Gervasio Sánchez
des aparecidos disappeared
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Editor Editor Leopoldo Blume Fotografías y textos Photographs and text Gervasio Sánchez Comisaria Curator Sandra Balsells Traducción Translation Kevin Krell Positivado de las fotografías Photo processing Juan Manuel Castro Prieto Mario Parralejo Digitalización de las fotografías Photo digitalization Mario Castro Torrijos David Vicente Diseño y maquetación Design and layout Roser Colomer Coordinación Production Cristina Rodríguez Fischer Impresión Printed by Brizzolis, arte en gráficas, Madrid
© 2011 Art Blume, S.L. Av. Mare de Déu de Lorda, 20 08034 Barcelona Tel. 93 205 40 00 Fax 93 205 14 41 E-mail: info@blume.net © 2011 Gervasio Sánchez © 2011 de los textos, sus autores (for the texts, the authors) ISBN Obra completa: 978-84-9801-536-2 ISBN Desaparecidos (1): 978-84-9801-541-6 Depósito legal Legal Deposit M-257-2011 Impreso en España Printed in Spain Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, sea por medios mecánicos o electrónicos, sin la debida autorización por escrito del editor. All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system or transmited, in any form or by any means, without prior written permission from the publishers. www.blume.net Este libro se ha impreso sobre papel manufacturado con materia prima procedente de bosques sostenibles. En la producción de nuestros libros procuramos, con el máximo empeño, cumplir con los requisitos medioambientales que promueven la conservación y el uso sostenible de los bosques, en especial de los bosques primarios. Asimismo, en nuestra preocupación por el planeta, intentamos emplear al máximo materiales reciclados, y solicitamos a nuestros proveedores que usen materiales de manufactura cuya fabricación esté libre de cloro elemental (ECF) o de metales pesados, entre otros. This book is printed on paper made with raw materials from sustainable forests. In the production of our books, we do our utmost to comply with environmental requirements that promote preservation and sustainable use of forests, particularly primary forests. Furthermore, out of concern for the planet, we attempt to maximize the use of recycled materials and request that our suppliers use manufacturing materials free of elemental chlorine (ECF) and heavy metals, among others.
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Contenido Contents textos institucionales de:
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María José Salgueiro Cortiñas
28
Consejera de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León Councillor for Culture and Tourism of the Junta de Castilla y León
8
Carmen Contreras Gómez Directora Gerente de Obra Social Caja Madrid Managing Director of the Obra Social Caja Madrid
9
Detention centres 42
Memoria Memory
Antoni Fogué Presidente de la Diputación de Barcelona y del Consorcio del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) President of the Barcelona Provincial Council and Consortium of the Centre of Contemporary Culture of Barcelona (CCCB)
10
Centros de detención
Contra la barbarie Against barbarity José Guirao Cabrera, Agustín Pérez Rubio y/and Josep Ramoneda
62
Objetos Belongings
83
Búsqueda Search
12
Exhumar
Prólogo Prologue
Exhumation
Jon Lee Anderson
14
La huella de la memoria Memory’s trace Sandra Balsells Comisaria Curator
18
La dignidad es lo que importa What matters is dignity Gervasio Sánchez
94 106 118
IRAQ EL DOLOR DE/THE PAIN OF WAFA JERALA COLOMBIA
132
Bodegas Cellars
144
Identificar Identification
Inhumar Burial 168 180 204
BOSNIA-HERZEGOVINA COLOMBIA GUATEMALA
224
España Spain
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GERVASIO SÁNCHEZ
La dignidad es lo que importa What matters is dignity El drama de los desaparecidos atraviesa toda mi vida profesional. Es el proyecto más duro al que me he enfrentado y tengo la convicción de que el dolor de las víctimas ha dejado profundas secuelas en mi interior. Podría decir que parte de mi vida también ha desaparecido durante su realización. Era un joven estudiante de Periodismo en enero de 1983 cuando entré a formar parte de un grupo de adopción de Amnistía Internacional en Barcelona. Su responsable me ofreció encargarme de Centroamérica y me dio dos informes gigantescos sobre las violaciones de los derechos humanos en Guatemala bajo la dictadura del general Efraín Ríos Montt y en El Salvador, que vivía en plena guerra civil. La lectura de aquellos papeles, repletos de hechos difíciles de imaginar por la mente más retorcida y sádica, cambió radicalmente mi visión del periodismo y me convenció de la necesidad de recorrer este mundo, tan poco amable con millones de personas, con la intención de documentar los dramas humanos. La primera vez que viajé a Guatemala, en octubre de 1984, quise realizar un reportaje sobre los desaparecidos. El país vivía la etapa más oscura de su sangrienta historia y puedo dar fe de que daba miedo trabajar como periodista y fotógrafo. Los pocos familiares que se atrevían a hablar estaban atemorizados por las continuas amenazas de muerte. Me di de bruces con una realidad más brutal que la descrita en los informes. La primera vez que viajé a El Salvador en ese mismo mes de octubre sentí algo parecido. El país se enfrentaba a las primeras negociaciones de paz entre el gobierno y los grupos guerrilleros. El sueño del fin de la guerra parecía cercano. Pero la paz se firmó ocho años después, a principios de 1992. La primera vez que viajé a Chile, en noviembre de 1986, dos meses después del atentado contra el dictador Augusto Pinochet, conocí a Sola Sierra, Viviana Díaz y Carmen Vivanco, que se reunían en la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD). Mi primer reportaje chileno fue sobre sus tragedias y tiene fecha de diciembre de 1986. Meses después, en mayo de 1987, publiqué un texto con datos inéditos sobre la llamada Caravana de la Muerte y pronostiqué que «este caso salpicaría un día a Pinochet». Once años después, en octubre de 1998, el exdictador fue detenido en Londres gracias a una orden cursada por el juez Baltasar Garzón en base a los casos de desaparecidos de la Caravana de la Muerte.
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The drama of the disappeared runs through my entire professional life. It is the most difficult project I have ever undertaken and it is my belief that the pain of the victims has left a deep psychological mark within me. In a way, part of my own life disappeared while working on the project. In January of 1983, as a young journalism student, I joined an adoption group of Amnesty International in Barcelona. The director of the group put me in charge of Central America and handed me two massive reports on human rights violations in Guatemala, during the dictatorship of General Efraín Ríos Montt, and in El Salvador, which at the time was in the midst of a civil war. Reading those documents, filled with events difficult to imagine by even the most twisted and sadistic mind, radically changed my vision of journalism and convinced me of the need to travel the world, one so unkind to millions of people, and document human dramas. The first time I visited Guatemala, in October of 1984, my desire was to report on the disappeared. The country was immersed in the darkest hour of its bloody history, and I can vouch for the fact that working as a journalist and photographer there at that time was a truly scary business. The few family members who dared to speak were intimidated with threats of death. Suddenly I found myself face to face with a reality even more brutal than the one described in the reports. That same October, on my first trip to El Salvador, I experienced a similar feeling. At the time, the government and guerrilla groups were in the first round of peace talks. The longed for end of the war seemed at hand. As it turned out, however, peace would not come until eight years later, in early 1992. The first time I visited Chile, in November of 1986, two months after the attempt on the dictator Augusto Pinochet’s life, I met Sola Sierra, Viviana Díaz and Carmen Vivanco. They knew each other from the Association of Families of Detained-Disappeared Persons (AFDD). My first report on Chile, which dates from December 1986, focused on their tragedies. Months later, in May of 1987, I published a text containing hitherto unpublished data about the so-called Caravana de la Muerte, or Caravan of Death, and predicted «one day Pinochet would be implicated in it». Eleven years later, in October of 1998, the ex-dictator was arrested in London, thanks to an arrest warrant issued by Judge Baltasar Garzón on the basis of cases of disappearance by the Caravan of Death.
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La detención de Pinochet mostró las vergüenzas de unos gobernantes más interesados en salvaguardar la honra de un criminal que en hacer justicia. Ministros socialistas y democratacristianos, que se habían atrevido a pisotear la memoria de los desaparecidos e insultar a sus familiares, levantaron la bandera del nacionalismo más repugnante y defendieron a capa y espada el regreso de Pinochet. No es de extrañar que muchos familiares de desaparecidos escupiesen y tirasen monedas el 1 de julio de 1999 a Ricardo Lagos, futuro presidente de Chile, durante el funeral de Sola Sierra, la muy querida presidenta de la AFDD. La primera vez que viajé a Perú, en octubre de 1988, me encontré con el horror en Ayacucho. Los militares eran los dueños absolutos de la vida y la muerte. Allí conocí a Mamá Angélica, una mujer valiente de origen quechua que lideraba a los familiares de desaparecidos. Los sucesivos presidentes Fernando Belaúnde, Alan García y Alberto Fujimori nunca abrieron investigaciones para aclarar los miles de casos. El funeral de Belaúnde tuvo lugar con todos los honores de Estado a pesar de que el 47 % de los desaparecidos se produjeron durante su mandato entre 1980 y 1985. El gobierno de Alan García, entre 1985 y 1990, fue responsable del 27 % de las desapariciones. La corrupción y los miles de crímenes no han impedido que este hombre vuelva a repetir como presidente de Perú. La primera vez que viajé a Colombia, en mayo de 1990, me encontré con que la desaparición forzosa era un tema tabú. Ninguna autoridad política o judicial tenía interés por aclarar los centenares de casos acumulados. Cuando en 2001 publiqué un reportaje sobre víctimas de esta práctica en el departamento de Antioquia, me tuve que enfrentar a algunos compañeros colombianos ofuscados. Se negaban a aceptar que en su país hubiese desaparecidos a pesar de que el primer caso documentado databa de 1978 y de que aquel mismo año se habían producido 600 desapariciones forzosas. La valentía de un puñado de fiscales ha permitido avanzar en la aclaración de miles de casos que afectan a todos los gobiernos democráticos colombianos de los últimos treinta años. Miles de denuncias se agolpan en la Fiscalía de Justicia y Paz. Las fuerzas armadas, los grupos paramilitares y las guerrillas están implicadas en decenas de miles de desapariciones.
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Pinochet’s arrest exposed the disgrace of certain leaders more concerned with preserving the honour of a criminal than delivering justice. Socialist and Christian Democrat ministers, who had dared to desecrate the memory of the disappeared and insult their families, raised the flag of the most repugnant kind of nationalism and staunchly defended Pinochet’s return to Chile. It is no wonder, then, that on 1 July 1999, many relatives of the disappeared spat and hurled coins at future president of Chile Ricardo Lagos during the funeral of Sola Sierra, the much loved president of AFDD. On my initial trip to Perú, in October of 1988, I witnessed firsthand the horror of Ayacucho. The military held absolute sway over life and death. There I met Mama Angélica, a courageous Quechua woman who headed a group of family members of the disappeared. The successive Peruvian presidents Fernando Belaúnde, Alan García and Alberto Fujimori never bothered to open an investigation to clarify the thousands of outstanding cases. Belaúnde was buried with full state honours in spite of the fact that 47 % of the disappearances occurred during his administration, between 1980 and 1985. The government of Alan García, in power from 1985 to 1990, was responsible for 27 % of the disappearances. Corruption and thousands of crimes have not stopped García from becoming president of Perú once again. The first time I travelled to Colombia, in May of 1990, I discovered that forced disappearance was a taboo subject. Not a single political or judicial authority had any interest whatsoever in clarifying the hundreds of cases of disappearances. When, in 2001, I published a report on disappeared persons in the department of Antioquia, I had to face the blindness of some of my Colombian acquaintances. They simply refused to believe that this was a reality in their country, despite the fact that the first documented case dated back to 1978, and that in the same year, there had been 600 cases of forced disappearances. Progress in clarifying thousands of cases involving each and every one of the democratic governments of Colombia over the last thirty years would have been impossible if not for the bravery of a handful of public prosecutors. Today thousands of complaints are amassed in the Justice and Peace unit of the Colombian Public Prosecutor’s Office. The armed forces, paramilitary groups and guerrillas are implicated in tens of thousands of disappearances. The accumu-
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Retratos de desaparecidos en el centro de detención Villa Grimaldi. Santiago (Chile), enero de 2008. Portraits of disappeared in Villa Grimaldi detention centre. Santiago (Chile), January 2008. Monumento conmemorativo en el Cementerio General. Santiago (Chile), enero de 2008. Memorial in Cementerio General. Santiago (Chile), January 2008.
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