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EL ARENERO INFINITO
from Colores de cine
Uno de los razonamientos para explicar por qué comenzamos a crear cine es el siguiente: de la inmensa vorágine arenosa del desierto de Nefud emerge una figura envuelta en blanco inmaculado. Como este hombre es T. E. Lawrence (interpretado por el eternamente atractivo Peter O’Toole), en cuanto la cámara se acerca un poco, podemos apreciar que es posible que tenga los ojos más azules de la historia de la especie humana. La presentación en película extraluminosa de 70 mm garantizaba a los espectadores el disfrute de cada tonalidad en su forma más delicada, con las heladas piscinas de sus iris en contraste con las áridas dunas. Jamás igualada simplemente por su enormidad, la epopeya de David Lean le hizo merecedor de una reputación que siempre lo acompañaría, sobre todo en virtud de su titánica escala, pero hay algo más que considerar en su relato sobre la revuelta árabe durante la Primera Guerra Mundial que el tamaño en sí mismo.
La blancura de las figuras destaca en las hazañas de Lawrence, tanto en cuanto al color como por la identidad racial. El oficial militar se dedicó con tal intensidad a la causa de la liberación panárabe del imperio que se suponía que debía representar, que sus enlaces locales lo consideraron uno de los suyos, obligándole a evaluar los límites de esta asimilación. Se gana el respeto de su compañero Sherif