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Sólo dos de las naves de Colón

YSIGNIFICADOS

Sólo dos DELASNAVES DECOLÓN eran carabelas… la otra ERAUNA nao

Arrigo Coen Anitúa (†)

La carabela es un tipo de embarcación que, a no ser por el celebérrimo viaje del descubrimiento de América, quizás habría quedado tan escasamente conocido como la galera, el bergantín, la fragata y tantos otros que sólo en los anales de la navegación se registran. Pero lo cierto es que la Pinta, la Niña y la Santa María, las tres naves integrantes de la intrépida flota colombina, pasaron a la historia del género humano como otros tantos símbolos para la posteridad.

Este antiguo género de barco, de propulsión a vela, usado especialmente por los portugueses y los españoles, estuvo en boga entre los siglos XIII y XVI. La carabela era muy ligera, de casco más firme que la mayoría de las otras naves contemporáneas; presentaba la proa de líneas sencillas, muy poco procidente,en veces con un pequeño castillo que solía no proyectarse fuera del casco. En la popa estaban el alcázar y las dos falsas cubiertas, la inferior de las cuales casi llegaba al palo mayor.

El aparejo de la carabela constaba de dos a cuatro mástiles, según los casos; comúnmente tres. El palo mayor, en medio, “en candela”, esto es, vertical, y los otros con caída; iban aparejados cada uno con velas cuadras; en ocasiones el mástil posterior llevaba entena para una latina (vela triangular). Esta disposicióncon frecuencia se alteraba un tanto, según las exigencias del viaje proyectado. Por ejemplo, la Pinta fue aparejada sólo con velas latinas.

“Es curioso observar –dice un lexicógrafo inmiscuido en asuntos de marear (navegar)– que de las famosas tres llamadas carabelas, una, la Santa María, barco insignia de Colón, era en realidad una nao, que aparejaba una sola vela cuadrada de mesana, con una gavia principal y una vela latina de mesana.” (Para información del lector, aclararemos que se llamaban de mesana las velas que iban acodadas al mástil de ese mismo nombre, o sea, el que, en un buque de tres palos, estaba más a popa.)

Otro lexicógrafo nos da noticia de que “la Santa María, nao del almirante del Descubrimiento, tenía aproximadamente unos 25 metros de eslora, por 7.5 de manga y unos 3.5 o 4 m de calado”.

Acerca de esto, Pedro Mártir de Anglería, en la primera de sus Décadas del Nuevo Mundo, dice:

Los monarcas citados (Fernando e Isabel) ordenaron poner a disposición del solicitante (Cristóbal Colón) tres embarcaciones, una de carga, con bodega, y otras dos mercantes ligeras y sin bodegas, a que los españoles llaman “carabelas”.1

En el primer viaje del Almirante, pues, fueron sólo dos carabelas, embarcaciones muy propias para explorar litorales, dada su ligereza. En la otra nave, la Santa María, se acarrearía la “cantidad inagotable de perlas, aromas y oro” de aquellas “islas confinantes con las Indias”, cuya existencia Colón había propuesto a los Reyes Católicos.

Que las carabelas eran los barcos más apropiados para el conocimiento de los litorales, ya Colón lo habría de comprobar en ese primer viaje, pues al andar costeando la isla a la que dio el nombre de Española,

[…] ya se acercaba a tierra deseoso de explorar la naturaleza de los lugares en la parte norte de la isla; cuando la quilla de la nave mayor, tropezando en un escollo cubierto por las aguas, se abrió y quedó encallada; mas como la roca era plana, esta circunstancia impidió que la embarcación zozobrase; acudiendo al punto con las otras dos, sacaron sanos y salvos a todos sus compañeros.2

El Almirante habría también de conocer, en este escollo, la eficiencia de las canoas, los botes de los naturales, que ignoraban el uso del hierro, por medio de los cuales “sacaron a nuestros hombres y todo el cargamento, con tanta rapidez y buena voluntad, que entre nosotros no se ayudarían unos parientes a otros con tanta abnegación”.

Pero volviendo a las carabelas, más adelante agrega el cronista:

[…] los santísimos monarcas (Isabel como Fernando) mandaron disponer, para una segunda expedición, diecisiete naves, tres grandes de carga, con bodegas, doce de las que ya dijimos que los españoles llaman carabelas, sin ellas, y otras dos de esta última clase algo mayores, que gracias a la dimensión de los mástiles podían llevar compartimentos. (Carta escrita al Cardenal Ascanio Sforza, el 13 de noviembre de 1493, desde la corte de España, en Medina del Campo.) 3

En 1959, la Sud-Aviation, compañía francesa, constructora de aeronaves, bautizó uno de sus modelos más gráciles con el nombre de Caravelle, con lo que la carabela subió a los cielos.

1 Pedro Mártir de Anglería, Décadas del Nuevo Mundo,Polifemo,Madrid,1989,566 pp. 2 Idem. 3 Idem.

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