Escritores

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GRANDES AUTORES vistos por GRANDES FOTÓGRAFOS

ESCRITORES

Relatos sobre vidas intensas e insólitas


Título original Scrittori, grandi autori visti da grandi fotografi Textos Maria Baiocchi, Guia Boni, Goffredo Fofi, Alessandra Mauro, Carlo Mazza Galanti, Isabella Pedicini, Alessia Tagliaventi, Anna Tagliavini Edición de fotografía Franca De Bartolomeis Redacción Alessia Tagliaventi Diseño gráfico Tania Russo Traducción Alfonso Rodríguez Arias Coordinación de la edición en lengua española Cristina Rodríguez Fischer Primera edición en lengua española 2014 © 2014 Art Blume, S. L. Av. Mare de Déu de Lorda, 20 08034 Barcelona Tel. 93 205 40 00 Fax 93 205 14 41 e-mail info@blume.net © 2013 Contrasto srl, Roma (Italia) © de las fotografías, véase página 508 I.S.B.N.: 978-84-9801-776-2 Impreso en Italia www.blume.net Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, sea por medios mecánicos o electrónicos, sin la debida autorización por escrito del editor. Preservamos el medio ambiente. En la producción de nuestros libros procuramos, con el máximo empeño, cumplir con los requisitos medioambientales que promueven la conservación y el uso responsable de los bosques, en especial de los bosques primarios. Asimismo, en nuestra preocupación por el planeta, intentamos emplear al máximo materiales reciclados, y solicitamos a nuestros proveedores que usen materiales de manufactura cuya fabricación esté libre de cloro elemental (ECF) o de metales pesados, entre otros.


ESCRITORES GRANDES AUTORES vistos por GRANDES FOTÓGRAFOS

Goffredo Fofi


GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ Aracataca, Colombia, 1927 – Ciudad de México, 2014

por Isabel Steva Hernández Colombia, 1975

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«Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada, hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad». Con un acto de acusación a Europa y al mundo, que no era capaz de entender la tragedia de América Latina y prefería considerar el continente como «esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda», Gabriel García Márquez recibió el premio Nobel en 1982, según la laudatoria de la Academia Sueca, «por sus novelas e historias cortas en las que lo fantástico y lo real se combinan en un tranquilo mundo de rica imaginación, reflejando la vida y los conflictos de un continente». Una motivación que demostraba, en parte, que no se había comprendido plenamente el fenómeno del boom latinoamericano, limitándolo a una envidiable capacidad fabulística y no a los síntomas de un malestar. Por ello, su discurso de aceptación se tituló «La soledad de América Latina»; también la novela que le había dado fama internacional, Cien años de soledad, publicada en Buenos Aires en 1967, adquiría un nuevo valor. De hecho, García Márquez ha rechazado siempre la etiqueta fácil de «realismo mágico» y prefiere la de «realismo triste»: tras la realidad se halla otra realidad poética, pero no mágica, sino concreta. El retrato de la familia Buendía, protagonista de Cien años de soledad, que vive en Macondo – en un tiempo, una tierra feliz, destrozada después por las guerras civiles, los bananeros, la pobreza y el ferrocarril–, se desarrolla en un tiempo estático que se repite durante siete generaciones. Es la metáfora de la América Latina, un continente que, antes de ser masacrado por los colonizadores y más tarde por los dictadores que lo han ensangrentado y después desangrado, era un paraíso terrenal. Y todo ello contado con una explosiva carga narrativa. Con Cien años de soledad, García Márquez ha hecho renacer la novela, que ya se daba por perdida. Es la misma novela que el escritor se pone irónicamente sobre la cabeza en esta imagen que parece estar acorde con la mejor tradición iconográfica, según la cual los santos y los personajes célebres eran retratados con atributos específicos para hacerlos fácilmente reconocibles. Lejos de cualquier imagen mitificante, casi vencido por el peso de esta grandiosa obra, Márquez alza la vista hacia el objetivo y a sus lectores con una mirada entre burlona e inerme. Guia Boni



STEPHEN KING Portland, Estados Unidos, 1947

por Ted Thai Bangor, Estados Unidos, 1986

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Frente a la verja de su villa en Maine, a caballo de una motocicleta, Stephen King sonríe al objetivo de Ted Thai. Corría el año 1986. En la actualidad, con los 350 millones de libros vendidos, Stephen King ocupa el quinto lugar en la lista de los escritores vivos que más han vendido (precedido por Danielle Steel, Jackie Collins, R. L. Stine y Dean Koontz) y el decimonono en la clasificación absoluta de los autores con más ventas de todos los tiempos. King es tan prolífico que, entre la década de 1970 e inicios de la de 1980, adoptó el seudónimo de Richard Bachman para tener (según afirman algunos) la posibilidad de publicar más libros por año sin sobreexponer su nombre. Desde sus inicios con Carrie (1973) y El misterio de Salem’s Lot (1975), ha creado una narrativa capaz de contentar al público de masas y a los lectores exigentes, y se ha convertido en uno de los nombres más importantes de literatura popular de calidad. Ha reflexionado sobre la escritura y sobre el papel del escritor en el género del ensayo (Mientras escribo) y en la ficción: Misery, una de sus novelas más originales, describe en clave de thriller la inquietante transformación de la relación chantajista que une a un autor de gran éxito con su público. En sus libros se han inspirado numerosos directores, como De Palma (Carrie), Kubrick (El resplandor), Carpenter (Christine) y Kronenberg (La zona muerta). Claro heredero de clásicos como Poe y Lovecraft, él afirma que, entre los contemporáneos, se ha inspirado, sobre todo, en el escritor californiano Richard Matheson, maestro como él en moverse en el espacio entre diversos géneros y la sugestión mental. Parece como si la imaginación de King estuviera en contacto casi telepático con el inconsciente social y cultural de nuestra época; sus libros son sumamente eficaces a la hora de expresar la violencia, la angustia y los fantasmas del mundo contemporáneo, tanto en las obras más potentes y de peso (It, La danza de la muerte, las novelas de la serie de La torre oscura), como en aquellas en que la matriz «sociológica» es más evidente (por ejemplo, el cruel reality –de antes de que se inventara este término– de El fugitivo de 1982, o la más reciente Cell, novela apocalíptica en la que la humanidad es llevada a una violenta regresión por los sistemas de telecomunicación). Carlo Mazza Galanti



ARTHUR MILLER Nueva York, 1915 – Roxbury, Estados Unidos, 2005

por Dennis Stock Nueva York, 1964

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Nació en 1915 en el seno de una familia judía acomodada, pero la Gran Depresión acabó con la empresa familiar. Estudió periodismo y teatro en la universidad de Wisconsin, y aunque su primer estreno en Broadway solo alcanzó las cuatro representaciones, Arthur (para su suerte y la nuestra) lo volvió a intentar; desde aquel momento todo fueron éxitos. En el meollo de sus obras se encuentra el análisis despiadado de los conflictos: el generacional en Todos eran mis hijos (1947) y el personal y familiar del hombre medio estadounidense que se refleja en el mito del «que se hace a sí mismo» y que, inevitablemente, no llega a estar a la altura, en La muerte de un viajante (1949). Al respecto, Miller recordó en una entrevista que había escrito el primer acto en un día y una noche, y que necesitó seis semanas para el segundo. Así nació el cuadro de un fracaso que ratificaría el extraordinario éxito de su autor. En el núcleo de la vida del dramaturgo se encuentra la pasión política y la denuncia de toda persecución, sea macartista o nazi: de 1953 es El crisol (Las brujas de Salem), donde la caza de brujas puesta en marcha por el «miedo rojo» se lee en el trasfondo del proceso a las brujas de Salem que tuvo lugar en 1692. En Panorama desde el puente (1955), el conflicto se interioriza en la pasión, contraria a los principios morales y al interés de quien la vive, mientras que en Después de la caída (1964) se entrevé la tragedia personal del autor: la muerte de su mujer Marilyn Monroe después de un matrimonio infeliz y borrascoso. Dennis Stock capta la tensión de Miller tras los bastidores del Lincoln Center Repertory Theater de Nueva York, en el estreno de Después de la caída. Su siguiente matrimonio con Inge Morath será el bueno y Arthur permanecerá a su lado hasta la muerte de la fotógrafa austriaca en 2002. Maria Baiocchi



JOSÉ SARAMAGO [José de Souza Saramago] Azinhaga, Portugal, 1922 – Tías, Islas Canarias, España, 2010

por Sebastião Salgado Tias, Lanzarote, España, 1996

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Una familia con un apellido que es una maldición, Mau-tempo; un trabajo que es una condena; una tierra para cultivar, el Alentejo de Portugal: estos son los elementos de la primera gran novela que dio a conocer al mundo entero a José Saramago, Alzado del suelo, que mostró un camino, el de un nuevo realismo literario, en el que las urgencias sociales, la fabulación culta, la ironía cortante y el sufrimiento existencial sincero se amalgaman en una narración casi siempre torrencial y fascinante. Saramago nació precisamente en el Alentejo en una familia campesina en quiebra por la crisis y los problemas económicos. Su traslado a Lisboa señala la tentativa desmañada de escapar de aquella tierra difícil y de los trabajos precarios. Así, la infancia del pequeño José no es fácil y las estrecheces económicas le obligan a dejar los estudios y a dedicarse a una serie de trabajos hasta que la escritura, su verdadera y profunda vocación, le dé una salida estable en su vida profesional. Seguirán años de periodismo activo, de crítica literaria, de trabajo editorial y, naturalmente, de escritura. Aunque su poesía empieza a publicarse en la década de 1960, igual que las crónicas sociales y las obras de teatro, lo que lo representa mejor son sus novelas, con aquel aliento largo y articulado que Saramago ha sabido infundir a sus historias. Nacerán así los retratos históricos (Memorial del convento), las recreaciones de mitos o personajes literarios (El año de la muerte de Ricardo Reis), metáforas universales (Ensayo sobre la ceguera) y tramas argumentales sobre la investigación y el sinsentido de la religión (El Evangelio según Jesucristo). También escribirá artículos políticos y no eludirá las tomas de posición radicales, convencido de que el papel del intelectual es sobre todo el de señalar las reflexiones sociales sobre los recuerdos que hay que conservar y sobre el futuro que hay que construir. Cuando en Estocolmo, en 1998, recibe el premio Nobel de Literatura, pronuncia una frase en su discurso de aceptación que es una dedicatoria a su familia y un manifiesto político: «El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir». A Sebastião Salgado lo unía una afinidad lingüística (Salgado es brasileño), una idéntica sensibilidad social y una atención a los que todavía deben «alzarse del suelo» y proclamar su historia al mundo. Este lo fotografió en el blanco y negro de Lanzarote, en las islas Canarias, donde Saramago había decidido vivir, mientras, paso a paso, el escritor intentaba marcar la ruta a lo largo de los caminos de las montañas de lava. Alessandra Mauro



VIRGINIA WOOLF [Nacida Adeline Virginia Stephen] Londres, 1882 – Rodmell, Reino Unido, 1941

por Gisèle Freund Londres, 1939

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Nacida en 1882, hija de sir Leslie Stephen, Virginia pasó sus primeros años en una casa de Hyde Park repleta de libros y frecuentada por artistas y escritores, pero ensombrecida por la enfermedad mental y la muerte (su madre y su hermanastra Stella murieron cuando ella era todavía una adolescente). Estos lutos precoces tuvieron como consecuencia la primera de las crisis nerviosas que la atormentaron toda la vida. Sin embargo, Virginia pasa de la dramática adolescencia a una vida libre y licenciosa con su hermana Vanessa. Nace entonces el grupo intelectual más tendencioso de principios de siglo, el grupo de Bloomsbury, confraternidad anticonvencional de la que serán protagonistas las hermanas Stephen, Virginia y Vanessa. Artistas, críticos, historiadores, escritores, poetas y economistas excéntricos en los primeros años del siglo XX abandonan los asfixiantes salones victorianos y convergen en el brillante círculo de Bloomsbury. ¿Será esa nueva ligereza la que llevó a Lytton Strachey, biógrafo de las eminencias victorianas, a declararse a Virginia y a ella a aceptarlo? A la inmediata retractación del historiador, homosexual impenitente, siguió la boda de la escritora con Leonard Woolf, instigada por el mismo Lytton. Nació así en el mundo de las letras el nombre de Virginia Woolf, autora clave del siglo XX, innovadora en la vida y en la literatura, bandera del feminismo, conocida en el mundo solo con el apellido del marido, que estuvo a su lado hasta la muerte, cuando, obsesionada por la amenaza de una nueva crisis y por los bombardeos alemanes sobre Londres, Virginia decidió llenarse los bolsillos del abrigo de piedras y arrojarse al Oude. «Frágil y luminosa, era la encarnación de su propia prosa». Así la recuerda Gisèle Freund, que la conoció en una sesión de modelado para la serie de retratos en color de escritores, que realizó la fotógrafa entre 1938 y 1939. Sin embargo, años más tarde, en los diarios de Virginia Woolf, la escritora recuerda aquellos días sometida a la cámara fotográfica como una especie de tortura y acusa a la fotógrafa de haber «violado» la pureza casi virginal y el encarnado pálido de la gran autora obligándola a posar entre luces y aparejos. Maria Baiocchi



Una selección de 250 retratos de escritores, que datan desde los albores del siglo xx hasta la actualidad, tomados por grandes fotógrafos y seleccionados por Goffredo Fofi. Cada retrato, intenso, penetrante, a menudo famoso y en algunos casos insólito, va acompañado de un texto que explica el motivo de la elección, recuerda algunas de las obras maestras que han inmortalizado al escritor y, si es posible, cuenta la historia de la imagen, del encuentro único e irrepetible que es, justamente, el retrato. Martin Amis aparece retratado por Lord Snowdon, Truman Capote por Richard Avedon, Raymond Carver por Bob Adelman, Italo Calvino por Gianni Giansanti, Colette por Herbert List, William Faulkner por Henri Cartier-Bresson, Patricia Highsmith por Martine Frank, Pablo Neruda por Sergio Larrain, Pier Paolo Pasolini por Federico Garolla, Marcel Proust por Man Ray, Philip Roth por Elliott Erwitt, José Saramago por Sebastião Salgado, Leonardo Sciascia por Ferdinando Scianna, Virginia Woolf por Gisèle Freund… En los casos más logrados ha ocurrido que los escritores (y obviamente no solo ellos) han descubierto algo de sí mismos que ignoraban, o sobre lo que no habían reflexionado, gracias a la imagen que de ellos ha hecho un fotógrafo que «sabía ver». Por ello, muchas de las fotografías de este libro nos permiten entender más y mejor no solo quién era o es un escritor que nos gusta (o que detestamos, ¿por qué no?), sino también la medida de sus obras, lo que nos ha transmitido de sus inquietudes. En todos los casos se trata de grandes escritores, o de escritores que han dejado una profunda huella, y de grandes fotógrafos que han conseguido verlos, comprenderlos e inmortalizarlos para la historia o, más sencillamente, para nuestra curiosidad y nuestro recuerdo. Goffredo Fofi

ISBN 978-84-9801-776-2

Preservamos el medio ambiente • Reciclamos y reutilizamos. • Usamos papel de bosques gestionados de manera responsable.

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788498 017762


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