Echen, Roberto - Política y provocación en el arte

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AGOSTO

Política y provocación en el arte 1 Roberto Echen

Volver al arte, si es que se puede.

y perfecto y uno de los soldados se secó

Incluso desde el título.

la boca y se bajó los pantalones hasta los

Porque ya desde el título, se vuelve (si se

tobillos y la verga le brotó chorreando. Nos

vuelve) a algo que habría que redefinir o, tal

quedamos todos mirando y sintiéndolo

vez, dejar fluir en su diseminación.

hasta los dedos de los pies y los que esperaban que los colgasen también lo sentían.

Me encuentro con un párrafo escrito en

Entonces los desnudamos y resultó que

1961, que puede introducir desde cierta

esperaban empalmados. No lo podían evitar

pertinencia (pertinencia desplazada, sin

entiendes”.

lugar a dudas) este artículo:

Lo que me gustaría exponer es el hecho

“La vía acababa en algún lugar al norte

de que nosotros, o mejor, de que uno (para

de Monterrey y compramos caballos a un

utilizar un genérico) tiene “cierto gusto por

chino por una lata de maría. Por entonces

el escándalo”.

estaba todo lleno de soldados disparando a

Por otro lado, me quiero situar como artista

los civiles así que conseguimos uniformes

–perteneciente a cierto grupo o cierto tipo

de la Guerra Civil y nos unimos a una de

de artistas– para reconocer (en los dos sen-

las potencias en conflicto. Y capturamos

tidos) cierto gusto por la provocación.

a cinco soldados que llevaban uniformes de otro color y el general se emborrachó y

[Anotación: ese “cierto grupo de artistas”

decidió colgar a los prisioneros por divertir-

o tipo de artista que creo me comprende,

se y montamos una trampa en una carreta

es el que murió con la modernidad y que

bajo una rama. El primero cayó derecho

existe como una especie de residuo o de resto, o en todo caso, es un “muerto vivo

1  Este texto es el paso a escritura de una intervención oral en el panel homónimo organizado por el Museo de la Memoria a raíz de que un grupo de gente vinculado al arte de Rosario, adquiriera la obra de Mónica Castagnotto, sin título –generadora de esta polémica– para donarla al Museo Castagnino+macro. Mantengo el título que los organizadores dieron al panel ya que el texto es una respuesta al mismo.

posmoderno”.   William Burroughs, La máquina blanda, Barcelona, Ediciones Minotauro, 1995, p. 15.   Probablemente lo fundamental en esa frase sean las comillas.

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Este muerto vivo de la posmodernidad bien

Se podría decir que todos aquellos que se

podría ser una muy buena categoría, no una

situaron en el lugar de reaccionar ante la

categoría estética –porque no me interesa

obra, de decir el sacrilegio que la obra “era”,

demasiado hablar de estética–, sino una

sentían la tranquilidad de compartir un

muy buena categoría para una filosofía del

código, estaban contenidos por un lengua-

arte, o mejor todavía, para una epistemolo-

je común, estaban en ese lenguaje que

gía del arte, o que tuviera en cuenta al arte.]

les permitía señalar la injuria y afirmar sin temor a no ser comprendidos: “aquí está

Me parece que hay una distancia –por eso

el enemigo”. Ese escándalo, que probable-

cité el fragmento de Burroughs– entre algo

mente es similar a otros escándalos más

que se podría llamar la intención del artista

frívolos o más triviales, mucho más su-

de provocar y el deseo del público por el

perficiales (quizás) –como por ejemplo las

escándalo y el hecho de que ambos con-

disputas en el programa de Tinelli–, lo que

verjan y de que eso ocurra. La ocurrencia,

hace es reafirmar un estado de cosas. En

el acontecimiento, se da en determinadas

realidad, ese escándalo es, para ese grupo

circunstancias, y esa convergencia puede

de personas que se siente tan afectado, un

tener motivos muy diversos. Además de

dispositivo de reconocimiento (similar al

que se produce en ciertas circunstancias y

contacto de las antenas entre hormigas que

que, por supuesto, excede la responsabili-

están recorriendo un camino muy lejos del

dad del artista, porque de lo que se trata es

hormiguero), usado para saber que están

de que –y aquí hay una cantidad de cuestio-

bien parados.

nes, incluido el poner en juego el concepto de autoría–, cuando se produce, el escán-

En otros casos sucede que el escándalo es

dalo no tiene que ver con la intención ni

desplazado (habría que ver si el caso que

con la conciencia del artista, sino con un

nos ocupa puede leerse de esta manera).

exceso que es a lo que seguimos llamando

Intento plantear las posibilidades escanda-

arte. Ese exceso es una construcción que

losas, y quizá dude sobre en qué lugar ubi-

está siempre en otro lugar, que no está en

car esta obra y si me corresponde hacerlo

absoluto en esa intención.

o –si bien estaría yo mismo incluido en este grupo, pero sólo como un enunciador más

Lo que sucede –creo– es que cuando uno

de esa producción de enunciados colectiva

habla de escándalo puede decir varias

que llegaría a ser obra– es la tarea –que va

cosas, por lo menos dos:

sedimentando– de quienes experimentan

Una es lo que genera el episodio ocurrido

la obra.

con esta obra de Castagnotto en la esce-

Ese escándalo (al que llamé desplazado,

na rosarina (el disparador Castagnotto, se

pero probablemente no es el término más

podría decir): este escándalo es –de alguna

preciso) ocurre cuando ni siquiera es posi-

manera o de un modo que se sitúa a cierta

ble dar cuenta (darnos cuenta) de qué es lo

profundidad– un escándalo tranquilizador.

escandalizador en el escándalo. Sabemos 119


FOTO GENTILEZA MÓNICA CASTAGNOTTO Mónica Castagnotto, sin título, 1999 Colección Museo Castagnino+macro

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–nos damos cuenta– que algo no está bien,

en el hecho de que la obra pasa de las

que algo no encaja, que está dislocando

zonas iluminadas a las zonas en sombra sin

lo que conocíamos y aceptábamos como

“medias tintas” o “medios tonos”.

verdadero y correcto, pero no sabemos qué

Allí se situaba el escándalo manetiano.

es.

Escándalo que, como todo escándalo del

Hay casos históricos.

tipo que estoy tratando, no tiene nombre.

Manet con Le déjeuner sur l’ herbe

Aunque después se va a llamar impresio-

(Almuerzo sobre la hierba). El escándalo

nismo (también debido a un crítico escan-

que se extendió de manera masiva con

dalizado con lo que veía), en ese momento

este cuadro fue: cómo es posible que haya

no tenía –no podía tener– nombre porque

una mujer desnuda en una escena repre-

ponía en juego la historia del arte, porque

sentando una charla de intelectuales. Sin

dejaba sin efecto los parámetros de juicio

embargo, un crítico (no recuerdo el nombre)

conocidos y, por lo tanto, era lo que no

vislumbró el escándalo (así, enfatizado,

tenía –lo que no se podía hacer– palabra.

en tanto el que se estaba desplazando,

Entonces, de lo que se trataba (en la actitud

encubriendo mediante el otro, más tranqui-

del crítico) era de negarlo porque lo que la

lizador).

obra estaba provocando era el derrumbe

Desde ya, lo que vislumbra son las razo-

de un lenguaje que venía sosteniendo al

nes para destrozar esa obra, para hacerla

arte desde hacía alrededor de cuatrocientos

desaparecer del mapa del arte, justamente

años.

porque percibía lúcidamente en qué lugar

Esto me recuerda una frase de mi abuela,

estaba el escándalo que esa obra hacía

que también usaba mi madre: “lo que le

cuerpo, pero que no tenía nombre. Postula

hizo no tiene nombre”, usada cuando en

que la obra es “mala” (típico recurso que su-

realidad sabían muy bien que se podía

pone un acuerdo sobre la calidad de la obra,

nombrar, sabían que estaban hablando,

en el que todos los involucrados sabrían

por ejemplo, de adulterio. Ese “no tiene

sin duda lo que es bueno y lo que es malo,

nombre” las situaba en ejercicio pleno del

tendrían a su disposición la caja de herra-

código, en situación de pertenencia a un

mientas conceptuales y metodológicas para

lenguaje común, en cambio lo que no tiene

determinar fehacientemente la calidad de

nombre es –tautológicamente– lo que cons-

una obra de arte) y, sobre todo, que está

titutivamente no puede ser dicho.

mal pintada (allí aparece claramente lo que   “De lo que no se puede hablar, mejor es callarse” es la conclusión del Tractatus logico‑philosophicus. Proposición tautológicamente consistente en tanto de lo que habla Wittgenstein no es de una especie de táctica para ocultar algo que se sabe, sino de lo que no tiene formulación consistente, de lo que no es susceptible de lenguaje (no se trata aquí de estar o no de acuerdo con lo que él consideraba en ese momento fuera del lenguaje, sabemos que el segundo Wittgenstein –por llamarlo de algún modo– lo que hace, es refutar a éste). Cf. Ludwig Wittgenstein, Tractatus logico-philosophicus, Madrid, Alianza Editorial, Primera edición 1973, sexta edición 1984. Trad. Enrique Tierno Galván, p. 203.

mencionaba en el paréntesis anterior). El escándalo, escándalo de la representación (pictórica), no de lo representado, se sitúa   Problema que he trabajado en varios artículos y textos, entre ellos en el texto curatorial “Sobre gustos...” para la muestra homónima en el Museo Castagnino+macro. Ese texto se incluye en Roberto Echen, Es contemporáneo? Ars auro gemmisque prior, Rosario, Ediciones Castagnino+macro, 2011.

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Sucede con cierta obra de León Ferrari.

consiguiente acusación a los responsables

Quiero citar algo, que es anecdótico pero

de su exhibición y la exigencia –y aquí está

que muestra lo que intento desarrollar.

el núcleo perverso del reclamo– de que sea

Cuando Jaula con aves es expuesta en el

excluida de la muestra. Utilizo el término

Museo Castagnino, después de la dona-

perverso, en tanto éste es otro escándalo

ción de su autor para que forme parte de

desplazado, desde que el motivo profundo

la colección del museo, ya había generado

no puede ser ya declarado o pensado como

muchos escándalos anteriores, que habían

tal sin sentirse políticamente incorrecto.

ido sedimentando y produciendo otras for-

Sin embargo.

maciones (la prohibición, esa barrera de la

Tampoco se trata de que el “verdadero”

represión, no es meramente negativa, sino

escándalo, la estocada que la obra infligía

que tiene un aspecto creativo‑productivo,

fuera a la religión. Recuerdo –y este es

poiético, que –como sostiene Foucault–

el hecho anecdótico que patentiza lo que

debe ser tenido muy en cuenta si se la

planteo– que un periodista que me estaba

quiere pensar seriamente).

haciendo una entrevista en el momento

Entonces.

en que se exponía la obra de Ferrari, al

En ese momento, con una obra represen-

terminar, apagó el grabador y me preguntó

tativa de lo que fue un hito en la historia

“¿por qué esto es arte?”. Esa era la pregun-

del arte y la historia política argentina, y un

ta, porque el escándalo estaba ahí: cómo

precedente jurídico sobre los derechos y las

esta obra está en un museo, una institución

libertades de las manifestaciones artísticas,

que es un lugar de legitimación, de sacrali-

parecía imposible situar el escándalo ante

zación.

esa producción desde la ofensa a la religión que supuestamente podía significar para

El escándalo (el que me interesa, el que

los fieles católicos.

trato de elaborar en este artículo) es tan

Si el punto conflictivo ya no se podía hacer

insoportable porque no tiene nombre. En

pasar por la blasfemia hacia la religión cató-

el momento en que se puede nombrar

lica (cuando digo no se podía, no me refiero

es totalmente trabajable y tranquilizador

solamente a una actitud de ocultamiento

porque nos resitúa en el lenguaje, entonces

táctico de los verdaderos motivos de re-

es posible controlarlo, contenerlo, dimen-

chazo, sino también, a posiciones de buena

sionarlo.

fe, que no podían pensarse a sí mismas

He tratado de trabajar esta problemática

como realizando un acto de censura), lo que

desde todos los lugares de mis prácticas

empezó a emerger como hecho “aberrante”

artísticas, porque hace emerger las marcas

para mentes bienpensantes, fue el maltrato   Debo hacer notar que conozco íntimamente el problema en tanto era el director artístico del Museo Castagnino+macro y, como tal, responsable de las exposiciones que se llevaban a cabo. Dejo constancia de que la obra en cuestión cumplía con todos los protocolos en relación al tratamiento de animales en cautiverio (incluido el tipo de aves que se podían utilizar, ya que no todas las especies son susceptibles de vivir en cautiverio).

a esas aves encerradas en una jaula, con la   Me refiero a la obra de Ferrari en la que unas aves defecan sobre reproducciones del Juicio final tratado por distintos autores (Miguel Ángel, Fra Angélico, El Bosco), una de cuyas versiones forma parte de la colección Castagnino+macro.

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que nos atraviesan, permite asediarlas,

¿Qué pasa cuando la monstruosidad no

deconstruirlas.

aparece en lo que es dicho por el lenguaje sino que emerge en y desde el lenguaje

Foucault dice que su libro Las palabras y

mismo? Es de algún modo lo que plantea

las cosas fue inspirado por el párrafo de

e indaga Foucault en ese libro que no ca-

“El idioma analítico de John Wilkins”, de

sualmente se llama Las palabras y las cosas.

Borges, que cito a continuación:

De ahí la emergencia de una cantidad de

“Esas ambigüedades, redundancias y defi-

preguntas que se vienen formulando desde

ciencias recuerdan las que el doctor Franz

hace años y que no encuentran –mejor, no

Kuhn atribuye a cierta enciclopedia china

pueden encontrar– respuestas precisas y

que se titula Emporio celestial de conoci-

definitivas, porque en realidad lo que sitúan

mientos benévolos. En sus remotas páginas

es la propia emergencia de esos interrogan-

está escrito que los animales se dividen en

tes.

(a) pertenecientes al Emperador, (b) embal-

Aquí me sale al encuentro otro problema

samados, (c) amaestrados, (d) lechones,

foucaultiano: la producción de enunciados.

(e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos,

Recuerdo que en un librito maravilloso

(h) incluidos en esta clasificación, (i) que

que se titula San Pablo, Alain Badiou dice

se agitan como locos, (j) innumerables, (k)

que Pablo hace lo que no hace ninguno de

dibujados con un pincel finísimo de pelo

los otros evangelistas: trabajar a partir de

de camello, (l) etcétera, (m) que acaban de

algo que es el acontecimiento, un aconte-

romper el jarrón, (n) que de lejos parecen

cimiento que tiene que ver con la caída de

moscas”.

los mundos que sostenían los discursos

De este fragmento, en primer lugar quiero

anteriores. Por un lado, este acontecimiento

señalar un detalle, que su fecha de escritu-

no puede ser pensado desde esa raciona-

ra es de 1952, cuando en 1961 otro Kuhn,

lidad, que se puede llamar el logos griego,

Thomas, empieza a pensar la epistemología

y tampoco puede ser pensado desde el

desde lugares que no eran –por decirlo sua-

entramado sígnico judío, entonces lo que

vemente– habituales desde la física.

está emergiendo allí, en ese acto/aconteci-

Este fragmento de Borges nos deja en

miento: la resurrección, es la posibilidad de

suspenso.

la emergencia de una construcción de sub-

Foucault dice, en la introducción a la que

jetividad que no existía hasta ese momento.

hago referencia, que estamos acostumbra-

Evidentemente eso que ocurre, esa nueva

dos a lo monstruoso, mientras lo monstruo-

subjetividad, que es hoy la que se combate

so pertenezca al orden de lo representado.

muchas veces desde el arte (y desde la que

Lo que hace Borges es cambiar radicalmen-

se pueden proponer esos actos de censu-

te de plano y llevarlo a la representación.

ra), es la que nos lleva a este lugar al que

quiero volver.   Jorge Luis Borges, “El idioma analítico de John Wilkins”, Otras inquisiciones (1952), en Obras completas, Buenos Aires, Emecé Editores, 1974, p. 708.

Alain Badiou, San Pablo. La fundación del universalismo, Barcelona, Anthropos Editorial, 1999. Trad. Danielle Reggiori.

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Cuando mencionaba anteriormente la

algo que de nuevo trata de restituir la pro-

intención o el consciente del autor, estaba

fundidad y, sobre todo, el elemento justi-

de algún modo aludiendo a lo que Foucault,

ficador (y esencialista) de la reproducción

justamente cuando habla de producción de

(que acercaría, aunque sea para negar unas

enunciados, se está refiriendo: la función

a favor de las otras, los dos tipos de imá-

autor, donde “autor” ya no se circunscribe

genes).10 En todo caso, “Vírgenes y vulvas”

a un individuo, sino precisamente a una

sería un título más interesante pos‑efecto

función del discurso. Y justamente, el caso

34ARC, en tanto la “v” recurrente, se co-

al que remite Foucault en relación a esta

rresponde metonímicamente con algo más

función autor, como producción de enuncia-

propio de la obra, su estructura. La imagen

dos, es a Freud. Justamente a un discurso

se estructura como repetición, no sólo por

que va a empezar a pensar la construcción

la insistencia en igual número de imáge-

de las posiciones de sujeto desde un lugar

nes de la virgen María y de vulvas, sino,

que no es el yo (y que ni siquiera es la cons-

fundamentalmente, porque esas imágenes

ciencia). El escándalo, ese escándalo que

remiten a una construcción que es típica

no tiene nombre en el siglo XIX, emerge en

(sobre todo desde el Renacimiento) de las

un tramado en el que se intersectan estas

imágenes de vírgenes (sobre todo de la

producciones de enunciados (para seguir

virgen con el niño): la construcción triangu-

con el término foucaultiano).

lar, y contrapone, el triángulo estructurante ascendente de la iconografía de María al

Esto me lleva nuevamente a la obra de

triángulo del órgano sexual femenino.

Castagnotto, y me plantea algunas pregun-

Pero ¿hay dos obras? o mejor sería pre-

tas: ¿el escándalo es constitutivo de esa

guntarse ¿hay dos obras si uno ve la obra

obra de Castagnotto? Me parece que esa

ignorando el escándalo o sabiéndolo?

pregunta puede derivar en esta otra: ¿hay

Hace ya varias décadas, Roland Barthes

dos obras, una antes del efecto 34ARC

planteó, leyendo y comentando a Schefer,

que se llamaba sin título y otra después

que “la imagen no es la expresión de un

del efecto 34ARC? De hecho, esta “segun-

código, es la variación de una labor de co-

da” obra tendría título –o títulos que se le

dificación: no es el depósito de un sistema,

fueron adosando a lo largo de ese devenir.

sino la generación de los sistemas”.11

Llamarla “Las conchas” (como fue mencio-

Creo que lo que nos convoca, lo que ocurre

nada en algún momento) creo que es poco

a partir de este escándalo y de este debate,

interesante porque se queda con la mitad

es la posibilidad de pensar qué es lo cons-

de la cosa, tampoco “Vírgenes y vaginas”

titutivo de esa obra, llámese “Vírgenes y

porque me parece que hace hincapié en

vulvas”, o “Sin título” o como se llame.

“34 Artistas Rosarinos Contemporáneos” (34ARC) es el título de la muestra con la que se reabrió al público el Museo Castagnino en el año 1999 y de la que participaba la obra en cuestión. Se puede consultar el catálogo de la muestra en la biblioteca del museo.

10  Recuerdo el enojo de Mimí Escandell ante la confusión que implicaba el uso del término vagina para referirse a la vulva. 11  Roland Barthes, “¿Es un lenguaje la pintura?”, en Lo obvio y lo obtuso. Imágenes, gestos, voces, Barcelona, Paidós Comunicación, 1986, trad.: C. Fernández Medrano.

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Entonces esto tiene que ver con otra cosa,

Si esta obra de Castagnotto sirve para

con este pensamiento que nos atraviesa.

poder hacernos estas preguntas, bienve-

Desde la posición derridiana del “diferir”,

nida sea y celebro que esté en el Museo

incluso en relación al autor, esta obra (esta

Castagnino.

obra que es hoy en el estado de información y de saber en que nos encontramos respecto a ella) nos plantea algunas preguntas: ¿dónde hay autor, cuál es el autor? El escándalo ¿dónde se sitúa, en el otro, en el autor, en una convergencia? Gilles Deleuze, en un curso que dictó al año siguiente de haber escrito, con su amigo Félix Guattari, el Antiedipo, hablaba de Antonin Artaud. Decía que los detractores de Artaud –quienes lo rechazaban porque consideraban que estaba loco, porque lo que escribía no podía ser pensado como literatura sino como manifestaciones de la locura– eran menos nocivos que los defensores, quienes sostenían que había una obra sumamente interesante a pesar de la locura de Artaud. Para Deleuze la obra es la locura de Artaud, y rescatar a Artaud sería pensar en esos términos, no en términos de “a pesar de la locura”. La obra es eso que nos deja en suspenso y al borde del autismo cuando leemos a Artaud. Ese pensamiento (ese borde a pensar) sería lo que el arte nos propone o estaría en posición de proponernos: una epistemología que está tan lejos del logos cartesiano, de las representaciones cartesianas, como de esa metodología inductivo‑deductiva de las ciencias positivistas por la que estamos tan atravesados.

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