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Ángel Arturo Salgado de la Rosa
E INCERTIDUMBRES
LOS PRIMEROS AÑOS DE UN EDUCADOR: Ezequiel A. Chávez (1868-1946)*
Ezequiel A. Chávez.
www.mexicanisimo.com.mx Ángel Arturo Salgado de la Rosa**
El género biográfi co ha identifi cado los nombres de quienes nos man-
dan y gobiernan “como los motores de la historia”. Sin embargo, de la apología a los “héroes de bronce” la historiografía está llegando a la escritura de la vida de los consejeros, ideólogos y proyectistas que se encontraban detrás de los grandes personajes. Tal es el caso de Ezequiel A. Chávez (1868-1943): abogado, fi lósofo, historiador, pero sobre todo un pedagogo erudito comprometido con su país, con la defensa de la libertad educativa y de la autonomía universitaria.
Introducción
Es posible que una de las mejores descripciones personales, físicas y psicológicas que tenemos de Ezequiel Adeodato Chávez (1868-1946) nos la haya legado Diego Rivera. El artista guanajuatense retrató en su mural Los sabios (1923-1928), ubicado en el tercer nivel del edifi cio de la Secretaría de Educación Pública, también llamado “Patio de las fi estas”, a quienes los trabajadores de la parte superior del panel ven, sonrientes, como personas ajenas y distantes de los problemas del pueblo. En primer lugar el poeta José Juan Tablada, introductor del haiku japonés en México, a quien vemos rasgando una lira; la recitadora y actriz argentina, entonces de moda, Bertha Singerman; Ezequiel A. Chávez, nuestro personaje biografi ado, sentado sobre una pila de cinco libros; Rabindranath Tagore, poeta hindú por entonces muy admirado en México; y José Vasconcelos, sentado sobre un elefante blanco en una clara representación del fi lósofo y sus extraordinarios proyectos fi losófi cos.1
* El presente trabajo forma parte de una investigación más amplia titulada Ezequiel A. Chávez: biografía de un educador mexicano (1868-1946), bajo la dirección de María Esther Aguirre
Lora, inscrita en el doctorado en Pedagogía en la Facultad de
Filosofía y Letras de la UNAM. ** Dirección electrónica: angelsalgado74@hotmail.com. 1 Cfr. Diego Rivera y los murales de la Secretaría de Educación
Pública, SEP, México, 2000.
En esta alegoría artística de la Revolución Mexicana, Ezequiel A. Chávez (1868-1946) aparece retratado serenamente en su vejez. Como ya indicamos, está sentado sobre una pila de libros que simbolizan su erudición: meditabundo, con el cabello cano, encorvado, quizá enfermo. Su postura nos hace recordar que desde pequeño su constitución física fue endeble y enfermiza. La pintura nos deja entrever algunos aspectos de la personalidad del educador. Un rasgo característico es su seriedad y entrega ante el trabajo académico; otro, su serenidad y paciencia ante la vida; uno más lo fue su enciclopedismo vasto en todos los saberes. Uno más acentuado por la pluma de Amado Nervo: su laboriosidad incansable que lo llevó a una permanente búsqueda y realización de proyectos de todo tipo.2 Es el hombre “sabio” del siglo XIX al que ningún tipo de conocimiento o ciencia le es ajeno. Quizá no habrá de ser un pensador original, pero como señala José Vasconcelos: sí se “reunieron en él todas las cualidades del educador”.3
La trayectoria intelectual de Ezequiel A. Chávez es enciclopédica, fecunda y erudita, aunque modesta y desigual en calidad: va de la fi losofía a la pedagogía, pasando por la psicología, la historia, la geografía, los estudios de civismo e incluso la poesía. Lo mismo escribió biografías con afán rectifi cador –Hidalgo, Morelos, Juárez, Iturbide o sor Juana Inés–, que redactó extensos tratados sobre la educación durante la Colonia, y ensayos sobre psicología de la adolescencia o tradujo transparentes versiones de las letras francesas de Maeterlinck, Verhaeren, Régnier, Hugo o Musset.
La importancia de la trayectoria de Ezequiel A. Chávez reside en que fue un hombre funda-
2 Amado Nervo, Semblanzas y crítica literaria, Imprenta Universitaria, México, 1953, pp. 31-33. Nervo refiere que Chávez tiene “tifo litetario”. 3 José Vasconcelos, Discursos, Botas, 1957, p. 250-251. Los sabios, mural de Diego Rivera.
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mental en la vida universitaria, ya que estuvo presente en los momentos de mayor trascendencia para la Universidad: en su planeación y fundación, en su defensa contra la militarización que pretendía Victoriano Huerta en 1914, en la lucha por la autonomía universitaria en 1929, en la expedición de la ley orgánica de 1933, en los combates por la libertad de cátedra y contra la educación socialista que Lázaro Cárdenas intentó implantar en la institución universitaria.

Ezequiel A. Chávez.
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Rector en dos ocasiones y nombrado doctor honoris causa en la inauguración de la Universidad Nacional, el autor del capítulo “La educación nacional”, para la obra México, su evolución social, desempeñó una incansable labor docente en numerosas instituciones educativas como profesor, director y proyectista. Asimismo, colaboró en diversas secretarías de Estado. Su carrera en el ramo educativo se inició como subsecretario a lado de Joaquín Baranda (de 1895 a 1905), y después con Justo Sierra (de 1905 a 1911). Laboró en la Escuela Nacional Preparatoria, la Escuela Superior de Comercio y Administración, el Colegio Militar, así como la Escuela de Altos Estudios, la Facultad de Filosofía y Letras, y la Normal Superior. En universidades del extranjero, como la de California, Cincinati y la Central de Madrid, también impartió algunos cursos y conferencias.
Más tarde colaboró con Vasconcelos en la creación de la Secretaría de Educación Pública y propuso una completa autonomía universitaria para la universidad que no llegó a fructifi car. Después de su jubilación, en 1925, se dedicó a asistir a diversos congresos y dio algunas conferencias sobre psicología en Europa. Al regresar escribió su Ensayo de psicología de la adolescencia.4 En sus últimos años de vida renunció en los momentos en los que el Estado intentó intervenir en los planes y programas de estudio –como en el caso de la educación socialista–5 y colaboró en la fundación del Partido Acción Nacional al lado de su antiguo discípulo Manuel Gómez Morín.
“Adeodato”
Ezequiel Adeodato Chávez Lavista vio la primera luz el 18 de septiembre de 1868, en la ciu-
4 Ezequiel A. Chávez, Ensayo de psicología de la adolescencia, Cultura, México, 1928, pp. 480. 5 Ezequiel A. Chávez, Glosario e índice biográfico de la obra ¿De dónde venimos y a dónde vamos?, El Colegio Nacional, México, 1957, p. 124.
dad de Aguascalientes. En la voz del cronista ésta era una pequeña ciudad “tranquila y quieta, limpia, de calles anchas y bien trazadas”. Parece que el destino lo habría de marcar desde el inicio de su vida. Su primer nombre, Ezequiel, como el nombre del profeta bíblico, signifi ca “a quien Dios fortifi ca”. Su segundo nombre le fue impuesto 13 días después de nacido por el cura Francisco Melitón Vargas, quien el día de su bautismo lo nombró Adeodato. Lo anterior, recuerda el propio Ezequiel, para que tuviera siempre presente que “a Dios debe la vida”.6 En su acta de bautismo también se puede leer un nombre que nunca utilizará en vida: José.7 Sus padres fueron el médico Ignacio Toribio Chávez Acosta y Guadalupe Lavista Revollar.
Su padre llegó a ser gobernador de Aguascalientes, diputado en el Congreso de la Unión y senador de la república. Asimismo, fue uno de los más distinguidos reorganizadores de la instrucción pública en Aguascalientes e importantes fueron sus servicios al ramo de la salubridad y la extensión del ferrocarril en aquella ciudad. De la madre de Ezequiel poco se sabe. Sabemos que su familia provenía de Durango y que fue hermana del eminente médico Rafael Lavista. Doña Guadalupe Lavista enseñó a escribir a Ezequiel a los tres años y ejerció sobre su hijo una infl uencia moral y religiosa defi nitiva, que le dejará una huella duradera. Estas primeras enseñanzas harán que en ningún momento de la vida Ezequiel incumpla con su fe cristiana.8
Quizás el nombre completo de nuestro biografi ado no tiene mucho que ver con las actitudes, juicios y creencias que tendrá en el futuro. Pero lo que es claro es que la creencia en Dios
6 Ibídem, p. 163. En su acta de nacimiento se puede leer su nombre completo: José Ezequiel Adeodato Chávez Lavista. 7 AHUNAM, FEACH, c. 113, exp. 24, doc. 10, foj. 1. 8 AHUNAM, FEACH, c. 117, exp. 39, doc. 39, foj. 2, fol. 9-10. y su aspiración hacia el misticismo estarán presentes en toda su existencia. En su obra fi losófi ca podría ser un denominador común. Hay vacilación, pero ni un resquicio para el cambio ideológico. Esa misma aspiración por Dios aparecerá también en su propia muerte. El episodio fi nal de la vida de Ezequiel nos recuerda a los antiguos místicos que intuyen el fi nal de sus días y se arropan en la fe para entregar el alma en las manos de Dios. Como los antiguos santos que se preparan con oraciones y plegarias para el “bien morir”, Chávez falleció a los 78 años en la Ciudad de México, en 1946. Su hija lo envolvió en el hábito de San Francisco.9
Si aplicáramos con cabalidad la cronología, a don Ezequiel A. Chávez se le debería de ubicar dentro de la generación modernista o, como la llama Luis González: “centuria azul”. Esta pléyade intelectual, nacida entre 1858 y 1872, “dieron con su cauce en 1888 al leer el libro Azul de Darío e hicieron su primera comunión literaria en la Revista Azul”.10 Entre los miembros de esta generación debemos incluir a personajes como Amado Nervo, Enrique González Martínez o Balbino Dávalos. Sin embargo, la “sensibilidad vital” de esta generación no pesará en Ezequiel A. Chávez, quien no será un modernista, sino un fi el seguidor y discípulo de la escuela nacionalista de Altamirano y más tarde consumado seguidor del pensamiento de Herbert Spencer.
Los tiempos de la Preparatoria
En 1881 estudió el primer año de preparatoria en el Instituto Anglo-Franco-Mexicano, un co-
9 Juan Hernández Luna, Ezequiel A. Chávez: impulsor de la educación mexicana, UNAM, México 1981, p. 12. 10 Luis González y González, La ronda de las generaciones. Los protagonistas de la Reforma y la Revolución Mexicana, Secretaría de Educación Pública-Cultura, México, 1984.
legio de carácter privado, dirigida por Emilio G. Baz, ubicada en la Ciudad de México, justo a un costado de la catedral metropolitana. Seguramente el padre de los niños, don Ignacio, gran conocedor de las letras francesas, incitó a sus hijos para que estudiaran allí este idioma del cual él ya les había dado algunas enseñanzas en Aguascalientes. El resto de este nivel lo cursó en la Escuela Nacional Preparatoria. Para la juventud de la época, ingresar a la Preparatoria representaba uno de las más altas aspiraciones culturales y políticas. La institución era el centro de reclutamiento y formación de la clase política porfi riana por excelencia. Era vista como el paso obligado para todo joven de clase acomodada con claras y fi rmes intenciones de convertirse en profesionista.
Ezequiel A. Chávez cursó estudios enfocados a continuar la carrera de medicina, como su padre; sin embargo, en el tercer año optó por los estudios de abogado.11 Entre los maestros que le impartieron cátedra en la Preparatoria se encuentran: Rafael Barba, Miguel Shulz y Manuel María Contreras. Durante 1884, debido al desprestigio de Justo Sierra por defender el pago de la deuda a los ingleses, el joven Ezequiel prefi rió tomar el curso de Historia Universal y de México con Ignacio Manuel Altamirano, y no con Justo Sierra. Según el testimonio de nuestro biografi ado, fue Altamirano quien aplaudió sus primeros ensayos literarios referidos a México, junto con Luis González Obregón. De su experiencia educativa con Altamirano, en Chávez nacería su inclinación por el estudio de la historia de México.12
Durante los últimos años que estuvo en la preparatoria y quizás el primer año de sus es-
11 AHUNAM, Fondo Alumnos, expediente núm. 39948. 12 Héctor Díaz Zermeño, “Ezequiel A. Chávez: rasgos de su trayectoria y pensamiento político-educativo”, en Perfiles educativos, vol. 21, enero-junio, número 83/84, UNAM, México, 1999, pp. 69-81. tudios de abogacía, Ezequiel tuvo la fortuna de tener entre sus manos dos libros que llegó a considerar inmortales: El discurso del método, de René Descartes, y los Primeros principios, de Herbert Spencer. El primero dice, lo “salvaría del naufragio espiritual” en el que se encontraba. Conforme lo iba leyendo “sentía que progresivamente iba saliendo del mar de impresiones contradictorias de las movedizas enseñanzas de (Paul) Janet.”13 Janet era un representante del espiritualismo francés, también conocido como “eclecticismo”.
El libro de Janet se había publicado en 1880 en español, era voluminoso y bastante complejo.14 En esta obra el fi lósofo francés reconocía una fi losofía en cada una de las ciencias; y reafi rmaba que la fi losofía tenía su “dominio propio”, el cual se desarrollaba partiendo del sentido “interno”, es decir, el autoconocimiento de la conciencia. Además, el autor consideraba que la fi losofía guardaba relaciones no sólo con las ciencias naturales sino también con las “funciones más elevadas del alma humana”, como la poesía y la religión. En el último párrafo Janet indicaba que “el fi losofo piensa; el hombre piadoso cree y adora; el poeta canta y sueña; pero un mismo soplo, un mismo Dios, anima a los tres”.15 De la lectura posterior de Janet, Chávez fundamentará la defensa que hace de la educación laica en 1939.16
El discurso del método, de Descartes, y Primeros principios, de Herbert Spencer, parecieron a los
13 Ezequiel A. Chávez, En respuesta, Asociación Civil “Ezequiel
A. Chávez”, México, 1968. 14 El título original era Traité élementaire de philosophie a l’usage des classes. En español se llamó: Tratado elemental de filosofía,
Librería de la viuda de Ch. Bouret, México, 1880. 15 Ver el capítulo VI. Charles Hale, La transformación del liberalismo en México a fines del siglo XIX, FCE, México, 2002. 16 Ezequiel A. Chávez, Glosario e índice biográfico de la obra ¿De dónde venimos y a dónde vamos?, El Colegio Nacional, México, 1947, p. 305.

Rafael Altamira, de la Universidad Central de Madrid, Justo Sierra y Ezequiel A. Chávez, 1910.
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ojos del estudiante incompatibles. Rápidamente se convenció de que aquellas teorías nunca podrían “satisfacerlo”, pues había dentro de él una lucha por mantener incólume su fe hacia Dios. Son años de lucha interior. En tanto, también alimentaba ya su enseñanza de la psicología con la lectura de la Revue de Metaphysique et de Morale y el Boletín de la Sociedad Francesa de Filosofía. En la Revue quizás encontró las discusiones en boga, lo último en estudios psicológicos del mundo.
Chávez se sentía insatisfecho con lo que él llamó su “ansia de un más allá” y el reconocimiento de “lo infi nito”. Si sus creencias religiosas han de ser cuestionadas, hacia 1885, el educador tiene bien perfi ladas esas creencias, así como sus principios morales y de comportamiento están igual defi nidos e interiorizados. Su aspiración no sólo es conocer a Dios, sino mantener una vida ejemplar, recta, como la de todo buen cristiano. En un texto de ese año, desarrolla los mandamientos morales, sociales y espirituales que debe seguir en su vida diaria. Para no enfermarse por causa propia, dice, “se debe estar limpio, no comer mucho, no tomar bebidas embriagantes, respirar aire puro y hacer sufi ciente ejercicio”. Para no perder la razón y no degenerar, se debe “ser moderados en nuestros goces y resignarnos si nos pasan males irremediables”. Para que todos nos quieran: “No ser orgullosos, no tener envidia, no ser coléricos, no odiar a ninguno, no engañar a nadie, no querer mal a nadie”.17
Cuando Chávez cumplió los 18 años sus preocupaciones religiosas y éticas lo llevaron a escribir una vez más sobre las faltas morales individuales y sociales que no debe realizar. En una especie de “credo moral”, relaciona los pecados capitales y los mandamientos de la Iglesia. Por ejemplo, la falta de ejercicio físico diario e intelectual la liga con la pereza; el abuso de alimentos con la gula; la mentira con el octavo
17 AHUNAM, EACH, c. 88, exp. 253, doc. 2, foj. 4, fol. 4-7.
mandamiento.18 Para cuando cumple 20 años su ideas religiosas están ya bien fundamentadas y sólidas. Tanto que la inspiración lo lleva a componer poemas musicalizados dedicados a la virgen María.19
¿Abogado o educador?
Al terminar la Preparatoria, se dedicó al estudio de la abogacía entre 1885 y 1890 en la Escuela Nacional de Jurisprudencia de México. Los maestros que más infl uyeron en él fueron Jacinto Pallares, así como Miguel S. Macedo y Eduardo Ruiz, este último miembro de la Suprema Corte de Justicia y quien se habría de convertir en su futuro suegro. Finalmente, el 26 de febrero de 1891 presentó su examen profesional con un estudio sobre La fi losofía de las instituciones políticas. En esa época, Chávez observaba al mundo entero y en particular a México cercados de inmensos peligros a causa de la condición social y moral en que estaban –cada vez más amenazantes– y sólo una luz divisaba en medio de la oscuridad, la de una educación pública.
De allí que, en un discurso patriótico con motivo de la Independencia de México, enaltezca a los héroes de la patria al llamarlos maestros del “amor patrio” en un siglo que “ha quemado tantos altares”.
La labor de los héroes, asegura, es una “obra de enseñanza: enseñaron cómo se hace bien al pueblo, cómo se ama a las multitudes, y cómo se muere por amor a ellas”. En la visión de nuestro autor, la instrucción completa conlleva un fi n moral, pues pondrá en aptitud al hombre para preverlo todo, es decir, “le permitirá deliberar bien y obrar bien”. Al fi nal del discurso no dejaba de hacer una crítica a los planes de estudio
18 AHUNAM, EACH, c. 88, exp. 253, doc. 3, foj. 10, fol. 8-17. 19 AHUNAM, EACH, c. 96, exp. 288, doc. 2, foj. 8, fol. 16-23. de la Escuela Nacional Preparatoria. El plan no “enseña al que quiere ser ingeniero arquitecto, lengua castellana, ni le enseña lógica”.20
Después del discurso y de varias entrevistas con el ministro Baranda, Chávez fue invitado a colaborar en el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública. Ezequiel A. Chávez se incorpora a la administración de la educación pública cuando recién había obtenido el título de abogado. Sin embargo, ya antes había trabajado 14 meses en la Secretaría de Fomento, Colonización, Industria y Comercio como agente en el ramo de Terrenos Baldíos.21 Su paso efímero por esta Secretaría nos habla de que lo más importante en ese momento para él va a ser el ramo educativo. Tenía 26 años. La primera labor que le ha de encomendar Baranda va a ser la de reorganizar la instrucción primaria elemental. Esta reforma se vio refl ejada en la ley del 3 de junio de 1896, la cual centralizó las escuelas de instrucción primaria elemental, antes dependientes de los ayuntamientos, en una Dirección General de la Enseñanza Primaria. La dirección de esta ofi cina quedó en las manos de Luis E. Ruiz. Esta ley unifi có y sistematizó defi nitivamente la instrucción primaria en el Distrito Federal, constituyéndose como enseñanza media entre la elemental y la preparatoria.22
También habría de reformar el plan de la Escuela Nacional Preparatoria.23 En este nuevo plan fueron modifi cados y uniformados los contenidos de los estudios preparatorios para
20 “La disolución moral y social del mundo contemporáneo y la necesidad de combatirla por la educación”, discurso pronunciado por Ezequiel A. Chávez en la Escuela Nacional Preparatoria el 17 de septiembre de 1895, en AHUNAM, EACH, c. 105, exp. 308, doc. 2, foj. 419, fols. 14-19. 21 AHUNAM, EACH, c. 111, exp. 13, doc. 1, foj. 1, fol. 1, 3, 4. 22 Héctor Díaz Zermeño, Las raíces ideológicas de la educación durante el Porfiriato, FES-Acatlán, México, 1994, p. 23. 23 Ernesto Meneses Morales, Tendencias educativas oficiales en
México (1821-1911), CEE-Universidad Iberoamericana, México, 1988, pp. 520-529.
todas las profesiones. También se cambiaron los cursos anuales que se realizaban en cinco años por cursos semestrales que comprendían ocho semestres. Entre las novedades se reagruparon los cursos de matemáticas. La enseñanza de la aritmética y el álgebra quedaron en un mismo curso, mientras que la geometría analítica de dos dimensiones y elementos de cálculo infi nitesimal en otro; geometría plana y del espacio y trigonometría rectilínea en uno más. Además, a la materia de geografía se le agregó la noción de geología; al curso de raíces griegas se le aumentó el de latinas y a la cátedra de moral se le sumó la de psicología. Para Chávez, la introducción a la psicología como asignatura aparte de la lógica produjo la fi nal desaparición del positivismo como único sistema imperante en las ideas normativas de México.
Realizó también otra innovación fundamental en la Preparatoria: al sustituir el libro de la lógica de Bain –aquel por el cual había generado tanta polémica años atrás– por un texto de lógica de John Stuart Mill, el cual había de resumir, traducir e insertar notas complementarias en 1897.24 Chávez escribió además una Síntesis de los principios de moral de Herber Spencer para la cátedra de moral, así como tradujo del inglés la obra de Bradford Titchner titulada Elementos de psicología.25
A manera de conclusión:
A pesar de que existe un acervo documental impresionante sobre su labor como educador,
24 John Stuart Mill, Resumen sintético del sistema de lógica de J. S.
Mill, México, Librería de la viuda de Ch. Bouret, 1897. 25 Síntesis de los principios de moral de Herbert Spencer, Oficina tipográfica de la Secretaría de Fomento, México 1894. Titchener, Edward Bradford, Elementos de psicología, traducción de Ezequiel A. Chávez, Librería de la viuda de Ch. Bouret,
México, 1907. fi lósofo, psicólogo, traductor, poeta, entre otros quehaceres a los que dedicó su vida, pocos son los estudios que abordan en su totalidad y a profundidad la fi gura intelectual y educativa del educador hidrocálido. No resulta arriesgado asegurar que el Fondo Ezequiel A. Chávez del Archivo Histórico de la UNAM es una fuente virgen e inagotable para el estudio no sólo de este personaje, sino de la política educativa y la vida intelectual de los siglos XIX y XX. Una idea precisa de lo que puede signifi car la obra escrita de Chávez está presente en el propio catálogo de su archivo, el cual registra más de 9 mil referencias, así como incluye cerca de 3 mil imágenes digitalizadas.26 El archivo no sólo contiene la correspondencia del educador con diversas instituciones, informes, ofi cios, notas, proyectos, apuntes, manuscritos y borradores de sus obras, así como algunas fotografías –otra de sus afi ciones–, una rica colección de postales de la época, entre otros objetos y parte de su biblioteca personal; ésta se encuentra en proceso de organización y catalogación.27 Este repositorio, que se encuentra en la Biblioteca Central de la UNAM, sigue siendo de difícil acceso ya que carece de una adecuada clasifi cación.28 Sin embargo, mucho debemos a Sandra Torres Ayala, quien ha logrado ubicar y catalogar dicha biblioteca. De igual manera, María del Carmen Roviera Gaspar, de la Facultad de Filosofía y Letras, actual-
26 Ezequiel A. Chávez, un archivo automatizado: sistema integral de consulta automatizada del Archivo Histórico de la UNAM [Base de datos en CD-Rom], UNAM, México, 2004. 27 Daniel de Lira Luna, “La biblioteca personal de don Ezequiel
A. Chávez”, en Biblioteca Universitaria, nueva época, juliodiciembre 2006, vol. 9, núm. 2, p. 133-143. 28 Sandra Torres Ayala ha logrado identificar 18 541 entre libros, folletos y publicaciones periódicas de la biblioteca personal de Chávez esparcidas en la colección general de la
Biblioteca Central y su Fondo Reservado. Inventario de la biblioteca personal de Ezequiel A. Chávez, tesis para obtener el título de licenciada en historia, Facultad de Filosofía y Letras,
México, 2009, pp. 157.
mente se encuentra recopilando la mayor parte de la obra educativa y fi losófi ca de Chávez para el Colegio Nacional.
El estudio de don Ezequiel arrojaría luz sobre el conocimiento de la historia de las instituciones educativas del país en el momento de transición del largo siglo XIX y el siglo XX. De igual forma nos ayudaría a escudriñar la vida de los intelectuales y la vida cultural de la época. Asimismo, mayores estudios faltan para observar los vínculos académicos, políticos y redes de sociabilidad que se tejieron en torno a agrupaciones e instituciones. Investigaciones que completarían la formación y consolidación de nuevas carreras liberales y su institucionalización (pedagogía y psicología, principalmente).
Fuentes:
Libros y tesis: CHÁVEZ, Ezequiel, En respuesta, Asociación Civil “Ezequiel
A. Chávez”, México, 1968. , Ensayo de psicología de la adolescencia, Cultura, México, 1928, pp. 480. , Glosario e índice biográfi co de la obra ¿De dónde venimos y a dónde vamos?, El Colegio Nacional, México, 1957. , Homenaje a don Joaquín Baranda en la conmemoración del primer centenario de su nacimiento, organizado por la Academia Mexicana Correspondiente a la Española, la noche del 18 de diciembre de 1940, discurso de Ezequiel A. Chávez, Cultura,
México, 1941. , Síntesis de los principios de moral de Herbert Spencer, Ofi cina tipográfi ca de la Secretaría de Fomento, México, 1894. DÍAZ Zermeño, Héctor, Las raíces ideológicas de la educación durante el Porfi riato, FES-Acatlán, México, 1994. DE MARÍA y Campos, Alfonso, Estudio histórico-jurídico de la
Universidad Nacional (1881-1929), UNAM, México, 1980. GARCIADIEGO, Javier, Rudos contra científi cos, Colmex-UNAM,
México, 1996. GONZÁLEZ y González, Luis, La ronda de las generaciones. Los protagonistas de la Reforma y la Revolución Mexicana, Secretaría de Educación Pública-Cultura, México, 1984. HALE, Charles, La transformación del liberalismo en México a fi nes del siglo XIX, FCE, México, 2002. HERNÁNDEZ Luna, Juan, Ezequiel A. Chávez: impulsor de la educación mexicana, UNAM, México, 1981. JANET, Paul, Tratado elemental de fi losofía, Imprenta de la viuda de Ch. Bouret, México, 1880. MENESES Morales, Ernesto, Tendencias educativas ofi ciales en México (1821-1911), CEE-Universidad Iberoamericana,
México, 1988. NERVO, Amado, Semblanzas y crítica literaria, Imprenta Universitaria, México, 1953. STUART Mill, John, Resumen sintético del sistema de lógica de J.
S. Mill, Librería de la viuda de Ch. Bouret, México, 1897. TITCHENER, E. Bradford, Elementos de psicología, Librería de la viuda de Ch. Bouret, México, 1907. TORRES Ayala, Sandra, Inventario de la biblioteca personal de
Ezequiel A. Chávez, tesis para obtener el título de licenciada en historia, Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM,
México, 2009.
Artículos de revistas: DE LIRA Luna, Daniel, “La biblioteca personal de don Ezequiel A. Chávez”, en Biblioteca Universitaria, nueva época, julio-diciembre 2006, vol. 9, núm. 2, pp. 133-143. DÍAZ Zermeño, Héctor, “Ezequiel A. Chávez: rasgos de su trayectoria y pensamiento político-educativo”, Perfi les
Educativos, vol. 21, enero-junio, número 83/84, UNAM,
México, 1999, pp. 69-81.
Archivos: ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Fondo Instrucción Pública y Bellas Artes. ARCHIVO HISTÓRICO DE LA UNAM, Fondo Ezequiel A. Chávez,
Fondo Alumnos.
Bases de datos: Ezequiel a. Chávez, un archivo automatizado: sistema integral de consulta automatizada del Archivo Histórico de la [Base de datos en CD-Rom], UNAM, México, 2004.