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sentidos Voces del periodismo
Y SIGNIFICADOS
Voces del PERIODISMO
Arrigo Coen Anitúa (†)
Lo ‘relativo al periódico’ es lo periodístico, y periodicidad es ‘calidad de periódico’. Las periodicidades más comunes son las de publicación diaria (‘diario, giornale en italiano, journal en francés, que lo pasó al inglés; jornal en portugués; daily, otra forma en inglés; Tageblatt, de Tag, ‘día’, y depositphotosBlatt, ‘plana’, ‘hoja’, es decir ‘hoja diaria’, en alemán); bisemanal, ‘dos veces por semana’ (semiweekly, en inglés, del latín semi-, ‘medio’, más el inglés week, ‘semana’); semanal, ‘una vez por semana’, o hebdomadario (del griego hebdomás, -ados, ‘semana’); catorcenal, ‘cada catorce días’; bimensual, ‘dos veces al mes’, que no hay que confundir con bimestral, ‘cada bimestre’, o sea ‘dos meses’; mensual, ‘una vez al mes’ (monthly en inglés, de month, ‘mes’); es rarísimo sesquimensual, ‘una vez cada mes y medio’, esto es ‘ocho veces al año’; trimestral, ‘cada tres meses’; cuadrimestral, ‘cada cuadrimestre o cuatro meses’; semestral, ‘cada seis meses’; anual, anuario o anal (plural anales), ‘cada año’.
La primera época del periodismo fue la de las “hojas de aviso”, o folios, que circulaban, manuscritas, por los barrios gremiales o por los palacios; en Venecia se vendían por una gazzetta (gazeta en dialecto veneciano, diminutivo de gaza, ‘urraca’, del latín Gaja, nombre propio de mujer, quizás por la garrulería tanto de la mujer cuanto del pájaro), moneda de cobre equivalente a unos dos sueldos (del latín solidus, paga que se daba a los soldados mercenarios). Esto dio origen a la adopción del nombre gaceta por muchos periódicos de diversas partes del mundo, y a voces tales como gacetable, que se decía del proyecto digno de promulgación, esto es, que merecía aparecer en la gaceta ofi cial; gacetero, el que escribe en las gacetas, o para ellas, o al que las vende, como es periodiquero el que vende periódicos, y voceador el que los vende voceándolos en la vía pública, a diferencia del que los expende en su quiosco o en su caballete (quiosco nos llega al español, vía el francés, del turco kyoshk o kushk, ‘pabellón’, expresiones de origen persa); gacetilla, “parte de un periódico destinada a la inserción de noticias cortas”, o bien cada una de esas noticias, y también, de modo fi gurado, “persona a la que le gusta andar trayendo y llevando noticias”; el redactor de gacetillas es gacetillero, y a quien es afecto a conversar de novedades se le dice gacetista.
Aparte de “diario” y “gaceta”, y quizá por tratarse del ‘mensajero de los dioses’, varios periódicos de los primeros tiempos se llamaron “Mercurio”; otros nombres
favorecidos han sido “mundo”, “camino”, “heraldo” y “mensajero”; “tiempo” y “correo”, así como “noticias”.
A propósito: aunque noticiario es cultismo y noticiero es voz popular, su equivalente morfológica, la semántica las distingue: un ‘conjunto de noticias’, sea periodísticas, radiofónicas, televisuales o cinematográfi cas, constituye un noticiario; quien da noticias, sea persona o institución –una agencia, por ejemplo–, es noticiero. No es propio decir “Vi en el cine el mismo noticiero que pasaron por televisión”, como tampoco lo es “Fulano está de noticiario en tal periódico o en la radio”. Hágase la analogía con campanero y campanario, y se entenderá claramente la diferencia de sentidos.
Profesión de preeminente carácter social, el periodismo tiene, como esencia y sustancia, la noticia, a cuya búsqueda, compilación, transmisión, argumentación y comentario se consagra; la noticia de interés público, generada en la ecumene o antroposfera, o en el universo al que llega la sonda de la investigación del hombre, y difundida primordialmente por la prensa, pero también por la radio, el cine y la televisión.
Hubo un tiempo en el que una sola persona podía escribir, imprimir y repartir unos cuantos cientos de ejemplares de su periódico; hoy se requiere una organización mundial, en cada uno de cuyos puestos se vive la responsable y complicada profesión del periodismo: dondequiera que suceda algo que pueda interesar a muchos, ahí debe estar el periodista para enviar la noticia, y comencemos, pues, con el reportero, cuyo nombre tomamos del inglés reporter, no como reportaje, que se lo calcamos al francés reportage, el cual lo había forjado sobre el inglés reporter, evolución del inglés medio reporteur, préstamo del antiguo francés, en su turno derivado del latín reportator, agente del verbo reportare, ‘volver a traer’, de re-, ‘otra vez’, y portare, ‘traer’, ‘llevar’, ‘portar’. Antes de que a estas voces se les dieran los signifi cados periodísticos actuales, se refi rieron a información forense o burocrática que un despacho precisaba de otro para la tramitación de los asuntos, sobre todo respecto a la comprobación de infracciones administrativas.
A los reporteros se les encarga una fuente (del latín fons, fontis, en acusativo fontem), o sea un ámbito (esta palabra viene del latín ambire, que literalmente signifi ca ‘ir de uno a otro lado’) del que surjan –por eso se llama fuente– las noticias: al ámbito político, el económico, el laboral, el artístico, etc., con sus ramifi caciones: secretarías de estado, industria, fi nanzas, teatro, policía, congresos científi cos, obituarios, aeropuerto, etcétera.
Hay fuentes que ya no se “cubren” como otrora, indagando el reportero para averiguar el meollo de un suceso, sino que “emiten” (sí, así se dice, ¡qué le vamos a hacer!) un boletín de prensa. No sé si vía francés o directamente del italiano, el español toma bolletino, con el sentido de ‘comunicado’, y todo ello (incluso boleta y boleto) se origina en formas diminutivas de bolla, bollo, ‘sello’, con que se daba carácter ofi cial a un documento: de ahí “boletín meteorológico”, “boletín de Estado Mayor”, y tantos otros, ahora multiplicados, boletines.