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¿QUÉ COMPRO Y QUÉ ME VE DE, SEÑOR MI ISTRO? TASAS, ME TIRAS Y EL DESAHUCIO DE LA U IVERSIDAD PÚBLICA
JosĂŠ Carlos Bermejo Barrera
Por poco que nos asomemos a los medios de comunicaciĂłn, sea cual sea su tipo, en todas partes nos encontramos con un lema: existen los mercados. Y esos mercados se rigen por leyes casi fĂsicas, como la ley de la gravedad que explica el movimiento de los planetas, unas leyes que estudian con primor las agencias de calificaciĂłn de riesgos, que periĂłdicamente vaticinan las mĂĄs o menos inminentes quiebras de algunos paĂses. Dichas agencias, que no fueron capaces de prever el estallido de la burbuja financiera, son capaces de poner de rodillas a la mayor parte de los gobiernos, en tanto que disfrutan de la credibilidad de esos mismos gobiernos y de casi todos los partidos polĂticos europeos, que estĂĄn dispuestos a diseĂąar sus polĂticas econĂłmicas al albur de sus recomendaciones y de sus amenazas. Una agencia de calificaciĂłn de riesgos es una empresa privada que analiza las rentabilidades futuras de las inversiones financieras en todo el mundo a un plazo corto o medio. Las agencias de calificaciĂłn asesoran a los inversores cosmopolitas que invierten su dinero en cualquier parte del mundo, en lo que sea, a condiciĂłn de que les proporcione una alta rentabilidad. No importa que se trate de compraventa de moneda, de deuda pĂşblica, o de todo tipo de acciones y bonos, sean sanos o tĂłxicos, mientras sean rentables. Las agencias de calificaciĂłn son una parte esencial del llamado capitalismo de casino, en el que la economĂa financiera especulativa asfixia a la economĂa productiva, al consumo, intentando acaparar los beneficios del capital de la forma mĂĄs rĂĄpida y eficaz posible. Se dice que, como la economĂa la rigen esos mercados (los financieros, porque la economĂa solo es inversiĂłn de capital), los mercados necesitan confianza, seguridad. Hay que tener tranquilos y contentos a los mercados y diseĂąar las polĂticas nacionales en ese sentido. De tal modo que los especuladores financieros internacionales y los grandes bancos –responsables de la crisis financiera– compren la deuda pĂşblica de unos estados que reflotaron a esos mismos bancos cuando hizo falta, para que se lucren de los intereses de la deuda que esos mismos estados les venden, con los que los estados se endeudan, desviando cada vez mĂĄs sus recursos a la emisiĂłn de deuda pĂşblica y al pago de los intereses de esa misma deuda, a costa de cualquier otro tipo de gasto: social, productivo, sanitario, educativo‌ Una de las Ăşltimas consecuencias de la necesidad de aplacar la ira de los mercados por parte del gobierno espaĂąol, aunque quizĂĄs no sea la mĂĄs grave, ha sido la subida de las tasas acadĂŠmicas, llevada a cabo bajo un lema econĂłmico muy sencillo: quien compra algo debe pagarlo, y consecuentemente si la educaciĂłn universitaria tiene un coste deberĂĄ pagarlo en su totalidad o en parte quien la adquiere, puesto que, dado que el consumo de la educaciĂłn superior estĂĄ reservado a unos pocos ciudadanos, sufragarla