Aniversario de Los Andes 2014

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Recuerdos y memorias de la Gabriela andina Este año se cumple un siglo desde la creación de esta destacada obra que la poetisa chilena escribió en la tranquilidad de su habitación en Los Andes

“Del nicho helado en que los hombres te pusieron, te bajaré a la tierra humilde y soleada. Que he de dormirme en ella los hombres no supieron, y que hemos de soñar sobre la misma almohada.” (“Sonetos de la Muerte”, Gabriela Mistral) Por Gabriel Abarca Armijo Cuando leo estos versos, me imagino a la poetisa sentada, con su pluma en mano y una hoja llena de letras, con algunas frases corregidas producto de las múltiples lecturas que daba a cada una de sus palabras. Gabriela Mistral era

una mujer perfeccionista, que se preocupaba hasta del más mínimo detalle en sus composiciones. Y al leer aquellas palabras, imagino un lugar de paz, tranquilidad y -sobre todo- de belleza natural. Ese lugar que describe podría ser un valle, tal vez rodeado de imponentes montañas, caracterizado

por ser una tierra humilde y soleada. Y esas dos últimas palabras me recuerdan a Los Andes, ciudad que cobijó a la premio nobel de literatura por seis años, el periodo de tiempo más largo de esta increíble mujer pasó en una ciudad que no fuera su natal Vicuña. Algo tenía el suelo andino, algo tenía el río Aconcagua y el cordón montañoso más largo del mundo. Algo tenía esta tierra, que la invitaba a soñar y a escribir. Antes de tratar de hacer memoria de los pasos

Te acostaré en la tierra soleada con una dulcedumbre de madre para el hijo dormido, y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna al recibir tu cuerpo de niño dolorido.

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stos versos demuestran la dulzura de Gabriela Mistral, Característica que sus ex alumnas del Liceo de Niñas recordaron probablemente hasta sus últimos días. Gloria Mundaca es actualmente encargada de la oficina de Turismo de Los Andes y, además, es miembro del Consejo Regional de la Cultura y Las Artes. Ella recordó que “cuando era niña, probablemente para una tarea escolar, quise entrevistar a ex alumnas de Gabriela Mistral. Recuerdo haber hablado con varias de ellas y destacaban que la poetisa era una persona sumamente dulce”. Lamentablemente, la información que hay sobre la Gabriela y su vida en Los Andes no es suficiente. Sin embargo, en la Biblioteca de la ciudad hay un ejemplar del libro titulado “Los Andes, Gabriela Mistral y mis padres”, escrito por Ariel Fernández Latapiat. En este material, se puede encontrar variada información También vivió en pleno centro de la ciu- sobre la vida y obra dad, en calle Las Heras casi esquina Mem- de la poetisa en tiebrillar. rras andinas. Fue un invierno de 1912, cuando con 23 años la señorita Lucila Godoy Alcayaga pisó por primera vez Los Andes, con una maleta llena de ilusiones y con la misión de ejercer su vocación de maestra en el Liceo de Niñas, que funcionaba en el lugar donde actualmente está ubicado el Círculo Italiano en calle O’Higgins. El libro menciona: “Al principio, Gabriela vivió en casa de la directora del Liceo, en el mismo edificio. Cuando Emelina Alcayaga de Barraza, media hermana de Gabriela, a la sazón profesora del establecimiento, encontró donde vivir, ellas se instala-

ron en la calle Las Heras Nº 181, casi esquina Membrillar. Esta casa tenía sus piezas mirando hacia el poniente, lo que imponía una oscuridad aumentada por los árboles del patio. Era cuando Gabriela, después de sus clases de Castellano, Historia y Geografía, salía a descansar en la plaza cercana, donde conversaba con sus amigas o hacía anotaciones en su cuaderno”. En sus últimos años en Los Andes, encontró una casa en el sector de Coquimbito, lugar que la cobijó e inspiró. Y es justamente en ese sitio, con una vista privilegiada y que probablemente le recordaba su lejano hogar de “33 cerros” como le gustaba recordarlo, donde compuso los famosos “Sonetos de la Muerte”. Y uno de sus amigos más cercanos en estas tierras fue quien posteriormente sería Presidente de la República: Pedro Aguirre Cerda. De acuerdo al texto de Fernández Latapiat, siendo Ministro de Justicia e Instrucción Pública de aquel entonces, el ex Presidente la conocía más por su nombre artístico que por su nombre de nacimiento. Esta anécdota, relatada por la propia Gabriela, cuenta que en el documento oficial aparecía Lucila Godoy Alcayaga como nueva directora del Liceo de Niñas de Punta Arenas. Sin embargo, Aguirre Cerda tachó ese nombre y encima de él escribió Gabriela Mistral. Antes de viajar a la Patagonia para cumplir su nueva responsabilidad, describió su estadía en el valle del Aconcagua, en una entrevista publicada por la desaparecida revista Zigzag de esta forma: “He vivido aquí los seis años más intensos de mi vida, que todo se lo debo a este sol traspasador, a esta tierra verde y a este río. Hasta tal punto fijé mi corazón en este paisaje hebreo de montañas tajeadas y purpúreas, que quiero llamar a Los Andes mi tierra nativa, la de mis preferencias”.

de Gabriela Mistral por Los Andes, es bueno citar algunos datos biográficos que solo los aprendemos en la escuela, pero que con el tiempo olvidamos. Nació el 7 de abril de 1889 en Vicuña, en pleno valle del Elqui. Tal vez desde pequeña cultivó un amor hacia los valles y, por eso, se sintió como en casa en el Aconcagua. Quizás la pluma bendecida vio en el cerro Mercacha o en la Plaza de Armas elementos similares de su tierra natal. Su nombre era Lucila Godoy Alcayaga y provenía de una familia de origen modesto. Sus padres fueron un profesor, Juan Jerónimo Godoy Villanueva, y una modista, Petronila Alcayaga Rojas. Comenzó joven su carrera como profesora, ya que a los 15 años fue

Lucila Godoy Alcayaga según el libro “Los Andes, Gabriela Mistral y mis padres”.

nombrada ayudante en la Escuela de La Compañía Baja y en 1908 se desempeñó como maestra en la localidad de La Cantera. Su hermana, Emelina Alcayaga de Barraza, promovió en ella un pensamiento pedagógico centrado en el desarrollo y la protección de los niños, pasión que desempeñó con los años.

Luego iré espolvoreando tierra y polvo de rosas, y en la azulada y leve polvareda de luna, los despojos livianos irán quedando presos.

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amón Fernández Latapiat fue el encargado de conversar con la poetisa, en la tranquilidad de su hogar. Allí, el cronista pudo apreciar el cariño que la gente de los alrededores le tenía a Lucila, quien describió a estas personas como “gente que le mostraba que su soledad era mentira”. Tras cerrar su capítulo en Los Andes, y por recomendación de su amigo Pedro Aguirre Cerda, a quien las historias cuentan iba a visitar caminando desde Coquimbito hasta Pocuro, armó nuevamente sus maletas. Esas mismas que llegaron a suelo andino llenas de ilusión, ahora se iban con esperanza y nuevos sueños. Es que Gabriela nunca olvidó el valle. De hecho, en su obra “Tala”, editada en 1938, hace clara alusión a los lugares que recorrió mientras fue una andina más que se paseaba por los contornos del río Aconcagua o por las calles de tierra de la ciudad. El Liceo de Niñas actualmente funciona bajo el nombre de Círculo Italiano.


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bajo el alero de los “Sonetos de la Muerte” La fachada de la imponente casa azul de dos pisos donde habitó la poetisa.

En el valle del Río Blanco en donde nace el río Aconcagua llegué a beber, salté a beber, en el fuete de una cascada, que caía crinada y dura y se rompía yerta y blanca. Pegué mi boca al hervidero y me quemaba el agua santa, y tres días sangró mi boca de aquel sorbo del Aconcagua

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e acuerdo al libro de Matías Tagle Domínguez, titulado “Gabriela Mistral y Pedro Aguirre Cerda a través de su correspondencia privada (19191941)”, la amistad entre ambos permaneció intacta. El ex presidente, la definió “Gabriela Mistral era profesora del Liceo de Los Andes, es decir, de mi tierra… Un día vacó la dirección del Liceo de Punta Arenas. Deseoso de fortalecer el sentimiento nacionalista en esa zona en que tanta influencia ejercen las diferentes colonias extranjeras, me pareció adecuado fomentar la chilenidad con la presencia de una maestra que por sus condiciones excepcionales juzgaba debía ejercer una benéfica influencia

En la Biblioteca de Los Andes se encuentra el libro “Los Andes, Gabriela Mistral y mis padres”, que cuenta más detalles de la vida de Gabriela en el valle.

en pro del prestigio de Chile”. Años atrás se realizó una muestra en la ciudad de Los Andes, donde se exhibieron piezas inéditas usadas por la escritora. Dentro del material se hallaba el libro de clases que la poetisa utilizó en 1912, en cuyas páginas está escrito de su puño y letra el poema “El Salvador”, que dedicó a sus alumnas del ex

Liceo de Niñas de Los Andes. Sin duda, ese trabajo enriquecerá el material disponible sobre la vida y obra de esta gran mujer, con la cual da la impresión de que la sociedad andina está en deuda. Es muy poco una población, una escuela o un salón de honor. Su nombre debería ser más replicado, su legado debería ser más compartido.

Una vista privilegiada hacia el río y la cordillera tenía Gabriela Mistral en su residencia en Coquimbito.

La Casa de Gabriela

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na muestra de la deuda pendiente que se tiene con la poetisa es que su antigua casa aún no ha sido convertida en un museo que conserve su memoria. Su actual dueña, Gloria Ahumada, reconoce que se han acercado a ella para revisar el tema, pero hasta el momento no hay nada concreto. Esta histórica casa azul fue adquirida en la década del 40 por Miguel Ahumada y doña Ernestina Hernández, quienes la transformaron en la “Hostería La Rivera”, reconocida por su gastronomía. Este inmueble fue dado en herencia a la señora Gloria, quien afirmó que está dispuesta a vender la casa a quien pague el precio justo. “La gente llega pensando que mi casa es un museo, y ya estoy cansada de esa situación. La verdad, estoy desilusionada de las autoridades que siempre han dicho cosas, pero nunca han concretado sus propuestas”, afirmó.


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El amor de los hinchas por los colores de Trasandino Este año y bajo una nueva conducción, el club quiere fomentar el amor por los colores y que el andino vuelva a sentir el club como propio. Acá hay ejemplos de quienes han mantenido ese cariño intacto

Por Gabriel Abarca Armijo El fútbol no es solamente un deporte, sino también es sinónimo de coraje, sacrificio, compañerismo, trabajo en equipo y amor por los colores. Es sentirse identificado, “parte de”. Los miles de chilenos que estuvieron en El mundial de Brasil, no tenían la necesidad de conocerse previamente: había una estrella solitaria que los unía bajo una misma esperanza. Ese poder de identificación también lo podemos ver a menor escala en nuestro país, en los clubes que representan algo especial para sus ciudades. Ejemplos claros de esto son Santiago Wanderers y San Luis. El primero, arraigado fuertemente en el corazón del porteño, mientras el segundo es un ícono de unión en la ciudad de Quillota. En Los Andes, Trasandino es el encargado de representar la ciudad en el circuito nacional y en las siguientes líneas, a través del testimonio de algunos seguidores del Cóndor de Los Andes, se intentará responder el origen y la proyección del amor de muchos andinos con el club.

“Este club lo siento como algo propio” Pablo Ahumada Varas Futbolista juvenil Trasandino Nieto de “El Laucha” Ahumada Con 19 años, Pablo es parte de las nuevas generaciones de jóvenes andinos que han visto en el club la posibilidad de llegar a ser profesionales, donde priorizan su amor por la camiseta verde antes de emigrar a algún club capitalino. Su afición por el club y el fútbol viene de familia, ya que es nieto del famoso Luis “El Laucha” Ahumada, autor de uno de los goles más rápidos de la historia del fútbol chileno. Dice que se siente orgulloso de su abuelo y, a pesar de que nunca lo vio jugar, con alegría escucha el testimonio de los hinchas que lo recuerdan con cariño. “Sé que Trasandino no tiene mucho presupuesto para traer jugadores de afuera, por lo que a nosotros como parte del equipo juvenil nos da oportunidades de debutar por el primer equipo. Este club lo siento como algo propio, ya que soy de esta ciudad y es lindo representar sus colores en la cancha. Cuando estoy en el campo de juego, no solo pienso en mi rendimiento, sino en que represento al club y a la ciudad de Los Andes. Hay personas que sienten amor por su club, pero lamentablemente otras personas no sienten el equipo como suyo”, afirma el joven futbolista.

“Trasandino es parte de mi historia personal” Héctor Sepúlveda Fernández Director Técnico Series Menores Trasandino Luego de un paso como futbolista del plantel, Héctor Sepúlveda se transformó en el encargado de formar a las nuevas generaciones del club. Asegura que su paso por el equipo fue desarrollando y fortaleciendo en él un cariño especial por Trasandino, club que se ha transformado en su casa. Considera que antes había un mayor sentido de pertenencia de parte del andino con el club, lo que ahora se ha perdido ya sea por resultados o incluso por gente que ha llegado de otras ciudades. Pero, aún así, la idea es potenciar y reforzar esta pasión y que la gente andina sienta el club como propio. “Trasandino es parte de mi historia personal en el ámbito deportivo. Jugué en el club desde el 2003 hasta el 2005, así que todo ese proceso que viví fue importante para tomar un cariño y afecto especial al equipo. Además, hay una búsqueda de lo que es Trasandino a través de su historia, lo que se relaciona con la forma en la cual uno llega a ser hincha del club. Y eso se aprende día a día. En mi caso como jugador, pasé de todo con Trasandino: desde momentos muy buenos en lo deportivo, como también situaciones incómodas, que nos hicieron crecer y desarrollar un cariño especial por la institución”, recalcó el entrenador.

“Por Trasandino perdí familia, matrimonio y hasta mi padre” Rosa López Ponce Secretaria Decir que el fútbol es sólo para hombres, es un error. Al menos, la vida de Rosa López es un fiel reflejo de que las mujeres también vibran con este deporte. Ella pasó de ser jefa de barra a la actual secretaria del club, situación que la llena de orgullo. Desde su nueva tribuna, asume que se han hecho esfuerzos por reencantar al andino con el equipo de su ciudad, pero afirmó que la hinchada a veces desconoce el trabajo que los funcionarios de la institución realizan, donde se critica sin conocer la situación interna de los clu-

“La hinchada del club es como una familia para mí” Luis Carrión Muñoz Contratista Nació como hincha de Linares pero ahora es fanático del Cóndor. Luis Carrión lleva más de 14 años en Los Andes, luego de llegar desde el sur, y como amante del fútbol, una de las primeras cosas que hizo al llegar a su nueva ciudad fue visitar el estadio. Desde aquel día, nunca más dejó de alentar a Trasandino, en compañía de su familia, quienes siempre lo acompañan casi a modo de tradición. Y el carácter familiar y cercano de los hinchas del T-R-A fue lo que le motivó a convertirse en hincha del club, donde se siente muy a gusto. “Este equipo me genera muchas cosas. Satisfacción, alegría y, desde que llegué a Los Andes, he estado apoyándolo. Empecé a ir al estadio porque me gusta el fútbol y la señora Rosita (hincha emblemática del club) me integró junto a mi familia en la barra y nos sentimos muy acogidos. Así que desde ese día sigo a Trasandino y lo seguiré haciendo hasta siempre. En la hinchada uno se siente a gusto, es casi como una familia, ya que entre todos nos ayudamos. Yo no siento que la gente se haya desencantado, sino que de a poco nuevos hinchas se van incorporando. Lo que sí, al club le falta apoyo, tanto de empresas como de personas en el estadio”, sostuvo el contratista.

bes. Por lo tanto, llamó a la gente a transformarse en el jugador número 12 y apoyar al equipo en el estadio para alimentar el sueño del regreso al fútbol profesional. “Trasandino para mi es una pasión. Por este club he perdido muchas cosas, como mi familia, mi matrimonio, a mi padre. Recuerdo que esa vez estaba en el estadio en una liguilla, cuando me dieron la noticia de la muerte de mi papá. Pero al final de este camino, y al ver los sacrificios u otras cosas que me ha tocado hacer, sin duda todo vale la pena. Es que esta pasión viene de familia, ya que mi padre era un gran deportista que amó a Trasandino, aunque su deporte predilecto era el básquetbol. Antes íbamos en familia al estadio, pero ahora se ha perdido por causa del vandalismo y nuestra misión es cambiar esta situación”, sostuvo la secretaria e hincha “de oro” del equipo.

“Además de sacar la foto, celebraba con los jugadores” Miguel Herrera Panelo Fotógrafo Asegura conocer todas las canchas del país. No solo ha seguido a Trasandino como fotógrafo, oficio que desempeña hace años, sino también como hincha. Miguel Herrera, mejor conocido como “Panelo” -debido a su segundo apellido-, es una verdadera biblioteca de historias y anécdotas del club, donde ha sido testigo y protagonista de importantes logros del equipo. Cree firmemente que la institución debe fortalecer las series inferiores para repetir el éxito de mediados de los 80, cuando el T-R-A subió a Primera, y anhela un estadio nuevo para Los Andes. “Al comienzo participé casi como historiador de Trasandino a través de las fotografías que tomaba. Y cuando el club hacía un gol, era hermoso ese sentimiento de alegría, donde, además de sacar la foto, celebraba con los jugadores. Para mí, Trasandino es más que un sentimiento. Y lamentablemente, muchos andinos no valoran ser de esta ciudad, y por ende, a esta institución. Pero en mi caso, este equipo es lo máximo, y haberlo visto en la cima y también abajo, me da la fuerza para seguir apoyando a este club”, manifestó el fotógrafo.


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Sobrevivientes de tragedia en Los Libertadores: “Nos abrazamos y exclamamos: ¡Estamos vivos!” Claudio Díaz y Bernardo Daza sobrevivieron a la tragedia ocurrida en el complejo Los Libertadores hace 30 años y hoy recuerdan ese día en que se salvaron, pero lloraron la muerte de muchos colegas Por Gabriel Abarca Armijo

sumamente chistoso, debido a la gran cantidad de nieve. Todo era risa en ese momento”, rememora Díaz a “El Observador”. En el casino había más gente y, al entrar, se pusieron a conversar con el concesionario. Durante la plática salió a colación el tema de los rodados, donde recordaron que casi todos habían caído, menos el “del indio”, que proviene del cerro del mismo nombre, justo al frente del complejo. “Sentí un silbido muy extraño y lo primero que pensé fue: el rodado”, cuenta el –aúntrabajador aduanero.

Martes 3 de julio de 1984. Orlando Daza se mantuvo en las calderas y En el Complejo Los LibertadoCarlos Díaz se salvó porque salió a comprar el pan. eso protegió su vida. res se encontraban funcionarios de diversos estamentos tumbre de ir a revisar la bocade diferentes reparaciones y cumpliendo con sus turnos, el instinto de sobrevivenciatoma del agua y sacar el hielo, otras labores. Cada día llegacomo ocurría con normalidad sacaron los escombros. para no tener problemas en la ba a las 6 de la mañana, dejancada semana. En la cabaña de “Encontramos un ascensor noche. Mi colega, Francisco do todo en óptimas condicioAduana, varios compañeros de carga para la comida y loOlivieri, me acompañó y nos nes para que los funcionarios de labores estaban entusiasgramos escalar al tercer piso, pusimos de acuerdo para tomar pudieran trabajar. mados con un ameno juego que era hasta donde estaba la onces juntos. Yo quedé de ir a Se emociona al rememode dominó, capeando el frío y nieve. Al estar en el exterior, comprar pan, mientras él preparar lo que ocurrió el 3 de julio el aburrimiento. A la fecha, el vimos que donde estaban las raba lo demás. Al llegar al subtede 1984, cuando fallecieron 27 invierno se dejaba sentir con cabañas, ya no había nada, rráneo donde yo estaba, me dijo personas y salvó milagrosatoda su fuerza, ya que el viento todo era un manto blanco. Con que no se iba a quedar, así que mente. y la nieve reinaban en el lugar, mi colega nos abrazamos y le pasé su pan y se fue”, dice. “Ese día llegamos a las 11 por lo que el paso se encontraexclamamos: ¡Estamos vivos, Recuerda que “Panchito”, de la mañana, y yo iba a cargo ba cerrado. Por lo mismo, la estamos vivos! Nos dio mucha con los panes en los bolsillos de las calderas. Tenía la coscomisión de turno no tenía otra pena ver que nuestros compaalternativa que pasar el tiemñeros que estaban en la caba“¡AHÍ PENSÉ QUE MORÍA!” po en las cabañas habilitadas ña habían fallecido. Y cuando Lo que empezó a suceder para su residencia temporal. estuve atrapado, me sentí modesde ese momento, fue im Hasta esa fecha, habían rir. Nunca había pasado algo caído todos los rodados de la pactante. En fracción de separecido”, recuerda -emociocordillera, excepto uno: el Rogundos, las puertas del casino nado-. dado del Indio. Afuera, la nieve explotaron con la fuerza de la Actualmente, Carlos se caía sin tregua. nieve que venía. desempeña en el Departamen Todos habían llegado al “Rápido, me puse bajo una to de Auditoría, como directivo complejo fronterizo el sábamesa del casino en posición en la Aduana de Valparaíso do, día que la nieve comenzó fetal, de forma instintiva. Eso y ha pasado por diferentes a caer hasta transformarse en me salvó, ya que ese sector aduanas en el país. Estuvo por una tormenta, que en varios del casino se desplazó como 25 años en Los Andes, desde sectores había dejado más de tres metros desde su cimiento. 1979 hasta el 2005, ciudad de tres metros de nieve acumulala cual guarda un inda. menso cariño y has La particularidad ta la fecha conserva es que todos los que buenos amigos. se encontraban en “En el tiempo del la cordillera estaban La magnitud del fatídico accidente afectó a un por decisión adminis- capitán de Ejército, cinco funcionarios de Servicio accidente tenía una trativa, ya que no era Agrícola Ganadero, cinco del Servicio Nacional de hijita de tres años el turno que les co- Aduanas, siete de Policía de Investigaciones y sie- y mi esposa estaba rrespondía, debido a te particulares. Semanas atrás, se realizó una misa embarazada de mi que muchos estaban conmemorativa en homenaje a estos funcionarios, segunda hija. Si no con licencia u otros donde se recordó lo sucedido ese día y se entregó hubiese salido vivo impedimentos justifi- un sentido saludo a las familias de las víctimas de del accidente, no hubiese conocido a mi cados. Luego que el aquel día. Este hecho marca una de las tragedias hija y mi hijo menor juego concluyó había más grandes ocurridas en la cordillera en nuestro no hubiera nacido. que cenar: unos se país. No sé por qué me encargaron de la cosalvé y siempre me mida y otros fueron he preguntado qué a buscar bebidas al La parte posterior se arrastró quiso Dios conmigo”, finaliza casino. La distancia era corta, otros diez metros. Quedé en Díaz. pero debido al metro y medio un lugar donde sólo cabía mi de altura de nieve, avanzar era cuerpo, lleno de nieve y esBERNARDO DAZA: una tarea titánica. combros. Afortunadamente, “PENSÉ QUE TODOS Dos fueron a comprar, nada me atravesó o apretó. HABÍAN MUERTO” mientras otro colega siguió tras Sólo quedé con moretones, Bernardo Daza tiene 79 ellos. En ese momento, Carlos pero pensé que moría”, recueraños y trabaja como auxiliar Díaz Meza -en ese entonces da Díaz. en Aduana Los Andes. Nació de 27 años- se encontraba A los minutos, sintió cerca en Los Ángeles y llegó en 1971 descansando en su camarote, a uno de sus colegas, quien a la Aduana de Valparaíso, mirando por la ventana a los tenía una de sus piernas atrasiendo trasladado a Los Andes que iban hasta el casino. Sepadas en una viga. Era Carlos en los años 80. Es carpintero gún su propio relato, sin razón Yáñez y estaba vivo. aparente, quiso acompañarlos. mueblista, por lo que sus ma En penumbras, Carlos “Me abrigué y los seguí. nos fueron sumamente útiles Díaz empezó a moverse con Éramos cuatro colegas los que para la construcción de varios salimos y los demás se quedasumo cuidado para ayudarlo. muebles en la antigua aduana, ron en la cabaña. Avanzar fue Juntos -con esa fuerza que da donde además se hizo cargo

27 mártires

de la chaqueta, se alejó poco a poco. Bernardo se quedó tomando onces solo. Eran casi las 8 y media de la noche, cuando sintió -como describe“un golpe seco”. Salió y vio que en las calderas la nieve estaba por todas partes. Empezó con una pequeña linterna a buscar personas atrapadas. “Cuando subí del subterráneo me di cuenta que todo estaba tapado. Salí hasta las cabañas a mirar, pero todo era un desastre. Pensé de inmediato que todos habían muerto, pero seguí buscando para ver si encontraba más personas. Me encontré con dos carabineros y seguimos la búsqueda. Nos refugiamos con otras personas en el subterráneo, pero debimos salir, ya que había gas, por la rotura de cañerías. Así, logramos salvar con vida a algunos compañeros que estaban allí”, finaliza Bernardo. A pesar de esta dura experiencia, reconoce que es feliz en su trabajo y con su vida.


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Secretos e historias que esconde el antiguo Más de 200 años de memorias acumula el principal camposanto de Los Andes. Éstos son sus relatos más destacados. Por Carolina Jara Caniguante El Cementerio Parroquial de Los Andes, ubicado en calle Papudo Norte, actualmente Avenida San José de Las Hermanas Hospitalarias, data del año 1766, época donde se comenzó a llevar registro de los primeros sepultados. Antiguamente, estaba bajo la potestad de la Parroquia de Curimón, en San Felipe, y era un lugar usado principalmente para sepultar a los indios, mestizos y esclavos de la época, todos aquellos que no fueran españoles. En las actas, los primeros registros de personas enterradas se describían con la leyenda “esclavo de…” o se detallaba quiénes eran los dueños del fallecido. Luego pasó a convertirse en Cementerio General por parte de la Iglesia, aunque en un principio se separaba a los católicos y no católicos, lo que en la actualidad no se usa. En total, el territorio del camposanto cubre tres hectáreas. La última expansión fue

en 1993, cuando se compró una hectárea para nuevos patios. El recinto ya no tiene posibilidades de seguir creciendo, ya que todos los terrenos que lo rodean han sido ocupados. Álvaro Cantillano es secretario del Cementerio Parroquial de Los Andes. Lleva 20 años trabajando en su administración. Acerca de los mitos e historias que se cuentan de este lugar, el miembro de la administración reconoce que en todo el tiempo que lleva trabajando ahí, nunca ha visto ni sentido nada fuera de lo normal. “Incluso cuando trabajamos de noche, preparando el lugar para el 1 de noviembre o en otras fechas importantes, nunca ha pasado nada”, declara. Luego del 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, fecha donde más actividad tiene este sitio, los días más concurridos son el Día de la Mamá y el Día del Papá. El secretario cuenta que en promedio tienen un ingreso diario al cementerio. Destaca

Esta tumba es constantemente adornada por quienes piensan que se trata de una pequeña niña sepultada, pero en realidad se trata de una mujer adulta.

Equiterio Guelasaga donó la imagen de la virgen que hoy adorna el cerro del mismo nombre. En este lugar descansan sus restos. El mausoleo de la familia Avendaño, con años de antigüedad y muchas historias que nacieron a partir de esta construcción. la ubicación del lugar, que está enclavado en la misma ciudad de Los Andes, por lo que la gente puede llegar a pie y muchos vecinos lo visitan en grupos, como una especie de paseo familiar. El recorrido de tumbas más llamativas y mausoleos más destacados sorprende, porque ahí hay parte de la historia de la ciudad. EQUITERIO GUELASAGA Entrando al cementerio, recibe a sus visitantes un monumento en homenaje al presbítero Equiterio Guelasaga. Su importancia recae en haber sido el formador del “Cerro La Virgen”, ya que el cura fue quien donó la imagen de la virgen, que actualmente adorna ese lugar, con una figura que se trajo desde Italia. “El pueblo de Los Andes le regaló este monumento y aquí están sepultadas sus reliquias.

Con el paso del tiempo, las figuras se han ido destruyendo, quedando a las orillas del mausoleo Avendaño.

La tumba de Conrado Barraza está cubierta de placas de agradecimiento por favores concedidos. Es uno de los monumentos más importantes que tenemos en el aspecto católico”, cuenta el secretario del recinto. Guelasaga fue cura vicario desde agosto de 1890 hasta el 26 de junio de 1912, fecha de su fallecimiento relata el homenaje. LA FAMILIA AVENDAÑO Uno de los principales mausoleos es el de Pablo Avendaño y su familia. “Se dice que donó el terreno para este cementerio. Actualmente, su familia es dueña del Fundo Coquimbito, se supone que todo esto era de ellos e hicieron una donación a la Iglesia Católica para la construcción”, explica Álvaro Cantillano. Este panteón se ubica también en la entrada del camposanto, en el que antiguamente era el pasillo principal de entrada siendo el primer mausoleo del lugar. Después, durante la década de los años 50, se abrió otro pasaje donde actualmente ingresa la gente. Es una construcción de mucha altura, que era adornada por figuras de “Las siete virtudes teologales”, ubicadas arriba. Actualmente, mantiene dos en sus posiciones originales. Las esfinges se han ido destruyendo con el tiempo y los terremotos, pero siguen estando a los costados de la tumba.

“Está todo construido en bloques, son piezas que se trajeron en barco, llegaron a Valparaíso y deben haber sido traídas en carretas desde el puerto hasta Los Andes. Los bloques se fueron encajando, llegando a este gran levantamiento. Es muy lindo, la verdad es que está un poco abandonado, pero sigue siendo imponente la construcción”, detalla el secretario. En torno a este mausoleo se teje una historia. Se cuenta que el Señor Avendaño hizo un pacto con el demonio y se ha construido un verdadero mito alrededor de su figura, que se refuerza –según las creencias populares- en el hecho de que la mayoría de las imágenes de las “Virtudes Teologales” hayan caído y, en esa caída, hayan perdido sus cabezas. Sin duda, eso alimenta el cuento del pacto, pero sin fundamentación histórica alguna. De hecho, el guía de este reportaje afirma: “De eso no hay nada. Él tenía un mausoleo muy lindo, aparte con cosas religiosas, es muy difícil que haya hecho pacto con el demonio. Además, es obvio que estas figuras pierdan la cabeza, ya que son la parte más frágil del cuerpo de estas imágenes”. Junto con ello, el último terremoto afectó mucho a este bello mausoleo, que data de

1826, moviendo la cúpula y dejándola colgando de unos hilos de fierro. LA MAMÁ DEL PRESIDENTE Uno de los lugares de visita obligada dentro del cementerio es la tumba de doña Clarisa Cerda Escudero de Aguirre, madre del presidente de Chile Pedro Aguirre Cerda. Ella y su marido Juan Bautista Aguirre fueron una modesta pareja de campesinos que vivió en Pocuro, entonces pueblito cercano a Los Andes, hoy el corazón de la comuna de Calle Larga. Clarisa enviudó muy joven y se tuvo que hacer cargo de sus once hijos. Falleció en octubre de 1906 y, en 1995, fue sacada del lugar donde estaba sepultada, en la Seria 1A, trasladándola a otro sector del cementerio. El Club Progreso de Los Andes, como “homenaje a la madre del Presidente de Chile don Pedro Aguirre Cerda”, le construyó una tumba donde, desde ese año, descansan sus restos. LOS VETERANOS DE 1879 Un sitio especial mantiene una docena de veteranos de 1879, combatientes de la Guerra del Pacífico. El Mausoleo es actualmente mantenido por el Ejército de Chile y cada 21 de mayo se hace una ceremonia especial con ofrendas florales.


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Cementerio Parroquial de Los Andes

La actual tumba donde están sepultados los restos de doña Clarisa Cerda de Aguirre, madre del Ex Presidente Pedro Aguirre Cerda.

La tumba Nicanor Navas Pérez, héroe de guerra del 79, que sobrevivió al hundimiento de la Esmeralda.

Mausoleo de los veteranos de la Guerra del Pacífico, algunos identificados, otros, simplemente “soldados desconocidos”.

“Como se hace con todos los héroes patrios, este cementerio no se priva de esas costumbres”, relata Álvaro Cantillano. Mientras en varias de las tumbas se lee la leyenda “Aquí yace soldado desconocido guerra 79”, hay una que todavía es visitada por sus descendientes. Se trata de la de Nicanor Navas, fallecido el 10 de septiembre de 1941, uno de los aconcagüinos que iba a bordo de la Esmeralda el 21 de mayo de 1879. Tras el hundimiento de la corbeta, Navas, con apenas 21 años, fue tomado prisionero por los peruanos, pudiendo regresar a Valparaíso meses después. Actualmente, el bisnieto de este ex soldado de Artillería de Marina, Max Navas Muñoz, dueño de la tienda La Cigüeña -tradicional negocio que por 56 años ha funcionado en el Valle de Aconcagua- mantiene las cuatro medallas que recibió su bisabuelo por haber participado del Combate Naval de Iquique, así como también de las batallas de Chorrillos y Miraflores. Incluso, fue parte de la toma de la ciudad de Lima. Junto a Nicanor Navas, en total son doce veteranos cuyos cuerpos descansan en este cementerio. LA HISTORIA DE CONRADO BARRAZA Cuenta la historia que a Conrado Barraza lo sentenciaron a la pena de muerte, siendo sepultado en este cementerio. Según los vecinos, Barraza había sido injustamente enjuiciado y llevado a la pena capital. Por eso, la gente comenzó a encender velas en su lugar de descanso. “Al principio, tenía sólo una reja. Luego, la familia se vio obligada a construir algo más

sólido acá, porque esto era un verdadero incendio. La gente ponía muchas velas y el fuego tomaba fuerza”, precisa el secretario Cantillano. Actualmente, su tumba está llena de placas. La gente le pide favores especiales, porque la creencia es que él fue arbitrariamente juzgado, por lo que él intercede para que las peticiones de quienes quedan en la tierra se hagan realidad. Lo raro de la historia de Conrado Barraza es que no lleva ninguna placa o leyenda que muestre la fecha de fallecimiento. Tampoco existe registro del día de su defunción en los libros. Por las placas adosadas a su tumba, se presume que está sepultado desde la década de los años 40, pero se han buscado sus registros y no se

Acta de defunción de Santa Teresita, que se encuentra en los registros del cementerio. tiene conocimiento exacto de qué pasó con él, ni de su acta de defunción. “NO ES NIÑA” Otra singularidad de este lugar, es una tumba que llama la atención por sí sola. Cuenta la leyenda que ahí descansa una niña, cuyo busto es vestido por los visitantes del cementerio con mantas y gorros, en invierno; y poleras en verano. También adornan su sepulcro juguetes, peluches y remolinos de colores, objetos que comúnmente acompañan la sepultura de un menor de edad. Pero la verdad es otra: quien fue sepultada es una mujer, ya adulta. “El esposo dedica este recuerdo a María del Carmen Acquarone y su fecha de defunción, 27 de agosto de 1870. Es uno de los mitos de nuestro cementerio, la verdad es que aquí nunca hubo una guagua.

Álvaro Cantillano, secretario del Cementerio Parroquial de Los Andes, con uno de los antiguos libros de registros del camposanto. La gente tomó esa creencia, de que había una animita de un angelito, cosa que no es cierta, pero no podemos quitar a la gente el hecho de que crea en algo”, dice Álvaro Cantillano. Siguiendo el recorrido por el camposanto andino, en el

centro se ubica una figura de Cristo en la cruz. La construcción está ahí desde la década del 50, desde una remodelación completa que tuvo el acceso al cementerio parroquial. Antiguamente, ese Cristo era de cemento. “Estaba muy bien hecho, pero los satánicos u ociosos lo destruyeron”, reclama Cantillano. Fue entonces que el Padre Vicente Montenegro Lazo, actual párroco y administrador, hizo comprar una nueva imagen que fue traída desde Perú. Construida de poliresina y protegida con rejas que se cierran de noche, es más difícil que pueda ser alcanzada por malintencionados. La actual imagen de Cristo está ahí hace casi ocho años. También se ubica el mausoleo de los primeros españoles y sus descendientes que llegaron a Los Andes. Ellos adquirieron el terreno e hicieron una gran construcción que tiene dos alas. SANTA TERESITA DE LOS ANDES Finalmente, se llega al lugar donde, por años, descansaron los restos de Juana Enriqueta Josefina de los Sagrados Co-

razones Fernández Solar, más conocida como Sor Teresa de Los Andes. En el mausoleo que fue creado para las Religiosas Carmelitas Descalzas, estuvieron sepultados los restos de Santa Teresa durante los primeros años. De ahí fue llevada a un convento, para finalmente ser sepultada en el Santuario de Auco, en Rinconada. El lugar donde estuvo ahora pertenece a los Sacerdotes de la Diócesis San Felipe de Aconcagua. Su acta de defunción puede ser revisada por los visitantes al cementerio, pues se mantiene en uno los libros de registros del lugar. El documento dice: “En el cementerio del Monasterio de las Madres Carmelitas de este curato de Los Andes, a catorce de abril de mil novecientos veinte, se dio sepultura, con rito mayor solemne, al cadáver de la novicia Teresa de Jesús –en el mundo Juana – natural de Santiago, de diez y nueve años de edad, fallecida anteayer, hija legítima de Miguel Fernández y de Lucía Solar. Recibió los sacramentos de la Penitencia, Eucaristía y Extrema – Unción; de que doy fe”.


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