Las Rutas de la Seda

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Pueblos, culturas y paisajes

las

Rutas Seda

de la

Editado por Susan Whitfield


4

CONTENIDO

6

Cultura material de las Rutas de la Seda

7 Colaboradores

8 Mapa 10 Prólogo

14 Introducción

(Susan Whitfield)

(Peter Sellars)

20 Cartografía de las Rutas de la Seda 40 Fotografía de Asia central 48

La estepa

Mapa

52

Donde la hierba se encuentra con el cielo

54

Oro de la tierra

60

Los «escitas errantes» y pueblos esteparios de vida pastoril

64

118

70 La estepa y el mundo

96 Piedras de la estepa:

76 La estepa y el mundo

104 Cinturones, dagas

chino iraní

82 La estepa y el mundo romano

88 El caballo, las alas de

los pueblos túrquicos

Mapa

144 Budismo y cristianismo

El techo del mundo

152 Budismo y comercio:

124

El tesoro bactriano y otros tesoros desenterrados Pobladores de la estepa: los kushanes, los heftalitas y otros imperios

136

y pendientes de oro: lujos esteparios

112 El caftán: la moda a lo largo de las Rutas de la Seda

Montañas y tierras altas

122

132

un paisaje funerario

en las Rutas de la Seda

en dirección este desde Gandhara a China

176 Veneración de los

huesos de los muertos: reliquias en el budismo y en el cristianismo

182 El lapislázuli, más

preciado que el oro

160 Economías conectadas:

188 Minerales de las

169 El monacato cristiano

194 La travesía de las

los monasterios budistas y las ciudades en África y Asia

montañas: minería y metalurgia montañas: caminos peligrosos y cimas cubiertas de hielo

200 Escultura de hombres y dioses: influencias en Asia central


CONTENIDO

206

Desiertos y oasis

Mapa

210

Colinas y valles de arena

212

222

5

236 Canales, qanats y

cisternas: la gestión del agua en los oasis del desierto

Ruinas enterradas en la arena

244 Camellos y caravasares:

Reinos de los oasis del Taklamakán

256 El islam: una nueva fe

226

232

268 El laúd, la pipa y el laúd

árabe: la difusión de los instrumentos de cuerda en las Rutas de la Seda

la travesía del desierto

en las Rutas de la Seda

Arabia: el país del incienso y la mirra

276

Ríos y llanuras

Mapa

280

Arterias de las Rutas de la Seda

282

Descubrir grandes ciudades y templos

290

Grandes imperios de las Rutas de la Seda

294

368

302 Cecas y monedas 310 Gusanos de seda

y moreras: pobladores de las Rutas de la Seda

316 Complejos telares para actividades complejas

324 Hilos, textiles y tintes 330 El papel y la imprenta

Mesopotamia a China

346 El zoroastrismo:

la difusión de una religión antigua

356 El maniqueísmo:

auge y desaparición

364 Frutas y frutos secos en Eurasia

Mares y cielos

Mapa

394 Embarcaciones

Mares interconectados

402 Astronomía y navegación

372

374

Tesoros de las profundidades

382

Viajar por los peligrosos mares: piratas, tormentas y sirenas

386

338 La cerámica desde

y construcción naval

408 Esclavitud y servidumbre en el mundo del océano Índico

414 Piratas y esclavos

en el mar de la China meridional

420 De abalorios a cuencos: el vidrio en las Rutas de la Seda

428 Importación y tallado

de las piedras de colores en el sudeste asiático

434 El judaísmo en el mundo del océano Índico

440 Producción

y distribución de las especias

447 Bibliografía 466 Biografías de los colaboradores

468 Créditos de las fotografías 470 Índice


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Cartografía de las Rutas de la Seda Peter Whitfield

«No podemos navegar y ubicarnos solo con mapas que hacen que el paisaje esté a prueba de sueños, que sea inmune a la imaginación. Este tipo de mapas —y los mapas de carreteras son el mayor ejemplo— fomentan que en nuestra relación con el mundo perdamos la capacidad de asombrarnos. Y una vez que perdemos esa capacidad al pensar en la tierra, entonces, estamos perdidos». Robert Macfarlane, The Wild Places, 2007.


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Hay muchas razones por las que las personas creamos guías de nuestros mundos físicos y plasmamos la información de diferentes formas: mapas, itinerarios geográficos y de viaje, entre ellas. Algunas de estas formas en la actualidad se considerarían mitos o ficción, pero en muchos casos siguen conteniendo información geográfica. La gente viajó por Eurasia por tierra y por mar desde los tiempos antiguos, pero su conocimiento, aunque se transmitiera oralmente, rara vez se registraba. No había guías de la Ruta de la Seda anteriores a la Edad Moderna, al menos no hasta que se crearon en 1877. Pero hay descripciones geográficas antiguas del mundo conocido y del mundo mítico, y mapas realizados con ellas. En la antigua Grecia, por ejemplo, el mundo, según Heródoto, el historiador del siglo v a. C., incluía India, pero no las tierras al norte más allá del mar Caspio. Para los chinos, el Shanhaijing (Clásico de las montañas y los mares) del siglo iv daba información geográfica que posiblemente se extendía hasta la cordillera Kunlun de Asia central. La expedición en dirección este de Alejandro Magno (r. 336-323 a. C.) y de Zhang Qian (m. 113 a. C.) hacia el oeste extendió considerablemente la base del conocimiento. Los territorios conquistados por Alejandro los poblaron los griegos y sus súbditos, y se convirtieron en reinos dentro del mundo grecorromano. De forma similar, China se expandió e incluyó información, geográfica y de otro tipo, sobre estas «regiones occidentales» en su historia oficial: para los imperios que controlaban tierras extranjeras, esa información era vital. En el siglo ii d. C., Claudio Ptolomeo trazó mapas del mundo conocido por el Imperio romano con una precisión jamás vista, mostrando Asia con China como su extremo más oriental, pero no el océano más allá (véanse págs. 24-25). Su Geografía contenía un índice geográfico con 8 000 topónimos con coordenadas de latitud y longitud. Incluyó instrucciones para trazar un mapa teniendo en cuenta la curvatura de la Tierra e identificando características como el Himalaya, el Ganges, la península del sudeste asiático y Serica Regio, el nombre por el que se conocía China en el mundo grecorromano y que significaba «Reino de la Seda». Ptolomeo sostenía que había consultado todas las descripciones geográficas y los relatos de viajeros disponibles, pero no da una lista. Nombra los pueblos que habitaban cada región, pero apenas menciona sus actividades o sus culturas materiales. Muy cerca en el tiempo de Ptolomeo (r. 100-168) se encuentra un gran monumento de la cartografía romana completamente diferente al enfoque científico del erudito griego. La Tabula Peutingeriana es una copia medieval de un mapa de todo el Imperio romano. La estructura de este detallado y fascinante mapa es geográficamente no representativa y difícil de entender, y probablemente se creó por cuestiones políticas y no para la navegación (véanse págs. 26-27). El mapa, incluido en un libro del siglo vi de Cosmas Indicopleustes («navegante del Índico»), monje y mercader alejandrino, tampoco es muy útil como guía, pese a que el autor había viajado mucho; más bien es un argumento contra la creencia de sus contemporáneos de que la Tierra

era redonda, en el que toma literalmente el punto de vista de la Biblia y presenta un mapa de la Tierra plana (véanse págs. 30-31). Muchos siglos después, cuando el dominio islámico se extendió por Asia central, sus culturas desarrollaron sus propias escuelas de cartografía, un avance de lo que vendría con sus vecinos bizantinos. Al-Kashgari (1008-1105) es uno de los pocos cartógrafos conocidos de Asia central y trazó su mapa como parte de su gran diccionario túrquico (véanse págs. 36-37). Las habilidades cartográficas alcanzaron su punto culminante con Al-Idrisi (493-560 a. h. o 1100-1165 d. C.), que desarrolló su actividad en la corte normanda de Sicilia (véanse págs. 28-29). Era discípulo de Ptolomeo y realizó una serie de mapas regionales que encajaban dentro de una estructura racional para formar un mapa unificado del mundo conocido. Los mapas de Al-Idrisi y el libro que los acompañaba ofrecen una gran cantidad de información topográfica y detalles de los asentamientos; los mapas se centraban en tres rasgos: nombres de los lugares, montañas y agua. El libro también proporciona itinerarios con las distancias e incluye una amplia relación de topónimos en Asia central, en especial en Sogdiana, lo que sugiere un fuerte interés por esta zona, además de buenas fuentes de información. Los monjes peregrinos chinos, entre ellos el famoso Xuanzang (c. 602-664), también crearon itinerarios con las distancias. Su exactitud puede apreciarse en el hecho de que los utilizaron con éxito en la época moderna Alexander Cunningham (1814-1893) y Aurel Stein (1862-1943), el primero para identificar importantes emplazamientos del Buda Gautama y el segundo para ubicar algunos lugares en el desierto del Taklamakán. El saber chino, como la sociedad china, estaba bajo el centralizado control imperial y los mapas se creaban sobre todo para mostrar las divisiones políticas y administrativas. Aunque estaban trazados con mucha exactitud, eran a pequeña escala. Con el auge de los mongoles y su expansión por Eurasia esto cambió, pues el emperador mongol Kublai Kan (r. 1260-1294) encargó un mapamundi en 1286. Este mapa debió de ampliar los conocimientos de muchas personas, no solo de los mercaderes y diplomáticos que visitaban tierras lejanas, y constituyó la base de un mapa del imperio que le siguió en China, la dinastía Ming (1368-1644) (véanse págs. 34-35). En la Europa medieval, el relato de Marco Polo (1254-1324) de su viaje comercial a China se convirtió en uno de los libros más populares de la época y su descripción de las maravillas de China, llamada Cathay, tuvo una gran influencia a la hora de preparar el camino de la posterior Era de los Descubrimientos, como se denominaría. Sin embargo, una de las cosas sorprendentes de su libro es que no iba acompañado de un mapa y los eruditos no han dejado de discutir la ruta seguida. Fueron otros los que plasmaron su narración en un mapa y el Atlas catalán es el más antiguo y el más conocido (véanse págs. 32-33). Realizado aproximadamente en el 1375 en Mallorca, su cartografía de Asia representa un verdadero avance en el conocimiento europeo. Su característica más famosa es la colorista imagen de un grupo de mercaderes cruzando el desierto a caballo con su mercancía transportada por camellos bactrianos (solo los dromedarios se montaban, como muestra otra imagen de las rutas transaharianas). La leyenda reza: «Esta caravana partió del reino de Sarra (la región del mar Caspio) para viajar a China».

Lecturas adicionales: Black 2000; Edson et al. 2004; Forêt & Kaplony 2008.


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CARTOGRAFÍA DE LAS RUTAS DE LA SEDA

La Tabula Rogeriana de Al-Idrisi La Tabula Rogeriana, el mapamundi medieval más completo, lo trazó el geógrafo Al-Idrisi, nacido en Marruecos(493-560 a. h. o 1100-1165 d. C.). El mapa debe su nombre al rey normando de Sicilia Roger II (r. 1130-1154), que fue quien lo encargó, y representa la visión del mundo de Al-Idrisi basada en fuentes árabes y europeas, mapas y relatos de viajes. En origen se trazó sobre una tabla y después se grabó en un disco de plata (no se conserva ninguno de los dos). El libro que

los acompañaba, Nuzhat al-mushtaq fi’khtiraq al-afaq («Entretenimiento para aquel que desea viajar por el mundo»), es la geografía descriptiva más detallada del mundo conocido de esa época, que no se superó hasta el siglo xvi. El método cartográfico de Al-Idrisi sigue el de Ptolomeo y su sistema de dividir la «parte habitada» en siete regiones latitudinales o climáticas, organizadas desde el ecuador en dirección norte, hacia el círculo ártico. A este esquema, Al-Idrisi le añadió diez secciones

longitudinales desde el primer meridiano: el de 180 grados al este está dibujado en la «isla» de Silla (la península coreana). África se extiende hacia el este, donde el océano Índico, rodeado de tierra por tres partes, se encuentra con el Pacífico. A los setenta mapas rectangulares resultantes se añade un mapamundi redondo que sigue la tradición de Balj de la cartografía islámica más antigua con el sur en la parte superior. La imagen compuesta que vemos aquí la compiló el historiador alemán

Konrad Miller (1844-1933) basándose en los mapas manuscritos de París y la Biblioteca Bodleiana. El libro sigue itinerarios y menciona las distancias de las ciudades en varias medidas, pero sin dar latitudes ni longitudes. La obra de Al-Idrisi fue uno de los primeros trabajos árabes seculares impresos en Europa. MT Lecturas adicionales: Harley & Woodward 1992; Miller 1926-1931, 1981; Tolmacheva 1996, 2005.


LA TABULA ROGERIANA

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68

PUEBLOS Y CULTURAS

La derrota de los heftalitas El poema nacional épico iraní, el Shahnamé, que narra la historia de Irán desde sus comienzos hasta la conquista de los árabes, lo terminó Abol-Qasem Ferdousí de Tus en el año 651 d. C. El poema relata los reinos de cincuenta monarcas de la mitología y de la historia, y los triunfos y las derrotas de los héroes nacionales de Irán. En la narración está incluida la historia de la derrota que Sukhra infligió a los heftalitas, ilustrada aquí en un manuscrito del siglo xvi (Metropolitan Museum, 1970.30.67, f595b). Sukhra fue ministro de los soberanos sasánidas entre el 484 y el 493. Les infligió una seria derrota a los heftalitas en represalia por la muerte de Peroz I (r. 459-484), que había sido asesinado en una campaña anterior, cuando los heftalitas lograron tomar Herat y Merv (véase recuadro pág. 219). Los heftalitas aparecieron en Asia central alrededor del 450. Aparecen en fuentes armenias, árabes, persas, bizantinas, chinas, indias y otras como una de las oleadas de migrantes de la estepa. Eran famosos por sus arqueros

montados y realizaron sucesivas incursiones en la parte oriental del Imperio sasánida desde el año 458, conquistando bastante territorio. Se involucraron en las luchas dinástica de los sasánidas y ayudaron a Kavad I (r. 488-496) para quitarle el poder a Balash (r. 484-488), que a su vez había sucedido a Peroz I. Aunque firmaron la paz con los sasánidas después de su derrota ante Sukhra, los sasánidas y los turcos acabaron con su imperio alrededor del año 565, aunque siguieron con territorios más pequeños hasta la expansión islámica en Asia central. AO Lecturas adicionales: Canby 2014; Ferdowsi 2016; Kurbanov 2010; Whitfield 2018.

sino también la difusión del maniqueísmo, una religión universalista (véanse págs. 356-363). Los kázaros (h. 650-996), al norte del mar Caspio, adoptaron el judaísmo, mientras que más al norte los protobúlgaros, de origen túrquico, que controlaban las rutas comerciales del norte a lo largo del Volga, adoptaron el islam. La culminación de esta historia de pueblos de la estepa llegó con el surgimiento del Imperio mongol, que durante un período relativamente breve durante los siglos xiii y xiv abarcó más de Eurasia que cualquier otro sistema de gobierno anterior o posterior. Desde su centro original en la actual Mongolia, los mongoles conquistaron primero el norte de China, se adentraron en Asia central, Europa oriental y en Asia occidental, y por último conquistaron el sur de China. El destino de los territorios que controlaban varió: algunos fueron devastados durante la invasión inicial, otros florecieron con sus nuevos gobernantes. Los mongoles promovieron el comercio internacional y facilitaron la posibilidad de viajar por Eurasia (incluida la familia Polo, desde Venecia). En Irán, con la dinastía ilkánida mongol (1256-1353), algunos de los ejemplos más evocadores del intercambio intercultural están plasmados en la obra del gran visir Rashid al-Din (1247-1318).

Lecturas adicionales: Allsen 2008; Barfield 1992, Di Cosmo & Maas 2018; Fitzhugh et al. 2013; Golden 2010; Spengler et al. 2014. Guardias túrquicos en Sogdiana. Detalle de la pared oeste del mural del siglo vii Los embajadores, en Afrasiab (véase recuadro pág. 284).


LOS «ESCITAS ERRANTES» Y OTROS PUEBLOS ESTEPARIOS DE VIDA PASTORIL

Superior izquierda  Dinar de plata con una inscripción bactriana y el busto de un soberano huno alchono, posiblemente Khingla (r. 455-484). Superior derecha  Placa de oro de un jinete escita, estepa póntica, 400-350 a. C. Derecha  Donantes de una princesa uigur en un mural budista del siglo ix, de la cueva 9 de Bezeklik.

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304

RÍOS Y LLANURAS

Hasta hace muy poco en la historia de la humanidad, la mayoría de las transacciones no implicaban dinero y todavía menos monedas. Por ejemplo, sabemos que aunque el estado chino suministraba monedas a sus plazas a lo largo de las Rutas de la Seda, muchos pagos importantes se hacían con seda. La utilización de este «dinero mercancía» era muy común e incluso podía operar sin la autoridad de un Estado, como es el caso de las caracolas de caurí que se utilizaban en el noreste de la India. Los intercambios también podían

Página 302  El castillo Katsuren, de los siglos xii-xv, en Japón, donde se descubrieron monedas de cobre romanas de los siglos ii-iv, probablemente adquiridas a través de China, durante las excavaciones realizadas en 2013.

hacerse con pagos en especie, a cuenta o dentro de relaciones personales y hechos sin ninguna referencia al dinero. En realidad, el comercio de larga distancia en el pasado dependía más de productos de valor intrínseco que del dinero. Donde más se utilizaba dinero, por ejemplo, era en las rutas marítimas desde China a África oriental; el dinero mercancía, como las caracolas de caurí, tendía a ser más importante que las monedas. Muchas de estas antiguas formas de transacción todavía se utilizan en la actualidad y nunca han sido desplazadas por completo por el dinero en forma de monedas. Sin embargo, con el tiempo, no hay duda de que las monedas empezaron a ser más corrientes. Durante los primeros siglos después de Cristo, la mayoría de los Estados importantes utilizaban monedas y algunos, como la China Han (206 a. C.-220 d. C.), el Irán parto (247 a. C.-224 d. C.) y el Imperio romano (27 a. C.-395 d. C.) tenían monedas circulantes

Monedas sino-kharo hi de Jotán Durante los siglos i y ii d. C., las monedas de cobre se emitían en nombre de los reyes de Jotán, reino oasis de Asia central (véase recuadro pág. 221): Gurga, Gurgadama, Gurgamoya (en la fotografía superior), Inaba, [...] toga y Panatosana. En el anverso muestran un animal (un caballo o un camello) y una inscripción en prácrito en caligrafía kharo hi con el nombre del rey y el título: nyitiraja («rey de Jotán») o maharaja rajatiraja yitiraja («Gran rey, rey de reyes, rey de

Jotán»). En el reverso, una inscripción china con el peso: liu zhu qian («moneda de 6 granos») o zhong nian si zhu tong qian («moneda de cobre de 24 granos»). Algunas emisiones también llevan un emblema tamga en el reverso, como se puede ver aquí. Las monedas pueden datarse por la cercana relación de sus denominaciones e inscripciones con las emisiones de los reyes indo-partos en el siglo i en Gandhara y de los reyes kushanes de Bactria, Gandhara y Cachemira

en los siglos i y ii. Las monedas del rey Gurgamoya alguna vez se han encontrado acuñadas sobre monedas de Begram emitidas en el reino de Kujula Kadphises (c. 50-90 d. C.) primer rey kushán. JC Lecturas adicionales: Cribb 1984; Wang 2004.


CECAS Y MONEDAS

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Monedas de los reinos del Taklamakán La evidencia arqueológica en la forma de monedas halladas en yacimientos de la cuenca del Tarim y de la estepa de Mongolia indica que las monedas chinas llegaron a esta región en épocas en que había una fuerte presencia china. La mayoría son de la dinastía Han (206 a. C.-220 d. C.) del tipo wuzhu (o derivados) y tipos Kaiyuan tongbao (o derivados) de la dinastía Tang (618-907) (acuñadas por primera vez en el año 62).

Había que pagar a los oficiales y al personal militar, y hay pruebas de que las monedas y el equipamiento militar se transportaban juntos. No obstante, no hay duda de que el gasto y la logística que suponía el transporte de larga distancia de monedas de poco valor contribuyó a la producción local de monedas, en especial en el norte del Tarim. En la zona de Kucha se fabricaron grandes

cantidades de monedas de «estilo chino» (es decir, acuñadas con una aleación de cobre con un agujero en medio). Inicialmente, las monedas acuñadas localmente siguiendo el modelo del tipo wuzhu (emitidas entre el año 118 a. C. y el año 621 d. C.) a veces tenían inscripciones o marcas añadidas para afirmar su identidad local. En una extensa área, en yacimientos que van desde Asia central hasta la península coreana y Japón, se

han encontrado monedas Kaiyuan tongbao (emitidas por primera vez en el año 621) de la dinastía Tang, y también hay muchas imitaciones locales emitidas en esta época. HW Lecturas adicionales: Wang 2004, 2004a.

Extremo izquierda  Moneda de bronce china del emperador Wang Mang (r. 9-23), a menudo denominada «moneda pala» por su forma. Izquierda  Estatero de oro del reino de Lidia que representa un león atacando a un toro golpeados por Creso (r. c. 560546 a. C.). Excavado en Sardes.

que constituían los principales medios para hacer transacciones monetarias en los centros urbanos. Estas monedas eran bastante corrientes, pues se llevaban a lo largo de las rutas comerciales, unas veces como cambio, otras como regalo y otras por el metal que contenían. Muchas veces, los que las recibían las guardaban. En algunas ocasiones, como en Sri Lanka en el siglo v, cuando las antiguas monedas romanas se importaron de la India, circulaban localmente las monedas extranjeras. En ocasiones se han encontrado en Europa monedas de plata de Asia central y monedas bizantinas de oro en China reutilizadas, por ejemplo, como objetos decorativos. En un principio, parece que las monedas sirvieron sobre todo como instrumento del poder del estado.

Se utilizaban para la administración y, lo que es más importante, el ejército, y después para recaudar impuestos de esos mismos grupos. Este ciclo podía servir para unir a una importante sección de la sociedad al Estado y como actividad generadora de impuestos. No se han conservado muchas pruebas de cómo se les suministraban materias primas a las cecas o cómo se distribuían las monedas, pero si el dinero acuñado se hubiera percibido como un bien público, entonces habría tenido sentido que hubiese numerosas cecas y que hubiesen estado situadas en lugares adecuados para abastecer las necesidades, o cerca de las materias primas, pero ese solía ser el caso. La fabricación de las monedas, en la mayoría de los


376

PAISAJES

Serçe Limani, un puerto natural en el Mediterráneo nororiental donde se excavó en los años setenta del siglo xx un naufragio bizantino del siglo xi.

Los mares y los océanos de Eurafrasia ofrecen una red de agua navegable que ha tenido un profundo impacto en el movimiento de personas, mercancías e ideas. Los barcos han permitido el transporte de objetos y cargas, mucho más rentables transportados por mar que por tierra. Las grandes rutas marítimas también han transportado personas y creencias y han supuesto que comunidades de mercaderes y de esclavos creciesen en asentamientos lejanos. El comercio supuso el crecimiento de muchos puertos a lo largo de las costas y los ríos de la región, y la lucha por controlarlos ha sido un importante factor en los poderes cambiantes de los imperios a lo largo de los tiempos.

Los vientos y las mareas siempre han desempeñado un papel fundamental en el desarrollo y en la naturaleza del tráfico marítimo. Las travesías de larga distancia fueron posibles cuando los marineros comprendieron los principios de los vientos estacionales, en especial, los de los monzones. Durante los veranos del hemisferio norte, el continente asiático se calienta y el aire caliente de la tierra, a través de la convección, absorbe el aire húmedo de los océanos al sur para crear el monzón del sudoeste. En invierno ocurre el proceso contrario: el aire frío y seco que expulsa Asia por los océanos produce el monzón del noreste. Los marineros utilizaban otros sistemas de vientos, como los vientos alisios del hemisferio sur y la corriente ecuatorial del norte para vincularlos con el sistema de monzones, ampliando las redes comerciales, por ejemplo, hasta la costa africana. En el oeste, el Mediterráneo, con una extensión de 2,5 millones de kilómetros cuadrados, ha constituido un recurso vital para muchas sociedades desde la prehistoria hasta la actualidad. Un lugar para el comercio, el viaje y el intercambio cultural que desempeñó un papel fundamental en el desarrollo de muchas sociedades modernas. Está dividido en dos profundas cuencas, con una profundidad media de 1 500 m. Solo tiene una estrecha conexión con el océano Atlántico, las mareas son muy limitadas y está sometido a una intensa evaporación; sin embargo, puede suponer un desafío atravesarlo, sobre todo en una pequeña embarcación, y los naufragios de la Antigüedad salpican sus costas.


MARES INTERCONECTADOS

377

Tiro y el Mediterráneo La ciudad portuaria de Tiro («amargo» en árabe), fundada en la Edad de Bronce en el centro de la costa del Mediterráneo oriental, se convirtió en un importante centro de comercio a partir de la Edad de Hierro. Conectaba las redes comerciales continentales y orientales de las estepas siro-mesopotámicas con las rutas marítimas del Mediterráneo. Originalmente una isla, Alejandro Magno (r. 336-323 a. C.) la unió a la zona continental en el año 332 a. C. durante sus campañas contra los persas, que habían fondeado su flota allí. Tras la muerte de Alejandro, las rutas comerciales pasaron a Alejandría. Con los romanos, Tiro se convirtió en una importante ciudad con arquitectura monumental, como el arco de la fotografía, construido en el siglo ii. La ciudad fue testigo de una nueva era de comercio y prosperidad hasta el final del período bizantino (395-1453).

La ciudad, conquistada por los árabes durante el siglo vii d. C., continuó siendo próspera bajo el califato fatimí (909-1171). Después, el comercio continuó con las cruzadas durante casi dos siglos. Los mamelucos (1250-1517) tomaron la ciudad en 1291 para después empezar a decaer hasta que se revitalizó en el siglo xviii. Tras la caída del Imperio otomano, la ciudad pasó a formar parte del estado del Gran Líbano en 1920 y de la República Libanesa en 1943. En 1984, se la declaró Patrimonio Mundial de la Unesco. ASe Lecturas adicionales: Jidejian 1969; Maïla-Afeiche et al. 2012.



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