Intervencion Francesa

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Intervención Francesa

Raúl González Sierra

Cuadernos del Bicentenario


En 1827, se había celebrado un convenio con Francia bajo el nombre de Declaraciones Provisionales, que sentaban las bases para el futuro arreglo de las relaciones entre ambos países. A través del varón Deffaudis, embajador francés, los comerciantes franceses avecindados en México enviaron una serie de reclamaciones, que fueron recibidas en París con alarma. Entre estas reclamaciones, se encontraba la del señor Remontel, dueño de un restaurante de Tacubaya, donde algunos oficiales del presidente Santa Anna en 1832 se habían comido unos pasteles sin pagar la cuenta, por lo cual exigía ser indemnizado con sesenta mil pesos.[1] Ese fue el motivo para que el pueblo mexicano identificase esta guerra con Francia con el nombre de Guerra de los Pasteles. Adicionalmente ese mismo año, un ciudadano francés fue fusilado en Tampico, acusado de piratería, lo que tensó aún más las relaciones entre los dos países.[1] México en 1836 había acabado la guerra con Texas y llegado el año de 1838 aún no se había podido concertar un tratado definitivo en virtud de que el representante francés el barón Deffaudis no estaba de acuerdo con dos artículos del convenio En consecuencia Daffaudis abandonó su misión diplomática en México y regresó a Francia, para volver al poco tiempo (marzo) acompañado de diez barcos de guerra que apoyaban las reclamaciones de su gobierno. Fondearon frente a la Isla Sacrificios, Veracruz, amenazando con invadir el territorio mexicano si México no cumplía las condiciones que Deffaudis plasmó en un ultimátum, que vencía el 15 de abril. .

Desde uno de los barcos envió Deaffaudis el ultimátum en el que presentaba las reclamaciones de los súbditos franceses en México, por los perjuicios sufridos en sus personas y propiedades durante los movimientos revolucionarios ocurridos en el país y por ello, pidieron la intervención de sus ministros ante México para que se les pagara los daños sufridos. Varios franceses tenían reclamaciones pendientes desde 1828, originadas con motivo del saqueo del Parián. Una de las reclamaciones más notables fue la del pastelero francés que pedía 60,000 pesos en daños. El 13 de septiembre de 1837 exponía ante el Congreso el Ministro de Relaciones Exteriores Luis G. Cuevas, quién establecía, que si bien las reclamaciones se referían a daños sufridos por extranjeros a consecuencia de las revueltas políticas, era de notarse que en los casos referidos también las habían padecido los mexicanos.


Las exigencias francesas El 21 de marzo el ministro Deffaudis dictó un ultimátum a bordo de la fragata L’ Herminie. En ella exigía al gobierno mexicano el pago de 600, 000 pesos por reclamaciones e intereses, el retiro de ciertos oficiales y la excepción de préstamos forzosos o la intervención en el comercio de los franceses en México que debían hacerse efectivos a partir del 15 de abril. El gobierno mexicano contestó el 25 de marzo que el honor nacional no admitía una consideración favorable al documento sin la retirada de los barcos franceses. Al contralmirante Charles Baudin, se le había ordenado que sólo en caso extremo se apelaría a las armas. El ministro francés contestó que no estaban en juego la independencia y la soberanía de México ya que llevaba intenciones de paz y no se enviaría ningún soldado, limitándose a las hostilidades al bloqueo económico. Sin embargo, el comandante Bazoche al no recibir respuesta satisfactoria ordenó el día 16 de abril romper las relaciones con México e iniciar el día 19 el bloqueo al puerto de Veracruz. Ante tal medida, el presidente Anastasio Bustamante comentaría “por graves que resulten las consecuencias, jamás me arrepentiré de haber considerado el honor nacional como el más preciado de los bienes de un pueblo independiente”5, ordenando que se habiliten para el comercio los puertos de Alvarado, Tuxpan, Cabo Rojo, Soto la Marina, Isla del Carmen en el Golfo; Huatulco y Manzanillo en el Pacífico. El bloqueo al puerto de Veracruz agravó aún más la situación del erario. Se trataba del puerto

comercial más importante de México. Extendiéndose dicho bloqueo por siete meses en que el gobierno pasaría por terribles apuros económicos. Mientras tanto, el barón Deffaudis sería llamado a París y reemplazado por el contralmirante Baudin quien llegó a Veracruz en la fragata Neréide arribando el 26 de octubre de 1838, mientras sucesivamente le van llegando refuerzos con barcos y hombres. Entre las medidas que tomo Charles Baudin fue la de reforzar el bloqueo y precisar lo relativo al ultimátum. Ante aquellas circunstancias, el ministro de Relaciones Exteriores Luis G. Cuevas decidió asistir a una conferencia con el contralmirante francés en Jalapa. El representante de México no cedería –por instrucciones de Bustamante- en otorgar exención a los franceses en la prohibición del comercio al menudeo ni de los préstamos forzosos. Aunque aceptaba la indemnización de los 600, 000 mil pesos que exigía Francia. Difiriendo el pago a seis meses. Al salir de Jalapa el 21 de noviembre, el contralmirante Baudin declaraba que si no eran aceptadas sus condiciones, el 27 comenzaría las hostilidades. Al romperse las pláticas, se inician las hostilidades entre Francia y México. Cuevas pretende antes de que el contralmirante rompa el fuego permita la salida de la plaza de los habitantes civiles; ya que esta seguro que antes de 48 horas el rompimiento sería un hecho. En un último intento de llegar a un arreglo es enviada una carta con dos oficiales de la marina mexicana Luis Valle y Pedro Díaz Mirón, sin embargo, antes de que estos regresaran a la plaza, se rompió el fuego contra el Castillo de San Juan de Ulúa por los buques franceses.


Las fuerzas invasoras europeas llegaron a las costas de Veracruz, con las siguientes fuerzas: España, 6200 hombres, Francia 3,000, Inglaterra, 800. Francia pide con urgencia 2,500 hombres más. Ingleses y españoles al examinar la situación y ver la disposición del gobierno mexicano, para arreglar pacíficamente las diferencia, empiezan a dudar de las verdadera intenciones de los franceses que no se ciñen al acordado en la Convención de Londres. Los enviados de Inglaterra, Wyke, y de España, Juan, se dan cuenta de las verdaderas intenciones de los franceses y se tiran de la Alianza Tripartita regresando a sus países. Santa Anna llegó a Veracruz y se dispuso a defender la ciudad, enviando una comunicación a Baudin informándole que no habían sido aprobadas las capitulaciones. En respuesta el contraalmirante ordenó que una columna de 1.000 hombres con artillería desembarcara con el propósito de aprehender a Santa Anna, y el 5 de diciembre consiguió desembarcar en Veracruz. Éste, al darse cuenta del desembarco reunió algunas fuerzas y entabló la lucha sin resulta-

Ante estas condiciones Baudin ordenó el embarco de sus tropas que fueron perseguidas por los mexicanos hasta el muelle, donde los franceses al disparar un cañón los pudieron detener resultando herido en una pierna el propio Santa Anna. Baudín ordenó a continuación que la artillería naval hiciera fuego sobre la ciudad por lo que Santa Anna dispuso la evacuación del puerto retirándose hasta Pocitos (a una legua de la ciudad). Puesto que Francia había bloqueado para otros países europeos el acceso a uno de los mercados más importantes de América, al mes de haber iniciado los combates en tierra, con el propósito de mediar en el conflicto, la marina británica destacó a la Flota de las Indias Occidentales, logrando que Francia suspendiera su agresión. El mediador fue el inglés Richard Pakenham, quien consiguió reunir a los representantes mexicanos don Eduardo Gorostiza y Guadalupe Victoria con el contraalmirante Baudin. El 9 de marzo de 1839 se firmó un tratado de paz, en el cual México se comprometió a pagar las indemnizaciones exigidas (seiscientos mil pesos en total), pero no se comprometía a mantener las garantías exigidas para los extranjeros en el futuro. Francia retiró, a cambio, la flota invasora, desistió de la indemnización a los gastos de guerra y el desconocimiento de las Declaraciones Provisionales de 1827 devolviendo además las naves incautadas y por ello, pidieron la intervención de sus ministros ante México para que se les pagara los daños sufridos.


ASEDIO A VERACRUZ En la mañana del 27 de noviembre de 1838 reinaba un gran movimiento frente a Ulúa. Las lanchas se movían sin cesar entre los barcos de la escuadra francesa. Un total de 26 barcos franceses con un estado de fuerza de 4,000 hombres. No obstante y pese a que durante los preparativos el General Antonio Gaona comandante de la fortaleza de Ulúa tendría la oportunidad de disparar sobre la escuadra francesa, no lo hizo ya que las ordenes recibidas era el de evitar provocaciones. Lo que no hubiese impedido la reacción francesa y quizás infringirle algunas bajas que si bien no hubiera cambiado el resultado, si pudo haber permitido una resistencia mucho más eficaz. A las dos y media de la tarde del 27 de noviembre de 1838 la escuadra francesa rompía fuego sobre Ulúa. Los modernos proyectiles de los barcos franceses la Néreide, la Glorie y la Iphigénie cayeron con un efecto devastador. Los mexicanos no habían soñado e imaginado que la construcción de las murallas de Coral, eran una protección dudosa. La fortaleza de Ulúa con 1184 hombres para su defensa e integrada por distintos cuerpos del Ejército y la Marina, no resultaron suficientes ante el combate francés. Los escasos buques nacionales pasaron a San Juan de Ulúa para prestar sus servicios en la fortaleza. Sin embargo, los barcos mexicanos bergantín Hijo Único, goletas Barbarita y

Esperanza, pailebot Campechano, mercantes todos ellos y la Iguala son detenidos y secuestrados por la escuadra francesa. Es así que el 27 de noviembre en el bombardeo al castillo, se le dio el mando de la línea de defensa exterior de Ulúa, situándose en el Baluarte San Miguel, donde repelió al enemigo con valor. No obstante, esta batería fue destruida por una bomba, los muertos y heridos fueron en su mayor parte de las fuerzas de marina. En esta acción, el valiente marino Blas Godínez Brito perdió la mano y pierna izquierdas. La fortaleza de San Juan de Ulúa en términos generales sufrió graves daños, las municiones eran escasas y las víctimas numerosas. Ante lo inútil del sacrificio de los militares de la guarnición, Gaona decidió pedir al contralmirante Charles Baudín una corta suspensión del fuego para recoger alos heridos, sepultar a los muertos y consultar con el comandante de la plaza acerca de la situación de la fortaleza. Santa Anna hizo presencia en Veracruz ofreciendo al comandante de la plaza sus servicios para inspeccionar el estado de la fortaleza. Santa Anna después de lo ocurrido con Texas, había permanecido alejado de la escena política y había decidido hacer su reaparición triunfal al servicio de la patria. Comisionado por el General Rincón fue a inspeccionar el Castillo. Al ver la penosa situación de la fortaleza, dejó que el consejo de oficiales determinasen la rendición de Ulúa. .


Bloqueo y asalto al Puerto de Veracruz

Los franceses tomaron posesión de Ulúa a las dos de la tarde del 28 de noviembre, después de permitir la retirada de la guarnición con todos los honores. Veracruz quedaba a merced de los franceses quienes negociaron con Rincón, teniendo éste que reducir la guarnición de la plaza a mil hombres y a recibir e indemnizar a los franceses; estos levantarían a su vez el bloqueo al puerto. En México este arreglo causó violentas protestas y se depuso del mando al general Rincón. El presidente Bustamante nombró al general Mariano Paredes y Arrillaga como ministro de Guerra y Marina, encargando la defensa de Veracruz a Santa Anna. Este último comunicó al contralmirante Charles Baudin la declaración de guerra que había hecho el Congreso de México con fecha 30 de noviembre. El contralmirante Baudin contestó que a pesar de la insensata actitud del gobierno mexicano, no arrasaría la ciudad de Veracruz para no aumentar los padecimientos de la población. Por su parte, Santa Anna consultó a sus oficiales sobre las posibilidades de defender la plaza. Estos manifestaron que era inútil tratar de defender Veracruz estando Ulúa en manos de los franceses y dado que la mayor parte de las tropas mexicanas había salido con el general Manuel Rincón. A pesar de ello, Santa Anna decidió defender la ciudad a toda costa. En ayuda de Santa llegó Arista el 4 de diciembre. En la madrugada del 5 desembarcaron los franceses bajo el mando de Baudin con el fin de anular los preparativos de defensa de la ciudad. Baudin mandó al príncipe de Joinville, hijo del rey, las tropas se ocupaban en desarmar la ciudad. El príncipe y sus hombres asaltaron la casa donde dormían los dos generales, Santa Anna logró escapar, mientras que Arista permaneció prisionero de los franceses durante mes y medio.

Los franceses cumplieron con la misión de destruir todos los emplazamientos defendibles en la ciudad. Baudin decidió reembarcarse con sus hombres, seguro de que la ciudad quedaba indefensa bajo los cañones de su escuadra. Durante estos encuentros, el general Santa Anna perdió una pierna. Con la noticia de lo ocurrido en Veracruz, hubo un nuevo motivo de descontento contra el gobierno de Bustamante. El bloqueo y los desórdenes fueron muy perjudiciales para el comercio inglés con México, por lo que el recién llegado ministro británico Pakenham, se apresuró a proponer sus buenos oficios como mediador. Puesto que Francia había bloqueado para otros países europeos el acceso a uno de los mercados más importantes de América, al mes de haber iniciado los combates en tierra, con el propósito de mediar en el conflicto, la marina británica destacó a la Flota de las Indias Occidentales, logrando que Francia suspendiera su agresión. El mediador fue el inglés Richard Pakenham, quien consiguió reunir a los representantes mexicanos don Eduardo Gorostiza y Guadalupe Victoria con el contralmirante Baudin. El 9 de marzo de 1839 se firmó un tratado de paz, en el cual México se comprometió a pagar las indemnizaciones exigidas (seiscientos mil pesos en total), pero no se comprometía a mantener las garantías exigidas para los extranjeros en el futuro. Francia retiró, a cambio, la flota invasora, desistió de la indemnización a los gastos de guerra y el desconocimiento de las Declaraciones Provisionales de 1827 devolviendo las naves incautadas y por ello, pidieron la intervención de sus ministros ante México para que se les pagara los daños sufridos.


La Segunda Intervención Francesa

La Segunda Intervención Francesa en México es el segundo conflicto internacional sostenido entre México y Francia. Comienza con los reclamos franceses por la suspensión de la deuda por el gobierno de Benito Juárez, y sigue con el establecimiento del Segundo Imperio Mexicano, sostenido por las tropas francesas, belgas y austriacas que ocuparon el país entre 1862 y 1867. También es conocida como la "Guerra Franco-Mexicana" Disputas con el clero, así como con los diplomáticos de España en México, habían iniciado una cadena de intranquilidades entre México y varios países europeos. Además, las complicaciones económicas causadas por la Guerra de Reforma y la Revolución de Ayutla, a pesar de las medidas tomadas por el gobierno para reducir los costos de la guerra (por ejemplo la reducción de las fuerzas militares), forzaron al gobierno a suspender la liquidación de las deudas externas por un periodo de dos años. España, Reino Unido y Francia formaron una alianza tripartita en Octubre de 1861, con el propósito de protestar conjuntamente contra las politicas económicas mexicanas; exigieron el pago de la deuda, aunque, aparentemente, sin la intención de intervenir en los conflictos domésticos de México. Para presionar al gobierno mexicano enviaron una expedición armada que arribó a Veracruz en Enero de 1862. El Ministro Mexicano de Relaciones Exteriores Manuel Doblado notificó al General español Juan Prim, a cargo del movimiento tripartita, de las complicaciones económicas del país y logró persuadirlo de que la suspensión de las deudas era algo transitorio.

Para los gobiernos de España y Gran Bretaña esta explicación fue suficiente y zarparon de Veracruz una vez concluidas las conferencias diplomáticas de La Soledad. Sin embargo, las tropas francesas se negaron a retirarse, pues Napoleón III tenía intenciones de instaurar una monarquía títere en México desde la que planeaba apoyar a los confederados en la Guerra Civil Estadounidense y disminuir drásticamente el poder de Estados Unidos en la región. Intervención extranjera A raíz de la suspensión de pagos España, Francia e Inglaterra encontraron el pretexto idóneo para intervenir en los asuntos mexicanos. El 31 de octubre de 1861, en Londres, las tres naciones suscribieron un convenio por el cual adoptaron las medidas necesarias para enviar a las costas de México fuerzas combinadas de mar y tierra. La intervención tenía el objetivo de cobrar deudas acumuladas desde tiempo atrás y, si bien las demandas no resultaban extrañas, su cumplimiento era difícil en las circunstancias de la República. Sin embargo, el gobierno juarista se vio obligado a dar una respuesta. Reconoció la situación ruinosa del erario y, al mismo tiempo, advirtió los esfuerzos que mantendría para enfrentar los reclamos. A pesar de la buena voluntad mostrada, algunas tropas españolas arribaron, en diciembre, al puerto de Veracruz, y para enero de 1862 ejércitos de las tres potencias europeas desembarcaron en territorio mexicano.


Segunda Intervención Primeras campañas

Confiando Lorencez en esos planes, el día 19 de abril, a las tres de la tarde, marchó hacia el altiplano acompañado de Saligny y de Almonte. Con un contingente de 6,000 soldados bien dispuestos, Lorencez avanzó hacia Orizaba, llegando a Fortín a media tarde. Las hostilidades empezaban al roimper los franceses los tratados. Zaragoza, que estaba en Orizaba con 4,000 hombres y ocho cañones, se retiró hacia Las Cumbres, paso obligado hacia el altiplano. En Orizaba, Lorencez recibió nuevos refuerzos dirigidos por los coroneles L´Herillier y Gambier, quienes llevaron el peso de la primera fase de la campaña, y se aprestó a iniciar el ascenso hacia las grandes ciudades, Puebla y México. El 27 de abril por la mañana, acompañado por el ave negra de Saligny y por Almonte. Inició su marcha sobre Puebla. La víspera escribía, lleno de soberbio optimismo, al ministro de la Guerra . De Amozoc, en donde pernoctaron, las fuerzas invasoras salieron en la madrugada hacia Puebla. Lorencez pensó que al atacar y vencer a las tropas mexicanas posesionadas de las alturas ellos le permitirían apoderarse de Puebla, cuya caída sería un triunfo espectacular para su causa. Transponer Las Cumbres de Acultzino representó una primera etapa. Zaragoza se dispuso a hacerle frente, después de haber desviado a fuerzas reaccionarias de Zuloaga y otros jefes que venían a auxiliare a los franceses. Con 4,000 hombres, de los cuales sólo la mitad actuó, divididos en cinco brigadas de infantería, tres baterías de montaña de seis piezas y 200 caballeros, Zaragoza y el coronel Días, trató de

impedir el avance del enemigo y se replegaron a San Agustín del Palmar. Los invasores penetraron hasta la Cañada de Ixtapan. El 1 de mayo, reunidos todos los contingentes y eufóricos antes las promesas de Saligny de que Puebla les recibirían con lluvia de flores, los invasores marchó hacia la ciudad de los Ángeles. Zaragoza había reunido en Puebla a sus tropas, ordenado se levantaran barricadas en las calles y planeando hacer su defensa amparándose en tres eminencias que rodean la ciudad y en las que existían fortificaciones de cierta importancia: las de los cerros de San Juan, Guadalupe y Loreto. Sus tropas, cercanas a los 12,000 hombres debido a los refuerzos recibidos, estaban dirigidas por los gerentes, con 1,200 soldados y dos baterías de campaña, defendáis las alturas y fue quien llevó el peso de la batalla y a quien se debió el triunfo, auxiliado heroicamente por todo sus compañero, dirigidos certeramente por el general Ignacio Zaragoza. El 4 de mayo el ejército invasor dirigido por le conde Lorencez se encontró frente a la ciudad de Puebla que fue atacada por el ejército francés formado por 6,000 hombres. Lorencez confiaba en su superioridad militar, su organización y su "elevación de sentimientos" la defensa mexicana se parapetó en los fuertes de Loreto y Guadalupe, las tropas nacionales mal armadas, pero con gran determinación, se batieron con heroísmo; Destacaron los indios de Zacapoaxtla diestros en el uso de los machetes. A las once de la mañana, los franceses iniciaron el ataque del fuerte de Guadalupe con dos compañías de zuavos y diez piezas de artillería de montaña defendía a los atacantes de los embates de la caballería mexicana, situada en la planicie poblana. Al ser atacadas las tropas de Negrete, acudió en su ayuda la brigada de Berriozabal. Tres veces intentaron tomar los fuertes y fueron rechazados por los mexicanos, Zaragoza personalmente, apoyado a la izquierda por la brigada de Lamadrid y a la derecha por la división de Días, a cuyo extremo situó el resto de la caballería, auxiliaba en la acción.


Después de una hora y cuarto de ataque, los franceses habían agotado sin resultado favorable alguno la mitad de sus municiones, por lo cual Lorencez ordenó un ataque general. Hizo avanzar cuatro batallones de cazadores para reforzar a zuavos y marinos, los cuales no lograron adelantar, debido al fuego graneado que los mexicanos les enviaban desde Guadalupe y Loreto. La caballería mexicana rodeó a los cazadores que habían quedado de reserva en la planicie, los cuales se defendieron. Cuando dos nuevas compañías de zuavos iban a apoyar a sus compañeros en difícil situación, una fuerte tormenta, acompañada de una copiosa granizada, complicó el avance de los franceses que rodaban por las pendientes resbalosas soportando una lluvia de fuego y de agua. Esto obligó al general Lorencez ordenar la retirada, habiendo perdido 476 soldados y recogiendo 345 heridos. El ejército mexicano contó con 83 muertos, 132 heridos y 12 desaparecidos. La batalla tuvo una duración de cuatro horas y terminó cuando un comunicado telegráfico que dice: "Las armas nacionales se han cubierto de gloria. Las tropas francesas se portaron con valor y su jefe con torpeza" Ignacio Zaragoza, jefe del ejército de Oriente fue acompañado por un grupo de generales liberales entre ellos destacan: Antonio Álvarez, Porfirio Díaz y Miguel Negrete, entre otros. Esta acción bélica levantó la moral de los liberales mexicanos y del pueblo que vieron la posibilidad de derrotar a los invasores Napoleón III envía a México una fuerza mayor, 31,000 soldados. La jefatura del ejército intervencionista al mando del mariscal Elías Federico Forey y el armamento se enriquece con la llegada de fusiles de reciente modelo y más de medio centenar de cañones.

La derrota del ejército francés en Puebla el 5 de mayo de 1862 fue para el pueblo mexicano, dividido, desesperado, temeroso de perder nacionalidad, libertad y territorio, representó un triunfo de incalculable importancia, el comienzo de una nuevo día, el resurgimiento del optimismo y de la confianza. México, con un pequeño desprovisto de armamento moderno, casi improvisado, pero dirigido por jóvenes y hombres de mediana edad como Zaragoza, Días, Berriozabal, Escobedo, etc. Lorencez retrocedió hacia Orizaba lentamente, seguido de cerca por fuerzas mexicanas que aumentaban con la llegada de las tropas que González Ortega traía. Los invasores, por su parte, recibieron los contingentes del general Márquez, con más de 2,500 jinetes, y también del general Douay con frescos refuerzos de Francia y él mismo, valiente y pudoroso militar.

Batalla de Puebla 5 de Mayo de 1862

Dispuestos los mexicanos a derrotar a los invasores o forzados a reembarcase, los ejércitos nacionales con Zaragoza y González Ortega se adueñaron del cerro del Borrego, del cual fueron desalojados por errores tácticos. Zaragoza regresó al altiplano, en tanto que Lorencez esperaba pacientemente rehacerse y también nuevos contingentes con que proseguir la guerra. La estrategia napoleónica, consistente en dominar rápidamente a México para apoyar el movimiento surista de los Estados Unidos y vencer al norte, se desbarataba. En tanto que le impidió convertirse en el amo de México y decepcionado de las intrigas de Saligny y de Almonte, escribía algo de su propio y dura experiencia.


Al año siguiente, el 16 de marzo de 1863 Forey comenzó nuevamente el sitio de Puebla; la ciudad resistió numerosos días, pero finalmente, después de haber sido destruidos los fuertes de Santa Inés y San Javier, sucumbió a las tropas francesas. El sitio llegó a su fin el 17 de mayo, cuando Forey capturó la plaza central, aunque él no entró en la ciudad hasta el 19 de mayo. Los generales González Ortega, Escobedo y Negrete fueron enviados prisioneros a Francia, pero lograron escapar en el trayecto. Después de la caída de Puebla, el presidente Juárez ordenó llevarse los archivos del gobierno, a fin de facilitar la marcha de los negocios publicos dondequiera que se estableciese la capital provisional. era conveniente crear la impresión de una retirada estratégica, no de una fuga. La caravana de la Republica abandono la ciudad de Mexico a fines de mayo de 1863. Al frente marchaba una descubierta de caballejos y tras ella un carruaje cenizo que ocupaban Juarez y su familia y que rodaba lentamente para no incomodar a Margarita, embarazada otra vez. En seguida venían los coches de los miembros del gabinete y de los amigos de siempre, como el administrador de correos Guillermo Prieto y el diputado y magistrado de la Suprema Corte Manuel Ruiz, con varias docenas de colegas legisladores y magistrados; cientos de burocratas anonimos deseosos de hacer meritos y al final un piquete de infantería de medio centenar de hombres y una infinidad de soldaderas con sus niños. Se viajaba por igual a caballo, a lomo de mula o en carruajes y carromatos colmados de colchones, sillas, mesas y hasta pericos. "Desde lejos la caravana parecía una culebra que se arrastraba por los caminos, ascendía por los cerros, vadeaba arroyos y levantaba enormes nubes de polvo a su paso. En pocos días avanzaron trescientos kilómetros para llegar a Dolores Hidalgo. Por ser la Cuna de la Independencia, el poblado parecía ideal para instalar alli el gobierno, maxime cuando el Gobernador de Guanajuato Manuel Doblado conservaba intacta su guardia nacional de cinco mil hombres. Pero el general conservador Tomás Mejia merodeaba por la region, y hubo que continuar hacia el

norte otras decenas de kilómetros, hasta San Luis Potosí. La caravana empezó a entrar a San Luis Potosi el 9 de Junio, sin encontrar oposición. Más aún, el acosado gobernador sustituto entregó a Juarez el edificio del gobierno estatal--donde había magnificas habitaciones destinadas al gobernador y su familia--y traslado los poderes locales al ex palacio del obispado. Mientras tanto, el 10 de junio, las tropas francesas hicieron su entrada triunfal en la Ciudad de México, donde el general Forey constituyó el gobierno de ocupación. Juárez, pronosticando la victoria, organizaba la resistencia, y los estados norteños se aprestaban para la guerra.

La Ocupación de la capital

Los franceses entran a la capital en junio de 1863, desconocen al gobierno de Juárez, pero respetan las Leyes de Reforma. Los invasores forman un gobierno con las siguientes características:

Nombran una junta de gobierno de 35 miembros que designarían a: 215 personas para integrar una junta de notables y un ejecutivo que regiría a la nación de manera provisional. Una junta de Notables escogió una forma de gobierno monárquica de tendencia moderada, hereditaria y con un emperador que tendría que ser un príncipe católico. Sé él ofreció la corona al archiduque de Austria, Fernando Maximiliano de Habsburgo, quien aceptó el cargo de común acuerdo con su esposa Carlota Amalia de Bélgica. Los monárquicos mexicanos, les hicieron creer que el pueblo los esperaba con los brazos abiertos. El militar francés Achille Bazaien, veterano de las guerras de Argelis y Crimea reemplazan al mariscal Forey en octubre de 1863, con la misión de controlar al país. Contaba con más de 40,000 hombres que en pocos meses ocuparon gran parte de la República; centro, occidente, oriente y parte estratégicas del Norte y el Sur. En abril de 1864, Maximiliano acepta la corona de México. Se embarca y llega a Veracruz en mayo y el 12 de junio entra a la Ciudad de México.


Los franceses se reorganizan, y en marzo de 1863, después de haber tomado plazas menores y subordinado a los conservadores mexicanos por completo, el mariscal Forey sitia Puebla durante 62 días. Al cabo de ese tiempo y por falta de municiones y víveres, el general Jesús González Ortega, defensor de la plaza, la entrega en una acción que se consideraba ejemplar en los anales militares, destruye el armamento que aún les quedaba. Los jefes militares hechos prisionero son enviados a Francia; en el camino a Veracruz algunos de ellos logran evadirse, como Jesús González y Porfirio Díaz. Ante la toma de Puebla el presidente Benito Juárez, con los franceses a un paso de la capital, traslada su gobierno a San Luis Potosí (31 de mayo de 1863) contando además con facultades extraordinarias que le daba el Congreso para preservar la soberanía del país. La llegada de refuerzos y de un nuevo dirigente francés para la lucha, el general Federico Forey, daría a la larga la posibilidad al ejército invasor de llegar hasta la capital en 1863. El 31 de mayo, ante la inminencia de la llegada de las tropas francesas, Juárez y su gabinete abandonaron la capital. Ese mismo día el Congreso le dio al presidente un nuevo voto de confianza, cerró sus sesiones y se disolvió. Sin embargo, varios diputados, entre ellos el presidente en turno de la Cámara, Sebastián Lerdo de Tejada, decidieron acompañar al presidente en su peregrinación hacía el norte. En primera instancia, Juárez, su gabinete y la diputación permanente, se dirigieron a San Luis Potosí, donde se establecieron los poderes de la nación; después, el gobierno de la República itinerante iniciaría su largo andar por diversas partes del país, manteniéndose a pesar de mil vicisitudes como el máximo órgano de representación mexicano durante todo el tiempo que duraría la intervención francesa y el imperio de Maximiliano.

Las facultades extraordinarias concedidas a Juárez por el Congreso, al inicio de la contienda, le permitieron mantenerse en el ejecutivo incluso después de haber terminado su periodo legal, en noviembre de 1865. Decidió prolongar su mandato más allá de esta fecha aduciendo las graves circunstancias por las que atravesaba la nación y con el fin de evitar el desmembramiento del grupo liberal en un momento tan crítico. Al año siguiente, el 16 de marzo de 1863 Forey comenzó nuevamente el sitio de Puebla; la ciudad resistió numerosos días, pero finalmente, después de haber sido destruidos los fuertes de Santa Inés y San Javier, sucumbió a las tropas francesas. El sitio llegó a su fin el 17 de mayo, cuando Forey capturó la plaza central, aunque él no entró en la ciudad hasta el 19 de mayo. Los generales González Ortega, Escobedo y Negrete fueron enviados prisioneros a Francia, pero lograron escapar en el trayecto. Después de la caída de Puebla, el presidente Juárez ordenó llevarse los archivos del gobierno, a fin de facilitar la marcha de los negocios publicos dondequiera que se estableciese la capital provisional. era conveniente crear la impresión de una retirada estratégica, no de una fuga. La caravana de la Republica abandono la ciudad de Mexico a fines de mayo de 1863. Al frente marchaba una descubierta de caballejos y tras ella un carruaje cenizo que ocupaban Juarez y su familia y que rodaba lentamente para no incomodar a Margarita, embarazada otra vez. En seguida venían los coches de los miembros del gabinete y de los amigos de siempre, como el administrador de correos Guillermo Prieto y el diputado y magistrado de la Suprema Corte.


Junta de Notables. El 7 de junio de 1863, las tropas del ejército francés, comandadas por el General Bazaine, entran victoriosas a la ciudad de México. Nueve días más tarde, el 16 de junio, se integra, por orden del máximo jefe del ejército intervencionista francés, General Forey, una Junta de Gobierno compuesta por treinta y cinco personas cuya función sería la de elegir a tres mexicanos para que se hicieran cargo del Poder Ejecutivo, e igualmente se constituye una Junta de Notables compuesta por doscientas quince personas para que determinaran la forma de gobierno que deseaban para México. El 10 de julio de 1863, la Junta de Notables emitió el siguiente dictamen: 1. La nación mexicana adopta por forma de gobierno la monarquía moderada, hereditaria, con un príncipe católico. 2. El Soberano tomará el título de Emperador de México. 3. La corona imperial de México se ofrece a S. A. I. y R., el príncipe Maximiliano, Archiduque de Austria, para sí y sus descendientes. 4. En caso que, por circunstancias imposibles de prever, el Archiduque Maximiliano no llegase a tomar posesión del trono que se le ofrece, la nación mexicana se remite a la benevolencia de S. M. Napoleón III, emperador de los franceses, para que le indique otro príncipe católico.

Al día siguiente se acordó que el Poder Ejecutivo tomase el nombre de Regencia del Imperio, y con este nombre duraría hasta el 20 de mayo de 1864, cuando fue disuelto al hacerse cargo de ese poder, Juan Almonte en su calidad de lugarteniente del Imperio. Maximiliano entraría en la ciudad de México el 12 de junio de 1864. De entre las medidas hacendarias implementadas por la administración intervencionista francesa comandada por el General Forey, podemos destacar las siguientes: El 29 de julio de 1863 se derogan las leyes del 16 de diciembre de 1861 por medio de las que se había establecido la contribución federal, al igual que las del 4 de febrero de 1861 relativas a las contribuciones directas y derecho de hipotecas, implementándose una serie de impuestos y medidas que las sustituirían. El 8 de marzo de 1864 se establecen en cada población Juntas Revisoras que se abocarían a resolver las reclamaciones que hicieran los causantes de contribuciones directas


La Batalla de Bagdad tuvo lugar el 4 de enero de 1866 en la población de Bagdad en Tamaulipas, México, entre el ejército mexicano de la República contra el ejército del Segundo Imperio Francés y Mexicano. Puerto Bagdad se encuentra cerca de la desembocadura del Río Bravo, pues controla el acceso fluvial a las ciudades gemelas de Matamoros, México y Brownsville, Texas. Durante la Segunda Intervención Francesa en México, Matamoros era el principal punto de paso de ayuda americana a los Republicanos mexicanos, por ello la importancia del lugar. Se decidió entonces, por parte de las autoridades francesas el resguardo de la misma, encargándole la operación al entonces coronel conservador Tomás Mejía con la ayuda de 2 000 hombres y la marina francesa, debido a que Bagdad fue el punto que más importaba al principio de las presiones nordistas, en virtud de la doctrina Monroe enfrente de los franceses. En 1864, el General Tomás Mejía se veía constantemente amenazado por el general republicano Miguel Negrete, pero este último es disuadido al conocer del desembarco de 500 soldados y 140 artilleros franceses en Bagdad, Tamaulipas, ante el arrivo de los barcos Var, Magellan y el Tactiquepor, por lo que el General Negrete decide retirarse hasta recibir refuerzos y efectuar un ataque general. En 1865, la situación se complica para los franceses. El ejército de los Estados Unidos echó de Brownsville a las fuerzas de los Estados Confederados que eran favorables a la causa francesa y por lo tanto al conservador Mejía. Después de esto el ejército estadounidense envía a 40 000 hombres en la frontera, posición

que hostigaba a los franceses. El barco Tisiphone es enviado para reforzar las posiciones francesas y desembarca en Bagdad, México, ante las constantes amenazas de los dos países americanos. El 28 de septiembre, el General Mariano Escobedo se acerca a Bagdad apoyado por una artillería compuesta de 11 cañones, decidido a atacar la zona. Ante esta situación el almirante francés Georges-Charles Cloué reforzó la ciudad con 4 barcos más (l'Adonis, le Magellan, le Tactique y el Tartare) que convertían al lugar en una fortaleza bélica. La situación en ese momento, nada favorable a los mexicanos obliga al General Mariano Escobedo a retirarse de la escena, después del cual, el Almirante Cloué le envió una reclamación al General nordista Wetzel, el comandante de Brownsville, sobre el asunto de los artilleros estadounidenses que hostigaban al segundo Imperio Mexicano y al Imperio Francés, amenazando con guerra entre los dos países por socorrer a los heridos mexicanos. El barco Antonia es añadido a la defensa de Bagdad. En noviembre, existe una nueva tentativa de Mariano Escobedo que asedia la Ciudad de Matamoros, por lo que el Barco Antonia regresa a reforzar la ciudad. Con la salida de el "Antonia" y otros, el pueblo de Bagdad se encontra bastante desprotegido, así como presa fácil para los mexicanos y estadounidenses, por lo que el General François Achille Bazaine envió dos columnas de refuerzo hacia Bagdad, respectivamente mandadas por el coronel De Ornano y el General Pierre Joseph Jeanningros así como al barco l'Allier para desembarcar 300 soldados austríacos, 20 soldados mexicanos del bando conservador y 60 soldados franceses de caballería a Bagdad el 20 de noviembre.


Batalla de Santa Gertrudis El General nordista Wetzel envió a 150 hombres para restablecer el orden en Bagdad que había sido ocupando por las fuerzas mexicanas. Después de conocer del envió de 150 hombres americanos a esta batalla existió una nueva protesta por parte del Almirante francés Georges-Charles Cloué, que exigió la salida de las mismas por lo que las fuerzas americanas dejaron el pueblo el 25 de enero. En junio, una columna doble de conservadores conformado por 2.000 hombres se va de refuerzo de Monterrey a Matamoros. Una primera mitad se para por causa de enfermedad. Los 300 hombres del General Olverade de la segunda columna, fueron atacados el 15 de junio en Camargo por 5.000 mexicanos y mercenarios estadounidenses. Sólo 150 hombres permanecieron en Matamoros junto al General Tomás Mejía. Los franceses viéndose en lo sucesivo en la imposibilidad de sostener los constantes embates de la ciudad, hicieron evacuar a los 400 hombres que les quedaban en Bagdad; saliendo en el Barco Adonis con rumbo al puerto de Veracruz. Cuando se vio amenazada la soberanía nacional en 1862 por la intervención de fuerzas extranjeras, en el Estado de Tamaulipas hombres, mujeres, niños, jóvenes y ancianos dieron su esfuerzo para combatir al intruso y hacer respetar la Nación.

En nuestro Estado hubo enfrentamientos con victorias gloriosas, entre ellas la Batalla de Tula, la del Chamal, en Tantoyuquita, Tampico, Victoria y en Santa Gertrudis, en Camargo. Hombres como Juan José de la Garza, Pedro José Méndez, Ascención Gómez Servando Canales, Julián Cerda, Pedro Hinojosa, José María Carvajal, Gabriel Arcos Arreola, Albino López, Agapita Ortíz por mencionar solo algunos valientes en quienes se reflejó el valor, la entereza y la lealtad de los tamaulipecos por defender a la patria. En las épicas que se suscitaron durante la intervención francesa en Tamaulipas, estuvieron al frente de las tropas los generales Santos Degollado, Mariano Escobedo, Santiago Tapia, Jesús González Ortega, Miguel Negrete entre otros, quienes fueron testigos del valor de los tamaulipecos, de tal hecho nacieron varios ascensos para militares de esta Entidad. En el caso particular de la Batalla en Santa Gertrudis, la victoria lograda fue de vital importancia para rechazar al enemigo. Bajo el mando del General Mariano Escobedo, el 16 de junio de 1866 la tropa que se empezaba a constituir como el Ejército del Noreste derrotó a una fuerza de aproximadamente 2000 hombres, entre los que se encontraban austriacos, americanos, confederados y traidores.


Como resultado de la victoria en Santa Gertrudis se recuperó Matamoros, el 23 de junio, esto facilitó a las fuerzas nacionales la compra de materiales bélicos en los Estados Unidos. Con la retirada de las fuerzas contrarias a la patria hacia San Luis Potosí y la caída de Tampico el 9 de agosto, se consolidó la dominación de las fuerzas republicanas en el norte de México. Por diversos medios corrió el rumor que las tropas del enemigo apostadas en Matamoros, marcharían hacia Monterrey. Feliciano Olivera al mando de dos mil hombres en combinación con el general francés De Tuce, que dirigía una tropa de mil quinientos hombres entre franceses y belgas, prestarían apoyo en caso de un asalto en el transcurso del camino. Escobedo al conocer la información, siendo que debía marchar rumbo a Matehuala, decidió quedarse para combatir a los invasores en el lugar que ofrecería la oportunidad de tender una emboscada. Tal sitio fue Santa Gertrudis. Olivera auxiliaría a De Tucé en caso de un ataque republicano. Cuando el segundo llegó a Cerralvo, N. L., Escobedo decidió atacarlo para mantenerlo encerrado y que no se juntara con Olivera, para atacarlos por separado. En Cerralvo, Escobedo sitúo al Coronel Ruperto Martínez con 600 caballos y el se dirigió al rancho de Derramaderos en donde se encontraba el convoy salido de Matamoros; aquí, el general republicano observó por cual camino Olivera saldría para Mier, punto en el que se supone lo esperaría De Tucé para cambiar cargamentos. Escobedo buscó un sitio en el que fuera muy escasa el agua para obligar al enemigo a resistir poco tiempo. El número total de las fuerzas republicanas al mando de Escobedo era de 1300 hombres; las posiciones ventajosas que tomó y lo retirado del agua al punto donde se encontraban apostadas las fuerzas traidoras, daban un solo resultado del enfrentamiento: la derrota del enemigo era inminente.

Olivera y sus hombres avanzaron hacia Santa Gertrudis confiadamente. Uno de los soldados republicanos, sin orden previa, saltó al encuentro de los invasores, tal acción rompía la estrategia de Escobedo, sin embargo la habilidad militar de este último se puso de manifiesto en seguida, ordeno cambio de campamento dejando fuera la sospecha en el enemigo de otra posible emboscada. Al día siguiente, Olivera y sus convoyados continuaron el viaje con todas las precauciones, pero las medidas tomadas por él traídos no surtieron efecto. Escobedo y su gente, al momento del ataque, estrecharon tanto la distancia con el enemigo - algo así como cincuenta metros - que en pocos minutos utilizaban las bayonetas y la pelea cuerpo a cuerpo Todo quedó en poder de Escobedo: el cargamento del convoy, 11 piezas de batalla, 2 de montaña, las municiones y 1200 prisioneros. Cerca de ochocientos muertos y heridos quedaron en el campamento, más de 500 eran del enemigo. Las fuerzas de Escobedo estaban integradas por cuatro columnas de infantería para ataque, dos de caballería y la reserva que también era de infantería. De la primera de éstas columnas el l er. Jefe era el coronel Alfonso Flores, y como segundo el coronel Cáceres. La segunda columna era ordenada por el Coronel Miguel Palacios y el Teniente Coronel Emilio Mayer; mientras que la tercera estaba dirigida por el mismo Coronel Francisco Canales y el Coronel Adolfo Garza; la cuarta estaba bajo las órdenes del General Servando Canales y del Coronel Julián Cerda. La caballería estuvo bajo la orden del General Jerónimo Treviño. Las columnas de caballería, la "Legión del Norte' estaba bajo las órdenes del Coronel Joaquín Garza; la reserva estuvo encomendada al Coronel Salvador F. de la Cavada. Todas las columnas estaban bajo la orden directa del General Escobedo, quien como segundo en el mando tuvo al Mayor General Sóstenes Rocha.


Batalla de Oaxaca

Una de las mayores victorias obtenidas por las armas republicanas durante la Intervención Francesa, es sin duda, la Batalla de La Carbonera, ganada por el General Porfirio Díaz el 18 de octubre de 1866. Previamente el propio Díaz, había infligido una severa derrota a los imperialistas el día 3 de octubre en Miahuatlán, Oax. Tras este triunfo, sitió en la ciudad de Oaxaca al General conservador Carlos Oronoz. Después de 11 días de sitio, se tuvo conocimiento de la aproximación de un selecto contingente enemigo, integrado por 1,500 hombres, en su gran mayoría franceses, austríacos y húngaros. Díaz marchó al encuentro de los imperialistas dejando una guarnición sosteniendo el sitio. El general Porfirio Díaz temía ser batido por la superioridad numérica de los soldados franceses, decidió adelantárseles y enfrentarlos antes de que lograran su objetivo; formó su ejército en dos columnas, una de ataque y otra interceptora. El día 18 a las 11:00 horas, hizo alto en las Lomas de la Carbonera y seleccionó sus posiciones de combate. Apenas se habían terminado de establecer las líneas republicanas cuando el enemigo irrumpió en el campo de batalla, lanzando un decidido ataque apoyado con fuego de artillería. Sin embargo, los cañones imperialistas no pudieron evitar el avance de los soldados de Díaz, quienes pronto alcanzaron las posiciones enemigas dasatando un combate cuerpo a cuerpo que en poco tiempo provocó la fuga de los intervencionistas.

Al verse rechazados por las tropas republicanas, los imperialistas intentaron reorganizarse con ayuda de su artillería, pero fue demasiado tarde pues las columnas del General Pérez Figueroa y el mismo Díaz, ya habían rebasado sus líneas. El combate duro aproximadamente una hora y culminó con la total derrota de los invasores, quedando en poder de las tropas mexicanas un cuantioso botín de guerra compuesto por fusiles, monturas, municiones y cañones. La Ciudad de Oaxaca permaneció en manos de los franceses durante dos años. En el Istmo, los juchitecos leales a la república seguían ofreciendo resistencia, el mariscal Bazaine se encaminó hacia Chiapas, en el camino, al mando de dos mil soldados franceses y austriacos se enfrentaron a una fuerza de 500 soldados juchitecos ayudados por campesinos de los pueblos vecinos, venciendo al ejército francés el 5 de septiembre de 1866. Díaz consigue escapar de su confinamiento en Puebla y regresa a Oaxaca, donde derrotan a tres mil hombres el 3 de octubre de 1866 en la Batalla de Miahuatlán, confiscando material de guerra. Pocos días después el General Díaz vence nuevamente a los franceses en la Batalla de la Carbonera. Díaz marchó hacia Oaxaca, ciudad que tomó al llevar como vanguardia a prisioneros franceses, confundiendo al enemigo. El 2 de abril de 1867 Díaz derrotó al General Noriega en Puebla, recuperando la ciudad e inclinando la balanza a los Republicanos, esta vez definitivamente.


Imperio de Maximiliano Del 7 de junio de 1863 al 15 de julio de 1867

Maximiliano I, Forey regresó a Francia para recibir el título de Mariscal, y en su lugar asumió el cargo Aquiles Bazaine. El ejército francés superaba ya los 45,000 hombres, y aunado a los territorios previamente conquistados, ya ocupaba Tlaxcala, Toluca y, muy pronto, Querétaro. El 9 de noviembre partió Bazaine, acompañado de su áscar, hacía el norte; encontraron poca resistencia, lo cual les ocasionó pocas pérdidas al ocupar las principales poblaciones del país. El general imperial Márquez capturó San Luis Potosí, sólo días después de que Juárez trasladara su gobierno a Saltillo. Los republicanos resistieron el avance francés en varias partes del país, empleando básicamente las técnicas de guerrilla; la ciudad de Tampico había sido bloqueada por guerrilleros y, en el sur, Porfirio Díaz, al mando de 4,000 soldados, obstaculizaba el paso desde México hacia Veracruz. A pesar de ello no pudo impedirse el avance francés, que ocupó en 1864 Guadalajara, Aguascalientes y Zacatecas. Los generales republicanos suplicaban a Juárez que renunciara a su cargo para, de esa manera, poner fin a la guerra de intervención francesa. Entre ellos destacaban los generales Manuel Doblado y Jesús González Ortega, así como Santiago Vidaurri, gobernador de Nuevo León y Coahuila. Entretanto, Benito Juárez, debido a la reducción del territorio republicano, se vio forzado a trasladar nuevamente su capital a Monterrey.

El gobierno de Maximiliano respeta las Leyes de Reforma; él mismo era un hombre liberal, lo cual le causó los primero problemas con los sectores que le habían ofrecido la corona: los conservadores, los monárquicos y el clero. Su gabinete lo integró con liberales moderados. Las medidas liberales que sostuvo durante su gobierno fue la tolerancia de cultos, la desamortización de los bienes de la Iglesia, la secularización de los cementerios y, mediante un decreto, declaró abolidas las deudas de los peones con los hacendados. Les parte negativa de su proceder fue, sin embargo, él haber ocupado un puesto, que el pueblo no le había otorgado, así como él haberse rodeado de una corte falsa formada por arribistas ricos que creían estar en Europa y entre quienes resurtió órdenes en nobleza, cargos y condecoraciones. Negoció préstamos onerosos para la nación, despilfarró mucho dinero en los gastos de la corte. Destinó, además, un alto presupuesto para el sostenimiento de las tropas de ocupación; los funcionarios mexicanos se quejaban de que supeditaba sus acciones a las opiniones de sus consejeros europeos.

Juárez y la defensa de la soberanía

En 1865 se hace encarnizada. El presidente Juárez obligado por las circunstancias se establece en el paso del Norte, hoy Ciudad Juárez, Chihuahua (15 de agosto de 1865); al problema militar se agregó el problema político. Juárez prorroga su mandato en noviembre de 1865 por la ausencia de condiciones propicias para celebrar elecciones. Este hecho suscita una serie de fricciones entre los liberales, mismas que logran superarse al anteponer a sus ambiciones personales la defensa de la patria. Puede decirse que en este momento surgió una lucha adoptada por los liberales fue la guerra de guerrilla que provocó estragos entre las tropas imperiales En muchas partes del país los liberales republicanos se caracterizan por esa forma de combatir destacan: Mariano Escobedo, Ramón Corona, Nicolás de Regules, Porfirio Díaz y Vicente Riva Palacio.


Fusilamiento de Maximiliano

La situación se torna desesperante para el gobierno imperial y sus tropas. Es ese momento Maximiliano decide concentrar sus fuerzas republicanas. A Querétaro llegan Mariano Escobedo y Ramón Corona con 22,000 hombres que logran sitiar a la ciudad. Márquez para que marche a la ciudad de México en busca de refuerzos; Márquez se entera de que Porfirio Díaz amaga a la ciudad de Puebla y sale a combatirlo pero fue derrotado. Días toma Puebla (2 de abril de 1867) con lo que impide toda salida a los conservadores. Debido a los problemas europeos de Napoleon III sobrevino un cambio en el panorama para los republicanos. Las amenazas por parte de Francia de retirar sus tropas finalmente se materializaron a principios del año 1866, lo que inició el avance republicano hacia el centro del país, puesto que el ejército imperial no contaba con las tropas necesarias para contener su avance. En 1867 Maximiliano I de México reorganizó el ejército imperial, designando

Los republicanos se habían refugiado en el cerro de las campanas, entrega la plaza con la idea de que se le permitiría regresar a Europa; el emperador Maximiliano entrega su espada a Mariano Escobedo en señal de rendición (15 de mayo) y junto a él es hecho prisioneros todos los altos jefes militares así terminaba el Segundo Imperio Mexicano. Un consejo de guerra juzgó a Maximiliano y a sus más distinguidos generales. Se les aplicaba la ley del 25 de enero de 1862 que imponían la pena de muerte para los infractores de las faltas siguientes; delitos contra la independencia del país, delitos contra la paz pública, delitos contra las garantías individuales. Se les encontró culpables y, no obstante la campaña internacional y las presiones de que fue objeto el gobierno mexicano, el presidente Juárez se mantuvo inflexible y la sentencia se cumplió el 19 de junio de 1867. En el cerro de la Campanas, Maximiliano de Habsburgo, Miguel Miramón y Tomás Mejía fueron fusilados.


La invasión francesa de México fue un intento de Napoleón III de revivir el Imperio Francés, así como de prevenir el crecimiento de los Estados Unidos a través de alguna anexión de territorio mexicano. Fue devastadora para México, ya que sólo ayudó a incrementar el periodo de inestabilidad y agitación durante parte del siglo XIX. Además incrementó la deuda externa y creó una disrupción en la producción agrícola e industrial.

de posicionamiento francés en ultramar aprovecharon el hecho de que los Estados Unidos de América se encontraban inmersos en la Guerra de Secesión, lo que garantizaba que éstos no estarían en posición de apoyar a los federalistas mexicanos —en buena medida hermanados a través de las logias masónicas. En el mismo tiempo se sucederían dos hechos cruciales y que serian parte de la causa de la derrota de la ocupación francesa:

La caída del imperio de Fernando Maximiliano de Habsburgo es atribuida principalmente a la retirada de las tropas francesas, pero el corte liberal con el que gobernó Maximiliano fue un factor interno que también desempeñó un papel. Las medidas liberales que expidió Maximiliano, como la que instituía la educación primaria laica, gratuita e ineludible, le granjearon el rechazo de los conservadores, con los cuales compartía el gobierno, sin ganarle a cambio el favor de los liberales republicanos. Aunado a eso, la retirada de las tropas francesas en un momento crítico, cuando los republicanos seguían hostiles y sin haber llegado a un acuerdo con ellos por el cual reconocieran el Imperio, facilitó la reconquista de los territorios perdidos. La invasión francesa y la ulterior instauración de la monarquía Habsburgo fue posible más por factores externos que internos. Los planes

1. Los federalistas de los Estados Unidos ganaron la guerra de secesión, estando ahora sí en mejor posición para ayudar con armas y logística a Benito Juárez, quien se encontraba en ese entonces con su gobierno paralelo en Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez) y con ello, las guerrillas mexicanas comenzarían a producirle derrotas al ejército francés, como las batallas de Santa Gertrudis, La Carbonera, Miahuatlan, la batalla del 2 de abril entre otras más; 2. El Imperio Austriaco había perdido la Guerra de las Siete Semanas frente a Prusia en el año anterior. Con el nuevo escenario europeo, el interés por los gobiernos franceses y austriacos en sostener una guerra en América se vio reducido. Además una Austria devastada por la pérdida de la guerra Austro-Prusiana, por lo que tampoco Francisco José (emperador de Austria) estuvo en posición de ayudar ni a su propio hermano, Maximiliano I de México.


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