Vidas de −
Los Grandes Fotógrafos Juliet Hacking
Vidas de −
Los Grandes Fotógrafos Juliet Hacking
Contenido 6
87
Introducción
Robert Capa
―
1913–1954
11
95
Ansel Adams
Henri Cartier-Bresson
1902–1984
1908–2004
19
103
Manuel Álvarez Bravo
Roy DeCarava
1902–2002
1919–2009
27
111
Diane Arbus
Charles Lutwidge Dodgson
1923–1971
1832–1898
35
119
Eugène Atget
Robert Doisneau
1857–1927
1912–1994
43
125
Richard Avedon
Peter Henry Emerson
1923–2004
1856–1936
51
131
Margaret Bourke-White
Walker Evans
1904–1971
1903–1975
59
139
Bill Brandt
Roger Fenton
1904–1983
1819–1869
67
145
Brassaï
Clementina Maude, vizcondesa de Hawarden
1899–1984
1822–1865 73
Claude Cahun
151
1894–1954
Hannah Höch 1889–1978
79
Julia Margaret Cameron 1815–1879
157
243
André Kertész
August Sander
1894–1985
1876–1964
165
Edward Steichen
Gustave Le Gray
1879–1973
249
1820–1884 257 173
Alfred Stieglitz
Man Ray
1864–1946
1890–1976 265 181
Paul Strand
Robert Mapplethorpe
1890–1976
1946–1989 271 189
Shōmei Tōmatsu
László Moholy-Nagy
1930–2012
1895–1946 277 195
Edward Weston
Eadweard Muybridge
1886–1958
1830–1904 285 203
Madame Yevonde
Nadar
1893–1975
1820–1910
―
211
292
Norman Parkinson
Notas
1913–1990 300 219
Créditos de las fotográfías
Irving Penn 1917–2009
301
Índice 227
Albert Renger-Patzsch
304
1897–1966
Agradecimientos
235
Alexander Rodchenko 1891–1956
10
Autorretrato, Monument Valley, 1958
11
Ansel Adams 1902-1984
La belleza del mundo se traduce en una vibración constante del espíritu: las formas de la naturaleza —gracias a la magia del arte— se convierten en formas de la imaginación. ansel adams
Es posible que Ansel Adams haya hecho más por la fotografía que cualquier otro fotógrafo. Sus imágenes, de una espectacular belleza e impresas con un audaz virtuosismo técnico, favorecieron que muchos adoptaran la idea de que esta disciplina podía ser un medio de expresión. Fue un incansable defensor de la fotografía creativa, del poder redentor de la naturaleza y de la necesidad de conservar sus formas salvajes. Hacia el final de su vida se le consideraba una insigne figura estadounidense: su obra se había convertido en un arte innovador para un nuevo país. Los estudiosos han vinculado la visión panteísta de la naturaleza de Adams (que algunos denominan visión «monística») con la de los escritores que él admiraba, como Walt Whitman, Edward Carpenter y William James. Agnóstico desde su niñez, Adams se sintió atraído por quienes se expresaban de un modo revelador, mientras que, por su arte, él no era capaz de evitar cierto sermoneo. Su legendario «sistema de zonas» proporcionaba al fotógrafo una gama monocromática más amplia, y, con ello, más expresiva. En su autobiografía, Adams escribió que «la infancia fue, en gran parte, el padre del hombre en que me convertí»1, y, de hecho, casi todos los elementos de su vida posterior parece que estaban determinados por el momento en que cumplió treinta años. Asimismo, según parece, solo fue capaz de mantener los elevados ideales de su educación asumiendo, tanto metafórica como literalmente, una noble posición. Un año después del nacimiento de Ansel, sus padres, Charles Hitchcock Adams y Olive Adams (Bray, de soltera), se trasladaron a la casa que Charles había estado construyendo cerca de San Francisco. La niñez de Adams estuvo marcada por largas y solitarias caminatas a lo largo de la costa local y por los muchos momentos que tuvo que guardar cama debido a su predisposición a enfermar. De su niñez dijo que «mi estado mental [era] precario» y llegó a la conclusión de que «hoy me habrían calificado de hiperactivo», pero los hechos sugieren que su elevada energía y las ocasionales depresiones continuaron durante su vida adulta.2 La enfermedad fue, en efecto, la responsable del in-
54
Presa de Fort Peck, Montana, 1936
Margaret Bourke-White
Margaret Bourke-White
55
Mujeres en una granja colectiva, Rusia, 1941
72
Autorretrato, 1927
73
Claude Cahun 1894-1954
Bajo esta máscara, otra máscara. Nunca acabaré de eliminar todas estas caras. claude cahun
Claude Cahun, famosa en la actualidad por sus extraordinarias imágenes de las décadas de 1920 y 1930, solo fue «descubierta» tras su muerte, medio siglo después. Y esto a pesar de que estaba muy bien relacionada con los círculos culturales parisinos tanto clásicos como vanguardistas, que fue una apasionada surrealista y que André Breton la calificó como «una de las mentes más inquisitivas de nuestro tiempo».1 Cahun se expresó en numerosos medios, incluidos la poesía, la prosa, la crítica, la interpretación, la escultura y la fotografía, difuminando con frecuencia las fronteras entre ellos. Nacida en el seno de una familia de literatos, es probable que ella se hubiera imaginado como autora; sin embargo, en la actualidad es más conocida por sus autorretratos fotográficos. Estos constituyen ingeniosas e inteligentes exploraciones del género y la identidad artística, y sugieren una vida que se desarrolló al margen de las preocupaciones por las convenciones, las buenas costumbres sociales, los prejuicios y la seguridad personal. Ella consideraba el arte y la literatura como proyecciones, no como reproducciones especulares, y era radical tanto en su vida como en su arte. A principios de la década de 1930, Cahun se identificó con la idea de que los artistas e intelectuales de izquierdas podían y debían utilizar el arte con objetivos políticos. Cuando ella misma tuvo que vivir bajo el régimen nazi durante la segunda guerra mundial, arriesgó su vida en una campaña para difundir su propia y enormemente creativa propaganda antifascista. Esta mujer, a la que conocemos por su seudónimo, se llamaba Lucy Renée Mathilde Schwob y nació en la ciudad francesa de Nantes. De niña vivió la mayor parte del tiempo con su abuela paterna, Mathilde Cahun; su madre, Marie-Antoinette, padecía una enfermedad mental y, por último, debió ser recluida. A pesar de proceder de una familia alsaciana judía que había contado con varios rabinos, su padre y su tío eran agnósticos.2 Su abuelo paterno, Georges Schwob, había comprado y dirigido el periódico republicano La Phare de la Loire, y su padre, Maurice, comentador político y económico, había asumido la dirección
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Genevieve Naylor, Cartier-Bresson en el exterior de un almacén, Nueva York, 1946
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Henri Cartier-Bresson 1908-2004
La fotografía es una forma de inteligencia. henri cartier-bresson
La obra fotográfica de Henri Cartier-Bresson, que consta de más de medio millón de negativos tomados a lo largo de más de cincuenta años en más de cuarenta países, constituye una significativa crónica visual de gran parte del siglo xx. Dos de sus primeros libros de fotografías, Images à la sauvette (1952) y Les Européens (1955), demostraron que es posible conjugar la información con el placer visual. Así, si bien el nombre de Cartier-Bresson es prácticamente sinónimo de la fotografía, el hombre en sí resulta bastante esquivo. Se le ha considerado el «maestro del reportaje fotográfico»,1 pero él dijo de sí mismo: «No soy un reportero».2 Sus fotografías aparecieron por primera vez en la prensa ilustrada en 1932, el mismo año en que se expusieron sus imágenes en una galería. La gran paradoja de Cartier-Bresson es que la fotografía no era su pasión: en realidad prefería el dibujo y la pintura. En efecto, para uno de los fotógrafos más aclamados que ha dado el mundo, la fotografía no era más que «dibujo acelerado».3 Cartier-Bresson es esquivo no solo porque no hablaba de sí mismo o de su obra, sino también porque lo que decía a menudo era contradictorio o provocador. Tras la cámara, el hombre se ocultaba de los demás. Nacido en Chanteloup-en-Brie, un pueblo próximo a Marne-laVallée, cerca de París, Cartier-Bresson se crio en la capital francesa, en el seno de una familia que regentaba un negocio de producción de hilos cuya marca se llamaba «Cartier-Bresson». Según el novelista y biógrafo Pierre Assouline, una vez el supervisor de la École Fénelon lo sorprendió leyendo poesía de Arthur Rimbaud, por lo que lo reprendió en público, pero en privado lo animó a que satisficiera su pasión por la literatura.4 En principio, estaba previsto que asistiera a una escuela de administración de empresas y que llegara a dirigir la empresa familiar, pero solo completó los cursos preparatorios de administración. Se las ingenió también para suspender tres veces los exámenes de bachillerato. Esta rebelión juvenil marcó una pauta en el resto de su vida: ni estuvo de acuerdo con el sistema ni lo rechazó de un modo absoluto. Cartier-Bresson afirmó: «Cuando era niño, pintaba los jueves y los domingos. El resto del tiempo soñaba con hacerlo».5 Parece que en 1925
Edward Steichen Roy DeCarava Julia Margaret Cameron Claude Cahun Eadweard Muybridge Robert Capa László Moholy-Nagy André Kertész Margaret Bourke-White Bill Brandt Irving Penn Robert Doisneau Man Ray Alfred Stieglitz Brassaï Ansel Adams Charles Lutwidge Dodgson Eugène Atget Henri Cartier-Bresson Roger Fenton Albert Renger-Patzsch Edward Weston Gustave Le Gray Madame Yevonde Peter Henry Emerson Richard Avedon Clementina Maude, Viscountess Hawarden Paul Strand Hannah Höch Nadar Robert Mapplethorpe Shomei ¯ Tomatsu ¯ Manuel Álvarez Bravo Walker Evans Norman Parkinson Diane Arbus August Sander Alexander Rodchenko
ISBN 978-84-9801-837-0
9 788498 018370