MANUEL LAMARCA
EL CINE DE ALBERTO RODRÍGUEZ conversaciones
Primera edición: marzo de 2020 © Manuel Lamarca Rosales © de la fotografía del autor, R. Eugenio Vergel Varo, 2019 © Ediciones Carena, 2020 Ediciones Carena c/Alpens, 31-33 08014 Barcelona T. 934 310 283 www.edicionescarena.com info@edicionescarena.com Diseño de la colección: Sandra Jiménez Castillo Marina Delgado Torres Diseño de la cubierta: Yuxiana Mariños Coordinación y maquetación: Adrián Vico Fotografía de portada: rodaje de La isla mínima, con Alberto Rodríguez (centro) dando instrucciones a los actores Javier Gutiérrez y Raúl Arévalo Julio Vergne © Atípica Films Sacromonte Films, Atresmedia Cine, 2014 Depósito legal: B 6633-2020 ISBN 978-84-17852-87-0 Impreso en España - Printed in Spain Ediciones Carena apoya la protección del copyright. El copyright estimula la creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de las ideas y el conocimiento, promueve la libre expresión y favorece una cultura viva. Gracias por comprar una edición autorizada de este libro y por respetar las leyes del copyright al no reproducir, escanear ni distribuir ninguna parte de esta obra por ningún medio sin permiso. Al hacerlo está respaldando a los autores y permitiendo que prhge continúe publicando libros para todos los lectores. Diríjase a cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos, http://www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
A Franรงois Truffaut y Alfred Hitchcock
El cine de Alberto Rodríguez. Conversaciones i. Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 ii. Orígenes. Sevilla. Primeros años y cortometrajes: Bancos. La Universidad y Canal Sur 21 iii. El factor Pilgrim y El traje . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37 iv. 7 Vírgenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63 v. After . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85 vi. Rodando para la televisión: Hispania. La leyenda. . . 115 vii. Grupo 7 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131 viii. La isla mínima . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169 ix. Haciendo cine . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 217 x. El hombre de las mil caras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253 xi. La peste . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 279 xii. Filmografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 299 xiii. Breve webgrafía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309
i PRÓLOGO
Email de Manuel Lamarca de fecha martes 22 de mayo de 2012 Estimado señor D. Alberto Rodríguez:
(…) Desde hace años soy admirador de sus películas. Precisamente hemos tenido ocasión de conocernos personalmente en varias ocasiones, ya que en el año 2006, grabé parte de una entrevista suya donde hablamos de su película 7 vírgenes, fragmento incluido en mi documental Dentro del cine, y hace dos años, coincidimos nuevamente en Córdoba, en la Filmoteca, durante la entrega de premios ASECAN por su largometraje After. En mis clases he recomendado a mis alumnos que acudan a ver su película Grupo 7, y si venían con una entrada, les ofrecía subirles la nota 0.5. Aquellos que la han visto se han quedado perplejos, ya que les ha parecido, según sus palabras textuales, un peliculón. A mí me parece uno de los mejores largometrajes españoles de la década, una obra maestra sin duda. Me gustaría poder hacer un libro entrevista, en la línea de El cine según Hitchcock, para dejar constancia de su trabajo, de cómo
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han surgido sus películas, de todo lo que implica la creación cinematográfica de su cine, especialmente dentro del contexto andaluz y del cine en Andalucía…Sería algo así como El cine según Alberto Rodríguez…..
Email de respuesta de Alberto Rodríguez de fecha lunes 10 de septiembre de 2012 Hola Manuel, Soy Alberto Rodríguez. Te recuerdo bien. Perdona por tardar tanto en contestar. Me he dado unas vacaciones muy largas. Han sido dos años con mucha actividad. Tu propuesta me da casi pudor, si te digo la verdad. Pero estoy a tu disposición para lo que quieras.
Este intercambio de emails, en 2012, puso en pie este libro, finalmente titulado El cine de Alberto Rodríguez. Conversaciones. El interés que movió mi propuesta se encuentra claramente identificado en el primer correo electrónico. Las películas de Alberto Rodríguez me gustaban especialmente, y aunque su carrera era aún incipiente, ya habían causado un fuerte impacto en mí. Uno de los grandes placeres de este libro ha consistido en el privilegio de asistir en primera línea a la consolidación de su carrera como cineasta. Durante la grabación de nuestras entrevistas se estrenaron tres importantes películas suyas, Grupo 7, La isla mínima y El hombre de las mil caras. Al mismo tiempo, también terminaba su primera serie para Movistar, La peste. Todos ellos son títulos que configuran realmente la esencia de su obra hasta el momento. El estreno en los cines españoles de La isla mínima el 26 de septiembre de 2014 marca un hito en la carrera cinematográfica
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de Alberto Rodríguez. Desde su presentación en el Festival de Cine de San Sebastián sólo unas semanas antes, el filme cautiva al público y a la crítica. Además de un gran éxito de taquilla, la película se convierte en la triunfadora absoluta en la temporada de premios del primer trimestre del año siguiente, alzándose en febrero de 2015 con un total de diez premios Goya de la Academia de cine, incluyendo los galardones a mejor película, mejor director y mejor guión original, entre otros. Sin duda alguna, La isla mínima es una de las mejores películas de la Historia del cine español y determina la madurez narrativa de Alberto Rodríguez como cineasta. La coincidencia de nuestras conversaciones con el estreno de La isla mínima no sólo fue una feliz coincidencia, sino también la confirmación de que nuestro libro suponía un pertinente acercamiento a la obra de un cineasta que, mientras analizábamos su obra frente a la grabadora, ya había alcanzado el status de imprescindible dentro del cine español. El primer recuerdo que tengo de Alberto Rodríguez se relaciona con mi ciudad natal, Córdoba, y con mi propio trabajo como cineasta. En noviembre de 2005, recién estrenada en cines su película 7 vírgenes, acudió a la ciudad de la Mezquita para dar una charla dentro del festival Eutopía, que iniciaba su andadura por aquella época. Asistí a su conferencia y lo abordé, junto a mi pequeña cámara, al salir de la misma. Le planteé que estaba rodando un largometraje documental sobre el mundo del cine y, su inmediata predisposición para ayudarme en mi propósito, hizo que filmara una breve entrevista suya que después incorporé parcialmente al metraje de Dentro del cine (2007). De aquel primer encuentro recuerdo, además de su cercanía y educación, lo inquieto y nervioso que me pareció. Esa inquietud y nerviosismo respondían, como pude comprobar personalmente más adelante, a un carácter apacible pero intensamente proac-
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tivo que a veces genera la sensación de que el pensamiento de Alberto va más rápido que su propia realidad. De ahí que a veces su cuerpo parezca contradecir su aparente parsimonia con gestos breves que denotan ese nerviosismo al que me refiero. Dichos gestos, leves pero intensos, pasarían desapercibidos para el interlocutor menos avezado, pero forman parte intrínseca de su fisonomía y delatan un carácter inquieto, entendiendo esa inquietud como una expresión de una mente efervescente que no puede permanecer en reposo por largo tiempo y que siempre está presta a crear, por otra parte, algo consustancial a cualquier autor. Nuestro segundo encuentro también fue en Córdoba, en esta ocasión en el marco de la Filmoteca de Andalucía, durante la gala de entrega de los premios Asecan (Asociación de escritoras y escritores cinematográficos de Andalucía) del año 2009, que premiaron a su estupenda After. Tras la gala lo localicé, en el ágape posterior, en el patio de la Filmoteca, acompañado por su amigo y coguionista habitual Rafael Cobos y por el actor Antonio de la Torre, que en aquellos momentos rodaba Balada triste de trompeta (2010) de Alex de la Iglesia y que poco después trabajaría con Alberto como coprotagonista de Grupo 7. Me dio apuro aproximarme, y no era por la presencia de tan insignes personas, sino más bien porque tenía la sensación (y todavía me pasa en la actualidad) de que con mi acercamiento invadía su intimidad y que se sentirían incómodos con mi abordaje. Aún así, me acerqué y los saludé. Alberto aún se acordaba de mí y de su participación desinteresada en mi documental. Intercambiamos unas breves palabras y me retiré satisfecho porque, para aquellos que amamos el cine, el poder charlar con gente de la profesión tiene el mismo efecto de alegría interior que la que uno experimentaba de pequeño cuando sus padres lo llevaban
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a ver la cabalgata de Reyes, una mezcla de felicidad, ilusión y fascinación difícil de explicar para quien no la ha sentido personalmente. En el origen de El cine de Alberto Rodríguez. Conversaciones también se encuentra mi pasión personal por el formato de libro entrevista. Desde que leí, siendo adolescente, El cine según Hitchcock de François Truffaut, me entusiasma el esquema de un libro donde poder dar voz a un creador que nos habla, íntimamente, de cómo ha sido el proceso creativo y personal, además del contexto, que ha servido de base para crear sus obras. En mi opinión es un privilegio que autores como Hitchcock, Welles o Billy Wilder, entre muchos otros, hayan podido legar a la posteridad, a través de interlocutores tan brillantes como Truffaut, Bogdanovich y Crowe1, las reflexiones sobre cómo filmaron obras maestras como Psicosis (1960, Psycho), Ciudadano Kane (1941, Citizen Kane) o El crepúsculo de los dioses (1950, Sunset Boulevard), entre otras. En mi obra literaria ya había tenido ocasión de entrevistar a célebres integrantes del cine español, fruto de lo cual, surgieron los libros Conversaciones con cineastas españoles (2002) y Cómo crear una película. Anatomía de una profesión (2008), de los que soy coautor. Pero me faltaba dedicar íntegramente una obra monográfica a un solo cineasta, y debía de estar dedicada a un cineasta que me apasionara. En este sentido, El cine de Alberto Rodríguez. Conversaciones cubría para mí ese hueco personal y profesional. Sería algo así como una versión perso1 Nos referimos a los libros El cine según Hitchcock (1974, Alianza Editorial), Ciudadano Welles (1994, Ediciones Grijalbo) y Conversaciones con Billy Wilder (1999, Alianza Editorial), escritos respectivamente por los cineastas François Truffaut, Peter Bogdanovich y Cameron Crowe.
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nal de los libros de Hitchcock, Welles o Wilder, salvando las distancias. Esto representaba cerrar una trilogía iniciada con mis dos libros anteriormente citados, que podríamos llamar mi trilogía de libros entrevista sobre cine español, y, dentro de ella, sería una obra que yo desarrollaría como autor único, algo que también la diferenciaría de las anteriores, que fueron en colaboración. Se trataba además de poner en valor la carrera cinematográfica de un cineasta andaluz, en mi opinión, el más importante del nuevo siglo en lo que se refiere a nuestra tierra, y desde esa perspectiva, esto también suponía otro aliciente más que añadir al interés del proyecto. En mayo de 2012 decidí contactar con Alberto Rodríguez y proponerle la escritura de este libro. El contenido de dicho email, parcialmente, se reproduce al inicio de este prólogo y el lector ya ha podido consultarlo. Debido al prolongado tiempo que tardó en contestarlo, casi cuatro meses, pensé que había desestimado mi propuesta. Esto puede hacer entender mínimamente la profunda sorpresa y alegría que me invadió cuando en septiembre de 2012 pude leer su inesperada respuesta. Aunque ya se lo agradecí en su momento, quiero reiterar desde estas líneas mi agradecimiento a que contestase afirmativamente. Sin ese paso decisivo y sin su confianza, este libro nunca hubiese existido. Quiero hacer extensivo mi agradecimiento para que este libro sea realidad a Ediciones Carena, Atípica Films y dentro de esa productora, muy especialmente a Gema Romero y Cristina Sutherland. Dedico este libro a mi familia, François Truffaut y Alfred Hitchcock. Las entrevistas se desarrollaron desde finales de 2012 y hasta febrero de 2018, de forma discontinua. Fueron en total casi una decena de encuentros que se desarrollaron en Sevi-
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lla en diferentes localizaciones, algunas tan peculiares como un bar o su propio piso, salvo una de ellas celebrada en un hotel de Córdoba. Los continuos compromisos profesionales y personales hicieron muy complicado fijar un calendario para nuestras reuniones. A modo de ejemplo, diremos que la penúltima entrevista fue grabada a primeros de agosto de 2017 y que la última se realizó en febrero del año siguiente. Es decir, seis meses de intervalo, cuando la intención inicial habría sido finalizarla ese mismo mes de agosto. Y esos seis meses son un escaso intervalo. Hubo un parón de año y medio, de mayo de 2013 hasta mediados de 2015 que coincidió con la vorágine desatada por el rodaje y el estreno posterior de La isla mínima, que ocupó sobremanera la vida de Alberto, algo que coincidió a su vez con una etapa de intensísimo trabajo profesional, encadenando tres rodajes casi consecutivos (La isla mínima, El hombre de las mil caras y La peste). A veces, sinceramente, pensé que nunca acabaríamos de grabar nuestras entrevistas. En este sentido, mi insistencia, que en ocasiones me hacía parecer a mí mismo excesivamente pesado, ayudó, creo, a llevar a buen puerto nuestro proyecto conjunto. Ya se sabe, el que resiste, gana. Las entrevistas fueron grabadas siguiendo un guión previo que yo elaboré tras analizar pormenorizadamente cada película y cada etapa de la carrera de Alberto Rodríguez. No existió ningún tema ni conversación que Alberto rehuyera y nuestros encuentros fueron aumentando en complicidad conforme las entrevistas avanzaban. A la hora de editarlas para el libro, consideré adecuado pulir determinadas expresiones coloquiales, pero sin que eso afectase al contenido ni a la expresión de sus respuestas. La transcripción de las mismas, que realicé personalmente, fue una labor intensa y extenuante, pero al mismo
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tiempo gratificante, ya que me hizo tomar consciencia del interés de nuestras conversaciones conforme iban alcanzando su forma definitiva. Durante las grabaciones tuve la suerte de poder ver a Alberto trabajando en varias ocasiones. En septiembre de 2013, le envié un email para poder asistir al rodaje de La isla mínima. Lamentablemente, mi email coincidió con el inicio de la filmación y, cuando pudo contestarme, ya estaba concluida la misma. Pero, en su generosidad, me invitó a asistir a una sesión de posproducción, durante el montaje de imagen de la película. Ahí pude conocer personalmente a su montador José Manuel García Moyano, quien precisamente por la edición de La isla mínima ganaría posteriormente el premio Goya de la Academia, y también al coguionista Rafael Cobos, quien estaba presente, ocasionalmente, el día que yo acudí. Durante ese montaje pude comprobar cómo la película tomaba forma ante mis ojos, y desde luego, intuí que sería una gran obra, ya que las breves secuencias que pude ver tenían una calidad estupenda. Podía decirse que la película tenía un cuerpo y una densidad que se apreciaba desde esas primeras imágenes. Igualmente, ya se percibía la profunda química en pantalla entre Javier Gutiérrez y Raúl Arévalo. Estar presente en esa fase de creación de La isla mínima, aunque sólo fuese por unas horas, me hizo sentir privilegiado. Sin duda, lo he sido, ya que pocos tienen la posibilidad de ser testigos de las primeras imágenes y la creación de un clásico del cine español. En agosto de 2017, en nuestra penúltima entrevista, estuve presente por unos minutos, mientras Alberto ultimaba unas indicaciones finales, en el montaje de sonido de La peste. Frente
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a mí el gran Pelayo Gutiérrez2, posiblemente el editor de sonido más importante del cine español de los últimos veinte años. Estaban corrigiendo una toma de sonido. Recordé que en el montaje de La isla mínima también algunas tomas de sonido habían dado problemas. Al salir lo comenté con Alberto, y él me respondió que la fase de sonido siempre era delicada, que él la cuidaba especialmente y que el sonido era fundamental para una película. Esto es algo que se remarca en nuestras conversaciones, ya que si las películas de Alberto Rodríguez destacan por algo, y destacan por muchas cosas, una de ellas es singularmente por su cuidada edición de sonido. Una vez concluidas nuestras entrevistas y realizado el trabajo de adaptación a formato libro de las mismas, sólo cabe confiar en que este texto encontrará su público. Los que trabajamos para el cine o dentro de cualquier disciplina artística, sabemos que trabajamos no sólo para nuestros coetáneos, sino más bien de forma atemporal, para las futuras generaciones. Cuando yo leí siendo adolescente El cine según Hitchcock, ni el orondo Maestro inglés ni su admirador, François Truffaut, estaban ya entre nosotros. Sin embargo, su obra permanecía y fue capaz de entusiasmar a un joven como yo que aspiraba (más bien soñaba) con dedicarse al mundo del cine desde cualquier vertiente. La experiencia de leer El cine según Hitchcock me ayudó a ser consciente del profundo impacto del cine y del legado de quienes se dedican a él. 2 Pelayo Gutiérrez has ganado tres premios Goya de la Academia de Cine por el sonido de las películas El otro lado de la cama (2002, Emilio Martínez Lázaro), Te doy mis ojos (2003, Icíar Bollaín) y Obaba (2005, Montxo Armendáriz). Ha trabajado con directores como Pedro Almodóvar en La piel que habito (2011) y Los abrazos rotos (2009) y con Alberto Rodríguez en Grupo 7 (2012), La isla mínima (2014) y La peste (2017).
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Tal vez suene pretencioso, si bien no es mi intención, pero si este libro, El cine de Alberto Rodríguez. Conversaciones, tiene algún propósito, más allá de lo coyuntural, es que algún día, cuando ya no estemos entre nuestros congéneres, alguien, tal vez un adolescente como fui yo, pueda leer nuestras entrevistas y descubrir no sólo los entresijos de la obra de un cineasta formidable como es Alberto Rodríguez, sino más bien, su auténtica pasión por el cine, una pasión que sea el germen de una vocación que dé sentido a su vida, lo mismo que ocurrió conmigo mismo, con nosotros mismos. Ojalá. Manuel Lamarca Rosales Córdoba (España), enero de 2020