MUESTRA EDITORIAL
José José JoséQuiñonero Quiñonero Quiñonero---Isabel Isabel IsabelFernández Fernández Fernández
Lengua Lengua castellana castellana Bachillerato 11ºººyy 22ººº Bachillerato (Y (Y(Y
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José Quiñonero - Isabel Fernández
Lengua castellana 1º y 2º Bachillerato ( Y C O M E N TA R I O D E T E X T O S )
OCTAEDRO
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Lengua 1º - 2º Bach.
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La comunicación La narración Variedades de la lengua La conversación
10 11
Componentes del léxico Formas regladas del diálogo
12
La oración y el texto Comprensión de textos
13
El sintagma nominal (I) La exposición y la argumentación
14
El sintagma nominal (II) La descripción El sintagma verbal La conjugación verbal (I) Los textos informativos El sintagma verbal El verbo (II) y el adverbio Los textos instructivos y prescriptivos
15 16 17
Origen y uso del léxico castellano El lenguaje literario El significado de las palabras Técnicas de elaboración de trabajos académicos La oración simple Los textos científicos y técnicos La oración compuesta (I) Los textos humanísticos La oración compuesta (II) Gramática del texto El lenguaje jurídico y administrativo Origen y desarrollo de las lenguas de España El lenguaje periodístico La diversidad lingüística de la España actual Los textos publicitarios El español en el mundo El español de América La lengua española en los medios electrónicos
Estructura del predicado Complementos del verbo
Miralda, Lengua de lenguas
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T A B L A A. CONOCIMIENTO DE LA LENGUA
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C O N T E N I D O S
B. USO DE LA LENGUA
C. ESTRUCTURAS TEXTUALES
La comunicación 8
El acento ortográfico (I) 18
La narración 19
El acto de comunicación 8
El acento de intensidad.
Elementos de la narración 19
La situación comunicativa 11
Reglas generales del acento
Narrador y narratario 24
Los signos y los sistemas
ortográfico. Acentuación de los monosílabos.
La narración, forma compleja 27
Variedades de la lengua 28
El acento ortográfico (II) 40
La conversación 41
La realidad plurilingüe de España 29
Palabras con diptongo y con hiato.
El registro idiomático 41
Variedades sociales 31
Interrogativos y exclamativos.
La situación comunicativa
Hablas de grupos sociales 37
Acentuación facultativa.
semiológicos 14
2
D E
conversacional 42 El registro conversacional 44
Componentes del léxico 48
3
Formas regladas del diálogo 58
La articulación del lenguaje 48
Ortografía de términos complejos 57
Estructura del léxico español 49
Escritura de las palabras compuestas.
El diálogo multilateral 58
Categorías gramaticales 56
Partición de palabras al final de línea.
El diálogo bilateral 61
El diálogo formal 58
Escritura de los numerales.
4 5
La oración y el texto 64
Puntuación del discurso 70
Comprensión de textos 72
El sintagma 64
Punto, coma, punto y coma,
La comprensión del texto 72
La oración gramatical 65
Las tres lecturas 72
El texto o discurso 66
dos puntos. El paréntesis, la raya, el guión. Signos de interrogación y exclamación.
Síntesis del contenido: título,
El sintagma nominal (I) 80
Ortografía del SN (I) 88
Los determinantes 80
Uso correcto de los determinantes.
La exposición y la argumentación 89
El sustantivo, núcleo del SN 83
Ortografía de los sustantivos.
Modalidades expositivas 90
La sustantivación 86
resumen, esquema 75
Estructuras argumentativas 93 Marcadores argumentativos 94
6 7
8
El sintagma nominal (II) 96
Ortografía del SN (II) 106
La descripción 107
Los adyacentes: El adjetivo
Uso correcto de los adjetivos.
La descripción verbal 107
y el sintagma preposicional 96 Sustitutos del SN: los pronombres 101
Uso de los pronombres.
Modalidades de la descripción 107
El sintagma verbal. La conjugación verbal (I) 116
Ortografía del verbo (I) 127
Los textos informativos 128
Uso correcto de los verbos.
Escritos informales 128
La conjugación regular 116
Ortografía de las formas verbales.
Textos formales 131
Formas de la descripción literaria 109
Verbos irregulares 122
Escritos de petición 134
Las perífrasis verbales 123
Escritos «anunciativos» 135
El sintagma verbal El verbo (II) y el adverbio 138
Gramática del verbo (II) 150 De las formas no personales.
Los textos instructivos y prescriptivos 151
El número y la persona 138
De las perífrasis verbales.
Clases de instrucciones 151
El tiempo y el modo 141
De los adverbios.
El lenguaje instructivo 154
El adverbio: clases y funciones 147
Estructura del predicado Complementos del verbo 162
9
Estructura del SV 162
Los textos prescriptivos 156
Gramática del predicado 176 Del CD y otros complementos
actanciales.
Los complementos del verbo 166
De complementos preposicionales.
Modalizadores y elementos
Puntuación del predicado.
extraoracionales 173
Información sobre el léxico: diccionarios y enciclopedias 177 Diccionarios generales y de uso 178 Diccionarios especializados
y enciclopedias 181 Diccionarios electrónicos 185
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T A B L A A. CONOCIMIENTO DE LA LENGUA
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C O N T E N I D O S
B. USO DE LA LENGUA
C. ESTRUCTURAS TEXTUALES
Origen y uso del léxico castellano 186
Buenas y malas palabras 195
El lenguaje literario 196
Léxico patrimonial y culto.
El texto literario 196
Vocablos de creación interna 186
Similitudes léxicas.
El lenguaje literario 198
Léxico procedente de otras lenguas 188
Desajuste entre significante y
Recursos de carácter fónico 199
Las palabras según el uso 192
11
D E
significado.
El significado de las palabras 212
El sentido de las palabras 228
Denotación y connotación 214
Palabras comodín.
Recursos léxicos 207
Técnicas de elaboración de trabajos académicos 229
Los cambios semánticos 215
La información 229
Campos léxico-asociativos 219
Organización de la información 231 Redacción y presentación 232
12
La oración simple 236
Gramática de la oración simple 251
Los textos científicos y técnicos 252
Oraciones de estructura básica 238
Concondancia del sujeto y predicado.
Textos científicos y técnicos 252
Oraciones transformadas 240
Concordancias en impersonales y
Niveles del lenguaje científico 252
El modo de enunciación 245
pasivas reflejas.
Estructuras del discurso científico 256
Pragmática de la oración 248
La oración compuesta (I) 258
13
Gramática de la oración compuesta (I) 269
Los textos humanísticos 270
Los nexos relacionantes 258 Oraciones coordinadas 259
De las subordinadas sustantivas.
Estructuras del discurso humanístico 271
Oraciones subordinadas adjetivas 262
Del uso de los relativos.
El lenguaje y el estilo 276
La oración compuesta (II) Gramática del texto 280
Gramática de la oración compuesta (II) 297
Los textos jurídicos y administrativos 298
Subordinadas adverbiales 280
De las subordinadas en gerundio.
Textos jurídicos 298
Mecanismos de cohesión textual 287
Del uso de nexos homónimos.
Textos administrativos 300
Variedad del discurso humanístico 270
Oraciones subordinadas sustantivas 264
14
Conectores y marcadores 291
15
El lenguaje jurídico-administrativo 301
Origen y desarrollo de las lenguas de España 308
Toma y daca del castellano 319
Los textos periodísticos 320
Neologismos nuevos y viejos
El periódico como unidad de
El sustrato prerromano 308
El plural de los neologismos
La base lingüística latina 309
Los hispanismos
Las lenguas romances medievales 310
comunicación 320 Los géneros informativos 322 Los géneros de opinión 329
Las lenguas hispánicas modernas 315
16
La diversidad lingüística de la España actual 332
Pecados familiares 343
Los textos publicitarios 344
Leísmo, laísmo, loísmo
Rasgos generales del mensaje
El castellano: variedad dialectal 332
Haber impersonal
Catalán, gallego y euskera 338
Dequeísmo y queísmo
Bilingüismo y diglosia 342
17
publicitario 344 Composición icónica y tipográfica 346 Uso expresivo del lenguaje verbal 347
El español en el mundo El español de América 352
Para ser precisos 359
El español en Internet 360
Neologismos innecesarios
La lengua española en Internet 361
El español de América 352
Confusiones e imprecisiones
Instituciones de difusión
Rasgos característicos 353
del español 361
Español y «spanglish» en EE.UU. 357
Centros y bases de datos 363
El sefardí o judeoespañol 357
La prensa digital 365
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UNIDAD 1
Conocimiento de la Lengua
A B C
LA COMUNICACIÓN El acto de la comunicación Elementos Funciones
La situación comunicativa Competencia comunicativa Situación e intención comunicativa Los marcos del discurso
Los signos y los sistemas semiológicos Códigos no lingüísticos Códigos lingüísticos
LA COMUNICACIÓN La comunicación es el fundamento de la vida social con el que los seres humanos se relacionan y se transmiten información. La comunicación se presenta como esencial para el ser humano: es la base de la convivencia y las relaciones sociales ya que con ella expresamos y compartimos nuestros sentimientos y deseos, y sobre ella se asienta el progreso humano, al ser el vehículo de transmisión de las ideas, la cultura, la ciencia y la técnica. Comunicación y progreso La comunicación ha tenido una importancia vital para la transmisión de la información, en un deseo continuado del hombre por acumular y compartir los saberes, desde la biblioteca de Assurbanipal a los modernos centros de proceso de datos o al desarrollo de Internet. También ha sido un factor de igualdad, libertad y democracia cuando todo el mundo ha tenido acceso a ella; o, por el contrario, de desigualdad y dominación, como ocurre con las dictaduras, que limitan la libertad de expresión y se apropian de los medios de comunicación o los censuran, para así manipular la información. Además, el acceso a la información marca las diferencias entre países desarrollados y subdesarrollados, ya que para unos el monopolio de la información es medio de cultura y de progreso, mientras que para los otros queda la desinformación y el atraso.
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EL ACTO DE COMUNICACIÓN: ELEMENTOS Y FUNCIONES La teoría de la comunicación del siglo XX estableció el esquema teórico del acto de comunicación como un proceso dialéctico en el que intervienen una serie de factores, que cumplen una determinada función. Los interlocutores Los interlocutores que se comunican son el emisor, que elabora y transmite la información, ya sea un individuo o una entidad u organismo social; y el receptor o destinatario, al que se dirige la comunicación. Generalmente se trata de una comunicación bilateral o multilateral en que se alternan los papeles de emisor y de receptor, como ocurre en el diálogo. Pero hay actos comunicativos unilaterales o unidireccionales, en que la información va del emisor al receptor o receptores sin que se pueda invertir el proceso: las medios de comunicación, el conferenciante y su auditorio, la creación literaria, etc.
La información adquiere una función emotiva o expresiva cuando se centra en la manifestación de las reacciones afectivas del emisor: sentimientos, emociones, estados de ánimo (alegría, dolor, sorpresa, indignación, amor…).
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El lenguaje refleja esta intención sentimental a través de interjecciones; de los diversos matices de la entonación (preferentemente, los exclamativos); de diminutivos, aumentativos y despectivos; de adjetivación afectiva; de tacos y expresiones malsonantes; de reticencias y «subrayados» intencionados de palabras; de reiteraciones expresivas o de silencios… Abunda la emotividad en el lenguaje conversacional, donde los interlocutores se comportan de forma natural y espontánea; y en numerosos códigos no verbales, como los gestuales, del cómic, de la publicidad…
En cambio, la comunicación tiene una función apelativa o persuasiva cuando se orienta hacia el destinatario, con la intención de influir sobre él y modificar su conducta mediante ruegos, exhortaciones o mandatos categóricos.
Llanto por Calisto MELIBEA.–¡Oh la más de las tristes triste! ¡Tan tarde alcanzado el placer, tan presto venido el dolor! […] ¿Oyes lo que aquellos mozos van hablando? ¿Oyes sus tristes cantares? ¡Rezando llevan con responso mi bien todo! ¡Muerta llevan mi alegría! ¿No es tiempo de yo vivir! ¿Cómo no gocé más del gozo? ¿Cómo tuve en tan poco la gloria que entre mis manos tuve? ¡Oh ingratos mortales! ¡Jamás conocéis vuestros bienes, sino cuando de ellos carecéis!
En los mensajes apelativos se usan el imperativo y sus sustitutos, las perífrasis obligativas, y también vocativos, fórmulas corteses de ruego y exhortación, preguntas, etc., reforzados a veces con recursos de tipo emotivo, como la entonación exclamativa y las expresiones interjectivas, o bien malsonantes, para reforzar el interés del emisor en el mensaje persuasivo.
Fernando de ROJAS, La Celestina
Es una función habitual en la conversación y en los manuales de instrucciones y códigos de prohibición; y frecuente en el lenguaje gestual y en el publicitario.
La información El contenido y la forma de lo que se comunica están constituidos por tres elementos: El referente, que es la realidad a la que nos referimos: un hecho real o imaginado, una idea o un sentimiento. El mensaje o enunciado, que es la conceptualización del referente, convertido en información. El código, conjunto limitado de signos y de reglas de combinación con que se elabora el mensaje: fonemas del lenguaje verbal, signos mímicos o gestuales, luces del semáforo, códigos de banderas, señales del morse, etc. La información tiene función denotativa o referencial cuando se centra en representar objetivamente el referente, el mundo real o imaginario de los seres, objetos, hechos o ideas. Es una función neutra, sin rasgos lingüísticos marcados: entonación enunciativa, modo indicativo, ausencia de adjetivación afectiva. Es una función dominante en la narración, los textos científicos y los géneros periodísticos; y en numerosos lenguajes no verbales (carteles informativos, dibujos y caricaturas, fotografías, mapas, etc.).
La función poética o estética se centra en el mensaje, con la intención de embellecer el enunciado mediante recursos expresivos o estéticos que lo aparten de la lengua común. Son factores estéticos todos los recursos de tipo fonético, léxico-semántico o sintáctico que añaden al texto unos valores connotativos: aliteraciones, rimas, metáforas, reiteraciones expresivas, paralelismos, etc.
Una función poética peculiar –Señor Pérez, salga usted a la pizarra y escriba: «Los eventos consuetudinarios que acaecen en la rúa». El alumno escribe lo que se le dicta. –Vaya usted poniendo eso en lenguaje poético. El alumno, después de meditar, escribe: «Lo que pasa en la calle». Mairena.–No está mal. Antonio MACHADO, Juan de Mairena
Además de estar presente en la poesía y la literatura en general, es componente esencial del lenguaje de las demás artes, como la música o la pintura. UNIDAD 1A
LA COMUNICACIÓN
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La función metalingüística tiene lugar si la información se refiere al código, a su análisis o explicación. Es la función predominante en el estudio científico de la lengua, aunque puede aparecer siempre que los interlocutores reflexionen, aunque sea de forma no rigurosa, sobre el lenguaje que utilizan.
El medio El mensaje se transmite a través de un medio (el aire, las ondas hertzianas, el hilo telefónico, el papel, el contacto físico, etc.) y lo percibe el receptor por alguno de los cinco canales sensoriales (visual, auditivo, táctil…). El medio condiciona la naturaleza y la forma de los mensajes: no será igual un mensaje oral que escrito, un diálogo directo o a través del teléfono, un apretón de manos que un discurso de despedida.
Las gramáticas, diccionarios y tratados de ortografía son obras en las que se utiliza el lenguaje para estudiar las unidades y mecanismos de la propia lengua.
Al lingüista canadiense Marshall MacLuhan se debe la acuñación de dos expresiones que han alcanzado gran fortuna en el mundo de la comunicación: • El medio es el mensaje, que sugiere que en la actualidad el tremendo impacto de los medios audiovisuales ha hecho que la credibilidad y la influencia de un mensaje no dependa tanto de su veracidad o buena elaboración como de que se propague a través de un medio eficaz y persuasivo. • La aldea global, término con el que se señala expresivamente que el intenso contacto entre los pueblos, mediante los desplazamientos y la instantaneidad de los modernos medios de comunicación, ha convertido al mundo en un ámbito reducido en que todo se conoce y se comparte.
En la sociedad moderna, el medio ha adquirido una gran relevancia, convirtiéndose en factor esencial de la comunicación: el perfeccionamiento de los medios a través de los cuales se transmite la información se considera esencial, con el afán de conseguir la eficacia, la rapidez y la máxima difusión, llegando incluso a adquirir mayor importancia el medio que el propio mensaje.
La función fática o de contacto se centra en el medio o canal, cuando el lenguaje tiene la finalidad de establecer, mantener o interrumpir la comunicación. En la relación social hay multitud de expresiones estereotipadas cuyo fin es mostrar la disposición de los interlocutores para intervenir y colaborar en el diálogo: apelaciones e invocaciones; fórmulas de cortesía, de saludo y despedida; recursos para mostrar interés y mantener el contacto con el interlocutor; alusiones triviales a temas como el tiempo, la salud o la familia; y el silencio.
Q Analizad los actos de comunicación que se relatan en estos dos textos. Además, comentad ambos textos como actos de comunicación literaria entre el autor y los lectores: I
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Fue alzando la voz, «y ahora, ¿qué soy?, un hombre medio calvo que escribe poesías. Esa es la historia de mi vida, ahí tienen ustedes el esquema de un hombre. Te lo dije, no me digas que no. Te dije, “vámonos al Amazonas”, y tú, “aquí se está bien, aquí se está bien”. Aquí, con el perrito, y los hilos, y los retratos de papaíto» […] Tiró el periódico al aire y gritó con todas sus fuerzas: –¡¡Me cago en los hilos y en el militar y en todos los santos de esta puta casa!! –y con el mismo impulso del grito llegó hasta donde estaba Angelina y le puso una mano en el hombro. –¡¡No he querido decir eso!! ¡¡Perdóname!! –voceó. –Si ya lo sé. Son cosas que se dicen. Desde arriba la vio con las rodillas juntas y una horquilla en el pelo. –¡¡Yo no quiero que sufras!! –dijo, sin encontrar la forma de dejar de gritar. –Si no sufro –susurró Angelina. –¡¡Lo de la selva es mentira, y lo otro también!! –Si ya lo sé. –¡¡Pero lo del pueblo es verdad, ¿sabes?!! ¡¡Tengo que ir aunque no quiera!!
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¡¡Por eso me he enfadado!! ¡¡Por un lado el jefe, por otro tú, cada uno diciendo una cosa!! –Perdóname, yo no sabía. No vayas a pensar mal. –¡¡Si ya lo sé, si no pienso mal!! Luis LANDERO, Juegos de la edad tardía
II
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Las ciudades de provincias se llenan en la primavera de carteles. Carteles en los que un segador sonriente, fuerte, bien nutrido, abraza un haz de espigas solares; a su vera, un niño de amuñecada cara nos mira con ojos serenos; a sus pies una hucha de barro recibe por la recta abertura del ahorro –boca sin dientes, como de vieja, como de batracio– una espuerta de monedas doradas. Son los anuncios de las Cajas de Ahorros. Son anuncios para los labradores que tienen parejas de bueyes, vacas, maquinaria agrícola y un hijo estudiando en la Universidad o en el Seminario. Estos carteles tan alegres, tan de primavera, tan de felicidad conquistada, nada dicen a las cuadrillas de segadores que, como una tormenta de melancolía, cruzan las ciudades buscando el pan del trabajo por los caminos del país. Ignacio ALDECOA, Seguir de pobres
2 Comenta el primer texto, fijándote sobre todo en las funciones comunicativas que utilizan el narrador y los personajes y con qué intención lo hacen.
3 Comenta la función comunicativa que domina en el anuncio del texto segundo y en éstos actuales:
Las ciencias del lenguaje La semiología o semiótica es la ciencia general que Ferdinand de Saussure propone que estudie la vida de los signos en el seno de la vida social, mientras que para Roland Barthes tiene por objeto todos los sistemas de signos, cualquiera que fuere la sustancia y los límites de estos sistemas: las imágenes, los gestos, los sonidos, los objetos. La Lingüística es una rama especializada que estudia el código específico de los signos verbales: sus unidades y reglas de combinación. La Semántica analiza los significados y la relación de éstos con las cosas significadas. La pragmática estudia los principios que regulan el uso del lenguaje en situaciones de comunicación: la competencia y las estrategias comunicativas de los interlocutores, la naturaleza de los enunciados y sus rasgos retóricos, condicionados por los factores emocionales o intencionales de los que se comunican, las circunstancias externas y el marco del discurso en que se producen.
4 Escribe un texto breve en el que domine una determinada función del lenguaje: emotiva, persuasiva, fática, etc.
LA SITUACIÓN COMUNICATIVA Según la pragmática, el esquema teórico de la comunicación se realiza en enunciados concretos, en una situación comunicativa, condicionada por el contexto situacional y por la intención de los interlocutores.
«Cuando yo uso una palabra, esa palabra significa lo que yo decido que signifique… ni más ni menos», decía un personaje de Alicia en el país de las maravillas.
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La competencia comunicativa
Piropos a una gran nariz Por ejemplo, agresivo: «Si en mi cara tuviese tal nariz, me la amputara.» Amistoso: «¿Se baña en vuestro vaso al beber, o un embudo usáis al caso?» Descriptivo: «¿Es un cabo? ¿Una escollera? Mas ¿qué digo? ¡Si es una cordi/llera!» Curioso: «¿De qué os sirve ese accesorio? ¿De alacena, de caja o de escritorio?» Burlón: «¿Tanto a los pájaros amáis, que en el rostro una alcándara les dais?» Brutal: «¿Podéis fumar sin que el vecino –¡Fuego en la chimenea!– grite.» Fino: «Para colgar las capas y sombreros esa percha muy útil ha de seros.» Solícito: «Compradle una sombrilla: el sol ardiente su color mancilla.» Respetuoso: «Señor, bésoos la mano: digna es vuestra nariz de un soberano.» Ingenuo: «¿De qué hazaña o qué portento en memoria, se alzó este monumento?» Lisonjero: «Nariz como la vuestra es para un perfumista buena muestra.» Edmond ROSTAND, Cyrano de Bergerac
Todo enunciado ha de responder a una intención comunicativa, que se plasma en actos de habla, cuyo sentido viene marcado por los factores situacionales internos y externos en que se producen y la adecuación al marco conceptual y formal en que se insertan. Los interlocutores demostrarán su competencia comunicativa si son capaces de elaborar y de interpretar adecuadamente los enunciados, teniendo en cuenta no sólo su significado explícito o literal, lo que se dice, sino también las implicaciones, el sentido implícito o intencional, lo que el emisor quiere decir o lo que el destinatario quiere entender. Situación e intención comunicativa Los factores situacionales externos, como el momento y el espacio en que se produce la comunicación, las circunstancias ambientales, el nivel social de los interlocutores y sus relaciones (afectivas, de parentesco, laborales o académicas) marcarán la situación comunicativa e influirán en el contenido y la forma del enunciado. Los factores situacionales internos de los interlocutores (cultura, ideología y creencias políticas y morales, estados de ánimo, afectos y necesidades) influyen en su actuación y condicionan la intención del mensaje y su interpretación. Además del mero contenido informativo, el emisor, a partir de estas motivaciones, pretende producir unos efectos en el receptor (persuadirlo, tranquilizarlo, asustarlo, irritarlo, inquietarlo, pedirle, aconsejarle, agradarle), lo que le obliga a conocer su mundo y sus posibles reacciones, para desarrollar una estrategia comunicativa adecuada a su intención e intereses y a las motivaciones del destinatario. El mundo interior de los interlocutores y el conocimiento que tienen uno del otro, condicionarán la elección del tema, el uso de fórmulas de tratamiento y cortesía, la entonación, el nivel del lenguaje utilizado, la extensión del enunciado, las distancias y los gestos… Marco conceptual y marco del discurso Para que sea eficaz y comprensible por el destinatario, el enunciado ha de adaptarse a un conocimiento del mundo que pertenezca a la experiencia compartida del emisor y el receptor. Así, los rituales de la cortesía se atienen a conceptos convencionales muy conocidos, que hacen que las expresiones ¡Qué niño tan guapo! o ¡Qué joven está usted!, se entiendan no siempre como verdades inapelables sino como cumplidos rituales. Y el enunciado también debe referirse a significados, acciones y relaciones pertenecientes a un mismo campo conceptual: cuando hablamos de medios de locomoción, el término se relaciona asociativamente con automóvil, barco, viajar, ruta, conocer, etc.
El enunciado ha de ajustarse también al marco o género del discurso, que condicionará la naturaleza de la situación comunicativa y la forma de expresión.
R. Alonso Luzzy, Incomunicación
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Así, lo que resulta increíble en un relato realista puede ser verosímil en un cuento fantástico, y un poema lírico será adecuado para expresar los sentimientos pero no para dar instrucciones sobre cómo poner la lavadora. Y también emisor y desti-
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natario deberán adaptar la forma del enunciado según se trate de una conversación intranscendente, una conferencia, un mitin político, un mensaje publicitario, un sermón dominical, un texto jurídico o administrativo, una carta personal o comercial, una sesión de chistes o un velatorio.
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Acababan de chapuzarse y un vientecillo ahilado les secaba el cuerpo a fríos lengüetazos. Con todo, flotaba un calor excesivo y pegajoso en el ambiente. Tumbados boca arriba en la pradera, vieron pasar por encima un enorme pájaro. –¡Mirad! –chilló el Mochuelo–. Seguramente será la cigüeña que espera la maestra de Cullera. Va en esa dirección. Cortó el Tiñoso: –No es una cigüeña; es una grulla. El Moñigo se sentó en la hierba frunciendo los labios en un gesto hosco y enfurruñado. Daniel, el Mochuelo, contempló con envidia cómo se inflaba y desinflaba su enorme tórax. –¿Qué demonio de cigüeña espera la maestra? ¿Así andáis todavía? –dijo el Moñigo. El Mochuelo y el Tiñoso se incorporaron también, sentándose en la hierba. Ambos miraban anhelantes al Moñigo; intuían que algo iba a decir de «eso». El Tiñoso le dio pie. –¿Quién trae los niños, entonces? –dijo. Roque, el Moñigo, se mantenía serio, consciente de su superioridad en aquel instante. –El parir–dijo, seco, rotundo. –¿El parir? –inquirieron, a dúo, el Mochuelo y el Tiñoso. El otro remachó: –Sí, el parir […] –La cigüeña no trae a los niños entonces, ¿verdad? Ya me parecía raro a mí –explicó–. Yo me decía, ¿por qué mi padre va a tener diez visitas de la cigüeña y la Chata, la vecina, ninguna y está deseando tener un hijo y mi padre no quería tantos? El Moñigo bajó la voz. En torno había un silencio que sólo quebraban el cristalino chapaleo de los rápidos del río y el suave roce del viento contra el follaje. El Mochuelo y el Tiñoso tenían la boca abierta. Dijo el Moñigo: –Les duele la mar, ¿sabéis? […] –Estalló el reticente escepticismo del Mochuelo: –¿Por qué sabes tú esas cosas? –Eso lo sabe todo cristiano menos vosotros dos, que vivís embobados –dijo el Moñigo– Mi madre se murió de lo mucho que le dolía cuando nací yo. No se puso enferma ni nada; se murió de dolor. Hay veces que, por lo visto, el dolor no se puede resistir y se muere uno. Aunque no estés enfermo, ni nada; sólo es el dolor. –Emborrachado por la ávida atención del auditorio, añadió–: Otras mujeres se parten por la mitad. Se lo he oído decir a la Sara.
El hábito hace al monje [Mi madre] Me preguntó qué pensaba ponerme para acudir a esta cita. Le dije que la chaqueta azul y los pantalones grises, es decir, lo que llevo puesto ahora. Arrugó la nariz y me recordó que esta chaqueta (véalo usted mismo) tiene los puños deshilachados, y que los pantalones me clarean por las rodillas. Me aconsejó que me presentase a esta entrevista lo mejor vestido posible, como si fuese a una boda. Y dijo también que si ustedes me veían con esta chaqueta y estos pantalones iban a pensar que era un infeliz, por aquello de que el hábito hace al monje. Reconocí que no dejaba de tener razón y le propuse ponerme un traje de cuadros, que tiene ya bastantes años, pero que he llevado pocas veces y está todavía de buen ver. No le pareció suficiente y justificó su negativa con otros argumentos. Dijo que a la perdiz se la reconoce por su plumaje y al hombre por su ropaje y que, habida cuenta de mi interés por trabajar en este Banco, no podía arriesgarme a que ustedes, al verme mal vestido, pensasen que tenía que trabajar por necesidad. Javier TOMEO, Amado monstruo
Miguel DELIBES, El camino
1 Comenta las implicaciones que tiene para el Mochuelo y el Tiñoso el término «eso» con el que se resume lo que estaban pensando.
2 Explica cómo los distintos factores situacionales influyen en las actitudes y en el lenguaje verbal de los dos grupos de personajes.
3 Analiza la intención comunicativa de algunos de los mensajes del Moñigo.
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4 Comenta la estrategia comunicativa que desarrolla el Moñigo, llevado de su afán de protagonismo.
5 Resume en unas líneas la situación comunicativa que has analizado. 6 Indica los factores situacionales que tendrías en cuenta y las estrategias que utilizarías para demostrar tu competencia comunicativa en alguna de estas situaciones:
Tu llegada tarde a casa por la noche. Un paseo a solas con un amigo o amiga que te interesa. Una entrevista para solicitar un puesto de trabajo.
7 Imagina y explica los enunciados que podrían utilizarse en estas situaciones, en función de las circunstancias y de los interlocutores: La doma del símbolo Si veo a un perro moviendo la cola, infiero su alegría; si me lame la mano, su ternura. Si me encuentro frente a un ataúd, pienso en un muerto. Un señor que camina por el corredor de un hospital vestido con una bata blanca y algún aparato colgándole del cuello me sugiere un médico. Cuando los bomberos se precipitan por las calles entiendo que se dirigen hacia un incendio. Las golondrinas anuncian el verano; el cielo cerrado, la lluvia; la presencia de fulano, el bostezo fatal […] Es necesario que no sea una operación complicada reconocer, en una calle congestionada de autos, cuál de ellos es un taxi; es importante, a veces, identificar con rapidez a un policía y no confundirlo con un sacerdote o con un moralista. Un cierto sonido ululante debe hacerme entender de inmediato que se acerca una ambulancia y no evocarme la agonía de un elefante. Conviene que no sea una proeza descifrar el significado de las luces rojas, verdes y amarillas […] Para que algo sea un signo una cierta regularidad es indispensable. La flecha que sistemáticamente me desvía de la salida, tal vez se salve por el diseño, pero fracasa como signo. Nuestra orientación se basa, así, en el dominio de innumerables y modestas correlaciones. Ignorarlas supone convertirnos en humoristas involuntarios: felicitar calurosamente al amigo que lleva corbata negra, estrechar con cordialidad la mano que nos tiende el mendigo. Alejandro ROSSI, Manual del distraído
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El inicio de una conversación telefónica. Pedir la hora. Sugerirle a alguien que debe dar por terminada su visita.
LOS SIGNOS Los signos son unidades mínimas comunicativas de distinta naturaleza, con las que representamos la realidad (seres, objetos, ideas, sentimientos). En la mayoría de los casos, son elementos convencionales a los que, por un acuerdo social, se les ha atribuido una significación dentro de un código de unidades de la misma categoría. Una palabra, un disco de la circulación, una bandera, un brazalete, el dibujo de unos tenedores, un uniforme, una alianza en la mano derecha, un «emoticón», son signos porque están codificados como significantes de un determinado significado. El signo es un sustitutivo de la realidad; en palabras de San Agustín, algo que hace que otra cosa acuda por sí sola al pensamiento. Según la semiología, alcanzan la condición de signos no sólo los pertenecientes a códigos rígidamente estructurados (del lenguaje verbal, código de la circulación, morse, etc.), sino todos aquellos elementos de la naturaleza y formas de cultura y de comportamiento a las que la sociedad atribuye una significación, además de su mero valor utilitario. Así se harían verdad los versos de Baudelaire: El hombre anda a través de bosques de símbolos / que lo observan con ojos familiares. Se podría decir que casi todas las cosas significan, ya que a elementos y comportamientos aparentemente neutros se les añaden valores comunicativos: el paraguas, además de proteger de la lluvia, informa de una situación atmosférica; perfumes, vestidos o automóviles son signos de una determinada posición social o forma de vida. Según la relación con la realidad, los signos pueden ser de tres clases: Indicios o síntomas. Signos naturales que guardan una relación de cercanía física o de conexión causal con el referente: el humo como signo de fuego, la fiebre como síntoma de enfermedad, las huellas como indicio de paso de una persona o un animal, etc.
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Iconos. Signos que mantienen una relación de semejanza más o menos precisa con la realidad significada: dibujos, pinturas, fotos, imágenes del cine o la televisión, planos o mapas, onomatopeyas del lenguaje verbal, etc. Símbolos. Signos arbitrarios, establecidos convencionalmente, como una metáfora o metonimia que opera por analogía o contigüidad con el referente: la cruz símbolo del cristianismo, el puño y la rosa del socialismo democrático, las banderas, el propio lenguaje verbal, etc. SISTEMAS SEMIOLÓGICOS Los signos se agrupan en códigos o sistemas semiológicos, formados por un número limitado de unidades de la misma naturaleza. Si dejamos aparte los naturales, de formación espontánea, la mayoría de los códigos de signos, no lingüísticos y lingüísticos, son de carácter intencionado, elaborados artificialmente para comunicar.
Mordillo, en El País Semanal
Códigos no lingüísticos La enorme variedad de los signos no lingüísticos se puede clasificar en sistemas, de codificación más o menos precisa, atendiendo a su naturaleza material y al canal con que se perciben: Audiovisuales: • Señales: Están reglamentados las señales de tráfico, de navegación aérea y marítima; los códigos militares (toques de trompeta o de pitos, banderas y banderines, insignias, medallas, bandas); los signos litúrgicos (toques de campanas, símbolos religiosos), señales de humo en la elección de Papa, etc. A otros no se les atribuye «a priori» un significado preciso: golpes en una puerta o a través de una pared; colocación de luces, gallardetes y colgaduras en las fiestas; los «pins» y toda clase de insignias y distintivos, señales de humo de los indios, etc. • Kinésicos: Están codificados el lenguaje mímico de la clausura, de sordomudos, de presos, de contrabandistas, de jugadores de cartas, del abanico; la genuflexión e inclinación ante símbolos patrióticos o religiosos; las marchas militares, las procesiones cívicas y religiosas; el descubrirse ante un superior en la nobleza tradicional y en el ejército. De codificación imprecisa, hay multitud de gestos y ademanes de las manos, los pies, la cabeza, los ojos, las cejas, los hombros o cualquier otra parte del cuerpo; formas de andar, maneras de sentarse, etc. • Proxémicos: Las distancias y colocación de las personas están reglamentadas en los protocolos militar, religioso o civil para las ceremonias, los juramentos, los saludos, los banquetes, etc. Además, la mayor o menor distancia entre los interlocutores traduce el grado de afectividad, de respeto o de jerarquía que existe entre amigos, novios, profesor y alumno, orador y público, personaje relevante y admiradores, etc. • De etiqueta y relevancia social: Está reglamentada la vestimenta para ciertas ceremonias protocolarias, actos sociales y grupos profesionales: llevar uniforme, vestir de chaqué, esmoquin, traje oscuro, traje largo o uniforme; llevar corbata, no llevar zapatillas; ir desnudo en las playas nudistas, etc.
Moda medieval masculina Ya van tan largos que no se les ven los pies, ya tan cortos que muestran sus vergüenzas; ya barren las calles con sus mangas, ya las llevan atadas a la mitad del brazo; ya las hacen tan estrechas que parece que quieren agarrotarlo, ya tan anchas que parece que llevan un manto a cada lado; ya llevan los cabellos alisados, ya ondulados, ya rubios, ya negros; ya largos, ya cortos; ya llevan sombrero en la cabeza, ya toalla; ya un cucurucho de seda, ya un velo; ya paternosters, ya cinturón de cuero; ya sombrerete de fieltro, ya otro sombrero; ya polainas largas, ya cortas; ya los zapatos sobre las medias, ya por debajo de ellas; ya van vestidos con paños finos, ya de sarga; ya armados, ya sin armas; ya solos, ya en grupos o compañías. Y, lo que no es menos vergonzoso para ellos, van con camisas bordadas y perfumadas, como si fueran doncellas que debiesen andar en busca de marido, y las hacen sobresalir por encima de las restantes vestiduras, para que se vea mejor el mal que padecen. Bernat METGE (Siglo XIV)
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En general, la vestimenta y sus accesorios añaden a su función utilitaria un valor de signo que refleja la personalidad o la pertenencia a un determinado estatus social: el desnudo, los vestidos informales; usar o no tejanos, traje, corbata, zapatillas deportivas, abrigos de visón, joyas, etc. Muchas veces se convierten en signo de distinción social los maquillajes y peinados; marcas de tabaco y de bebidas, el automóvil o la vivienda; las viandas en las comidas, etc.; hasta llegar a signos que definen ideológica, política y socialmente, como la asistencia a misa, al fútbol o a los toros, a festivales de rock, a mítines, etc.
El lenguaje del olfato Pronto, no olió sólamente a madera, sino a clases de madera, arce, roble, pino, olmo, peral, a madera vieja, joven, podrida, mohosa, musgosa e incluso a troncos y astillas individuales y a distintas clases de serrín y los distinguía entre sí como objetos claramente diferenciados, como ninguna otra persona habría podido distinguirlos con los ojos. Y lo mismo le ocurría con otras cosas. Sabía que aquella bebida blanca que madame Gaillard daba todas las mañanas a sus pupilos se llamaba sólo leche, aunque para Grenouille cada mañana olía y sabía de manera distinta, según lo caliente que estaba, la vaca de que procedía, el alimento de esa vaca, la cantidad de nata que contenía, etcétera […] Todas estas grotescas desproporciones entre la riqueza del mundo percibido por el olfato y la pobreza del lenguaje hacían dudar al joven Grenouille del sentido de la lengua.
Táctiles: Estaban codificados los rituales de la nobleza feudal y cortesana de besar los pies o las manos, en el vasallaje; la pescozada y el espaldarazo en la ordenación caballeresca; mesar las barbas como signo de ultraje, etc. Son muy comunicativos los abrazos, besos, apretones de manos, golpes afectuosos en la cara o en la espalda, tocar a alguien con la rodilla o con el pie, etc.; hasta el punto de que se han hecho estudios semiológicos sobre el beso en las diversas culturas o en el cine, sobre las formas táctiles de saludar y de expresar el afecto, etc.
Olfativos: Consisten en el uso o en la apreciación intencionada de perfumes, colonias y demás productos de tocador, e incluso olores poco agradables, que se convierten en factores sígnicos de identificación y de atracción o de rechazo afectivo o sexual, y que son explotados por la publicidad comercial.
Patrick SÜSKIND, El perfume
Gustativos: Las bebidas y comidas y sus sabores tienen un frecuente valor connotativo, que lleva a su utilización intencionada por motivos de cortesía o de atracción afectiva: un buen güisqui, un sabroso caviar o los placeres de un bocadillo de pan con tomate, pueden ser signos que lleven a una imperecedera amistad, o a algo más. Los catadores de vinos y de comidas serían los más expertos receptores de estos mensajes gustativos.
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Kandinsky, Ciudad árabe 16
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El hombre camina días enteros entre los árboles y las piedras. Rara vez el ojo se detiene en una cosa, y es cuando la ha reconocido como el signo de otra: una huella en la arena indica el paso del tigre, un pantano anuncia una vena de agua, la flor del hibisco el fin del invierno. Todo el resto es mudo e intercambiable; árboles y piedras son solamente lo que son. Finalmente el viaje conduce a la ciudad de Tamara. Uno se adentra en ella por calles llenas de enseñas que sobresalen de las paredes. El ojo no ve cosas sino figuras de cosas que significan otras cosas: las tenazas indican la casa del sacamuelas, el jarro la taberna, las alabardas el cuerpo de guardia, la balanza el herborista. Estatuas y escudos representan leones, delfines, torres, estrellas: signo de que algo –quién sabe qué– tiene por signo un león o delfín o torre o estrella. Otras señales indican lo que está prohibido en un lugar –entrar en el callejón con las carretillas, orinar detrás del quiosco, pescar con caña desde el puente– y lo que es lícito –dar de beber a las cebras, jugar a las bochas, quemar los cadáveres de los parientes–. Desde las puertas de los templos se ven las estatuas de los dioses representados cada uno por sus atributos: la cornucopia, la clepsidra, la medusa, por los cuales el fiel puede reconocerlos y dirigirles las plegarias justas. Si un edificio no tiene ninguna enseña o figura, su forma
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misma y el lugar que ocupa en el orden de la ciudad bastan para indicar su función: el palacio real, la prisión, la casa de moneda, la escuela pitagórica, el burdel. Incluso las mercancías que los comerciantes exhiben en los mostradores valen no por sí mismas sino como un signo de otras cosas: la banda bordada para la frente quiere decir elegancia, el palanquín dorado poder, los volúmenes de Averroes sapiencia, la ajorca para el tobillo voluptuosidad. La mirada recorre las calles como páginas escritas: la ciudad dice todo lo que debes pensar, te hace repetir tu discurso, y mientras crees que visitas Tamara, no haces sino registrar los nombres con los cuales se define a sí misma y a todas sus partes. Italo CALVINO, Las ciudades invisibles
1 Aplicando tus conocimientos sobre los signos, explica el sentido de estas expresiones del texto:
Árboles y piedras son solamente lo que son (5). El ojo no ve cosas sino figuras de cosas que significan otras cosas (7-8). La mirada recorre las calles como páginas escritas (24-25).
2 Explica si nombres (27) tiene su significado habitual o es más extenso. 3 Extrae del texto y comenta todos los enunciados que, de forma más o menos explícita, definan o sugieran lo que es un signo.
Comunicación Hay una palabra que resume buena parte de cuanto amo y cuanto necesito. Es el verbo comunicar. Significa hacer a otro partícipe de lo que se tiene; manifestar o descubrir alguna cosa; conversar de palabra o por escrito; transmitir o contagiar sentimientos; consultar con otro un asunto tomando su parecer… «No es bueno que el hombre esté solo», dice el Yahvé del Antiguo Testamento en trance de crear el mundo […] Cuando está solo –el incomunicado, el incomunicable– no es del todo hombre. Pero ni Robinson Crusoe se halla, en su isla, solo. Se halla con su esperanza (la esperanza de la huella de un pie ajeno en la arena); o con Viernes, con quien se comunicará de dentro a fuera, y a quien enseñará a mejor comunicarse; o con el presentimiento de Viernes; o con la ilusión de contar a otros la aventura; o con el sueño de que, pasado el tiempo y muerto, alguien encuentre su diario.
4 Comenta la distinción que se hace en el primer párrafo de dos tipos de
Antonio GALA, Comunicación
elementos de la naturaleza.
5 Comenta la descripción de la ciudad a partir de las diversas clases de signos que se ven en ella.
6 En un recorrido por tu ciudad, observa y clasifica los signos que encuentres en sus calles.
Códigos lingüísticos Los códigos lingüísticos están integrados por signos verbales, que se articulan para formar el lenguaje hablado o escrito de los seres humanos. El signo lingüístico, de naturaleza acústica, consta de dos componentes: El significado, que es la conceptualización del referente que se quiere comunicar. El significante, que le da un carácter articulado, ya que está formado por unidades acústicas mínimas que se combinan de acuerdo con unas normas para que tenga sentido. Además de articulado, el signo lingüístico es arbitrario, ya que no existe ninguna relación motivada entre el significante y el significado: el significado «árbol» no tiene nada que ver con la secuencia de sonidos á-r-b-o-l que le sirve de significante, aunque al hablante, que los ha utilizado siempre juntos, se le presenta como lógica esa relación. Sólo en el caso de las onomatopeyas habría una cierta semejanza entre ambos. Cercanos a ellos están los signos paralingüísticos, de naturaleza acústica, pero no articulados: silbidos, carraspeos, llanto, toques de cornetas, etc. UNIDAD 1A
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Uso de la Lengua
A B C
EL ACENTO ORTOGRÁFICO (I)
EL ACENTO DE INTENSIDAD
1 Leed enfáticamente estos versos de Rubén Darío y subrayad las sílabas
Recuerda que son palabras acentuadas las que llevan una sílaba tónica, que se pronuncia con mayor fuerza y duración, mientras que las demás son sílabas átonas. Son palabras inacentuadas o átonas los artículos, los posesivos mi, tu, su, los pronombres personales me, te, se, lo, la, le, nos, os, las preposiciones menos según, algunas conjunciones y el primer elemento de los numerales compuestos. Recuerda también la posición del acento de intensidad en la palabra:
tónicas: ¡Ya viene el cortejo! ¡Ya viene el cortejo! Ya se oyen los claros clarines. La espada se anuncia con vivo reflejo; ya viene, oro y hierro, el cortejo de los paladines […] 5 Los claros clarines de pronto levantan sus sones, su canto sonoro, su cálido coro, que envuelve en un trono de oro la augusta soberbia de los pabellones. 10 Él dice la lucha, la herida venganza, las ásperas crines, los rudos penachos, la pica, la lanza, la sangre que riega de heroicos carmines la tierra; 15 los negros mastines que azuza la muerte, que rige la guerra.
• En las agudas, en la última sílaba. • En las llanas, en la penúltima. • En las esdrújulas, en la antepenúltima.
La entonación adecuada de las palabras, distinguiendo las sílabas tónicas y átonas, es la base de la acentuación ortográfica correcta.
EL ACENTO ORTOGRÁFICO REGLAS GENERALES Cuando el acento de intensidad se representa en la escritura, recibe el nombre de acento ortográfico. Llevan tilde ortográfica: • Las palabras agudas cuando acaban en vocal, n o s. • Las palabras llanas si terminan en consonante, que no sea n ni s. • Todas las esdrújulas.
LOS MONOSÍLABOS • No llevan tilde, aunque sean tónicos. • Como excepción, algunos tónicos llevan tilde diacrítica, para diferenciarlos de otros átonos con el mismo significante: Tú (pronombre) Él (pronombre) • Té (nombre) • Mí (pronombre) • Sé (de saber) • Sí (adv. afirm.) • Dé (de dar) • Más (adv. cantidad) • Qué (excl. e inter.) • Quién (excl. e inter.) • Aún (adv. tiempo)
Tu (adjetivo) El (determinante) • Te (pron. pers.) • Mi (det. posesivo) • Se (pron. pers.) • Si (conjunción) • De (preposición) • Mas (conjunción) • Que (conj. y rel.) • Quien (relativo) • Aun (conjunción)
•
•
•
•
2 Divide el texto anterior en grupos de intensidad, formados por una palabra acentuada y, en su caso, las inacentuadas que le preceden o le siguen.
3 Copia del texto de Rubén Darío palabras agudas, llanas y esdrújulas. 4 Extrae de este texto de Luis Landero los monosílabos tónicos que no lleven tilde: A las once le preguntó si se acordaba de cuando él hacía poesías. –Sí –dijo Angelina. –¿Quieres que te lea alguna? –Bueno. 5 Fue a por la caja de zapatos y estuvo leyendo durante media hora, y cada vez que Gregorio preguntaba, «¿te gusta?», Angelina decía que sí. –A lo mejor vuelvo a escribir más –dijo al final, mientras ataba la caja […] –¡Qué tontería! –Ahora es como si yo fuese Cenicienta y tú el hada madrina, ¿verdad? 10 –No sé. A las doce y media preguntó: –¿Tú sabes que a mí me hubiera gustado ser ingeniero? –Eso son fantasías. Lo importantes es ser feliz. –¿Tú eres feliz? 15 –Yo sí –dijo, sin dejar de coser–. ¿Y tú? –preguntó al rato. –A mí me hubiera gustado que cuando me muriese se hablase de mí.
5 Extrae del texto anterior monosílabos que formen parte de las parejas afectadas por la tilde diacrítica y apunta el otro miembro de la pareja.
6 Escribe correctamente la tercera persona del singular del pretérito perfecto simple de los verbos dar, ver, reír, liar, ser e ir.
7 Extrae del texto de Luis Landero elementos de la escritura del diálogo narrativo: verbos introductorios, dos puntos, apartes y rayas.
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UNIDAD 1
Estructuras textuales
A B C
LA NARRACIÓN Clases de narración Forma de comunicación ordinaria Género literario El tiempo Las acciones en el tiempo El tiempo de la narración El espacio Las acciones y los personajes El narrador y el narratario La narración, forma compleja
LA NARRACIÓN Narrar es contar acontecimientos que se sitúan en el espacio y se desarrollan en el tiempo. Es el discurso propiamente informativo, referencial, que ha utilizado el hombre desde siempre para comunicar lo que ha ocurrido, ocurre u ocurrirá en la realidad o en el mundo soñado de su imaginación. La narración es una forma de expresión que presenta dos niveles de uso y de elaboración: Como medio de comunicación ordinaria con el que a diario, de forma sobre todo oral, pero también escrita, comunicamos los sucesos que ocurren o suponemos que ocurren, mediante notas, avisos, comunicados, informes, relatos de hechos reales, tradiciones y leyendas, chistes y cuentos populares, etc. Como género literario, en el que el autor somete el relato de las acciones a una elaboración estética: la poesía épica, la novela, el cuento, e incluso las crónicas históricas, etc. La forma y el contenido del relato se configura a base de una serie de elementos: acciones, tiempo, espacio, personajes y narrador. EL TIEMPO Las acciones en el tiempo En la narración domina el estilo verbal: el relato de acciones que se sitúan en la cadena del tiempo. Con referencia al tiempo en que se narra, las acciones que se cuentan pueden situarse en tres momentos:
Todos somos Simbad La mayor parte del tiempo que dedicamos a comunicarnos con los demás o con nosotros mismos, la ocupamos en contar lo que nos ha ocurrido, o lo que hemos soñado, imaginado o escuchado […] Todos somos diariamente Simbad, aquel mercader que vivía en Bagdad y que un día se embarca para ir a negociar a lejanas tierras, sufre un naufragio y corre aventuras sin cuento. Y esto le sucedió siete veces. Luego, pasados los años, regresa definitivamente a Bagdad, retoma su vida ociosa y se dedica a contar sus andanzas a un breve auditorio de amigos […] Simbad es Proust o Valle-Inclán, pero Simbad es también esta señora que vuelve del mercado y le cuenta a las vecinas lo que le acaba de pasar en la carnicería. Nadie sabe por qué, pero nos produce placer narrar, recrear con palabras lo que hemos vivido. Luis LANDERO, Entre líneas
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LA NARRACIÓN
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En el pasado, con un enfoque cronístico que relata acciones anteriores, más o menos alejadas del presente, mediante la alternancia de la lejanía temporal del pretérito perfecto simple, la relativa proximidad del perfecto compuesto o la sensación de permanencia y continuidad del imperfecto de indicativo. En el presente, cuando se hace coincidir el tiempo de lo narrado con el momento de la narración, con lo que los sucesos se actualizan y se dramatizan, como si estuvieran ocurriendo ante los ojos del narratario o destinatario del relato, sea oyente o lector. Dalí, La persistencia de la memoria En una novela hay siempre un reloj. Al autor puede disgustarle el reloj. Emily Brönte, en Cumbres borrascosas, trató de ocultar el suyo. Sterne, en Tristram Shandy, lo volvió del revés. Marcel Proust, más ingenioso aún, alteró las manecillas de forma que su héroe se encontraba, al mismo tiempo, cenando en compañía de su amante y jugando a la pelota en el parque con su nodriza. Todos estos principios son legítimos, pero ninguno contradice nuestra tesis: la base de una novela es la historia, y una historia es una narración de hechos dispuestos en su secuencia temporal. E. M. FOSTER, Aspectos de la novela
Magdalena con té Me llevé a los labios una cucharada de té en el que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló […] En cuanto reconocí el sabor del pedazo de magdalena mojado en tila que mi tía me daba, la vieja casa gris con fachada a la calle, donde estaba mi cuarto, vino como una decoración de teatro a ajustarse al pabelloncito del jardín que detrás del edificio principal se había construido para mis padres; y con la casa vino el pueblo, desde la hora matinal hasta la vespertina y en todo tiempo, la plaza, adonde me mandaban antes de almorzar, y los caminos que seguíamos cuando hacía buen tiempo. Marcel PROUST, Por el camino Swann
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En el futuro, con el que adquiere un carácter premonitorio, de anticipación de sucesos que ocurrirán, recurriendo a los sueños, al examen de conciencia, a las profecías, etc. El conjunto de las acciones situadas en el tiempo, no como realmente ocurrieron, sino como los ordena subjetiva o estéticamente el narrador, constituye la historia o trama argumental: Lineal o diacrónica, si el relato se ordena cronológicamente, ajustándose al orden sucesivo de los hechos que se narran, con un planteamiento, un desarrollo de las acciones y un desenlace. Este es el caso del Lazarillo de Tormes y de las novelas picarescas, en que se cuenta la vida entera del protagonista desde su nacimiento hasta el momento en que escribe, en un riguroso orden temporal. También en las sagas o novelas río se suelen contar las peripecias de varias generaciones de una familia, partiendo del nacimiento o la infancia del creador de la dinastía hasta llegar a la disgregación o la diáspora de los descendientes.
Analepsis o flash-back (vuelta atrás), si se parte de una situación actual para evocar sucesos del pasado; y prolepsis o anticipación cuando se narra lo que ocurrirá en el porvenir. En la serie de novelas En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, el sabor de una magdalena mojada en el té despierta en el protagonista la evocación de toda su vida. En Tristram Shandy, de Sterne, se anticipa buena parte de lo que será la existencia del personaje cuando éste está todavía en el vientre de su madre.
Fragmentaria o caótica cuando el relato se «organiza» en episodios sueltos, con un intencionado desorden temporal (San Camilo 1936, de Cela). Con comienzo in medias res, cuando se inicia con el conflicto ya planteado, sin contar los antecedentes de esa situación, como la novela policiaca, que suele comenzar con el relato de un crimen cuyas causas se desconocen; de final truncado, si se suspende bruscamente, dejándolo abierto a la interpretación del lector, como es el caso de la novela picaresca; o de estructura circular, cuyo final lleva a la misma situación del comienzo, como en el cuento Continuidad de los parques, de Cortázar.
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1 Comenta el valor de la alternancia temporal en este texto:
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El árbol libra una sombra en la que Sebastián reposa: frente a él está el campo, dormido, ancho, grave; solamente movilidad de insectos. Sebastián arranca la yerbecilla que ayuda a pensar. Juguetea con ella entre los dedos. –Buenas tardes. Me has quitado el sitio, amigo. Ante Sebastián está el faquir de la feria. Todavía con un pantalón verde, abombachado. Trae la maleta en una mano, y doblada sobre el brazo la chaquetilla negra. En la otra mano media botella de vino y un envoltorio de papel de periódico manchado de grasa. –Ya le había echado el ojo a este sitio. Sebastián se apartó un poco. –Ya es hora de comer, ¿no crees? Las cuatro y media. He trabajado hasta que no ha quedado nadie. Deshizo el envoltorio y mostró un pan con unos pimientos fritos y un trozo de carne dentro. Sebastián los miró con hambre. No había comido. El faquir le ofreció a Sebastián: –¿Quieres un poco? Sebastián respondió: –Dame un poco, sólo un poco. El faquir tenía ya la boca llena, le caían grasa y migas por los labios.
Un relato inacabado –¿Y cómo se titula el libro? –preguntó don Quijote. –La vida de Ginés de Pasamonte –respondió él mismo. –¿Y está acabado? –preguntó don Quijote. –¿Cómo puede estar acabado –respondió él–, si aún no está acabada mi vida? Miguel de CERVANTES, Don Qujiote de la Mancha
Ignacio ALDECOA, Con el viento solano
2 Explica el uso del tiempo en estos textos: I
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Tú traerás a Lorenzo a vivir aquí para que aprenda a querer esta tierra por sí mismo, sin necesidad de que tú le expliques los motivos del cariñoso empeño con que habrás reconstruido las paredes incendiadas de la hacienda y abierto al cultivo los suelos de la llanura. Saldrán [saldréis] al sol. Tú tomarás el sombrero de alas anchas, te lo pondrás sobre la cabeza. El viento arrancado por el galope a la atmósfera quieta y reverberante te llenará la boca, los ojos, la cabeza: Lorenzo se adelantará, levantando un polvo blanco, por el camino abierto entre los plantíos y detrás de él, al galope, tú tendrás la seguridad de que ambos sienten [sentís] lo mismo. Carlos FUENTES, La muerte de Artemio Cruz
El ritmo de la narración
II
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Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos… Gabriel GARCÍA MÁRQUEZ, Cien años de soledad
El tiempo de la narración En toda narración hay que distinguir entre el tiempo de lo narrado, que se ajusta rígidamente al orden y flujo de la cronología real y el tiempo interno de la narración o «tempo» narrativo.
El tiempo novelesco es algo que se alarga, se demora, se inmoviliza o echa a correr de manera vertiginosa. La historia se mueve en el tiempo de la ficción como por un territorio, va y viene por él, avanza a grandes zancadas o a pasitos menudos, dejando en blanco (aboliéndolos) grandes periodos cronológicos y retrocediendo luego a recuperar este tiempo perdido, saltando del pasado al futuro y de éste al pasado con una libertad que nos está vedada a los seres de carne y hueso en la vida real. Mario VARGAS LLOSA, Cartas a un joven novelista
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La selección temporal En el cuento Un incidente sobre el río Owl, de Ambrose Bierce, cuando el protagonista va a ser ahorcado en un puente, se rompe la cuerda y éste emprende una angustiosa huida por el río entre las balas de sus ejecutores, corre por el bosque y llega a su casa. Pero el abrazo a su mujer coincide con el apretón de la cuerda que le quita la vida, ya que todo ha sido fruto del instante de delirio del ahorcado agonizante. La primera parte de La Regenta de Clarín, con el planteamiento del conflicto y la presentación de sus protagonistas abarca tres días, mientras que en la segunda se narra su desarrollo y desenlace a lo largo de tres años. Requiem por un campesino español, de Ramón J. Sender, ocupa el tiempo que utiliza el cura en los preparativos del funeral por el alma de un joven campesino asesinado durante la guerra civil, al que asisten las fuerzas vivas del pueblo que propiciaron su muerte. El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio, es el extenso relato de lo ocurrido un día de verano junto a este río. La Colmena, de Cela, ocupa dos días de la vida de los habitantes anónimos de Madrid.
El tiempo de la narración es un tiempo psicológico que el narrador común o el creador literario perfila de acuerdo con las preferencias de la memoria, razones afectivas o intenciones estéticas. Esto produce un ritmo de la narración propio de cada relato, entre cuya variedad se pueden distinguir dos enfoques extremos: Moroso y detallista, en que la narración de los hechos se ajusta a su duración real, e incluso se ralentiza y se demora haciéndolos más extensos que en la realidad, con lo que apenas progresa. Dinámico, que acumula los sucesos, a veces de una manera atropellada y nerviosa, pues interesa más la mención de lo ocurrido que su detalle. A estos dos modos de narrar contribuyen algunas técnicas de manipulación temporal, como el relato-sumario, que se limita a la mención esquemática de los hechos; la digresión, que centra la atención en sucesos o temas poco relevantes o escasamente relacionados con la acción principal (descripciones extensas, reflexiones morales, historias intercaladas como las del Quijote, etc.); o la elipsis de episodios o sucesos, que distorsiona el fluir lógico del relato y obliga al receptor a recomponer los núcleos temáticos y su orden temporal. Todo relato exige tanto la selección del tiempo de lo narrado como la determinación del orden temporal de la narración y del ritmo narrativo. 1 Compara el ritmo de la narración en el cuento del pastor cabrerizo (Quijote, I, cap. 20) y el texto de Pablo Neruda que le sigue:
I
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«…El pastor llegó con su ganado a pasar el río Guadiana, y en aquella sazón iba crecido y casi fuera de madre, y por la parte que llegó no había barca ni barco, ni quien le pasase a él ni a su ganado de la otra parte, de lo que se congojó mucho; mas tanto anduvo mirando, que vio un pescador, que tenía junto a sí un barco, tan pequeño, que solamente podían caber en él una persona y una cabra; y, con todo esto, le habló, y concertó con él que le pasase a él y a trescientas cabras que llevaba. Entró el pescador en el barco, y pasó una cabra; volvió, y pasó otra; tornó a volver, y tornó a pasar otra.“Tenga vuestra merced cuenta en las cabras que el pescador va pasando, porque si se pierde una de la memoria, se acabará el cuento, y no será posible contar más cosa de él.” Sigo, pues, y digo que el desembarcadero de la otra parte estaba lleno de cieno y resbaloso, y tardaba el pescador mucho tiempo en ir y volver. Con todo esto, volvió por otra cabra, y otra, y otra…» –Haz cuenta que las pasó todas –dijo don Quijote–; no andes yendo y viniendo desa manera, que no acabarás de pasarlas en un año. –¿Cuántas han pasado hasta agora? –dijo Sancho. –Yo ¿qué diablos sé? –respondió don Quijote. –He aquí lo que yo dije: que tuviese buena cuenta. Pues por Dios que se ha acabado el cuento. II Mi padre no ha llegado. Llegará a las tres o las cuatro de la mañana. Me voy arriba, a mi pieza. Leo a Salgari. Se descarga la lluvia como una catarata. En un
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minuto la noche y la lluvia cubren el mundo. Allí estoy solo y en mi cuaderno de aritmética escribo versos. A la mañana siguiente me levanto muy temprano. Las ciruelas están verdes. Salto los cerros. Llevo un paquetito con sal. Me subo a un árbol, me instalo cómodamente, muerdo con cuidado una ciruela y le saco un pedacito, luego la empapo con la sal. Me la como. Así hasta cien ciruelas. Ya lo sé que es demasiado.
EL ESPACIO Las acciones se sitúan en un espacio, real o fantástico, centro de los conflictos de los personajes, que el narrador describe con más o menos detalle. Se tratará de un relato estático cuando hay escasa acción, remansada en pocos escenarios: el interior de una casa, la cárcel, una pequeña aldea, etc. En cambio, será un relato dinámico si la acción se desarrolla en una gran variedad de lugares: un viaje por tierra o por mar, una aventura en el espacio, etc. Pero casi siempre espacio y tiempo van unidos, formando un cronotopo, un marco ambiental adecuado para la acción, que da al relato una configuración específica: El camino o la ruta, que da lugar a una estructura itinerante o de viaje, que propicia la aventura.
En el camino Diez años tardó Ulises en recorrer el camino de regreso de Troya a Ítaca, según se cuenta en La Odisea, y varios empleó también Mio Cid, tras el destierro, en su recorrido victorioso desde Castilla hasta Valencia; y ésta es también la organización del Quijote de Cervantes o de los Papeles póstumos del Club Picwick, de Dickens, novelas en que el motivo esencial es el viaje y las ventas marcan las etapas del itinerario. También es el fundamento de la novela In the road, de Jack Kerouac, en que un muchacho empieza a conocer la vida recorriendo toda América de este a oeste, itinerario en el que se mezcla el desplazamiento físico y el aprendizaje moral, como ocurre también en numerosas road movies del cine norteamericano, como Luna de papel, de Peter Bogdanovich, o Thelma y Louise, de Ridley Scott. Son relatos itinerantes muchos de ciencia ficción, como De la tierra a la luna, de Julio Verne, o 2001 Una odisea en el espacio, de Arthur Clarke.
El castillo o la mansión, escenario de la novela histórica o de misterio, que recibe el nombre de relato gótico. La pequeña ciudad provinciana o la gran urbe, como ocurre a partir de la novela realista del XIX: Tostes, en Madame Bovary; Vetusta, en La Regenta; Madrid, en numerosas novelas de Galdós o en La colmena, de Cela. El salón de la casa humilde o de la mansión burguesa como punto de encuentro, de diálogo y de inicio o resolución de los conflictos en muchas novelas realistas, como Eugenia Grandet de Balzac o Miau, de Pérez Galdós. Otros espacios reducidos o cerrados, como pueden ser la orilla del río y una taberna, en El Jarama de Sanchez Ferlosio, una cárcel, un apartamento perdido en la gran ciudad, etc.
1 Analiza las diferencias entre el cronotopo en que se sitúa la acción de este texto y aquellos, menos vulgares, en que el autor podría haberla situado:
5
En toda la casa reinaba maravilloso silencio. El despacho estaba en lo interior y no llegaban a él los rumores de la calle. Sólo llegaban, aunque confusos y vagos, el resonar de las castañuelas y el son de la guitarra, y un leve murmullo, causado todo por los criados de Pepita, que tenían su jaleo probe en la casa de campo. Antoñona abrió la puerta del despacho, empujó a don Luis para que entrase, y al mismo tiempo le anunció diciendo: –Niña, aquí tienes al señor don Luis, que viene a despedirse de ti. * * *
Al llegar a este punto, no podemos menos de hacer notar el carácter de autenticidad que tiene la presente historia, admirándonos de la escrupulosa exactitud de John Dobbin, El Alcázar de Segovia UNIDAD 1C
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la persona que la compuso. Porque si algo de fingido, como en una novela, hubiera en estos Paralipómenos, no cabe duda en que una entrevista tan importante y transcendente como la de Pepita y don Luis se hubiera dispuesto por medios menos vulgares que los aquí empleados. Tal vez nuestros héroes, yendo a una nueva expedición campestre, hubieran sido sorprendidos por deshecha y pavorosa tempestad, teniendo que refugiarse en las ruinas de algún castillo o torre moruna, donde por fuerza había de ser fama que aparecieran espectros o cosas por el estilo. Tal vez nuestros héroes hubieran caído en poder de alguna partida de bandoleros, de la cual hubieran escapado merced a la serenidad y valentía de don Luis, albergándose luego, durante la noche, sin que se pudiese evitar, en una caverna o gruta. Y tal vez, por último, el autor hubiera arreglado el negocio de manera que Pepita y su vacilante admirador hubieran tenido que emprender un viaje por mar, y aunque ahora no hay piratas o corsarios argelinos no es difícil inventar un buen naufragio, en el cual don Luis hubiera salvado a Pepita, arribando a una isla desierta o a otro lugar poético y apartado. Cualquiera de estos recursos hubiera preparado con más arte el coloquio apasionado de los dos jóvenes. Juan VALERA, Pepita Jiménez
LAS ACCIONES Y LOS PERSONAJES
El narrador Para contar por escrito una historia, todo novelista inventa a un narrador, su representante o plenipotenciario en la ficción, él mismo una ficción, pues, como los otros personajes a los que va a contar, está hecho de palabras y sólo vive por y para esa novela. Este personaje, el narrador, puede estar dentro de la historia, fuera de ella o en una colocación incierta, según narre desde la primera, la tercera o la segunda persona gramatical. Esta no es una elección gratuita: según el espacio que ocupe el narrador con respecto a lo narrado, variará la distancia y el conocimiento que tiene sobre lo que cuenta. Es obvio que un narrador-personaje no puede saber –y por lo tanto describir y relatar– más que aquellas experiencias que están verosímilmente a su alcance, en tanto que un narrador omnisciente puede saberlo todo y estar en todas partes del mundo narrado. Mario VARGAS LLOSA, Cartas a un joven novelista
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Los sucesos que se cuentan pueden ser de distinta naturaleza: Extraordinarios, grandes hazañas, con lo que el relato se inserta en la tradición de la épica, que narraba las gestas de los héroes y los dioses. Entonces, su lenguaje se impregna de epicidad, de afán de resaltar el carácter extraordinario de lo que se narra. Asuntos de la vida cotidiana, habituales en el relato común y en la novela moderna –que arranca del Lazarillo y el Quijote–, cuyos protagonistas son personajes de carne y hueso, de los que se cuenta su existencia problemática, su lucha por la vida. Los personajes son los sujetos de las acciones, como protagonistas, como antagonistas, o como colaboradores o ayudantes de aquellos. Su caracterización, tanto física como moral, viene definida por sus acciones y sus palabras, y también por la información que sobre sus actos o su personalidad ofrece el narrador. Frente a los relatos de acción, en los que interesan sobre todo los sucesos externos, hay narraciones psicológicas que se centran en el análisis del carácter y del mundo interior de los personajes. EL NARRADOR El narrador es la voz que relata los acontecimientos, y de su posición con respecto a los hechos que narra surge el punto de vista, que marcará los rasgos esenciales del relato: El narrador externo, que cuenta los hechos viéndolos desde fuera, sin participar en ellos, como un testigo imparcial, impregna al relato de objetividad, enfoque referencial y tono de crónica o historia verdadera. La tercera persona narrativa es el reflejo de ese afán de imparcialidad.
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Este narrador puede actuar de diversas maneras: • Como un observador que cuenta sólo datos externos, referidos a la apariencia, las acciones y las palabras de los personajes. • Como un suplantador de Dios, un «sabelotodo» omnisciente, que refleja no sólo los sucesos externos, sino también el mundo interior de los personajes; y a veces se introduce en el relato dando sus opiniones personales sobre lo que cuenta, o hablando con el lector. • Como un intermediario, que publica una historia que ha encontrado escrita o que le han contado, como ocurre con el primer narrador del Quijote, que «traduce» un manuscrito del escritor arábigo Cide Hamete Benengeli, en algunas novelas de Baroja y leyendas de Bécquer, en la Familia de Pascual Duarte, etc. • En la novela moderna puede aparecer un narrador «didáctico», que dirige al personaje como la voz de su conciencia, y cuenta su historia en segunda persona.
El narrador interno es también partícipe de los hechos, por lo que el relato se tiñe de subjetividad, ya que los sucesos se narran desde una perspectiva parcial e interesada. La primera persona narrativa marca la forma autobiográfica: • Como relato de sucesos externos ocurridos al protagonista-narrador. • Como descripción de su mundo íntimo, a través del monólogo interior del personaje que se autoanaliza y describe, de forma casi siempre caótica, el proceso de sus pensamientos, muchas veces alternando primera y segunda persona, en el diálogo consigo mismo.
1 Establece diferencias entre los narradores de estos textos: I
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Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata, y, segundo, porque a mis padres les daría un ataque si yo me pusiera aquí a hablarles de su vida privada. Para esas cosas son muy especiales, sobre todo mi padre. Son buena gente, no digo que no, pero a quisquillosos no hay quien les gane. Además no crean que voy a contarles mi autobiografía con pelos y señales. Sólo voy a hablarles de una cosa de locos que me pasó durante las Navidades pasadas, antes de que me quedara tan débil que tuvieran que mandarme aquí a reponerme un poco. J. D. SALINGER, El guardián entre el centeno
Nota del transcriptor Me parece que ha llegado la ocasión de dar a la imprenta las memorias de Pascual Duarte. Haberlas dado antes hubiera sido quizás un poco precipitado; no quise acelerarme en su preparación, porque todas las cosas requieren su tiempo, incluso la corrección de la errada ortografía de un manuscrito, y porque a nada bueno ha de conducir una labor trazada, como quien dice, a uña de caballo […] Quiero dejar bien patente desde el primer momento, que en la obra que hoy presento al curioso lector no me pertenece sino la transcripción; no he corregido ni añadido ni una tilde, porque he querido respetar el relato hasta en su estilo. He preferido en algunos pasajes demasiado crudos de la obra, usar de la tijera y cortar por lo sano; el procedimiento priva, evidentemente, al lector de pequeños detalles –que nada pierde con ignorar–; pero presenta, en cambio, la ventaja de evitar el que recaiga la vista en intimidades repugnantes, sobre las que –repito– me pareció más conveniente la poda que el pulido. Camilo José CELA, La familia de Pascual Duarte
II
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Muchos domingos por la tarde iban a la estación y se escondían en los escasos vagones de pasajeros que quedaban arrinconados en las vías muertas […] En los destartalados vagones fumaban hasta adormecerse, acariciados por el resol que filtraba un brillo de barnices y el aroma de las colillas de tabaco rubio, que alimentaban el incierto mareo de un viaje en el que la cabeza se iba entre la velocidad del sueño. Algunas tardes soñaban de verdad con el vértigo de una persecución por el
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Narrador y narratario Parece que no ha pasado el tiempo. Todo está lo mismo. Ved la calle, la casa, los peces de colores nadando y revolviéndose con incesantes curvas en sus estanques; ved las jaulas de grillos colgadas en racimos a un lado y otro de la puerta; fijad la atención en la ventana de la escuela y oíd el rumor de moscardones que por ella sale. Nada ha cambiado, y don Patricio Sarmiento, puntual e inmutable en su silla como el sol en el firmamento, esparce la luz de su sabiduría por todo el ámbito del aula. Lo mismo que el año pasado, está explicando la desastrosa y trágica muerte de Cayo Graco […] Entonces estábamos en febrero de 1821; ahora estamos en marzo de 1822. Durante este año de anarquía, durante estos trescientos sesenta y cinco motines, la calle de Coloreros no ha experimentado variaciones importantes. Don Patricio no parece más viejo: al contrario, creeríasele rejuvenecido por milagrosos filtros.
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lejano Oeste, con las tribus soliviantadas a sus espaldas y las flechas lloviendo como espinas. O atravesaban tundras y estepas entre los disparos de los mongoles, advertidos en el límite de la huida de que el maquinista y el fogonero acababan de ser abatidos y el tren era un caballo desbocado a punto de descarrilar. Luis MATEO DÍEZ, Días del desván
III
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Usted ha puesto el pie izquierdo sobre la ranura de cobre, y con el hombro derecho trata en vano de empujar un poco más la puerta corrediza. Se introduce entonces por la estrecha abertura frotándose contra los bordes, luego, la maleta de cuero oscuro graneado de color verde botella, una maleta bastante pequeña, de hombre acostumbrado a largos viajes; tira usted del asa pegajosa, con los dedos que arden de haberla arrastrado hasta aquí, a pesar de lo poco que pesa, y al levantarla siente los tendones y músculos que se le marcan no sólo en las falanges, la palma, la muñeca y el brazo, sino también en el hombro, toda la mitad de la espalda y las vértebras desde el cuello hasta los riñones. No, no es sólo la hora, apenas madrugadora, la responsable de esta debilidad desacostumbrada, sino la edad, que trata de convencerlo de que ya domina su cuerpo, y, sin embargo, usted sólo tiene cuarenta y cinco años recién cumplidos. Michel BUTOR, La modificación
Benito PÉREZ GALDÓS, El siete de Julio
EL NARRATARIO Es el destinatario del relato, al que a veces se dirige el narrador: Un personaje, al que hace partícipe de lo que cuenta, como ocurre en las leyendas orales, que a veces se presentan como una historia que le han contado al narrador, que ha encontrado ya escrita o que éste relata a un oyente o grupo de oyentes; o en ciertas novelas en que escribe a un personaje, como el Vuestra merced al que dirige su carta Lazarillo de Tormes, o el tío director del Seminario al que escribe el seminarista Luis de Vargas para contarle sus amores, en Pepita Jiménez de Juan Valera. El supuesto lector, al que el narrador barroco se dirigía para captar su benevolencia o explicar el contenido de su obra, tratándole de vulgo, desocupado o discreto lector, etc., y con el que conversan con frecuencia los novelistas del realismo del XIX, en un «monodiálogo» que busca la cercanía y el carácter de experiencia compartida que tenía el relato oral: se recaba su atención, se le consulta alguna idea, se le hacen reproches, etc. 1 Comenta la relación entre el narrador y el destinatario en el cuento del pastor cabrerizo (pág. 22) y en el texto de El guardián entre el centeno (pág. 25).
2 Explica a quiénes se dirige el narrador en este texto, en que se cuenta la historia de un personaje que huye de su casa:
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Quien nos interesa es el marido. Hemos de correr tras él a la calle, no sea que pierda su individualidad y se confunda en la gran masa de la vida de Londres, en medio de la cual lo buscaríamos en vano. Sigámoslo de cerca entonces, hasta que, tras muchas vueltas y rodeos inútiles, lo encontremos cómodamente instalado junto al fuego, en el pequeño apartamento a que hemos hecho referencia. Está en la calle vecina a la suya y ha llegado al final de su viaje. Le cuesta convencerse de que ha tenido tan buena fortuna como para llegar a su destino sin que nadie lo vea: recuerda que, en un momento, el gentío le obligó a detenerse, justamente a la luz de un farol; en otro, creyó oír a sus espaldas, destacándose en medio del ruido multitudinario, los pasos de alguien que lo seguía […] ¡Pobre Wakefield! ¡Qué poco comprendes tu propia insignificancia en este vasto mundo! Ningún ojo mortal, como no sea el mío, te ha seguido. Vete tranquilamente a la cama, pobre loco, y mañana, si quieres ser prudente, vuélvete a casa, a lado de la buena Sra. Wakefield. Nathaniel HAWTHORNE, Wakefield
LA NARRACIÓN, FORMA COMPLEJA En el relato se suelen alternar, complementándose, tres formas de expresión, que son esenciales en el complejo entramado narrativo: La narración pura de acontecimientos, en la que interesa sólo el fluir de las acciones. El diálogo narrativo, que reproduce las opiniones de los personajes, tanto en estilo directo como de forma indirecta a través de las palabras del narrador. La descripción, una forma de expresión esencial en el relato para presentar el ambiente y el aspecto físico o los caracteres y pasiones de los personajes. 1 A partir de esta historia, recuerda las distintas técnicas narrativas que hemos estudiado:
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Manuel recuerda, a veces, cómo un día un grupo de alumnos de bachillerato le contó en clase las experiencias de un viaje de fin de curso. Allí había simultaneidad (hablaban varios a la vez mezclando distintas secuencias del relato); ofrecían versiones alternadas del mismo hecho según el punto de vista de cada cual; combinaban la primera, la segunda y la tercera persona; unos contaban retrospectivamente y otros linealmente; daban saltos en el tiempo (uno anunciaba el final y otro decía: «Sí, sí, pero espera, que antes hay que contar lo que pasó en el autobús»); se interrumpían unos a otros fragmentando el relato; utilizaban distintos registros: patético, irónico, notarial, burlesco, barrocos unos, clásicos otros y otros románticos y otros impresionistas; hacían cambios bruscos de perspectiva; incurrían en digresiones; a unos les gustaba narrar y a otros describir y a otros especular… Manuel puede jurar que ellos no habían leído a Joyce, ni a Thomas Mann, ni a Proust ni a Musil. Luis LANDERO, El cuento o la vida
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Conocimiento de la Lengua
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VARIEDADES DE LA LENGUA La lengua y el habla Unidad y diversidad de la lengua Variedades espaciales: la realidad plurilingüe de España Variedades sociales Nivel culto o código elaborado Código restringido Nivel vulgar
Hablas de grupos sociales o profesionales José Manuel Broto, España
LA LENGUA Y EL HABLA El lenguaje, la capacidad de comunicarse mediante signos articulados, es una facultad universal, propia de la naturaleza humana. La lengua es la realización de esa facultad del lenguaje por una comunidad social determinada, mediante un sistema de signos pertenecientes a un código diferenciado, conocido por todos los hablantes. Existen varios miles de lenguas en el mundo, cuya importancia está en función de su extensión geográfica, número de hablantes y relevancia de sus producciones culturales y literarias. El habla es la actualización concreta que cada hablante o grupo de hablantes hacen de la lengua. Las disponibilidades de la lengua, las unidades abstractas y las reglas gramaticales de combinación, se materializan en el habla, en el uso peculiar que de ella hacen individuos y grupos sociales determinados. UNIDAD Y DIVERSIDAD DE LA LENGUA
La torre de Babel, miniatura del siglo xv
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El código de la lengua es un sistema perfecto, un modelo abstracto e ideal que sólo se hace operativo cuando se convierte en norma, en un conjunto de usos admitidos por la comunidad. La norma recoge los principios generales del sistema de la lengua (existencia de cinco fonemas vocálicos, –a marca de femenino, sistema de conjugación verbal formado por lexema más desinencias propias de cada conjugación, etc.), pero también las variedades de su uso consagradas como correctas y generalmente aceptadas (pronunciación abierta o cerrada de las vocales, formas irregulares en verbos como ju(e)go, and(uv)e, quepo; femeninos asistemáticos como actor/actriz, toro/vaca, etc.).
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Se llega así a la lengua común o lengua estándar, que asegura la comunicación entre todos los miembros de la comunidad lingüística, por encima de las variedades producidas por la ubicación geográfica o el nivel social de los hablantes. La lengua es el resultado de la tensión entre dos tipos de fuerzas aparentemente contradictorias, pero que constituyen la razón de su permanencia y evolución: 1. Centrípetas, que tienden a darle uniformidad y convertirla en coiné, en lengua común, vehículo de comunicación y de expresión de la cultura y la forma de vivir de un pueblo. Entre estos factores, destacan: La escuela, que corrige las desviaciones y contribuye a fomentar el uso normativo de la lengua. Los medios de comunicación, que por su enorme influencia tienden a imponer un modelo uniforme de uso en todo el territorio. Los medios de locomoción, que facilitan el contacto y hacen que personas de distinto origen, clase y cultura uniformen sus costumbres, diversiones, formas de vestir, y también los hábitos lingüísticos. Las grandes ciudades, que facilitan la comunicación y la nivelación de los usos sociales, tendiendo a crear un lenguaje común, por encima de los usos particulares. 2. Centrífugas, debidas a factores históricos, geográficos o socioculturales, que tienden a diversificar la lengua, a establecer usos peculiares, las hablas, en los distintos territorios y grupos sociales en que se utiliza. El efecto de estos factores da lugar a dos tipos de hablas: Los dialectos y las hablas locales. Se trata de variedades diatópicas, geográficas o dialectos horizontales, que se han gestado a lo largo del tiempo, debido a las circunstancias geográficas, históricas, políticas o socioeconómicas que han afectado a los diversos territorios en que se habla una lengua. Los niveles de uso de la lengua y los lenguajes especializados. Son variedades diastráticas, sociales o dialectos verticales, debidos a los estratos socioculturales que existen en toda comunidad lingüística, sobre los que operan multitud de factores que dan lugar a un uso diversificado y plural de la lengua.
La comunicación entre los territorios y la relación entre los hablantes, facilitan la nivelación en el uso de la lengua.
LA DIVERSIDAD ESPACIAL La realidad plurilingüe de España España es un ejemplo de cómo los factores espaciales y las circunstancias históricas han contribuido a una rica y variada situación lingüística. Esta diversidad viene dada por la existencia de cuatro lenguas, con una larga historia, gran variedad de dialectos y una rica tradición cultural. Mientras que el vasco o euskera es una lengua prerrománica de origen desconocido, las otras tres (castellano, catalán y gallego) son lenguas románicas o romances, resultado de la evolución del latín en los reinos crisU N I D A D 2 A VA R I E D A D E S D E L A L E N G U A
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tianos que fueron surgiendo en el norte de España tras la invasión musulmana. Aunque el próximo curso estudiaremos con detalle cada una de estas lenguas, ahora trazaremos un breve panorama de la realidad plurilingüe de España.
La lengua castellana El castellano, en principio el dialecto romance del pequeño condado de Castilla, se benefició muy pronto de la posición central del reino de Castilla en la Península y de su hegemonía en la Reconquista, que le permitió extenderse por gran parte del territorio peninsular. Esta expansión, que contribuyó al enriquecimiento cultural y a la cohesión de la lengua castellana, fue al mismo tiempo el eje de su diversificación dialectal: Su hegemonía cultural frente a los dialectos vecinos, hizo que absorbiera al leonés y al aragonés, que no lograron su consolidación como lenguas, y hoy constituyen los llamados dialectos históricos, provenientes de aquellas hablas medievales. La expansión hacia el sur dio lugar los dialectos meridionales, que son el resultado de la diversificación moderna del castellano en estos territorios peninsulares tras la Reconquista (andaluz, extremeño, murciano) o de su expansión ultramarina (canario y español de América). El catalán y el gallego El catalán y el gallego sí se consolidaron como lenguas, debido a su temprano auge, que enraíza con las primeras manifestaciones culturales y literarias europeas, y a su situación periférica, que las mantuvo al margen de la expansión del castellano, al menos hasta el siglo XV, cuando ya estaban afianzados como lenguas. Ambas lenguas, que quedarían reducidas al uso familiar a partir del siglo XVI, se revitalizan en el XIX, como consecuencia del sentimiento nacionalista, que considera al idioma vehículo de la cultura y las tradiciones de los pueblos. En la actualidad, el catalán se habla en Cataluña, Valencia, Baleares y Andorra, y en algunas zonas del Rosellón y de Cerdeña, y cuenta con una gran variedad dialectal (valenciano, alicantino, balear, etc.) y un arraigado prestigio cultural y literario. El gallego se habla en Galicia y en algunas zonas limítrofes de Zamora y León y también cuenta con una rica tradición cultural, que arranca de la Edad Media y se renueva en el siglo XIX. El vasco o euskera El vasco es una lengua prerromana de muy remotos orígenes, que ha sobrevivido a lo largo del tiempo, sobre todo en la cultura oral, lo que le dio una gran diversidad dialectal. Se habla en el País vasco español y francés y en el norte de Navarra. En la actualidad está en franca expansión en la relación cotidiana, en los medios de comunicación y en la creación literaria. 30
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1 Situad en un mapa las cuatro lenguas de España y, si os es posible, delimitad sus dialectos.
2 Buscad información sobre algunos de los grandes movimientos y autores de la cultura y, sobre todo, de la literatura catalana y gallega, desde la Edad Media a la actualidad.
3 Preparad un debate sobre los conflictos que plantea la convivencia de las cuatro lenguas peninsulares.
4 Comenta estos versos de Unamuno: Y la sangre de mi espíritu es mi lengua. / Y mi patria es allí donde resuena.
5 Comentad el artículo 3 de la Constitución española: 1. El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla. 2. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos. 3. La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección.
LAS VARIEDADES SOCIALES Factores de diversificación La estratificación de la sociedad en grupos diferenciados da lugar a usos peculiares de la lengua, condicionados por una serie de factores sociales y culturales de diversificación: El lugar de residencia, que da lugar a diferencias entre el habla rural y la urbana, entre la del centro de las ciudades y la de los suburbios. El acceso a la educación y la cultura, que diferencia por el habla a las personas cultas de las poco instruidas, a las que leen de los analfabetos totales o funcionales. La actividad profesional y los gustos y aficiones, que aportan una gran riqueza y variedad de tecnicismos y dan lugar a usos especializados del lenguaje. La edad, que establece diferencias de expresión entre jóvenes y mayores, entre padres e hijos, etc. El sexo, que supone matices expresivos –afortunadamente, cada vez menores– entre el habla de hombres y mujeres, debidos al distinto papel social y modo de vida que históricamente se ha atribuido a los dos sexos. Factores familiares o religioso-morales, que tradicionalmente distinguían a los individuos, aunque la universalización de las costumbres y la implantación del espíritu laico han contribuido a nivelar estas diferencias. Los factores socioculturales están en la base de dos de los grandes niveles de uso de la lengua: U N I D A D 2 A VA R I E D A D E S D E L A L E N G U A
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La lengua culta y la lengua estándar. La lengua vulgar.
Y también son el fundamento de las hablas de grupos sociales o profesionales: Lenguajes profesionales: las jergas. Lenguajes marginales: el argot.
NIVEL CULTO
Mitin de Manuel Azaña, en 1936
Llamamos lengua culta o código elaborado a la utilizada por personas cultas, que conocen y manejan adecuadamente las unidades de la lengua y sus reglas de combinación, lo que les permite expresar cualquier contenido, por complejo que sea, con exactitud y corrección. Rasgos fonéticos Vocalización precisa de los fonemas y las sílabas. Se evita la pro-
nunciación relajada de fonemas consonánticos como la d, se pronuncian nítidamente las vocales y los diptongos, y se articulan con precisión las sílabas sin marcarlas excesivamente ni, por el contrario, «comerse» alguna. Entonación adecuada de las palabras. Se marcan las diferencias de
intensidad y duración de la sílaba tónica y las átonas, y se separan las palabras, sin que se amontonen al pronunciarlas o haya demasiada pausa entre ellas. Entonación correcta y elegante del discurso. Se respetan las pausas
y se marca la línea melódica de los grupos fónicos: enunciativa, interrogativa, exclamativa, imperativa… Utilización de recursos enfáticos. Con ellos se resaltan conceptos
clave, se marcan los matices afectivos, se subraya la intención irónica, etc. En la lengua escrita, este cuidado de las unidades fonológicas se traduce en el uso correcto de las normas ortográficas: ausencia de faltas de ortografía, acentuación y puntuación cuidadas.
Rasgos léxicos Lo que caracteriza al nivel culto es la riqueza y precisión del léxico: Dominio de un amplio vocabulario activo y pasivo. Uso de una terminología técnica y precisa, que designa con exacti-
tud los conceptos y se adapta al tipo de discurso: tecnicismos, neologismos, citas textuales… 32
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Conocimiento de un amplio repertorio de sinónimos, entre los que
se elige el más adecuado o se emplean varios para caracterizar una situación. Gusto por las enumeraciones, paralelismos, reiteraciones expresivas, que demuestra el conocimiento de la realidad y la capacidad de representarla mediante el lenguaje. Variedad y elegancia en la utilización de adjetivos y adverbios. Precisión y rigor en la utilización del léxico formal: determinantes, preposiciones y conjunciones. Escasez de muletillas y latiguillos. Rasgos morfosintácticos Coherencia en la ordenación de las ideas. Concordancias gramaticales adecuadas. Variedad y precisión en el uso de los tiempos verbales. Utilización correcta de los conectores que establecen la relación
entre frases y párrafos. Escasez de frases inacabadas. El lenguaje formal o estándar es una variante del código culto que respeta las normas de corrección, pero sin extremar las exigencias: es el lenguaje de la conversación cuidada y de los medios de comunicación. 1 Señalad algunas características de la lengua culta en este texto:
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Queridos amigos: En 1835, viajando Larra por los páramos deshabitados de Extremadura, después de haber recorrido –en la soledad y el desamparo– los viejos, pedregosos, polvorientos caminos de Castilla, preguntaba, haciendo un alto en su peregrinación: «¿Dónde está España?». La pregunta de Larra no ha sido contestada todavía. Han pasado ochenta años y aún podemos formular esa interrogación melancólica del satírico. ¿Dónde está España? Podemos formular esa interrogación a la vista del espectáculo que nuestro país ofrece. Salid de Madrid y encaminaos a un pueblecillo de Castilla, de Levante o de Andalucía. Dejad atrás vuestros libros, los teatros, la charla amena en la tertulia, el paseo al anochecer por la calle reverberante de luz y bulliciosa. Olvidaos de las eternas y alucinadoras discusiones del Salón de Conferencias. Quedaos a solas con vosotros mismos. Ante vosotros se extiende el panorama de la campiña española. Ya no escucháis discursos grandilocuentes; ya no columbráis cruzar raudo el automóvil de un ministro. El camino está desolado, casi yermo; estos pobres labriegos que lo labran, apenas pueden, con lo que de la tierra sacan, satisfacer angustiosamente al fisco y pagar las deudas exorbitantes de la usura. ¿Dónde está España? ¿Dónde está la fortaleza de España? Los países no son fuertes ni por sus ejércitos ni por sus acorazados. No sirven de nada ejércitos y acorazados cuando millares y millares de campesinos perecen en la miseria y la inanición. La fortaleza es una resultante del bienestar y de la justicia sociales. Al recorrer estos campos secos y grises; después de hablar con estos labriegos resignados y tristes, cuando hemos estado en sus pobres viviendas, y hemos García Lesmes, Campos U N I D A D 2 A VA R I E D A D E S D E L A L E N G U A
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La época de lo bonito Echamos mano de las palabras-comodín, porque ignoramos la justa y apropiada. Hay gentes que, literalmente, no sabrían hablar si las privasen del adjetivo bonito-a. Para ellas, bonito puede serlo todo, desde el pez así llamado hasta un cuadro de Goya, desde un panty hasta un augusto barranco pirenaico. Tan bonita puede ser la mamarrachada festivalera cantada por micro, como una emocionante sonata de Beethoven. Vivimos en la época de lo bonito y de lo mono, de la ausencia de criterios, del automatismo verbal. […] Inflación analfabeta de vocabulario, falta de control, ignorancia idiomática en suma, ineptitud para llamar a las cosas por su nombre, a las acciones por su verbo y a las cualidades por su adjetivo. Fernando LÁZARO CARRETER, El dardo en la palabra
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paseado por las callejuelas de los pueblos, y hemos asistido, hora por hora, al vivir cotidiano, fraternalmente, de estos hombres que, siendo compatriotas nuestros, parecen habitantes de otro hemisferio, un sentimiento profundo se apodera de nuestro espíritu. Es indignación y es esperanza; es abatimiento y es impetuoso deseo de aniquilamiento y renovación. Todo se junta y se revuelve tumultuosamente en el fondo de nuestro ser. AZORÍN, Castilla
CÓDIGO RESTRINGIDO A medio camino entre el código elaborado (nivel culto y estándar) y el nivel vulgar se puede distinguir un código restringido, caracterizado por el escaso dominio de las unidades y reglas de la lengua, lo que lleva consigo una pobreza expresiva que, sin ser del todo incorrecta, supone una importante limitación comunicativa para gran parte de la población, de formación cultural incompleta. En cuanto al léxico, se caracteriza por la pobreza y poca variedad del vocabulario: • Escasez de sinónimos, que no permite elegir el término adecuado para cada ocasión o el empleo de más de uno para caracterizar un objeto o una situación. • Adjetivos y adverbios comodín, de escasa originalidad, muchos de ellos de significado hiperbólico: estupendo, maravilloso, fantástico, fenomenal, extraordinario, superbien, fenomenalmente, estupendamente… • Léxico emotivo de carácter un tanto primario: interjecciones propias o impropias, palabras malsonantes y blasfemias, etc. • Apelativos vulgares de tono familiar: tío, niño, nene, hermano, colega, tronco… En lo referido a la entonación, dominan también los componentes emotivos: • Tono elevado de la voz, ya que el discurso trata de imponerse a los interlocutores, no por la fuerza de los argumentos, sino por su volumen. • Uso de afirmaciones, negaciones, exclamaciones y mandatos de carácter rotundo y categórico. La morfosintaxis es poco elaborada y precisa: • Oraciones breves, sobre todo simples, y compuestas de escasa complejidad. • Vacilaciones, interrupciones y oraciones inacabadas. • Poca coherencia en la ordenación de las ideas. • Pobreza en la organización sintáctica del texto, con elementos de cohesión innecesarios (muletillas y latiguillos) y otros de escasa complejidad (y, que, porque).
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1 Señala algunos rasgos que demuestren el carácter restringido del habla de uno de estos personajes:
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–¡A la buena de Dios, coño! Pero, coño, pero cómo se han metido ustedes aquí, si el camino va por ahí arriba, ¿no lo ve usted? Pero, coño, está bien claro. A ver, el camino no pasa por aquí, pero, ¡hombre! Han hecho lo mismito que un camión el otro día, que también se metió por aquí, se ve que esta gente de los autos no ve por dónde va, a ver, coño, si no… A ver ahora cómo salen ustedes de ahí […] –Bueno, la verdad es que ya no tiene remedio. Y que hay que hacer por salir de aquí… A usted, ¿se le ocurre algo? –Sí, hombre, claro, que sí. Aquí tenemos de todo, hombre. Este pueblo, tan cerquita de Madrid, ¿no ve?, lo que pasa, pues que tenemos de todo. Mire, lo mejor es ir a donde el Antonio, que tiene una máquina de arrastrar piedra, ¿sabe?, de la cantera, eso es, de la cantera. ¿Comprende usted, una cantera?… Pues bueno, el Antonio viene con su bólido ése, y ya está. Están ustedes en el camino en un decir Jesús. ¿Ustedes van al Escorial, no? Es lo que pasa, todo el que va al Escorial, al llegar aquí, se pierde. Toma, a ver, este pueblo… –Muchas gracias, hombre. Es buena idea. ¿Dónde vive Antonio? –Ahí, ¿no ve esa casa blanca? Pues una o dos más allá, pasada la tienda de la Quica, no tiene pérdida. Usted va allí, de mi parte, pero, no, no vaya, es mejor que vayan los chicos, que tienen buenas piernas. Usted ya está algo mayor. Tú, zagal, deja ya el coche y vete a casa del Antonio, que menuda máquina tiene. Alemana, no le digo más… […] –Dice usted… ¿La que hay detrás de ese arbolito? –Quia, hombre, la otra. ¿No ve ésa con chimenea? Mire, la calle baja así, y tuerce así, y luego, se tuerce otra vez, y ya se ve la tapia. La casa tiene un portal así, y una ventana más allá… Ah, se me olvidaba, tiene un poyo en la puerta. Seguramente que tiene allí atada la burra el señor Pascual, que se le ha hundido el cobertizo con estos aguaceros, hombre, vea usted, por poco le mata al cerdo, ya bastante crecido. Lo que yo digo, en casa del pobre todo son goteras, y qué verdad es, coño, qué verdad es.
Los tullidos de la expresión En realidad, el hombre que no conoce su lengua vive pobremente, vive a medias, aún menos. ¿No nos causa pena, a veces, oír hablar a alguien, en vano por dar con las palabras, que al querer explicarse, es decir, expresarse, vivirse ante nosotros, avanza a trompicones, dándose golpazos, de impropiedad en impropiedad, y sólo entrega al final una deforme semejanza de lo que hubiera querido decirnos? […] Ese hombre denota con sus tanteos, sus empujones a ciegas por las nieblas de su oscura conciencia de la lengua, que no llega a ser completamente, que no sabremos nosotros encontrarlo. Hay muchos, muchísimos inválidos del habla, hay muchos cojos, mancos, tullidos de la expresión. Una de las mayores penas que conozco es la de encontrarme con un mozo joven, fuerte, ágil, curtido en los ejercicios gimnásticos, dueño de su cuerpo, pero que cuando llega el instante de contar algo, de explicar algo, se transforma de pronto en un baldado espiritual, incapaz casi de moverse entre sus pensamientos. Pedro SALINAS, El defensor
ALONSO ZAMORA VICENTE, Con la mejor voluntad
NIVEL VULGAR La lengua vulgar es la única forma de expresión de las personas de escasa cultura, debida a una deficiente escolarización. Se caracteriza por abundancia de vulgarismos fonéticos, la pobreza del vocabulario y la presencia de construcciones sintácticas incorrectas. Vulgarismos fonéticos Confusión del timbre de las vocales: trebajar, cimenterio, vegilar,
Sabastián. Incrementos vocálicos o consonánticos: afoto, arradio, asentarse, muncho. Reducción de diptongos: anque, ventidós, custión, Ugenia. Apócope de palabras acabadas en e ante vocal: s’ha ido, m’ha dicho. Pérdida de d y r intervocálicas y finales de palabra: tomao, comío, toa (toda), verdá, pa (para).
Luis Garay, La pelea
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Metátesis, cambio de posición de un fonema en la palabra: probe,
trempano, naide. Cambio de una consonante por otra: armolzar, carzoncillos, abujero, abuja, esfaratar. Simplificación de grupos consonánticos: istituto, contitución, dotor. Vulgarismos léxico-semánticos Utilización de palabras con sentido impropio: coger por caber, sen-
tir por oír. Arcaísmos: mesmo, trujo, vido, agora, cuasi. Tacos y expresiones malsonantes. Vulgarismos morfosintácticos Alteración del género: cuála, cuanto hambre. Conjugación incorrecta de los verbos: jugo, frego, estudiastes, cante-
mos (por cantamos). Infinitivo por imperativo: callar, sentarse (vosotros). Verbo haber, impersonal, conjugado en plural: habían muchos toros en el campo. Leísmo, laísmo, loísmo: la dije cuatro cosas, le vi. Alteración del orden de los pronombres: me se, te se. «Dequeísmo» y «queísmo»: pienso de que iré, se dio cuenta que era muy tarde. Concordancias incorrectas. Uso inadecuado de los conectores: preposiciones, conjunciones, adverbios. 1 Añade los términos de esta lista como ejemplos a los distintos rasgos del habla vulgar:
Nenas, escucharme. ¿Cuálo? Andé, haiga, ayer lleguemos tarde. Habremos cien personas en el cine. Encomenzar, asín. Endivido, concencia. Agüelo. Voy en casa de mi tía. Le escribí ayer, la di un beso. Aína, contino. Cocreta, estauta. Ancía, escuro, medecina. Me se olvidó. Creo de que eso es así. Tó. Mucho hambre. Istancia. La gente creen en mis palabras. Me ha recetado unas cláusulas. ¡Coño!
2 Identifica usos vulgares de la lengua en este texto: Iba ya er montón de las panochas amenguao por la mitá. A la Calmencica la der Paco le salió una colorá y dio un grito. Se puso der color de la panocha al ver que tos los mociAntonio Garrigós, Romería huertana 36
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cos la envitaban alargándole er cuello y poniéndole caras de santicos. Ella le dio el abrazo ar Periquín er de l’Aparcero, un zagalico menúo de unos ocho años. Dimpués, alegre y 5 graciosa como ella era de suyo, dijo: «Y agora yo tamién voy a contar un cuento que me sé, d’esos de cuando el Señol andaba por er mundo, que me lo contaba mi agüela».
SAN PEDRO Y ER SEÑOR
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Esto era qu’iba un día er Señor con sus apóstoles por un caminico andando, que estaban recorriendo la güerta y gorbían der Soto la Virgen. Era ya a la atardecía y san Pedro iba cabreao, cabreao porque le picaban los mosquitos. N’hacía más dalse manotás en la carva. A San Pedro que era calvo le picaban los mosquitos y su mare le decía: «Ponte el sombrero, Perico».
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–¡Señol, señol, échales una mardición a los mosquitos estos, pa que se mueran tos de repente, que me llevan cosío a picotazos. –¡Pedro, Pedro! ¿y qué iban a comer antoces las probes golondrinicas der manto negro? La güerta estaba de to por to a revental d´helmosa. San Pedro s’arrimó a un bancal, que no era suyo, y l´echó mano a un malacatón sonrosao, sonrosao, y gordo, gordo que no le cogía entre los deos. Er señor, que lo sabe to, se riía pa sus aentros, como iciéndose «agora verás tú éste». San Pedro le metió un bocao con toas sus janas ar malacatón. De siguío, comenzó a escupir y a escupir asqueando, pos er malacatón estaba emborsao de remate, to lleno de busanos. –¡Señol, señol, los malacatones tan helmosos están cagaos de la mosca, mándales un mal dolol entripao que se mueran toas las moscas d’una! –¡Pedro, Pedro, tamién las probres moscas son criaturicas de Dios, y en argún sitio tién que criar! José MARTÍNEZ RUIZ, De boca a oreja
HABLAS DE GRUPOS SOCIALES O PROFESIONALES La profesión, aficiones o la situación de marginación de ciertos grupos sociales da lugar a usos peculiares de la lengua. Los lenguajes especializados Son los usos específicos que hacen de la lengua los miembros de un grupo profesional o los que comparten una misma afición, cuando hablan entre ellos o tratan de sus asuntos. El rasgo que los define es el uso abundante de tecnicismos, que designan con precisión los conceptos, objetos y actividades del ámbito al que se refieren; tecnicismos que son exclusivos de esas jergas o adaptaciones de términos del lenguaje común, y que en muchos casos se popularizan y revierten al uso general. Entre ellos, destacamos los siguientes: Las jergas y usos profesionales: Son el lenguaje especializado de cada profesión o área de conocimiento, y van desde las jergas laborales (de agricultores, carpinteros, albañiles, artesanos…) a los lenguajes específicos de carácter científico-técnico o artístico (de las U N I D A D 2 A VA R I E D A D E S D E L A L E N G U A
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diversas ciencias, el derecho, la economía, el periodismo, la música, el cine, la literatura…), a los que dedicaremos especial atención el próximo curso. Las jergas recreativo-deportivas: de los toros, el deporte, la filatelia, el ajedrez, la baraja… La jerga estudiantil y juvenil, con términos caprichosos, unas veces efímeros y otras afortunados, que dan una visión afectiva o hiperbólica de la realidad; pero que a fuerza de repetirse, se convierten en tópicos, ensartados en unas estructuras sintácticas demasiado simples, cuando no incorrectas: guay, súper, total, molar, flipar, montárselo, tío, etc. El argot o lenguaje de germanía Lenguaje depurado Son muchos los que tienen perfecto derecho a exigir que se borren los vocablos que escarnecen con ruda crueldad su peculiar naturaleza, como marica (y sus aumentativos), sarasa o manflorita. Palabras del tipo cornudo, cabrón o novillo ofenden gravemente a otros varones, muchas veces tiernamente inculpables […] ¿Cómo admitir sin sentir cólera que se empleen términos como bestia, animal, bruto, asno, burro, pollino o mula para calificar a sujetos de nulas entendederas o de aberrante comportamiento? ¿Debe ser lícito llamar a un ratero zorro (de zorra no hay nada que decir), a un sucio puerco, a un loco cabra, a un mal bailarín oso, a un chupasangres chacal, a un carroñero hiena, a un dormilón lirón, a una criadita marmota; y foca, vaca o ballena a una dama metida en carnes? […] Es racista atribuir a los negros la pertinaz manía de currar. Siendo tan íntimas las relaciones con China, ya no procede que a nadie se le engañe como a un chino. Hacer el indio es una expresión que hemos de borrar de nuestros labios. Igual que no conviene llamar cafre, zulú u hotentote a un semejante, con ánimo de injuria. Fernando LÁZARO CARRETER, El dardo en la palabra
Es un caso extremo de jerga, con pretensiones de código secreto alejado de la lengua común, que utilizan algunos grupos marginales para relacionarse entre ellos, evitando de esta manera ser entendidos por el resto de la sociedad. El argot supone una diferencia radical con la lengua normativa, derivada del afán de conseguir un modo de expresión críptico: vocabulario propio, deformaciones de palabras comunes, construcciones sintácticas peculiares; etc. Es el lenguaje del hampa, de las cárceles, de los drogadictos, de las tribus juveniles de barrio, etc. Lo políticamente correcto Los distintos niveles de uso de la lengua y las hablas de los diferentes grupos sociales, la enorme variedad del hablar, constituyen un rico patrimonio en que las referencias lingüísticas no son más que un trasunto de la variedad psicológica, social y cultural de un país. Pero frente a esta variedad, últimamente se impone un afán de uniformación, que tiende a dar normas coercitivas sobre el uso de la lengua, por razones sexistas, raciales o políticas, a través de lo que se ha llamado la jerga de lo políticamente correcto. Esta preocupación obliga a utilizar masculino y femenino para designar realidades que tienen un plural común, a sustituir el nombre castellano de lugares y ciudades por el autóctono (La Coruña por A Coruña, Lérida por Lleida, Guernica por Gernika), a llamar con eufemismos a ciertas realidades que nos causan mala conciencia: daños colaterales a la destrucción indiscriminada producida por un bombardeo, subsaharianos a las personas de raza negra, magrebíes a los que ya los romanos llamaban moros, a ciertos estudiantes alumnos con necesidades educativas especiales, etc. 1 Identifica estas jergas y extrae tecnicismos propios de cada una: I
El Santísima Trinidad era un navío de cuatro puentes […] Tenía 220 pies (61 metros), de eslora, es decir, de popa a proa; 58 pies de manga (ancho) y 28 de
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puntal (altura desde la quilla a la cubierta), dimensiones extraordinarias que entonces no tenía ningún buque del mundo. Sus poderosas cuadernas, que eran un verdadero bosque, sustentaban cuatro pisos […] El interior era maravilloso por la distribución de los diversos compartimientos, ya fuesen puentes para la artillería, sollados para la tripulación, pañoles para los depósitos de víveres, cámaras para los jefes, cocinas, enfermería y demás servicios […] Los balconajes, los pabellones de los esquinas de popa, semejantes a las linternas de un castillo ojival, eran como grandes jaulas abiertas al mar, y desde donde la vista podía recorrer las tres cuartas partes del horizonte. Nada más grandioso que la arboladura, aquellos mástiles gigantescos, lanzados hacia el cielo, como un reto a la tempestad. Parecía que el viento no había de tener fuerza para impulsar sus enormes gavias. La vista se mareaba y se perdía contemplando la inmensa madeja que formaban en la arboladura los obenques, estais, brazas, burdas, amantillos y drizas que servían para sostener y mover el velamen.
Atomium de Bruselas
Benito PÉREZ GALDÓS, Trafalgar
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La mayoría de nosotros sabe que la materia está hecha de átomos, que pueden descomponerse en protones, neutrones y electrones. Los científicos, en su inmodestia, fueron tan lejos como para llamar partículas elementales a las partes del átomo. Pero la historia no termina aquí. Ahora los científicos creen que las denominadas partículas elementales pueden dividirse adicionalmente en dos tipos de partículas llamadas leptones y hadrones. Los leptones, que incluyen a los electrones y unas pocas partículas exóticas más, parecen no tener estructura interna. Los hadrones, que incluyen a los protones y los neutrones, tienen una estructura interna compleja. Los hadrones están hechos de quarks; así pues, los dos tipos de partículas elementales son realmente los leptones y los quarks. A diferencia de electrones y protones, que tienen cargas eléctricas iguales y de sentido contrario, los quarks tienen cargas fraccionarias: o bien una carga positiva de dos tercios o bien una carga positiva de un tercio. Los quarks tienen antiquarks, que llevan la carga fraccionaria opuesta. Un antiquark es un tipo de antipartícula. Todas las antipartículas tienen la misma masa que su partícula opuesta y una cantidad igual pero de signo contrario de cierta propiedad, tal como la carga eléctrica. ANN R. JONAS, Las respuestas y las preguntas de la ciencia
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O sea, qué palo, colega, el cacharro no venía ni de coña. Y yo que llegaba tarde al curre. Y luego, qué alucine, qué pasote, iba lleno cantidad. Y me veo, o sea, un chorbo cantidad de pirao, con un sombrero cutre, mangui perdido. Y de pronto le dice a un pringao que lo estaba pisoteando, el muy plasta, que le había dejado el pie chungo. De pena, colega. Jo, qué demasiao, qué fuerte. ¡No veas! Y en pleno mosqueo, al tío le da el corte, pasa total y se larga a sentarse a toda hostia. Y, o sea, dos horas más tarde, vaya tela, colega, me lo veo enrollao con un tronco que le comía el coco diciéndole que estaría guay con otro botón en la chupa. De buten. ¿Vale o no vale, tío? Raymond QUENEAU, Ejercicios de estilo
2 Recopilad entre vuestro círculo de amigos términos propios de la jerga juvenil de última hora.
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UNIDAD 2
Uso de la Lengua
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EL ACENTO ORTOGRÁFICO (II)
PALABRAS CON DIPTONGO
1 De este texto de José Carlos Llop, extrae palabras con diptongo y con hiato
Las palabras con diptongo (una vocal abierta y otra cerrada o dos cerradas en una sola sílaba) se acentúan según las reglas generales. Si corresponde, la tilde recae sobre la abierta o sobre la segunda de las cerradas.
PALABRAS CON HIATO Las palabras con hiato integrado por dos vocales abiertas se acentúan según las reglas generales. Las palabras con hiato formado por una vocal abierta y otra cerrada sobre la que recae la intensidad, llevan siempre tilde para marcar la ruptura del diptongo. La h intercalada entre las vocales no impide el diptogo ni el hiato: ahíto, bahía, búho, prohíben, etc.
INTERROGATIVOS Y EXCLAMATIVOS Los interrogativos y exclamativos (pronombres, determinantes y adverbios) qué, cuál, quién (–es), cuánto (–a, –os, –as), cómo, cuando, dónde y adónde llevan siempre tilde. Pueden ir en frases interrogativas o exclamativas directas, cuando se reproduce textualmente la pregunta o la exclamación y en la escritura se marca con los signos apropiados; o indirectas, cuando se relata de manera indirecta lo que se dijo. Hay que distinguir la escritura de:
y explica su acentuación: Cuando Nani nos sirvió la sopa de Navidad, yo tenía las manos muy frías y mi cabeza parecía navegar por el océano Índico a bordo del Legazpi. Miré las flores azules del mantel, los jarros de cristal con peces de colores que había en las estanterías del comedor, los mori5 llos de la chimenea, sosteniendo una danza de lenguas de fuego. La chimenea emitía una luz de confitura quemada que producía en los rostros y las manos de mi familia una curiosa coloración ambarina […] Yo oía el rumor de distintas conversaciones como se oye el sonido de los motores de un buque en alta mar, confundiéndose con las olas, 10 que eran las cortinas de lluvia que golpeaban en las vidrieras del ventanal del fumador.
2 Observa si hay diptongo en las palabras guitarra, cigüeña, avergüences, Guillermo y pingüino.
3 Comprueba si debes acentuar las palabras acentua, dio, bien, tambien, hacia, heroe, heroico, raiz, pues, despues, poesia, rehice, rompais y rompiais.
4 Indica dónde llevan el acento de intensidad y si les corresponde tilde a las formas del singular del presente de indicativo de adecuar, evacuar y licuar.
5 Extrae interrogativos y exclamativos de este texto de Eduardo Mendoza:
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• Por qué (prep. + interrogativo). • Porqué (la expresión anterior sustantivada con determinante). • Porque (conjunción causal). 15
ACENTUACIÓN FACULTATIVA Los demostrativos este, ese, aquel, sus femeninos y sus plurales no se acentúan cuando son determinantes. Si son pronombres, se recomienda su acentuación para evitar confusiones. Los neutros esto, eso y aquello nunca llevan tilde. Se recomienda escribir sólo (adverbio) con tilde cuando pueda confundirse con el adjetivo solo.
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–¿Qué pasó hace diez años? –No lo sé. Yo no estaba aquí. –¿Quién estaba? –Mi antecesor. Un viejo chiflado. Tuvieron que despedirlo. –¿Cuándo? –Hace seis años: el tiempo que llevo yo trabajando aquí. –¿Por qué despidieron a su antecesor? –Por conducta impropia […] –¿Dónde estaba usted la noche que desapareció la niña? –¿Hace seis años? –No, hombre: hace un par de días. –No me acuerdo. Viendo la tele en el bar, de putas,… algo haría. –¿Cómo es posible que no se acuerde usted? ¿No le ha refrescado la memoria el comisario Flores así y así? –y le propiné dos ruidosas bofetadas que le provocaron una incontenible hilaridad. –¿La poli? –dijo muerto de risa–, ¿qué poli? Yo no he tenido contacto con la poli desde que estrangulé al jodido argelino aquel, hace ya tiempo. ¡Perro sarraceno! –escupió en las adelfas. –¿Cuánto tiempo? –Seis años.
6 Convierte las oraciones interrogativas directas del texto anterior en indirectas, puestas en boca del narrador.
7 Escribe un diálogo breve en que aparezcan todas las formas de los interrogativos o exclamativos, cuidando además la escritura del diálogo narrativo.
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Estructuras textuales
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LA CONVERSACIÓN Variaciones situacionales: el registro idiomático La situación comunicativa conversacional Estructura Lenguajes de la conversación El registro conversacional Emotividad Cooperación Economía
J. Boswell, Las tres ventanas
VARIACIONES SITUACIONALES: EL REGISTRO IDIOMÁTICO Como hemos visto en el apartado anterior, la diversidad de la lengua depende de factores permanentes, como la zona geográfica y el estrato social en que se encuadran los hablantes, lo que da lugar a diferentes usos: dialectos geográficos y variedades sociales, que afectan a colectivos más o menos numerosos de hablantes. Además, existe el idiolecto o habla individual: el uso peculiar que cada hablante hace de la lengua, los rasgos que configuran su identidad lingüística: un tipo especial de entonación, un léxico característico y, en definitiva, unos hábitos idiomáticos que lo identifican y lo diferencian de los demás hablantes. Pero un mismo hablante puede adoptar sucesivamente diversas formas de hablar, llamadas registros o variedades diafásicas, según las circunstancias de la situación comunicativa en que se encuentre: La calidad de sus interlocutores y la relación que mantiene con ellos: registro cuidado y formal, cuando existe una distancia o un respeto social (desconocidos, superiores, ciertos padres, el profesor, la policía, el confesor...); registro espontáneo e informal, con personas de confianza (compañeros, amigos, familiares). El medio utilizado: oral o escrito, una charla con amigos o una entrevista en la radio, contar un chiste o dar una conferencia. El tema del discurso: no se habla lo mismo de la muerte de un ser querido que del partido del domingo, de la última novedad de la ingeniería genética que del penúltimo ligue. Su propia personalidad, formación y cultura, que facilita o entorpece su adaptación a las circunstancias de la situación comunicativa
El círculo de la conversación Lo que en primer lugar existe no es el lenguaje, sino el hablar: mi hablar, tu hablar, nuestro hablar, el de aquí y ahora, el de ayer y anteayer, etc. Ahora bien, nuestro hablar es a lo sumo una conversación, pero no un lenguaje. Y hasta se podría dudar de la existencia de la conversación si mi hablar no fuese de alguna manera oído, comprendido y contestado por otro. Si en el mundo entero soy yo el único que habla, entonces no existe el lenguaje, ni siquiera existe el hablar, ni aún siquiera mi hablar. ¿Cómo voy a poder asegurarme de que hablo, y saber que lo hago, si nadie me oye, nadie me entiende, nadie me contesta, absolutamente nadie, y por lo tanto yo mismo tampoco? Hablar, oír, comprender, contestar o volver a hablar: todas estas cosas van juntas y forman un solo círculo, el cual contiene y garantiza el hablar propiamente dicho o la conversación. Karl VOSSLER
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y, por consiguiente, la elección de un registro adecuado: la timidez, el arrebato o la imprudencia expresiva, el mayor o menor dominio del código de la lengua son factores a tener en cuenta. Hay que advertir que sólo las personas cultas o con un aceptable dominio del código de la lengua son capaces de cambiar su registro idiomático: así, un médico utilizará un registro diferente cuando habla con un paciente, con sus amigos o con su novia; cuando redacta un informe médico; cuando dicta una conferencia o cuando interviene en un incidente por un problema de tráfico. Por el contrario, las de escasa formación y competencia comunicativa mantendrán invariable su uso vulgar de la lengua, aunque se modifique la situación. De las múltiples circunstancias de la situación comunicativa oral deriva una de las formas habituales de uso de la lengua: el registro coloquial o conversacional. LA SITUACIÓN COMUNICATIVA CONVERSACIONAL La conversación es la forma más natural de la comunicación oral. Se trata de una situación comunicativa habitual en la relación humana, determinada, entre otros, por estos factores: Suele tener un carácter espontáneo, siempre que por cualquier motivo se reúnan dos o más personas para hablar. Se diferencia así de las formas regladas del diálogo oral, que se atienen a unos requisitos previos, como la tertulia, el coloquio, el debate, el interrogatorio o la entrevista. Se produce mediante el diálogo, el intercambio de opiniones entre los interlocutores. A ella tienen acceso todas las personas, cualquiera que sea su formación y nivel de uso de la lengua. La mayor o menor formalidad de su desarrollo depende de la categoría de los participantes, de la relación que exista entre ellos, de su conocimiento e interés por el tema y del marco en que tiene lugar. Estructura La conversación La conversación se inicia como una representación teatral: los protagonistas ocupan un lugar en el escenario de la vida, en una situación temporal y espacial; el hablante, por el mero hecho de hablar, de ser propietario del sistema de enunciación, se sitúa como yo y coloca a su interlocutor, al otro, como tú (oyente), hasta que un nuevo acto de enunciación transforma el tú en yo y el diálogo se hace presente o posible. José Manuel BLECUA, Qué es hablar
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La conversación, a pesar de su espontaneidad, suele cumplir con una serie de formalidades, comúnmente aceptadas, que marcan distintas fases en su desarrollo: El comienzo, en que los interlocutores entran en contacto mediante la retórica de la cortesía: fórmulas apelativas y saludos más o menos formales, e incluso referencias a asuntos intranscendentes como el tiempo, la salud o la familia. La fijación del tema, suscitando el interés del interlocutor por un asunto o dándole pie para que plantee lo que quiere tratar. El núcleo, en que producen los turnos de intervención de los interlocutores sobre uno o varios temas, que se desarrollan y se debaten.
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La conclusión, con indicaciones que expresan el interés por acabar la conversación y uso de fórmulas retóricas para la despedida. Los lenguajes de la conversación En la conversación no sólo se utiliza el lenguaje verbal. La presencia y el deseo de interacción de los interlocutores, la espontaneidad y el tono emotivo de la comunicación, otorgan un gran valor expresivo a los comportamientos y signos no verbales: Las distancias y, en su caso, el contacto corporal (en cualquier parte del cuerpo, tirones de la ropa o de los mofletes, besos y caricias, empujones, golpes, etc.), traducen el grado de conocimiento, confianza y afecto entre los interlocutores. Las posturas: sentados, de pie, recostados, con los pies o los brazos cruzados. Los gestos: movimientos de manos o de cabeza, risas, sonrisas, llantos, guiños, muecas, miradas, etc. Estas expresiones no verbales tienen una función complementaria del lenguaje verbal, pero son de gran valor comunicativo: Refuerzan o confirman lo dicho con las palabras, e incluso las sustituyen. Regulan el desarrollo de la conversación, indicando al interlocutor que repita, que continúe, que se calle, que hable más despacio, etc.
Exceso de toqueteo Débese el hombre tener sobre sí, y no apoyarse ni recostarse en otro. Y cuando con alguno hablare, no le ha de estar dando con el codo o con la mano, como muchos suelen hacer a cada palabra, diciendo: «¿Qué digo? ¿No es esto verdad? ¡Oídme, señor fulano!» Y todavía le están sacudiendo con las manos en los pechos y asiéndoles de los botones. Y yo vi uno que tenía tal maña en esto, que desabrochaba a cuantos hablaba. Finalmente, están éstos siempre asiendo el sayo, o capa, o de otra parte, para que les oigáis, sin jamás estar quietos, ni saber hablar con reposo, que podéis decir cuando salís de sus manos; que quedáis batanados y molidos. Lucas GRACIÁN DANTISCO, El galateo español
Manifestan el estado de ánimo: nerviosismo, vergüenza, ansiedad, irritación, etc.
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Un señor que llevaba ya un rato timándose con Elvirita, se decidió por fin a romper el hielo. –Son bonitas las zarzuelas, ¿verdad, señorita? La señorita Elvira asintió con un mohín. El señor no se desanimó, aquel viaje lo interpretó como un gesto de simpatía. –Y muy sentimentales, ¿verdad? La señorita Elvira entornó los ojos. El señor tomó nuevas fuerzas. –¿A usted le gusta el teatro? –Si es bueno... El señor se rió como festejando una ocurrencia muy chistosa. Carraspeó un poco, ofreció fuego a la señorita Elvira, y continuó: –Claro, claro. ¿Y el cine? ¿También le agrada el cine? –A veces... –El señor hizo un esfuerzo tremendo, un esfuerzo que le puso colorado hasta las cejas: –Esos cines oscuritos, ¿eh?, ¿qué tal? La señorita Elvira se mostró digna y suspicaz. –Yo al cine voy siempre a ver la película. El señor reaccionó. –Claro, naturalmente, yo también... Yo lo decía por los jóvenes, claro, por las parejitas, ¡todos hemos sido jóvenes...! Oiga, señorita, he observado que es
Paul Signac, Mujeres en el pozo En la faena o en el ocio, cualquier pretexto es bueno para el encuentro y la conversación.
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Un arte civilizado Hablamos, pero no conversamos. Disputamos, pero rara vez discutimos. La conversación no consiste en formular peticiones o súplicas, ni en ladrarse órdenes o amenazas, ni siquiera en susurrar halagos o promesas de amor. El arte de la conversación es el estadio más sofisticado, más civilizado, de la comunicación por medio de la palabra. Un arte hecho de inteligencia, de humor, de buenos argumentos, de anécdotas e historias apropiadas, de atención a lo que dice el vecino, de respeto crítico, de cortesía... Es tan sofisticado y civilizado este arte que hoy probablemente sólo sigue estando al alcance de algunas tribus de Kalahari que desconocen tanto la prisa funcional como la jerga cibernáutica. Fernando SAVATER, Un arte en desuso, El País Semanal, 6–VIII–1998
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usted fumadora; a mí esto de que las mujeres fumen me parece muy bien, claro que muy bien; después de todo, ¿que tiene de malo? Lo mejor es que cada cual viva su vida, ¿no le parece a usted? Lo digo porque, si usted me lo permite (yo ahora me tengo que marchar, tengo mucha prisa, ya nos encontraremos otro día para seguir charlando), si usted me lo permite, yo tendría mucho gusto en... vamos, en proporcionarle una cajetilla de tritones. El señor habla precipitadamente, azoradamente. La señorita Elvira le respondió con cierto desprecio, con el gesto de quien tiene la sartén por el mango. –Bueno, ¿por qué no? ¡Si es capricho! El señor llamó al cerillero, le compró la cajetilla, se la entregó con su mejor sonrisa a la señorita Elvira, se puso el abrigo, cogió el sombrero y se marchó. Antes le dijo a la señorita Elvira: –Bueno, señorita, tanto gusto. Leoncio Maestre, para servirla. Como le digo, ya nos veremos otro día. A lo mejor somos buenos amiguitos. Camilo José CELA, La colmena
1 Extrae del texto signos no verbales y explica su valor comunicativo. 2 Analiza la estructura de la conversación que mantienen los personajes.
EL REGISTRO CONVERSACIONAL La lengua conversacional o coloquial es la forma de lengua oral que utilizan los que participan en la conversación. Se caracteriza por la improvisación, que lleva consigo la espontaneidad y la naturalidad, lo que la convierte en el mejor reflejo de la personalidad, el carácter y el estado de ánimo de los interlocutores. Esta espontaneidad se traduce en tres características muy significativas: emotividad, cooperación y economía. Emotividad
Luis Garay, Dos mujeres
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La emotividad traduce los estados de ánimo y la visión subjetiva de la realidad, que se presenta casi siempre desde una visión afectiva y valorativa, con un predominio de la función expresiva o emotiva de la lengua. Los recursos emotivos reflejan la afectividad y el estado de ánimo de los interlocutores y tratan de realzar el tema o la intención del mensaje: Vocablos de carácter afectivo: aumentativos, diminutivos, apelativos cariñosos, apodos, palabras acortadas. Reiteraciones expresivas, redundancias y pleonasmos, que tratan de insistir en el contenido del mensaje. Interjecciones propias e impropias, entre las que se incluyen expresiones groseras y malsonantes, tacos y blasfemias. Tonos exclamativos, que traducen la afectividad. Interrogaciones retóricas, con que se reafirma el contenido del mensaje. Ironías.
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Afirmaciones y negaciones de carácter categórico. Comienzos retórico-enfáticos. Tematizaciones y focalizaciones, que tienden a resaltar términos y conceptos clave, llevándolos al principio de la oración o subrayándolos mediante el énfasis o las pausas. Adverbios de modo que expresan una visión afectiva del enunciado. Eufemismos, que encubren realidades desagradables que no se quieren nombrar. Hipérboles y refuerzos de tipo ponderativo-enfático. Símiles y metáforas de carácter popular.
La palabra compartida Hablad según el auditorio con el que os veáis... Es la palabra mitad del que habla y mitad del que escucha. Éste ha de prepararse a recibirla según el sesgo que ella tome. Así como entre aquellos que juegan a la pelota, el que espera se desplaza y apresta según vea moverse al que lanza el tiro y según la forma del tiro. Michel de MONTAIGNE, Ensayos
Cooperación La cooperación entre los interlocutores lleva a utilizar numerosas recursos fático-apelativos para marcar los límites y los cambios de tema y los turnos de intervención; reclamar la atención del receptor e influir sobre él; mantener, interrumpir o acabar la conversación: Vocativos y apelaciones al interlocutor. Insultos (que son apelaciones de fuerte intención emotiva). Oraciones exhortativas e imperativas. Retórica de la cortesía: fórmulas de saludo y despedida, locuciones de cortesía (Por favor, Perdone), frases interrogativas y enunciativas con valor de mandato (¿Me puede decir la hora?); tiempos verbales de cortesía (¿Podría decirme...?)... Formulismos fáticos encaminados a llamar la atención del interlocutor y a mantener la conversación. Interrogaciones retóricas que buscan la conformidad del receptor.
Las rutinas En una conversación, gran parte de lo que decimos no es predecible, depende de lo que los demás participantes dicen y de su creatividad individual, pero otra gran parte se predice; se trata de estructuras que se repiten de manera más o menos fija en la lengua, de patrones o pautas reiterados y repetidos en las mismas situaciones [...]: saludos, despedidas, felicitaciones, pésames, disculpas, agradecimientos, ruegos, mandatos, fórmulas de cortesía, información sobre lo que se ha hecho o lo que se pretende hacer. Las rutinas lingüísticas se pueden clasificar de acuerdo con criterios muy diversos; se puede partir de las situaciones recurrentes en la vida cotidiana, dentro de las cuales cumplen una finalidad: la felicitación, el saludo, la despedida, el pésame, teniendo en cuenta siempre la fuerza intencional con las que el hablante las pronuncia y las relaciones con los principios de la conversación; también se pueden clasificar por su función dentro de la estructura de la conversación: fórmulas para iniciar o cerrar el diálogo, rutinas para establecer el turno de palabras, para cerrar el tema («A eso voy») o para iniciar o cerrar una narración. José Manuel BLECUA, Qué es hablar
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Economía
Una fraseología variada Los elementos que constituyen el entorno vivencial del hombre pueden convertirse en materia utilizable en la lengua coloquial: el mundo religioso («¡Anda la Virgen!», «Meterse a redentor», «Estar todo el santo día»...), los toros («Dar una larga cambiada», «Pegar un muletazo» o «Ponerle a alguien un par en todo lo alto»), fraseología que ha sido sustituida actualmente por la moda del fútbol («Echar balones fuera» o «Estar fuera de juego») o por los términos de la técnica de la radio y de la televisión («Estar en la onda», «Conectar») y también por las circunstancias históricas («… de antes de la guerra»). José Manuel BLECUA, Qué es hablar
En la conversación se intenta decir las cosas con prontitud, llamar la atención con lo que se dice y realzar los mensajes más llamativos. Por eso se suprime todo aquello que al hablante le parece accesorio o poco relevante y se comunica todo lo demás de una manera que se considera expresiva y eficaz. La improvisación y el deseo de eficacia, unido a veces a un escaso conocimiento o cuidado de la normas de la lengua, lleva consigo una escasa precisión léxica y sintáctica que, en ocasiones, puede caer en la pobreza o vulgaridad expresiva. Vocabulario estándar. Frases cortas y no demasiado complejas. Oraciones inacabadas: porque no se encuentran términos para continuarlas, porque el interlocutor interrumpe bruscamente o porque se sobreentiende lo que sigue (reticencia). Supresión de elementos redundantes en las respuestas. Diversos tipos de elipsis. Uso de deícticos (demostrativos y adverbios) para referirse a personas, elementos y lugares presentes en el contexto físico o en la mente de los interlocutores. Palabras baúl, de significado genérico, que designan la realidad de forma poco precisa. Abundancia de muletillas, latiguillos y modismos, que empobrecen el lenguaje. Lenguaje proverbial, con frases hechas, sentencias y refranes, que reflejan la sabiduría popular y que no siempre vienen a cuento. 1 Coloca estas expresiones como ejemplos de algunos de los rasgos del lenguaje conversacional que se enumeran en la exposición teórica:
A buen entendedor... «¿Vendrás a verme?» «Sí» Dale lo que el «niño» quiera. Esa cosa, el chisme, el aparato. Bonico, prenda mía. Sube arriba. ¡Por los clavos de Cristo! Que es que es muy fuerte. Desgraciadamente, no vendrá hoy. Estoy hasta el gorro. Mira, oye, Juan. ¿Sería tan amable de sentarse? Bueno, o sea, vale.
Una especie de... No sé... A mi madre la quiero mucho. Aquí está éste. Maravilloso, precioso. Un regalo grande, grande. ¡Ay! ¡Claro! ¡Por Dios! ¿Vale? Sí, sí, faltaría más. Límpiale el pompi a la nena. Te lo he dicho mil veces. Dame la sal. Año de nieves, año de bienes. Le gustan la bici y la tele.
2 Analizad el comportamiento de los personajes y la retórica de la cooperación en el texto siguiente:
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–¿Qué tal, cómo está usted? –Pues ya lo ven; esperándolos. Ya me extrañaba a mí no verles el pelo este verano. –¿Me pone usted un vaso de agua, si hace el favor? –Cómo no. ¿Pues y el alto; el que cantaba? ¿No dice que venía también? –Ah, sí; pues ahí atrás viene andando, con la novia y con los de la moto. Se ve que les gusta el sol. –Pues no está hoy para gustarle a nadie. Por cierto, esas botellas de vino son para ustedes […] –¿Qué le parece si metemos las bicicletas al jardín, como el año pasado? –Sí, sí; cuando gusten. –Vamos allá, pues; que cada cual coja la suya. –Ya saben ustedes por dónde es; aquí, al fondo de este pasillo. –Sí, muchas gracias; ya me acuerdo […] Miguel entraba y se dirigió al dueño con una sonrisa: –¿Cómo está usted? Yo sé que ha preguntado. –Muy bien, muchas gracias; me alegro mucho de verlos. Ya le estaba diciendo antes aquí que me extrañaba este año no se diesen ustedes una vuelta. –Pues ya nos tiene aquí […] –A mediodía vendremos a por eso; no sé si comeremos en el río o a lo mejor aquí arriba; según se vea. –Eso ustedes; por lo demás, ya saben que aquí está bien guardado. –Hasta más tarde, entonces. –Nada; a disfrutar se ha dicho; pasarlo bien. –Muchas gracias; adiós. Rafael SÁNCHEZ FERLOSIO, El Jarama
3 Extraed de este texto algunos de los recursos propios del registro conversacional:
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«Espabila, Ricardo, anda, que te encocoras y luego te sienta mal la comida... ¡Jesús, qué barullo...! ¡A ver si esos crianzos se callan...!» «Así no hay quien pueda dominarlos. ¡Miguelito, Belita, no os limpiéis los mocos en el respaldo, coño! ¿Usted qué va pensando, señora? ¿No puede darles un clines?» «Ya salió lo de señora. Si es que no se respeta nada, ¿lo ves? Si te lo repito siempre... Brígida, yo aquí soy un cero a la izquierda.» «Madre, no eche usted más leña al fuego... ¡Tengamos la fiesta en paz!» [...] «Papá, pasa despacito. ¡Mira...! En la esquina están parados los Guti, tienen un dos caballos muy viejo. Adelántalos. Pero que no noten que somos nosotros. ¡Mamá, toca el pito, toca...!» «¡Niña, está prohibido...! ¡No me resultes provocativa...!» «¿Qué más tiene?...! ¡Tú toca, que rabien bien...!» «¡Sí, sí, papaíto, sí, tírales un clines usado cuando les adelantes...! ¡Ole, ole, ole!» «Miguelito, tú habla cuando meen las gallinas...» «¡Fenómeno, papi...!» «Brígida, busca el mapa, no sé muy bien el camino...» «¡Qué mapa ni qué niño muerto...! [...] Aquí hay mapas... ¿Cuál quieres...?» «Ése, leñe, ése... Estamos ya en la salida, y nos vamos a meter por mal camino, digo yo. Y todo porque vosotras...» [...] «¡Brígida, hija, no sé lo que le encontraste...!» «¡Cállese, señora mía, y no se meta en los asuntos que me incumben...! Mire el paisaje y enmudezca.» «Ya, ya lo hago, ya. A mi edad no me queda otro recurso. ¡Si pudieses, está pero que muy claro que me estrellabas...! De todas todas. ¡Ay, señor, para lo que ha quedado una...!» A. ZAMORA VICENTE, Historias de viva voz
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