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Educación e identidad cultural Migrantes extranjeros en México

Educación e identidad cultural

MIGRANTES EXTRANJEROS EN MÉXICO

Gloria Celia Carreño Alvarado*

La migración extranjera a México tuvo su mayor flujo a fina-

les del siglo XIX, como parte de un proceso sistemático que impactó la composición de la población mundial. Este fenómeno comenzó a cobrar auge en la mitad de ese siglo a consecuencia de la modernización industrial, el crecimiento demográfico, la pobreza o causas políticas y guerras que desencadenaron acciones de xenofobia y persecuciones, lo cual convirtió a muchos países en expulsores de grandes grupos de personas que buscaban lugares donde se ofrecieran mejores perspectivas de vida.

Archivo Histórico de la Comunidad Maguén David

os inmigrantes extranjeros que se avecindaron en México se organizaron comunita- riamente y crearon instituciones para res o l v e r s u p ro b l e m á t i c a d e s a l u d , n e c e s i d a d e s económicas, así como respecto al cuidado de an- cianos, viudas y niños, y a fin de prolongar su identidad y cultura a través de la educación.

Cuando la inmigración procedente de diversas partes del mundo se dirigió a México, éste no era un país rico y la intolerancia histórica hacia otra religión que no fuera la católica impidió el arribo grupal y sobre todo masivo de extranjeros que quisieran avecindarse en el país. Al de- cretarse la libertad de culto, durante la época de Juárez, se marcó una importante apertura hacia ese fenómeno social. Un poco más tarde, en la

* Académica en el Archivo Histórico de la UNAM, Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (AHUNAM-

IISUE). época del Porfiriato, no sólo se permitió, sino que fue impulsada mediante proyectos de colonización (Salazar, 1996: 25).

A México llegaron españoles, italianos, franceses, belgas, japoneses, ingleses, alemanes, austriacos, libaneses, griegos y personas de otras nacionalidades que buscaban ciertas oportuni- dades económicas. Algunos, principalmente chinos y coreanos, vinieron contratados en calidad de trabajadores; y hubo otros que llegaron perseguidos por actos de intolerancia religiosa o racial, como menonitas, mormones y judíos.

La incorporación de los inmigrantes tanto a la vida económica como social del país fue rápida. Todos venían buscando una mejor forma de vida y oportunidades económicas. Muchos de ellos v e í a n a M é x i c o s ó l o c o m o u n l u g a r d e p a s o , y a q u e t e n í a n l a e s p e r a n z a d e c o n t i n u a r d e s p u é s su trayecto a los Estados Unidos, país al que no siempre podían llegar, en especial a partir de

la segunda década del siglo

XX, cuando las restricciones a la inmigración se fueron haciendo cada vez más severas, por lo cual terminaron a s e n t á n d o s e d e f i n i t i v a m e n t e e n n u e s t ro p a í s , d o n d e crearon instituciones y organismos para conservar su cultura.

El nuevo siglo comenzó con grandes revoluciones y cambios sociales en México. La Revolución de 1910 se levantó como un movimiento popular contra el viejo orden (Martínez, 2001: 709), que, si bien frenó el proceso de colonización, éste se volvió a estimular durante el gobierno del presidente Álvaro Obregón (19201924), quien hizo especial énfasis en la política de admisión de colonos extranjeros. Al sucederlo en el poder, Plutarco Elías Calles manifestó su interés –difundido en la prensa europea y estadounidense– de continuar la misma política de apertura hacia la inmigración, mientras que los Estados Unidos le habían aplicado serias restricciones (Daniels, 1990: 223-224). Poco después, también México comenzó a limitar la inmigración a causa de la crisis económica.

Otro aspecto de la inmigración que se presentó en la década de los cuarenta fue la llegada de refugiados; primero, los españoles de la República, y posteriormente alemanes, austriacos, belgas, franceses, rumanos, checos y polacos durante la Segunda Guerra Mundial, que a pesar de su limitado número resultan significativos porque su refugio fue un acto de solidaridad internacional.

Hubo nuevos flujos de inmigración a México en los años cincuenta, cuando se registra la llegada de estadounidenses perseguidos por el macartismo, y de algunos otros que, tras su ju- bilación, habían decidido establecerse aquí. Más recientemente, llegaron latinoamericanos: chilenos, argentinos, guatemaltecos, entre otros, a consecuencia de las dictaduras que gobernaron a esos países en los años setenta.

En todos los ciclos migratorios, y con independencia de los motivos que los obligaron a salir de su lugar de origen y de las circunstancias de acogida, quienes llegan se enfrenta a un proceso de adaptación y de vulnerabilidad. Es decir, deben adaptar su visión del mundo, religión, cultura e idioma, valores, actitudes, ideologías, y hasta un concepto de pueblo, a una realidad distinta. ¿Qué significa esto?: que el reto de incorporarse a un nuevo país implica, por una parte, la conservación de la identidad y, por la otra, la adaptación a ese nuevo entorno.

Como la mayoría de los inmigrantes comenzaban casi sin capital, sin ninguna perspectiva de seguridad, la necesidad de ayuda mutua y de apoyar al que menos tenía impulsó la formación de asociaciones de beneficencia privada y otras organizaciones y clubes en el interior de estos grupos de inmigrantes. Otro aspecto importante fue la creación de colegios, en los cuales pudieran conservar su cultura, idioma e identidad.

Dichas instituciones fueron evolucionando hasta convertirse en instituciones abiertas a la sociedad receptora, pero en ellas se sigue conservando y protegiendo el derecho de las minorías étnicas para establecer y mantener sus propias escuelas y otros procesos de capacitación en sus idiomas maternos. Veamos algunos ejemplos.

Ingleses

La migración inglesa a México tiene dos características (Parra: 1994-1995): la primera es que su presencia se asocia directamente con la llegada de capital inversionista, la segunda es la desproporción en términos numéricos entre los individuos que llegaron y el poder económico que significó su presencia. Se trató de una migración en búsqueda de nuevos ámbitos de inversión. Por ejemplo, mineros, entre los que llegaron cuadros

www.greengates.edu.mx

El actual campus de la Greengates School se construyó en Naucalpan, Estado de México. El proyecto fue diseñado por el arquitecto Innes Webster y la primera piedra la colocó el embajador británico Sir Peter Hope en 1969

directivos, ingenieros y trabajadores especializados en minería, principalmente a Real del Monte, así como a Mineral del Chico, en el estado de Hidalgo; a la Bolaños Company, en Zacatecas y Jalisco; a la Tlalpujahua Company, en Michoacán y el Estado de México; a la Anglo American, con intereses en Guanajuato, Estado de México y San Luis Potosí; a la United Mexican Mining Company, con establecimientos en Veracruz, Za- catecas y Oaxaca; y a la Catorce Company, con intereses en San Luis Potosí, Querétaro y Estado de México. Estos grupos de mineros mantuvieron un sentido de comunidad en cada zona en la que se establecieron, donde fundaron hospitales, iglesias y escuelas.

En los centros urbanos se asentaron inversionistas financieros y de casas comerciales, entre otros, quienes consolidaron lazos comunitarios. En la actualidad, la comunidad británica destaca sobre todo en el ámbito empresarial, así como en la difusión del idioma inglés. Han formado instituciones como la Greengates School y The Anglo Mexican Foundation, organización no lu- crativa que, a través de sus instituciones, The Anglo, The Churchill School y Churchill Colle- ge, se enfoca en la capacitación y educación, además de efectuar actividades culturales y sostener programas de becas.

Franceses, belgas y suizos

Los primeros inmigrantes franceses comenzaron a llegar a México en 1828, cuando Antonio López de Santa Anna, gobernador de Veracruz, firmó una concesión de 300 leguas cuadradas a favor de Laisné de Villaveque bajo la “formal condición de […] establecer la cultura de la viña, la seda y demás” (Chávez, 1968: 21). Finalmente se dotó con 500 leguas cuadradas a 500 colonizadores que llegaron para encontrarse con un lugar de naturaleza abrupta y hostil que

commons.wikimedia.org ©

Eugène Boban Duvergé, anticuario francés en México

pocos de ellos resistieron: en 1855, Minatitlán tenía sólo 81 habitantes franceses (Pérez, 19941995: 27).

Más tarde, debido al interés de Porfirio Díaz y del gobierno mexicano por la cultura francesa y todo lo proveniente de Francia, se propició una llegada masiva de inmigrantes franceses, que decidieron establecerse en el Bajío y en los llanos de Jalisco, Yucatán y Zacatecas. Los barcelonnettes franceses se fueron asentando en la re- gión del Bajío, Michoacán, la Huasteca (San Luis P o t o s í , Ve r a c r u z , Ta m a u l i p a s ) , a s í c o m o e n l a S i e r r a N o r t e d e P u e b l a y a l g u n a s c i u d a d e s d e Veracruz.

Respecto a los belgas, en 1836, al reconocer Bélgica a México como nación independiente, se abrieron consulados (Veracruz, 1838) y se firmó un tratado bilateral de comercio y navegación. La migración belga fue escasa: algunos comerciantes mayoristas, algún hacendado, industriales y negociantes farmacéuticos, hortelanos y floristas. Durante la invasión francesa, un millar de voluntarios belgas combatió al ejército nacional mexicano y alguno que otro soldado se quedó en México. Fue en el Porfiriato, como sucedió en el caso francés, cuando se propició la llegada de inversionistas europeos; entonces, empresarios e ingenieros belgas empezaron a ingresar a México en un ambiente de bonanza.

En 1884, un ambicioso proyecto de colonización llamado Nueva Bélgica, en Chihuahua, estaba encaminado al cultivo de lino, pero terminó en fracaso para un centenar de emigrantes belgas. Como antes, la inmigración belga en México siguió siendo ocasional, y estaba formada por profesionistas o técnicos especializados. Hacia 1900, jardineros flamencos se encargaron de la creación del bosque de Chapultepec; sin embargo, la Revolución Mexicana mermó la presencia belga (Everaert, s/f).

Los suizos inmigrados a México fueron princ i p a l m e n t e e m p re s a r i o s d e l a i n d u s t r i a d e l a construcción, el cemento, la fabricación de relojes y el turismo. Entre los primeros asentamientos de inmigrantes suizos, destaca una colonia suiza en Apaxco, Estado de México, asentada allí debido a la construcción de una cementer a e n l a z o n a . P o s t e r i o r m e n t e , a l g u n o s d e s u s miembros se disgregaron por Baja California Sur y Macuspana, Tabasco. Existen otras comunidades suizas en la Ciudad de México, Cuernavaca (Morelos), Puebla y Quintana Roo. Según el censo del año 2000, había 1478 suizos residiendo en México (Inmigración en México, s/f).

Integrantes de estas tres nacionalidades fundaron la Beneficencia Francesa, Belga y Suiza, o rg a n i z a c i ó n u n i d a p o r e l i d i o m a y a f i n i d a d c u l t u r a l ; c o n a c c i o n e s y e s t a b l e c i m i e n t o s c o mo:

p a n t e o n e s , a s i l o s , o r f a n a t o s , c e n t ro s asistenciales (“Asociación Franco, Mexicana, Suiza y BelIAP” 2015; “Historia del Co-ga de Beneficiencia, legio Suizo de México”, s/f). También fundaron el Colegio Suizo de México en 1965, con una formación plurilingüe en la que destacan el francés, alemán e inglés.

Alemanes

Los primeros alemanes llegaron a México como agentes de casas comerciales e inversionistas en XIX. Por lo general, la segunda mitad del siglo los comerciantes alemanes ofrecían a su clientela mexicana linos, artículos de seda, mercancías de fierro y acero, además de artículos de vidrio y madera, juguetes, instrumentos de música, vi- nos y cervezas. También formaron compañías

maestrosdelcolegioaleman.wordpress.com m i n e r a s e n l u g a re s c o m o E l C h i c o , Z i m a p á n y Pachuca (Hidalgo), Angangueo (Michoacán) y Temascalpetec (Estado de México) (Von Mentz de Boege, 1979: 67-92), lo cual consolidó a la colonia alemana residente en México.

Fundado en 1894 por inmigrantes alemanes con el propósito de conservar el idioma y la cultura, el Colegio Alemán se abrió también para familias mexicanas, y desde principios del si-

XX ha contado con el reconocimiento oficial glo de las autoridades educativas de ambos países (“Historia del Colegio”, s/f).

El presidente Cárdenas permitió el ingreso de refugiados alemanes, en especial de intelectuales, perseguidos por el régimen nazi. En el contexto de la guerra, los alemanes fueron considerados enemigos del país y recluidos en San Juan de Ulúa; después de la guerra, fueron puestos en libertad y se les devolvieron sus propiedades.

Maestros del Colegio Alemán “Alexander von Humboldt”, en México, D. F. (años sesenta-setenta)

Chinos, coreanos y japoneses

La inmigración china comenzó a llegar a México durante el Porfiriato, sobre todo como mano de obra para la construcción de ferrocarriles, debido a los bajos salarios que percibían y a su característica frugalidad y laboriosidad (Cardiel, 1999: 27). Su proceso migratorio y de asentamiento fue sumamente difícil, pues quedaron al margen de la política colonizadora del gobierno porfirista, que sólo pensó en ellos como trabajadores, no como colonos. Se estima que para 1910 había en el país alrededor de treinta mil chinos (Fissman, 1980: 37), ellos fueron víctimas de ataques xenofóbicos durante la Revolución y a través de las ligas antichinas en la década de los veinte.

En medio de esta situación adversa, los chinos recién llegados recibían el apoyo de sus paisanos; en general se les hacían préstamos con la finalidad que iniciaran sus propios negocios, los cuales eran principalmente restaurantes y lavanderías, elaboración de bizcochos y pan. Formaron agrupaciones político-culturales como el

. zinfaldel.blogspot.mx zinfaldel blogspot . mx

Los chinos formaron agrupaciones político-culturales co- Loschinosformaronagrupacionespolíticoculturalesco mo la Chee Kung Tong K u o M i n Ta n g , l a H o y Yi n K u n g s o o , e l M i n Chih Tang, la Chee Kung Tong y otras; desde los años cincuenta hasta los sesenta, la Asociación Cultural China; y en 1981, se fundó la Comunidad China de México, A. C., dedicada a vincular a s u s re s i d e n t e s e n e l p a í s ( F o n g , 1 9 9 9 : 47). De manera bastante tardía, en 1999 se fundó un colegio chino, el Instituto Cultural Chino Huaxia, que conserva su idioma, cultura e identidad y atiende a las necesidades de familias que han migrado o bien que viven en México por ser ejecutivos de empresas chinas.

En cuanto a la migración coreana, los primeros que llegaron a México también lo hicieron en calidad de trabajadores para laborar como peones acapillados en el cultivo del henequén en las haciendas de Yucatán (Romero: 1999: 11), mientras otros entraron por Baja California y se dedicaron a trabajos domésticos. Su situación como inmigrantes es muy semejante a la de los chinos, por lo cual se brindan ayuda mutua entre particulares y a través de la Asociación Nacional Coreana, aunque no cuentan con colegios de educación formal.

La inmigración japonesa en México resulta peculiar, porque el propio gobierno japonés la planificó, promovió y le dio seguimiento. Dio inicio durante el Porfiriato y, aunque fue interrumpida durante la Segunda Guerra Mundial, continuó su expansión durante la segunda mitad del siglo XX. Según María Elena Ota Mishima, hubo siete flujos migratorios (Ota Mishima, 1982, apud Terui, 2005: 111-113). “… llegaron con una sola intención: trabajar duro, ahorrar dinero y regresar a Japón para adquirir arrozales, construir sus casas y sacar adelante a su familia…” (Murakami, 1999: 46). Los primeros colonos japoneses se establecieron primordialmente en la región de Chiapas. Durante las primeras d é c a d a s d e l s i g l o X X , l l e g a ro n j a p o n e s e s a O a x a c a , q u e s e d e d i c a ro n a t r a b a j a r e n i n g e n i o s

dreamgolive.wordpress.com

Migrantes coreanos en una hacienda de México

azucareros; en Sonora, Durango y Chihuahua se ocuparon en las minas; en Colima, en el ferrocarril; quienes se asentaron en Baja California trabajaron en la pesca de abulón y otros cuantos se dedicaron a la venta de abarrotes; de éstos, hubo quienes lograron amasar capitales y establecerse definitivamente en México.

Si bien durante la Segunda Guerra Mundial fueron obligados a concentrarse en la ciudad de México al dárseles la categoría de “enemigos”, al finalizar la guerra, los japoneses que se encontraban concentrados fueron libres de retornar a sus lugares de residencia. De 1951 a 1978, a raíz del crecimiento económico que vivió Japón durante ese periodo, buscó el aumento de sus inversiones. Con este flujo de inversión, también se presentó una nueva oleada de inmigrantes, en este caso, formada por técnicos y profesionales japoneses, quienes venían a trabajar en las nuevas industrias.

La comunidad japonesa se reúne en torno de la Asociación México-Japonesa, la cual adicionalmente actúa como organismo centralizador de organizaciones de provincia como clubes u organizaciones por lugar de procedencia. Su función es más cultural que de ayuda, y sus objetivos son, entre otros, preservar la existencia y la identidad de la comunidad nikkei (mexicanos de origen japonés). El Liceo Mexicano Japonés abrió sus puertas en 1977, y es la primera institución educativa japonesa trasnacional creada para las comunidades nikkei (Palma, 2006: 319).

Libaneses

Los libaneses empezaron a llegar a México en la XIX a consecuencia de segunda mitad del siglo la caída del Imperio otomano y la crisis derivada de este proceso. Su población se caracteriza por dos tendencias religiosas: cristiana occidental y musulmana. Estos inmigrantes se asentaron en lugares como Veracruz, Puebla, Yucatán, Coahuila, Tamaulipas, Nuevo León, Jalisco, Chihuahua, Durango y el Distrito Federal. En 1980, su población se estimaba en cien mil personas.

Las actividades económicas de la migración libanesa se concentraron en el comercio y poco después en la industria textil. En el interior del grupo hay una interrelación fuerte basada en lazos de apoyo y ayuda mutua que van más allá de jerarquías económicas o relaciones de clase. “Compartían como grupo la añoranza y la nostalgia por Líbano, pero también los logros y éxitos en esta tierra que empezaron a sentir en parte suya” (Inclán, 1994-1995: 65).

La primera organización comunitaria y de apoyo mutuo fue la Asociación Libanesa (Fiss- man, 1980: 116), fundada en 1905; el 19 de diciembre de 1941 crearon la Sociedad Libanesa, y el Instituto Cultural Mexicano-Libanés en 1987. El colegio Cedros fue fundado por este grupo de inmigrantes en 1967.

Judíos

La comunidad judía de México se conformó con inmigrantes procedentes de Líbano, Siria, los países balcánicos, Turquía, Europa central y oriental y Marruecos, población que se concen-

Archivo Histórico de la Comunidad Maguén David

Alumnos de la comunidad judía tró fundamentalmente en zonas urbanas como la ciudad de México, Monterrey, Guadalajara y Tijuana, donde fundaron instituciones comunitarias y se incorporaron a distintos sectores de la economía nacional entre 1900 y 1930, años de su mayor afluencia al país.

Los judíos residentes en México unieron sus esfuerzos y formaron organizaciones de ayuda mutua y de beneficencia, instituciones religiosas y centros educativos. De estos últimos, entre los más destacados están: en la capital del país, Colegio Israelita de México (1924), Colegio Maguen David (1928), Colegio Tarbut (1942), Colegio Sefaradí y Colegio Monte Sinaí (1943); así como, en otras entidades, el Colegio Hatikva de Monterrey (1934) y el Israelita de Guadalajara; en la ciudad de México se fundó también la Universidad Hebraica (1992) (Carreño, 1987: 30; Gojman de Backal y Carreño, 1993: 17).

El Comité Central de la Comunidad Judía de México es la institución representativa de dicha comunidad. Otra institución es el Consejo Mexicano de Mujeres Israelitas, que desde 1962 ha dedicado su trabajo a la sociedad mexicana apoyando la construcción, mantenimiento y atención de guarderías, escuelas primarias y secundarias, y centros de salud pa- ra la población mexicana vulnerable (Carreño, 1999: 55-59).

Españoles

La inmigración española a México ha sido de las más numerosas desde el siglo XIX, en gran m e d i d a p o r l a a f i n i d a d c u l t u r a l e n t re a m b o s pueblos, factor que contribuyó a su exitosa integración. La guerra civil española desencadenó un proceso migratorio que trajo a nuestro país entre veinte mil y veinticinco mil

refugiados, entre ellos individuos altamente calificados, intelectuales, escritores. Ellos fundaron instituciones como El Colegio de México, dedicado a investigaciones humanísticas y sociales. Entre estos refugiados llegó un contingente de 456 niños para quienes el presidente Lázaro Cárdenas fundó un internado donde pudieran vivir y ser educados: el Internado España-MéxiAlumnos de la comunidad judía

co, en Morelia, Michoacán, que brinda hoy día educación a niños mexicanos.

Después de la Segunda Guerra Mundial, llegaron nuevos inmigrantes, muchos de ellos buscaban mejores oportunidades de vida ante una Europa devastada. Los inmigrantes españoles fundaron varias organizaciones de beneficencia, culturales, de negocios y educativas, como el Colegio Madrid y el Instituto Luis Vives. “Dichos colegios, creados con el fin de formar a los hijos de los exiliados e inculcarles los valores hispanos y republicanos, en la actualidad son instituciones educativas destinadas a la sociedad nativa, casi las tres cuartas partes de su matrícula es mexicana, el resto se integra de niños y jóvenes de ascendencia española y de otras nacionalidades” (Palma, 2006: 281).

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Mormones

El mormonismo surgió en la primera mitad del siglo XIX en los Estados Unidos, basado en revelaciones proféticas de Joseph Smith. Su aislamiento religioso por la peculiaridad de su credo lo llevó a ser más que un grupo religioso, u n p u e b l o o u n a e s p e c i e d e g r u p o é t n i c o c o n su propia historia, tradiciones, territorio y una organización religiosa centralista. Resuelven en el interior del grupo su problemática sin crear instituciones ni propiciar interrelaciones con la población no mormona.

A los niños españoles que llegaron a México se les llamó “Niños de Morelia”, ya que el presidente Cárdenas los acogió en dicha ciudad

La práctica del abstencionismo, la propia disciplina y sobre todo la convicción de que fueron elegidos por Dios para la misión de preparar la Tierra para la segunda llegada de Cristo fueron los elementos que cohesionaron a un grupo de granjeros para hacer de la religión su vida e interpretar los sucesos diarios a la luz de una misión providencial.

En 1870 llegaron los primeros colonizadores mormones estadounidenses a México, que encontraron buena disposición del gobierno porfirista, el cual estimaba que esta inmigración contribuiría al desarrollo del agro. “Para 1912, tenían más de cuatro mil adeptos en nueve colonias mexicanas del norte del país, siete en el estado de Chihuahua: Colonia Juárez, Colonia Díaz y Colonia Dublán, Valle Cave, Pacheco, García y Chuhuichupa y dos en Sonora: las colonias Oaxaca y Morelos. Todos convertidos en asentamientos prósperos en poco tiempo, aunque aislados social y políticamente del resto del país” (Domínguez, 2003: 133-137).

A lo largo de su historia en México, este grupo ha vivido crisis tanto por restricciones gubernamentales impuestas a grupos religiosos durante la Cristiada, como por la práctica de la poligamia.

En la actualidad, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días tiene más de cien 1 y una membresía que supera el millón estacas de personas. En México cuenta con escuelas primarias y secundarias, seminarios e institutos, en los cuales desarrolla una educación que incorpora el conocimiento de su religión.

Menonitas

Los menonitas son un grupo étnico-religioso de origen alemán. En sus inicios, se movilizaron desde el norte de Alemania y sur de Rusia hasta XVII, de llegar a los Estados Unidos en el siglo donde emigraron a Canadá, el norte de México y Paraguay. En México se asentaron en 1922, durante la presidencia del general Álvaro Obregón, quien les hizo una serie de concesiones

1 Unidad territorial sobre la que se ejerce jurisdicción religiosa [N. de la E.]. como libertad de religión y de educación, exención de impuestos y de servicio militar, para su establecimiento en Chihuahua, hoy Ciudad Cuauhtémoc (Fissman, 1980: 138). En la actualidad, hay comunidades menonitas en siete estados del país.

Este grupo se mantiene en un aislamiento congregacional debido a sus prácticas religiosas, idioma (el plautdietsch) y vida austera; cada persona debe vivir en forma honesta, ser abstemia, no beber café ni té y tampoco consumir tabaco.

La iglesia está activa en todas las fases de su vida tanto en lo económico como en lo político y en la vida social dentro de la comunidad, y esta comunidad vela por que a ningún individuo le falte vestido, casa y comida. Los hombres deben trabajar duro, ya que la pobreza es signo de castigo y pecado. La propiedad está dividida en dos: la de la iglesia y la individual.

La comunidad menonita es prácticamente a u t o s u f i c i e n t e e n l o q u e s e re f i e re a o f i c i o s d e t r a b a j o , y a q u e c u e n t a c o n c a r p i n t e ro s , a l b a ñ i les, herreros, veterinarios, panaderos, mecánicos, costureras, profesores, etcétera; además, sus integrantes se sienten capacitados para resolver cualquier problema de trabajo que surja y tratan de ser ellos los que realicen tal actividad antes de recurrir a un especialista.

Hay una enorme solidaridad con los miemb ro s d e s u s c o m u n i d a d e s , l o q u e l o s h a l l e v a d o a crear sistemas de apoyo a viudas, ancianos y personas con discapacidad (“Pasado y presente de los menonitas mexicanos, Chihuahua”, s/f).

Hasta 2012, la educación se impartía en las propias comunidades, pero a partir de ese año la comunidad se abrió para asistir a escuelas ofic i a l e s p o r l a n e c e s i d a d d e a p re n d e r a h a b l a r e s - pañol y de contar con documentación oficial pa- r a a c re d i t a r s u i d e n t i d a d a l re a l i z a r t r á m i t e s , como la obtención del pasaporte o la apertura de cuentas bancarias y el manejo de créditos.

Foto: Iyo Kunimoto Foto: Iyo Kunimoto

Comunidad menonita de La Honda en el municipio de Miguel Auza, Zacatecas MiguelAuzaZacatecasComunidadmenonitadeLaHondaenelmunicipiode

Conclusión

En este artículo abordamos la migración a México de tres grupos de nacionalidades y las par- ticularidades de su asentamiento en nuestro país. El primero, integrado por europeos –españoles, ingleses, franceses, belgas y suizos–, se compuso de migraciones ocurridas en diferentes momentos, integradas lo mismo por inversionistas que por trabajadores asalariados, exiliados y refugiados, quienes fundaron en México instituciones sociales y educativas siguiendo los modelos de sus lugares de origen. El segundo grupo lo forman tres migraciones asiáticas –chinos, coreanos y j a p o n e s e s – y u n a d e m e d i o o r i e n t e – l i b a n e ses– integradas en su mayoría por trabajadores q u e re s o l v e r í a n s u p ro b l e m á t i c a m e d i a n t e las relaciones de apoyo mutuo y que crearon instituciones para el mantenimiento de su tradición histórico-cultural. El tercero es un grupo de minorías religiosas, con muy peculiares maneras de encarar la problemática social dentro del grupo; dos de ellas, mormones y menonitas, solucionan su problemática social mediante el entendido de la responsabilidad que tienen unos respecto a otros, y la minoría judía la resuelve también con base en el principio de la solidaridad grupal y además creando instituciones con las cuales trabaja a favor de la sociedad receptora. Las tres minorías se caracterizan por su afán de conservar, a través de modelos educativos, su cultura, identidad, lengua y religión.

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