Especial El Melon 2015

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Años de historias familiares en La Calera

La mítica “Escuela de Obreros”: un hito de Melón

y los Hermanos Maristas en la historia de La Calera

Trabajadores de la Planta La Calera recuerdan aquella época en que integraron la mítica Generación del 71, la última que fue formada por los religiosos de la congregación La historia de Melón S.A. ha estado ligada desde sus inicios al desarrollo de La Calera. En tiempos cuando sus trabajadores compartían sus vidas en la Población Cemento Melón, las iniciativas de la compañía también tuvieron un efecto relevante en la educación de la comuna, con el patrocinio de las escuelas que estaban dentro de este espacio, donde se formaron generaciones de operarios, que llegarían a convertirse, incluso, en jefes de las áreas en las que se formaron. Corría la década de los años 40 y la Congregación de los Hermanos Maristas decidió comenzar su trabajo educativo en la comuna de La Calera, preparando a los niños en educación general y, además, instruyéndolos para acceder a la principal actividad industrial de la ciudad: la producción de cemento. Así fue como se dio forma a la Escuela de Hombres Cemento Melón. Al mismo tiempo, sólo a una plaza de distancia, la Compañía de Santa Teresa de Jesús fundó la Escuela de Mujeres, a la que se le conocería popularmente como “Las Teresianas”. En el caso de la Escuela Cemento Melón (conocida también como la “Escuela de Obreros”), combinaba la entrega de valores de la religión católica, con la preparación de los futuros obreros de la industria más importante de la ciudad y que le daba el nombre al establecimiento. Humberto Gómez Araneda, actual supervisor mecánico de la Planta La Calera de Melón S.A., fue estudiante de una generación especial: la de 1971, recordada porque fue la que vivió el proceso de Reforma Educacional de la Unidad Popular y, además, el último curso que salió de Cuarto Medio del colegio marista calerano, antes de su transformación. “Llegué en 1959, a segundo año básico. Mi papá trabajaba en Cemento Melón. Entré a los siete años. Recuerdo a la mayoría de mis profesores: Deney, Briones, Madrid, Erazo, de distintos años de estudio. La empresa se hacía cargo de toda la implementación del colegio. Cada año se cambiaban los útiles y libros. En enseñanza media o Sexto Humanidades, comenzaba la formación industrial y todos los repuestos y talleres eran proporcionados por la empresa”, recuerda. Es que el objetivo de esta formación académica fue preparar a los hijos de los funcionarios para que pudieran trabajar en la compañía, con lo que -paralelamente-forjaron parte importante de la educación calerana. “Los hijos de los trabajadores podían elegir si seguían lo industrial y, si no, se iban al Instituto Rafael Ariztía o al Colegio Diego Echeverría de Quillota, ya que la empresa, de igual forma, los becaba. Éramos una gran familia. Como empresa siempre se preocuparon de la educación de los hijos y eso llevó a que en la compañía hubiera padres, tíos, abuelos y eso lo hacía mucho más exigente y con mucho más respeto incluso”, rememora Humberto Gómez. Según agrega, “el valor de esta escuela fomentada, por un lado, fue la enseñanza católica, pero, además, inculcar conducta, respeto y puntualidad, que son valores primordiales para trabajar en la empresa”. Jaime Escobar Canales, quien se desempeña como supervisor mecánico en la Planta La Calera de Melón, fue alumno de la -también llamada“Escuela de Obreros”. Igualmente integró la mítica Generación del ‘71. Dice que hubo elementos de la educación marista que marcaron para siempre: “Lo que más a uno le queda de esa enseñanza es la disciplina y los valores firmes que entregaban”. “Eso sí, eran los tiempos de esa disciplina con regla en las manos y castigar mirando hacia el pizarrón. Los valores cristianos eran súper marcados. Todo eso sirvió para llegar acá. Somos muy

pocos los que quedamos de la Escuela de Hombres Cemento Melón y eso es porque hemos logrado hacer la carrera a la que en aquel entonces podías acceder”, comenta Escobar. José Oyanedel Soto es supervisor de Servicios Generales. Él cuenta que “posterior al colegio, el primer El viaje de gira de estudios al sur, que fue posible gracias al enorme paso era realizar directa- eventos artísticos, que convocó a la ciudad, con el famoso humorista mente la práctica profesio- “Bigote Arrocet”. nal que duraba unos nueve meses. Yo era de Máquinas y Herramientas. Íbamos a la maestranza y teníamos contacto con el trabajo en cuestión. Lo bonito de esto es que nos conocíamos todos. Mi padre, por ejemplo, era eléctrico en la planta”.

José Oyanedel, junto a su madre, en la graduación de la mítica Generación del 71’.

UN DÍA DE CLASES Ya en la época de los años 60, el sistema educacional tenía bases comunes para todos los establecimientos. El énfasis en los Banda de Guerra Escuela de Hombres Cemento Melón, en el Desfile del 21 de Mayo, valores cristianos y la for- año 1974. mación industrial específica diferenciaban a la escuela. Humberto Gómez recuerda que “prácticaDentro de las más recordadas están los eventos mente, teníamos clases todo el día. Se entraba a artísticos, donde se convocaba a toda la ciudad, las 9 de la mañana, luego nos íbamos a mediodía en medio de los cuales se trajo a varios artistas y se volvía a las 13, hasta las 16 horas. El miércofamosos. Incluso, algunos de ellos llegaron en su les era Día del Deporte. En Enseñanza Media, el momento más importante, en actividades que fuesistema era de media jornada, hasta las 14 horas ron las primeras de su tipo en la comuna. y, luego, práctica de talleres”. Orgulloso, Humberto Gómez rememora que En este recinto, todos los primeros viernes de “el primer show que se presentó en La Calera fue cada mes se realizaba una misa, donde además gracias a mi curso”. asistían las alumnas de la Escuela Teresiana. A “Con el fin de juntar dinero para la gira de esto se sumaba la tradición de asistir los dominestudio, se trajo por primera vez al humorista Edgos, como “familia Cemento Melón”. Eran tiempos mundo Arrocet Von Lohse, más conocido como en los que, físicamente, el espacio que hoy se en‘Bigote Arrocet’, justo después de su éxito en el cuentra frente a la planta La Calera era diferente, Festival de Viña del Mar, en 1971. Se presentó en pues todo el terreno estaba cerrado, como un gran el Gimnasio Municipal y, con el dinero que reunicondominio. Por ello, los trabajadores compartían mos, nos fuimos de gira de estudio por el sur”. como una gran familia, generando enormes lazos, Oyanedel habla de ese viaje como si hubiedonde la escuela también fue factor fundamental. ra sido ayer: “Fueron 18 días de gira de estudio, “La población contaba con estos dos colegios recorrimos todo el sur. No hubo otra generación y una iglesia. Todos nos criamos siendo los misanterior que lograra ese hito. A este tipo de acmos, tras varias generaciones”, recuerda Gómez, tos se sumaban los Festivales del Cantar, donde quien precisa que, cuando se comenzó con la ursiempre hubo mucho apoyo de los ex alumnos de banización de La Calera, “se abrió la población la escuela”. para conectar las calles”. EL AMOR DE ADOLESCENCIA AÑOS DE FESTIVALES La plaza de la población Cemento Melón era Las tradiciones de la escuela eran varias. más que pasto, juegos y escaños. Fue el espacio

José Oyanedel Soto, supervisor de Servicios Generales en Planta La Calera de Melón S.A.

Jaime Escobar Canales, supervisor mecánico de Planta La Calera.

Humberto Gómez Araneda, supervisor mecánico de Planta La Calera.

que unía la escuela de hombres con la de mujeres y aquel donde se cruzaron miradas entre jóvenes que, con el tiempo, se convirtieron en pololos o esposos. Funcionaba así: cuando el amor llegaba, chicas y chicos se levantaban más temprano de lo acostumbrado, porque debían juntarse antes de entrar al colegio a “pololear”: claro que sólo por un rato, porque -según cuentan estos ex alumnos- “había que llegar a la plaza antes que las monjitas Teresianas se dieran cuenta”. “Eran muy estrictas, más que los de Escuela de Obreros. También podíamos compartir cuando jugábamos al fútbol, porque nos podían ir a ver”, cuenta Oyanedel, reconociendo que ese era el momento de lucirse. Quizás esa competencia entre “galanes”, fue la que hizo que esta escuela no sólo formara obreros, sino también talentosos jugadores de fútbol. Entre nombres y apodos, recuerdan a Abel González, “El Maturana”, que jugaba de siete; “Manolete”, que jugaba de 9; “El Fatiga”, de nueve o diez. “Él era buenísimo”, dice Jaime Escobar, quien además suma como crack al “Flaco García”. “Todos ellos jugaron en el equipo que en aquel entonces se llamaba Fosfatos Calera (predecesor de Unión La Calera), en el estadio antiguo, que estaba detrás de la Planta de Cemento Melón. Luego ésta fue trasladada al fondo de la población”, cuenta el ex alumno. (Más detalles en página 4) EL FIN DE UNA TRADICIÓN No recuerdan muy bien el porqué, pero estos trabajadores de Melón S.A. sienten que haber integrado la última generación de la Escuela Cemento Melón los pone en un hito histórico de La Calera. “Sin desmerecer la que vivo hoy, la escuela fue la mejor época de mi vida, sobre todo mi Enseñanza Media. Lo único que queríamos era pasar a Sexto Humanidades para comenzar con los talleres y la formación industrial”, dice Oyanadel. En medio de un contexto histórico diferente al de los orígenes, en 1971 se tomó la decisión de cerrar la Escuela Cemento Melón. Los Hermanos Maristas se retiraron de La Calera y el establecimiento quedó a disposición del sistema de educación estatal, cambiando su nombre a San José, tal como se le conoce hoy. “Las motivaciones no las sé, pero ese año se terminó el contrato con los Hermanos Maristas en La Calera. Una parte la tomó la Escuela Industrial de La Calera, se llevaron todos los archivos que implicaba lo industrial”, comenta José Oyanedel. Así fue como los tornos, la madera, los instrumentos eléctricos, volvieron a la Planta de la -entonces- Cemento Melón y la “Escuela de Obreros” se inscribió en la historia de La Calera como una de las instituciones más importantes en la construcción de comunidad.


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Años de historias familiares en La Calera

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La bella historia del primer disco de la Orquesta de Cámara de La Calera Ejemplar compromiso de niños y jóvenes permitió dar forma a esta obra, apoyada por la tríada de la Corporación La Calera, la Municipalidad y Melón S.A.

Lunes 27 de abril, 20 horas, salón de eventos de la Municipalidad de La Calera. Entre niños, jóvenes y profesores, sumaban 40 artistas en escena. La gran mayoría, jamás pensó que la música podía convertirse en una oportunidad para desarrollar talentos, disciplina, autoestima y capacidades intelectuales. La gran mayoría -en realidad- te-

Las sesiones de grabación del disco fueron muy intensas, pero el resultado fue tan bueno, que todos quedaron muy contentos.

nía como horizonte ser parte de los miles de escolares de La Calera que esperan llegar de la mejor forma posible a la Enseñanza Media en los colegios municipales, aceptando lo que el destino les ofreciera como oportunidad. Pero la música abrió sus ganas, su mente y las puertas a un mundo que, ese lunes, los tenía frente a decenas de invitados, donde ellos eran los protagonistas de una historia linda, presentando su primer disco. Así, con emoción, se vivió el evento donde la Orquesta de Cámara de La Calera mostró los resultados de casi tres años de trabajo -de los once que tiene el Programa de Formación Musical Melón-; para dar forma a una placa grabada como músicos profesionales, bajo el nombre de “In Crescendo: Acordes de Futuro”. Todo, gracias a la alianza de trabajo que le permite funcionar: la Corporación Cultural La Calera, la Municipalidad de La Calera y Empresas Melón S.A. UN SUEÑO HECHO REALIDAD Hace once años (dos años después de la funda-

Las interpretaciones fueron acompañadas por dramatizaciones realizadas por talentosos actores caleranos, niños, jóvenes y adultos.

Corporación se adjudicó el Fondart 2015

Celia Aburto del Valle, presidenta de Corporación La Calera; Eduardo Martínez Machuca, alcalde de La Calera y Fernanda Rehbein Paladino, coordinadora de Comunicaciones, Melón S.A.; felicitaron a los integrantes de la Orquesta, luego de su presentación.

Con 40 integrantes en escena, se realizó la presentación del disco “In Crescendo; Acordes de Futuro”.

ción de la Corporación), se inició el Programa de Formación Musical Melón que articularía esta Orquesta de niños y jóvenes caleranos. La idea fundamental era dar una oportunidad de promoción social, a un grupo de niños en condición de vulnerabilidad. La fórmula era atrevida, pero probada por algunas experiencias nacionales e internacionales: aprovechar el entusiasmo por aprender, para que, a través de la música, los pequeños adoptaran valores como disciplina, responsabilidad, trabajo en equipo; reforzando, de paso, su autoestima y sentido de reconocimiento. El proceso fue exitoso, pues, con el tiempo, los niños se convirtieron en talentosos músicos, quienes luego tomarían el rol de monitores de otros pequeños, teniendo para cada tipo de instrumento un profesor, que se hace cargo de enseñar todo lo aprendido. Bajo esta fórmula, los nuevos integrantes tuvieron ejemplos de logro en sus propios compañeros. EL PRIMER DISCO Pasado el tiempo, hubo que generar una idea para mantener el compromiso de estos muchachos que, a cada paso, se iban convirtiendo en mejores intérpretes. Así fue como, hace poco más de tres años, surgió la idea de producir un disco con gran parte del repertorio de la orquesta, como testimonio de este bello trabajo. El nombre elegido para la placa no podía ser mejor: “In Crescendo”, término que representa la idea de que el grupo siempre fue creciendo en talento y capacidad. Y -lo

Los niños interpretaron complejas piezas musicales, acompañados por sus maestros.

más importante- que cada niño pudo mejorar su vida integralmente, gracias a la magia transformadora de la música. Patricia Henríquez, coordinadora general de la Corporación, explica que “este disco tiene mucho que ver con el trabajo en equipo, bajo la idea de que, si uno de los integrantes no estudia, perjudicaría a su compañero y, cuando hay errores, se debe grabar nuevamente. Por lo tanto, entendieron que debían confiar el uno en el otro para trabajar en pro de un objetivo común”. El disco también se convertiría en una herramienta para promover el trabajo del grupo y entusiasmaría a más niños: “Vimos que, al generar esta placa, podíamos llegar a escuelas donde todavía

no se han convencido que la Orquesta de Cámara es una buena instancia de realización personal”. GRABAR COMO PROFESIONALES Para los niños y jóvenes, la grabación del disco fue un proceso enriquecedor, desde todas sus dimensiones. Ello, porque cada uno pudo darse cuenta del valor que tiene en el conjunto y ser testigo de lo importante que había sido el trabajo comprometido de cada ensayo. Como la orquesta es principalmente infantil, no era una labor simple, pues en la Orquesta hay, incluso, niños y niñas de 8 años. Ello, junto a los jóvenes con más experiencia y sus profesores, participaron de una aventura inolvidable.

“Se hicieron muchas repeticiones y el trabajo que creíamos que se haría en seis meses, se terminó en casi un año, pero fue un periodo maravilloso de aprendizaje”, dice Patricia Henríquez. Así, cada integrante grabó su instrumento, tal como en los estudios profesionales, bajo la tutela del sonidista Jorge Miranda, de Nogales. Los nervios cundieron al principio, pero, luego, con el espíritu acogedor de la directora, Gabriela Rojas Arancibia; y los profesores de cada familia de instrumentos de la orquesta, las sesiones resultaron impecables. La post producción permitió dar forma a un disco con once temas, que toma desde piezas del repertorio clásico, como la “Marcha Turca”, de Beethoven (la misma

de “El Chavo del Ocho” y con la cual se rinde un homenaje a “Chespirito”); pasando por creaciones nacionales (“La Pérgola de Las Flores” y temas de Santiago del Nuevo Extremo); además de rendir homenaje a Violeta Parra y Víctor Jara. “No podía quedar afuera un homenaje a nuestro desaparecido Nelson Schwenke”, detalló Patricia Henríquez, contando que también se incluye un trabajo del dúo “Schwenke & Nilo”. La elección del nombre también se hizo en equipo, por medio de propuestas y votaciones, que permitieron bautizar el trabajo como “In Crescendo: Acordes de Futuro”, dando cuenta de la evolución notable del grupo de jóvenes músicos. “Junto con ello, el trabajo

de diseño incluye el reconocimiento a todos los niños, poniendo sus nombres y dos apellidos. Todos ellos forman parte del disco. Por otro lado, ver todo el proceso de masterización, mezcla y la grabación fue muy enriquecedor. No sólo para el grupo, sino también para el propio Jorge Miranda, quien se enamoró de la obra, trabajando incluso más horas para que quedara perfecto”, indica la gestora cultural. PRESENTACIÓN IMPECABLE Así fue como, tras un año de compromiso, llegó el lunes 27 de abril, fecha en la que los asistentes, tras 40 minutos de interpretación musical, acompañada por actuaciones que dieron aspectos teatralizados a las

composiciones, vieron cómo se daba forma a una brillante presentación. Es que, además de ser un proyecto social exitoso, el grupo integra una excelente orquesta de cuerdas, vientos, teclados y percusiones, capaz de pararse con elegancia y perfección en cualquier escenario. Lo hicieron acompañado por el Coro Polifónico Cemento Melón. “Estamos sorprendidos y emocionados por lo hermoso del trabajo realizado gracias a esta alianza entre la Corporación, la Municipalidad y nuestra empresa, porque lo que hemos visto es un ejemplo de lo que se puede hacer al asociarse”, comentó Fernanda Rehbein Paladino, coordinadora de Comunicaciones de Melón S.A. Visiblemente emociona-

“Una vez más y como resultado de la gestión corporativa, logramos la asociatividad de Melón, Municipalidad y Corporación La Calera, para dar continuidad a estos proyectos de alto impacto social, basados en la creatividad de los artistas locales”, cuenta Patricia Henríquez, coordinadora general de la Corporación La Calera. Ello, porque, gracias a este respaldo, al compromiso y el desarrollo de los niños talentosos que integran la orquesta, es que este 2015 el Fondo de la Música del Consejo de la Cultura y las Artes adjudicó recursos del Fondart al este proyecto, obteniendo una excelente evaluación, lo que se suma al año de promoción del disco. “¡Dimos la nota alta y nos ganamos el Fondart! Los recursos obtenidos por medio del Fondo de la Música, permitirán renovar gran parte de los instrumentos de la orquesta, lo que nos permite mejorar sonoridad y premiar a nuestros niños talentos con instrumentos y accesorios de primera línea”, celebró la coordinadora.

da, la presidenta de la Corporación, Celia Aburto del Valle, valoró el trabajo de los niños, señalando que es “una muestra de lo valioso que ha realizado nuestra institución, en el uso de la música como oportunidad de promoción social”. Por su parte, el alcalde de La Calera, Eduardo Martínez Machuca, comentó que “hoy en día el problema es que no sabemos dónde están nuestros hijos. A diferencia de esta experiencia, donde sí sabemos donde están: ensayando y aprendiendo, para tener como resultado este excelente trabajo y el ejemplo de lo que se puede hacer cuando se une una Corporación, el municipio y la empresa privada”. Así fue como, por poco más de una hora, La Calera fue testigo de que la magia de la música es, de verdad, transformadora del espíritu y la voluntad de superación de los jóvenes; que tiene como resultado la formación de buenas personas, usando el arte como vehículo; el compañerismo como valor fundamental y la sonrisa de los niños como la más linda prueba de éxito.


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La bella historia del primer disco de la Orquesta de Cámara de La Calera Ejemplar compromiso de niños y jóvenes permitió dar forma a esta obra, apoyada por la tríada de la Corporación La Calera, la Municipalidad y Melón S.A.

Lunes 27 de abril, 20 horas, salón de eventos de la Municipalidad de La Calera. Entre niños, jóvenes y profesores, sumaban 40 artistas en escena. La gran mayoría, jamás pensó que la música podía convertirse en una oportunidad para desarrollar talentos, disciplina, autoestima y capacidades intelectuales. La gran mayoría -en realidad- te-

Las sesiones de grabación del disco fueron muy intensas, pero el resultado fue tan bueno, que todos quedaron muy contentos.

nía como horizonte ser parte de los miles de escolares de La Calera que esperan llegar de la mejor forma posible a la Enseñanza Media en los colegios municipales, aceptando lo que el destino les ofreciera como oportunidad. Pero la música abrió sus ganas, su mente y las puertas a un mundo que, ese lunes, los tenía frente a decenas de invitados, donde ellos eran los protagonistas de una historia linda, presentando su primer disco. Así, con emoción, se vivió el evento donde la Orquesta de Cámara de La Calera mostró los resultados de casi tres años de trabajo -de los once que tiene el Programa de Formación Musical Melón-; para dar forma a una placa grabada como músicos profesionales, bajo el nombre de “In Crescendo: Acordes de Futuro”. Todo, gracias a la alianza de trabajo que le permite funcionar: la Corporación Cultural La Calera, la Municipalidad de La Calera y Empresas Melón S.A. UN SUEÑO HECHO REALIDAD Hace once años (dos años después de la funda-

Las interpretaciones fueron acompañadas por dramatizaciones realizadas por talentosos actores caleranos, niños, jóvenes y adultos.

Corporación se adjudicó el Fondart 2015

Celia Aburto del Valle, presidenta de Corporación La Calera; Eduardo Martínez Machuca, alcalde de La Calera y Fernanda Rehbein Paladino, coordinadora de Comunicaciones, Melón S.A.; felicitaron a los integrantes de la Orquesta, luego de su presentación.

Con 40 integrantes en escena, se realizó la presentación del disco “In Crescendo; Acordes de Futuro”.

ción de la Corporación), se inició el Programa de Formación Musical Melón que articularía esta Orquesta de niños y jóvenes caleranos. La idea fundamental era dar una oportunidad de promoción social, a un grupo de niños en condición de vulnerabilidad. La fórmula era atrevida, pero probada por algunas experiencias nacionales e internacionales: aprovechar el entusiasmo por aprender, para que, a través de la música, los pequeños adoptaran valores como disciplina, responsabilidad, trabajo en equipo; reforzando, de paso, su autoestima y sentido de reconocimiento. El proceso fue exitoso, pues, con el tiempo, los niños se convirtieron en talentosos músicos, quienes luego tomarían el rol de monitores de otros pequeños, teniendo para cada tipo de instrumento un profesor, que se hace cargo de enseñar todo lo aprendido. Bajo esta fórmula, los nuevos integrantes tuvieron ejemplos de logro en sus propios compañeros. EL PRIMER DISCO Pasado el tiempo, hubo que generar una idea para mantener el compromiso de estos muchachos que, a cada paso, se iban convirtiendo en mejores intérpretes. Así fue como, hace poco más de tres años, surgió la idea de producir un disco con gran parte del repertorio de la orquesta, como testimonio de este bello trabajo. El nombre elegido para la placa no podía ser mejor: “In Crescendo”, término que representa la idea de que el grupo siempre fue creciendo en talento y capacidad. Y -lo

Los niños interpretaron complejas piezas musicales, acompañados por sus maestros.

más importante- que cada niño pudo mejorar su vida integralmente, gracias a la magia transformadora de la música. Patricia Henríquez, coordinadora general de la Corporación, explica que “este disco tiene mucho que ver con el trabajo en equipo, bajo la idea de que, si uno de los integrantes no estudia, perjudicaría a su compañero y, cuando hay errores, se debe grabar nuevamente. Por lo tanto, entendieron que debían confiar el uno en el otro para trabajar en pro de un objetivo común”. El disco también se convertiría en una herramienta para promover el trabajo del grupo y entusiasmaría a más niños: “Vimos que, al generar esta placa, podíamos llegar a escuelas donde todavía

no se han convencido que la Orquesta de Cámara es una buena instancia de realización personal”. GRABAR COMO PROFESIONALES Para los niños y jóvenes, la grabación del disco fue un proceso enriquecedor, desde todas sus dimensiones. Ello, porque cada uno pudo darse cuenta del valor que tiene en el conjunto y ser testigo de lo importante que había sido el trabajo comprometido de cada ensayo. Como la orquesta es principalmente infantil, no era una labor simple, pues en la Orquesta hay, incluso, niños y niñas de 8 años. Ello, junto a los jóvenes con más experiencia y sus profesores, participaron de una aventura inolvidable.

“Se hicieron muchas repeticiones y el trabajo que creíamos que se haría en seis meses, se terminó en casi un año, pero fue un periodo maravilloso de aprendizaje”, dice Patricia Henríquez. Así, cada integrante grabó su instrumento, tal como en los estudios profesionales, bajo la tutela del sonidista Jorge Miranda, de Nogales. Los nervios cundieron al principio, pero, luego, con el espíritu acogedor de la directora, Gabriela Rojas Arancibia; y los profesores de cada familia de instrumentos de la orquesta, las sesiones resultaron impecables. La post producción permitió dar forma a un disco con once temas, que toma desde piezas del repertorio clásico, como la “Marcha Turca”, de Beethoven (la misma

de “El Chavo del Ocho” y con la cual se rinde un homenaje a “Chespirito”); pasando por creaciones nacionales (“La Pérgola de Las Flores” y temas de Santiago del Nuevo Extremo); además de rendir homenaje a Violeta Parra y Víctor Jara. “No podía quedar afuera un homenaje a nuestro desaparecido Nelson Schwenke”, detalló Patricia Henríquez, contando que también se incluye un trabajo del dúo “Schwenke & Nilo”. La elección del nombre también se hizo en equipo, por medio de propuestas y votaciones, que permitieron bautizar el trabajo como “In Crescendo: Acordes de Futuro”, dando cuenta de la evolución notable del grupo de jóvenes músicos. “Junto con ello, el trabajo

de diseño incluye el reconocimiento a todos los niños, poniendo sus nombres y dos apellidos. Todos ellos forman parte del disco. Por otro lado, ver todo el proceso de masterización, mezcla y la grabación fue muy enriquecedor. No sólo para el grupo, sino también para el propio Jorge Miranda, quien se enamoró de la obra, trabajando incluso más horas para que quedara perfecto”, indica la gestora cultural. PRESENTACIÓN IMPECABLE Así fue como, tras un año de compromiso, llegó el lunes 27 de abril, fecha en la que los asistentes, tras 40 minutos de interpretación musical, acompañada por actuaciones que dieron aspectos teatralizados a las

composiciones, vieron cómo se daba forma a una brillante presentación. Es que, además de ser un proyecto social exitoso, el grupo integra una excelente orquesta de cuerdas, vientos, teclados y percusiones, capaz de pararse con elegancia y perfección en cualquier escenario. Lo hicieron acompañado por el Coro Polifónico Cemento Melón. “Estamos sorprendidos y emocionados por lo hermoso del trabajo realizado gracias a esta alianza entre la Corporación, la Municipalidad y nuestra empresa, porque lo que hemos visto es un ejemplo de lo que se puede hacer al asociarse”, comentó Fernanda Rehbein Paladino, coordinadora de Comunicaciones de Melón S.A. Visiblemente emociona-

“Una vez más y como resultado de la gestión corporativa, logramos la asociatividad de Melón, Municipalidad y Corporación La Calera, para dar continuidad a estos proyectos de alto impacto social, basados en la creatividad de los artistas locales”, cuenta Patricia Henríquez, coordinadora general de la Corporación La Calera. Ello, porque, gracias a este respaldo, al compromiso y el desarrollo de los niños talentosos que integran la orquesta, es que este 2015 el Fondo de la Música del Consejo de la Cultura y las Artes adjudicó recursos del Fondart al este proyecto, obteniendo una excelente evaluación, lo que se suma al año de promoción del disco. “¡Dimos la nota alta y nos ganamos el Fondart! Los recursos obtenidos por medio del Fondo de la Música, permitirán renovar gran parte de los instrumentos de la orquesta, lo que nos permite mejorar sonoridad y premiar a nuestros niños talentos con instrumentos y accesorios de primera línea”, celebró la coordinadora.

da, la presidenta de la Corporación, Celia Aburto del Valle, valoró el trabajo de los niños, señalando que es “una muestra de lo valioso que ha realizado nuestra institución, en el uso de la música como oportunidad de promoción social”. Por su parte, el alcalde de La Calera, Eduardo Martínez Machuca, comentó que “hoy en día el problema es que no sabemos dónde están nuestros hijos. A diferencia de esta experiencia, donde sí sabemos donde están: ensayando y aprendiendo, para tener como resultado este excelente trabajo y el ejemplo de lo que se puede hacer cuando se une una Corporación, el municipio y la empresa privada”. Así fue como, por poco más de una hora, La Calera fue testigo de que la magia de la música es, de verdad, transformadora del espíritu y la voluntad de superación de los jóvenes; que tiene como resultado la formación de buenas personas, usando el arte como vehículo; el compañerismo como valor fundamental y la sonrisa de los niños como la más linda prueba de éxito.


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Cemento Melón y el fútbol: desde el mítico empate

con “La Roja” hasta la formación de futbolistas profesionales Más de dos mil niños y niñas han pasado por la Escuela Formativa de Fútbol Cemento Melón, entre ellos el propio Matías Fernández El fútbol acompaña a la Planta La Calera de Melón casi desde la fundación de la fábrica de cemento, en 1908. En una investigación realizada por Miguel Núñez Mercado para Diario El Observador, señala que “en las distintas faenas de la nueva industria, se formaron diversos equipos y hasta se creó una liga interna. También se fundó el Club Deportivo Cemento Melón, que abarcaba diversas disciplinas”. Así de importante ha sido esta disciplina en la historia de la empresa, de la cual sucesivas evoluciones terminaron dando forma a Unión La Calera. Pero, mucho antes de eso, hubo talentos que brillaron, incluso, poniendo en jaque a la mismísima Selección Chilena, en los antiguos pastos de lo que fuera el Estadio Cemento Melón. Según explica la investigación de Núñez, “el fútbol ‘cementero’ contaba con jugadores contratados como trabajadores de la empresa y era reconocido entre los grandes del país”. Es en medio de esa historia que ocurre una de las anécdotas más importantes del balompié calerano, en las primeras décadas del Siglo XX. La historia cuenta que, durante la preparación que hizo en Quillota la Selección Chilena, para el Campeonato Sudamericano de Brasil, en 1921, el equipo de la empresa se enfrentó a “La Roja”, que entonces era terracota, como la casaca de la Tercera Compañía de Bomberos de Santiago. Sorprendentemente, el Club Deportivo Cemento Melón empató con el Combinado Nacional, resultado que generó una de las primeras polémicas del fútbol chileno. Incluso, entre los cronistas deportivos de países sudamericanos se comentaba el bochornoso empate “de la selección terracota con los mineros de Cemento Melón”. El singular hecho aparece en varios libros de historia del fútbol nacional. EL INICIO DEL FÚTBOL FORMATIVO Así fue como, acumulando hitos, el fútbol fue creciendo como parte importante de la cultura de los trabajadores de la cementera y, por añadidura, de la ciudad. Haciendo honor a ese glorioso pasado, se fundó, en 1989, la Escuela de Fútbol “Reparaciones Cemento Melón”, como una necesidad de los trabajadores de la sección que estaba encargada de la mantención mecánica de la planta. Miguel Oyaneder Fuentes es director técnico de este equipo y recuerda que, en aquel entonces, “se jugaba un campeonato interno, que acogía más o menos 18 clubes, pertenecientes a Cemento Melón y fue dentro de este mismo escenario que se decidió formar un equipo para los hijos de los colaboradores. Nuestro primer partido fue con Independiente de La Calera”. Llegaron a esa convocatoria unos 27 niños y fue tal el éxito, que, a los seis meses, ya había 110 alumnos, con los hijos de los trabajadores de las otras secciones. “En 1990, organizamos el primer torneo Cemento Melón Junior. Duraba cinco días, de miércoles a domingo, e invitamos a clubes deportivos como Guillermo Saavedra, Arturo Prat, Independiente, La Cruz del Sur e integra-

mos a los infantiles, que en realidad no tenían mucha participación con las categorías 10 - 12 y 14”, contó Oyaneder. Al año siguiente, el club se integró a la Agrupación que reúne a los elencos de la Quinta Región, donde también fueron parte de los fundadores, teniendo su sede en Hijuelas. “Empezamos a participar en un torneo regional, con equipos de La Ligua, Zapallar, Papudo, Quillota y nos iba muy bien, porque teníamos muchos alumnos”, explica el técnico. La escuela siempre ha sido gratuita, pidiendo sólo un aporte muy pequeño a los apoderados. “Al principio eran 200 pesos, con el fin de juntar los dineros para los campeonatos y financiar las colaciones, uniformes, camisetas, etcétera. Siempre hemos entrenado en el Estadio de Cemento Melón. Ganamos varios campeonatos, unos internacionales, a propósito que en 1992 creamos el Campeonato Cemento Melón Junior Internacional y trajimos por primera vez una escuela de fútbol de Argentina”, cuenta su creador. ALTO Y BAJOS En 1993, el director técnico tuvo que someterse a una operación, que lo mantuvo fuera de las canchas por varios meses. “Los chicos me iban a ver al hospital, preocupados por la falta de torneos y, a pesar de que existían los otros fundadores, la motivación no era la misma, porque sus hijos ya habían cumplido la edad formativa”, explicó. En medio de eso, Oyaneder recibió el llamado de la Gerencia de Cemento Melón, pues había interés en hacer esta actividad como una iniciativa de carácter masivo, como un beneficio hacia todos sus trabajadores. “Nos explicaron que no nos podían pasar dinero, pero sí financiar un profesor o entrenador profesional. Así fue como Julio Baldovinos, jugador profesional argentino, fue nuestro primer entrenador. En 1952, jugó en Palestino. Estuvo también en Everton, Universidad de Chile y Unión La Calera. Trabajó con nosotros poco más de un año, en 1994. Una vez que volví a mis labores, retomamos el campeonato Junior Internacional y vinieron equipos de Paraguay, Brasil y Argentina. Porque ya no duraba cinco días, sino toda una semana. A nivel nacional, participaban Colo Colo, Universidad de Chile, Puerto Montt. Desde ese entonces la escuela pasó a llamarse Escuela Formativa Cemento Melón”, agregó. Estos eventos deportivos se desarrollaron por ocho años consecutivos, obteniendo varias copas y medallas. “La empresa nos daba todos los pre-

Miguel Oyaneder Fuentes, director Técnico de Escuela Formativa Cemento Melón. Plantel actual categorías 2000-2001.

Plantel actual categorías 2005-2007. mios y por nuestra parte gestionábamos las instalaciones de un colegio, para armar una ‘villa olímpica’ y acoger a todos los niños. Muchos también se alojaban en nuestras casas. Todo era muy familiar y se crearon grandes amistades”, enfatiza Oyaneder. “También salimos al extranjero, porque participamos de campeonatos en General Pico, Provincia de Santa Rosa, en la Pampa en Argentina. Estuvimos ochos días. Hay que distinguir, eso sí, que estos viajes y la implementación deportiva eran costeados por los apoderados, realizando muchas actividades para juntar dinero”, explica el DT. Su esfuerzo y los exitosos resultados deportivos, hicieron que la Escuela de Fútbol Reparaciones Cemento Melón comenzara a tener un prestigio, no sólo nacional, sino también internacional, recibiendo invitaciones de Brasil, Colombia y Perú, entre otros países. “Todavía nos llegan, pero por los costos económicos ya no viajamos”, dice el DT. CUNA DE PROFESIONALES El planificado trabajo de esta escuela, por la que ya han pasado poco más de dos mil niños y niñas, derivó necesariamente en buenos resultados, pues varios jóvenes se convirtieron en jugadores profesionales. El primero que salió de la Escuela de Fútbol Reparaciones Cemento Melón fue Hernán Madrid Cataldo. “Él llegó el ’89, a los ocho años, y alcanzó una carrera en Universidad Católica, San Luis, Unión La Calera, Hua-

chipato y Antofagasta. Actualmente, se desempeña como ayudante del director técnico Fernando Vergara (ex jugador de la selección chilena) y ha entrenado equipos como Iquique, San Marcos de Arica y O’Higgins, entre otros. Nos consiguió visitas al estadio San Carlos de Apoquindo, los niños conocían a los jugadores de la época e iban los apoderados. También salió de aquí Marco Álamos, quien jugó en Unión La Calera y San Luis; y Jorge “El Huevo” Gómez, que jugó en Wanderers y Unión La Calera”, describe el DT de la Escuela. Se sabe que una de las estrellas más grandes que ha entregado La Calera al fútbol mundial es Matías Fernández. Según cuenta Oyaneder, “él alcanzó a jugar por nosotros, en el periodo en que nos fusionamos con Unión La Calera, cuando estaba en tercera división”. “Nos tomó mucho cariño e incluso en su primer año en el Villarreal de España, invitó a ser parte de su escuela Mati 14, como Escuela Matías Fernández o seguir como Cemento Melón, pero comercialmente como parte de sus escuelas de fútbol. Pero la municipalidad no quiso implementarla, porque ya existía la de Elías Figueroa”, contó Oyaneder. En el último tiempo, el talentoso volante Joao Ortiz se ha convertido en un orgullo. Tras pasar exitosamente por

El fallecido y afamado jugador Alfredo “Torpedo” Núñez, iniciándose como entrenador, formado en la Escuela Formativa Cemento Melón. Unión La Calera, actualmente es jugador de Universidad de Chile, tras haber hecho sus primeras armas en la Escuela Formativa Cemento Melón. CUMPLIENDO SUEÑOS Tras 26 años, a pesar de sus altos y bajos, variaciones en su convocatoria y aparición de las cientos de escuelas y clubes deportivos en la región, esta escuela formativa aún subsiste. Su actual profesor de entrenamiento es Alexis Ortega Contreras, profesional de nivel nacional. A él se suman Miguel Ojeda, ex jugador y hoy paramédico; y el propio Miguel Oyaneder, quien por motivos laborales se integra semana por medio y es el encargado de todo lo administrativo y gestión del recinto deportivo. Hoy se forma a niños que, cuando cumplen los 10 años, entran a la Escuela de Cadetes de Unión La Calera u otras, para cumplir sus sueños de ser futbolistas profesionales.

SELECCIONADAS FEMENINAS Las mujeres también han sido parte del éxito formativo de la Escuela Cemento Melón. Desde 2006, han tenido jugadoras hasta los 18 años, varias de las cuales alcanzaron a ser seleccionadas nacionales. “El mismo año que comenzamos a entrenar a mujeres, me llamó el alcalde de la época, Roberto Chahuán, para ofrecerme participar en un campeonato femenino en Santiago. La municipalidad costeaba todo y nosotros debíamos preparar a la Sub 15, de entre quienes -de acuerdo a lo que explicaba su organización- se iban a escoger a las seleccionadas para viajar a un campeonato en Ginebra. No ganamos el campeonato, pero tuvimos la ilusión de dejar a dos de nuestras chicas en la preselección. Camila Sáez y Jocelyn Cisternas, “La Toty”. Si bien no viajaron ese año, porque aún eran pequeñas, fueron incorporadas a la Selección Chilena el año 2008”.

Joao Ortiz, actual jugador de Universidad de Chile, formado en Escuela Formativa Cemento Melón. Mario Álamos y Jorge Gómez -ex jugadores de Unión La Calera-, formados en Escuela Formativa Cemento Melón.


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