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Científicos v/s las plagas del suelo: la nueva línea de investigación exportable del INIA La Cruz Muchas veces se culpa a otros factores, como las raíces o la falta de agua, problemas que, en realidad, se originan por insectos nocivos en la tierra. Por ello, el Instituto incluyó entre sus investigadores el ingeniero y doctor en Ciencias Agrarias, Ernesto Cisternas Arancibia Regina Brito Jeria
Mucho se ha estudiado acerca de riego, fertilización, control de plagas aéreas y otros aspectos, que permiten hacer de nuestra agricultura una actividad más productiva y sustentable. Sin embargo, hasta hace poco había un aspecto levemente explorado por la investigación: las plagas presentes en el suelo. Es sabido que los conocidos burritos o capachitos pasan algún período de su existencia en la tierra, carcomiendo raíces y mermando la salud y bienestar de plantas y árboles, por lo que conocer su comportamiento y sus características resulta fundamental a la hora de establecer manejos y controles adecuados. Aunque existen aproximaciones al tema y no había un estudio sistematizado respecto del rol de los insectos de suelo y su incidencia en los diferentes cultivos, Inia La Cruz decide incorporarlo como línea de trabajo. De ahí la reciente incorporación del investigador, ingeniero agrónomo y doctor en Ciencias Agrarias, Ernesto Cisternas Arancibia, al Instituto de Investigaciones Agropecuarias (Inia) La Cruz, cuya misión es apuntar de manera sustentable y enfrentarse a este tipo de plaga. Su misión es integrar esta línea investigativa a los proyectos que se realicen desde la comuna, pues se trata de conocimientos que aportarán al mejoramiento de los procesos en huertos de todo el país, donde estas plagas se desarrollen y, por ende, a todo tipo de producción agrícola. “No se les ha dado mucha
Estudios de científicos v/s plagas de suelo Los insectos de suelo, tales como burritos, capachitos, cabritos, se encuentran involucrados en los siguientes proyectos en ejecución: - Desarrollo de tecnologías nóveles de manejo de plagas para la producción sustentable de cítricos Mejoramiento de la gestión ambiental en la producción de uva mediante el control del burrito de la vid (Naupactus xanthographus) a través de la selección de aislamientos nativos y desarrollo de formulados de nemátodos parásitos - Estudio de toxicología de pesticidas: Selectividad, Resistencia e Insecticidas botánicos Los insectos que se investigan son el Burrito de la vid (Naupactus xanthographus); el Capachito de los frutales (Naupactus cervinus); el Burrito del frejol (Naupactus leucoloma); el Gorgojo de los invernaderos (Otiorhynchus sulcatus) y el Gorgojo de la frutilla (Otiorhynchus rugosostriatus).
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importancia, porque no se ven. Cuesta mucho estudiarlos, están ocultos y a veces pasan más de un año bajo el suelo, sin ver cómo se dañan los cultivos. Todos los cultivos -esto afecta a frutales mayores, frutales menores, cultivos hortícolas y viveros- comparten el mismo suelo y además son insectos polífagos, es decir, se alimentan de cualquier planta”, explica el investigador Ernesto Cisternas, sobre las principales plagas presentes en el suelo, las que ocultas, provocan consecuencias difíciles de distinguir. El riesgo de no saber que algunos problemas en los cultivos se podrían deber a las plagas del suelo, hace que algunos agricultores atribuyan a otras causas los escenarios que enfrentan. “El agricultor piensa que tiene problemas con el riego, que le sobra agua o que el árbol no crece porque le faltan fertilizantes. Pero podría ser que el árbol no crece porque no tiene raíces para absorber agua ni nutrientes”, advierte el experto. ¿POR QUÉ ESTUDIAR LAS PLAGAS DEL SUELO? Las plagas presentes en el suelo son de varios grupos, principalmente coleópteros, curculiónidos “burritos, capachitos, cabritos”, que se pueden ver casi todo el año y los escarabeidos “pololitos”, que se ven volando sólo en el verano. El resto del año están en estado de larva bajo el suelo. El riesgo que corren productores y cultivos es que los daños de insectos de suelo son fáciles de confundir en relación a otros problemas, como la falta de fertilidad o de agua y las enfermedades de raíces, que son una consecuencia del consumo de ellas. “Las heridas que causan los insectos en las raíces son sitios de entrada para enfermedades. Entonces, a veces, la causa de la enfermedad no es otra sino el daño que provocaron los insectos sin ser detectados a tiempo. Así, sin saber la causa, el manejo difícilmente será el más adecuado”, advierte. Hoy, en el mundo, existe tecnología para detectar la presencia de insectos plagas en el suelo y evaluar los tratamientos de control. Pero la búsqueda del Inia es el desarrollo y validación de esta tecnología bajo las con-
Fundador y Presidente del Directorio: Roberto Silva Bijit
diciones locales, para permitir que, con facilidad, se descarte el efecto de estos insectos y/o se tomen decisiones de control.
“Esta herramienta utiliza el ultrasonido para ver la presencia o ausencia de estos insectos en el suelo, la cual debemos intro-
El doctor en Ciencias, Ernesto Cisternas, realizando identificación taxonómica de larvas de burritos.
Exportar tecnología desde La Cruz El doctor Ernesto Cisternas Arancibia recuerda que, en la actualidad, en la investigación científica asociada al agro, se está haciendo control biológico, control químico, control mecánico, para determinar las distintas formas de enfrentar las plagas. Sin embargo, hay áreas en las que existe déficit y donde los resultados de las investigaciones realizadas en La Cruz, podrían, incluso, ser productos de exportación. “Por ejemplo, desconocemos las densidades de la plaga, su incidencia y los factores que la favorecen. Por ende, tenemos que desarrollar tecnologías de detección y control”, señala. “Hoy tenemos herramientas tecnológicas a través del equipamiento que existe en Inia La Cruz, que permiten desarrollar líneas de investigación, buscar compuestos químicos que puedan producir atracción o repelencia de los insectos y crear productos que los atraigan y eliminen. De este modo, se podría obtener productos patentados y comercializados, además de la exportación de tecnologías a otros países donde la plaga se encuentre presente”, enfatiza. “Nuestro fuerte como centro experimental es la generación de conocimiento, tecnologías y estrategias para enfrentarlas”, puntualiza el entomólogo. Hoy se ejecutan proyectos de Control Biológico que evalúan el efecto de nemátodos, hongos entomopatógenos en el Inia, y la idea es presentar proyectos que complementen los actuales, buscando compuestos semioquímicos y herramientas para realizar un buen monitoreo en el campo. “A ello se suma la búsqueda de enemigos naturales para ir integrando un control biológico adecuado”, precisa el doctor en Ciencias.
Director: Roberto Silva Binvignat
Editores: Claudio Espejo Bórquez Gustavo Rodríguez Catalán
ducir al país para facilitar la adecuada determinación de ellos. Se utilizan computadores, equipos, software especializados para saber si están presentes los insectos, así como una suerte de micrófono que se instala bajo tierra. Por ello es importante elaborar y desarrollar proyectos de manera de financiar estos avances”, destaca el entomólogo. Agrega que es importante establecer una adecuada clasificación de estos insectos, para determinar cuáles son y sus biologías: cuándo y a qué profundidad están, qué factores los favorecen o desfavorecen (humedad, temperatura), compactación y estructura del suelo, factores que inciden en la ausencia o presencia de ellos. LIMITAN LA EXPORTACIÓN Cabe destacar que algunas plagas como el capachito, son insectos que han sido introducidos a nuestro país (no son nativos). Por lo tanto, está presente en otros puntos del planeta, aunque mayoritariamente en América del Sur. “Son plagas que han ido avanzando, ampliando su área de distribución en el país, como el Burrito de la vid y el Capachito, de los frutales, que hace 50 años sólo se encontraba en la zona central. Hoy están establecidos hasta la Novena Región de la Araucanía”, comenta el científico. Otro punto relevante es que son plagas que limitan la exportación, porque son cuarentenarias. Respecto a los efectos específicos que tienen estas plagas en los frutos, el experto entomólogo asegura: “El árbol no crece, se enferma producto de las heridas que le causan los insectos en las raíces, llegando incluso a su muerte. También se produce fruta de menor calibre y entrenudos cortos, es decir, si la planta crece, es muy poco”. Insectos de este tipo puede matar las plantas al inicio, como ocurre en el caso de las plantas pequeñas de arándanos, donde pueden existir pérdidas de un 20 ó 30%. Lo normal es que se pierda hasta un 2% al año de plantación, explica, de manera que su control tiene un impacto económico muy importante.
Gerente Comercial: Julio Cifuentes Mora
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La fábrica en la que casi todos los quillotanos trabajaron alguna vez Ex trabajadores de “Rayón Said” recuerdan sus años en la industria, de la que hoy quedan edificios abandonados, teñidos con la luz que entra por sus ventanas y paredes derruidas Ana Silva Binvignat
Esta crónica habla de lo que ocurría en un lugar que ahora está cubierto de polvo, de años, de quemaduras y cicatrices en sus muros, dejándose ver gracias a la luz que entra por las ventanas descubiertas, llenando el espacio de pequeñas y grandes respiraciones de luz. Un edificio como un punto cie-
go en la ciudad, propio estado de tantas edificaciones en abandono o que son inalcanzables de ser restauradas. Estos “no – lugares”, como dice el escritor francés Marc Augé, refiriéndose a la condición a - temporal de estos lugares, que se levantan como fisuras en el mapa y reafirman, a su vez, el cambio de los tiempos.
Eliseo Campos Carvallo: el último trabajador de la Rayón Said Eliseo Campos Carvallo llegó el año 1962 con su esposa, Inés Zamora Contreras, y sus hijos, desde San Felipe, en el Valle de Aconcagua. Trabajó cerca de los 50 años que enteró el funcionamiento de la fábrica. Al comienzo, lo hizo durante ocho años como obrero y, luego, como empleado, pero siempre desempeñando el rol de mecánico de turno, mañana tarde y noche, atendiendo las bobinas, la planta de la fibra corta y el celofán. “Yo fui el último en salir, porque, luego de que la fábrica cerrara, me tocó se- Eliseo Campos Carvallo y su mujer, Inés Zamora guir yendo a desaguar las Contreras. máquinas, porque las aguas subterráneas comenzaban subir y llegaban a los pozos grandes”, recuerda. Eliseo vive en las antiguas casas de la población Said, las mismas que fueron hechas por la fábrica para sus trabajadores y, luego de cerrar, varios de ellos terminaron de pagarlas. La esposa de Eliseo señala, sin miedo a equivocarse, que su marido “dio todo por esa fábrica, fue un hombre muy trabajador y que nunca fue reconocido como se lo merecía”. Ella dice que, a pesar del arduo trabajo y el poco tiempo que tenían para compartir con la familia, está muy orgullosa de este ex trabajador, con quien ya lleva 61 años de matrimonio.
Un fantasma es lo que queda de la fábrica Rayón Said Industrias Químicas Generales, S.A., la primera y más grande fábrica que tuvo alguna vez Quillota. Aún cuando las antiguas instalaciones están ocupadas por la moderna fábrica de cuadernos “Torre”, se mantiene intacta la placa de mármol donde está grabada la frase: “Dios bendiga esta fábrica y a todos los que a ella dedican sus mejores esfuerzos”, que fuera descubierta en 1941, para la inauguración de la fábrica, por el propio Presidente de la República, Juan Antonio Ríos y por Juan Said Kattan. DE BELÉN A QUILLOTA La fábrica fue fundada Juan Said, destacado empresario de origen palestino, que había nacido en Belén, en 1898. Comenzó a ser construida en 1938, sobre un terreno de 93 mil metros cuadrados. Sus pabellones industriales se inauguraron en 1941, en el sector de la Avenida Valparaíso. Sus procesos industriales le permitieron producir rayón, ácido sulfúrico, súlfuro de carbono y celofán. Sus maquinarias provenían de Alemania y Estados Unidos.
La fábrica Said, como fue conocida durante sus cerca de 50 años de funcionamiento en Quillota, fue pionera a nivel nacional en grandes avances tecnológicos
y sociales. Fue la primera unidad productiva de grandes dimensiones de la ciudad, instalando dos Sigue en página 4
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La fábrica en la que casi... chimeneas: una ya fue demolida y la comunidad espera que la otra se conserve, como un símbolo de la vida industrial que tuvo Quillota. Fue la primera en el país en producir fibra corta, filamiento
continuo como base textil. Así, también, resultó ser la primera en producir papel celofán y la primera en construir 183 casas para sus trabajadores. “El Observador” conversó con
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El tradicional edificio de Rayón Said.
algunos de quienes trabajaron en esta famosa industria química, para recoger algunas de las voces que le dieron vida a esta emblemática fuente de trabajo que tuvo una vez la comuna.
E scuela d eL enguaje Escuela de Lenguaje ADMISIÓN
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Giras l
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Osvaldo Avezón Torrejón: “Éramos todos una familia” Osvaldo Avezón Torrejón trabajó 35 años en la fábrica, hasta que cerró, en la labor de mecánico de turno en mantención. “Hacía turnos con las maquinarias. Si había una pana, yo lo solucionaba y, si era muy complejo, pedía ayuda”, cuenta. Como es sabido, al construir las casas para los trabajadores se dio un ambiente muy familiar entre los empleados: “Yo rescato que había una convivencia muy buena, porque éramos todos una familia, sobre todo los que vivíamos acá en la población Said. Nuestros hijos eran amigos y jugaban juntos. Era una bonita vida de barrio y, después de que cerraron, como muchos, me quedé con la casa”. Osvaldo es conocido como “El Capitán Garfio” por los niños del barrio. Ello, debido a la pérdida de una de sus manos durante un accidente de trabajo en otra empresa en la cual trabajó. Actualmente tiene un negocio a un costado de la plazoleta de la Población Said, donde aún vive.
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Unos de los tantos pasillos roidos por el tiempo
Pedro Jorquera Figueroa: “A veces veías nublado una semana entera” Pedro Jorquera Figueroa asegura que casi todo Quillota estuvo alguna vez en la fábrica Said. Él trabajó desde 1950 hasta el año 1991, en el área de producción en la planta de bobina, donde se producía la hebra de la seda. Blanca Espinoza Plaza, quien fuera su mujer durante 61 años y con quien tuvo seis hijos, fue quien lo incitó a trabajar en la fábrica, ya que ella en ese tiempo trabajaba en labores administrativas. “Nosotros controlábamos que el hilo saliera con todos sus filamentos, para luego formar los ovillos de hilos en conos. En ese tiempo, el hilo salía sólo blanco y, con los años, empezaron a traer pigmentos para darle color a la seda, que era un lujo en esos tiempos”, recuerda. Explica que aprendió mucho trabajando en la
fábrica: “El ambiente era cosa seria adentro. Si trabajabas una semana completa, salías viendo nublado por varios días. Eran muy fuertes los químicos. El ácido, sobre todo. A veces me tenía que poner un paño mojado en la frente para soportar el malestar de la vista. Eran muy pocos a los que no les afectaba el ácido”. Además, explica que el olor, a pesar de bañarse y cambiarse de ropa, parecía que estaba impregnado, no se salía del cuerpo, aunque con los años se fue acostumbrando y ya no lo sentía. “Estoy agradecido de la vida que tuve y, a pesar de todos los esfuerzos que nos tocó hacer a mí y a mí mujer, fuimos muy felices y, gracias a la fábrica, me pude quedar con esta casa”, celebra, con un crispado brillo en los ojos.
Ignacio Walker P. Senador Saluda a “El Observador” en sus 41 años de servicio a la Quinta Región y lo insta a continuar en la senda del periodismo veraz y oportuno.
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Knop Laboratorios: una tradición familiar que crece y se proyecta desde el corazón de El Belloto El proyecto de un visionario que comenzó en el segundo piso de una farmacia y terminó convertido en la empresa farmacéutica homeopática más importante de Chile Raquel Concha Prado
Son innumerables los hechos que ligan a Knop Laboratorios con la historia de Quilpué. Las donaciones de terrenos para el club Estudiantes, consistentes en 20 mil metros cuadrados y para el Hogar de Cristo -10 mil metros- son algunas de las muestras de su influencia en el desarrollo social, además del económico, de la Ciudad del Sol. Todo comenzó cuando Reinaldo Knop Niederhoff -hijo de Reinaldo Knop Eisernitz y Laura Niederhoff- después de haber estudiado en la Escuela de Farmacia de la Universidad de Chile, se trasladó desde Santiago hasta Valparaíso, para desempeñarse como empleado en la farmacia Petersen. Pronto, gracias a su tesón y constancia, se asocia con el dueño del establecimiento, para posteriormente comprarlo. Es así que este pionero del estudio de las plantas medicinales y la medicina homeopática en nuestro país, abre la Farmacia y Droguería Alemana Knop, ubicada en el barrio de la plaza Echaurren, en Valparaíso. SEIS DÉCADAS EN QUILPUÉ Posteriormente, en 1951, el laboratorio que funcionaba en el segundo piso de la farmacia en Valparaíso, se traslada al fundo Esmeralda en Quilpué, bajo el nombre de Homeopatía Alemana Knop. Esto permitió la construcción de los grandes estanques y planta elevadora de agua potable en el sector, interviniendo en el desarrollo comercial y social de la ciudad. En ese instante se dio inicio en forma acentuada a la incorporación de tecnología especializada para la elaboración de productos del rubro. Bajo la dirección técnica del
Knop Laboratorios también practica la Responsabilidad Social Empresarial La empresa, como parte del motor productivo de Quilpué, se destaca por involucrarse en iniciativas de responsabilidad social empresarial. La familia Knop, a través de los laboratorios, ha ayudado en forma permanente a la comunidad, no sólo con donaciones de terrenos, sino en distintas actividades comunitarias, de barrio y con los vecinos, principalmente de El Belloto Norte. En esa visión de devolver la mano a la ciudad y sus personas, cabe destacar que el club Estudiantes de Quilpué reconoce en su Web institucional el gran aporte del patriarca y fundador de la empresa, señalando que “en el año 1975 surge una nueva generación, formada especialmente de profesionales, quienes con el propósito inicial de obtener una sede propia, toman contacto con el filántropo señor Reinaldo Knop Niederhoff, a quien le ofrecen un proyecto que contiene las bases jurídicas y arquitectónicas destinadas a crear un complejo deportivo que abarca especialmente las disciplinas de fútbol y tenis”. El homenaje agrega que el “benefactor cree en este proyecto y con fecha 6 de abril de 1977 dona los terrenos de la actual cancha de fútbol y padel tenis, ubicados en Subercaseaux con Colinas de Oro, en la Ciudad del Sol. Luego el 14 de febrero de 1978 dona la propiedad donde funciona el recinto tenístico y Salón de Eventos de Avenida Subercaseaux 1706”.
Reinaldo Knop Niederhoff, emprendedor, visionario y filántropo, fundador de los laboratorios.
químico alemán Arturo Maier, la administración de Pablo Knop Niederhoff y posteriormente de Guillermo Liberona, con ampliaciones y readecuaciones, la empresa familiar permaneció en ese lugar hasta 1992, cuando se trasladó a su actual ubicación, en el barrio industrial de El Belloto Norte. En 1982, ya a cargo de Germán Knop Valdés, médico, el laboratorio había crecido enormemente gracias al esfuerzo familiar y de los trabajadores, en su mayoría habitantes de Quilpué. Las instalaciones de 560 metros cuadrados en el fundo Esmeralda –que generaban 35 mil unidades de productos mensuales- aumentaron a 5.800 metros cuadrados. En 1983 se constituye la sociedad Homeopatía Alemana Knop Limitada y se consolida e inicia una etapa de expansión en cuanto a productos y cobertura de mercado nacional. Y en 1989 se crea la primera cadena de farmacias especializadas en el rubro, bajo la dirección de Cecilia Pisano. Reinaldo Knop falleció en 1985, dejando un legado de profesionalismo y esfuerzo, tanto a su familia que lleva las riendas de la empresa, como también a los trabajadores y comunidad quilpueína. Sus productos se comercializan en Chile y también internacionalmente. El 1 de agosto de 1989 se constituye la sociedad Laboratorio Especialidades Farmacéuticas Knop Limitada y en 1991, ésta adquiere el terreno y construcciones correspondientes a su actual planta en el barrio industrial de El Belloto, mediante una licitación efectuada por Corfo. Cuatro años más tarde se inicia el traslado de las instalaciones productivas. Con la llegada del nuevo milenio, Knop Laboratorios comienza el proceso de certificación ISO–9000 2000, en conjunto con otras cinco empresas de la zona, a través del apoyo de Corfo. Luego de dos años, la empresa amplía el Departamento de Producción, adquiere moderna maquinaria farmacéutica y se inicia la implementación de la norma internacional G.M.P., Good Manufacturing Practices, la que
obtiene finalmente el año 2003 junto a la certificación ISO-9000 2000. Con ello, se constituye en el primer y único laboratorio farmacéutico de Chile con doble certificación de calidad. Y EN LA ACTUALIDAD Situada en el pujante barrio industrial de El Belloto Norte, “las fortalezas de la empresa se basan en su cuerpo profesional y técnico, que le da un carácter eminentemente tecnológico, científico e innovativo. Esto ha permitido iniciar estudios con el fin de ampliar las líneas de medicamentos, manteniendo siempre el origen natural de ellos”, explica Marcelo Rojas, gerente de Administración y Finanzas. Su actual línea de medicamentos incluye jarabes, comprimidos, cápsulas, soluciones, ungüentos, geles, gotas, pastas dentales y otros. Knop Laboratorios es líder del mercado en la categoría terapéutica de expectorantes naturales, con su prestigiado y conocido producto Palto Miel jarabe, además de un importante actor en otras categorías, como la de reemplazo hormonal. En cuanto a su plan estratégico, la empresa trabaja con un sistema que ha dado resultados conocidos en cuanto a calidad y diversidad de productos, lo que ha permitido su consolidación en el mercado nacional y estar en una posición expectante para la introducción paulatina de sus productos en el mercado extranjero. Su estrategia se demuestra en actividades conjuntas con universidades y centros de investigación
a través de la Fundación Reinaldo Knop Niederhoff, creada en 1976 y destinada a difundir la medicina natural a través de la docencia al más alto nivel. Hoy la empresa es el primer Laboratorio Farmacéutico en Chile que obtiene la doble certificación de calidad ISO 9000 - 2000 y GMP, lo que sumado a su permanente esfuerzo de diversificación en el área industrial en la que se desenvuelve, posiciona sus productos farmacéuticos de origen natural, como líderes en calidad en el mercado. La tradición y prestigio de la marca Knop, apoyada por la innovación permanente, la inversión y el lanzamiento de nuevos productos, dan lugar a un aumento sostenido de su participación en el mercado farmacéutico homeopático chileno, la que hoy supera el 80 por ciento. Knop Laboratorios elabora hoy sus productos en una planta física moderna de más de 5 mil metros cuadrados, con maquinarias y equipos de alta tecnología, contando con un recurso humano altamente calificado. Mantiene alianzas destinadas a la investigación con las universidades Andrés Bello, Federico Santa María, de la Frontera, de Valparaíso y Mayor. Además, sus productos están presentes en Perú, Costa Rica, Venezuela, Panamá, Guatemala, Brasil, Estados Unidos y Colombia. Además, el año 1998, con el apoyo de Fontec, inicia un proyecto de innovación para el desarrollo de dos nuevos medicamentos de base natural, lo que arroja como resultado la obtención de productos respaldados científicamente. También implementó un departamento de Investigación y Desarrollo, que incluye un moderno equipo de cromatografía líquida de alta resolución. FARMACIAS KNOP Cecilia Pisano Onetto, gerente general de Knop Laboratorios, asevera que “somos una de las empresas emblemáticas de la región y mantenemos la decisión de seguir trabajando desde aquí”, principio que siempre tuvo el precursor del actual holding. Es evidente que
Knop Laboratorios elabora hoy sus productos en una moderna planta de más de 5 mil metros cuadrados, con maquinarias y equipos de alta tecnología, además de un recurso humano altamente calificado.
ese proyecto se ha hecho realidad, pues en sus 47 sucursales desde la Quinta a la Décima Región, atiende a más de tres millones de clientes al año y da empleo a más de 300 personas. “Brindamos a nuestros clientes una solución integral de salud natural. Con excelencia, respaldada por tradición, calidad y atención personalizada”, declara Cecilia Pisano. Otro pilar fundamental del desarrollo de la empresa ha sido la excelencia del personal con que cuenta en cada local, con una alta inversión en capacitación constante en el manejo de productos naturales, homeopatía y fitoterapia. “Es gente muy profesional y capacitada, tenemos personas que nos acompañan desde el mismo origen y también contamos con jóvenes profesionales, que nos entregan el aporte de la innovación e impulso de negocio”, afirma la gerente general de la empresa, quien agrega que “lo más importante para nosotros es el cliente, el cual es cada vez más exigente, informado y riguroso, motivos suficientes para tener a los mejores profesionales del mercado”. Marcelo Rojas, gerente de Administración y Finanzas, destaca también el entusiasmo existente en la empresa y en otras que ocupan el Barrio Industrial de El Belloto, respecto a que este sector sea un polo de crecimiento para la zona. El ejecutivo expresó que “estamos muy animados con que Quilpué como centro de desarrollo siga atrayendo nuevos emprendimientos y que esto se siga consolidando como un barrio empresarial que de oportunidades y más trabajo, principalmente a la gente de la ciudad”.
Palto Miel, una tradición en los hogares durante el invierno Sin duda que el producto estrella de Knop Laboratorios es su jarabe Palto Miel. Quién no ha tomado una cucharadita de este producto para calmar los efectos de un resfrío o suavizar la garganta. Todos lo recomiendan porque es natural, sin contraindicaciones y fabricado en Chile. Actualmente, la empresa cuenta con 450 productos de homeopatía, fitoterapia y naturales, el 30 por ciento de éstos, de elaboración propia. De hecho, algunos habitantes antiguos de Quilpué recordarán que mucha gente de la ciudad –el siglo pasado- recolectaba manzanilla para llevarla al laboratorio, generando con ello también un ingreso para sus familias.
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Los “dulces momentos” que se fabrican en una industria de Limache Confites Merello nunca se ha cambiado de ubicación y desde su planta, ahora se prepara para saltar con productos a los mercados internacionales Tania Cabezas Izuck
Todo comenzó en la década de los años 30, cuando llegó hasta la comuna de Limache una familia de emigrantes italianos, entre ellos Rodolfo Minardi Campanico, quien al cabo de unos años, se asoció con Paolo Merello Solari, que ya era comerciante en la comuna, dando un cambio de giro comercial y, ambos, en 1932, fundaron la sociedad de confites llamada Genovesa, ubicada en calle República 827, que, a principios de los años 40, pasó a llamarse definitivamente Confites Merello S.A. Caramelos sólidos y una pequeña empresa artesanal de confites, que en su comienzo sólo distribuía a la Provincia de Valparaíso, hoy reparte sus sabores a todo el país, pero desde mismo lugar donde siempre ha estado instalada, en la ciudad de Limache. “Yo llegué a hacerme cargo de esta empresa en el puesto de Gerente General hace 18 años, aproximadamente, luego de trabajar durante quince años en otra empresa, totalmente distinta al rubro del confite. Sin embargo, siempre veíamos, desde niños, con mi hermano, el trabajo que se realizaba en la fábrica”, cuenta Andrés Merello Norero. El gerente de la empresa señala que, cuando iban a ver a su papá, Reynaldo Merello Arecco, aprendían casi sin querer los detalles del negocio y el esfuerzo que había que poner para que todo marchara bien. “De hecho, él, con sus 85 años, sigue llegando a primera hora a trabajar y se mantiene al tanto de todo”, cuenta Andrés a “El Observador”. CAMBIO HISTÓRICO Confites Merello, tras el paso de tres generaciones en la administración, ha combinado las de-
“No obligaría a mis hijos a seguir con la empresa” “No obligaría a mis hijos a seguir con la empresa. Si ellos quieren, bien, pero, si no, es decisión de ellos. Mis dos hijos estudian ingeniería civil industrial, por lo que podrían hacer un futuro en la empresa, pero me gustaría que, al terminar su carreras, primero se desempeñaran en otro rubro y, así, se den cuenta qué es lo que realmente les gusta y les insta alcanzar sus metas”, confiesa Andrés Merello. El empresario cree, además, que la industria ya se ha hecho parte de la comuAndrés Merello Norero, gerente genidad limachina, pues los trabajadores son, neral de Confites Merello S.A. mayoritariamente, de la comuna y se aprovecha de contratar servicios o productos de proveedores de la zona. “Además tratamos de desarrollarnos en el ámbito de responsabilidad empresarial con el valle, priorizamos lo local, ante lo regional o de país, porque Limache cuenta con muy pocas industrias”, indica Andrés.
Los primeros años de Confites Merello en Limache. En la fotografía, un operario, junto a la máquina “Vacuum”, hecha para confeccionar los confites a presión.
mandas de las nuevas tendencias con la tradición, por lo que se mantiene la presencia de sus dulces en todo Chile. De ahí que, en la actualidad, la empresa haya cambiado mucho la forma de producir y de hacer negocios, motivado por el natural cariño de quienes la administran, pero, sobretodo, por las exigencias del mercado y la competencia. En la actualidad, quince vendedores abastecen el mercado nacional de Arica a Punta Arenas, atendiendo a los distintos canales que demandan estos productos limachinos de primer nivel. “Vendemos a supermercados, comercios minoristas y en un treinta por ciento a industriales, pues utilizan elementos que fabricamos nosotros, como materia prima para la elaboración de otros productos”, cuenta orgulloso Andrés Merello. “Además, contamos con productos promocionales, caramelos con logo y ventas, por ejemplo, a distintos departamentos de Bienestar y Recursos Humanos de empresas, que nos piden cajitas de regalo, Navidad, eventos, entre otros productos que se hacen especiales para programas y festividades de empresas”, explica Merello. TRABAJADORES PRODUCEN 100 TONELADAS DE CARAMELO AL DÍA Pese a que, en el desarrollo industrial, es muy común la automatización de procesos, actualmente la empresa da empleo a cincuenta personas. En su tradicional planta, se producen entre 80 y 100 toneladas diarias de caramelo, de donde surgen líneas de productos diversos: blando, grajeado, caramelo duro, caramelo envuelto, maní con cubiertos, almendras, líneas de chocolate bañado, relleno y recubierto. “Son alrededor de trescientos productos distintos, combinando caramelos, gomitas, malvas, chocolate, bombones, grajeado, decoraciones para repostería,
mostacillas especiales, caramelos especiales, confites para pascua, Navidad, Halloween, fiestas especiales, promocionales y libres de azúcar”, expone Merello. Entre los operarios se encuentra, Rosa Espinoza Sepúlveda, quien trabaja hace 17 años en la industria, en distintas secciones. “Tenía 42 años cuando ingresé a la empresa, empecé en el envasado, después en despacho y, fuera de esto, recibimos la parte de producción de dulces”, explica Rosa. Anterior a este empleo, trabajaba por temporadas en la empresa Agro Limache en Quillota, pero era una labor por temporadas, por lo que deseaba conseguir un trabajo estable y entregó su currículum en Merello, donde quedó y se desenvuelve con bastante soltura, considerando que es una de las más antiguas operarias en esta industria familiar. Nedda Bórquez Madariaga lleva tan sólo un año y nueve meses dentro de la empresa, pero se ha
ido capacitando constantemente, por lo que ha llegado a desempeñarse sin ningún problema en el área de Envasado: “Estoy aquí en Envasado y soy la segunda de bodega. Es que yo, por 16 años, trabajé en el rubro de librería y después se cerró. Cuando llegué acá, me integré a este grupo humano que es excepcional, estoy constantemente capacitándome, porque esto para mí es nuevo y tuve una muy buena profesora, Rosa”, cuenta la trabajadora, “Aquí se entra a las siete y media y se sale a las cinco y media y se trabaja hasta el día viernes, por lo que tenemos bastante tiempo para nuestras familias”, narra Nedda. La empresa tiene otra cualidad que es muy valorada en la comuna: mantiene su planta sólo en Limache, pese a que podría ser
más cómodo distribuir a todo Chile desde Santiago. Sin embargo, Merello prefiere invertir en logística, para llegar a las cadenas de supermercados que tienen sus líneas de distribución en la capital. LO MODERNO Y LO TRADICIONAL Andrés Merello comenta que la industria del confite vive siempre en medio de una paradoja: “Uno quiere productos nuevos e innovar, pero, por otro lado, la gente añora los productos tradicionales. Sobretodo cuando se trata de un producto que muchas veces se regala a un ser querido, donde se prefiere que sean más naturales”. Según explica, hoy en día los productos, en la base, son similares, pero se han ido inSigue en página 8
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Los “dulces momentos” que se... corporando sabores nuevos, tecnologías nuevas. “Todos nuestros productos ahora cumplen con estándares mucho mas naturales, productos que no contaminan, los trabajadores están mucho mas capacitados, las máquinas están hechas con
materiales que no contaminan y que generan un ahorro energético mucho mayor”, dice Merello. Al hablar de las diferencias entre la forma de trabajar de antes y de ahora, Andrés Merello recuerda la tardanza que tenían antes la llegada y distribución de los pro-
ductos hacia todo el país. “Todo era embarcado en cajones en un tren”, señala, contando que en aquellos años la producción era de entre cincuenta y cien kilos diarios. Esta producción se repartía a través de ferrocarriles a Villa Alemana,
San Pedro, La Ligua, Los Andes, entre otras ciudades. “Pero esto significaba que, desde que salían desde la planta hasta regresar, los vendedores se demoraban tres semanas o, incluso, cuatro, lo que hoy equivale a 48 horas de entrega y pedido, para luego ser distribuidas a las distintas cadenas de supermercados”, detalla.
Las ya clásicas gomitas de Confites Merello.
Así también se pasó de los cajones a las cajas selladas: “Hoy existen productos con mejor laminado, sellados, existe una autoridad mucho más fiscalizadora que antes, se exigen productos más naturales, con menos quími-
cos. Los mismos consumidores se informan mejor y te demandan un producto de excelencia”, cuenta el empresario. Hace tres años, Merello ingresó a su lista de productos líneas dietéticas, otra especial para diabéticos y polioles, con bajo efecto glicémico, mucho más estable. Además, se rotula cada producto con sus ingredientes en la misma planta de confitería.
Rosa Espinoza Sepúlveda, quien trabaja hace 17 años en la industria.
Hacemos nuestra
tu celebración
Porque semana a semana estás apoyando e informando de nuestros resultados
En nombre de nuestros socios, hinchas, simpatizantes, Cuerpo Técnico y jugadores, San Luis de Quillota S.A.D.P., saluda cordialmente a EL OBSERVADOR en su nuevo aniversario.
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Así también, se habilitó un Laboratorio de Control de Calidad, para revisar cada paso, paralelo a la búsqueda de nuevos colorantes y sabores. “Se buscan colorantes nuevos, productos nuevos y, obviamente, cuando se desarrollan productos nuevos, se hacen a través de degustaciones, al interior de la empresa. Nuestros desafíos son experimentar con nuevos jarabes, mieles, alguna rama que vaya por ahí; jugos en polvo, mermeladas. Galletas aún no trabajamos, pero creo que el chocolate tiene potencial todavía. Todo esto que se come como snak, todos los productos saludables llaman mucho la atención”, agrega. Una de las metas de Confites Merello es fortalecer su internacionalización, ubicando oficinas de distribución en otros países. Ello, considerando que, desde Limache, ya ha hecho envíos a Ecuador, Suecia, Tahití, Colombia y Estados Unidos, pero coordinando todo vía Internet. Según señala Andrés Merello, así como se ha facilitado el ingreso de bastante producto extranjero al mercado nacional, es hora de conquistar sostenidamente los mer-
cados internacionales, llevando la marca Confites Merello S.A. Ambas generaciones, tanto el papá de Andrés como el mismo gerente general, viven en Limache, camino a Lliu Lliu, en la propiedad familiar en la que han residido por años y no desean para nada emigrar hacia otra comuna, pues en ella han vivido, siempre, “dulces momentos”. Los chocolates siguen teniendo enorme proyección.
Operarios instalando el caramelo en calor, para luego ser procesado y darle la forma ovalada y luego ser embasados y etiquetados.
Saludamos a “El Observador” al conmemorarse un nuevo aniversario de su fundación
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La saga comercial de las Tiendas El Progreso de La Ligua Ligada a la familia Mocarquer, este comercio, lejos de decaer, se erige como un bastión del comercio local, que ha sabido mantenerse, enfrentando a las cadenas Carolina González Cobo
El nacimiento de la historia comercial de la familia Mocarquer en La Ligua podría situarse con la llegada a la comuna de Gabriel Mocarquer, en 1930, desde Palestina, invitado por su tío Jorge, quien ya tenía un negocio en la comuna. El joven Gabriel llegó a ayudar a su tío, trasladándose posteriormente a Puente Alto, en la Región Metropolitana. Según cuenta Emilio, uno de sus hijos, en ese tiempo la hoy populosa comuna del sector sur de Santiago, era como “la California chilena”, llena de industrias y comercios, una de las cuales ha liderado esta familia, enfrentando a las cadenas, mejor de lo que lo hacía el Quijote contra los molinos. Es Emilio Mocarquer quien narra a “El Observador” la historia familiar que guardan las tiendas “El Progreso”, conocidas por generaciones de liguanos y que, pese a la creciente arremetida de nuevos negocios, se mantiene en pie, con una clientela fiel, que a lo largo de estos años ha acompañado su crecimiento. Emilio recibe a “El Observador” un día normal de trabajo. Es de mañana y ya a esta hora su tienda luce llena de personas cotizando productos y cancelando compromisos comerciales. “Cuando murió mi tío Jorge, él le dejó a mi papá una parte de su negocio. Se llamaba ‘La Mundial’. Luego mi papá fundó ‘La Competidora’, que era una tienda destinada a la venta de ropa” relata Emilio. Incluso, recuerda una anécdota que caracteriza lo distinta que era la forma de vestir y que ayudaba a que el perfil del negocio fuera exitoso: “El año 1960, nos robaron todo el casimir y parte del robo apareció acá en La Ligua y otra entre Rancagua y Curicó. En ese tiempo, se estilaba mucho que la gente se mandara a hacer sus ternos y comprara su corte de género”. Para instalar el negocio, Ga-
Emilio Mocarquer, más de cincuenta años ligados al frente de las Tiendas El Progreso, siguiendo el legado de su fundador, Gabriel Mocarquer.
Para Emilio Mocarquer es muy importante la atención al cliente, por lo que no descuida ningún detalle a la hora de vender algún producto.
briel Mocarquer adquirió el terreno donde funcionaba un viejo hotel. Gracias al apoyo de la familia, pudo conseguir el dinero para comprar la propiedad y fue a un primo que encargó el diseño de la construcción. En ese tiempo, generó cierta controversia con el director de Obras de la Municipalidad de esa época, dado que él no era partidario de mezclar parte de una construcción nueva con una antigua, como era la idea inicial de Don Gabriel, moción que ganó finalmente. NACIÓ EL PROGRESO Pensaron ponerle al negocio La Nueva Competidora, pero fue Emilio quien sugirió que el nombre debía apelar a un nuevo concepto, que representara auge del comercio textil en la comuna, y fue así como surgió “Tiendas El Progreso”. En ese tiempo, La Ligua estaba en el apogeo de los tejidos, donde muchos comerciantes se dedicaban a ese rubro. “Nosotros vendíamos ropa y zapatos, por lo que nos dejaron el camino despejado, no teniendo competencia”, comenta el conocido comerciante. Aunque los inicios de El Progreso están ligados a la sastrería y zapatería, de a poco fue sumando nuevos rubros. Emilio cuenta que, “cuando algunos comerciantes fueron cerrando negocios, nos ofrecían a nosotros comprarlos”. “Había gente que me decía: ‘¡Necesito una enceradora!’ y yo le decía: ‘¡Vaya a Santiago!’. Ahí me contestaban: ‘Pero, ¿para qué? ¿Por qué no me la traes tú? Así fuimos sumando más departamentos a la tienda”, rememoró. Gabriel Mocarquer murió joven, quedando sus hijos, junto a su esposa, Sara, a cargo del negocio. Emilio dice que, de niños, tanto él cómo sus hermanos Jorge Jacobo, Eliana, María Teresa, Mónica y Gloria, se involucraron con la tienda. “Todos nos dedicamos al comercio. Es que esto lo llevamos en la sangre”, reconoce.
Por esta experiencia familiar, Emilio también comenta la forma en que ha cambiado La Ligua. En torno al crecimiento de la ciudad, dice que “antes, todos nos conocíamos, sabíamos quien visitaba La Ligua, lo mismo que nos enterábamos cuando fallecía alguien. Ahora la ciudad ha crecido mucho, sin ser Viña ni Quillota”. Sobre sus competencias directas, dice que se han demorado en llegar los comercios foráneos. Haciendo remembranzas de épocas pasadas, cita el caso de los años 80, cuando se cumplió un anhelo de su padre, cuando la empresa adquirió un local en el sector de la Plaza de La Ligua. “Adquirimos una ferretería y con eso hemos contrarrestado la llegada de otros comercios”, explica Mocarquer.
FACTORES PARA MANTENER UNA TRADICION En cuanto a las condiciones que han hecho a esta familia mantenerse vigente en la actividad comercial, Emilio opina que “a la gente le gusta el trato familiar que les damos, que los atiendan los dueños”. Sobre cómo son las condiciones de ventas, destaca que “acá ha entrado fuerte la tarjeta de crédito”. Pero advierte que, en tiempos de crisis, la gente compra más al contado: “No sé como lo hacen, pero se endeudan menos y en una sola parte”. En su afán de expansión, las Tiendas El Progreso han sumado rubros, como el de la ferretería: “Nos ha ido bien con esta apuesta y agradezco la preferencia del público. Hacemos despacho a domicilios y tenemos clientes de todas las zonas de la provincia de Petorca”. Son cerca de 35 trabajadores, más los turnos part time, quienes laboran en la tienda. Algunos -inclusocon décadas al lado de ellos. El mismo Emilio cuenta varios años en el negocio: “Yo cumplí 50 años trabajando. Estaba en el colegio cuando empecé. Dejé de estudiar en 1959. Yo no me había dado cuenta, hasta que mi hijo, un día me preguntó”. En lo personal, Emilio Mocarquer explica que, en un momento, tuvo la intención de ingresar a la agricultura. Compró varios terrenos, pero no le fue bien. Plantó
En los años 80, se cumple un anhelo del fundador Gabriel Mocarquer, cuando se adquirió el local donde se instala Tiendas El Progreso frente a la Plaza de Armas de La Ligua.
paltos, pero perdió la producción con las heladas. “Yo soy comerciante, me faltó el combo para ser empresario”, señala. Consultado sobre hasta cuándo estará ligado al negocio, Emilio responde: “Tengo un amigo que es futbolista, al que le pregunto: ‘¿Hasta cuándo vas a jugar? Él me dice: ‘Hasta que me den ganas de seguir entrenando’. Yo pienso que, acá, es lo mismo. Sólo pido que Dios me dé salud”. Cuenta, además, “al menos a dos de mis hijos los veo siguiendo con esto”. Emilio dice que, cuando está al frente del negocio, no piensa en cuánto va a ganar, “porque hay un cariño por lo que uno hace”, advirtiendo, eso sí, que “todos los negocios son esclavizantes”. De todos modos aclara que, como a él le gusta, no se siente esclavo. ELIANA: VOLVIÓ DE PERÚ AL NEGOCIO Las palabras de Emilio son refrendadas por el testimonio de su hermana Eliana, quien, junto a él, está al frente de la tienda ancla, en tareas ligadas a la administración. Recuerda que, para ella, el legado más importante que recibió de sus padres es el cariño con el cual los educaron. “Hacemos las cosas pensando en ellos y en el cariño que nos dieron”, sostiene. Eliana estuvo un tiempo viviendo en Perú al Perú, pero regresó hace quince años a incorporarse al negocio familiar. Para ella, los valores que guían el negocio son la perseverancia y la atención que brindan a los clientes: “Nos esmeramos demasiado. Por ejemplo, no habían navidades donde algunos de nosotros no se quedara hasta tarde, para atender a esa persona que venía a última a hora a comprar su regalo”. Eliana también habla de lo beneficioso que es atender a la gente: “Acá tú haces muchas cosas, no hay tiempo de detenerse a pensar en problemas. Si pasa algo malo, al rato lo olvidas”.
Menaje, línea blanca y hasta ferretería puede encontrar en esta tienda liguana.
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Wilde: la maestranza calerana que exporta su experiencia Si hay una compañía en nuestra zona que puede jactarse de un desarrollo progresivo a través del tiempo, es la sociedad del clan Wilde Morrison: el patriarca inició el negocio como
Imponente y sencilla a la vez. Ésa es la primera sensación que da al pararse frente a la numeración 1161 de calle Caupolicán, en la zona céntrica de La Calera. Una entrada de puertas gigantes, que en la parte superior indica en su logo, de colores azul y amarillo, que se trata de la Maestranza Wilde. Desde la entrada, es posible visualizar un terreno repleto de maquinaria colosal, donde predominan los fierros. Sin embargo, al adentrarse en sus oficinas y diferentes espacios, es posible percatarse de la calidez de una verdadera familia, más que un lugar donde sólo hay fríos metales.
un taller, siendo actualmente lideres en el sector metalmecánico y minería Alonso Aranda Araya Óscar Wilde, el patriarca de la familia y fundador de la maestranza.
El sitio sigue pareciendo imponente, quizás más aún que por fuera. Desde la recepción, donde los adornos están caracterizados por elementos minimalistas, como una estructura de rocas y algunas copas deportivas. Pero siempre acompañado de un toque cercano y ameno, representado por cuadros con fotografías de celebraciones, con patrones y trabajadores, todos juntos. Grandes pilares metálicos sostienen el lugar y una escalera del mismo material pesado dirige al segundo piso. A la vez, sigue pareciendo sencillo, a pesar que ahí está la Gerencia, demostrando que los valores están puestos en otras cosas más importantes. EL PATRIARCA Para conocer la historia y la exitosa trayectoria de la Maestranza Wilde, conversamos con la gerente general Laura Wilde Morrison. Ella es hija del patriarca y fundador de la empresa familiar. Los inicios se remontan a 1956. Ese, Óscar Wilde Serrano, hijo de un alemán que llegó a La Calera a trabajar al Molino Schatt, fue desvinculado de la empresa Cemento Melón. Como compensación le dieron a elegir entre dinero o la entrega de una máquina. Visionario, el hombre prefirió aquello con lo que podría generar
Gran infraestructura y maquinaria La Maestranza Wilde, cuenta con instalaciones que superan los tres mil metros cuadrados en su planta principal, de calle Caupolicán 1161, equipada con maquinaria especializada en un taller completo de rectificado, torneado, fresado y soldadura. Además, en el kilómetro 110 de la Ruta 5 Norte, cuenta con talleres de fabricación de estructuras, donde cuenta con siete mil metros cuadrados de terreno, con todo el equipamiento para la fabricación de estructuras y el desarrollo de proyectos. Asimismo, posee equipos de levante, galpón de arenado y de pintura, como también dos depósitos de almacenamiento de piezas y equipos completos. Sin embargo, a pesar de contar con todos estos espacios, la gerente Laura Wilde señaló que quieren trasladar toda la maestranza a un nuevo terreno, donde estarían reunidas todas las dependencias de la empresa, en el kilómetro 96 de la Ruta 5.
El frontis de la Maestranza Wilde, imponente y sencilla a la vez.
más recursos: un pequeño torno. Con ese artefacto montó un taller de maquinado y rectificación de piezas, ubicado en calle Blanco con Caupolicán, al lado del lugar donde tenía su hogar, conformado con su mujer, Inés Morrison Stewart, una descendiente de ingleses que llegó a esta zona desde Punta Arenas; los hijos de ambos: Óscar, Laura, Rodolfo, Yessica, Ricardo y Carlos. Además, siempre estuvo muy cercano un hijo anterior al matrimonio, Omar Patricio Wilde Vásquez. A los pocos años, ya tenía importantes clientes de la ciudad, como la misma Compañía Cemento Melón y la Fundición Aceros Andes. Desde el inicio, todos los integrantes del clan participaban en el trabajo: la esposa lo hacía a la par con su marido y los pequeños se sentaban a jugar en culatas de automóviles, ayudando mientras se divertían. “Mi padre siempre nos enseñó el valor del trabajo, de ser sencillos y cercanos. El era un hombre con un gran corazón, de un espíritu social inmenso y eso lo trasmitió a todos sus hijos”, cuenta Laura Wilde. Ese carácter le imprime un sentido muy calerano a la empre-
sa. Quizás influyó en ello la educación que recibió Óscar Wilde Serrano, quien estudió en la Escuela de Alfabetización, conocida como “La Escuela del Sargento Pulgar”. CAUPOLICÁN 1161 En 1959, el patriarca compró parte del terreno donde se ubica actualmente la maestranza, en Caupolicán 1161. Un gran acierto en todo el trabajo realizado por Óscar Wilde fue crear, a principio de la década del setenta, un torno vertical, que le dio un gran auge, ya que, hasta ese momento, no había ninguna empresa que trabajara con ese tipo de máquina en todo la zona, lo que le permitió prestar servicios a las industrias de minería y de áridos. En esa misma época, comenzó un plan de inversiones, para la compra de equipos y maquinarias. Inicialmente, se
adquirieron e importaron tornos y fresas desde Italia. En esa fecha también el maquinado y reparación de bowls y mantles para la gran minería (chancadores de 5 y medio y 7 pies) que se exportaban a Perú y Canadá. La reparación y mantención de chancadores empezó en 1974, con los equipos de la Planta Cerro Negro. En 1978, se iniciaron las reparaciones de equipos neumáticos para perforación al interior de las minas. En 1979, se sumó la reparación, mantención y fabricación de piezas para equipos chancadores de 7 pies en Codelco, en su División Andina; y la Compañía Minera Disputada de Las Condes, en sus plantas de Los Bronces y El Soldado. Luego, siguieron las reparaciones de las tapas de los Sigue en página 12
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Wilde: la maestranza calerana... molinos en plantas mineras. EL EQUIPO FEMENINO Ya consolidada a nivel local y nacional, además iniciando la internacionalización, en 1984 la Maestranza Wilde vive el ingreso de mujeres a trabajar a la empresa. Aunque no es un gran cambio en el trabajo, que sigue encaminado en su senda del progreso,
marca la entrada de Laura Wilde, que con el pasar del tiempo se convertirá en la pieza fundamental de la empresa. Es así como, a partir de 1990, la compañía emprende la importación directa, acondicionamiento, reparación y venta de chancadores desde Europa. Esta década fue de gran crecimiento, gracias a los viajes realizados por Óscar Wilde a países como
Alemania, Suiza e Inglaterra. “Mi padre viajaba y compraba en Europa chancadores, los que enviaba a Chile, donde eran reparados y vendidos. Eso nos permitió estar presentes en empresas desde Arica a Punta Arenas”, detalla la gerente general. Pero el final de esa década tuvo un desenlace triste, con el fallecimiento de Óscar Wilde, en 1999, poco después de una opera-
La gerente general Laura Wilde, y de fondo el torno vertical diseñado por su padre en la década del setenta.
ción en que le colocaron un bypass en su corazón. 2000: MUJER A LA CABEZA En el año 2000, se amplió la maestranza y comenzó la producción de bronces para chancadores de cono, ya con Laura Wilde a la cabeza de toda la sociedad. Con el cambio de siglo,
la empresa también se renueva y entra en nuevos procesos. En el año 2005, obtuvo la certificación ISO, para los procesos de reparación, fabricación y montaje de repuestos para chancadores. “Esto brinda a nuestros clientes la certeza de recibir una atención de calidad internacional y la confianza de que su satisfac-
ción estará garantizada y respaldada por 50 años de experiencia y estándares de primera línea”,
Espíritu calerano y familiar
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Saluda a El Observador en su nuevo aniversario
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E-mail:helenkeller1989@gmail.com
www.helenkeller.cl
La empresa se caracteriza por tener una gran ligazón con la ciudad de La Calera, especialmente por su relación en el proyecto de Educación Dual realizado en el Liceo Industrial Óscar Corona Barahona, gracias al cual se puede unir la teoría con la práctica. De esta manera, los alumnos de tercero y cuarto medio asisten dos veces por semana para interiorizarse y realizar trabajos en terreno sobre la especialización de sus carreras. Este espíritu social también se vive dentro de la maestranza, donde la relación es de una verdadera familia. Para hacer más ameno el ambiente laboral, todos los integrantes de la compañía suelen efectuar actividades extraprogramáticas. Además, a fin de año se realiza una gran actividad para los hijos de los trabajadores, donde quienes tienen los mejores promedios en los estudios reciben grandes regalos, como notebooks y computadores de escritorio.
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ratificó la gerente. En la actualidad, la Maestranza Wilde se ha consolidado como una empresa líder del sector metalmecánico y expertos en equipos de minería, respaldada con más de medio siglo de experiencia en el mercado nacional e internacional, posicionándose como una de las mejores alternativas para pro-
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yectos donde se requiera diseño, fabricación, montaje y mantenimiento de sistemas de trituración, molienda, beneficio de minerales y sistemas de manejo de materiales, contando con una extensa cartera de clientes en Chile y algunos países de la región andina. “Tenemos más de 500 clientes, en la zona somos la empresa
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más grande en nuestro rubro y estamos entre los más importantes a nivel nacional, debido a que somos una compañía integral, con una visión global de este giro comercial, lo que da mucha más confianza, porque ofrecemos todo el trabajo y no sólo una parte de él, hacemos, mantenemos y operamos”, detalló Laura Wilde.
¡Feliz Aniversario! Con mucho cariño y felicidad, envío un gran abrazo a los trabajadores del Diario “El Observador”al conmemorarse cuarenta y un años desde su fundación, destacando su labor fiscalizadora en las comunas de nuestra región, en directo beneficio de sus habitantes
LILY Senadora
PÉREZ
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Mineral de El Soldado: 170 años de historia que deben contarse Un grupo de investigadores busca los detalles de la existencia de uno de los principales polos de desarrollo minero en nuestra zona y que tiene la singularidad de constituir una comunidad campesino - minera Miguel Núñez Mercado
Apoyo a la investigación Quienes quieran apoyar la investigación pueden contactarse con el mail: mnunez@observador.cl
Es difícil contar la historia de El Soldado. Aunque el Mineral surge -por las enormes convulsiones de la tierra- hace miles de años, su larga fama comienza hace sólo 170. Es el inicio formal de su abundante bitácora productiva, pero su laboreo había comenzado mucho antes. Es parte del misterio de una historia que aún no se escribe, pero que se investiga, y de la que merecen quedar sus huellas. Varios profesionales de la zona se encuentran intentando recrear una existencia, que es más que extraordinaria, y plasmarla en un libro que la guarde y la divulga. De ella, surgen aborígenes que desgajaban los mantos de cobre nativo, para hacer sortijas o pulseras con vuelos religiosos. “Payen”, en la lengua del mapudungún, o “anta”, en el idioma de los Incas. Cooper o cobre, en el lenguaje universal. De súbito en la historia, aparece un marqués esclavista, intelectual y arbitrario, que hacía trabajar, forzadamente, a sus indios y sus negros, entre los primeros pirquenes de los cerros de Curichilonco, la Cordillera de la Condorera o El Melón, según distintos autores. Es sólo el comienzo de un recuento, porque la historia del Mineral del Soldado da para muchos más. Hay hombres de ésta y otras tierras que han sido vibrantes y atractivos protagonistas. Los diversos dueños de la Hacienda El Melón, los descubridores de las innumerables minas que cobijaron las montañas del sector, los creadores de la Fundición con “hornos de manga” y, luego, los que habilitaron la moderna Planta Concentradora de El Cobre y sus novedosos métodos. De la intensa búsqueda han surgido nombres y hechos que han
Los antiguos mineros de El Soldado o la Planta Concentradora de El Cobre conformaban una singular comunidad ligada a lo campos de la Hacienda El Melón o a los piques de las minas de los cerros de la Cordillera de El Melón. (La fotografía es de la colección del ex minero José Suárez)
permitido ir armando el puzzle del relato. Los Cortés, los Adrián, los Vicuña, los Hemmenway, los Rusque, los Durán, los Pomerantz, los Pérez, los Miranda, los Olmos, los Filippi, los Tapia, los Fernández y muchos más, que han tenido que ver con todo esto. También han aparecido la Casa Hemmenway Co., la Rusque Co., la Societé de Mines de Cuivre de Catemou; la Compañía Minera Du M´Zaita, la Compañía Disputada Las Condes, Exxonn Co y, desde hace unos años, la firma internacional Angloamerican. Faltan trazos aún por indagar y, seguramente, aparecerán otros hombres y acciones que darán cuenta cabal de todos los detalles de la existencia del Mineral. Es lo que se busca cuando se indaga en la memoria histórica. Aunque, en esta oportunidad, no se hurga sólo en los hitos de una existencia,
sino también en los que crearon esos hechos. Es una historia con las historias de sus protagonistas. Una mirada desde ellos mismos. Lo que los franceses llaman “la petite histoire”. Porque es una historia singular y distinta la de El Soldado. En ella se mezclan mineros y campesinos en una relación que proviene desde el inicio de todo. Allí, a veces, se arrancaba el cobre desde las entrañas de las minas o se cultivaba el trigo o el cáñamo en los potreros cercanos. Muchas veces por las mismas manos. Las generaciones se repiten varias veces y se enlazan y entrelazan otras tantas. Desde los tiempos inmemoriales del combo y la barrena, hasta las nuevas maquinarias computarizadas y enormes. Hay franceses que emplazaron andariveles que bajaban el mineral
desde lo alto de la montaña para convertirlo en pasta. Hay espacios de la montaña que se convirtieron en el sitio de residencia de miles de personas. Un pueblo entero surgido en los altos montes del oriente de El Melón, con pulperías, casinos, sindicatos, escuelas, policlínicos y un hospital; con casas que se alargaban por las laderas y se asomaban en las quebradas. Los nombres de los espacios, ya desaparecidos, aún resuenan en la húmeda nostalgia de sus ex residentes: Las Guías, El Morro, Las Compresoras, El Canelo, El Soldado y El Cobre. Este último es el más conocido. Fue el escenario de una inolvidable tragedia. Poco después del mediodía del domingo 28 de marzo de 1965, el tranque de relave no soportó la fuerza del terremoto y las décadas de acumu-
Los campamentos que se situaban en los distintos niveles de los cerros del Mineral de El Cobre, componían una comunidad muy singular, pues era un mundo propio y completo, pues en el lugar –hasta 1965había pulperías, casinos, locales sindicales y escuelas. En la gráfica, alumnos de uno de los cursos de la Escuela de El Cobre.
lación de desechos de las faenas de concentración del mineral. Dejó caer su barro pestilente sobre las casas y los hombres, las mujeres y niños. Pocos se salvaron del desastre. Unas 200 personas -según las cifras oficiales- fallecieron en la embestida del enorme lodazal. Desde entonces, la historia de El Soldado cambió para siempre. También la política de seguridad minera y ambiental en el país. Aparte del campamento que se llevó el lodo, los otros espacios de residencia también fueron abandonados. Las familias enteras bajaron de la montaña, residieron un tiempo a sus faldas y, luego, partieron hacía muchas partes: El Melón, Nogales, La Calera. Con ello, El Soldado perdió sus voces familiares, aunque los mineros siguieron volviendo diariamente a sus faenas. Es la historia que se busca. La que escribieron miles de mineros, ingenieros y técnicos a través de casi dos siglos de faenas. La que quedó guardada en los recovecos de la montaña, en las quebradas, en los bosques de bellotos del norte que aún sobreviven en el lugar. La que se desparramó por las comunidades cercanas, por los pueblos y las ciudades de la zona. Porque El Soldado, a través de muchas acciones, tiene presencia en muchas partes. Los profesionales a cargo de la investigación creen que la Historia del Soldado -o como llegue a llamarse la publicación- estará lista el 10 de agosto de 2012. Ese día se celebrará, como antes, el “Día del Minero” y se espera entregar a la comunidad el libro con la completa investigación. Porque la Historia de El Soldado es una historia que es necesario contar.
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Raúl Miranda: el “jardinero” de las montañas de la Cordillera de El Melón La singular historia de un hombre que tiene por oficio cuidar de los árboles y plantas de los cerros y recolectar sus semillas para recrearlos Miguel Núñez Mercado
Raúl Miranda Miranda no vivió sus primeros recuerdos. En realidad, lo primero que le ha sobrevivido en su memoria son las historias de sus abuelos, que escuchó muchos años después, y que dan cuenta de un tiempo de otros siglos. Sin embargo, él los narra en forma tan vívida que pareciera que hubiera sido testigo directo: “Ellos vivieron el terremoto de 1906 -que dejó una veintena de muertos en Nogales- junto a un fogón que instalaron en un potrero. Tenían miedo de volver a la casa, de quincha y coirón, y se mantuvieron un mes a la intemperie. Hasta que, por fin, la tierra dejó de moverse. Yo escuché esa historia desde niño”. A los 67 años, la recuerda como si aún estuviera junto al fuego y acurrucado en los brazos de sus abuelos en los lejanos espacios de El Casuto, una desconocida y pequeña localidad que se ubicaba en las faldas de los cerros de la Cordillera El Melón. “Estaba entre la Planta de El Cobre -que entonces ya existía- y la Quebrada del Carmen”, dice. Es que Raúl Miranda Miranda, con siete décadas a cuestas, es dueño de una memoria prodigiosa. Y, aunque habla de tiempos lejanos, no ha olvidado el nombre de su vecinos, ni el lugar donde vivían. “Estaban, sólo en El Casuto y la Quebrada del Carmen, los Delgado, los Cabrera, los Miranda, los Brito, los Arancibia, los Aspé, los Mena, los Olmos y los González”, describe. Él se casó con Nelly Delgado, también del villorrio, y es padre de cuatro hijos. Se alarga en la enumeración de los que vivían más arriba y más abajo. Los describe como si aún pudiera hablar con ellos. Son las familias primigenias de esos espacios campesinos y mineros, que son la verdadera génesis de la Historia de El Melón. Trae hasta su boca indicios de enormes potreros rubios de trigo o de plantas de cebada innumerable o verdaderas selvas de cáñamo y de centenares de hombres que trabajaban en su cosecha. También de mineros que escarbaban, a combo y barreta, las oquedades de las distintas minas del Cerro El Cobre. Hasta Felipe Cortés e Isabel Brown -los dueños, entonces, de la Hacienda El Melón- aparecen nítidamente en sus recuerdos. “Venían poco, pero no eran lejanos a la gente que trabajaba para ellos”, dice. Sin embargo, Raúl Miranda -que es un prodigio de memoriasabe de “lo humano y lo divino”. Además, en su vida ha hecho de todo, aunque siempre bajo el sol y, desde hace cerca de treinta años ejerce uno de los oficios que García Márquez -quien dijo
Raúl Miranda Miranda conoce cada detalle de los cerros de El Melón.
lo mismo del Periodismo- debe ser uno de los más hermosos del mundo: es “el jardinero” de la Cordillera El Melón. Conoce, como la palma de su mano, cada uno de los montes, las quebradas y los más ocultos recovecos de las prodigiosas montañas que se alargan desde Romeral hasta las cercanías del mar de Catapilco. “Es que yo viví mi niñez en esos espacios y siempre he sido bueno para recordar cosas, gente y lugares”, señala, dando cuenta de ello con una naturalidad que asombra, porque habla de cosas que todos han olvidado. “El cerro que llaman del Cobre, nosotros lo conocíamos como Palos Blancos. Estaba El Morro, el Alto del Gallo, los Pajaritos, el Churquén, la Fragua, el Farellón, el Infiernillo, Las Pataguas, el Navío y el Tardones. Todos esos cerros, que componen el Cordón de Chacana y la Sierra de Curichilonco, están llenos de minerales. Desde los cerros bajaban quebradas -algunas han desaparecido- como las del Carmen, El Gallo, Los Quilos. Los esteros de El Sauce y El Gallo, que hacían el de El Cobre”, detalla con asombrosa lucidez. Raúl Miranda se extiende mucho más y describe promontorios y recovecos que no aparecen ni en las Geografías, pero que en su cabeza están fresquitos. También rememora cada uno de los campamentos mineros que fueron floreciendo junto al cerro de Palos Blancos, como a él le gusta llamar al cerro El Cobre: “El campamento El Morro era el más antiguo. También estaban Las Guías y El Cobre, que también es muy antiguo y que surgió junto a las labores de la Planta de Concentración. Luego, con la llegada de los franceses que se hicieron cargo del mineral, se crearon El Canelo
y Las Compresoras”. Sin embargo, su vida la vivió, en gran parte, en la estrechez geográfica y limítrofe de El Casuto, donde, durante un tiempo, “mi padre tuvo la obligación de mantener la concesión de la Hacienda El Melón, que les permitía entregar leña a la Compañía Minera para sus faeneros”. PROTEGER LOS CERROS Desde hace unas tres décadas que Raúl Miranda cambió absolutamente de giro, aunque, a través de sus años, se ha desempeñado en muchas labores. “Ahora trabajo para una empresa agrícola, que presta servicios al mineral (El Soldado), que debe resguardar la biodiversidad del lugar. La Cordillera de El Melón es una zona en la que su flora y su fauna están protegidas. La empresa en la que trabajo se hace cargo de ello, a petición del mineral, y mi labor es andar por los cerros, ver el estado de los árboles, cuidarlos, recolectar sus semillas cuando corresponda, enviarlas a viveros para recrearlas y replantar las que se hayan dañado. Si un árbol muere o debe ser arrancado, hay que reemplazarlo, por los menos, con dos”. Aunque su modestia le impide decirlo, debe ser una de las personas que más sabe de Bellotos del Norte; Peumos; Naranjillos; Guayacanes; Quillayes; Canelos; Lilenes; Litres; Boldos; Puyas; Maitenes; Espinos; Pataguas; Arrayanes; Radales; Molles; y de cuanto árbol se empine por los cerros de la Cordillera de El Melón. Tampoco le son ajenos el Quilo; el Colliguay; el Palqui; el Pingopingo; el Cardón; el Chagual; o el Quisco, entre otros. Tampoco le van en zaga sus conocimientos acerca de las prodigiosas Rhodophiala
rhodolirion (que crece sobre los 1.900 metros de altura); las Alstroemeria; los Soldadillos; las Mutisias; las Orquídeas; las Oxalis; las Schizanthus; los Tomatillos, las Calindrinas; los Dientes de León; las Malvas, y otras plantas más, que se desperdigan por las escabrosas montañas del oriente melonino. “Es que me crié por esos cerros y conozco las plantas. Antes, la relación con ellas era distinta, y aunque se le ocupaba en algunas necesidades de la gente, no se le dañaba sólo por el afán de causar destrozos”, relata. Raúl es una verdadera enciclopedia de árboles. Sabe cada uno de los ciclos de su vida y los de las plantas. De los procesos gestacionales de la flora de las montañas y precisa hasta el momento en que maduran sus semillas. “El año pasado, recolectamos unas ocho mil semillas de Bellotos del Norte. Se pueden recolectar sus frutos para recrearlos de enero en adelante; mientras que con las semillas del Peumo se hace en junio y julio; el naranjillo, en diciembre; y el Guayacán, en enero”, explica Raúl Miranda. La lista es larga e insondable. Las cantidades, en sacos, y la precisa cantidad de simientes recolectadas parecieran salir de una calculadora en su memoria. “También hay procesos que cumplir y semillas que cuesta que
broten. Hay muchas de ellas que necesitan tierra especial y otras que necesitan varias para que nazca una sola. Las plantas del cerro son difíciles, cuesta mucho que nazcan y su crecimiento es lento. Aunque también se defienden bien de pestes y plagas”. Aunque su conocimiento de toda la vida le permite llegar a la más clara de las conclusiones: “El mayor problema para esta vegetación, es el hombre”. El proceso del cultivo de árboles autóctonos en viveros se hace en la Escuela Agrícola “Christa Mock” de Nogales, pero Raúl Miranda también lo ha vivido muchas veces entre los muelles que forma la vegetación en los cerros y quebradas que han sido el escenarios de sus 67 años de vida. Pese a que ahora vive en la Población Las Araucarias, de El Melón, sigue realmente aún por los mismos sitios de sus montañas. Aunque puede explicar el maravilloso encuentro con los primeros brotes de un Molle o un Peumo, y recordar historias prestadas o propias- que ya sólo pueden vivir en sus prodigiosos sesos, él sólo replica lo que ha dicho desde el principio: “Es que yo viví mi niñez en esos espacios de los cerros y siempre he sido bueno para recordar cosas, gente y lugares”.
Raúl Miranda Miranda, en su singular labor de cuidar los árboles y plantas de la cordillera melonina.