Historias de trolls - Raíces

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RAÍCES

Sissel Bøe y Peter Madsen


PAYA sigue su propio

camino… junto con Paiko.

PAIKO siempre anda

pensando en alguna nueva idea o locura que llevar a cabo… aunque siempre al lado su hermana Paya.

ROLA

La dulce siempre tiene hambre. Desafortunadamente solo le gustan los dulces.

VITAR, por lo

general, es el que más sentido común tiene.


TAIKA

nunca ha tenido un solo piojo en su pelo.

TRUZLON siempre

SNEF es bonito

está bromeando, excepto cuando está ocupado luchando, que es lo que más le gusta.

y divertido, pero tiene unos terribles dientes puntiagudos.

SKARA es el único

miembro de la familia troll que sabe leer. ¿Dónde habrá aprendido?

RUB Y STUB

Rub siempre lo quiere tener todo, incluyendo lo que es de Stub.

PUU

Nadie sabría decir cómo es Puu. Es demasiado pequeño.



RAÍCES


HISTORIAS DE TROLLS: RAÍCES Publicación de Ediciones Fortuna C/ Akilino Arriola, 71 48600 - Sopelana Bizkaia - Spain Copyright tekst © 2009 Sissel Bøe Copyright illustrationer © 2009 Peter Madsen Udgivet i 2009 af Forlaget Carlsen, en del af Lindhardt og Ringhof, en del af Egmont Obra original publicada en el 2009 en Dinamarca por CARLSEN BOOKS Título original: TROLDELIV: RØDDER Traducción: Enrique Hurtado López Primera edición. Reservados todos los derechos. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

ISBN: 978-84-938311-1-0 DL: BI-2693/2010 Impreso en España / Printed in Spain

ediciones

FORTUNA


RAÍCES Un libro de trolls por Sissel Bøe y Peter Madsen

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FORTUNA


En lo profundo del bosque existe un claro. En el centro de este claro se encuentra una enorme colina. Y en la colina crece un roble muy, muy antiguo. Éste es un lugar del que la gente ha hablado desde tiempos inmemoriales. Durante el día es un lugar silencioso. Las hojas de los árboles apenas se mueven, aunque el viento sople fuerte. Los pájaros nunca cantan, aunque el sol brille en el cielo. Pero al inicio del crepúsculo todo esto cambia, y empiezan a escucharse sonidos. Algunos dicen haber escuchado ruidosas explosiones. Otros creen haber oído risas. Cuando la oscuridad desciende y el cielo se vuelve completamente negro, se puede ver una extraña luz que nace de las raíces del viejo roble. ¿Te atreverías a acercarte un poco más?


Eh, ¿qué son esas grandes huellas en el suelo? Parecen pasos y... ¡se dirigen hacia las raíces! Mira, alguien ha excavado una cueva bajo las raíces y la luz parece venir de ahí…


¡Ten cuidado donde pones tus pies! Las raíces se te pueden enredar en las piernas. ¡Qué lío hay aquí abajo! Las raíces del roble se mezclan en una maraña con las raíces de otros árboles, flores, musgos y setas. ¡Y también hay lombrices de tierra! Todos están estrechamente entrelazados como una gran familia, colaborando en el cuidado y el reforzamiento de la tierra.


Pero... ¡Silencio! ¿No lo oyes? Suena como un zumbido o un quejido. El sonido proviene de la parte inferior de la cueva. Allí las raíces cuelgan como grandes y misteriosas cortinas, como si tratasen de esconder algo… Sí, mira ahí: ¡una vieja puerta! El sonido viene de detrás…


– ¡AY, AY AY! ¡ESTE MALDITO DOLOR! El que se queja es el papá troll Brisil y su lamento resuena por las paredes y los suelos de la gran caverna de los trolls. – Otra vez ese dolor de espalda, papá – dice la mamá troll Aena mientras le sujeta – .Y justo hoy, en el día de tu cumpleaños. Pues sí, hoy es el cumpleaños de Papá Brisil, aunque él no se acuerda de cuántos años tiene. Ya ha perdido la cuenta, pero por lo menos es igual de viejo que el gran roble. Las setas, creyendo que es un árbol, están empezando a crecerle en el cuello. Y los murciélagos adoran colgarse de su ropa. – Chicos, ¡venid aquí! Hoy vais a ayudar a papá a cortar leña – dice Mamá Aena –. Él no se puede arreglar solo con ese dolor de espalda.

El viejo papá troll cuenta con muchos niños para que le ayuden: once niños y niñas troll viven hoy día en la casa de la colina, bajo las raíces del roble. Y cerca de un centenar dejaron ya el hogar cuando llegaron a la edad adulta. Los trolls tardan mucho en hacerse mayores. La magia de los trolls les permite vivir como seres mágicos del bosque durante varias generaciones antes de la molestia de convertirse en adultos.


Aunque la vida de un troll adulto también está llena de aventura y magia. Los trolls conocen un montón de encantamientos y cantos místicos de los que la gente no entendería ni una palabra. Papá Brisil los conoce y también tiene un enorme tesoro escondido en las profundidades de la caverna de los trolls.


– ¿Estás segura de que ya ha atardecido, mamá? Papá Brisil sólo sale al exterior cuando es de noche. También cuando llueve, nieva o hay una densa niebla. El sol es peligroso para los trolls. Algunos se agrietan y se convierten en polvo si el sol les golpea. Otros se endurecen y se convierten en una roca o en una raíz. Por lo tanto, los trolls suelen dormir durante el día. – Vete sin miedo – dice la mamá troll, calmándole –. El sol ya se ha escondido y se puede salir con tranquilidad al bosque.


Mamá Aena empezó a hacer las tareas nocturnas hace rato. Ella prepara las mejores comidas troll del mundo, y eso es prácticamente lo que hace casi siempre: cocinar y cocinar, pues hay muchas bocas que alimentar. Cuando no cocina, se dedica a recoger hierbas para preparar sus pociones y ungüentos. Pero esta noche tiene que preparar los pasteles para la fiesta de cumpleaños y ha pedido ayuda a varios de los niños.


¡BANG! Justo momentos después de que papá troll haya marchado con sus ayudantes a buscar leña, aparecen con un estruendo los gemelos Paya y Paiko con un gran saco. –¡Mamá Aena! ¡Mamá Aena! Mira lo que hemos encontrado – gritan al mismo tiempo.

– Antes de mirar nada, me gustaría saber dónde habéis estado los dos – dice la mamá troll en tono enfadado – .¿No os he dicho un montón de veces que no se puede salir hasta después de la puesta de sol? ¿No os dais cuenta de que podríais convertiros en rocas o raíces? – Pero... Mamá Aena, ha habido niebla toda la tarde. Hemos reunido un montón de cosas bonitas… y mira con lo que se ha tropezado Paiko en el camino.


Paya y Paiko son muy revoltosos y no les gusta estar en el interior de la cueva bajo el gran roble. Tienden a olvidar si es de noche o de día. – Pero, pero… ¿qué es esto que habéis traído? ¡Es una raíz mágica, niños! – Mamá Aena se olvida entonces de los pasteles, del sol y del enfado. – ¿Qué es una raíz mágica? – pregunta Paya. – Bueno, la raíz se ha retorcido sobre sí misma. Cuando una raíz crece de esta manera, significa que está llena de poderes mágicos. – ¿Y qué es lo que puede hacer? – Nunca se sabe. Sólo la raíz tiene la respuesta – responde Mamá Aena con una misteriosa sonrisa –. ¿Qué pensáis hacer con ella?


– Se la vamos a dar de regalo de cumpleaños a Papá Brisil – dice Paiko con orgullo. – ¿Queréis hacerle un regalo este año? ¡Es una buena idea, niños! – Pero... ¿crees que Papá Brisil utilizará la raíz? – pregunta Paya. – Eso no lo sabemos. Es su cumpleaños. Él sabrá si necesita la raíz para trabajar o no – dice Paiko. – Pero no podemos dar a Papá Brisil una raíz sin más. Debemos hacer algo más. Cambiarla en algo que necesite y decorarla. De lo contrario, no sería un regalo adecuado, Paiko. – ¿Cambiarla? ¿Decorarla? ¿Para qué? Podríamos clavarla en la pared para que los murciélagos la usen para colgarse mientras duermen.


Los murciélagos estarían contentos de dormir agarrados a una raíz mágica y así Papá Brasil se libraría de tenerlos colgados constantemente de su ropa. El regalo es perfecto, Paya. No hablemos más de él. ¿A qué jugamos? Pero Paya no está de acuerdo. – Bueno… pero eso sería más un regalo para los murciélagos, Paiko. Además, yo creo que a Papá Brisil le gusta tenerlos colgando de su ropa.

– ¡Ja! – ríe su hermana Skara – ¿Para qué va a querer Papá Brisil una raíz? – ¡Es uno de los tesoros más grandes de la tierra! – dice Paya. – ¡Ya lo tengo! – grita Paiko con alegría agarrando la raíz.


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