I. La pantágina de Atenea

Atenea quería conocer el Universo.

Le pidió a su papá que la llevara a conocer otros mundos, pero él le dijo que viajar a otros mundos no era fácil:

—La Luna es el único otro lugar del Universo en el que ha estado el ser humano. Si quieres, podemos imaginar un viaje por el Universo.

Pero Atenea no quería sólo imaginar… quería ver cómo son los planetas, las estrellas y las galaxias. Su gran entusiasmo recibió un premio inesperado unos días después, cuando sus padres le regalaron una tablet.

La niña miró encantada la tablet. Su papá le mostró cómo ver el Universo en ella:

—Si tocas la pantalla con tus dedos puedes cambiar lo que quieres ver: es una pantalla táctil.

Atenea encontró una imagen del Sol y corrió a contarle a su madre.

—¡Mira, mamá! Tengo al Sol en esta “pantágina”. Y lo puedo girar con mis dedos!

—¿Qué es una “pantágina”? —preguntó su mamá, muy intrigada.

Atenea le mostró la pantalla de la tablet, con una sonrisa de oreja a oreja.

—Hija, esa es sólo una pantalla —dijo su mamá.

—No, mami. No es como la pantalla del computador o la del televisor. Mira lo que puedes hacer.

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Atenea, orgullosa de su sabiduría tecnológica, le mostró a su madre la imagen del Sol radiante flotando justo encima del sillón.

La mamá miró sorprendida y Atenea le dijo:

—Ahora podré conocer el Universo con esta pantágina.

Y así comenzó su aventura.