunda persona coloquial –aquí como en el resto de la obra– nos permite imaginar a un adulto que le habla a un niño o a un grupo de ellos, explicándoles exactamente cómo se consigue que «tú» encajes en un árbol.
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Las ilustraciones de Arthur Rackham para Peter Pan en los Jardines de Kensington
Figura 1. Mapa de Peter Pan de los Jardines de Kensington. Masas de agua (el Round Pond y el Serpentine River) y paseos (el Broad Walk) reales aparecen señalados para el lector junto con nombres ficticios como el Árbol de Cecco Hewlett y el Palacio de Invierno de las Hadas. Después de todo, se trata del mapa de Peter.
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Figura 14. «Un grupo de obreros que estaba aserrando una seta se marchó a todo correr, dejando abandonadas sus herramientas.» Peter Pan provoca el pánico entre los obreros, ya que lo toman por un humano que se ha quedado dentro de los Jardines de Kensington más allá de la hora de cierre.
Figura 15.:«Peter planteó su extraño caso al viejo Solomon Caw.» Barrie amaba esta ilustración casi tanto como la del Serpentine. Peter está encaramado a una rama como un pájaro, pero Solomon le informa de manera pausada que ya no lo es. Peter pierde la fe en su capacidad para volar y durante un tiempo se ve confinado a su suerte en la isla. Solomon lo describe como un «pobrecito mitad y mitad» y lo llama como es bien sabido «ni una cosa ni la otra». Al pie del árbol, unos ratones se afanan en sacar brillo a unos zapatos.
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Figura 16. «Peter gritó: “¡Hacedlo otra vez!”, y con gran amabilidad lo repitieron varias veces.» Asustado al principio por una «maravillosa cosa blanca» en Bird’s Island, Peter acaba por adorar la cometa e incluso duerme con ella, «porque había pertenecido a un niño de verdad». Se deleita con su vuelo, pero olvida agradecerle a los pájaros la demostración que han hecho de sus capacidades, revelando que «ni siquiera entonces se había olvidado por completo de cómo era ser un niño». Imitando los movimientos de la cometa, trata de elevarse en el aire con ella.
Figura 17. «Cien salieron volando con el cordel, y Peter se agarró a la cola.» Peter ruega a los pájaros que le lleven volando hasta los Jardines de Kensington. Con su ayuda, la cometa lo arrastra hasta las alturas, pero Peter regresa a tierra cuando el juguete se hace pedazos en el aire.
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