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Acercamientos de Torres Quintero a la enseñanza de la geografía
E INCERTIDUMBRES
Acercamientos de Torres Quintero
A LA ENSEÑANZA DE LA GEOGRAFÍA
www.bibliotecavirtualdeyucatan.com.mx María Esther Aguirre Lora*
El propósito de este texto es explorar una faceta poco conocida de diálogo con geógrafos y maestros normalistas en torno a la modernización de la enseñanza de la geografía en la escuela básica. 1 Organizo el texto en con los profesores de Geografía más reconocidos del porfiriato; segundo, su toma de posición sobre la enseñanza de esta asignatura escolar, en distintos espacios de intervención académica, con los maestros normalistas.
Formarse con los geógrafos
Nuestro autor, que ya ejercía como maestro de primaria en su natal Colima, se fue becado a estudiar en la Escuela Normal de México (1888), recién fundada. Eran años espléndidos de la joven institución; entre los profesores más destacados de ese entonces, Gregorio Torres tuvo a
* Investigadora titular en el Instituto de Investigaciones sobre la
Universidad y la Educación, UNAM. 1 Los planteamientos aquí expresados se desarrollan con mayor amplitud en el capítulo “Querella por la geografía escolar”, que forma parte del volumen colectivo Sendas y matices en la obra pedagógica de Gregorio Torres Quintero, coordinado por María de los Ángeles Rodríguez (Universidad de Colima /
UNAM-IISUE 12), pp. 1 1 quienes los estudiantes llamaban “la trinidad”: nada menos que Miguel E. Schulz (1851-1922), en Geografía; Manuel María Contreras (18331902), excelente en Matemáticas; e Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893), destacadísimo en Literatura y Poesía (Torres, 1929: 4-5).
Torres no quería perderse clase alguna; par- t i c u l a r m e n t e n o s re m i t e a s u e x p e r i e n c i a c o n Miguel E. Schulz, prestigiado profesor de la Esc u e l a N a c i o n a l P re p a r a t o r i a y a u t o r d e A p u n tes para el curso de geografía en la Escuela Nacional Preparatoria (México, Impresor Epifanio D. Oroz co, 1892), quien daba clases a las siete de la mañana, en pleno invierno (enero), “muy temprano para un costeño en un mes invernal –nos dice. Pero el costeño hacía de tripas corazón y casi ti-
ritando de frío se presentaba en clase, primero que los demás alumnos” (Torres, 1929: 9). Con Schulz, se aproximó a una nueva concepción de la geografía que transitaba del simple recuento de fenómenos de la superficie terrestre al estudio de las interrelaciones del medio natural y el medio humano. Además, la sencillez, el afecto y la buena disposición, aunados al conocimiento y los recursos que el profesor ponía en juego en sus clases, marcarían a sus alumnos normalistas en la forma en que años después se acercarían a la enseñanza de la geografía:
A la palabra hablada unía la gráfica, una gráfica experta que hasta podríamos titular parlante. No hablaba sin hacer uso constantemente del pizarrón. Sus cartas geográficas dibujadas a colores en éste a paso y a medida que avanzaba la exposición de la materia eran obras maestras, y para dibujarlas no consultaba obras o atlas: las llevaba vivas en la mente, y de ellas salían limpias y bonitas como si fueran producción suya (Torres, 1929: 7).
Son imágenes que persistirían, pues más adelante, pasado el tiempo, Torres sugeriría a los maestros hacer mapas en el pizarrón:
Al buen maestro que va a dar una lección de Geografía, me lo imagino yo de la siguiente manera: trazando el mapa en el pizarrón al mismo tiempo que da a sus alumnos las explicaciones respectivas. Este mapa, hecho con gises de colores, deberá ser copiado por los alumnos a paso y a medida que el maestro explica y dibuja (Torres, 1901: 88).
E insistía en la actitud de improvisar útiles escolares, el mejor antídoto frente a las carencias que se constataban: “¿Queréis cartas ilustrativas de las definiciones geográficas? Un maestro entusiasta y cumplido las hace de unas cuantas pinceladas en dos o tres pliegos de papel” (Torres, 1896: 40).
En la Normal, cuando concluía el año escolar, examinaban a los estudiantes otros sinodales competentes en la materia. En el caso de la materia de Geografía de México, que había cursado con Schulz, lo examinó otro profesor de la misma Normal:
... un hombre como de cincuenta y seis años, delgado de cuerpo, de ancha cabeza, de barba gris, de cara alargada por el uso de luenga piocha, de tez blanca, de aspecto benévolo, y que vestía esmeradamente de obscuro […] recuerdo perfectamente la cuestión que me propuso. “Haga usted mentalmente, me dijo, un viaje desde esta ciudad hasta Acapulco; descríbalo, miente los lugares del tránsito y mencione las sierras que atraviese”. Aquella forma de examen me sorprendió; reflexioné un rato, traté de organizar mis ideas y comencé a hablar. En el curso del examen me ayudó a hablar. Era jovial y bueno. Y obtuve la más alta calificación. Y supe después que ese caballero era el Ing. Antonio García Cubas (Torres, 1931: 292).
La sorpresa y admiración no fue menor… ¡Se trataba del reconocido geógrafo Antonio García Cubas (1832-1912), que había rodeado sus años de estudio en el Liceo para Varones de Colima ( 1 8 8 1 - 1 8 8 3 ) ! G re g o r i o e s t u d i ó e n e l C u r s o d e Geografía Universal, el primer texto escolar sobre geografía escrito en nuestro país, a escasos dos años de que esta materia de estudio se incluyera oficialmente en la escuela primaria (1867). Por otra parte, en el Liceo de Colima, de las paredes pendían las cartas que integraran el Atlas Geográfico, Estadístico e Histórico de la República Mexicana (México, José Mariano Fernández de Lara, 1858), que fue, d e h e c h o , e l p r i m e r a t l a s d e l M é x i c o i n d e p e n diente hecho por García Cubas, pues antes sólo se conocía el Atlas géographique et physique de la N o u v e l l e E s p a g n e ( P a r í s , 1 8 0 8 ) , c o m p i l a d o p o r e l b a r ó n A l e j a n d ro d e H u m b o l d t , y s e t e n í a n escasas noticias del que,
Sergio Zaragoza Sicre en commons.wikimedia.org Antonio García y Cubas, Curso elemental de geografía universal
Antonio García Cubas (recuadro) es el autor del primer texto escolar sobre geografía que se escribió en nuestro país
a gran escala, pendía de las paredes de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística.
Por esos años, se llevaron a cabo dos ediciones del Congreso de Instrucción Pública (1889 y 1990), a las que Torres Quintero asistió en calidad de estudiante y becario. Entre las muchas novedades que conoció, en el Segundo Congreso tuvo la experiencia de ver a su querido maestro Miguel E. Schulz junto con el geógrafo Antonio García Cubas participando en el área de geografía, junto con los pedagogos Alberto Correa (1849-1909) y Carlos A. Carrillo (1855-1893); todos, muy reconocidos en su campo y tomados en cuenta en los acuerdos respecto a la enseñanza de su materia.
Toma de posición de los normalistas frente a la enseñanza de la geografía
Torres Quintero formó parte de las generaciones que recogerían el fruto de madurez de lo que fuera el siglo de oro de la pedagogía mexicana, y desde ahí daría la batalla, con la comunidad de maestros normalistas, por renovar la enseñanza de la geografía a partir de los principios de la pedagogía moderna.
En el terreno de la geografía escolar, Gregorio Torres, al igual que la comunidad de maestros normalistas, era consciente del deslinde que se operaba con el ámbito de competencia de los geógrafos:
En cuanto a materia de enseñanza debe ceñirse a su denotación y connotación exactas, según la han constituido los geógrafos modernos. Y en vista de su verdadero carácter y contenido, de su fondo y de su alcance, el maestro debe buscar los medios para tratarla como .materia de enseñanza (s/f: 2)
S u a p u e s t a , e n l a q u e c o i n c i d e c o n s u s i n t e r l o c u t o re s , e r a e c h a r a a n d a r u n a e n s e ñ a n z a m o d e r n a c o n s e c u e n t e c o n u n a g e o g r a f í a m o derna: dotar a los alumnos con un arsenal útil, propio de los nuevos ciudadanos conocedores de la realidad de su país, capaces de inscribirse en los procesos de modernización que se percibían en México:
... no más definiciones y letanías de nombres propios para aprenderse de memoria. La pedagogía moderna ha sustituido a esta árida y seca nomenclatura con un estudio vivo y lleno de atractivos que se dirige a los sentidos y a la inteligencia del alumno y no olvida, como dice nuestro Reglamento, que lo más necesario para el niño, es “conocer la vida agrícola, industrial y comercial de las diferentes partes del estado o de la República y del mundo entero, sus riquezas naturales y sus vías de comunicación” (Torres, 1897/2004: 223).
En efecto, la pedagogía occidental, en el curso del siglo XIX y aún entrado el siglo XX, experimentará el impacto de dos fuertes tradiciones: la que se sustentaba en Juan Jacobo Rousseau ( 1 7 1 2 - 1 7 7 8 ) y l a q u e re c u r r í a a J u a n E n r i q u e Pestalozzi (1746-1827). En ambas, el centro de la renovación educativa era el alumno, y si una abogaba por que la instrucción se efectuara en contacto con la naturaleza, en la otra se trataba de remplazar la enseñanza libresca y verbalista por la intervención del mayor número de sentidos posibles apelando a la experiencia personal, también en contacto con la realidad o bien con su representación (Pestalozzi, 1956).
A c o rd e c o n l o s p r i n c i p i o s p e s t a l o z z i a n o s , G re g o r i o Torres recomendaba el uso del dibujo no como fin en sí mismo, sino como herramienta útil, con sentido práctico, como auxiliar didáctico para ayudar a los estudiantes tanto en la percepción de los contornos de las superficies como a fijar en la memoria el recuerdo de los fenómenos geográficos. En este sentido, recuerda los argumentos de Compayré, citando a M. Bain:
Al dibujar un mapa, dice M. Bain, el alumno graba en la memoria los principales detalles del país que ese mapa representa, así como al copiar el pasaje de un libro graba en su cabeza las expresiones y las ideas del autor (apud Compayré, 1897: 353).
A las influencias de Rousseau y Pestalozzi –que formaron parte del esfuerzo colectivo en el que se inscribe la labor de Torres Quintero para orientar por nuevos cauces la pedagogía mexicana en general, y en particular la enseñanza de la geografía–, es necesario sumar la convergencia del positivismo, que haría hincapié en la cuidadosa observación, en el experimento, así como en la generalización de métodos que iban de lo particular a lo general. Esto implicaba transitar de la aprehensión directa del río, la montaña, etc. (geografía física), al desplazamiento de lo cercano a lo lejano: “la familia, luego pasaba a la aldea, la iglesia, la alcaldía, los caminos que iban a la ciudad, etc.” (Torres, s/f: 19), introduciéndose a la geografía política. Asimismo, se dirigiría al niño a observar salida y puesta del sol, estrellas, etc., a fin de iniciarlo, por último, en la geografía astronómica –exactamente al contrario de la marcha seguida por el ingeniero topógrafo García Cubas.
Estos supuestos se traducirán, para la comunidad de maestros y pedagogos de esos años, en dos principios que puntualizó Torres, entre otros: “1) ir de lo conocido a lo desconocido, 2) recurrir a la observación directa siempre que se pueda” (1897/2004: 220); principios que también
ident i f i c a c o n l a m a rc h a s i n t é t i c a y a n a l í t i c a e n e l estudio de la geografía (1897/2004: 220) sustento del programa oficial.
Gregorio Torres no estaba solo. Formaba parte de una comunidad de maestros pedagogos, con lecturas y convicciones compartidas, entre las que era recurrente Gabriel Compayré (184321913). En relación con el caso que nos ocupa, 3entre las aportaciones de este autor subyacían tanto argumentos como propuestas operativas en torno a la enseñanza de la geografía, de las que se nutrió Torres; compartía con él, incluso, la crítica a lo que se consideraron las exageraciones de Rousseau, a la vez que ampliaba –también en diálogo con los geógrafos y los maestros normalistas mexicanos– el arsenal de recursos didácticos de los que se podría disponer. Asimismo, por medio de Compayré entraría en contacto con las propuestas de Émile Levasseur (1828-1911), el principal impulsor de la reforma de la enseñanza en Francia después de 1870, así como con la concepción de la materia propuesta por el geógrafo Élisée M. Reclus (1830-1905) (Compayré, 1897: 348 y 349, respectivamente), quien superaba la perspectiva evolucionista apelando a la relación armoniosa entre los seres humanos y su planeta, lo cual constituirá la posición de avanzada de ese tiempo, que circularía en los medios que llevaban la voz cantante en las propuestas del momento. Torres Quintero la asume y constantemente reitera:
La definición de geografía como la descripción de la tierra es incompleta y conduce a fatales consecuencias en la enseñanza. La geografía es mucho más que eso: es el estudio de la tierra en su
2 Para 1892 ya había publicado Resúmenes y lecturas del curso de moral teórica y práctica, de Gabriel Compayré. 3 Particularmente me refiero al Curso de pedagogía, teoría y práctica (1897), donde integra un capítulo práctico sobre la VI relación con el hombre y la vida […] La geografía escolar no es diferente de la geografía como ciencia, tal como la han constituido los geógrafos. En las escuelas, desde los grados inferiores hasta la universidad, la geografía debe ser siempre lo que es: el estudio de la tierra en sus relaciones con el hombre y la vida (s/f: 22-23).
El diálogo con estos autores, aunado al conocimiento de la comunidad de maestros pedagogos –de la que nuestro autor era un connotado exponente–, con respecto a las necesidades educativas del país, le permitieron abundar en sus reflexiones y prescripciones para la enseñanza de la geografía en la escuela básica mexicana. De modo que muchas de las novedades que circulaban en los países más avanzados trató de integrarlas a la enseñanza de la geografía en la escuela pública, y en la medida en que paseos y excursiones no fueran posibles, se remplazarían por representaciones de diverso tipo: “… vistas, grabados, láminas, mapas, esferas”, más allá del empleo de los libros de texto de geografía nacional y local (Segundo Congreso Nacional de Instrucción Pública, 1891: 62), nos dice Torres haciéndose portavoz de las teorías en boga y de las resoluciones de los congresos de instrucción pública (1901: 87).
En sus propuestas y reflexiones, domina el sentido de utilidad del saber geográfico para los niños que enfrentan la necesidad de formarse como ciudadanos de la nación que se transforma, marcada por el ritmo de su propio crecimiento e inserción en el sistema-mundo, donde había quedado lejos tanto la geografía como entretenimiento o conjunto de datos curiosos, como su enseñanza memorística:
Al estudiar un continente, una región o un país, atención será puesta en su superficie, sus montañas, sus tierras altas y bajas, sus ríos y lagos, sus li- t o r a l e s m o n ó t o n o s o re c o r t a d o s , s u c l i m a , s u s temperaturas invernales y estivales, los vientos
dominantes y la precipitación pluviosa. Con este preludio los alumnos serán capaces de llegar a formarse una opinión razonable acerca de las industrias que pueden existir en la región considerada. Verán que las cascadas pueden favorecer el establecimiento de fábricas, que los cultivos pueden desarrollarse en los bajíos, así como pueden d i f i c u l t a r s e e n l o s t e r re n o s e s c a b ro s o s o l l e n o s d e p i e d r a s o c a n t o s ro d a d o s , q u e l a a g r i c u l t u r a extensiva y la ganadería pueden prosperar en los terrenos planos y vastos, que en tales condiciones es aplicable la maquinaria agrícola, pero donde el
AHEC [Archivo Histórico del Estado de Colima], Fondos Especiales, Fondo GTQ
trabajo ha de desempeñarse a mano o con instrumentos más o menos primitivos no es posible la formación de grandes ranchos (s/f: 15).
De tal modo, sensible a estas influencias e n t re l o s m a e s t ro s - e d u c a d o re s d e avanzada, Torres Quintero, en colaboración con Daniel Delgadillo –también discípulo de Miguel E. Schulz, en lo que coincide con Torres y con otros compañeros de generación–, editó una selección de textos titulada Artículos pedagógicos de Carlos A. Carrillo, en dos volúmenes (1907), entre los que la geografía ocupaba una de las secciones relevantes en el tomo referente a los artículos prácticos. Carrillo, por su parte, había quedado muy bien impresionado de su visita a las escuelas alemanas para observar la enseñanza de la geografía; asimismo, en estrecho intercambio con Marie Pape Carpentier, ya en 1885 había traducido su libro dirigido a las nociones que en este campo habrían de adquirir los niños.
Todo ello conduciría a Gregorio Torres a ir afinando y sistematizando sus reflexiones y propuestas en torno a la enseñanza de la geografía –esto se percibe conforme avanzan los años–, de modo que no es de sorprender la maduración que logra al respecto en sus “Breves consideraciones acerca de la metodología de la geografía”, uno de sus escritos inéditos, postreros.
Referencias
COMPAYRÉ , G. (1897). Curso de pedagogía, teoría y práctica.
Traducción de F. Sarmiento. París: Librería de la Vda. de
Ch. Bouret.
PESTALOZZI, J. E. (1956) [1801]. Cómo Gertrudis enseña a sus hijos. Traducción, introducción y notas de Domingo Tirado Benedí. México: Fernández Editores (Colección Ensayos pedagógicos). SEGUNDO Congreso Nacional de Instrucción Pública (1891).
Informes y resoluciones. México: Imprenta de Francisco
Díaz de León.
TORRES, G. (1896). Improvisación de útiles escolares. En La educación contemporánea. Quincenal pedagógico. Órgano de la Sección de Instrucción y Beneficiencia Públicas, tomo I, núm. 3, (1° de enero), Colima, pp. 39-40.
(1897). Metodología de la geografía. En La educación contemporánea, Colima, 15 de abril de 1897. En Tesis pedagógicas. Gregorio Torres Quintero, introducción y recopilación de Genaro Hernández Corona. Colima: Universidad de Colima, 2004, pp. 223-224.
(1901). Los mapas mudos. En La Enseñanza Primaria. Órgano del Colegio de Profesores Normalistas, t. I, núm. 6 (15 de septiembre), Ciudad de México, pp. 87-89.
(1929). Alocución presentada por el Profesor Gregorio Torres Quintero en la velada que la Academia de Historia y Geografía consagró a la memoria del Sr. Profesor Miguel E. Schulz el 4 de septiembre de 1929, México, D. F. En AHEC, Fondos Especiales, Colección GTQ, caja 1, legajo 2 “Discursos”, Exp. 7.
(1931). Elogio del Sr. Ing. Antonio García Cubas, pronunciado la noche del 23 de julio de 1931 por el profesor Gregorio Torres Quintero, M. A. A. En Memorias de la Sociedad Científica “Antonio Alzate”, t. 52, núm. 9, México, p. 289-203.
(s/f). Breves consideraciones acerca de la metodología de la geografía. En AHEC, Fondos Especiales, Colección GTQ, caja 1, legajo 2 “Trabajos”, Exp. 2.