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Momoxtli, un tentempié muy actual

Y SIGNIFICADOS

Momoxtli,

UN TENTEMPIÉ MUY ACTUAL

Guillermo Hernández Santana*

El maíz, planta originaria de México, fue –y continúa siendo– la

base de la alimentación de los pueblos mesoamericanos, y su cultivo y consumo se expandió por todo el continente. Una deliciosa manera de comer el grano de esta planta es conocida en México como “palomitas”, y que en lengua náhuatl se llamaba momoxtli. Los europeos se encontraron con ellas en México, y hoy se consumen en casi todo el mundo.

as palomitas, llamadas así en México y en España, reciben una cantidad considerable de nombres en todo el mundo. Por ejemplo, en Argentina se denominan rositas, un término que proviene de roseta. En otras partes del continente, como Guatemala y El Salvador, se conocen como poporopos. Esta palabra es una onomatopeya, igual que el primer segmento del término popcorn en lengua inglesa. En otras latitudes, como en Chile, las palomitas se llaman cabritas, por su semejanza metonímica de color y forma con dichos animales. En la lengua indígena quechua, hablada en Perú, las palomitas se denominan kamcha, que es como se designa al maíz y a las habas tostadas. En el español actual de Perú se conocen como canchitas, que es una adaptación de la palabra en quechua. Los seris, que viven en la costa de Sonora, las llaman hacaaat imaptx, 1 locución que proviene del verbo ccaaat ‘tostar’ y de la raíz verbal –maptx, ‘reventar’, y que es parecida semánticamente a la expresión en quechua.

En la lengua de Nezahualcóyotl, las palomitas se conocen con el término momoxtli. En varias latitudes de América han sido un tentempié común desde tiempos precolombinos y actualmente constituyen un aperitivo muy popular en

* Estudiante de posgrado en Estudios Mesoamericanos, FFyL-

UNAM. 1 Mary B. Moser y Sephen A. Marlett, Diccionario seri - español inglés, Hermosillo, Universidad de Sonora / Plaza y Valdés Editores, 2010.

el mundo, al igual que el chocolate, el tomate y otros alimentos prehispánicos.

Por su parte, el chocolate es nombrado en muchas lenguas a partir del término original en náhuatl: xocolatl. Por ejemplo, en italiano se dice cioccolato; en árabe se escribe , y se pronuncia [ okol’an]; y en japonés, チョコレート [ okoreto]. Todas las formas anteriores se derivan del término xocolatl.

De la misma manera, jitomate es una de esas palabras viajeras que han llegado a muchas lenguas a partir de su forma náhuatl. Aparece como préstamo lingüístico en una multitud de idiomas. En inglés, por ejemplo, la palabra para designarlo es tomato. En japonés se escribe トマト [tomato] y se pronuncia con una fonética similar. En maorí, una lengua hablada en Nueva Zelanda, la palabra es t mato. En francés, danés y alemán también es un préstamo lingüístico a partir del náhuatl.

Si bien los términos con los que se conoce al chocolate y al jitomate en muchas lenguas del mundo parten de palabras de origen náhuatl, no es el caso del maíz. Esta palabra proviene del taíno, lengua hablada en islas del Caribe. De hecho, no es extraño que una palabra taína haya llegado hasta nuestros días, pues los primeros españoles que llegaron a América lo hicieron a través de las islas caribeñas y llevaron al centro de México una buena cantidad de vocablos de dicha lengua, jerga de los caribes y también de los arahuacos. Tal es el caso de cacique, una reinterpretación de kassiquan, que era como se designaba a los jefes indígenas de esas islas en la época precolombina. Los mayas usaban el término cakchiquel, que está registrado en el Popol Vuh y parte del mismo origen.2 La palabra cacique también pudo haber llegado al español mediante

2 Lorenzo Meyer, “Los caciques: Ayer, hoy ¿y mañana?”, en Letras Libres, núm. 24, México, diciembre de 2000, p. 37. la lengua maya, por contacto entre el castellano y las lenguas del Caribe o por ambas vías. Otras palabras que se emplean comúnmente en español y provienen de lenguas del Caribe son canoa y maní.

Resulta un poco extraño que un elemento lingüístico como el nombre con el que se designa al maíz en lengua náhuatl no esté presente en otras lenguas del mundo y que no haya seguido una ruta similar a la de las palabras chocolate y jitomate. El hecho es que el recorrido que siguen las palabras no es sencillo ni predecible. Por ejemplo, el vocablo aguacate proviene del náhuatl awacatl, que en Sudamérica se nombra como palta y proviene de una palabra quechua, pero en México se siguió usando el término náhuatl. Lo innegable es que el maíz es un producto mexicano, pues se ha registrado su uso en el estado de Puebla al final de la etapa lítica, cerca del año 7000 a. C., tiempo del que datan los primeros rastros de agricultura en México. La tradición oral náhuatl explica la evolución y apropiación cultural del maíz a partir del teocintle, una variedad silvestre del maíz.

Especialmente en América existe una gran cantidad de variedades, como el maíz dulce, que es típicamente amarillo; hay también tipos de maíz oscuro, con el que se hace la tortilla azul; además del criollo, el rojo y el maíz reventón. Este último es el que produce las palomitas y, por lo tanto, el momoxtli. En México, este maíz se conoce como palomero y actualmente se puede encontrar empacado para microondas, en bolsas de celofán y en otras presentaciones. Las palomitas son tan comunes en la actualidad que nadie se imaginaría que los nahuas las utilizaron con fines religiosos y también como tentempié. Se preparaban en ollas de barro calientes y se vendían como botana.

Las palomitas de maíz, que hoy en día se encuentran en cualquier ciudad del mundo, son anteriores a las salas de cine y es posible atesti-

guar su presencia antes de la formación de las trece colonias establecidas en la costa atlántica de Norteamérica, de la llegada de los españoles e incluso de la llegada de los nahuas al centro de México. Se han encontrado vestigios de palomitas de maíz en la zona de los grandes lagos de Canadá, donde residen los algonquinos y los iroqueses, hablantes de dos grandes familias lingüísticas del continente americano. Al sur, en la cultura de los moche, también se han encontrado rastros que demuestran el consumo de palomitas hace cerca de dos mil años, y en Colombia hay evidencias del consumo de palomitas antes de nuestra era.

Durante los siglos XI al XIII, en el centro de México constituían un producto ceremonial. Los nahuas las empleaban para elaborar tocados durante la fiesta denominada toxcatl, que tenía lugar durante el mes de mayo. De acuerdo con los primeros memoriales de la Conquista, las palomitas, momoxtli, se utilizaban para pedir lluvia a Tezcatlipoca, pues se dice que representaban la sequía.3 Si bien hay testimonios de su existencia en esta cultura entre los siglos XI y XIII, no fueron los nahuas los únicos en prepararlas. Los nahuas son una cultura que se asentó a partir del siglo XI en la Cuenca de México, pero antes de ellos, ya se habían establecido allí los hñahñús, mazahuas y matlatzincas.

En la costa de Perú, la cultura moche, ya extinta, también consumía palomitas de maíz. Según datos arqueológicos, en el año 300 d. C., los moches las preparaban en ollas de barro bien calientes.

Como se puede apreciar, el nombre que reciben las palomitas de maíz es muy variado en América, pero fuera del continente se conocen generalmente por el término popcorn o una

3 Agnieszka Brylak, “La comida como forma de expresión artística en las fiestas religiosas nahuas”, en Itinerarios, vol. 13, 2011, pp. 236-237. Códice Borgia, Códice Borgia lámina 53 (en Brylak): representación del lámina 53(en Brylak): representacióndel uso de palomitas de maíz en el tocado

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adaptación de éste a la lengua meta. En portugués y gallego se conocen como pipoca, mientras que en francés e italiano se conocen como popcorn, similar al inglés, salvo por el patrón fonológico de cada lengua. En japonés se denominan con un término derivado del inglés ポップコーン [poppukon]. En cambio, la palabra momoxtli con la que fueron nombradas por los habitantes del centro de México, se perdió. En la actualidad ya no son nombradas de esa forma en las variantes del náhuatl, como el que se habla en Guerrero o el de Puebla.

Momoxtli es quizá una de esas palabras que se fueron de la boca de los hablantes para hacer un viaje largo y sin retorno, o tal vez regrese por un camino inexplorado a inundar los oídos de algunos aventurados aprendices de lenguas antiguas o sólo se quede en las imágenes del Códice Borgia y en los primeros memoriales de la Conquista.

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