Título original Iron Maiden. Album by Album Dirección de proyecto Alyssa Lochner Edición Dennis Pernu Dirección artística Cindy Samargia Laun Diseño Brad Norr Design Documentación iconográfica y textos de las imágenes Tom Seabrook Traducción Laura Collet Texidó Revisión de la edición en lengua española Llorenç Esteve de Udaeta Historiador de música
Coordinación de la edición en lengua española Cristina Rodríguez Fischer Primera edición en lengua española 2019 © 2019 Naturart, S. A. Editado por BLUME Carrer de les Alberes, 52, 2.°, Vallvidrera 08017 Barcelona Tel. 93 205 40 00 e-mail info@blume.net © 2018 Quarto Publishing Group USA Inc., Minneapolis (Estados Unidos) © 2018 del texto Martin Popoff I.S.B.N.: 978-84-17757-56-4 Impreso en China Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, sea por medios mecánicos o electrónicos, sin la debida autorización por escrito del editor.
WWW.BLUME.NET
C016973
`
TODOS SUS ALBUMES Colaboradores: Blaze Bayley • Rich Davenport • Bobby «Blitz» Ellsworth Marty Friedman • Matt Heafy • Tim Henderson • Chris Jericho • Jimmy Kay Sean Kelly • Mike Portnoy • Franc Potvin • Kirsten Rosenberg Brian Slagel • Nita Strauss • Ahmet Zappa
MARTIN POPOFF
Contenido Introducción . . . . . . . . . . . .6 Notas discográficas . . . . . .7
Iron Maiden ....................................8
Fear of the Dark ............................ 128
Killers ...........................................24
The X Factor .................................. 142
The Number of the Beast .............40
Virtual XI ....................................... 156
Piece of Mind ...............................56
Brave New World .......................... 170
Powerslave ..................................70
Dance of Death.............................. 184
Somewhere in Time .....................84
A Matter of Life and Death ............ 200
Seventh Son of a Seventh Son ....98
The Final Frontier.......................... 214
No Prayer for the Dying .............114
The Book of Souls ......................... 230
Martin Popoff . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .246 Colaboradores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .246 Bibliografía del autor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .250 Índice . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .252 Créditos fotográficos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .255
`
Introduccion D
ebo reconocer que, antes de adquirir The Soundhouse Tapes, no tenía ni idea de cómo sonaba. Yo procedía de un pequeño pueblo de la Columbia Británica, y me separaban un océano y un continente del coto de caza de Iron Maiden –sin duda, su presa era cualquier banda de la Nueva Ola del Heavy Metal Británico (NWOBHM, por sus siglas en inglés) que se atreviera a interponerse en su camino hacia el dominio del revival del rock. Ahí estaba yo, en la tienda Quintessence Records de Vancouver, pagando 14,99 dólares por mi copia importada de Iron Maiden, el 28 de mayo de 1980. Aquel mismo día, adquirí también una copia de Wheels of Steel, de Saxon, por 16 dólares (no me pregunte qué hacía a ocho horas en coche de mi casa, cuando aún cursaba el equivalente a segundo de bachillerato). De vuelta a Trail, sin duda quedé impresionado. Me di cuenta de que Saxon aún tenía, como mínimo, un pie en los setenta, mientras que aquella otra banda que se estaba apoderando del panorama musical se situaba claramente en la nueva década –a pesar de la larga lucha de Steve durante la segunda mitad de los setenta (¿cómo podíamos siquiera imaginarlo, en aquella época?). Fue el inicio de mi pasión por Iron Maiden. Me compré Killers en la tienda de discos de mi pueblo, donde trabajaba por aquel entonces; el de «Kelly», el 30 de mayo de 1981 (no está el precio marcado para la posteridad); y el EP Maiden Japan, por 3,99 dólares, el 12 de diciembre de 1981. Adquirí The Number of the Beast en A&A Records, en Vancouver, durante la visita que me hizo mi padre mientras cursaba el primer año de universidad. Me sentía solo y angustiado, porque había puesto tres quintas partes de los huevos en un solo cesto (es una larga historia) para realizar un curso de arte experimental llamado Arts One, cuyo profesor decidió suspendernos a casi todos los alumnos. En cualquier caso, recuerdo que fui con mi padre a ver, si no me equivoco, tres partidos de los playoff de los Vancouver Canucks. Volviendo a Iron Maiden, me compré el recién estrenado The Number of the Beast por 4,97 dólares el 7 de
6
abril de 1982; Piece of Mind, por 7,99 dólares, el 26 de mayo de 1983, en Sam the Record Man, en Victoria. ¿Powerslave? 6,99 dólares, el 20 de septiember de 1984, en A+B Sound, también en Victoria. Luego vino Live After Death, que adquirí por 9,99 dólares el 27 de noviembre de 1985, en la tienda Cheapies Records de Hamilton, Ontario, mientras me encontraba sumergido en el curso MBA de McMaster. Gracias por incentivarme a utilizar mi carpeta de cartulina verde, donde guardaba los discos que me compraba; la perdí durante quince años y no la encontré hasta hace poco. Voy a darle otra fecha que le sorprenderá. La primera vez que vi a Iron Maiden en vivo fue con los Saxon y Fastway, en Spokane, Washington, el 24 de julio de 1983. Supongo que el lapso de tiempo se debe, una vez más, al hecho de que procedo de donde Cristo perdió el gorro, un lugar muy alejado del circuito de giras del rock’n’roll. Menudo concierto; hasta la fecha, considero colosales los álbumes Piece of Mind, Power & the Glory y Fastway; en mi opinión, curiosamente, son los mejores de los respectivos catálogos de estas tres bandas. No ha llovido nada desde entonces... Y aquí estamos, años después, rindiendo homenaje a esta banda legendaria que sigue activa y creando el mismo estilo que nos regaló en los primeros días de la Nueva Ola del Heavy Metal Británico, del que enseguida destacó gracias a su determinación, talento, personalidad, creatividad a raudales, Eddie y la labor de Rod Smallwood y Derek Riggs. Este libro es similar a otros que he escrito sobre Rush, AC/DC y Pink Floyd –el concepto se basa en reunir a un conjunto de expertos y admiradores devotos de distinta procedencia, y pedirles que nos canten las virtudes de todos y cada uno de los álbumes de estudio de la banda. Para toda esta gente (lo sé porque me lo han dicho), para mí, sin duda, y espero que también para el lector, el resultado es un renacimiento de la relación de amor que en algún momento hemos tenido con esta banda, pero que había quedado medio olvidada por la sobrecarga sensorial del mundo digital moderno.
Como digo, sin duda ha sido así para este intrépido moderador; porque, debo confesarlo, tras este largo viaje por el catálogo de Iron Maiden junto con mis colaboradores, muchos de ellos, amigos, y todos, como mínimo, conocidos de hace años (excepto dos mujeres, Nita Strauss y Kirsten Rosenberg, así como Ahmet Zappa –todos ellos un encanto), puedo afirmar algo que ya sospechaba desde hacía mucho tiempo: aunque para un viejo como yo sea imposible que el material nuevo de la banda usurpe el profundo amor que siento por sus primeros cinco álbumes, los cuatro últimos no están tan lejos de aquellos, y escucharlos es un placer, del primer al último tema. Brave New World sigue gustándome tanto como hace dieciocho años, cuando entrevistábamos emocionados a los miembros de la banda para nuestra revista Brave Words & Bloody Knuckles. En cuanto a Dance of Death y A Matter of Life and Death... por Dios, solía desdeñar la similitud de ambos títulos, pero ahora la palabra «death» en un álbum de Iron Maiden es sinónimo de la mejor calidad –en estos dos álbumes, casi es la clave de la eterna juventud. ¡Porras, me encanta cuando sucede algo así! Cuando una banda histórica, con la que crecí, aún es capaz de llamar mi atención con su nueva música. En este sentido, con Iron Maiden me ocurre lo mismo que con Motörhead, Deep Purple, Cheap Trick, Kiss y las bandas de una generación posterior, Metallica, Megadeth y Overkill (Saxon y Accept tampoco lo están haciendo nada mal). En cualquier caso, quiero agradecer la oportunidad de plasmar estas reflexiones a modo de introducción. Espero que disfrute leyendo los comentarios de mis queridos y expertos colaboradores tanto como yo recopilándolos. Ha sido un placer enorme que me contaran y me volvieran a vender las grandes virtudes del vasto catálogo de Iron Maiden, sobre todo, como digo, la impresionante serie de álbumes, superlargos y complejos, editados desde que Bruce se recuperara. Con este pensamiento feliz, me reclino cómodamente en mi silla de moderador y le presento Iron Maiden: todos sus álbumes.
Notas discográficas Varios comentarios sobre la presentación de los créditos de los álbumes: Los créditos y las citas de cualquier tipo se reproducen tal y como aparecen en la primera edición del álbum en Reino Unido. Todos los álbumes hasta No Prayer for the Dying, este incluido, aparecen con la designación relativa a los vinilos, Cara 1 / Cara 2. Después, esta designación se abandona para reflejar la inmersión total en la era del CD. La duración de los temas se cita según aparece en la primera edición del álbum de cada territorio. Si no aparece en la edición de Reino Unido, como era habitual, me guío por la edición estadounidense o canadiense del mismo año. Donde hay discrepancias sobre los créditos de la autoría o la forma de deletrear o puntuar los títulos de las canciones, la contraportada ha prevalecido sobre el sello discográfico. Iron Maiden no suele distinguir entre los créditos de autoría de letra y música; por este motivo, se utiliza la coma para no caer en errores, sobre todo, cuando aparecen más de dos nombres. Los créditos de la interpretación y la producción aparecen tal y como se citan en la primera edición. No se han especificado los créditos de las interpretaciones instrumentales o vocales ocasionales, ni de los productores también ocasionales de determinadas sesiones, para no caer en errores. El título de las canciones no aparece entrecomillado en el track listing por cuestiones estilísticas. Se han tomado otras libertades y decisiones según ha requerido cada situación.
7
The Number of the Beast
T
con Bobby «Blitz» Ellsworth, Franc Potvin y Brian Slagel
al vez fuera una casualidad heavy metal forjada por el destino. El achaparrado Bruce Dickinson había demostrado ser el líder más enigmático y el mejor cantante de la Nueva Ola del Heavy Metal Británico. Quizá no en los primeros álbumes de Samson,
más flojos, pero, sin duda, sí cuando la banda publicó su feroz clásico Shock Tactics, el disco que, en opinión de un servidor, conforma la mayor exhibición vocal de Dickinson. Además, menuda clase destilaba. Iron Maiden empezaba a tener problemas con su cantante principal, Paul Di’Anno; generaba desconfianza, le gustaba demasiado la fiesta y no terminaba de encajar en la onda del heavy metal. Además, la evolución creativa de Steve Harris le llevaba a explorar un nuevo rumbo, que requeriría del cantante de la banda mayores habilidades técnicas
CARA 1 1. Invaders . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3:20 (Harris) 2. Children of the Damned . . . . . . . . . . . . . . . . 4:34 (Harris) 3. The Prisoner . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5:34 (Smith, Harris) 4. 22 Acacia Avenue . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6:34 (Harris, Smith)
y capacidades interpretativas sobre el escenario.
CARA 2 1. The Number of the Beast . . . . . . . . . . . . . . . . 4:25 (Harris) 2. Run to the Hills . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3:50 (Harris) 3. Gangland . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3:46 (Smith, Burr) 4. Hallowed Be Thy Name . . . . . . . . . . . . . . . . . 7:08 (Harris)
empezó a colaborar en la composición de los temas, sin poder incluir
Músicos: Bruce Dickinson (voz); Dave Murray (guitarras); Adrian Smith (guitarras,coros); Steve Harris (bajo, coros); Clive Burr (batería) Producido por Martin Birch Grabado en Battery Studios, Londres Publicado el 22 de marzo de 1982
reparación costó 666 libras!
40
Dickinson y el mánager de Iron Maiden, Rod Smallwood, se reunieron durante el Reading Rock festival, donde tocaban varias bandas de heavy metal. Bruce abandonó su antiguo barco y se incorporó a su nueva banda, con quien dio su primera gira italiana y un concierto de presentación a los fans británicos en el Rainbow de Londres; también su autoría por cuestiones contractuales con Samson. The Number of the Beast se grabó precipitadamente y con un equipo anticuado, durante un espacio de cinco semanas, en los Battery Studios. Cuentan que las lámparas del estudio parpadeaban constantemente y que el equipo se estropeaba sin motivo aparente. Sin olvidar el accidente de Martin Birch con una furgoneta llena de monjas, ¡cuya factura de Aquellas sesiones de grabación, accidentadas y posiblemente embrujadas, dieron como resultado un álbum crudo que derrochaba energía. Tanto la banda como muchos fans consideraron bastante flojos los temas «Invaders» y «Gangland». Harris lamentó que este último
se incluyera en el álbum en vez de «Total Eclipse», un tema mucho más bueno. Aunque no se diga (por aquello de ser la gallina de los huevos de oro), «Run to the Hills», el primer gran éxito de la banda, con su galope frenético pero frágil, no es mucho mejor. Sin embargo, el resto del álbum destila un rock de estadio excitante y juvenil. «Children
En el backstage del Rosemount Horizon, cerca de Chicago, durante la gira Beast on the Road, septiembre de 1982.
of the Damned» y la canción homónima del disco son épicas y dramáticas, casi tanto como «Hallowed Be Thy Name», un cuento de terror al estilo heavy metal que se desarrolla en la mente de un chaval metalero que alenta emocionado a la primera banda de su generación. Completando el disco están «The Prisoner» y «22 Acacia Avenue», dos clásicos apoteósicos que demostraron que la calidad de las composiciones continuaría, una vez agotado el material
41
POPOFF: hablemos de la producción, ¿qué os pareció? JERICHO: yo era muy joven y no me fijaba en esas cosas; nunca fui un audiófilo. No obstante, la época dorada de Iron Maiden fueron los álbumes en que participó Martin Birch, ¿verdad? El bajo de Steve siempre está delante en la mezcla, lo que puede resultar bastante molesto. Sin embargo, Iron Maiden tiene que ser así. Era básicamente una banda de dos guitarras y un bajo, incluso en aquella época, aunque fueran cinco, porque lo que Steve hace principalmente es dirigir. Me gustaba mucho cómo sonaba en este álbum, y su producción, porque yo era bajista. Me encantaba escuchar el bajo. En Metallica, casi tenías que adivinar qué hacía Cliff Burton, porque siempre estaba oculto bajo la superficie. En algunos momentos lo escuchabas, y veías que estaba en la onda, pero nunca podías apreciarlo del todo. Con Steve no te tenías que preocupar de eso; siempre lo tenías delante de las narices. Además, Steve daba muchas notas agudas y tocaba con los dedos. Siempre escuchabas aquella especie de... recuerdo que un amigo dijo que sonaba como una campanilla, el chasquido de las cuerdas, junto con el sonido galopante. Ahora toca muchos acordes; si lo ves en vivo, hace bastantes en sus canciones –para la gente que no toca: esto significa básicamente que rasga tres o cuatro cuerdas. En aquella época, solo tocaba notas individuales, y muchas primeras y terceras cuerdas con octavas. De niño, era mucho más fácil tocarlo; más o menos podías seguir a Steve Harris; ahora no sabría cómo demonios hacerlo. POPOFF: ¿qué os parecen las intros largas y complejas de las canciones? No resultan abrumadoras, pero, en Somewhere in Time... HENDERSON: creaban un ambiente determinado. Probablemente, a parte de la del último tema, «Alexander the Great», todas las intros son buenas. Definen el ambiente oscuro de las canciones; y, créeme, en aquella época había mucha competencia que sonaba mucho más oscura.
96
CAPÍTULO 6
No puedo imaginar aquellas canciones sin las intros. Luego, cuando entra Nicko, empieza el juego. En mi opinión, su personalidad influyó muy positivamente en la banda, sobre todo, después de consolidarse como miembro durante aquella larguísima gira. El tío es la monda: vive feliz y relajado y ama libremente. Cuando toca, parece como que está haciendo una jam espléndida de garaje. En la canción homónima del disco, toca a ritmo de locomotora. Es una estrella, sin más. Resulta curioso que Bruce no compusiera ninguna canción del álbum; sin duda, era un compositor prolífico. Quizá sus gustos estaban alejándose de los de Steve. Sin embargo, fíjate, aunque el disco no contenga ninguna composición suya, su voz está demencial. Acudió a la fiesta sabiendo que no había compuesto ni una sola canción, pero si escuchas su voz en «Caught Somewhere in Time», suena imponente; es como una sirena antiaérea, elevada a la décima potencia.
De izquierda a derecha: Dave Murray, Steve Harris, Nicko McBrain, Bruce Dickinson y Adrian Smith, 1988.
al estudio francés donde anteriormente había grabado dicho disco, y lo hizo con la espontaneidad característica del manual de estilo de Kevin Shirley. El material era muy fresco, pues gran parte del trabajo compositivo tuvo lugar en el propio estudio. La extensión musical queda reforzada por la elocuencia universal de las letras –que a menudo tratan sobre las luchas personales de Steve y sus reflexiones sobre la muerte. La cohesión de las letras del álbum es otro ejemplo de la capacidad que tienen los dos líderes de Iron Maiden de componer con la pluma; por primera vez, conforman una novela atemporal, un libro de las almas que se distingue del enfoque histórico y enciclopédico de su anterior material. El disco incluye una canción de temática bélica («Death or Glory», sobre una batalla aérea de la Primera Guerra Mundial) y otra sobre antiguos dioses, así como «Tears of a Clown», sobre el suicidio de Robin Williams. Tratar este tema fue valiente por parte de Iron Maiden; una vez más, The Book of Souls aborda la seria tarea de la vida, representada con habilidad como inconmensurablemente grande o absolutamente insignificante. La mortalidad y la inmortalidad –Bruce y Steve luchan contra el destino, situando las respuestas al filo de la cuchilla, pero rechazando inteligentemente la decisión definitiva.
232
CAPÍTULO 16
Gers, Dickinson y Smith muestran el galardón del Nordoff Robbins O2 Silver Clef Awards, en el Hotel Grosvenor House de Londres, 3 de julio de 2015.
La canción que plantea el tema de manera más contundente y fundamental es«Empire of the Clouds», la más larga de la historia de la banda. Por su estructura musical, uno se ve obligado a considerarla, en esencia, una power ballad. A diferencia de lo que ocurre con muchas canciones largas de Iron Maiden, que fácilmente podrían descomponerse en dos o tres canciones distintas, esta avanza progresivamente hacia un rock que mantiene la conexión con los primeros siete minutos; tras una espléndida progresión gradual, «Empire of the Clouds» le mete caña, librando varias de las batallas guitarrísticas más elegantes de la historia de la banda. En la letra, Bruce habla sobre el destino de la aeronave británica R.101, que se estrelló en Francia, matando a cuarenta y ocho de los cincuenta y cuatro pasajeros. Para el argumento, Buce se inspiró en la lectura de To Ride the Storm, un tratado largo y detallado sobre el accidente. Sus reflexiones personales sobre el significado más amplio de aquella tragedia le llevaron a describirla como una historia de «ambición y sueños». «Empire of the Clouds» conforma una manera muy interesante y casi esencial de finalizar un disco que forcejea con la vida y la muerte; en ella, quizá Bruce sugiera que, lo que realmente determina nuestra inmortalidad, sea aquello por lo que luchamos en la Tierra. Si es la última canción de la historia de Iron Maiden, supone una forma ambiciosa y refrescantemente inesperada de cerrar la vasta antología que conforma su catálogo de dieciséis capítulos, compuesto a lo largo de treinta y cinco años de lecciones y enseñanzas a menudo amenas. Como expresión de la madurez que se alcanza tras largos años de experiencias emocionantes y agotadoras, «Empire of the Clouds» se prolonga de manera conmovedora, como el adiós más largo –si realmente sirve a este propósito, solo el tiempo lo dirá.
THE BOOK OF SOULS
233