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Los textos escolares como fuente para la historia de la educación Un acercamiento desde la educación corporal
e incertidumbres
UN ACERCAMIENTO DESDE LA EDUCACIÓN CORPORAL
Georgina Ramírez Hernández*
Uno de los dispositivos por excelencia de la cultura escolar, quizá desde el siglo XIX y sobre todo en el siglo XX, ha sido el texto escolar. Este trabajo se centra primero en recuperar el carácter histórico del texto escolar, y segundo en indagar una educación corporal desde la fisiología, anatomía e higiene, la gimnasia y las reglas de urbanidad, vistas como saberes y disciplinas escolares, tomando como punto de partida la historia cultural de la educación, desde la cual es posible desentrañar el carácter cultural tanto del texto escolar como de la educación corporal, con un acercamiento al texto como fuente histórica y a la corporalidad como universo de estudio en el campo educativo.
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Introducción
Durante mucho tiempo en el campo pedagógico en México, las directrices de análisis e investigación se posicionaron en el ámbito tradicional de la escuela, que ha sido el principal escenario
* Profesora de asignatura en la licenciatura en Pedagogía de la
Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. de estudio en nuestra disciplina, y de las perspectivas teóricas y metodológicas para vislumbrar algunos acercamientos a ella. En este sentido, surge la necesidad de recuperar nuevas visiones para nutrir específicamente una línea de historia de la educación y la pedagogía que resulte más amplia y genere no sólo nuevas respuestas sino nuevas interrogantes en torno al mundo escolar y las prácticas culturales que podemos denominar como educativas.
Así, para contribuir con lo anterior, este artículo se plantea primordialmente analizar una cultura escolar que se construye desde múltiples aristas con dispositivos materiales tales como el texto escolar desde una perspectiva histórica, y recuperar otros ámbitos de educación como lo es el alusivo a la corporalidad.
Estos intereses tienen como base el encuentro con el Centro Internacional de la Cultura Escolar (Ceince) y la Universidad Nacional de Educa1ción a Distancia (UNED) con su archivo Manes, ambos en España, quienes han sido pioneros en el exhaustivo trabajo de recuperar, preservar y poner a disposición para consulta un acervo bastante rico de textos escolares (manuales escolares) de diversas partes del mundo y sobre todo de los siglos XIX y XX, lo cual ha posibilitado no s ó l o u n a c e rc a m i e n t o t e ó r i c o y m e t o d o l ó g i c o a una concepción de cultura escolar desde los textos, sino también la ampliación de los universos de estudio del campo educativo.
A partir de lo anterior, se propone un análisis general de algunos textos escolares que se utilizaron tanto en México como en España en 2las primeras tres décadas del siglo XX en la educación elemental y que tuvieron una influencia directa de las experiencias francesas en este terreno. Temporalidad que resulta por demás im-
1 El Ceince –con sede en Berlanga de Duero, España– es un centro encargado de la investigación, difusión y preservación de la cultura escolar y cuenta con más de cincuenta mil manuales escolares. El Manes es un proyecto a cargo de la UNED, en Madrid, que se convirtió en un centro de investigación con el fin de albergar los manuales escolares de España, Portugal y
América Latina para su uso como fuente de investigación. 2 La elección de los textos se da a partir de dos aspectos: la temporalidad (primeras tres décadas de siglo XX) que resulta de los periodos elegidos para el trabajo de maestría y el de doctorado, y los textos encontrados en el Archivo Manes y el Ceince, los cuales son españoles en su mayoría por la ubicación de ambos acervos. Se trabajó con alrededor de diez textos escolares específicamente de anatomía, fisiología e higiene, gimnasia, y urbanidad. portante para ambos países por la construcción de procesos propios en los ámbitos económico, político, social y cultural –particularmente en lo educativo– que dieron lugar a contactos y a contribuciones mutuas y compartidas, de manera específica en lo escolar. Los textos ahora funcionan como fuentes para la historia de la educación y han sido recuperados desde hace algunos 3años bajo el amparo de la historia cultural.
En este sentido, organizo este texto en dos ejes. El primero se centra en un análisis general sobre la importancia del texto escolar desde su cualidad de objeto material de una cultura escolar y su función como una fuente para la historia de la educación. El segundo plantea un acercamiento al texto escolar referido a la educación corporal, donde se inscriben discursos y se transmiten prácticas relativas al cuidado del cuerpo principalmente desde la anatomía, fisiología e higiene, la actividad física y las normas de urbanidad.
El texto escolar: cultura escolar y fuente histórica
Diferentes acercamientos a la concepción sobre lo educativo han tenido lugar y uno de ellos es el del contemporáneo estadounidense Thomas Popkewitz, quien piensa la educación como un campo de prácticas culturales y de reproducción
3 Desde la tradición francesa, la historia cultural, como corriente historiográfica, tiene su principal antecedente en la Escuela de los Annales. Ésta sale a la luz como iniciativa de los historiadores Lucien Febvre y Marc Bloch en Francia en la segunda década del siglo XX como una corriente que rompe con las formas tradicionales de ver y estudiar la historia, para acercarse a ámbitos sociales y culturales, actores y modelos que la historia tradicional ha relegado durante mucho tiempo.
4 Hacemos visible la cultura, la interio-cultural. rizamos y la exteriorizamos a partir de modelos, de patrones culturales, de prácticas en su totalidad que guían u ordenan nuestro actuar como forma educativa.
La escuela, como una de las formas por excelencia y tradición de contemplar la educación, aunque no la única, también podría ser considerada bajo este esquema de construcción y apropiación cultural. Para Agustín Escolano, “la escuela ha sido […] un lugar de producción de cultura, y no sólo un aparato replicador de la cultura exterior” (2008: 123), tan es así que desde unas décadas atrás se ha consolidado entre las nuevas aproximaciones pedagógicas el término de cultura escolar, sobre todo desde la escuela francesa y los historiadores de la educación españoles, para hacer alusión a lo que sucede en el marco escolar como constructo.
Dominique Julia conceptualiza la cultura escolar “como un conjunto de normas que definen los saberes a enseñar y las conductas a inculcar, y un conjunto de prácticas que permiten la transmisión de estos saberes y la incorporación de estos comportamientos” (1995: 131). A esta idea se le añade la utilización de materiales, dispositivos, actores y diversas formas que nutren el cotidiano escolar, es decir, “la consideración de los actores que componen el cuerpo profesional que asume las anteriores normas o prácticas, esto es, los dispositivos instituidos por la sociedad escolarizada, que son reflejo de los modos de pensar y actuar en la orientación de los procesos educativos formales” (Escolano, 2008: 122).
Antonio Viñao, por su parte, permite ampliar este maridaje entre cultura y escuela al abordar
4 Este planteamiento lo comparte con otros dos autores en la introducción de una obra compilada por los tres: T. S. Popkewitz, B. M. Franklin, M. A. Pereyra (comps.) (2003). Historia cultural y educación. Ensayos críticos sobre conocimiento y escolarización. Barcelona / México: Ediciones Pomares. un “conjunto de aspectos institucionalizados que caracterizan a la escuela”, justo como lo trabaja Escolano, como parte de esta significación, e incluso la desarrolla al proponer dos vertientes:
[Al] referirnos a la cultura específica de un establecimiento docente determinado, de un conjunto o tipo de centros por contraste con otros –por ejemplo, las escuelas rurales o las facultades de Derecho–, […] [y también] incluye prácticas y conductas, modos de vida, hábitos y ritos –la historia c o t i d i a n a d e l h a c e r e s c o l a r – , o b j e t o s m a t e r i a l e s – f u n c i ó n , u s o , d i s t r i b u c i ó n e n e l e s p a c i o , m a t e rialidad física, simbología, introducción, transformación, desaparición…– y modos de pensar, así como significados e ideas compartidas […] la cultura escolar es toda la vida escolar: hechos e ideas, mentes y cuerpos, objetos y conductas, modos de pensar, decir y hacer (Viñao, 2001: 148).
En este sentido, el texto escolar forma parte de este entramado cultural a partir de su materialidad como una representación empírica de la escuela, como objeto material y testimonio escrito que funciona como mediación en este universo escolar y comparte importancia con los actores, los escenarios, los currículos y los dispositivos de organización como los tiempos o las formas de evaluación de una cultura escolar. “El libro escolar resulta ser […] un espejo que refleja en sus marcos materiales los rasgos d e l a s o c i e d a d q u e l o p ro d u c e , l a c u l t u r a d e l entorno en que circula y la pedagogía que, a mod o d e s i s t e m a a u t o r re f e re n t e , re g u l a s u s prácti cas de uso” (Escolano, 2001: 35).
Caben entonces, de la misma manera que la cultura escolar en su totalidad, dos direcciones de significación del texto escolar: la más común alude al dispositivo de apoyo a los actores con el fin de promover la enseñanza y apropiación de los recortes sociales y culturales que se espera transmitir; y la otra, encaminada a construir,
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En las primeras décadas del siglo XX, los libros escolares empezaron a ser controlados por el Estado mediante la SEP
dentro del espacio escolar y en los mismos sujetos, una serie de signos y significados que se dan tanto en lo individual como en lo colectivo.
En México –de la misma manera que se haría en España con sus políticas educativas –, “en XX, los libros es-las primeras décadas del siglo colares empezaron a ser controlados por el Estado mediante la SEP; sus contenidos acataban lo señalado en planes y programas escolares; de acuerdo con la pedagogía moderna, fueron dirigidos al desarrollo integral y armónico de los niños” (Montes de Oca, 2012: 50), por lo que plasmaban una realidad educativa latente; un espejo, como lo menciona Escolano. Es decir, en el texto escolar subyace un discurso que posic i o n a a l a c u l t u r a e s c o l a r d e n t ro d e l á m b i t o d e la política: qué se legitima como saber de Estado, de identidad compartida y como construcción de individuos o ciudadanos.
Si tomamos en cuenta estas características del texto escolar, tampoco podemos dejar de lado su cualidad histórica, pues dicho dispositivo trae detrás de sí un amplio trayecto que quizá podríamos empezar a ubicar desde la aparición de El mundo en imágenes de Juan Amós Comenio, en la medida en que para el autor significó la concreción de su experiencia como maestro de latín en las escuelas de gramática y con los predicadores que se formaban en su comunidad, la 5de los Hermanos Moravos (Unitas Fratrum).
Para recuperar este valor histórico, los histor i a d o re s d e l a e d u c a c i ó n h a n e c h a d o m a n o d e algunas perspectivas historiográficas, la más común y quizá la más pertinente por su carácter cultural es la historia cultural. “Las narrati-
5 Es importante mencionar que la escuela como invento de la modernidad utilizará de manera concreta el texto como dispositivo en el siglo XIX a partir de las políticas educativas del sistema de instrucción pública, por lo que en la época del pensador moravo no se concibe como texto escolar; sin embargo, es un antecedente para su función en las escuelas de los siglos XIX y XX.
vas históricas de una historia cultural prestan atención especial al cambio o las ‘rupturas’ en el conocimiento y a cómo esos cambios ordenan, interiorizan y encierran la acción social, cultural y política” (Popkewitz, Franklin y Pereyra, 2003: 10). Al mismo tiempo permiten “retratar patrones de cultura, es decir, describir los pensamientos y los sentimientos característicos de una época […] [El historiador] descubre estos patrones culturales estudiando ‘temas’, ‘símbolos’, ‘sentimientos’ y ‘formas’” (Burke, 2006: 22). Al desentrañar estas rupturas, significados, símbolos y formas que resultan propias de la actividad humana, la historia cultural ha traído a la luz la utilización de una variedad de fuentes de información que anteriormente no se tenían c o n t e m p l a d a s . S e t r a t a d e v e s t i g i o s d o c u m e n tales, iconográficos, orales y materiales como lo son, desde la cultura escolar, los cuadernos escolares, mapas y gráficos, el mobiliario o los textos escolares. De ahí la importancia de usar estos últimos como material de análisis de diversos universos de estudio enfocados a lo escolar, como es el caso de la educación corporal.
Educación corporal en los textos escolares: higiene, gimnasia y urbanidad
De la misma manera que la cultura escolar, hablar de una educación corporal y tratarla como un objeto de investigación es relativamente reciente, pues la visión de lo corporal ha estado centrada, de manera mayoritaria, en lo biológico, específicamente a través de campos disciplinares como la medicina, la biología y demás ciencias exactas y de la salud. Sin embargo, el cuerpo tiene, como otro elemento constitutivo, un carácter social y cultural, y por ende educativo, que ha permitido el acercamiento a disciplinas sociales como la antropología, la sociología y ahora la pedagogía.
Remontándonos unos siglos atrás, “en la segunda mitad del siglo XVIII aparece una literatura pedagógica muy explícitamente consagrada al cuerpo […] Se instauran terminologías nuevas, las que para definir esas prácticas vacilan entre ‘educación médica’, ‘educación física’ y ‘educación corporal’” (Vigarello, 2005: 27-28). Estas terminologías dan lugar a una perspectiva del cuerpo que quizá privilegia lo biológico, como lo es la fisiología y la anatomía, pero que al mismo tiempo pone en evidencia la cuestión social del cuerpo, su tratamiento educativo e incluso su matiz pedagógico, que nos permite “entenderlo como representación simbólica y única entidad capaz de ‘materializar ’ las prácticas sociales” (Varela, 2009: 96).
Parafraseando a Pierre Bourdieu (1999), a través del cuerpo aprendemos y aprehendemos el mundo que nos rodea; también incorporamos los rasgos de masculinidad y feminidad que la sociedad deposita y se inscriben en nuestras formas de vestir, actuar, pensar y ser. En un sentido amplio, podríamos pensar una dirección educativa en el sentido de construcción de subjetividades –no nacemos siendo sujetos, devenimos sujetos– que no sólo apela a un sentido intelectual o interior, sino también a uno relativo al cuerpo: una educación corporal.
En este esquema, los textos escolares podrían ubicarse en esta literatura pedagógica sobre lo corporal, y no fueron ajenos a los discursos y prácticas corporales que se gestaron en los espacios escolares, por lo que en ellos se puede d e v e l a r d i c h a c o n s t r u c c i ó n d e s u b j e t i v i d a d e s y t a m b i é n u n s e n t i d o c u l t u r a l d e l o c o r p o r a l . Tal construcción se dio principalmente a partir d e t re s v í a s c o n f i n e s p e d a g ó g i c o s y e u g e n é s i c o s : d e l c o n o c i m i e n t o a n a t ó m i c o , f i s i o l ó g i c o y de higiene personal y pública; de la instauración desde el siglo XIX de una gimnasia como educación física; y finalmente de normas de urbanidad con inquietudes sobre todo morales.
Así, la educación corporal perseguía algunos fines referidos a la mejora de la raza para sacar a flote a una población debilitada por bajos servicios higiénicos y por enfrentamientos bélicos; a la activación física para promover no sólo la salud sino la socialización y más tarde los espectáculos masivos; y a una conjunción con un deber ser que atañe a la cualidad moral del comportamiento y prácticas de los sujetos.
El primer rasgo distintivo de enseñanza sobre lo corporal que salta a la vista es la cuestión racial:
[…] C) Pelo ondulado, oscuro o negro, ojos negros y piel claro-morena: índo-afganos; piel amarillo-claro y pelo negro: árabes bereberes; piel blanquizca y pelo oscuro: europeos del Norte. D) Pelo claro, ondulado o rígido, ojos claros y piel blanco-rosada: europeos del Norte y Oeste de Europa. E) Pelo oscuro, rígido u ondulado, ojos negros y piel claro-morena: ainos; piel amarilla: polinesios y sud-americanos. (Atlas de anatomía humana, 1915: 7).
Estas distinciones establecidas claramente en los textos sobre anatomía y fisiología transmiten al mismo tiempo una significación en torno a lo identitario. Somos y nos identificamos o diferenciamos del otro por características corporales como el color de la piel, tipo y color del cabello, color de los ojos, e incluso altura y complexión, todos ellos atributos corporales y anatómicos que dan pie a nuestra forma de ser, pensar y actuar. Al mismo tiempo, esta diferenciación anatómica y racial trae consigo un sentido de pertenencia desde lo comunitario, por lo que lo corporal y sus formas de enseñanza no sólo figuran en el constructo individual, sino también en el colectivo.
Estos textos normalmente eran de la autoría de biólogos, médicos, en general especialistas en ciencias físico-naturales que incursionaron en el oficio educativo y pedagógico, como los españoles Celso Arévalo, Victoriano Fernández Ascarza y Joaquín Pla Cargol; se puede conocer y rastrear su renombre y trabajo en lo educativo por las variadas ediciones de sus obras que acompañaron a los actores escolares. En México, los médicos por lo común ocupaban cargos en las escuelas para realizar trabajos en torno a la antropometría, la vacunación, y la inspección de la salud escolar, aunque se acompañaban de enfermeras que en la mayoría de los casos eran quienes realizaban dicho trabajo.
A partir de ello, la enseñanza sobre la constitución anatómica y los rasgos fisiológicos no fue la única vertiente de estos textos, también se trabajó la cuestión higiénica bajo la premisa de que “en la Higiene el hombre basa grandes esperanzas de que mediante su influjo la organización de sus sociedades sea más perfecta y los individuos vivan más tiempo, libres de torturas y padecimientos, llevando el sello que imprime al organismo la salud” (Arévalo, 1928: 11-12).
Como lo dice Arévalo, la educación corporal en torno a la higiene se transmitió en dos sentidos: uno en cuanto al cuidado de la salud individual a través de medios naturales y climatológicos, y el otro como una obligación social tomando en cuenta los derechos de los otros y la vida en comunidad esperada. Estas formas también se hacen evidentes al presentar discursos sobre las enfermedades más comunes que se dan a causa de la falta de higiene, también por las condiciones geográficas, por la ambientación de los espacios o por lo que en ellos cabía como degeneración social –alcoholismo, tabaquismo y demás adicciones consideradas como males sociales–, que no sólo pretendían la mejora física sino también moral de esta construcción de subjetividades. Por ello se trabajó en promocionar hábitos de baño, cepillado de dientes y cabello, de utilización de ropa limpia y adecuada para las labores sobre todo escolares, y también
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La gimnasia funcionó como la sistematización de ejercicios físicos que pretendía arreglar, por una progresión prudente y racional, el ejercicio de todos los músculos del cuerpo
una alimentación correcta conforme a las necesidades de los cuerpos infantiles.
Los preceptos higiénicos con fines de mejora física, social y moral se compartieron con los de la actividad física, específicamente con la reconocida disciplina escolar por excelencia del movimiento: la gimnasia. Ésta funcionó como la sistematización de ejercicios físicos que pretendía, entre otras cosas, y a decir del doctor Michaux: “arreglar, por una progresión prudente y racional, el ejercicio de todos los músculos del cuerpo; […] ejercer metódicamente una influencia considerable en las cuatro grandes funciones del organismo que se llaman: respiración, circulación, nutrición y transmisión nerviosa” (Kumlien y André, 1909: 13-14).
En este caso los encargados fueron los generales, tenientes y demás militares, de la misma manera que estudiosos sobre la educación –destaca en México la labor de Manuel Velázquez
6Andrade– que contribuyeron tanto a la escritura de los textos como a la práctica de los ejercicios y actividades en las escuelas. Dicha práctica en los recintos escolares primero se llevaría a cabo a partir de la labor de los profesores, quienes más tarde pasarían la batuta a profesionales y maestros de gimnasia y educación física, debido a la profesionalización de este campo en nuestro país desde la década de la Revolución Mexicana y hasta nuestros días.
6 Manuel Velázquez Andrade (1877-1952) fue un educador mexicano nacido en Jalisco. Trabajó al lado de Gregorio Torres Quintero y José Vasconcelos, y recibió hacia 1901 el nombramiento de profesor de gimnasia y ejercicios militares.
Más tarde, después de una ardua formación en programas de gimnasia, militares y de educación física en Suecia, Alemania y
Francia, asumió el cargo de inspector de Educación Física, por lo que su trabajo en este campo permitió el desarrollo de la educación física como disciplina escolar a comienzos del siglo
XX en México.
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El principal fin de los manuales de urbanidad era el de ajustar nuestras acciones para hacer amable nuestro trato en la sociedad
Entre los ejercicios que se proponía ejecutar para lograr la óptima activación de aparatos y órganos estaban la marcha, el salto, el lanzamiento y la natación, con lo cual se pretendía “hacer desaparecer, o atenuar, lo más posible, las gangrenas hereditarias, defectos o deformaciones” (Hebert, 1913: 5), afirmación que comprueba la inquietud eugenésica de dicha educación. Es evidente, a partir de este precepto de Hebert, que la actividad física se promovió en dos aspectos principales: por una parte, ejercicios físicos de carácter libre, calisténico o sin aparatos; y por otra, deportes, con los que, mediante una sistematización y regulación física y moral, se pretendía brindar una formación dirigida a los sujetos. Los deportes, vale mencionar, sirvieron de sustento para engrandecer el nacionalismo y el arraigo de valores de cada país.
Finalmente, entre los textos referidos a una educación corporal se encontraban los tan reconocidos manuales de urbanidad, cuyo principal fin era el de “ajustar nuestras acciones para hacer amable nuestro trato en la sociedad” (Pascual, 1920: 1). Aunque estas reglas van dirigidas a niñas y niños, lo cierto es que la mayoría de los textos, o al menos los localizados, están destinados a las niñas, principalmente con tintes de una educación moral, pero en la que la conducta y las acciones se refieren claramente al cuerpo infantil: el modo de comer, sentarse, caminar o conversar. Ello nos habla de una educación corporal ligada a la moralidad, al deber ser.
Los principales exponentes de estas normas de urbanidad fueron los clérigos o personas cerc a n a s a u n a m o r a l re l i g i o s a , a u n q u e t a m b i é n fungían como autores los mismos profesores de los niveles primarios en educación. Cabe resaltar la labor de las mujeres en este sentido, pues si bien la escritura era una actividad meramente masculina, en ellos se crea una presencia femenina como la de Pilar Pascual de Sanjuán, profesora española de primera enseñanza, y quien com-
parte en este sentido reglas de comportamiento que comprendían el levantarse de la cama, andar en la calle, en el colegio, la mesa, el juego, s a l i r d e p a s e o , c u a n d o s e v a d e v i s i t a , c u a n d o s e s a l e d e v i a j e , e n e l t e m p l o , a l a h o r a d e re z a r o hacer oración –que normalmente era antes de dormir–, el ayudar al prójimo y hacer trabajos.
Prácticamente en todos los tratados de urbanidad aparecía un deber hacer en contraposición con lo que no debía hacerse, y en todos eran explícitos los condicionamientos corporales como lo incorrecto que resultaba “el rascarse, hurgarse la nariz, llevarse los dedos o cualquier otro objeto a la boca, tocar el calzado con las manos, meterse las manos debajo de la ropa, y otros semejantes” (Tratado de urbanidad para las niñas, 1918: 43).
Es de especial atención que en todos los textos –higiene, gimnasia y urbanidad– aparezca una clara distinción entre el ideal corporal femenino y el masculino, y por ello las pautas de conducta esperadas para cada género –como lo comenta Bourdieu– en las que se vislumbra una clara construcción cultural de la naturaleza biológica diferenciada por el sexo y evidenciada en las prácticas sociales incorporadas. También se comparten estas construcciones de los ideales franceses, pues si bien los textos fueron editados en ambos países de nuestro estudio, en realidad este establecimiento pedagógico de lo corporal deriva de los modelos franceses que rebasan una educación corporal y abarcan los demás fundamentos de una educación integral.
A manera de conclusión
El texto escolar y la cultura material de la escuela nos remiten a una historiografía de la educación que no es del todo nueva, pero que aún no se ha explorado como se esperaría para enriquecer nuestro campo pedagógico, y a través del cual se puede analizar la cultura como recorte y también la cultura que se construye dentro del escenario escolar. Por ello, un acercamiento a estas perspectivas conceptuales y metodológicas nos permite ahondar en universos de estudio escasamente trabajados como es el de una educación corporal. En este sentido, también se da la apertura a nuevas aproximaciones como es una cultura infantil o quizá cuestiones de género que han sido mencionadas en este trabajo, pero en las que podría profundizarse siguiendo las mismas inquietudes.
Resulta también importante no dejar de lado que el trabajo con los textos escolares se ha dado p r i n c i p a l m e n t e d e s d e l o s t e x t o s d e s t i n a d o s a l a s d i s c i p l i n a s m e r a m e n t e i n t e l e c t u a l e s , c u a n do también resulta necesario considerar una veta de indagación en las prácticas discursivas que se presentan en textos para una educación corporal, pues incluso en las mismas publicaciones de la época estudiada, los textos escolares se remitían a otros aspectos de formación mayoritariamente trabajados en la escuela como lo intelectual o lo moral, de ahí la importancia del rescate de lo corporal en la construcción de subjetividades.
Finalmente, se destaca la cualidad de la educación corporal desde lo cultural por los hábitos, costumbres y patrones de cultura retratados en los textos; y también desde lo político, como se mencionaba antes, a partir del sujeto ciudadano que se espera formar desde lo corporal para las comunidades y naciones de las que forma parte. Por ello pareciera erróneo seguir preservando sólo ciertas características en la conformación subjetiva sin atender también la vía corporal en lo que atañe a la subjetividad. La propuesta entonces es sumar al análisis lo corporal visto bajo la lupa de una historia cultural de la educación y la pedagogía.
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