EN EL BESO DEL AIRE

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Premiado en el Certamen Internacional de Relatos Paradores de Turismo de España

En el beso del aire… Tres Relatos Vicente Díez



Vicente DĂ­ez

En el beso del aire‌ Tres Relatos


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© Vicente Díez © EDICIONES DUERNA Diagramación: contactovisual.es ISBN: 978-84-945862-0-0 Deposito legal: LE-290-2016 Impreso en España - Printed in Spain


A una maestra. A la pasiĂłn por enseĂąar



“Nada hay más saludable para la vida que incrementarla, aunque sea inventándola”. Luis Mateo Díez



Tres Relatos: En el beso del aire. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 En el final de la tarde. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61 En el manigual de La Habana Vieja. . . . . . . . . . . 77

Vicente DĂ­ez



PRÓLOGO En el beso del aire es un concepto amplio que va más allá de la expresión, un tanto enigmática, que pone nombre a la obra; es como una idea custodia que envuelve con mimo todo lo que aquí se cuenta. Por vez primera se plantea el autor la juntura, en el mismo libro, de tres relatos sin otro contacto que ese roce efímero e inmenso que el título sugiere. De esta forma aparecen en ellos elementos relacionados, aunque nada tengan en común las narraciones, a través de ese beso infinito de un aire distinto y distante en cada relato. Y al arrullo de la vida es Música el beso del aire y luego es Danza, las Artes que quiso el autor emparentar aquí con su Literatura, como metáfora constante de ritmo y esfuerzo. También en el aire están los descubrimientos que son, en estos relatos, pinceladas geográficas, históricas incluso, que encontrará el lector y que, pudiendo ser enseñanza, fueron escritas sin otra pretensión que el goce de la lectura, consciente el autor de que, más allá del encasillamiento de 11


recorrido corto que tienen los géneros y subgéneros, sólo hay dos tipos de Literatura: aquella en la que se disfruta leyendo y la otra. Dentro del estilo narrativo se involucra más el autor en dos relatos que cuenta en primera persona; es un yo reflexivo e interior “En el final de la tarde” y un yo abierto a otros y que, personalizado en la figura del viajero, es también cercano en “El manigual de la Habana Vieja”. El relato que da título al libro, “En el beso del aire”, se quiso narrar en tercera persona, solución omnisciente que permitía llevar con más libertad el cumplimiento con el Certamen Internacional de Relatos, esa propuesta de Paradores de Turismo de España, en la que resultó premiada la historia y agradecido por ello el autor. Y de sentimiento recogido el cierre de este preámbulo circular. En el beso del aire se hace infinito el tiempo, un espacio donde es yerma la lucha por retener el presente, ese ahora que no existe, donde el recuerdo es Memoria y pasado, y donde sólo queda ese futuro que llegará con alguna de todas las vidas soñadas, y sabe el lector que todavía posibles, con el límite único de la Imaginación. Vicente Díez 12


En el beso del aire... (literatura y mĂşsica)



Premiado en el Certamen Internacional de Relatos Paradores de Turismo de EspaĂąa

En el beso del aire



I Subía despacio las escaleras de piedra que daban a la plaza y se paró de pronto. Se detuvo un instante en los últimos peldaños para observar a la gente que, en ese momento, comenzaba a entrar en el Museo. Bajó entonces la vista, en trayectoria ligeramente inclinada hacia el lado izquierdo, y fueron casi al mismo tiempo el mirar y el descubrir. En el reloj de Amandi Oliegos entraba la nona y en su sonrisa se dibujó, claramente, la confirmación de algo deseado. La pulsera era de cuero viejo, se diría que normal, pero el resto no. Tenía la esfera dividida en sectores asimétricos serpenteando en torno al centro, sin saber muy bien si aquel punto era principio o final. Y sobre cada uno de los sectores marcas y letras, iniciales de las horas canónicas. 17


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Aquel joven profesor estaba convencido de que sólo había tres relojes así en todo el mundo; claro que los otros dos también los diseñó él y dormían en su casa entre los “complementos especiales”. Sin duda la forma de medir el tiempo ya denotaba rareza, pero no era aquél el único rasgo singular de Amandi. Esa tarde estaba allí en busca de una mirada y quizás de una sonrisa y halló ambas; eran los mismos dos gestos que le habían sorprendido por la mañana en la Catedral, aunque fueran ahora fugaces, como dos instantáneas; pero aquella joven, rodeada de amigos, entró en la Basílica sin notar siquiera su presencia. También eso estaba dentro de lo esperado y lo aceptó complacido… apenas un segundo, un momento furtivo como lo es la imagen de las fotos robadas y luego… otra vez el andar sosegado mientras le seguía dando vueltas a lo que consideraba él un misterio… ¡Qué tendrían aquellos ojos!.. y aquellos labios… ¿qué tendrían para hacer eterno un solo instante? En el paseo, que volvió a ser espera, no estuvo solo. Con él viajaban todos los tiempos, lo imaginado debía ser futuro porque el pasado podía recordarlo 18


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y el presente era aquel instante que se escapaba fugaz entre sus manos. Así que imaginación y memoria, sin necesidad de separar la una de la otra, buscaban su realidad sobrevolando, a corta distancia, el caminar lento que tejían los pasos. Sin embargo, de todos los sueños en su cabeza anidaban sólo los más deseados, que eran pocos, y lo hacían siempre en los amaneceres como le gustaba decir. Para Amandi no era amanecer un despertar en el final de la noche, como podía serlo para el resto del mundo, no, no…, amaneceres eran descubrimientos, inicios de algo, inicios de todo y estaban siempre en el final de las reflexiones y, acaso por ello, vivían emparentados a las treguas. Aquella tarde le trajo la espera uno de esos amaneceres suyos; finalizaba la Pascua y volvía él a sentir tantas emociones olvidadas justo entonces, cuando ya el aire traía los últimos colores del mes de abril. Se entretuvo Amandi, junto a una de las pequeñas columnas de piedra, jugando con la cadena de hierro macizo y oxidado que se engarzaba en ellas, a modo de comba, enhebrando así el límite de la Colegiata. Había perfilado el plan vespertino durante el almuerzo y era llegado el momento de ponerlo 19


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en marcha; con un poco de suerte y la ayuda de ella, descubriría todo lo que se había propuesto en aquel viaje que planeó cultural y que poco a poco iba fluyendo hacia una aventura inesperada.

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Tres relatos En el beso del aire es una obra literaria que reúne tres relatos y dice el autor que “sin otro contacto entre ellos que el roce inmenso que sugiere el título”. En la primera historia, que pone nombre al conjunto, se narran las vicisitudes de un profesor de literatura a quién el azar sitúa en una suerte de compromisos que, desarrollados en tres Paradores de Turismo y en escenarios naturales de León, exigen su cumplimiento. Esta narración ha sido premiada en el Certamen Internacional de Paradores de Turismo de España. En el final de la tarde, es un relato nacido en la ciudad de Estocolmo con las reflexiones que aquellos entornos de los Nobel sugieren y aportan a la expresión creativa. El tercer relato, En el manigual de La Habana Vieja, enhebra hermosas historias de esfuerzo y talento que sitúa el autor, que es viajero, en la Cuba actual. Con personajes de ficción mezclados con otros reales, es una narración nada complaciente con la situación de la Isla en los inicios del siglo.

ISBN: 978-84-945862-0-0


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