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El arte del ready-made
Y ARTESANOS
Fernanda Otero Ríos*
ojoacromatico.blogspot.com
El arte es un campo amplio que abarca más de una
disciplina. En la mayor parte de los casos, la primera relación que se crea en nuestra mente al escuchar o leer la palabra arte tiene que ver con pintura, escultura, danza o música; tal vez incluso llegan a cruzar por nuestra mente disciplinas como la arquitectura, la fotografía o el cine.
a mayoría de nosotros, cuando pensamos en las artes en general, nos inclinamos por las definiciones más tradicionales que suelen incluir términos como: técnica, disciplina, creación e incluso belleza. Sin embargo, a partir XX, este tipo de definiciones han resul-del siglo tado insuficientes para abarcar lo que es o no el arte, pues a inicios de este siglo surgieron una serie de manifestaciones artísticas caracterizadas por la ruptura, creándose así una serie de formas distintas de hacer arte, que ponen en cuestión la definición del arte mismo en un proceso de desdefinición que hasta nuestros días sigue causando algunos dolores de cabeza a quienes pretendemos explicar o enseñar a otros lo que es el arte.
Una de las manifestaciones de ruptura que revolucionó el mundo del arte y con ello su definción, fue la creación del ready-made.
* Licenciada en Comunicación Visual por la Universidad de la de la imagen visual por el Instituto Cultural Helénico. Posee experiencia docente de más de 1 experiencia en bachillerato del ITESM. En el año 1917, Marcel Duchamp participó en el Salón de Artistas Independientes de Nueva York con una obra que a la larga cambiaría la manera de percibir el hecho artístico. En esa muestra, Duchamp expuso su famosa Fuente, un urinario normal y corriente que no tenía nada de extraño, salvo el hecho de estar en un lugar que, en estricto sentido, no le correspondía. A ese acto tan especial y transgresor, Duchamp lo llamó readymade (Echeto, 2002).
El ready-made, que a simple vista no es más que un objeto cualquiera, lo cual podría parecer no-arte, es hasta hoy (casi un siglo después) una de las manifestaciones artísticas que más
conflictos suele causar a todo aquel que tiene su primer acercamiento al mundo artístico, pues es inevitable que en la mente del espectador surja www.artinlimbo.comla pregunta de ¿por qué esto es arte?, ¿por qué está en un museo? y ¿por qué se le da un valor cultural tan elevado?
Estas preguntas pueden hacerse ante cualquier otra manifestación artística; sin embargo, lo que suele causar tanto desconcierto es que el ready-made no es algo que entre estrictamente en la categoría de hecho por el artista, sino que es algo que ni siquiera requiere ser hecho. Lo que provoca la indignación del espectador, en general, es ver frente a sí mismo un objeto adquirido en cualquier tienda, sin modificación alguna por parte del artista, elevado a la categoría artística, cuando se supone que el arte es algo especial (la obra de arte) hecho por alguien especial al (el artista). El arte suele ser algo (al menos en n la creencia colectiva) que no cualquiera puede e hacer, pero que primordialmente es hecho, y el el Fuente, Marcel Duchamp, 1917ready-made rompe con este paradigma provocando por ello diversas reacciones, aunque la primera suele ser, por supuesto, el rechazo. para que contemple su mundo con otros ojos
P o r e l l o , e s t e t i p o d e a r t e e s c o n s i d e r a d o y encuentre en su cotidianidad objetos de platransgresor e irreverente, pues rompe con todas cer estético; y en esta búsqueda, el creador del las reglas artísticas del momento, casi como si ready-made sac a d e c o n t e x t o t o d o a q u e l l o q u e fuera una burla, mientras otros prefieren verlo l e p l a c e a l o s sentidos para que los demás sean como una crítica social debido a las circunstan- también capaces de verlo. cias de su origen, ya que surge de la mente de Debemos recordar que el arte obedece a prinartistas refugiados que se niegan a participar en cipios distintos a los de otras disciplinas. Por ello, la Primera Guerra Mundial, por considerarla para grandes pensadores como Hegel (2002), absurda y sin sentido. analizar científicamente el arte es no sólo inco-
No podemos dejar de lado que toda manifes- herente sino imposible, pues rompe con su natación artística es reflejo del lugar y momento turaleza; el arte relaja en lugar de tensionar y es histórico en el que es creada. La obra de arte no l ú d i c o y n o s e v e ro c o m o c o m o l o e s l a c i e n c i a , debe analizarse sólo como un objeto con ciertas es una actividad interior que se basta a sí misma. características plásticas, pues contiene de mane- Así, no es de sorpender que el ready-made ha- ra intrínseca la ideología y forma de ver el mun- ya surgido dentro del movimiento dadaísta, al do de aquel que la crea o la concibe. cual pertenecía Marcel Duchamp, y que es uno
Sin embargo, el ready-made es mucho más de los movimientos artísticos más lúdicos, ya que eso, constituye una invitación al espectador que se caracteriza por el sinsentido, muestra de
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Secador de botellas, Marcel Duchamp, 1914
ello es la definición del mismo Duchamp sobre el ready-made:
Precisar los ready-mades. Al proyectar para un momento futuro (tal día, tal fecha, tal minuto) inscribir un ready-made: el ready-made podrá ser buscado después (con todos los retrasos). Lo importante es, entonces, ese relojismo, esa instantaneidad, como un discurso pronunciado con ocasión de cualquier cosa, pero a tal hora. Es una especie de cita. Inscribir naturalmente esa fecha, la hora y el minuto en el ready-made, como informes. Así el lado ejemplar del ready-made (1989: 114).
Así pues, lo que vale en el ready-made es la idea, el momento de la idea y no la ejecución de la obra, el momento creativo que indica al creador qué objeto sacar de contexto, el concepto, la denuncia que hay detrás del objeto, lo que no se ve a simple vista pero está contenido en el objeto descontextualizado.
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Marcel Duchamp en Milán 1964 junto a su obra Secador de botellas
El arte suspende lo cotidiano y es una invitación abierta; es una realización no sólo manual o mental, incluye también la emoción, el sentir y el bagaje cultural y emocional del creador, y también, por supuesto, su capacidad creativa: “se ha advertido que no es ateniéndose a reglas como se pueden realizar obras de arte” (Hegel, 2002: 55). Eso es precisamente lo que hizo en su momento Duchamp con el ready-made, romper todas las reglas al realizar una nueva categoría plástica, una forma totalmente nueva de crear arte y suspender lo cotidiano; pero, en este caso, no por alejarnos de él, sino al contrario, por acercarnos tanto a la cotidianidad que parece suspendida y ajena. El espectador frente al ready-made se siente suspendido en el tiempo, alejado de la realidad y, sin embargo, más en contacto con ella.
El ready-made, además, es una obra abierta, una invitación lúdica, en la que el espectador es
instado a interpretar y colocar en el objeto múltiples significados, a sentirse incluso como parte de una broma jugada por el artista, y cuestionarse si aquello en verdad es merecedor de ser exhibido como arte, y es justo este cuestionamiento frente a la obra lo que hace posible el arte.
La necesidad del arte en general tiene, entonces, esto de racional: que el hombre en tanto que conciencia, se exterioriza, se desdobla, se ofrece a su propia contemplación y a la de otros. Mediante la obra de arte el hombre, que es su autor, trata de expresar la conciencia que posee de sí mismo. Es una imperiosa necesidad que se desprende del carácter racional del hombre, fuente y razón del arte, como de toda acción y de todo saber (Hegel, 2002: 61).
Por ello es que el arte tiene un lugar tan importante en la sociedad: es un espacio ajeno a lo cotidiano que permite no sólo el encuentro del creador consigo mismo, sino uno en el que la pieza que crea se transforma a su vez en un vehículo, en una puerta abierta para que el espectador también se encuentre a sí mismo en más de un nivel, que es, a fin de cuentas, lo que la experiencia estética en sí misma implica.
Los dadaístas se encontraban en un mundo industrializado, donde todo se producía en serie, y por ello la contemplación del mundo, que se movía cada vez con mayor rapidez, era menor, y había una necesidad imperiosa de hacer patente ese mundo que se vivía sin vivenciarlo y se recorría sin observarlo, y sin apenas tener contacto con él. Ellos trataban no sólo de volcar la conciencia de sí mismos sino de generar la del espectador.
Los ready-mades son, sin lugar a dudas, una de las formas de arte más controversiales, pero también una de las formas más socorridas en el arte contemporáneo; es poco creíble que un concepto vano y superficial hubiera sobrevivido con tanta fuerza y durante tantos años. Sin
Marcel Duchamp y su obra Rueda de bicicleta
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lugar a dudas, Duchamp abrió las puertas a otra conciencia, a otra mirada no sólo en el artista sino también en el espectador.
Duchamp […] fulminó la idea de obra de arte y del creador sacralizado con sus ready-mades. La vía para una nueva estética y nuevas inquietudes intelectuales había sido abierta a golpe de fuerza subversiva” (Rivera, 2001).
Duchamp devolvió al arte su lugar separado de la ciencia, rompió con todo los principios académicos racionales y matemáticos que dominaban al arte y le devolvió la fuerza lúdica perdida; rompió las reglas y permitió al espectador entrar en un juego artístico que representa, hasta la fecha, un reto intelectual y emocional para todo aquel que se enfrenta a él. Nos obliga a cuestionarnos sobre el sentido de la pieza, la definición misma del arte y, si nos atrevemos a
ir más allá, nos permite cuestionarnos sobre nosotros mismos, ¿por qué vemos lo que vemos en el arte?, ¿por qué nos hace sentir de tal o cual modo?, ¿qué es lo que realmente nos hace interpretar lo que interpretamos?
Es así como la obra de arte se transforma, es un espejo de autoconciencia y autoanálisis (si se lo permitimos), y esto resulta aún más impactante cuando la pieza es un ready-made, no porque sea menos valiosa que otras formas de arte, sino por su naturaleza cotidiana. Es entonces cuando uno despierta a la conciencia de que este análisis interior puede lograrse potencialmente en cualquier momento de la vida, pero que la experiencia de la obra de arte nos ofrece ese espacio, ese lugar y ese algo que es muy dificil experimentar en cualquier otra circunstancia; es en ese momento cuando realmente sucede el arte.
Es precisamente esto lo que busca el readymade: ir más allá de la apariencia para contemplar lo que hay detrás del objeto, y esto a la vez busca generar en el espectador una reflexión sobre lo que acontece con su mundo y consigo mismo, qué ha llevado al arte a usar este tipo de conceptos y qué ha llevado al hombre a un momento histórico que requiere esta brutal sacudida a su realidad.
Duchamp se atrevió a lo impensable y abrió el camino para los que llegarían después; mostró al mundo ensimismado que el yo no es lo único, que también hay un afuera, un lugar de comunión y convivencia no sólo con el mundo de lo sensible, sino con el otro y sus ideas. También puso de relieve que la materialidad no es lo único que define la naturaleza de las cosas y que la experiencia estética puede encontrarse, virtualmente, en cualquier cosa, sólo hace falta la disposición del espectador para entrar en el juego de comprender y apreciar la idea detrás del objeto y de atreverse a ir más allá y buscar la comprensión de sí mismo.
Los ready-mades fueron los primeros artefactos que n o s o b l i g a r o n a p e n s a r a l a r t e c o m o u n h e c h o que no depende en su totalidad de la presencia física y tangible de un objeto especial, de una pincelada, de un trozo de mármol o de un excelente dibujo. Los ready-mades nos enseñaron que la vivencia estética también es un asunto intelectual que requiere más de nuestra capacidad para asociar ideas que de la perfección que se le adjudica (merecida o inmerecidamente) a los objetos artísticos que se exhiben en galerías y museos (Echeto, 2002).
Es por ello que los ready-mades tienen un lugar prominente en la historia del arte, no sólo por su capacidad escandalosa de rebelarse en contra de lo establecido por la institución artística, sino por su capacidad para estremecer desde los cimientos mismos el concepto del arte y la idea de lo que se supone que el arte debe ser, y abrir el quehacer de la creación artística a planos menos materiales y más intelectuales.
Referencias
DUCHAMP, M. (1989). Notas. Madrid: Tecnos. ECHETO , R. (2002). Memoria fugaz del arte conceptual venezolano. En Mecenas [en línea]: <www.cayomecenas. com/mecenas1262.htm>. HEGEL, G. W. F. (2002). Lecciones de estética. México: Ediciones Coyoacán. RIVERA, S. (2001). Marcel Duchamp: el silencio. En Biblioteca
Babab, núm. 9 [en línea]: <www.babab.com/no09/marcel_duchamp.htm>.