La fiesta del Sol y la Luna

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Enrique Hurtado y Nareme Meliรกn

La fiesta del SOL y la LUNA




Para Moki, porque te quiero mucho, mucho, mucho y te lo mereces. (E.H.) Para Jesús (N.M.)

Las guardas del principio y final de este libro han sido realizadas respectivamente por María Remedios Arroyo Soriano (16 años) y por Jordy Alonso Tinedo (18 años), alumnos ambos del Colegio de Educación Especial Nuestra Señora del Carmen (Santa Cruz de Tenerife).

LA FiESTA DEL SOL Y LA LUNA Publicación de Ediciones Fortuna C/ Akilino Arriola, 71 48600 - Sopelana Bizkaia - Spain http://www.edicionesfortuna.com http://edicionesfortuna.blogspot.com info@edicionesfortuna.com Copyright © 2011 sobre la presente edición Copyright © 2011 Enrique Hurtado Nareme Melián www.nareme-ilustracion.blogspot.com

Rotulación, diseño y maquetación: MALAKA studio www.malakastudio.com Primera edición. Reservados todos los derechos. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47 ISBN: 978-84-938634-5-6 DL:BI-1561/2011 Impreso en China / Printed in China


Enrique Hurtado y Nareme Meliรกn

La fiesta del SOL y la LUNA


El Sol y la Luna no siempre han habitado en el cielo. Hace mucho, mucho tiempo, ambos vivían juntos en una gran casa sobre una colina rodeada de un bonito jardín. Nunca se había visto casa tan extraña como aquella en toda la región. Quizás por eso era tan visitada. El Sol y la Luna formaban una pareja muy alegre y simpática y por ello tenían muchos amigos. Les gustaba organizar fiestas y meriendas en su casa de la colina. ¡Raro era el día en que no tenían algún invitado! Todos ellos venían acompañados de algún familiar o amigo, pues nadie quería perderse las fiestas del Sol y la Luna.




Si invitaban al señor Árbol a merendar, éste traía a sus sobrinos los arbustos y a su ahijada la madreselva. Ese día, la casa del Sol y la Luna acababa con el suelo lleno de hojas, pero también invadida por el delicioso aroma de las flores de la madreselva.

Las hermanas doña Fauna y doña Flora, ataviadas con sus exóticos sombreros, solían visitar a menudo al Sol y la Luna. Ambas eran unas damas encantadoras y siempre solían venir acompañadas de algún animal o planta.



La vez que invitaron a cenar al Rayo, éste se presentó con su hermano el Trueno. El Rayo y el Trueno, hijos de la Tormenta, se querían mucho e iban juntos a todas partes. Algunas veces el Trueno se enfadaba con el Rayo. – ¿Por qué siempre tienes que llegar el primero a todas partes? – le preguntaba con voz atronadora. El Rayo, que era muy callado, sonreía y no decía nada.



Hubo una ocasión en la que el Sol y la Luna invitaron a comer a la Brisa, suave como el terciopelo, y a su marido el Vendaval, fuerte y cálido. No pararon de discutir en toda la comida. Si la Brisa decía blanco, el Vendaval decía negro. Si el Vendaval decía izquierda, la Brisa decía derecha. En lo único en lo que estuvieron de acuerdo fue en que se querían mucho.


Una vez a la semana invitaban a comer a la señora Roca y a sus hijas las piedras. Aunque su aspecto era duro y frío, la señora Roca era muy alegre, y el Sol y la Luna nunca se aburrían con ella. Ese día, en la casa del Sol y la Luna, sólo se oía el TACTAC que hacían las piedras, grandes y pequeñas, con aristas y redondeadas, al reírse con las historias tan divertidas que contaba su madre, la señora Roca.



Un día en que el Sol invitó a almorzar a sus hermanas, las estrellas, éstas se presentaron con sus hijos, los planetas. Aquel día, el almuerzo se sirvió en el jardín y cuando acabaron, todos se divirtieron bailando.


A los planetas les gustaba danzar alrededor de sus madres, las estrellas. Giraban y giraban como si nunca fuesen a parar. – ¥Cuidado con mis anillos! – avisaba uno de los planetas al resto de invitados.


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