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La educación ambiental en el siglo XXI
La educación ambiental
EN EL SIGLO XXI
Irene Romero Nájera
Hace poco tiempo, mi familia y yo tuvimos la oportunidad de disfrutar de unos días de vacaciones en el puerto de Acapulco. Ya habían pasado muchos años desde la última vez que visitamos esas playas y nos sorprendimos al ver cómo ha cambiado ese lugar. Donde antes había una zona de manglar exuberante, ahora hay condominios y hoteles de lujo con tiendas departamentales y restaurantes para todos los gustos. Por un lado, es muy cómodo y agradable tener todo eso a la vuelta de la esquina, pero por el otro, es una verdadera lástima que se estén cambiando los pocos hábitats naturales que aún quedan por sitios y atracciones para turistas. No voy a mentir y decir que no lo disfrutamos; sin embargo, me hizo pensar en las consecuencias que cambios tan radicales como éste traen consigo para el planeta.
en estos tiempos donde el deterioro ambiental es un tema de moda ya que compromete el bienestar de la humanidad por los fenómenos que se están presentando a nivel global como los huracanes, el cambio climático, el efecto invernadero, la lluvia ácida y la pérdida de biodiversidad entre otros, quisiera exponer lo que un cambio de actitud podría hacer con tan sólo estar dispuestos a informarnos y recapacitar sobre nuestras acciones.
¿Es posible cambiar o revertir los daños al planeta?
¡Ésta es la pregunta del millón! A pesar de los esfuerzos científi cos y tecnológicos que se han realizado para buscar alternativas de energía o de materiales más amigables con el ambiente, sin una verdadera toma de conciencia y sensibilización por parte de la población humana, esto será un reto muy difícil. En la medida en la que sigamos sin asimilar los daños al ambiente y que insistamos en no responsabilizarnos de nuestras acciones, el problema seguirá existiendo e incluso se irá incrementando cada vez. No debería ser tan difícil ayudar un poco al ambiente. Existen algunas recomendaciones que podemos llevar a la práctica en la medida de nuestras posibilidades, como utilizar materiales reciclados y biodegradables, no desperdiciar el agua ni la energía eléctrica, usar energías alternativas como calentadores solares, separar la basura, elaborar composta, no liberar mascotas no deseadas al ambiente e infundir valores sobre el cuidado de los recursos naturales
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La etapa más recomendable para adquirir educación ambiental es durante la educación básica, especí camente en la escuela primaria.
y el respeto a la naturaleza. Sin embargo, resulta una tarea ardua en la que se predica con el ejemplo. Por ello es que ahora se están replanteando los programas educativos, pensando en incluir temas sobre educación ambiental y en incorporar en los libros de texto ejemplos y problemáticas ambientales reales de acuerdo con cada contexto social. Así, desde temprana edad se podrán adquirir nuevas herramientas, percepciones, conductas, actitudes y conocimientos con el fi n de relacionarse de manera positiva con el entorno ambiental.
La educación fomentada en casa y reforzada en el aula es la única y más fuerte alternativa que –de la mano de la ciencia y la tecnología– será capaz de mover conciencias y tomar decisiones con conocimiento de causa sobre lo que estamos produciendo, consumiendo y haciendo a favor tanto de la naturaleza como de los recursos naturales.
¿Qué es la educación ambiental?
Existen varias defi niciones de educación ambiental; sin embargo, la más universal y aceptada por la UNESCO es un tipo de educación que pretende concientizar a la población humana sobre distintas problemáticas ambientales que se presentan en cada región del planeta. Para ello, es necesaria la transmisión de información y conocimientos, la promoción de hábitos y valores y la refl exión sobre nuestras acciones cotidianas, que en su conjunto logren modifi car las percepciones, las actitudes y el compromiso personal en benefi cio del ambiente. Con la educación
ambiental se ponen de manifi esto, además, las relaciones que existen entre los seres humanos, sus culturas y sus entornos ambientales. Según el Programa Internacional de Educación Ambiental de la UNESCO-PNUMA (1997), en los programas de esta disciplina se contempla la adquisición de conocimientos y la comprensión, así como el desarrollo de habilidades que estimulen la curiosidad para fomentar una toma de conciencia y orientar hacia un interés informado que eventualmente se traducirá en términos de una acción positiva hacia la protección del ambiente. Es decir, que a través del conocimiento, la sensibilización y la toma de conciencia se pretende modifi car la forma de ver, de pensar y de actuar sobre los problemas ambientales que estamos sufriendo hoy en día, varios de ellos derivados de las actividades humanas.
La educación ambiental no es una materia, es todo un proceso y una fi losofía de vida que pretende hacerse extensiva a los diferentes sectores de la educación formal y no formal a través de la conciencia ambiental, el conocimiento ecológico, el fomento de actitudes, valores y los compromisos individuales y colectivos que culminen en acciones responsables y éticas para el uso racional de los recursos naturales. En ella, se plantean las posibles soluciones de problemas ambientales, como los relacionados con la energía, el paisaje, el aire, el agua y la vida silvestre, entre otras, por medio de un enfoque interdisciplinario y participativo. Cuanto más temprano se inicie este proceso, mejores resultados positivos se obtendrán. La etapa más recomendable es durante la educación básica, específi camente en la escuela primaria, donde todavía el aprendizaje es global y generalizado (una materia tiene que ver con la otra). Los alumnos que se formen hoy en día serán los ciudadanos adultos que tomarán las decisiones en el futuro; por ello, mientras más conscientes e informados estén sobre estos temas, mejores opciones serán capaces de proponer en benefi cio de los recursos naturales y de la humanidad.
Historia de la educación ambiental
El concepto de educación ambiental ha existido siempre, pues desde el surgimiento del hombre en la Tierra, su relación con la naturaleza ha sido muy estrecha. El respeto a la naturaleza y el uso moderado de los recursos habían sido, hasta hace algunos siglos, los pilares para llevar una relación armónica con el ambiente. Sin embargo, con la revolución industrial, la revolución verde y la explosión demográfi ca comenzaron a presentarse tanto problemas ambientales como escasez de recursos que comprometen el bienestar de los ecosistemas y la supervivencia de las especies, incluidos los humanos. Es entonces que a fi nales de la década de 1960 se empieza a mostrar una preocupación real y global sobre el deterioro ambiental y la frase “educación ambiental” comienza a tomar forma en varios foros internacionales.
La educación ambiental se planteó por primera vez en la Conferencia de Estocolmo, Suecia, en 1972, en la que surgió como una necesidad para enfrentar la gran cantidad de problemas ambientales que ya se estaban manifestando. Las bases que la sustentan fueron desarrolladas por expertos durante el Seminario de Belgrado, Yugoslavia (hoy Serbia), en 1975, y se concretaron durante la Conferencia de Tbilisi, Georgia, en 1977. Tras estas reuniones internacionales, se acordó incorporar la educación ambiental en los sistemas educativos. Como parte de las conclusiones derivadas de estos encuentros, se mencionó la necesidad de no sólo sensibilizar sino también modifi car actitudes, aportar nuevos conocimientos y criterios y promover la participa-
ción directa y la práctica comunitaria en la solución de los problemas ambientales.
La educación ambiental en nuestros días
En algunos estados de la República ya se han puesto en marcha proyectos educativos interesados en incluir la problemática ambiental en las escuelas tomando en cuenta su contexto social, como es el caso de Michoacán, donde se integraron contenidos ambientales a los libros de texto para todos los grados de la educación primaria. Otro ejemplo es la serie de educación ambiental desarrollada por la UNESCO, que está orientada a la incorporación de la materia Educación Ambiental en los currículos de la educación primaria y secundaria, así como de la educación universitaria, técnica y profesional, incluidas la formación de los docentes y la educación no formal. Además de este tipo de iniciativas, también existe una gran cantidad de actividades y ofertas educativas adicionales que pueden complementar muy bien los contenidos temáticos que se imparten en las escuelas, desde nivel preescolar hasta nivel universitario; algunas de ellas son: • Cursos de capacitación y actualización a profesores. • Talleres de sensibilización y concientización ambiental. • Ferias de la ciencia. • Rallies que abordan problemáticas ambientales. • Domos digitales móviles. • Materiales didácticos extracurriculares. • Visitas guiadas a parques temáticos, zoológicos, museos, viveros y jardines botánicos, entre otros.
Este tipo de ofertas educativas están disponibles durante todo el año como apoyo a la docencia, con actividades tanto dentro del aula como fuera de ella, como por ejemplo, el domo digital móvil: www.tumuseo.com.mx/. Adicionalmente, se puede encontrar información dirigida al público en general en artículos o notas de divulgación científi ca publicados en periódicos, revistas o páginas electrónicas, sobre temas actuales y sobresalientes que tienen que ver con la problemática ambiental de nuestro siglo y alternativas o sugerencias para cambiar hábitos incorrectos por otros tendientes a mejorar el ambiente para reducir el daño causado, como en algunos de los artículos publicados en esta revista o de las notas de alumnos de ciencias ambientales en la siguiente página electrónica: ambientologos.wordpress.com/.
Aprendamos a disfrutar de lo que nuestro país nos puede ofrecer y aprendamos juntos para que el día de mañana nos sintamos orgullosos de aportar un granito de arena a la solución de diversos problemas ambientales que necesitan de nosotros para detenerlos, disminuirlos, evitarlos o revertirlos.
Información consultada:
Programa Internacional de Educación Ambiental de la UNESCO-PNUMA, Serie 21, Educación ambiental, Centro Internacional de Educación para la Conservación - Ofi cina Regional de Educación de la UNESCO para América Latina y el Caribe, Santiago, Chile, 1997. (unesdoc.unesco.org/images/0009/000963/096345so.pdf).