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Panorama de la atención primaria de la salud en las Américas
El propósito de este artículo, como lo indica su título, es plantear el panorama de la atención primaria de la salud (APS) en las Américas como base para un sistema hospitalario resiliente, a partir de las lecciones que deja la pandemia de COVID-19. Con ese motivo, se presenta una revisión de los siguientes temas:
¿Cómo ha afectado la COVID-19 a los sistemas de salud y nuestras sociedades?
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La pandemia de COVID-19 revela y exacerba las inequidades preexistentes en las sociedades y en los sistemas de salud, por lo que la respuesta para suprimir el virus requerirá de esfuerzos más profundos para abordarlas. Sin embargo, hay que decir que estamos en un momento de bastante esperanza, con varios candidatos vacunales, algunas vacunas ya autorizadas para un uso de emergencia y con campañas de vacunación en algunos países, entre los que se encuentra México.
El desafío, sin embargo, es monumental para lograr una campaña de vacunación que abarque a las poblaciones prioritarias en todo el mundo con vacunas que sean eficaces, seguras y de calidad. Esta vez el lema de “no dejar a nadie atrás” de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) cobra toda su relevancia, y no sólo por su mirada ética y de equidad, sino por el riesgo que implica dejar sin vacunar grupos enteros de países, los cuales generarían un reservorio de virus circulante con la posibilidad de mutar y afectar a esos países, y aquellos que ya han iniciado -o incluso concluido- sus campañas de vacunación anti COVID-19.
La crisis de la COVID-19 no sólo afecta al sector salud; impacta también la economía y demás sectores del quehacer social. La CEPAL nos habla de un fenómeno, en donde: cae el comercio Internacional y el precio de las commodities, aumentan la aversión al riesgo y el deterioro de las condiciones financieras, hay una menor demanda de servicios turísticos, impactando negativamente en el producto interno bruto (PIB) y en los niveles de pobreza.
Las barreras e impacto en salud de las comunidades en situación de vulnerabilidad tienen que ver con: disparidades sociales y étnicas; pobreza y desigualdades en ingresos, brechas en educación; falta de acceso a instalaciones básicas para lavarse las manos con agua y jabón en casa; barreras geográficas; circunstancias laborales, incluido el uso de transporte público y la condición de trabajador esencial; incidencia de enfermedades crónicas subyacentes, como: enfermedades pulmonares, hipertensión arterial, diabetes y enfermedades cardiovasculares; idioma; condición de vivienda: hogares multigeneracionales y viviendas hacinadas en tugurios urbanos; baja confianza social y política polarizada; estado del seguro de salud, costos de atención, falta de médicos.
¿Qué es la APS, y cómo puede aportar a la resiliencia y universalidad de los sistemas de salud de la región?
La APS nació en la conferencia de Alma Ata (1978) que marcó un antes y un después en el desarrollo de la salud pública. En dicha conferencia internacional se reiteró que la salud es un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.
Quizás el aporte mas importante de Alma Ata es la definición de la salud como un derecho humano fundamental y un objetivo social sumamente importante en todo el mundo, cuya realización exige la intervención de muchos sectores sociales y económicos. En su argumentación, el documento apunta a la grave desigualdad existente en el estado de salud de la población, a la que calificaron de inaceptable,
Este documento, junto con otros mandatos, constituyen el marco que permite trabajar y acompañar a los países en su búsqueda de salud para todos y Salud Universal (SU), al mismo tiempo que se estructura una respuesta efectiva a la COVID-19.
La SU implica el despliegue de cobertura universal y acceso universal a la salud para impactar en salud y bienestar, para alcanzar el Objetivo 3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con sus diferentes metas. Para esto, se deben desplegar cuatro estrategias:
1) Ampliar el acceso a servicios de salud de calidad, integrales y oportunos, reorganizados en redes integradas de servicios de salud RSS basadas en APS; 2) reforzar la rectoría y gobernanza de los sistemas de salud; fortalecer la coordinación intersectorial para abordar los determinantes sociales de la salud; 3) aumentar y mejorar el financiamiento, con equidad y eficiencia, y avanzar hacia la eliminación del pago directo; y 4) actuar intersectorialmente para abordar los determinantes sociales de la salud.
¿Cuáles son las implicaciones de la APS en tiempos de COVID-19 para un diseño urbano y hospitalario resiliente?
Clasificamos las implicaciones en dos tipos: la primera, pensando hacia fuera de las instituciones de salud (en su articulación con el diseño urbano) y, la segunda, hacia dentro de las instituciones en relación a su diseño específico que responda adecuadamente a la nueva realidad de la COVID-19.
En el primer caso, se considera el despliegue de las redes integradas de servicios de salud basadas en APS y de la planificación urbano territorial. Se trata de pasar del derecho a la salud al derecho a la ciudad, y de ahí a la lucha contra la COVID-19. En la publicación: Integrating health in urban and territorial planning: a sourcebook [15], se abunda en la importancia de orientar todas las políticas hacia la salud, los determinantes sociales de la salud y la alianza estratégica entre planificación urbanaterritorial y atención primaria de la salud, para lograr el derecho a la salud y el derecho a la ciudad.
El segundo grupo de implicaciones para el diseño de las instituciones de salud en el marco de la COVID-19, apunta hacia dentro de las instituciones de salud e incluye el reforzamiento de las instituciones de salud resilientes (hospital seguro y verde), con las restricciones y segregaciones que impone la COVID-19.
Algunos de los elementos a considerar, que se abordan dentro del manual de marzo de 2020, son:
• La institución de salud debe proyectar seguridad, calidad y calidez, y propiciar la humanización de los cuidados y contacto de los pacientes con sus familiares.
• Los espacios de la institución de salud deben ser flexibles para una reconversión y desconversión ágil, bajo una lógica de módulos progresivos y utilización táctica de los espacios.
• La institución de salud debe asegurar una capacidad de reserva, que es la base de la definición de resiliencia, que incluya: recursos materiales, insumos y equipos médicos, recursos humanos para la salud y reserva financiera.
• Por último, es necesario rediseñar los flujos de pacientes y también del personal, con la revisión e incorporación de áreas de screening y triage, sectores para aislamiento de los casos de COVID-19, reorganización de las unidades de cuidados intensivos, espacios para ponerse y quitarse los equipos de protección personal, duchas, áreas de comida para el personal, e incorporar las tecnologías digitales para que los cuidados se ofrezcan con distancia física, no social.
• También se deben revisar los sistemas de ventilación, iluminación y desinfección, con la finalidad de mitigar el hacinamiento y aire enfermo e introducir, entre otros, la circulación de aire natural. Además, se requiere incorporar una nueva métrica de espacios comunes en, por ejemplo, salas de espera con sana distancia y espacios para el descanso del personal de salud que labora largas jornadas en condiciones muy difíciles.
Leer más, en: Kalmanani Toj, Año 1, No. 1