EUSEBIO RUVALCABA EL ARTE DE MENTIR
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El autor agradece el apoyo del Sistema Nacional de Creadores de Arte del Conaculta
Derechos reservados © 2013 Eusebio Ruvalcaba © 2013 Editorial Almadía S.C. Avenida Independencia 1001 Col. Centro, C.P. 68000 Oaxaca de Juárez, Oaxaca Dirección fiscal: Calle 5 de Mayo, 16 - A Santa María Ixcotel Santa Lucía del Camino C.P. 68100, Oaxaca de Juárez, Oaxaca www.almadia.com.mx Primera edición: enero de 2013 isbn: 978-607-411-148-4 Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento. Impreso y hecho en México.
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EL ARTE DE MENTIR
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Las almas bellas son las almas universales, abiertas y dispuestas a todo; si no instruidas, al menos instruibles. Montaigne
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El demonio del mediodía Para Daniel Escalante
Se dice que los tristes son melancólicos, pero no siempre que los melancólicos son tristes. La melancolía –alguna vez llamada demonio del mediodía, alguna vez llamada bilis negra– pesa como un costal de piedras que habría de llevarse de un lugar a otro a cuestas. Pero no desde que se nace. Pobre del niño que se torna melancólico. Como una bruja de los cuentos de Perrault, la melancolía infestará sus mejores días, que son los de la fantasía y el arrobo por lo sobrenatural, o de plano por lo cotidiano vuelto sobrenatural. Sin embargo, la melancolía es una palabra fuerte, y nadie en su juicio diría de un niño taciturno: es un niño melancólico; mejor: es un niño triste, eso cuadra con todo. En determinados seres, la melancolía va manifestándose al paso de los años. Conforme aquel hombre escudriña en sí mismo, o se percata de la indiferencia de la
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humanidad para con él. En esta transición hacia la melancolía, ese individuo hace de las cosas que lo rodean un amasijo de nervios. De nervios devastadores que lo aguijonean. Que lo van hundiendo en un pozo sin fondo, sin rescate posible. No se llega a la melancolía de la noche a la mañana. Porque ser melancólico no es una meta. Salvo en el romanticismo, precisamente ser melancólico era signo inequívoco de genialidad mórbida –al punto de que también había quien actuaba como melancólico sin serlo, con tal de ser aceptado en círculos en los que reírse a carcajadas era visto como una profanación–, de que se estaba en el camino correcto hacia la inmortalidad apesadumbrada. Para un santo, la melancolía declaraba un estado entre el dolor y la introspección, en el que se caía sin remedio –y mejor aún, si iba acompañado de un ayuno prolongado–, entre un desconsuelo y un dejarse arrastrar, como una mota de polvo. Aunque bien podría ubicarse a ese hombre más cerca del padecimiento mental que de la santidad. La melancolía acerca entre sí a las almas desvalidas. Un hombre y una mujer asaz melancólicos, se miran, se escudriñan, atisban sus interiores más devastados sin dirigirse la palabra. Apenas han cruzado un par de miradas y con eso les basta. Saben que en ese ser que tienen enfrente –cuando van en el metro, no es difícil imaginarlos–, o a un lado –digamos en el centro de trabajo, digamos en el centro escolar–, es alguien en el cual se ven reflejados. Y que por eso mismo no podrán intercambiar palabras, por mejores que sean las intenciones.
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Cantidad de gente se escuda en la melancolía para urdir y ejecutar planes aviesos. Proyectos que persiguen un fin del cual podrán obtener beneficios personales. Piénsese si no en el individuo que, bajo el manto de la melancolía, que lo hace ver desamparado a los ojos de los demás, despierta la compasión con tal de irse con la cartera abultada. Un melancólico jamás podrá definir la melancolía. La palabra melancolía tiene un halo trágico, y apapacha el desconsuelo aun antes de que se presente. Cuando se le dice a un hombre que es melancólico –aunque no lo sea–, le provocará cierta complacencia perversa. Se sentirá comprendido. Se sabrá diferente a los demás por ese estado de aletargamiento mórbido. Más todavía si es mujer. Se acentuará las ojeras de ahí en adelante. Pero que no le digan, a ese hombre o a esa mujer, que es depresivo, porque se sentirá incómodo. Hay mucha diferencia entre venir al mundo a causar interés y causar lástima. La melancolía es algo más que tenerle miedo a la vida, como alguna vez se pensó. Es otro modo de amar la vida.
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Índice Una burbuja bajo el dictado del viento, 11 La urticaria de un filólogo, 14 Un poco de carne cruda no cae mal, 17 La armadura del caballero, 20 Un tema pasado de moda, 23 Metamorfosis femenina, 26 El maletín del cínico, 29 Los precios de la lencería, 32 Una adicción inconfesable, 35 Recetario doméstico, 38 Tan fácil que es provocar envidia, 41 La llave maestra, 44 El arte de ser perro, 47 Soledad en pequeñas dosis, 50 Vecinas de cuna, 53 El arte de mentir, 56 Un diamante de cada palabra, 59 Las gafas de Quevedo, 62 Franz Liszt dixit, 65
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El oficio de la invisibilidad, 68 El demonio del mediodía, 72 Una tentación irresistible, 75 Tianguis de híbridos, 78 La verdura de los celos, 81 La mascota invisible, 84 La férula del hachís, 87 Cirugía del alma, 90 Barquitos de papel, 93 Noticia de último momento, 96 El arte de ser bicho, 99 A modo de sermón, 102 Cosmético universal, 105 Error de cálculo, 108 El canto del cisne, 111 Entrada exclusiva para sibaritas, 114 El Diablo tiene voz de mujer, 118 Con la pluma en ristre, 122 Geopolítica de una casa, 126 Estructura del deseo, 130 Gramática espiritual, 133 Una temporada bajo tierra, 137 Prehistoria del sufrimiento, 141 Desgajar la belleza, 147 Elogio de la tinta sepia, 151 No, 154 La hora del recreo, 157 Martirologio de los abandonados, 160 Consideración sobre la vanidad felina, 166
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La expulsión del paraíso, 170 Palabras en lugar de manos, 174 Bozal de la humanidad, 177 R adiografía del milagro, 181 La edad de las nubes, 185 Punto de vista, 188 Encomio de un gracioso cachorrito, 192 Cuando la boca huele a exceso, 197 Maestro de las caídas, 201 Máscara nuestra de cada día, 204 Un anillo en el pie de una mujer, 208 Borges en el buró, 211 Escritura del perdón, 215 Equilibrio urbano, 219 El aroma del beso, 223 Compartir el corazón de corazón, 227 Paso sin ver, 230 La fiesta del cuerpo y el espíritu, 233 El abecedario de la admiración, 237 Baúl de objetos inservibles, 241 La seda está hecha de noches fecundas, 245 Relojería del terror, 249 Juguetería musical, 251 Parsimonia de Delfos, 255 Elogio de Marguerite Yourcenar, 258 Hipérbole del bostezo, 261 El arte de lavar los trastes, 264 Un hedor insoportable, 267 Cuando las ideas brotan de las paredes, 270
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Cada poema anda en busca de su música, 273 La mediocridad en atril, 276 Ingestión de carne humana, 279 La devoción vuelta música, 282 Entre un bolillo y un soneto, 285 Setenta y cuatro piezas, 288 Palomitas de maíz, 291 Una dama nunca tiende su cama, 294 Las cosas buenas de la vida, 298 Amistad vs. amor, 304 Sintaxis del heroísmo, 307 Ascuas capaces de incendiar bosques, 311 El arte de la fuga, 314 Príncipe de la melodía, 317 La cobija de la gratitud, 321 Poner la copa en la mano ajena, 324 El perro de la casa, 327 El fistol del servicio, 330 Wabisabi, 333 El simulacro de la caricia, 336 Oda al ácido muriático, 340 Amigos casi sólo de Brahms, 343 La música cristaliza el silencio, 346
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Eusebio Ruvalcaba naci贸 en Guadalajara, Jalisco, en 1951. Ha publicado ciertos libros; entre ellos, el volumen de ensayos Una cerveza de nombre derrota (Almad铆a, 2005). Su mayor ambici贸n es ser sepultado en Oaxaca, con m煤sica de Brahams de fondo.
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Títulos en Ensayo UNA CERVEZA DE NOMBRE DERROTA Eusebio Ruvalcaba EL IDEALISTA Y EL PERRO INSOLENCIA, LITERATURA Y MUNDO EN BUSCA DE UN LUGAR HABITABLE Guillermo Fadanelli PUNKS DE BOUTIQUE Camille de Toledo UNA HISTORIA DE LA LECTURA LA CIUDAD DE LAS PALABRAS Alberto Manguel LA MEXICANIDAD: FIESTA Y RITO LA GRAMÁTICA DEL TIEMPO Leonardo da Jandra EL LIBRO DE LAS EXPLICACIONES Tedi López Mills CUANDO LA MUERTE SE APROXIMA Arnoldo Kraus ÍCARO Sergio Pitol
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ARTE Y OLVIDO DEL TERREMOTO Ignacio Padilla EL ARTE DE PERDURAR Hugo Hiriart LA OTRA RAZA CÓSMICA José Vasconcelos
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EL ARTE DE MENTIR
de Eusebio Ruvalcaba se terminó de imprimir y encuadernar en 17 de enero de 2014, en los talleres de Litográfica Ingramex, Centeno 162, Colonia Granjas Esmeralda, Delegación Iztapalapa, México, D.F. Para su composición tipográfica se emplearon las familias Bell Centennial y Steelfish de 11:14, 37:37 y 30:30. El diseño es de Alejandro Magallanes. La impresión de los interiores se realizó sobre papel Cultural de 75 gramos y el tiraje consta de dos mil ejemplares.
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