Gente
CROQUIS DE UNA VIDA
GERMÁN SAMPER Escrito por Yulieth Mora
Gente
CROQUIS DE UNA VIDA
GERMÁN SAMPER Escrito por Yulieth Mora
Germán Samper es uno de los pocos arquitectos colombianos que tuvo la oportunidad de trabajar en el taller de Le Corbusier en París. Diseñó buena parte de los clásicos de la arquitectura en Bogotá y ha recibido un sinnúmero de premios gracias a su trabajo incansable. Más de 5000 dibujos sobre las ciudades del mundo le han enseñado a entender el mundo de la arquitectura y, sin duda, lo han hecho trazar el croquis de una vida. Conozca su historia.
Dibujo 3714. Calle a la plaza y mirando a la Iglesia de San Francisco de Asis.Ouro Preto, Brasil, 67 x 24 cm, 2007
Sala de Conciertos Biblioteca Luis Ángel Arango | Fotografía: Diego Samper Proyecto realizado por Esguerra, Sáenz y Samper
Frente a la casa un carro verde, un
Es un trabajador incansable, en su estu-
Volkswagen Escarabajo, el único de la
dio ubicado en una de las casas, atiborrado
Museo del Oro | Fotografía: Julián Lineros
calle. Frente a ella algo se detiene, qui-
de libros y planos, se descubre un venta-
visitó Colombia. Una generación eufórica
zá los árboles que gritan desde adentro,
nal donde dos gatos se mueven con plena
que admiraba el trabajo del arquitecto sui-
los años que ponen color a la puerta de
lentitud, porque en la casa del arquitecto
zo seguía cada paso de la visita. “Si en ese
madera y al franquearla para entrar a
no existe la ciudad que alardea con el trá-
momento hubiera llegado Dios no habría
la casa del arquitecto Germán Samper,
fico, no alcanza a filtrarse por los resqui-
sido tan importante. Todos lo admirába-
en el Barrio Santa Ana de Bogotá, algo
cios de las puertas el ruido de la Carrera
mos. No me le pude acercar, igual era una
distinto pasa, algo como el tiempo, como
Séptima ni los gatos se espantan. Todo se
idiotez tocarlo y decir: ‘le cogí el vestido a
la realidad, algo que no tiene forma, lo
detiene en esta casa, que se parece a la
Le Corbusier’, eso era ridículo”.
que sea, se detiene.
palabra calma.
HACER UNA CASA
Aunque no era tan ridículo como para
LA VIDA DE ARQUITECTO
tomar una decisión imparable: le tomaría un año aprender el francés suficiente para
Samper no es amigo de cambiar de casa
A sus años, el arquitecto dibuja, asesora
muy seguido. Lo demuestran 50 años vi-
proyectos de la firma, revisa los planos,
viendo en una que él mismo diseñó. Sabe
tacha y toma notas; pero, ¿cómo dejar de
que hacer una casa cuesta y esta, en la que
hacerlo, si lleva años dedicando cada lati-
pasará lo que reste de su vida, en la que
do y cada trazo a la arquitectura? Lo hace
Empezó a aprender francés y un año
recibe a la prensa y a los viejos amigos a
desde que se graduó de la Universidad Na-
después se hizo a una de las tres becas
sus 92 años, ya fue el instrumento para
cional de Colombia de la única facultad de
que entregaba el Gobierno francés al país.
formar una familia junto a su esposa Yo-
arquitectura que había en el país por allá
Aunque en el programa de becario no exis-
landa y sus cinco hijos.
en 1947. Lo hace y lo hará las veces que
tía ni la más remota posibilidad de traba-
tenga que hacerlo. No conoce otra forma
jar en la oficina de ninguna firma privada,
de vivir si no es una vida de arquitecto.
Germán Samper, con 25 años, esperó el
En esta casa, con escalera de piedra que permite el acceso, se detiene la ciudad y el
llegar a la oficina de Le Corbusier y pedirle que lo dejara trabajar en su oficina.
LE CORBUSIER: EL MAESTRO
aire fresco, se detiene Samper para contar
Estaba por terminar sus estudios cuando
tiempo necesario en la puerta de aquellas
su historia que son muchas historias, para
Charles Édouard Jeanneret-Gris, conocido
oficinas hasta que el joven arquitecto Ro-
decir que la casa ya no es una sola, sino
como Le Corbusier, considerado uno de los
gelio Salmona, que apenas si iba en segun-
cuatro, y en una de ellas funciona la firma
más claros exponentes del movimiento
do año, salió para decirle que su jefe, el
G.X. Samper Arquitectos, que fundó hace
Moderno en la arquitectura y uno de los
arquitecto griego Georges Candilis, podría
un par de años junto a su hija Ximena.
arquitectos más influyentes del siglo XX,
integrarlo a un proyecto urgente como di-
24
RevistaAmarilo2016
Fotografía: Ataca Films
palabras el incentivo era más que evidente: remplazar la cámara fotográfica —que se usaba todavía para entender una obra arquitectónica ya sea en su interior y en sus exteriores—, por un papel y un lápiz, bujante para una exposición que tendría
trazar los croquis de cada viaje por su
Le Corbusier. Samper dijo que sí.
mente mientras dibujaba.
Aunque la Embajada de Colombia en Francia preparaba una reunión para reco-
CROQUIS DE VIAJES
El Museo de Bogotá abrió al público la exposición “Germán Samper. A dibujar se aprende dibujando”, que además cuenta con una agenda académica de interés para los visitantes. Incluso, cuenta con la proyección del documental Germán Samper, el camino de un arquitecto dirigido por Carlos Mario Urrea y producido por su hija Catalina Samper.
mendar el trabajo de Samper, el intento
Son 267 ciudades del mundo las que el
llegó tarde. De modo informal el joven
arquitecto Germán Samper ha visitado y
qué es lo que está haciendo. Si no es eso,
arquitecto ya hacía parte de uno de los
sobre las que hay cerca de 5000 dibujos,
son cuatro gotas de lluvia que le avisan
equipos de la oficina del suizo. “Entré a
catalogados en 13 tomos de Croquis de
que no es momento de dibujar. Pero cuan-
trabajar a la oficina de Le Corbusier y él no
viajes. Le parece un crimen que los ar-
do logra estar a gusto, hace los trazos con
me conocía. Le Corbusier le dijo al Emba-
quitectos de ahora se pierdan del placer
lápiz en el sitio y cuando llega al hotel o a
jador: ‘¿este es su recomendado? Ya entró
de dibujar. Y en ese mismo sentido está
la casa saca su plumaster y retiñe, repasa
sin mi permiso, ya está aquí’. Pasé cinco
seguro de que la arquitectura y la música
la obra y luego borra el lápiz. “Como son
años trabajando en su taller”.
tienen mucho que ver.
croquis, no me importa si son bonitos o
Hasta 1954, los arquitectos colombianos
“El arquitecto debe ser un viajero y
Germán Samper, Rogelio Salmona y Reinal-
tiene que ser una persona que si hizo un
feos”, asegura. “Disfruté mucho dibujando Venecia
do Valencia se dieron el lujo de aprender y
viaje para ver algo importante, pues que
y en segundo lugar Florencia, en Italia,
trabajar hombro a hombro con el arquitec-
saque un cuaderno y lo dibuje porque no
por el Ponte Vecchio”, por el que la idea
to más representativo del siglo pasado. Por
es la fotografía la que le va a decir lo que
de construir sobre puentes lo obsesionó,
sus manos pasaron proyectos como el Plan
necesita saber. Nosotros leemos planos
interés que sigue intacto en sus investi-
Piloto de Bogotá, el Proyecto Urbanístico
como los músicos leen partituras, pero
gaciones y que se aplicó en la Ciudade-
Chandigarh y el Secretariado y el Núcleo
un señor que anda con la partitura de la
la Colsubsidio con el Centro Comercial
Principal del Palacio de los Ministerios de
Novena Sinfonía de Beethoven no la está
Unicentro de Occidente. “Después de
Punjab en la India. De esos años, a Germán
tocando, hasta que lo hace uno dice: 'sí era
muchos años de la primera visita, me
Samper le quedó un aprendizaje que hasta
Beethoven`”, dice Samper.
puse a leer unas guías y descubrí que
el sol de hoy practica religiosamente: “el
A veces se siente incómodo dibujando.
el Ponte Vecchio era un pedacito de una
maestro Le Corbusier decía que la fotogra-
Cuando puede encuentra dónde proteger
galería que unía a un palacio con otro, a
fía pasa directo a la máquina y encajona la
la espalda, pero cuando no, queda expues-
un kilómetro de distancia”, cuenta sobre
obra, no pasa por la persona”, y con esas
to y una que otra persona pasa para mirar
uno de sus viajes.
25
RevistaAmarilo2016
LAS OBRAS ESTÁN EN LA CALLE
da Martínez, diseñadora de modas y a
simo presidente de Colombia en aquella
Su obra puede observarse en un pa-
quien, según él, le debe buena parte de
época, Alberto Lleras Camargo, inauguró.
seo de calle. Levantar la vista y estre-
sus éxitos y su longevidad. “Estoy bien
Esos golpes de suerte de los que habla
llarse con el ímpetu del edificio Avianca,
casado. He tenido una vida tranquila,
el arquitecto Germán Samper, los que lo
el Museo del Oro, las instalaciones del
nunca hemos tenido problemas con Yo-
han hecho recorrer el mundo y contar la
periódico El Tiempo, la Biblioteca Luis
landa. Yo creo que he tenido suerte, todo
historia a través de sus obras y sus dibu-
Ángel Arango y su sala de conciertos, la
han sido golpes de suerte”.
jos, no son solo casualidades o azar, sino,
Ciudadela Colsubsidio en Bogotá o pa-
Y es que, sin duda, ella ha sido artífi-
según él, también se trata de estar prepa-
sear por Medellín y contemplar el edifi-
ce de su éxito como arquitecto, en 1958
rado para resolverlo todo en el momento
cio Coltejer y luego el Centro de Conven-
y después de haber estado en Francia a
exacto en el que llegue la oportunidad. Se
ciones y la Villa Olímpica en Cartagena,
finales de la Segunda Guerra Mundial con
necesita de reflexión, pausa, discernimien-
entre muchos otras, que realizó con la
su esposo, Yolanda Martínez se sintió
to. Se necesita que algo, lo que sea, se de-
firma Esguerra, Sáenz y Samper; y que a
deslumbrada con la idea de la autocons-
tenga como sucede a la entrada de su casa,
su vez le han hecho merecedor de innu-
trucción dirigida que se imponía en Euro-
para elegir el camino ideal que marcará el
merables reconocimientos a lo largo de
pa para recuperar las ciudades afectadas
croquis de una vida.
su carrera profesional, que van desde el
por la dura batalla. Una idea que consistía
Premio Nacional de Arquitectura (1970)
en hacer posible que familias de bajos
al Doctorado Honoris Causa de la Uni-
recursos tuvieran sus propias viviendas,
versidad de los Andes (2011).
construidas por ellos mismos y a medida
“Yo tengo un favorito porque es muy
que pasara el tiempo las adaptaran a sus
superior a los demás y es la Sala de con-
necesidades. Para lograrlo necesitaba un
ciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango.
arquitecto, solo había que mirar al lado.
Hace poco cumplió 50 años, hubo concier-
Yolanda fue la líder del proyecto de auto-
tos y la tienen divinamente, el Banco no
construcción más ambicioso de la época
deja entrar a gente a que la mire así no
en Bogotá y Samper, su esposo, desde su
más, la gente entra a conciertos. Es la pie-
profesión le ayudaría en todo.
za que más me gusta”.
La obsesión terminó para los dos con la
Y aunque las obras estén en la calle,
construcción de todo un barrio: La Fragua,
en el aula Germán Samper también lo ha
en Bogotá. En total, 104 casas erigidas (de
dejado todo, pues se dedicó varios años
las que hoy solo quedan dos o tres con
a la docencia y en 1956 fue nombrado
el diseño original de Samper), que para la
decano de la Facultad de Arquitectura de
época revolucionaron los intereses y las
la Universidad de Los Andes. Sin contar
preocupaciones sociales de la arquitectura
con la amplia trayectoria en investiga-
en Colombia.
ciones que han dejado como resultado
Hoy, Germán Samper y Yolanda Mar-
los libros Germán Samper: la evolución
tínez son los héroes de esas familias
de la vivienda (2003), El recinto urba-
bogotanas que tuvieron la oportunidad
no (1994), La arquitectura y la ciudad.
de cambiar el rumbo de sus vidas gra-
Apuntes de viaje (1986), entre otros.
cias a la construcción de su propia casa. Sin duda, una oportunidad que generó el
GOLPE DE SUERTE
progreso en aquellas familias que siguen
El arquitecto Samper es un autodidac-
siendo amigas de los Samper.
ta. No solo del dibujo, sino de la música.
Tanto fue el progreso, que según el ar-
Cuando estuvo en Europa no se olvidó de
quitecto alguna vez terminó trabajando
llevar consigo la guitarra, la misma que
para alguno de los hijos de dichas familias
aprendió a tocar viendo a su tío.
que lo vincularon a sus proyectos. Lo que
Llevó su guitarra para hacer un par
parecía un modelo imposible, se convirtió
de coros en París con su esposa, Yolan-
entonces en un barrio real que el mismí-
Dibujo 2522. La Giralda. Campanario de la catedral de Santa María. Vista general. Sevilla, España, 31 x 21,5 cm, 1970